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Full text of "Ortología clásica de la lengua castellana, fundada en la autoridad de cuatro-cientos poetas;"

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ortología  clasica 


DE   LA 


LENGUA  CASTELLANA 


FDIÍDADA  EN  LA  AUTORIDAD 


DE  CÜflTI^OCIEflTOS  POETAS 


POB 


D.   FELIPE  HOBltES  DÉGflílO 


í»iiesbit:sh.o 


CON  UNA  CAETA-PRÓLOGO  DEL 

Excmo.  Sr.  D.  Marcelino  Henéndez  y  Pelayo. 


Precio;  DIEZ  pesetas. 


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MADRID 

MARCELIANO     TABARÉS,     IMPRESOR 

7— Calle  de  Trujillos-  7. 

1905 


Kl  a.-u.tor   se    resenra 

tod.cs  los  dereclics 
d.e  propied.a.d.  q.-u.e 
las  leyes  ccnceden. 


AL  EXeELENTiSIMO  SEÑOR 

DON  MARCELINO  MENÉNDEZ  Y  PELAYO 


Si  el  interés  y  atención  con  que  desde  los  principios  recibió  la 
noticia  de  mis  investigaciones ,  y  la  benevolencia  y  agrado  con 
que  después  me  animó  á  proseguir  y  terminar  esta  obra,  no  fue- 
ran razones  sobradas  para  que  este  libro  se  diera  á  la  pública 
luz  bajo  el  ilustre  nombre  de  V.  E.;  forsáranme  á  ello,  sin  duda, 
la  estima  de  sus  talentos  y  la  sincera  admiración  que  siempre 
me  inspiraron  sus  prodigiosos  trabajos. 

Nadie,  en  verdad,  podrá  disputar  el  derecho  de  ser  Mecenas 
de  este  ensayo  de  Ortología  Castellana  al  genio  sublime,  que  ante 
propios  y  extraños  tan  alta  sabe  poner  la  gloria  del  hermoso 
idioma  de  Lope  y  Cervantes. 

Dígnese  V.  E.  aceptarle  como  testimonio  del  cordial  agrade- 
cimiento y  profimda  admiración  que  le  profesa  su  afectísimo 
Capellán  y  s.  s. 

Q.  B.  S.  M., 

(¿^etlhe    QJZoó'tet    J0éaano. 
PDro. 


Madrid,  8  de  Mayo  de  1905,  trecentenario  de  la  primera  edición  </^  El  Quijote. 


Sarta  del  Bxcmo.  Sr. 

D.  CQaííeelino  CDenéndez  y  Pelayo 

Sp.  D.   Felipe  I^obles  Dégano,   Presbítero. 

Mi  apreciado  amigo: 

Aunque  muy  rápidamente,  por  no  consentir  otra  cosa  mis 
ocupaciones,  he  recorrido  el  tratado  de  Ortología  y  Métrica  cas- 
tellana que  usted  publica,  y  que  me  propongo  estudiar  con  el  de- 
tenimiento que  reclama  la  importancia  del  asunto  y  el  método 
enteramente  nuevo  con  que  usted  discurre  sobre  él. 

Este  método  es,  á  mi  juicio,  el  único  rigurosamente  científi- 
co, pues  no  parte  de  hipótesis  arbitrarias,  como  en  tantos  otros 
prosodistas;  ni  de  la  impertinente  aplicación  de  las  reglas  de  la 
métrica  antigua  á  la  nuestra,  sino  que  induce  sus  leyes  de  la  ob- 
servación del  uso  de  Castilla  y  de  la  práctica  de  los  buenos  poetas 
de  todos  tiemi30S,  estudiados,  no  ocasionalmente  y  en  tal  ó  cual 
pasaje,  sino  en  el  cuerpo  entero  de  sus  composiciones,  ó  en  el 
mayor  número  de  ellas,  diligentemente  escudriñadas  verso  por 
verso.  Si  alguna  vez  se  engañare  el  autor  por  no  haber  podido 
consultar  las  ediciones  originales,  sino  únicamente  el  texto  de  la 
colección  Rivadeneira,  que  en  muchos  casos  dista  de  haber  sido 
críticamente  fijado,  es  tanto  el  número  y  variedad  de  ejemplos 
libres  de  toda  sospecha  de  error  ó  adulteración  tipográfica,  que 
bastan  en  este  caso  para  establecer  la  regla,  y  para  dar  base  po- 
sitiva á  nuestra  ortología,  enderezando  el  uso  vicioso  y  restable- 
ciendo el  legítimo.  Sería  preciso  escribir  un  libro  tan  nutrido  y 
voluminoso  como  el  de  usted  para  apreciar  cada  una  de  sus  con- 
clusiones; pero  creo  que  desde  luego  puede  afirmarse  que  gracias 
á  esta  obra,  capital  en  la  materia,   dejará  de  ser  un  laberinto  la 


VI 


teoría  de  la  recta  pronunciación  de  nuestra  lengua,  y  de  las  leyes 
de  nuesti'o  ritmo,  como  todavía  lo  era,  á  pesar  de  los  beneméñtos 
y  muchas  veces  afortunados  esfuerzos  de  Sicilia,  Bello  y  los  tra- 
tadistas que  les  han  sucedido. 

Sii'ven,  además,  estas  investigaciones  para  resolver  curiosos 
pro}">lemas  de  historia  lingüística  y  literaria.  Gracias  á  ellas  pue- 
den seguirse  las  modificaciones  de  nuestra  pronimciación  á  tra- 
vés de  los  tiempos,  apreciarse  el  influjo  de  las  escuelas  poeticéis 
y  de  los  autores  más  señalados,  y  hasta  rechazarse  por  razones 
ortológicas  la  falsa  atribución  de  algunas  obras,  como  usted  nüs- 
mo  lo  ha  hecho  respecto  de  las  comedias  Cautela  contra  cautela  y 
Los  Amantes  (le  1er uel  que  se  han  imj)reso  á  nombre  de  Tirso  de 
Molina,  y  la  titulada  Primero  es  la  honra  que  el  gusto,  la  cual 
figura  sin  razón  en  el  teatro  de  Rojas. 

La  erudición  de  buena  ley  que  en  todo  el  libro  de  usted  cam- 
pea, el  profundo  conocimiento  que  muesti'a  de  las  dos  prosodias 
latina  y  castellana,  sin  involucrar  torpemente  la  una  con  la  otra, 
la  sencülez  apacible  de  su  estilo,  y  sobre  todo  la  claridad -y  or- 
den lúcido  con  que  expone  tan  complicada  y  sutü  doctrina, 
amenizan  en  todo  lo  posible  una  materia  que  de  suyo  es  árida,  y 
que  sin  duda  por  eso  casi  nadie  estudia  formalmente,  ni  era  fácü 
de  estudiar  en  la  mayor  parte  de  los  tratados  que  teníamos.  En- 
tregada, pues,  la  prosodia  al  empirismo  de  los  versificadores,  que 
por  lo  general  desdeñan  ó  descuidan  la  lectura  de  nuestros  poetas 
(le  la  edad  clásica,  únicos  maestros  y  guías  en  esta  parte,  no  han 
I  »odido  menos  de  transcender  á  nuastra  métrica  todos  los  resabios 
y  corruptelas  del  mal  uso,  imposibles  ya  de  reformar  algunos  de 
ellos. 

^lucilo  ])U«Ml('n  contribuir,  sin  embargo,  á  una  saludíible  re- 
forma trabajos  tan  s(')lidos  y  bien  meditados  como  el  de  usted, 
por  el  cual  de  nuevo  y  muy  cordialmente  le  felicita  su  amigo 

M.  Menéndéz  y  Pela  yo. 


MnHriff  í  fir  Junio  rlr  lUíK',. 


flDYERTENem  HL  LECTOR 


Esta  obra  forma  un  cuerpo  de  doctrina,  cuyas  aserciones  van  todas  ló- 
gicamente enlazadas  entre  sí,  y  fundadas  unas  sobre  otras,  como  las  ediñ- 
caciones  materiales.  No  será,  pues,  difícil  que  el  curioso  lector,  si  se  con- 
tenta con  libar  de  aquí  y  de  allá,  no  entienda  bien  lo  que  digo,  ó  no  com- 
prenda la  fuerza  de  las  demostraciones.  Por  esta  razón,  me  has  de  dispensar, 
lector  amable,  que  te  advierta  ó  aconseje  que  leas  desde  el  principio;  y  que 
si  hallas  alguna  palabra  que  no  entiendas,  acudas  al  índice  alfabético  que 
pongo  al  final  del  libro,  donde  hallarás  el  número  ó  párrafo  en  que  doy  la 
definición  y  explicación  de  lo  que  allí  buscares. 


INTRODUCCIÓN 


I 

Rason  de  esta  obra. 

La  primera  vez  que  la  Real  Academia  Española  habló  de  Ortología,  fué 
en  la  edición  del  año  1870,  y  he  aquí  la  advertencia  que  estampó  en  el  prólo- 
go (pág.  XV): 

«En  cuanto  á  la  Prosodia,  será  bien  advertir  que  es  la  primera  que  publi- 
ca la  Academia,  y  que  en  medio  de  lo  variable  y  movediza  que  de  por  sí  es 
naturalmente  la.  jjronuncmcion;  fenómeno  perceptible  tan  sólo  para  el  oído; 
y  en  medio  de  lo  mucho  y  discorde  que  sobre  Prosodia  se  ha  escrito,  ha 
juzgado  este  Cuerpo  literario  que  debía  limitarse  á  consignar  lo  más  esen- 
cial acerca  de  la  Ortología  alfabética  (letras,  sílabas,  diptongos  y  tripton- 
gos), la  acentuación  y  la  cantidad.  La  Academia  no  renuncia,  sin  embargo,  á 
nuevos  estudios  sobre  esta  materia  difícil,  é  irá  mejorando  sucesivamente  su 
obra». 

La  materia  es  en  verdad  difícil  é  intrincada,  y  la  obra  presente  es  un 
estudio  nuevo  para  llegar  á  conocer  y  formular  las  verdaderas  leyes  ortoló- 
gicas de  nuestra  lengua.  Si  lo  que  yo  aquí  escribo  es  la  verdad,  ella  sola 
basta  para  refutar  y  corregir  los  errores  hasta  el  día  de  hoy  corrientes  en 
varios  libros:  por  tanto,  me  abstendré  de  criticar  los  errores  ajenos  cuanto 
me  sea  posible. 

II 
La  ley  ortológica. 

La  ley  ortológica  general  es  el  icso,  según  el  famoso  dicho  do  Horacio: 
el  arbitro,  la  norma  y  la  ley  del  lenguaje  es  el  uso. 

Penes  quem  arbitrium  est,  et  jus  et  norma  loquendi. 

Pero  como  el  uso  es  muy  diverso  en  distintas  regiones  y  tiempos,  con- 
viene ante  todo  asentar  un  principio,  que  pudiéramos  llamar  de  presuposi- 
ción, y  es  el  siguiente:  JEl  uso  legítimo  es  uno  solo.  lúa.  razón  es  que  la  lengua 
castellana  es  una  sola,  y  la  pronunciación  legítima  y  verdadera  en  cada  len- 
gua es  también  una  sola.  Dos  pronunciaciones  distintas  no  pueden  ser  igual- 
mente eufónicas,  ni  igualmente  connaturales.  No  igualmente  eufónicas, 
porque  las  leyes  de  la  eufonía  no  son  arbitrarias  en  cada  lengua,  y  en  lo 
que  es  natural,  toda  alteración  es  cosa  violenta.  No  igualmente  connatura- 
les, porque  la  naturaleza  obra  siempre  determinada  á  un  solo  fin;  y  así  no 
pudo  suceder  que  la  lengua  castellana  al  desarrollarse  y  perfeccionarse  ten- 
diese á  la  vez  igualmente  á  dos  pronunciaciones  diversas. 


No  Imy,  pues,  más  que  uu  modo  legítimo  de  pronunciar  el  castellano,  á 
saber,  acjuél  á  que  marchaba  naturalmente  determinada  nuestra  lengua  en  su 
desarrollo  y  porfeccionamionto.  Y  esta  unidad  de  la  pronunciación  no  sólo 
se  demuestra  a  prior  i  por  las  razones  dichas,  sino  también  a  posteriori  por  el 
hecho.  Cuando  el  lector  haya  leído  esta  obra,  verá  cómo  al  llegar  la  lengua 
á  su  perfección  en  tiempo  de  Cervantes  y  Lope,  llegó  también  la  ortología 
á  su  mayor  grado  de  unidad,  universalidad,  eufonía  y  pureza:  verá  que  la 
pronunciación  á  que  iba  naturalmente  determinada,  no  es  una  cosa  arbitra- 
ria, sino  conforme  á  leyes  generales,  que  aunque  no  fuesen  conocidas  explí- 
citamente, no  por  eso  dejaban  de  ser  leyes;  como  no  dejaban  de  serlo  las 
del  movimiento  del  sistema  solar  aun  antes  que  el  famoso  Keplero  las  des- 
cubriera y  formulara. 

III 

El  uso  de  Castilla. 

Ya  en  1870  la  Jíoal  Academia  lijó  como  ley  de  la  pronunciación  la  de  las 
personas  cultas  de  Castilla.  He  aquí  sus  palabras: 

«Debe  tenerse  entendido  que  en  todas  aquellas  reglas  prosódicas  que  sólo 
pueden  comunicarse  de  viva  voz,  y  practicarse  imitando  ¡o  que  se  oye,  con- 
sideramos como  norma  ó  modelo  de  pronunciación  y  acentuación,  las  de  la 
gente^  culta  de  Castilla».  Lo  mismo  ha  repetido  en  todas  las  ediciones  poste- 
riores '^págs.  322  y  ;356). 

Disrutamos  un  poco  este  asunto. 

1."  ¿Quó  reglas  son  las  que  sólo  pueden  comunicarse  de  viva  voz  ó  por 
imitación?  Digo  (jue  son  todas  y  solas  aquellas  que  hasta  el  día  de  hoy  no 
han  podido  formularse  explícitamente,  y  suficientemente  demostrarse. 

2."  ¿Y  (|uc  reglas  explícitas  y  demostradas  tenemos  en  castellano?  Digo 
que  tratándose  do  diptongos,  ninguna  hasta  la  fecha;  porque  las  reglas  que 
la  Real  Academia  estampó  en  la  edición  de  1880,  necesitan  distinción  ó  son 
inútiles,  según  demostraré  en  esta  obra  (1).  Y  advierto  que  según  se  des- 


(1)  LaH  rAjfl'^''  ''''/'M  y  radi  una  «lo  la  Ortolocia  pro.sódica  y  silábica  son  propiainonto  mias,  puaa  las 
bo  <lo»rubiorto  8in  auxilio  do  nadio,  ni  las  habia  leído  on  parto  aleruna.  El  año  líWil,  al  ooinonnar  á  o«- 
rribir  mi  olira,  compriV  la  Ort<il<i(;ia  ác  Bollo,  íi  (juíod  cito  mucbíis  vocos,  casi  sii<inpro  para  rofiitarlo. 
Y»  imcrit»  toda  la  obra,  y  prnpiirada  para  la  impresión  ,  fui  varios  días  á  la  Bibliotooa  Nacional ,  &  on- 
torarinf!  do  otra»  obras  ortológicas;  y  en  honor  do  la  verdad  ho  do  dü<'ir  (luo  las  leyes  ortosilálu'biu  por 
mi  donn'iibiurtan  en  los  poetas,  coinciden  con  las  formuladas  por  Sicilia,  y  en  parte  también  con  laa 
de  Benoi. 

T<a  obra  do  Sicilia  ( 1H27)  tinno  cosas  mny  buenas;  poro  os  un  trabajo  infeliz  por  laR  causas  sifruientns: 

1.*     La  admisión  do  los  tros  acentos,  airudo,  gravo  y  circuntlojo. 

2.       La  división  que  baco  do  his  sUabaH  on  largas,  más  largaM,  Iirovos  y  más  breves. 

3.*     La  mnxcla  d<>  la  prosodia  vorbal  con  la  fio  los  nombres. 

4.*     La  mn/rla  d«  la  ortología  prosódira  con  la  silábica. 

Ti.  La  innunmn  tnult  it  ud  do  reglas  y  oxcopoioiios,  por  ompoñarso  cu  dar  reglas  para  dotermioar  ol 
aronto  <>n  todos  ln^  viioiibios. 

6."     La  gratuiíla/l  d«  las  allrmacionos,  puon  no  prunba  nada. 
,     Los  ni»  poros  orroros  (|uo  onsoña,  al  ludo  do  muchas  vorilados  que  su  lino  oido  descubre. 

H.  Las  liiiiitaciiitiosTrooiinntr»)  qiin  pono  on  las  reglas,  tlioiondo,  v.  gr.,  alguna»,  rúirtoM...  ain  daolr 
rnalmi  m  ourtiitas  s»n  las  palabras  romproncli  la.H  on  cada  alirmacion. 

H.  I<a  infinita  divisiDti  on  reglas  y  oxcopcionos  para  cada  combinación  do  vocales,  según  la  posi- 
riAn  Qoo  orupa  nn  ni   vocublo. 

10.^     La  falta  r|<.  síntesis  on  toda  la  obra. 

íil     I''  ',''"f "'"»  »|>>ioaeion  que  haco  d„  I»  |oy  de  las  inflexiones  y  derivaoionea  tónioaa. 

IH.        i<a  rnriiia  dn  dialogo  (lun  omplnií. 

Ka  decir,  qoo  para  sabor  si  lo  que  afirma  Sicilia  es  verdad,  ó  no,  es  necesario  uo  estudio  como  el  que 
prnannto  on  esta  ni, ra. 


prende  del  texto  de  la  Real  Academia,  y  lo  confirma  la  razón,  una  vez  que 
se  demuestre  la  verdad  de  una  regla,  no  hay  que  buscar  otra  norma  dife- 
rente, si  no  queremos  ponernos  en  contradicción  manifiesta.  Por  consiguien- 
te, el  lector  que  no  esté  conforme  con  las  reglas  que  estableceré,  no  tiene 
derecho  á  quebrantarlas  mientras  no  demuestre  su  falsedad.  Sin  embargo, 
el  día  que  cualquier  ortólogo  salga  por  ahí  con  un  nuevo  sistema  ortológico 
diferente  del  mío,  pero  más  lógico,  más  universal,  más  antiguo,  más  clási- 
co, más  vulgar,  más  eufónico,  más  fundado  en  la  naturaleza  de  la  lengua  y 
«n  la  tradición  y  el  uso;  aquel  día  retiro  mi  obra  para  dar  lugar  á  la  de  mi 
adversario,  como  se  esconde  el  murciélago  al  rayar  el  alba.  Mas  tenga  en- 
tendido el  lector  que  no  basta  decir  \  es  menester  ^ro&ar  y  discutir  las  cosas 
con  todo  rigor  l''gico. 

3.°  Convenimos,  pues,  con  la  Real  Academia  en  que  si  hay  leyes  explíci- 
tas verdaderas,  no  sSlo  no  es  necesario,  mas  ni  se  debe  en  modo  alguno 
atender  al  uso  de  ninguna  región  de  España  ó  fuera  de  ella,  en  cuanto  este 
uso  sea  contrario  á  la  regla.  En  lo  demás,  es  decir,  á  falta  de  reglas  verda- 
deras y  explícitas,  convengo  también  con  la  Real  Academia  en  que  la  nor- 
ma de  la  pronunciación  y  acentuación  debe  ser  el  uso  de  las  personas  cultas 
de  Castilla.  Es  cosa  inaguantable  que  algunos  no  castellanos  se  burlen  de  la 
pronunciación  de  Castilla,  quebrantando,  sin  razón  suficiente,  la  ley  de  la 
Academia.  De  aquí  resulta  que  el  castellano  reprendido  en  su  pronuncia- 
ción, ignorando  que  ella  es  la  más  correcta,  y  que  aunque  no  lo  fuera,  está 
sancionada  por  la  Academia,  comienza  por  dudar  de  la  legitimidad  de  ella, 
y  por  librarse  de  reprensiones  y  burlas,  acaba  tristemente  por  abandonarla, 
corrompiendo  así  inconscientemente  la  pronunciación  pura  y  correcta  de 
Castilla.  Nunca  he  podido  yo  entender  con  qué  cara  se  atreve  un  extraño  á 
corregir  á  un  castellano,  acaso  más  culto  y  docto  que  él,  precisamente  en  lo 
que  debiera  tenerle  por  modelo. 

4.°  ¿Qué  se  entiende  por  Castilla?  La  Real  Academia  no  distingue  entre 
Castilla  la  Nueva  y  la  Vieja,  y  creo  que  tampoco  debo  yo  distinguir.  Sin 
embargo ,  voy  á  hacer  tres  observaciones. 

A)  Algunos  quisieran  que  por  Castilla  se  entendiese  principalmente 
Madi-id;  pero  dicho  sea  con  perdón  de  los  madrileños,  no  me  parece  que 
Madrid  pueda  ser  norma  tan  segura  del  lenguaje,  como  otras  ciudades  más 
pacíficas:  pues  como  en  la  corte  hay  tan  diversos  elementos,  es  mucho  más 
fácil  que  se  con'ompa  en  ella  la  pronunciación,  que  no  en  otros  puntos  de 
Castilla.  Hablando  de  Madrid  decía  Argensola  (Bartolomé): 

Como  aqui  de  provincias  tan  distantes 
Concurren  ó  por  gracia  ó  por  justicia 
Diversas  lenguas,  trajes  y  semblantes, 


La  obra  de  Benot  no  es  tan  buena  como  la  de  Sicilia.  Es  verdad  que  prueba  sus  aserciones  con  más 
ejemplos,  y  que  expone  muy  bien  las  dos  reglas  primeras  de  mi  ortolosfia  silábica;  pero  en  lo  demás 
es  mviv  vago,  y  puede  decirse  que  no  da  regla  alguna  fija.  Esto,  unido  á  la  forma  de  cartas  que  da  ásu 
obra,  a  la  difusión  de  su  estilo,  á  la  singular  terminología  que  emplea,  y  á  las  raras  teorías  sobre  el 
viaje  del  acento  y  el  subpunto,  hacen  que  el  trabajo  de  Benot  sea  de  poca  utilidad  práctica. 

Asi,  pues,  imprimo  mi  obra  tal  cual  la  tenia  escrita  el  dia  que  leí  á  Sicilia.  Lo  que  de  éste  y  Benot 
crea  necesario  ó  conveniente  añadir,  lo  haré  en  notas. 


—  4  - 

Necesidad,  favor,  celo,  codicia. 
Forma  tumulto,  confusión  y  priesa 
Tal,  que  dirás  que  el  orbe  se  desquicia.  (310). 

B>  Desdo  muy  antiguo  se  tuvo  á  Toledo  por  el  tipo  de  la  lengua  caste- 
Hana.  Regla  é  mermira  de  ¡a  lengua  cuentan  que  la  llamaba  el  Rey  Sabio;  y 
sÍTi  (Inda  á  esto  alude  Lope  de  Vega  (2.°  444): 

Dicen  que  una  ley  dispone 
Que  si  acaso  se  levanta 
Sobre  un  vocablo  porlía 
De  la  lengua  castellana, 
Lo  juzgue  el  que  es  de  Toledo. 

Y  el  toledano  Hojas  en  su  comedia  Lo  que  son  mujeres  (205)  pone  en  bocjv 
«lel  gracioso  esta  arenga  á  un  talaverano: 

Y  pues  sois  de  Talavera 
Donde  hablan  tan  bien,  hablad 
Un  poco  más  vidriado 

Y  pintado  un  poco  más. 

C)  Si  hubiéramos  preguntado  á  D.  Vicente  de  la  Fuente,  liombre  (al 
parecer)  conocedor  del  lenguaje  de  varias  regiones  de  España,  creo  hubiera 
respondido,  á  pesar  de  ser  aragonés,  que  la  región  típica  del  castellano  puro 
es  la  tierra  de  Santa  Teresa.  «El  lenguaje  de  Lope,  Corvantes,  Antonio  Pé- 
rez y  Quevedo  (escribe  el  autor  citado),  no  es  el  familiar  de  Castilla  la  Vieja^ 
sino  el  de  Castilla  la  Nueva  y  de  la  Corte.  Por  el  contrario,  el  do  vSanta  Te- 
resa es  el  tipo  puro  y  castizo  del  castellano  neto  del  centro  do  España  ( del 
riñon  de  Castilla  me  hubiera  atrevido  á  decir,  si  no  temiera  lastimar  ciertas 
oi-ejas  puras),  tan  remoto  del  culteranismo  académico  y  cortesano,  como  del 
lenguaje  charro  y  sayagués.»  (t°  Lili,  pág.  XII  dol  prólogo). 

Ahora  bien,  siendo  la  pronunciación  el  principio  vital  del  idioma,  anadie 
dobe  ocultarse  que  allí  donde  el  lenguaje  castellano  se  conserve  más  puro 
y  perfecto,  allí  también  será  más  pura  y  perfecta  la  ortología.  Ojalá  en  to- 
das partes  fuese  la  pronunciación  tan  correcta  como  realmente  lo  es  en  Avila 
y  Valladolid  (1). 

•j"  r.Qwé  se  entiende  por  gente  culta  de  Castilla?  La  K.  Academia, en  su 
edición  de  1K70  (pág.  307)  SO  limitó  pmdentemente  á  decir  que  se  debe  se- 
guir el  uso  (¡r  las  personas  doctas  y  bien  educadas.  Yo,  para  no  meterme  en  hon- 
duras, sólo  añadiré  íjue  esas  personas  doctas  y  bien  edm'a<las,  deben  serlo  ó 
la  r/istelhnui. 

Ahora  llagamos  una  observación.  Si  se  tratara  de  crear  \m  idioma,  no  ne- 
eositaríamos  averiguar  á  qué  debemos  atenemos,  sino  soncil lamento  conve- 
nir en  lo  que  se  nos  antojase.  Pero  tratándose  de  conservar  una  lengua  per- 
fecta, ó  do  reformar  una  ron'ompida,  entonces  la  razón  natural  dictna  qno  so 
tomo  como  ley  lo  (\nn  la  misma  lengua  i)ide  según  su  estado  perfecto.  Pues 


(1|       Sioilia,  ijiiP  or»  nnHaliiE,  flir»>  qnr  ol  tipo  dol  rimfolliino  puro  en  fl  •\f  Cüstill*  I«  Vifjii. 


"éste  es,  ni  mas  ni  menos,  el  fin  de  esta  obra:  poner  á  la  vista  las  leyes  ins- 
tintivas que  guardó  la  pronunciación  de  nuestra  lengua  en  su  estado  per- 
fecto, las  cuales  son  las  mismas  que  deben  sostenerla  en  su  nativa  perfección 
y  belleza,  y  preservarla  de  corruptelas. 

Este  es  el  uso  racional  que  debe  seguirse;  no  el  uso  caprichoso  de  una  re- 
gión ó  de  una  persona  particular;  ni  el  uso  contrario  á  las  tendencias  natu- 
rales de  la  lengua;  ni  el  uso  que  en  vez  de  perfeccionar,  afea;  en  vez  de  afijiar, 
corrompe;  en  vez  de  unificar,  divide  y  confunde.  Porque  «no  siempre  el  uso 
afina  y  perfecciona  las  lenguas,  sino  tal  vez  menoscaba  y  desfigura  sus  be- 
llezas.» (R.  Acad.,  ed.  de  1880,  pág.  358,  nota).  En  el  uso  hay  que  distinguir 
dos  cosas:  el  hecho  y  el  derecho.  Cuando  todos  los  que  hablan  una  lengua 
toman  un  uso  repugnante  á  la  naturaleza  ó  á  la  perfección  de  ella,  claro  es 
que  de  hecho  prevalece  el  tal  uso;  pero  éste  no  tiene  derecho  á  subsistir,  á  no 
ser  que  se  quiera  alterar  la  lengua,  ó  se  trate  de  un  caso  particular  que  no 
hace  regla,  y  aun  entonces  es  menester  que  se  conozca  y  sepa  que  es  una 
rareza,  y  que  la  admitimos  por  capricho.  Tal  sucede  con  los  solecismos  á 
ojos  vistas  y  á  pie  juntillas.  Mas  si  se  trata  de  reglas  falsas,  admitidas  ó  segui- 
das p'or  ignorancia  ó  error,  paréceme  que  entonces,  una  vez  advertido  el  en- 
gaño, debemos  corregirlas  á  todo  trance,  si  queremos  conservar  la  lengua  en 
su  perfección  y  belleza. 

Con  estas  restricciones  admito  el  dicho  tan  llevado  y  traído  de  Horacio: 
sin  ellas  s  lo  le  admito  mientras  la  lengua  se  está  formando,  y  no  cuando 
ésta  ha  llegado  á  su  perfección. 

Abrigo  la  confianza  de  que  las  reglas  ortológicas  que  en  esta  obra  for- 
mulo son  la  expresión  del  instinto  eufónico  de  nuestra  lengua  en  su  estado 
perfecto.  Resta  que  todos  los  amantes  de  la  corrección  de  nuestra  lengua  se 
den  con  ahínco  á  usarlas  y  defenderlas:  nadie  se  acobarde;  el  uso  empieza 
por  pocas  personas.  Recuerdo  á  este  propósito  el  gracioso  diálogo  entre  don 
Domingo  y  el  sombrerero,  en  la  comedia  de  Alarcon  No  hay  mal  que  por  bien 
no  vejiga. 

D.  DoM.  ¿Yo  mandé 

Hacer  coroza  ó  sombrero?  D.  Dom. 

SoMB.         No  hubiera  desagradado 

A  ninguno  sino  á  vos: 

Que  es  pintado,  vivo  Dios.  Somb. 

D.  Dom.     Pues  no  le  quiero  pintado,  D.  Dom. 

Sino  á  mi  gusto  y  de  lana. 
SoMB.         Este  es  el  uso  que  agora 


Está  valido  en  Zamora. 
Esa  es  razón  muy  liviana. 
¿Cualquier  uso  no  empezó 
Por  uno? 

Si. 

¿Pues  por  qué 
Si  uno  basta,  no  podré 
Comenzarle  también  yo? 


IV 
Los  Poetas. 


Que  los  poetas  son  en  algún  modo  ley  ó  norma  de  la  pronunciación  es 
cosa  muy  clara  y  que  no  se  puede  negar  razonablemente.  Las  Prosodias 
griega  y  latina  se  han  sacado,  como  todos  saben,  de  los  versos. 


—  6  — 

Hermosilla  en  su  Arte  de  hablar  (3."  ed.,  pág.  452)  dice:  «Indudablemente 
loB  poetas  son  los  que  fijan  la  prosodia  en  todas  las  lenguas.» 

El  Sr.  Menéndez  y  Pelayo,  á  quien  por  carta  indiqué  el  plan  de  mi  obra^ 
me  contestó  entre  otras  cosas  lo  siguiente:  «El  método,  por  lo  que  Ud.  me 
indica,  me  parece  excelente  y  seguro,  puesto  que  las  reglas  de  la  prosodia 
han  de  fundarse  en  el  uso  constante  de  los  poetas,  y  no  al  revés.» 

Y  aimque  no  tuviéramos  otras  razones,  bastaría  la  autoridad  de  la  Real 
Academia,  que  en  su  Gramática  de  1880  (pág.  ;i.31)  ensena  que  la  piedra  de 
toque  para  comprobar  Ja  fina  ley  de  muchos  principios  y  fundamentos  prosódicos, 
nos  la  dan  los  versos,  por  la  razón  poderosa  de  estar  sujetos  á  ritmo,  acento  y  me- 
dida.^> 

En  efecto,  si  establecemos  reglas  contrarias  al  uso  constante  de  nuestros 
poetas,  es  lo  mismo  que  condenarlos  á  todos  de  incorrectos,  y  no  creo  habrá 
español  que  pretenda  tan  grande  temeridad.  Con  eso  corromperíamos  nues- 
tra lengua  tradicional  y  clásica.  Pero  he  de  advertir  que  los  versos,  á  lo 
menos  en  castellano,  son  un  signo  revelador  de  la  ley,  mas  no  son  formal- 
mente la  ley  misma.  Los  poetas  no  han  fijado  arbitrariamente  la  prosodia; 
sino  que  amoldándose  á  las  leyes  instintivas  de  la  Ortología,  reflejan  en  sus 
obras  esas  mismas  leyes  con  el  grado  de  fijeza  qne  tenían  en  su  país  y 
tiempo.  El  uso  de  un  poeta  en  tanto  puede  servir  de  norma,  en  cuanto  esté 
ajustadp  á  las  leyes  superiores  del  lenguaje,  las  cuales  leyes  no  pueden  co- 
nocerse por  el  uso  de  un  poeta  aislado,  sino  por  la  comparación  de  unos  con 
otros,  pertenecientes  á  diversas  épocas  y  regiones,  y  ])or  el  estudio  del  desa- 
rrollo histórico  de  la  morfología,  sin  perder  de  vista  las  leyes  eufónicas  del 
oído  y  las  mecánicas  de  la  emisión  de  la  voz. 

Fundado  en  estos  principios  acometí  en  Enero  del  año  1896  la  ardua  la- 
bor de  leer  y  medir  todos  los  versos  de  la  colección  de  autores  clásicos  más 
completa  que  tenemos  en  castellano,  que  es  la  de  Rivadoneira.  Aparte  del 
tomo  LVIl  '  Poetas  anteriores  al  siglo  XV)  que  no  he  leído,  porque  aquellos 
versos  tienen  una  forma  bastante  imperfecta,  quedan  todavía  treinta  tomos 
enteros,  y  buen  número  de  páginas  en  otros,  como  en  los  tomos  de  Cervan- 
tes, Fr.  Luis  de  León,  los  Moratinos,  Quintana  y  las  Curiosidades  Biblio- 
gráficas. Mucho  siento  la  falta  de  los  poetas  del  siglo  XV',  de  los  dramáti- 
cos anteriores  á  Lope,  la  escasez  do  Autos  Sacraménteles  y  los  muchos 
tomos  que  faltan  del  insigne  Lope,  una  de  las  más  firmes  columnas  do  nues- 
tra Ortología.  Pero  muchas  do  estas  cosas  son  para  mí  imposibles  de  adqui- 
r  r,  y  por  otra  parte  tengo  la  seguridad  de  que  todo  lo  que  falta  en  la  Bi- 
blioteca do  Rivadeneira  no  es  suficiente  para  desvirtuar  ni  aun  la  más 
insignificante  de  mis  reglas,  aunque  en  ello  se  hallaspii  (que  do  seguro  no  s(» 
hallarán)  iiiUf;hos  ejemplos  en  contra.  El  éxito  ha  superado  mis  esperanzas» 
y  hoy  pundí»  decir  con  tanto  derecho  como  el  mecánico  de  Siracusa:  eureka, 
hornos  hallado  lo  que  buscábamos:  la  Ortología  castellana  no  será  ya  un  se- 
<Teto  iiiipí'jK't  '.abln. 


V 


Dificultades. 

Contra  el  principio  que  acabamos  de  establecer,  hemos  oído  varias  difi- 
cultades. 

1.*  Que  los  poetas  no  conocían  ley  alguna  explícita:  por  tanto,  ni  pu- 
dieron observarla,  ni  reflejarla  en  sus  escritos.  Respondo:  pase  el  antece- 
dente, y  niego  la  conclusión;  pues  para  observar  una  ley  física  ó  artística 
no  es  siempre  necesario  conocerla.  Para  cantar  á  compás  y  afinar  los  soni- 
dos no  se  necesita  saber  música,  ni  manejar  la  batuta,  sino  tener  buen  oído. 

2.*  Que  los  poetas  no  están  sujetos  á  ley  ninguna  (aun  conocida),  y  por 
consiguiente,  pueden  usar  de  las  palabras  según  les  convenga.  Respondo 
que  esto  es  una  barbaridad,  y  para  muestra  ahí  va  la  siguiente  ridicula  com- 
posición de  Jáuregui  á  Santa  Teresa  (149): 


Musa,  si  me  das  tu  ardiente 
Furor,  de  la  Santa  mia, 
Con  tu  buena  licencia 
Alta  espero  cantar  mente. 

Y  si  por  hacerme  injuria 
No  me  le  das,  ruego  al  cielo 
Que  procure  alcanzármelo 
De  la  eterna  Sabiduría. 

En  su  niñez  me  edifica 
La  fiel  ansia  de  morir 
Por  Dios,  y  de  ser  mártir 
En  las  regiones  de  África. 

El  trazar  en  sus  jardines 
Ermitas,  bien  como  si 
Que  llorar  tuviera  alli 
Algunos  ella  crimines. 

Asi  preparó  el  contrito 
Pecho  con  tantas  acciones 
Hasta  retirarse  al  mones- 
Terio  y  tomar  el  habito. 

No  hay  retórica  que  pinte 
La  del  alma  bateria 
Que  sufrió  con  constancia 
Por  años  casi  veinte. 

Contadnos,  Teresa,  vos 
Eeta  batalla:  que  pues 
Vos  misma  la  sentistés, 
Contarla  será  menos. 

Alü  fué  el  amar  con  veras, 
AUi  resistir  con  brío 


Al  astuto  demonio 
Que  en  mil  os  tienta  maneras. 
Triunfasteis  del  veces  mil, 

Y  Dios  premió  vuestra  fe. 
Viéndola  tan  perseve- 
rante en  lo  más  difícil. 

Fué  después  el  infinito 
Gozo  tan  colmado  ya, 
Que  vos  de  humildísima, 
Xo  le  dábades  crédito. 

Mas  Dios  que  era  vuestra  guardia 

Y  os  víó  con  recelos  tales. 
Patentes  muestra  señales 
Que  alientan  vuestra  cobardía. 

Fué,  pues,  una  dellas,  que 
Bajó  de  los  cielos,  y 
De  ser  vuestro  esposo  fi- 
Delisimo  os  dio  su  fe. 

Y  asi  no  queriendo  ya 
Ver  más  vuestro  espíritu, 
Cual  Pablo  dijistes:  Cú- 
Pio  dissolvi,  et  caeterá. 

Vuestra  demanda  aceptó 
(Por  ese  daros  placer) 
Dios,  á  quien  no  ha  menester 
Que  mu-  (se  lo  rogiiéis)  chó. 

Dado  fin  á  vuestra  vida, 

Y  con  ella  á  toda  tris- 
Teza  al  cielo  volastis, 
Como  paloma  candida. 


Vea  también  el  lector  lo  que  digo  en  el  libro  segundo  de  esta  obra,  ca- 
pitulo VI. 


-  8  - 

.'i.*  Que  los  poetas  no  guardaron  de  hecho  ninguna  ley.  A  esto  se  res- 
ponde con  toda  esta  obra. 

4.*  Que  los  poetas,  por  lo  mismo  que  muchas  veces  se  ven  obligados  á 
usar  de  licencia,  no  pueden  revelamos  ciertamente  las  leyes  ortológicas. 
Rpspondo  que  esta  es  otra  ocurrencia  gratuita  del  adversario,  nacida  de  su 
ignorancia.  Así,  pues,  niego  el  supuesto.  Supone  el  adversario  que  no  es  po- 
si])le  conocer  lo  que  es  licencia  y  lo  que  no  lo  es;  y  eso  alguna  vez  es  ver- 
dad: pero  es  falsísimo  que  nunca  puede  conocerse.  Cuando,  por  ejemplo, 
HeiTera  (Fernando)  dice  siempre  glonoso,  impío,  onente,  creo  ^íjue  el  lector 
no  negará  que  eso  no  es  licencia  en  Herrera,  sino  indicio  bien  claro  de  que 
así  hablaba  él;  pues  cado  uno  escribe  como  habla,  y  habla  como  piensa.  Ade- 
más las  licencias,  de  suyo  (per  se)  han  de  ser  menos  numerosas  que  los  ca- 
sos correctos;  aunque  por  alguna  circunstancia  (per  accidens)  pueden  al- 
guna vez  ser  más  numerosas:  y  esa  circunstancia  también  puede  conocerse 
y  determinarse,  según  verá  el  lector  en  esta  obra. 

VI 

Otras  dificultades  quizás  gravísimas  encontrará  esta  obra  al  salir  á  luz. 
Muchos,  especialmente  los  que  se  tienen  por  doctos,  se  resistinin  á  refor- 
mar su  "pronunciación.  Masy  o  no  pretendo,  lector  amable,  imponerte  mi 
sistema:  si  te  parece  razonable,  eufónico  y  l'gico,  y  le  aceptas,  me  ale- 
graré: si  te  parece  malo,  y  no  le  admites,  lo  sentiré;  pero  me  consolaré 
con  la  persuasión  (jue  abrigo  de  haber  hecho  por  la  Ortología  de  mi  lengua 
más  que  muchos  ortólogos,  y  que  si  se  corrompe  y  afea,  no  es  mía  la  culpa. 
También  yo  he  tenido  que  corregirme  en  algunas  cosas,  y  mudar  de  opi- 
niones, pues  ni  yo  mismo  sabía  lo  que  ahora  te  demuestro.  Cosa  dura  os  te- 
ner que  confesar  la  ignorancia  ó  mudar  de  costumbre;  pero  eso  nos  sucede  á 
todos.  Ojalá  tuviésemos  siempre  valor  para  dejar  las  preocupaciones  erró- 
neas y  atenernos  á  lo  mejor. 

Ningún  principio  entró  sin  pesadumbre, 
Y  ésta  no  os  tanta  que  me  desanimo 
Do  vorla  convertir  presto  en  costumbre.  % 

Porf|uo  si  un  loño  verde  suda  y  gime, 
Sólo  padece  mientras  (juo  lo  tuesta 
El  fuego,  hasta  que  en  él  su  forma  imprime; 

Y  á  la  materia  fácil  y  dispuesta 
No  la  combato,  como  á  la  robusta, 
Que  porque  se  hace  íuorte,  la  molesta. 

(Argonsola  B.  310). 

l'ambion  ¡i  muchos  se  hiini  posada  la  monotonía  y  Ijajoza  del  estilo,  quo 
no  puede  sor  otra  cosa,  dado  el  carácter  do  la  ol)ra  y  mi  poca  facundia.  Y 
como  ocurrirá  muchas  voces  quo  á  causa  do  la  multitud  do  citas  no  podré 
ponerlas  todas,  (piioro  que  el  lector  tonga  en  mí  absoluta  confianza  do  quo 
no  he  do  engañarle  á  sabiendas:  y  así  declaro  desde  ahora  que  los  datos  y 


-  9  - 

números  que  yo  estampare,  son  ni  más  ni  menos  los  mismos  que  tengo  en 
mis  apuntes,  los  cuales  están  hechos  con  el  cuidado  que  cualquiera  de  mis 
enemigos  pondría  en  buscar  ejemplos  para  combatir  mi  obra. 

Yo  he  hecho  lo  que  he  podido: 
Fortuna,  lo  que  ha  querido. 

(Quevedo,  301). 

ADVERTENCIA 

El  modo  de  citar  que  tengo  es  el  siguiente:  Cuando  no  expreso  el  tomo, 
se  entiende  que  es  el  notado  en  el  catálogo  siguiente :  y  las  virgulitas  '  y  " 
expresan  las  columnas  2.*  y  3.*  de  la  página,  la  cual  ya  siempre  en  número 
arábigo.  Ejemplos: 

Moreto,250' 
quiere  decir:  Moreto  en  su  tomo,  que  es  el  xxxix,  según  consta  en  el  catá- 
logo; página  250,  columna  2.* 

Lope,  2.M05" 

Lope,  en  el  tomo  2°  de  sus  comedias  (tomo  xxxiv  de  la  Biblioteca),  página 
406,  columna  3.* 

Moreto,  xiv,  572 

Moreto,  tomo  xir  de  la  Biblioteca,  página  572,  columna  1.* 

A  veces  hay  más  de  un  ejemplo  en  una  sola  página,  y  en  distintas  colum- 
nas: entonces  omito  las  vírgulas,  pero  expreso  el  número  de  ejemplos 
(his,  ter,  etc.) 


Catálogo  alfabético 

de  los  poetas  que  he  de  sitar  en  esta  obra. 


Nota. — La  n  significa  nació;  y  la  m,  micrió. 


Tomo 


Acevedo  (el  Dr.  Alonso  de)  poeta  épico:  n.  cerca  de  Plasencia,  donde  fué  ca- 
nónigo: su  poema  Z/rt  Creación  salió  á  luz  en  1615.  Gran  poeta  y  ortólogo 

do  primer  orden  en  casi  todas  las  materias XXIX 

Acuña  (Hernando  de),  lirico  de  la  primera  mitad  del  siglo  xvi XLII 

Aguílar  (Gaspar  de),  dramático:  n.  Valencia:  escribió  por  los  años  1600-1622.       XLIII 
Ahumada  (el  duque  de),  lirico.  n.  San  Sebastian,  1778:  general  del  ejército 

español:  m.  Madrid,  1842 LX  VII 

Alarcon  (D.  Juan  líuiz  de),  dramático  eminente:  n.  Tasco  (Méjico):  obras, 
de  160Í-1635:  m.  Madrid,  1639.  Este  es  el  príncipe  de  nuestros  ortólogos, 
como  se  demostrará  matemáticamente.  Además  óiganse  los  siguientes 
testimonios.  «Dicción  purísima,  estilo  en  general  torso  y  limpio...  facili- 
dad y  gracia  en  la  versitícacion,  sin  incorrección  ni  desaliño.»  (Martínez 
de  la  Rosa).  -Superior  á  todos  en  la  corrección  del  estilo...  Lenguaje  es- 
merado y  correcto.»  (Alberto  Lista).  «Una  corrección  tan  esmerada  del 
estilo,  qiie  en  este  punto  ninguno  le  aventaja.»  (Mesonero  Romanos).  «Su 
versificación...  merece  servir  do  modelo  con  preferencia  á  todos  nuestros 
antiguos  poetas  dramáticos.»  (Gil  do  Zarate).  Una  cosa  admirable  hay  en 
todo  esto,  y  es:  cómo  en  el  siglo  xix  so  ha  dado  como  regla  lo  contrario 
de  lo  que  Alarcon  practicó,  siendo  su  corrección  tan  alabada  por  los  li- 
teratos del  mismo  siglo  xix XX 

Albio,  romancero  do  la  primera  mitad  del  siglo  xvi XVI 

Alcalá  (.Jorónim<y  de),   novelista:   n.  Segovia,  156;3;   médico  en    Valencia: 

m.  1632 XVIIJ 

Alcázar  (Baltasar  del),  lirico:  n.  Sevilla,  1530;  m.  1606 XXXIl 

Aldana  (Cosme  de),  lírico:  n.  Valencia:  obras,  1589 XXXVI 

Aldana  (Francisco  de),  hermano  del  anterior:   lirico:   m.  en   AJcázarqui- 

vi  r,   1578 XLII 

Alonso  (.losé  Vicente),  lírico-dramático:  n.  Avila,  1775;  m.  Granada,  1841..       LXVII 
Altamira  ( F^cdio  de),  obras.  1.523:  n.  Fontiveros  (Avila):  gran  versificador..       II 

Alvaro  de  Hinojosa  (Fr.),  oscribió  la  Vida  de  Santa  Inéa^  Braga,  1611 XXXV 

Fray  Arcángel  de  Alarcon,  lírico:  poesías,  1593 XXXV 

Arellano  (Vicente  Rodríguez  do),  lírico:  n.  Navarra:  poesías,  180<» LXVII 

Argensola  (Burtolomó   Loonanlo  ck>),  lirico:   n.  Barbastro,   1.56-1:   m.   1631: 

gran  poeta XLII 

Argensola  (Luporcio  Leonardo  do),  lírico-dramático:  hermano  del  proceden- 
te: n.  1.563,  m.  1613 XLII 


—  11  — 

Argote  de  Molina  (Gonzalo),  lírico:  n.  Sevilla;  1549 XLIl 

Arguijo  (Juan  de),  lírico:  n.  Sevilla;  m.  después  de  1622:  célebre  sonetista.  XXXII 

Arias  Montano  (Benito),  lírico  de  fines  del  siglo  xvi XLII 

Arjona  (Lie.  Juan  de),  épico:  n.  Granada:  m.  á  fines  del  siglo  xvj XXXVI 

Arjona  (Manuel  María  de),  lírico:  n.  Osuna:  canónigo  Penitenciario  de  Cór- 
doba: m.  1820 LXIII 

Arriaza  (Juan  Bautista  de),  lírico:  n.  Madrid,  1770;  m.  1837 LXVII 

Artieda  (micer  Andrés  Hey  de),  lírico-dramático:  n.  en  Valencia;  m.  16  18. .  XLII 

Aala  (el  Marqués  del),  lírico  de  fines  del  siglo  xvi XLII 

Avellaneda  (Lie.  Alonso  Fernández  de),  pseudónimo  de  Fr.  Luis  de  Alia- 
ga, confesor  del  Rey  Felipe  III.  Es  el  autor  de  una  segunda  parte  do 

Don  Quijote,  1614:  mal  poeta XVIII 

Avila  (Gaspar  de),  dramático  de  los  tiempos  de  Lope  y  gran  ortólogo XLIII 

Avila  y  Sotomayor  (Fernando  de),  poeta  amigo  de  Argensola  (B) XLII 

Ayala  (Ignacio  López  de),  catedrático  de  Poética  en  San  Isidro  de  Madrid, 

hacia  1794 LXVII 


B 

Badajoz    (Garci  Sánchez  de),  trovador  del  siglo  xv X\  I 

Baptista  (Juan),  romancero  del  siglo  xvi X 

Barahona  de  Soto,  (Luis),  lírico:  obras,  1586;  n.  Lueena XLII 

Barbadillo  (Alonso  Jerónimo  de  Salas),  dramático  y  novelista:  n.  Madrid, 

1586;  m.  1635 XLV 

Barrios  (Miguel  de),  lírico;  n.  Montilla:  obras,  1665 •  •  •  XLII 

Barros  (Alonso  de),  lírico:  n.  Segovia:  obras,  1567 XLII 

Basto  (el  Conde  del),  escribió  una  comedia  con  Alarcon XX 

Béjar,  (el  Duque  de),  lírico:  vivía  en  Madrid  en  1750 LXVII 

Belmonte  Bermúdez  (Luis  de),  dramático:  n.  Sevilla,  1587;  m.  Madrid,  1650: 

buen  poeta XLV 

Beña  (Cristóbal  de),  lírico:  obras,  1831 LXVII 

Bermúdez  (Fr.  Jerónimo),  dominico,  natural  de  Galicia;  catedrático  de  Teo- 
logía en  Salamanca:  vivió  entre  1530  y  1590 H 

Berrío  (el  Licenciado),  lírico  de  los  tiempos  de  Lope XLII 

Blanco  y  Crespo  (José  María),  lírico:  n.  Sevilla,  1775:  canónigo  de  la  Metro- 
politana: afrancesado  y  protestante:  m.  en  Inglaterra,  1841 LX^II 

Boíl  Vives  (Carlos),  dramático:  n.  Valencia;  m.  1621 XLIII 

Bonilla  (Alonso  de),  lírico:  n.  Baeza:  obras,  1614-1624 XXXV 

Boscan  (Juan  de),  lírico:  n.  Barcelona:  obras,  1543 XLII 

Bregondo  (N.),  trovador  de  principios  del  siglo  xvi XVI 

Burgos  (Francisco  Javier  de),  lírico:  n.  Motril,  1778:  m.  Madrid,  1848 LXVII 

c 

Cabero  (Francisco),  tiene  un  soneto  en  el  tomo XXIX 

Cadalso  (José),  lírico:  n.  Cádiz,  1741;  m.  1779 LXI 

Cairasco  de  Figueroa  (Bartolomé),  lírico:  n.  Gran  Canaria:  canónigo  de  Las 

Palmas:  m.  después  de  1612 XLII 

Calderón  de  la  Barca  (don  Pedro),  el  principe  de  nuestros  dramáticos:  n.  Ma- 


-  12  - 

drid,  1600;  ordenóse  de  presbítero  en  1651 ;  m.  1681.  Si  se  lee  una  sola  de 
sus  comedias,  por  ejemplo,  El  Alcalde  de  Zalamea  (que  á  mi  juicio  es  la 
mejor),  aparece  admirable;  pero  leídas  todas,  se  hace  insufrible  por  la  re- 
petición de  sus  recursos  dramáticos  que  se  reducen  en  muchas  comedias 
á  pocos  más  de  los  siguientes:  voces  de  cacería,  toques  do  guerra,  caídas 
y  desmayos  de  mujeres,  barcos  que  zozobran,  gente  que  pido  socorro, 
echar  mano  á  las  espadas,  ovillejos  de  peces,  aves,  fieras,  etc.,  la  música 
ad  rem.  Usa  á  menudo  grandes  violencias  en  el  estilo,  v.  gr.,  largos  perío- 
dos intercalados  en  otros  (v.  t.°  3.°  628,  630',  644,  645)  ó  frecuentes  pa- 
réntesis que  fatigan  la  atención  del  lector  ú  oyente  (v.  t."  S.*^  664,  y  tomo 
4.**  32").  Es  licencioso  en  grado  sumo,  y  por  lo  mismo  merece  entre  los 
ortólogos  un  lugar  muy  humilde.  Tiene  en  la  Colección  cuatro  tomos 
de  comedias,  doce  autos  en  el  de  los  Sacramentales,  y  algunas  pocsias 
en  otros. 
Calle  (Teodoro  de  la)  lírico,  literato  y  periodista  de  Cádiz:  ni.  Afadrid  des- 
pués do  1803 LXVU 

Callecerrada  (Marcelo  Díaz  do),  épico:  El  E7idimiim,  loJT XXIX 

Calleja  (el  P.  Diego,  S.  J.),  dramático  (1671) XIV 

Cáncer  y  Velasco  (Jerónimo  de),  dramático:  1641-16.54 XI V 

Candamo  (Francisco  Bancos),  dramático:  n.  Sabugo  (Asturias),  1662;  m.  Ma- 

driJ,  1709:  incorrecto XLIX 

Cañizares  (José  do),  dramático:  n.  Madrid,  1676;  m.  1750:  no  es  mal  poeta 

auncjup  tione  muchos  defectos  propios  de  su  tiempo XLIX 

Don  Carlos  (el  Infante)  hermano  dol  Hoy  Felipe  IV:  n.  Madrid,  Ui07;  m.  1632. 

Tieno  algunos  versos  en  el  tomo XLII 

Caro  (Doña  Ana),  n.  Sevilla:  rioroció  de  1635-160:  tieno  una  come  lia XLIX 

Caro  (Rodrigo),  lírico:  n.  Sevilla;  floreció  do  1600  á  1615 XXXII 

Carrillo,  (Luis)  lírico:  n.  Córdoba,  15S3;  m.  1610 XLII 

Carvajal  (Termas  José  González),  lírico:  n.  Sevilla,  17.53;  m.  Madrid,  1834.. .       LXVII 

Caso  (Antonio  de),  lírico  de  fines  del  siglo  xvi XLII 

Cáscales  (Francisco  do),  literato  del  siglo  xvii  (1617);  n.  Murcia LXII 

Castellanos  (Juan  de),  épico  y  versificador  eminente,  aunque  la  materia  de 
su  poema  y  el  sujetarse  á  la  verdad  de  lo.s  hechos,  no  dejan  en  libertad  su 
námen  poético:  n.  Tunja  (Colombia)  y  se  ordenó  de  sacerdote:  sus  Ele- 
gías se  publicaron  en   1589.  Tieno  pasajes  y  descripciones  comparables 
con  las  más  bellas  de  Virgilio;  y  aunque  adolece  sobre  todos  de  diéresis 

de  átonas,  on  lo  demás  es  ortólogo  do  prin\era  fila I  \       , 

Castilla  (Francisco  do),  lirico:  obras,  1564 X  \XV 

Castillejo  (Cristóbal  de),  lírico  do  la  antigua  escuela:  n.  Ciudad  Rodrigo,  1491: 
fué  secretario  del  Emperador  Fernando  I;  m.  San  Martin  do  Valdeiglo- 

sias,  según  so  dico,  hacia  15(50 XXXII 

Castro  (Francisco  <le  Paula),  lírico:  n.  Sevilla,  1771;  m.  1S2H LXVII 

Castro  (Onillon  do),  dramático,  y  tan  buen  ortólogo  como  Lope,  á  (juien  si- 
gue muy  do  corea:  n.  Valencia,  1569;  m.  Madrid,  1()31 XLIII 

Castro  (José  Julián  do),  lírico  del  siglo  xviii XLII 

Ceo  (Violante  do),  })ortuguo8a:  obras,  1723 XXXV 

Cepeda  (.Joaquín  Romero  do),  lírico  de  fines  del  siglo  xvi XLII 

Cervantes  Saavedra  (Miguel),  novelista  y  poeta  lirico-dranuUico:  n.  Alcalá 
do  Honaros,  1.547;  in.  Madrid.  23  de  Abril  do  1616.  Como  novelista,  no 
tiene  igual;  como  poeto,  se  eleva  poco;  y  como  ortólogo  os  algo  incorrecto.       I 


-  1Í3  — 

Céspedes  (Pablo  de),  gran  poeta  lírico:  n.  Córdoba,  1538;  prebendado  en  la 

Catedral;  murió  después  de  1577 XXXII 

Céspedes  y  Meneses  (Gonzalo  de),  novelista;  n.  Madrid;  obras,  1615-1622. . .  XVIII 
Céspedes  y  Meneses  (Sebastian  de),  hermano  del  precedente,  á  quien  diri- 
gió unos  versos XVIII 

Céspedes  (el  P.  Valentín  de),  jesüita,  dramático,  1640:  ortólogo  de  prime- 
ra clase XLIX 

Cetina  (Gutierre  de),  lírico  sevillano;  m.  1560 XXXII 

Cienfuegos  (Nicasio  Alvarez  de),  lírico:  n.  Madrid,  1764:  m.  1808 LXYII 

Claramonte  (Andrés  de),  dramático  y  director  de  la  compañía  cómica  de 

Murcia  en  tiempo  de  Lope XLIII 

Coello  (Antonio),  dramático  y  buen  ortólogo:  n.  Madrid;  m.  1652 XLV 

Colodrero  de  Villalobos  (Miguel),  lírico:  n.  Baena:  obras,  1629-1642 XXXV 

El  Comendador  de  Avila,  trovador  del  siglo  xv XVI 

Contreras  (Jerónimo  de),  novelista  y  gran  ortólogo:  obras,  1569 ITI 

Córdoba  (Sebastian  de),  lírico:  obras,  1577 XXXV 

Corral  (Gabriel  del),  lírico:  n.  Valladolid:  canónigode  Zamora;  m,  hacia  16.50.  XLII 

Cortés  (Diego),  lírico:  obras,  1592 XXXV 

Cota  (Rodrigo  de),  trovador,  dramático  y  novelista  de  fines  del  siglo  xv. . .  II 
Cruz   (Bamon  de  la),  lírico-dramático,  autor  famoso  de  saínetes;  n.  Ma- 
drid, 1731 LXVII 

Cubillo  de  Aragón  (Alvaro),  dramático:  n.  Granada;  obras,  hacia  1654 XLVII 

Cuéllar  (Jerónimo  de),  dramático:  n.  Madrid,  hacia  1620;  m.  después  do  1666  XLVII 
Cueva  (Juan  de  la),  épico,  dramático  y  romancero:  n.  Sevilla,  hacia  1550; 

m.  después  de  1594 X-XVI 

Ch 

Chalde  (Fr.  Pedro  Malón  de),  agustino,  autor  do  La   Conversión  de  la  Mag- 
dalena^ 1.593:  n.  Cascante,  hacia  15.30 XXVII 


Diamante  (Juan  Bautista),  dramático  portugués:  vivió  y  murió  en  Madrid: 

obras,  1674 XLIX 

Fr.  Diego  González,  agustino,  poeta  lírico:  n.  Ciudad  Rodrigo,   1733;  m. 

1794 LXI 

Dionisio  (.Juan),  romancero  del  siglo  xviii XVI 

Doceo  (María),  portuguesa;  obras,  1744 XXXV 

Dueñas  (el  Lie),  lírico:  obras,  1577 XXXV 

E 

Encina  (Juan  de  la),  lírico-dramático;  n.  Salamanca,  1468;  fué  sacerdote:  m. 

1534 n 

Enciso  (Diego  Jiménez),  lírico-dramático  andaluz,  veinticuatro  de  Sevilla; 

floreció  en  el  primer  tercio  del  siglo  xvii XLV 

Enríquez  Gómez  (Antonio),  lírico-dramático  y  novelista,  y  ortólogo  excelen- 
te como  pocos:  n.  Segovia,  de  un  judío  converso  portugués;  obras,  1644- 
1656 XLVII 


—  14  — 

Enríquez  de  Guzman  (Doña  Feliciana),  poetisa  sevillana:  obras,  1G24 XLII 

Ercilla  y  Zúñiga  (Alonso  de),  épico:  n.  Madrid,  1533;  m.  1596.  Su  Araucana 

tiene  rasgos  excelentes,  pero  carece  de  unidad XVII 

Escobar  (Baltasar  de),  lírico  de  fines  del  siglo  xvi XLII 

Escobar  (Fr.  Luis  do) ,  lírico :  obras,  1550 XXXV 

Espinel  (Vicente),  lírico  y  novelista:  n.  Ronda,  1544:  fué  sacerdote:  m.  Ma- 
drid, 1634:  buen  poeta XLII 

Espinosa  (Pedro  de),  lírico  y  épico:  n.  Antequera:  m.  después  de  1623 XLII 

Esq.uilache  (Francisco  de  Borja,  príncipe  de)  épico  y  lírico:  n.  1580;  m.  1658. 
Como  poeta,  es  prosaico;  pero  de  una  ortología  correctísima,  salvo  algu- 
nas diéresis XXIX 

Estebanillo  González,  novelista  gallego:  escribió  hacia  1645 XXXUI 

Estrella  (Fr.  Paulino  de  la),  lírico;  obras,  1675 XXXV 

Ezquerra  (Alonso  de),  poeta  amigo  de  Argensola  (B) XLII 


Farfan  (Fernando  do  la  Torre),  lírico:  obras,  1663 XLII 

Feijoó  (Fr.  Benito)  monje  benedictino:  n.  Casdemiro  (Orense),  1676;  m.  1764.  LVI 

Felipe  IV  (el  Roy  don),  n.  Valladolid,  1605;  m.  Madrid,  1665 XLII 

Feliú  (el  P.  Bonito),  escolapio:  obras,  1774 XXXV 

Fernández  de  Alarcon  (Doña  Cristóbal! na),  poetisa  natural  de  Antequera: 

obras,  16O5-10I7 XXXV 

Fernándfez  de  Castro  (D.  Podro),  Conde  de  Lemus;  lírico:  obras,  1606 XLII 

Fernández  de   León   (el  maestro  Melchor),  dramático  y  pésimo  ortólogo: 

obras,  H1T9 XLIX 

Ferrándes  de  Jerena  (Garci),  trovador  y  cancionero  del  siglo  xv XXXV 

Ferreras  (Juan  do),  historiador  y  poeta  lírico:  n.  La  Bañeza  (León);  fué  sa- 
cerdote: m.  Madrid,  1735 LXVII 

Los  Figueroas  (Diego  y  José),  hermanos:  dramáticos  andaluces  hacia  1640: 

buenos  ortólogos XLVII 

Figueroa,  el  divino  (Francisco),   lírico  y  buen   poeta:  n.  Alcalá  de  Hena- 
res, 1510 ". XLII 

Fomperosa  (el  P.  Podro  de),  jesuíta:  escribió  una  comedia  el  año  1671:  pé- 
simo ortólogo XIV 

Forner   (Juan  Pablo),  lírico:  u.  Mérida,  1756;  vivió  en  Madrid  y  Sevilla: 

m.  1797.  Contribuyó  con  Meléndez  á  la  restauración  del  clasicismo LXIII 

Francisco  (José),  romancero  vulgar  del  siglo  xviii XVI  ■* 

Frías  (Dámaso  de),  lírico  alabado  por  Cervantes  en  La  Galaica XLII  • 

Fuego  (.Tuan  Miguel  del),  romancero  vulgar  del  siglo  xviii XVI 

Fuentes  (Alonso  de),  lírico  sevillano:  obras,  1550-1563 XXXV 

Fuentes  (Juan  Mieruel  de)..  /  ,  j  i    •   i  „  yttt 

Fuentes  (Podro  do^ S'-'>'"ancoro3  vulgares  del  siglo  x  viii XVI 

G 

Gálvez   de   Montalvo   (Luis),   lírico  y  buen  ortólogo:  n.  Antoquora:  obras, 

1.582-15S7 XXXII 

Gallardo  (Bartolomé  José),  lírico:  n.  Campanario,  177<");  m.  Alcoy,  1S52 LXVII 

Gallego  (.luán  Nicasio),  lírico:  n,  Zamora,  1777:  canónigo  do  Sevilla  y  Zara- 
goza: m.  Madrid,  1853:  cura  liberal,  poro  buen  poeta LXVII 


-  15  - 

Gamarra  (Juan  de),  romancero  de  la  segunda  mitad  del  siglo  xvii XVI 

Garay  (el  Doctor),  lírico,  presbítero:  escribió  hacia  1585 XLII 

García  (Diego),  romancero  del  siglo  xvi XVI 

Garcilaso  de  la  Vega,  lírico:  n.  Toledo,  1503:  m.  Niza,  1536 XXXII 

Gaspar  de  Santa  María  (Fr.),  carmelita  descalzo,  enemigo  de  Quevedo XLVIII 

Gil  Polo  (Gaspar),  lírico  valenciano,  elogiado  por  Cervantes  en  La  Galatea.  XLII 

Gil  Vicente,  dramático  portugués:  m.  Evora,  1557 LVIII 

Godínez  (Felipe),  dramático:  obras,  1615-1630 XLV 

Gómez  Tejada  (Cosme),  lírico:  obras,  1636-1673 XLII 

Góngora  y  Argote  (Luis  de),  lírico;  n.  Córdoba,  1561;  beneficiado  de  la  Cate- 
dral; m.  1627 XXXII 

González  del  Castillo  (Ignacio),  lírico:  n.  Cádiz,  1763;  m.  1800 XLII 

Grajales  (el  Lie.  Juan),  dramático  de  los  tiempos  de  Lope XLIII 

Guzman  (Fr.  Domingo),  lírico:  obras;  1582 XXXII 

Guzman  (Fernando  de),  lírico  de  fines  del  siglo  xvi XLII 


H 

Helguero  (Doña  María  Nicolasaj  monja  en  las  Huelgas  de  Burgos:  poe- 
sías, 1794 XXXV 

Heredia  (Jerónimo  de),  romancero  y  novelista,  1590-1603 XVI 

Hernández  de  Velasco  (Gregorio)  lírico  toledano:  obras,  1554 XXXV 

Herrera  (Cristóbal  Pérez  de),  lírico:  v.  Salamanca,  1558;  m.  Madrid,  des- 
pués de  1600 XLII 

Herrera  (Fernando  de),  lírico  famoso:  n.  Sevilla,  1534;  beneficiado  de  la  pa- 
rroquia de  San  Andrés;  m.  1597.  Peca  de  diéresis  de  átonas;  en  lo  demás 

es  ortólogo  de  primer  orden XXXII 

Herrera  (Jacinto  de),  dramático  de  los  tiempos  de  Lope XLV 

Herrera  (Rodrigo  de),  como  el  anterior:  n.  Madrid XLV 

Herrero  (Simón),  romancero  del  siglo  xvii XVI 

Hidalgo  (Félix  María),  lírico:  n.  San  Fernando,  1790;  m.  1835 LXVII 

Hidalgo  (Gaspar  Lucas),  novelista:  n.  Madrid;  obras,  1606 XXXVI 

Hidalgo  (Juan),  romancero:  obras,  1609 XVI 

Hojeda  (Fr.  Diego  de),  dominico,  natural  de  Sevilla.  Su  poema  La  Cristia- 
da  (1611),  escrito  en  el  Perú,  es  el  único  poema  épico  que  tenemos.  Aun- 
que á  veces  es  flojo  y  prosaico,  tiene  trozos  de  belleza  incomparable;  es 

uno  de  nuestros  mejores  ortólogos XVII 

Hore  (D.*  María  de),  poetisa  natural  de  Cádiz,  1742:  m.  después  de  1780  . . .       LXVII 

Horozco  (N),  poeta  de  principios  del  siglo  xvii XLII 

Fr.  Hortensio  Félix  Paravicino,  de  la  orden  de  la  Merced:  n,  Madrid;  m.  1633: 

predicador  culto  del  Rey  Felipe  III:  muy  mal  poeta XVI 

Hoz  y  Mota  (Juan  de  la),  dramático  ingenioso,  pero  disparatado  ortólogo: 

n.  Madrid  hacia  1630 XLIX 

Huerta  (Jerónimo  Gómez  de),  lírico-épico:  de  15  años  de  edad  escribió  su 

Florando  de  Castilla:  n.  Escalona,  1573;  m.  después  de  1630 XXXVI 

Huerta  (Vicente  García  de  la),  lírico-dramático:  n.  Zafra,  1734;  m.  1787 LXI 

Hurtado  de  Mendoza  (Antonio),  dramático  cortesano  de  Felipe  IV;  m.  Ma- 
drid hacia  1660 XLV 

Hurtado  (Luis),  lírico  dramático;  obras,  1557 XXXV 


-  16 


I 

iglesias  de  la  Casa  (José),  lírico:  n.  Salamanca,  1748;  m.  1791 LXI 

Interian  de  Ayala  (Fr.  Juan),  mercenario:  m.  1730 LXVII 

triarte  (Juan  de),  epigramático;  n.  Tonerif'c,  1702:  vivió  en  Madrid;  ra.  1771  LXVII 
Iríarte  (Tomás  de),  sobrino  del  anterior:  lírico  y  fabulista;  n.  Tenerife,  1750: 

vivió  en  Madrid;  m.  1791:  su  ortología  es  desastrosa LXIII 

Isla  (el  P.  José  Francisco  de),  jesuíta,  autor  del  Fr.  Gerundio  de  Campazas: 

n.  Vidanes,  (León),  1703:  m.  Bolonia  (Italia),  1781 XV 

J 

Jáuregul  (Juan  de),  lírico:  n.  Sevilla,  1570;  m.  Madrid,  1640 XLII 

Jérica  (Pablo  de)  llricí;:  n.  Vitoria,  1781;  m.  después  de  1823 LXVII 

Fr.  Jerónimo  de  San  José,  amigo  do  Argensola  (B) XLII 

Jovellanos  (Melchor  Gaspar  de),  literato  y  poeta:  n.  Gijon,  1744,  m.  1811: 

mal  ortólogo XLVI 

Fr.  Juan  de  la  Concepción,  carmelita  descalzo  muy  celebrado  en  su  tiempo: 

n.  Madrid:  ra.  1754.  Como  poeta  es  alambicado  y  oscuro LXVII 

San  Juan  de  la  Cruz,  carmelita  descalzo:  n.  Fontivoros  (Avila),  1542;  m.  Ube- 

da,  1591:  sus  versos  son  modelo  de  limpieza  y  corrección XXVII 

Sor  Juana  Inés  de  la  Cruz,  monja  clarisa,  lírica  y  dramática:  n.  Méjico,  1651; 

m.  Í695:  es  bastante  correcta XLIX 

L 

Laguna  (Andrés),  catedrático  de  Alcalá:  n.  Segovia,  1499;  m.  1560 XLII 

Lando  (Ferrand  Manuel  de),  cancionero  del  siglo  xv XXXV 

Laso  de  la  Vega  (Gabriel  Lobo),  romancero;  n.  Madrid:  obras,  1588-1601  . . .       X-XVI 

Leca  (Mateo  Vázquez  de),  lírico  do  fines  del  siglo  xvi XLII 

Ledesma  (Alonso  de),  cancionero  del  primor  tercio  del  siglo  xvii;  n.  Segovia       XXX V^ 

Leiva  (Juan  do),  romancero  del  siglo  xv XVI 

Leiva  Ramírez  (Francisco  de),  dramático  délos  tiempos  do  Moreto:  algo  in- 
correcto         XLVII 

León  (Cristóbal  de),  tiene  dos  composiciones  á  Juan  do  Castellanos IV 

Linan  (Pedro  de),  lírico  do  principios  dol  siglo  xvii XLII 

Lista  (Alborto  -  y  Aragón),  lírico:  n.  Trlana,  1775;  m.  Sevilla,  1848:  ortólogo 

comparable  con  Alarcon:  gloria  do  la  Ortología  on  el  siglo  xix LXVII 

Lobo  (Kugonio  Gerardo),  lirico:  n.  Cuerva  (Toledo),  1()79;  m.  1750 LXI 

Lodeña  (Fernando  do),  dramático;  n.  Madrid:  m.  1634 XX 

Lope  Félix  de  Vega  Carpió  (Froy)  el  más  fecundo  do  todos  los  poetas  y  escritores:  n.  Ma- 
drid, 1565:  edvicÓKO  on  Avila,  al  servicio  dol  obispo  Don  Jerónimo  Manrique^  y  es- 
tudió on  Alcalá.  Ya  viudo  por  segunda  voz,  ordenóse  do  presbítero  en  Toledo  y  volvió 
á  Mailrid,  donde  murió  á  21  do  Agosto  do  1635.  V\\é>  caballero  do  la  orden  do  San 
Juan.  El  ni'iraoro  de  versos  que  escribió  so  aproxima  á  siote  millones;  no  á  veintiún 
millones,  como  orrónoamon te  calculó  Gil  do  Zarate:  veintiún  millones  de  versos  no 
caben  on  200  tomos  como  los  de  la  Biblioteca  do  Rivadonoira.  í^ué  el  padre  y  funda- 
dor dol  teatro  español,  aunqu»>  sus  cometlias  son  algo  desaliñadas.  Fué  también  el 
que  fijó  la  verdadera  ortología  castellana,  dosp<)jándola  do  los  defectos  que  aún  rei- 
naban, y  poniéndola  en  su  perfección  nativa,  aunque  no  es  tan  correcto  como  Alar- 


—  17  — 

■con.  Que  la  Ortología  debe  mucho  á  Lope,  fué  voz  común  en  su  tiempo,  según  Lope 
indica  en  su  égloga  á  Claudio  (t.°  5.°  432"): 


Pensé  yo  que  mi  lengua  me  debía 
(Asi  lo  presumió  parte  de  España, 
O  el  propio  amor  me  engaña) 


Pureza  y  armonía, 
Y  si  no  lo  permite  quien  lo  imita, 
O  deje  de  imitar  ó  lo  permita. 

Estas  palabras  se  prestan  á  curiosos  comentarios,  que  el  ingenioso  lector 
podrá  hacer.  El  impulso  dado  por  Lope  siguió  adelante,  y  llegó  á  su  perfec- 
ción en  Alarcon.  Es,  pues,  Lope  un  autor  que  merece  ser  más  apreciado  y 
leído  que  lo  es  al  presente. 

Lope  de  Sosa,  cancionero  que  parece  de  fines  del  siglo  xv XVI 

López  (Juan  Antonio),     1 

López  (Juan  José),  >  romanceros  del  siglo  xviii XVI 

López  (Miguel),  ) 

López  de  Ayala  (Pero),  canciller  y  cronista  de  los  reyes  Juan  I  y  Enri- 
que in:  n.  1332;  m.  1407 XXXV 

López  de  Ubeda  (Francisco),  pseudónimo  de  Fr.  Andrés  Pérez,  autor  de  La 

Picara  Justina;  n.  León:  esta  novela  salió  á  luz  en  1604 XXXIII 

López  de  Zarate  (Francisco),  lírico:  n.  Logroño;  m.  1658 XXXV 

Fr.  Luis  de  León,  agustino,  lírico  eminente,  aunque  algo  incorrecto  como 

ortólogo:  n.  Belmonte  de  Tajo,  1527;  m.  1591 XXXVII 

Luzan  (Ignacio  de),  lírico:  n.  Zaragoza,  1702;  m.  1754 LXI 

Ll 

Llana  (Diego  de  la),  romancero  y  coplero  del  siglo  xvi XVI 

Llana  (Juan  de  la),  lírico  de  fines  del  siglo  xvi XLII 

M 

IWallara  (Juan  de),  lírico-dramático:  n.  Sevilla;  profesor  de  Humanidades: 

floreció  en  la  segunda  mitad  del  siglo  x  vi XVI 

Malvenda  (Jacinto  Alonso  de),  poeta  satírico  del  primer  tercio  del  si- 
glo XVII XVI 

Manrique  (Jorge),  lírico:  «Gran  lástima  que  tal  ingenio  faltase  en  lo  me- 
jor de  su  edad.»  (P.  Mariana,  lib.  xxiv,  cap.  19):  m.  1479: XXXV 

Marchena  (el  abate  José),  lírico:  n.  Utrera,  1768:  volteriano,  incrédulo  y 

ateo:  m.  Madrid,  1821 : LXVII 

P.  Marco,  poeta  desconocido  del  siglo  xviii XV 

Marcos  (Pedro  Antonio),  autor  de  la  Batracomiomaquia:  n.  cerca  de  Sa- 
lamanca, y  fué  párroco  en  varios  pueblos:  poesías,  1820 LXVII 

Sor  María  de  San  José,  priora  de  Sevilla,  discípula  de  Santa  Teresa LV 

Marquina,  trovador  de  la  primera  mitad  del  siglo  xvi XVI 

Martín  (Pedro  Luis),  lírico:  n.  Antequera,  1585:  m.  1635 XLII 

Martínez  (el  Lie.  Bartolomé),  lírico  de  fines  del  siglo  xvi XLII 

Matos  Fragoso  (Juan  de),  dramático:  n.  Albito  (Portugal),  á  principios  del 

siglo  xvii;  m.  Madrid,  1692 XLVII 

Maury  (Juan  María),  épico  y  lírico;  n.  Malaga,  1772;  m.  1845 LXVII 

Medrano  (Francisco  de),  Krico  sevillano:  obras,  1617 XXXII 

Mejía  de  la  Cerda  (el  Lie),  dramático  contemporáneo  de  Lope,  relator  de  la 

chancillería  de  VaUadolid XLIII 

2 


-  18  - 

Meléndez  Valdés  (Juan),  lírico  empalagoso,  aunque  no  mal  ortólogo:  intentó 
restaurar  el  clasicismo  y  lo  consiguió  en  parte:  n.  Ribera  del  Fresno 
(Badajoz)  1754;  residió  en  Salamanca  y  en  Madrid:  m.  cerca  de  Mompc- 

11er  en  Francia,  1817 LXIII 

Mena  (Juan  de),  trovador  del  tiempo  de  Don  Juan  U:  n.  Córdoba;  m.  1456.       XXXIl 
Mendoza  (Diego  Hurtado  de),  historiador  y  poeta  lírico:  n.  Granad;!,  1503: 

m.  1575 XXXII 

Meneses  (Antonio  Martínez  de),  dramático:  n.  1608 XLVII 

Mesa  (Cristóbal  de)  y  Mesa  (Juan  Bautista  de),  líricos  de  principios  del 

siglo  X  VII XLII 

Mey  (Felipe),  lírico:  Rimas,  Tarragona,  1586 XXXV 

Mirademescua  (Antonio),  dramático  excelente:  n.  Guadix,  de  cuya  Catedral 

fué  arcediano:  m.  1635  en  Madrid XLV 

Miranda  (Luis  de),  clérigo  natural  de  Plasencia,  1554 II 

Mühedano  (Antonio),  lírico  de  fines  del  siglo  xvi: XLII 

Monroy  y  Silva  (Cristóbal  de),  dramático:  n.  Sevilla:  coetáneo  de  Diamante      XLIX 
Montalban  (Juan  Pérez  de),  dramático  muy  parecido  á  Lope,  presbítero  y 

gran  ortólogo:  n.  Madrid,  1602;  m.  1638 XLV 

Monteser  (Francisco  de),  dramático  del  reinado  de  Felipe  IV XLIX 

Montesino  (Fr.  Ambrosio  de),  cancionero,  1508:  obispo  de  Cerdeña:  gran  or- 
tólogo al  estilo  de  Castellanos  y  Herrera XXXV 

Montiano  y  Luyando  (Agustín  de),  lírico:  n.  Valladolid,  1697;  m.  1764 LXVII 

Mora  (N),  lírico  del  siglo  xvii XLII 

Morales  (Alonso  de),  romancero  del  siglo  xviii XVI 

Morales  (Juan  de),  lírico  do  finos  del  siglo  xvi _ XLII 

Moratin  (Nicolás  Fernández  de),  lírico  y  dramático:  n.  Madrid,  1787;  m.  1780: 

incorrecto '. II 

Moratin  (Leandro  Fernández  de),  bijo  del  precedente;  pero  mejor  ortólogo 
que  él:  siguió  y  sostuvo  el  impulso  do  restauración  dado  por  Meléndez: 

n.  Madrid,  1760;  m.  París,  1828 II 

Moreno  (Miguel),  lírico,  socretario  de  Felipe  IV:  n.  Villacastin  (Segovia); 

m.  Roma  l(i35:  algo  licencioso XLII 

Moreto  y  Cabanas  (Agustin),  dramático  do  primer  orden:  n.  Madrid,  1618;  or- 
denóse de  misa  hacia  1656,  y  desde  1657  residió  en  Tolodfi,  donde  murió 
en  1669.  Como  ortólogo,  es  muy  correcto,  fuera  do  las  combinaciones  do 

vocales  fuertes,  en  que  comete  muchas  sinéresis XXXIX 

Morillo  (Gregorio),  el  continuador  de  Tm  Tebaida,  de  Arjona  (Juan):  n.  Gra- 

na<U;  mejor  ortólogo  que  Arjona.  Escribió  á  fines  del  siglo  xvi XXXVI 

Morlanes  (N),  romancero  del  siglo  x vii XVI 

Muñoz  (Carlos),  1  i  rico  zaragozano:  parece  do  los  tiempos  de  Garcilaso XXXV 

Musso  y  Valiente  (José),  lírico:  n.  Lorca,  1785;  m.  1838 LXVII 

Muxet  y  Solis  (Diego),  lírico:  poesías,  1615-1025 XXXV 

N 

Naharro  (Bartolfíiné  Torres),  lirico  y  dramático:  n.  Torro,  corea  de  Badajoz:  X-XVI 

fué  sacerdote;  m.  hacia  152t^( X-XVI 

Navarrete  y  Montañés  (Francisco),  romancero  do  la  segunda  mitad  del  siglo 

XVII XVI 

Navarrete  Ribera  (Francisco),  novelista  (1042) XXX 


—  19  — 

Nieto  y  Molina  (Francisco),  autor  de  La  Perromaquia.  1765:  n.  Cádiz XLII 

Nieva  Calvo  (Sebastian  de),  lírico:  poesías;  1625 XXXV 

Noroña  (el  Conde  de),  lírico:  n.  Castellón  de  la  Plana,  1760:  teniente  general 

del  ejército:  m.  Madrid,  1815 LXIII 

Núnez  de  Reinoso  (Alonso),  novelista  del  siglo  xvi  (155-2) XYI 

Núñez  Díaz  (Francisco  de  Paula),  lírico:  n.  Sevilla,  1766:  capellán  del  E,ey 

en  Granada:  m.  1832 LXVII 

O 

Ocaña  (Francisco  de),  cancionero  (1603) XXXV 

Otavide  (Pablo),   lirico:  n.  Lima  (Perú):  secretario  del  Conde  de  Aranda- 

m.l803 ;  LXVII 

Olmo  (Lucas  del),  romancero  y  coplero:  parece  de  mediados  del  siglo  xvji. .  XXXV 

Oña  (Pedro  de),  épico:  n.  en  Chile:  obras,  1596:  algo  raro  como  ortólogo XXEX 

Ortlz  (Andrés),  romancero  popular  del  siglo  xvr X 

Oviedo  (Luis  Antonio  de).  Conde  de  La  Granja:  obras,  1711 XXXV 

P 

Pacheco  (Francisco),  lirico:  n.  Sevilla,  1571:  m.  1654 XXXII 

Padilla  (Fr.  Juan  de),  cartujo,  cancionero:  n.  Sevilla,  1468;  obras,  1530 XXXV 

Padilla  (Pedro  de),  romancero:  obras,  1580 X-XVI 

Padilla  (Fr.  Pedro  de),  carmelita  calzado,  lirico;  n.  Linares;  obras,  1587-1597.  XXXV 

Pagan  (Diego  Ramírez),  obras,  Valencia,  1592 XXXV 

Pansac  (Antonio),  romancero  del  siglo  xvi X 

Pedraza  (Juan  de),  vecino  de  Segovia:  autor  de  La  Danza  de  la  Muerte 

(1551) LVIII 

Pérez  (el  protonotario  Luis),  cancionero:  obras,  1561 XXXV 

Pérez  de  Camino  (Norberto),  lirico:  n.  Burgos,  1783;  m.  Francia,  1842 LXVII 

Pérez  de  Hita  (Ginés),  vecino  de  Murcia,  historiador  y  novelista:  obras,  1595.  XVI-IIT 

Pinto  y  Delgado  (Juan),  obras,  1627 XLII 

Pitillas  (Jorge),  pseudónimo  de  José  Gerardo  Hervás,  satírico,  mal  ortólogo, 

m.  1742 LXI 

Polo  de  Medina  (Salvador  Jacinto),  lírico  y  gran  ortólogo  de  primera  clase; 

n.  Murcia,  1607;  m.  después  de  1657 XLII 

Ponce  de  León  (Diego),  lírico  de  fines  del  siglo  xvr XLII 

Porcel  (José  Antonio),  lirico:  canónigo  de  Granada,  donde  nació,  1720 LXI 

Porras  (García  de),  romancero  del  siglo  xvn  (1654) XVI 

Prado  (Fr.  Adrián  de),  Jerónimo,  lírico:  obras,  1629 XXXV 

Prado  (Andrés  de),  novelista:  n.  Sigüenza;  obras,  1663 XXXIII 

Proaza  (Alonso  de),  trovador  de  principios  del  siglo  xvi XVI 

O 

Quevedo  Villegas  (Francisco  de),  el  hombre  más  docto  de  su  tiempo  entre 
los  seglares:  poeta  satírico  sin  igual,  y  no  mal  ortólogo  en  varias  mate- 
rias, aunque  peca  algo  en  las  combinaciones  de  vocales  fuertes:  n.  Ma- 
drid, 1580;  m.  Villanueva  de  los  Infantes,  1645 LXIX 

Nota.    La  Ctieva  de  Melisa  no  es  de  Quevedo:  tiene  muchas  incorreccio- 
nes ortológicas,  y  carece  totalmente  de  chispa. 


-  20  - 

Quintana  (Manuel  José),  literato  y  poeta  en  varios  géneros,  y  regular  ortó- 
logo: n.  Madrid,  1772:  estudió  en  Córfloba  y  Salamanca;  m.  Madrid,  1857.  XIX 

Quiroga  (Juan  de);  pofta  desconocido  del  primor  tercio  dol  siglo  xvlr:  vivia 

en  Madrid XXXVIII 

Quirós  (N),  trovador  del  siglo  xv  y  jirincipios  dol  siglo  xvi XV'I 

Quirós  (Fr.  Pedro  de),  minorita,  m.  hacia  1670 XXXII 

R 

Rebolledo  (Bernardino  de),  notable  lirico:  n.  León,  1586;  m.  Madrid,  1676. . .       XLII 

Relnosa  (Rodrigo  de),  romancero  dol  siglo  xvi X-XVI 

Reinoso  (Félix  José),  deán  de  Valencia:  lirico;  n.  Sevilla,  1772;  m.  Madrid, 

1841 LXVII 

Rejón  de  Silva  (Diego  Antonio),  lírico  murciano;  m.  1796 LXVII 

Rengifo  ;Juan  Díaz),  preceptista  y  poeta  abulense;  obras,  1592 XXXV 

RTaño  (Pedro  do),  romancero  del  último  tercio  del  siglo  xvi X 

Ribera  (Juan  de);  romancero:  obras,  1605 X 

Ribera  (Luis  de),  lirico:  poesías,  Sevilla,  1612 XXXV 

Ríoja  (Francisco  de),  canónigo  de  Sevilla,  y  gran  poeta  lirico XXXII 

Rivas  (el  Duque  de),  n.  Córdoba,  1791;  m,  1865:  de  él  sólo  hay  una  epístola 

en  el  tomo LXVII 

Roca  (Fr.  Ambrosio  de  la),  lirico  del  Carmen  calzado  (1726) XXXV 

Rodríguez  (Lucas),  romancero  artístico  (15B0-1590) X-XVI 

Rojas  (Francisco  de),  eminente  dramático:  n.  Toledo,  1607:  ignoro  la  fecha 
do  su  muerto.  Su  tragedia  García  del  Castañar,  aparte  do  lo  inmoral  del 
asunto,  08  de  lo  más  perfecta  que  puede  desearse.  Como  ortólogo,  abun- 
da en  sinéresis  do  fuertes,  y  os  algo  desaliñado.  Por  rareza  singular  pue- 
den contarso  las  numerosas  sinéresis  quo  haco  del  verbo  enviar  y  de  los 
compuestos  de  fiar:  en  lo  demás  os  muy  consecuente.  La  comedia  Prime- 
ro es  la  honra  que  el  gusto  no  es  de  Rojas,  sino  de  un  ortólogo  disparatado, 

acaso  del  maestro  León  ó  de  Candamo LIV 

Roldan  (José  María),  lírico:  n.  Sevilla,  1771:  fué  párroco  en  Jerez;  m.  1828. .       LXVII 
Rueda  (Lope  de\  dramático  antiguo:  n.  Sevilla;  m.  Córdoba,  hacia  1560. ...        II 
Rufo  (Juan),  veinticuatro  do  Córdoba,  épico  y  lirico:  obras,  1584.  Tiene  mu- 
chas diéresis  de  átonas:  en  lo  demás  os  excelente XXIX 

s 

Salas  (Francisco  Gregorio  de),  lírico:  n.  Jaraicejo  (Cácores);  presbítero  ca- 
pellán en  Madrid:  poesías,  1797 LXVII 

Salazar  de  Alarcon  (Eugenio);  lírico:  n.  Madrid,  hacia  1530 XLII 

Salazar  y  Torrea  (Agustín  do),  lírico  y  dramático:  n.  Soria,  Kyi2;  m.  1675: 

muy  mal  ortólogo XLIX 

Salceda  (Inocencio  de),  parece  de  mediados  del  siglo  xvi XXXV 

Salinas  f^l  Conde  de),  de  principios  del  siglo  xvii XLII 

Salinas  (o!  Dr.  .Juan  de),  lirico,  presbítero:  n.  Sevilla;  m.  hacia  U\U) XXXII 

Salinas  y  Lizana  (Manuel  de),  racionero  do  Huesca,  epigramático;  obras; 

1  G:)1 X  Lí  I 

Salustrio  del  Poyo  (Damián),  dramático  murciano,  coetáneo  do  Lope .\IjIII 

Samaniego  (Félix  María),  fabulista:  n.  La  Guardia  (RToja),  1745;  m.  1801.  LXI 


-  21  — 

Sánchez  Barbero  (Francisco),  lírico  de  grandes  dotes  poéticas,  aunque  mal 

empleadas:  n,  Moriñigo  (Salamanca);  m,  Melilla,  1819:  buen  ortólogo LXin 

Sánchez  (Miguel;  el  divino),  lírico  y  dramático,  presbítero  de  Valladolid: 

floreció  por  los  años  1588-1610 XLIII 

Sánchez  (el  Lie.  Vicente),  poeta  desconocido:  obras,  Zaragoza,  1688 XXXV 

Santillana  (el  Marqués  de;  Don  Iñigo  López  de  Mendoza);  n.  Carrion  de  los 

Condes,  1398;  m.  Granada,  1458:  tiene  unos  pocos  versos  en  el  tomo XXXTT 

Santos  (Francisco),  criado  de  la  Eeal  Casa:  novelista:  obras,  1663-1678 XXXIII 

Segura  (Fr.  Bartolomé  de),  benedictino:  poesías,  1619 XXXV 

Selaya  (Alfonso  de),  romancero  y  coplero,  del  siglo  xvi XVI 

Sepúlveda  (Lorenzo  de),  romancero  artístico:  obras,  1566-1580 X-XVI 

Setanti  (Joaquín),  lírico  catalán:  obras,  1610-1614 XLII 

Silvestre  (Gregorio),  famoso  poeta  y  excelente  ortólogo;  n.  Lisboa,  1520:  or- 
ganista de  la  Catedral  de  Granada;  m.  hacia  1588 XXXV 

Solís  (Antonio  de),  buen  dramático  y  elegante  historiador:  n.  Alcalá  de  He- 
nares, 1610:  ordenóse  de  misa  en  1657:  m.  Madrid,  1686 XLVII 

Solís  íDionisio),  lírico:  n.  Córdoba,  1774;  m.  Madrid,  1834 LXVII 

Solórzano  (Alonso  del  Castillo),  dramático  y  novelista  apreciable:  obras, 

1624-1639 XLV 

Somoza  (José),  lírico:  n.  Piedrahita  (Avila),  1781:  epicúreo  y  volteriano: 

m.  1852 LXVII 

Soria  (N.),  trovador  del  siglo  xv X 

Soria  Galvarro  (Fernando  de),  sevillano,  amigo  de  Medrano XLII 

Soto  (el  Lie.  Luis  de),  lírico  de  principios  del  siglo  xvii XLII 

Soto  de  Rojas  (Pedro),  lírico:  n.  Granada;  canónigo  de  la  Metropolitana: 

obras,  1623-1652 XLII 

Süárez  de  Figueroa  (Cristóbal),  polígrafo  y  novelista:  obras,  1609 XLII 


T 

Tapia  (Eugenio  de),  poeta  en  varios  estilos:  n.  Arévalo,  1776:  esttidió  Teo- 
logía en  Avila,  aunque  no  se  ordenó:  hízose  liberal,  y  se  le  atribuye  haber 
sido  el  primero  que  usó  tal  calificativo  en  las  Cortes  de  Cádiz,  en  oposi- 
ción á  los  católicos  puros,  á  quienes  llamaba  serviles:  m.  1860 LXVII 

Tárrega  (Francisco),  dramático:  n.  Valencia,  donde  fué  canónigo:  obras, 

1608:  gran  ortólogo XLIII 

Tasis  (Juan  de).  Conde  de  Villamediana,  lírico:  m.  1622 XLII 

Tejada  (el  Dr.  Agustín  de),  lírico  sobresaliente,  presbítero  de  Antequera, 
donde  nació,  1568;  m.  1635 XLII 

Santa  Teresa  de  Jesús,  n.  Avila,  1515;  m.  Alba  de  Tormos,  1582.  Sus  versos 

no  son  tan  desaliñados  como  algunos  que  la  atribuyen LIII 

TÍDIoneda  (Juan  de),  librero  y  poeta  lírico  y  dramático  de  Valencia;  escribió 

de  1511-1566:  murió  muy  viejo LVIII 

Tirso  de  Molina,  pseudónimo  de  Fr.  Gabriel  Téllez,  de  la  orden  de  la  Mer- 
ced: dramático  de  primera  clase:  n.  Madrid,  hacia  1585;  m.  1648.  La  ame- 
nidad y  variedad  de  este  poeta  son  extraordinarias.  Como  ortólogo  no 
Uega  á  Lope,  aunque  poco  le  falta.  La  comedia  Cautela  contra  cautela  no  es 
de  Tirso,  pues  tiene  diferente  ortología  (ñel,  puntítal  oriente);  ni  tampo- 
co Los  amantes  de  Teruel,  por  la  misma  razón V 


_  22  

Toledo  (Gabriel  Alvarez  de),  lírico:  n.  Sevilla,  1662;  m.  1714:  fué  uno  de  los 

])rimeros  académicos  de  la  Lengaa LXT 

Torre  (el  Br.  Francisco  de  la),  lírico:  n.  Torrelaguna,  1534;  m.  Salamanca, 

1593 • XYI 

Torre  (Francisco  de  la),  epigramático,  del  hábito  de  Calatrava:  obras;  1674.       XLII 

Torres  y  Lizana  (Rodrigo  de),  romancero:  obras,  1589 XVI 

Traspinedo  (Fr.  Alonso  de),  poesías,  1553. . XXXV 

Trigueros  fCándido  María),  dramático,  beneficiado  de  Cuenca:  obras,  1774- 

1784 XIV 

Trillo  y  Figueroa  (Francisco  do),  lírico:  ortólogo  de  primera  fila:  n.  Coruña; 

siendo  niño  pasó  á  Granada,  donde  muiió  después  de  1660 XLII 

Tu ria  (Ricardo  del),  dramático  valenciano  y  correctísimo  ortólogo:  obras, 

1616 XLIII 

u 

Ubeda  (el  Lie.  Juan  López  de),  cancionero,  1588 XXXV 

Ulloa  (Luis  de),  lírico:  n.  Toro;  corregidor  de  León;  m.  hacia  1662 XLII 

Urrea  (Pedro  de),  cancionero,  1613 III 

V 

Vaca  de  Guzman  ;José  María),  lírico  sevillano  y  catedrático  en  Alcalá:  obras, 

1778-1789 LXI 

Yaibuena  (Bernardo  de),  épico:  n.  Valdepeñas,  1568:  fué  obispo  do  Puerto- 
Rico,  donde  murió  en  1627.  He  aquí  el  juicio  que  formó  y  escribí  al  aca- 
bar do  leer  El  Bernardo'.  'El  Bernardo  es  un  embutido  de  historia,  geo- 
grafía, genealogía,  mitología,  gigantes  y  caballeros,  cuentos  y  aventuras, 
hadas  y  encantamientos,  yelmos  do  Mambrino,  amores  y  desafíos,  An- 
glantes  y  Morgantes  y  un  revolutnm  de  todos  los  países  y  naciones. >  Su 

ortología  es  semibárbara XVII 

Valdivielso  (el  Maestro  .José  de),  épico,  lírico  y  dramático,  n.  Toledo;  fué  ca- 
pellán del  rito  muzárabes  asistió  á  la  muerte  de  Lope:  obras,  1607-1630: 

peca  mucho  en  sinéresis XXIX 

Valdivieso  (Fr.  José  do),  hay  do  él  un  soneto  en  el  tomo XLII 

Valenzuela  'Fernando  de),  n.  Ronda:  fué  privado  y  ministro  do  Doña  Maria- 
na do  Austria XLIJ. 

Vargas  yPonce  (José),  lírico:  n.  Cádiz;  1760;  m.  Madrid,  1821 LXVU 

Vegas  (Damián  do),  cancionero  de  rectísimo  juicio;  n.  Toledo;  obras,  l.">90. .        XXXV 

Velázquez  (Luis  José),  lirico;  n.  Málaga,  1722;  m.  1772 LXVU 

Velázquez  de  Velasco  (Diego  Alfonso),  lirico:  odas,  1592-1602 XXXV 

Vélez  de  Guevara    Juan),  dramático,  hijo  del   siguiente:   n.  Madrid,  1611; 

m.  1675 XLVU 

Vélez  de  Guevara  (^Luis),  ilramático  de  segunde)  orden  y  notable  novelista: 

n.  Ecija,  1574;  m.  Madrid,  1644:  buen  ortólogo,  aunque  no  en  todo XLV 

Vera  Tasis  í.ínan  de',  dramático  y  licencioso  ortólogo:  coleccionó  las  como- 

dias  (lo  Calderón  y  terminó  una  do  Salazar  y  Torres XLIX 

Verdugo  de  Castilla   Alonso),  Conde  de  Torropalma:  épico  y  lírico:  n.  Alcalá 

la  lical,  17()6;  m.  Turin,  1767 LXI 

Villaizan  (Jerónimo  de),  abogado  y  poeta  dramático  madrileño;  n.  1604. . . .       XLV 


—  23  — 

Villalobos  (Francisco  de),  médico  de  Cámara  del  Rey  Católico  y  de  Carlos  V.  XXXVI 

Villanueva  (Joaquín  Lorenzo),  lírico:  n.  Játiva,  1757;  m.  Dublin,  1837 LXVII 

Vlllarroel  (Diego  de  Torres  y),  satírico:  n.  Salamanca,  1696;  m.  1758 LXI 

Yillasandino  (Alfonso  Alvarez  de),  cancionero  del  siglo  xiv XXXV 

Vlllatoro  (N),  cancionero  de  la  primera  mitad  del  siglo  xvi XVI 

Vlllaviciosa  (José  de),  épico:  n.  Sigüenza,  1589;  m.  Cuenca,  donde  era  canó- 
nigo, 1658.  Su  célebre  Mosquea  es  modelo  de  sonoridad  en  el  verso XVII 

Villaviclosa  (Sebastian  de),  escribió  á  mediados  del  siglo  xviii,  una  comedia 

en  unión  de  Avellaneda  (Francisco  de):  son  buenos  ortólogos XLVII 

Villegas  (Diego  de),  escribió  con  Alarcon  una  comedia XX 

Villegas  (Esteban  Manuel  de),  notable  lírico:  n.  Nájera,  1595;  m.  1669 XLII 

Villegas  (Juan  Bautista  de),  autor  de  La  Despreciada  queñda,  comedia  atri- 
buida á  Lope XXXIV 

Viriles  (Cristóbal  de),  épico  y  dramático:  n.  Valencia,  hacia  1550:  obras, 

1580-1590 XVII 

z 

Zamora  (Antonio  de),  dramático,  y  ortólogo  disparatado:  m.  Madrid,  hacia 

1740^ XLIX 

Zapata  (Luis  de),  épico:  autor  del  Cario  famoso,  1566.  Hay  de  él  unos  versos 

en  el  tomo XXXH 

Zarate  i^Fernando  de),  dramático  desconocido  y  buen  ortólogo,  del  siglo  xvii.  XLVH 

Zavaleta  (Juan  de),  dramático  coetáneo  de  Calderón XIV 

Zayas  y  Sotomayor  (Doña  María  de),  célebre  novelista:  n.  Madrid;  obras, 

1638-1647 XXXni 

Comprende  este  catálogo  376  poetas:  en  él  no  van  incluidos  más  de  cua- 
renta, cuyos  versos  no  contienen  cosa  digna  de  notarse;  ni  tampoco  los  anó- 
nimos, aunque  sus  poesías  formarían  un  tomo  grande  de  la  Biblioteca. 


CATÁLOGO  CRONOLÓGICO  UE  LOS  POETAS 


Aiinque  no  es  posible,  por  falta  de  datos,  formarlo  con  entera  exactitud, 
aquí  le  pongo  con  la  mayor  que  he  podido. 


Periodo  anteclásico 

1370-1400 

"Villasandino 
Ferrandes 

1400-1600 
López  de  Ayala  (Pero) 
Lando 
Badajoz 
Mena 
Santillana 
Manrique 
Leiva  (Juan) 

Ei  Comendador  de  Avila 
Soria 
Lope  de  Sosa 

1500-1625 
Cota 

Quirós  (N) 
Montesino 
Bregondo 
Naharro 
Proaza 
Gil  Vicente 
Encina 
Villalobos 
Altamira 

1626-1560 
Padilla  (Fr.  Juan) 
Albio 
Castillejo 
Boscan 
Garciiaso 
Muñoz 
Villatoro 
Marquina 
Oviedo  ((louzalo) 
Acuña 
Laguna 
Timonoda 
Cetina 
BaptiHta 
García 


1560-1675 

Anónimos,  Lviii  y  xxxv 

Escobar  (Fr.  Luis) 

Mendoza 

Pedraza 

Rueda 

Miranda 

Núñez  (Alonso) 

Traspinedo 

Hernández  de  Velasco 

Salceda 

Hurtado  (Luis) 

Fuentes  (.Alonso) 

M  aliara 

Bermúdez 

Pérez  (Luis) 

Castilla 

Santa  Teresa 

Barros 

Zapata 

Contreras 

Llana  (Diego) 

Aldana  (Francisco) 

Silvestre 

Ortiz 

Pansac 

Reinosa 

Ríaño 

Fr.  Luis  de  León 

1676-1690 

Selaya 

Sepúlveda 

Córdoba 

Dueñas 

Sal  azar  de  A  lar  con 

Ercilla 

Herrera  (Fernando) 

Anónimos,  x 

Padilla  (P.Mlro) 

Torro  (h1  bachiller) 

Rufo 

Cabero 

Guzínan  (Fr.  Oumingo) 

Alcázar 


Céspedes  (Pablo) 

Gal  vez 

San  Juan  de  la  Cru» 

Virués 

Cueva 

Rodríguez 

Garay 

Mey 

Barahona 

Laso 

Ubeda 

Figueroa  (Francisco) 

Castellanos 

León  (Cristóbal) 

Aldana  (Cosme)    , 

Torres  Lizana 

1690-1600 

Vegas 

Sor  María 

Arias  Montano 

Arjona  (Juan) 

Llana  (Juan) 

Chaido 

Padilla  (Fr.  Pedro) 

Sánchez  (Miguel) 

Cortés 

Pagan 

Espinel 

Cairasco  » 

Cervantes 

Rengifo 

Fr.  Arcángel 

Morillo 

Artieda 

Argiite 

Heredia 

Oña 

Pérez  de  Hita 

Hf'rrera  (Cristóbal) 

Velázíiuoz  dn  Vt'laaco 

Góngora 

Periodo  clásico 

1000- 1 01 ü 
Lopí»  de  Vega 


25  - 


Anónimos,  xui 

Huerta  (Jerónimo) 

Aula 

Berrío 

Caso 

Cepeda 

Escobar  (Baltasar) 

Frías 

GU  Polo 

Guzman  (Fernando) 

Horozco 

Leca 

Martínez 

Lifian 

Mohedano 

Mesa  (Cristóbal) 

Mesa  (Juan) 

Morales  (Juan) 

Ponce 

El  Conde  de  Salinas 

El  Lie.  Soto 

Avila  y  Sotomayor 

Ocaña 

López <le  Ubeda 

Valdivieso 

Argensola  (Lupercio) 

Ribera  (Juan) 

Hidalgo  (Lucas) 

Tárrega 

Caro  (Rodrigo) 

Carrillo 

Süárez  de  Figueroa 

Hidalgo  (Juan) 

1610-1620 

Espinosa 

Hojeda 

Boíl 

Fr.  Alvaro 

D.*  Cristobalina 

Setanti 

Ribera  (Luis) 

Aguilar 

Tejada 

Alcalá 

ürrea 

Ezquerra 

Argensola  (Bartolomé) 

Fernández  de  Castro 

Avellaneda 

Valbuena 

Acevedo 

Ledesma 

Villaviciosa  (José) 

Malvenda 

Ar  guijo 

Fr.  Jerónimo 

Gr  ájales 

Mejía 

Turia 

Valdivielso 


Medrano 

Soria  Galvarro 

Claramonte 

Tirso 

Bonilla 

Céspedes  (Gonzalo) 

Céspedes  (Sebastian) 

Castro  (Guillen) 

Salustrio 

Segura 

Muxet 

1620-1630 

Jáuregui 

Avila 

Quiroga 

Alarcon 

Basto 

Lodeña 

Villegas  (Diego) 

Mirademescua 

Pache-;o 

Enciso 

Vélez  (Luis) 

Tasis 

Herrera  (Jacinto) 

Herrera  (Rodrigo) 

Herrero 

Enríquez  (D.^  Feliciana) 

Martin  (Pedro  Luis) 

Fr.  Hortensio 

Quevedo 

Nieva 

Barbadillo 

Belmonte 

Callecerrada 

Godínez 

Pinto 

Corral 

Villegas  (Juan) 

Prado  (Fr.  Adrián) 

Fr.  Gaspar 

Mora 

1630-1640 

Salinas  (Juan) 

Moreno 

Rebolledo 

Villegas  (Esteban) 

Montalban 

Don  Carlos  el  Infante 

Solórzano 

Soto  de  Rojas 

Esquilache 

Rio  ja 

Colodrero 

Felipe  IV 

Trillo 

P.  Céspedes 

López  de  Zarate 

Caro  (D.»  Ana) 


Los  Figueroas 
Villaviciosa  (Sebastian) 
Zayas 

Gómez  Tejada 
Hurtado  (Antonio) 
Anónimos,  xvi 


1640-1660 

Calderón 

Anónimo,  xiv 

Navarrete  Ribera 

Zavaleta 

Cáncer 

CoeUo 

Esiebanillo 

Morlanes 

Polo 

Matos 

Em'íquez  Gómez 

Zarate 

Monteser 

Rojas 

Olmo 

Villaizan 

Salinas  (Manuel) 

Porras 

Navarrete  ^Montañés 

G  amarra 

UUoa 

So  lis  C  Antonio) 

Cubillo 

Meneses 

Leiva 

Vélez  (Juan) 

Cuéllar 

Moreto 


Periodo  poetclásico 

1660--1700 

Anónimo,  xlix 
Prado  (Andrés) 
Farfan 
Barrios 

Quirós  (Fr.  Pedro) 
Diamante 
Monroy 
Santos 
Calleja 
Fomperosa 
Estrella 

Torre  (Francisco) 
Valenzuela 
Salazar  y  Torres 
Hoz 

Fernández  de  León 
Sánchez  (Viceuti) 
Sor  Juana 
Vera  Tasis 


-  26 


Candamo 


Sigue  la  decadencia 

1700-1740 

Dionisio 

Fuego 

Fuentes  (Juan) 

Fuentes  (Pedro) 

Francisco 

López  (J.  Antonio) 

López  (J.  José) 

López  (iMiguel) 

Morales  (Alonso) 

Ferreras 

Castro  (José  Julián) 

Toledo 

Oviedo  (Luis) 

Interian 

Afán  de  Ribera 

Lobo 

Ceo 

Feijoó 

Koca 

Zamora 

Pitillas 

Cafii  zaras 


1740-1  790 


Villarrool 

Montiano 

Doceo 

Luzan 

Béjar 


Iriarte  (Juan) 

Fr.  Ju»n  de  la  Couotópcion 

Isla 

P.  Marco 

Verdugo 

Velázquez 

Nieto 

Porcel 

Olavide 

Trigueros 

Feliú 

Cruz  (^Ranion) 

Moratin  (Nicolás) 

C'a<^lalso 

Fr.  Diego 

Huerta  (Vicente) 

Iglesias 

Avala 

llore 

Kejon 

Vaca 

Samanie;.-o 

Iriarte  (Tomás) 

Jovellanos 

Período  de  restauración 

1790-1830 

Meléndez 

Forner 

Helguero 

La  Calle 

González  del  Castillo 

Halas 

Carvajal 


Vilianueva 
Arellano 
Noroña 

Muriitin  (Leandro) 
Varitas 

Báuoliez  Barbero 
Cienfiíegos 
Arjoua  (Manuel) 
Arria'/a 
Marchena 
Núñez  Díaz 
Castro  (Francisco) 
Roldan 
Maury 
Reinoso 
^Quintana 
«áolis  (Dionis^Iu) 
Marcos 
Blanco 
I^ista 
Alonso 


1SU0  1850 

<  lallardo 

<  i  allego 
Tapia 
Ahumada 
Burgos 
Leña 
Jérica 

¡'•o  moza 

lérez  de  C;;m:no 

Musso 

Hidalgo  (Félix) 

Rivas 


El  período  clásico  do.  la  .Ortología  comioiizn  propiamente  en  Lope  de 
Vega,  y  termina  en  Moroto:  y  aun  más  hubiera  durado,  á  no  haber  influido 
tanto  en  nuestra  ortología  el  desaliño  y  la  inconsecuencia  de  un  poeta  tan 
autorizado  como  Calderón.  Desde  la  muerto  do  Moroto  fué  decayendo  gra- 
dualmente hasta  casi  aniquilarse  y  perderse  en  ol  período  que  llamo  de  hie- 
rro. Vox  fortuna,  los  esfuerzos  de  Meléndez  y  Fonier,  y  el  ejemplo  de  otros 
como  Barljoro,  Quintana  y  Lista,  restauraron  no  poco  nuestra  pobre  y  dos- 
baratada  Ortología.  Poro  en  1&35  se  lo  ocurrió  al  venezolano  Don  Andrés 
Bollo  salir  con  sus  reglas  á  la  luz  pública,  l'undadas,  no  on  la  tradición  y  los 
poetas,  suio  on  conjeturas  y  opiniones  fantásticas  (aun(|UO  sus  panegiristas 
digan  otra  cosa),  y  esta  mala  semilla  por  él  esparcida  volvió  á  sofocar  y 
hundir  en  el  abismo  la  Ortología  clásica.  Do  él  están  copiados  casi  todos  loa 
errores  dados  como  ley  on  la  Gramática  do  la  Academia.  Poco  importa  que 
el  Sr.  Bollo  hiciese  algunas  atinadas  observaciones:  lo  bueno  quo  hizo  nun- 
ca podrá  coiiij)nnsar  el  dailo  (|uo  causó  on  la  Ortología.  Sin  embargo,  ol 
Sr.  Bollo,  con  una  sinceridad  quo  le  honra,  oscril)ió  así  en  el  prólogo  do  su 
obra  (pág.  106):  «Si  el  desacierto  fuere  raio,  se  hará  un  servicio  á  las  letras 


-  27  — 

refutando  mis  argumentos  y  presentando,  de  un  modo  más  claro  y  satisfac- 
torio que  hasta  ahora,  la  verdadera  teoría  prosódica  y  métrica  de  la  lengua 
castellana.» 

El  público  literario  verá  si  la  Ortología  que  yo  enseño  en  mi  obra  es  la 
verdadera. 


ADVERTENCIA 


El  número  de  orden  de  cada  tomo  ha  desaparecido  en  algunos  ejempla- 
res, y  voy  á  ponerle  aquí,  para  facilitar  la  compulsación  de  citas. 


Tomos. 

n. 

III. 

vn, 

X,XVI. 

XV. 

XVII, 

XVIII, 

XX. 

XXIII, 
XXIV, 


Los  Moratines. 

Novelistas  anteriores  á  Cer- 
vantes. 
IX,  Xn,  XIV.  Calderón. 
Romancero  general. 
P.  Isla. 
XXIX.  Poemas  épicos. 

XXXIII.  Novelistas  posteriores 
á  Cervantes. 

Alarcon. 

XLVín,  LXIX.  Quevedo. 

XXXIV,  XLI,  LII,  XXX\T^II: 
los  cinco  tomos  de  Lope. 


Tomos. 

XXXII,  XLII.  Líricos  de  los  siglos  xvi 

y  XVII. 
XXXV.  Romancero  y  cancionero  sagra- 
dos. 
XXXVI.  Curiosidades  bibliográficas. 
XLIII,  XLV.   Dramáticos   contemporá- 
neos de  Lope. 
XLVII,  XLIX.  Dramáticos  posteriores  á 
Lope. 
LIII,  LV.  Santa  Teresa. 
LIV.  Rojas. 
LVIII.  Autos  sacramentales, 
LXI,  LXin,  LXVII.  Líricos  del  si- 
glo XVIU. 


La  edición  de  Cervantes  (tomo  I)  que  yo  uso,  es  la  de  184í). 


ortología 

DE  ÜA  ÜEflGUA   CASTEÜLtnHA 


I .  Ortología  es  una  parte  de  la  G-ramática,  que  trata  de  la  recta  pronuncia- 
ción de  un  idioma  (1). 

Se  diferencia  de  la  Retórica,  en  que  el  objeto  de  ésta  es  la  recta  disposi- 
ción de  las  cláusulas  y  períodos  en  el  discurso:  así  como  la  Sintaxis  estudia 
la  recta  disposición  de  las  palabras  en  la  oración,  y  la  Morfología  se  con- 
creta á  la  recta  forma  ó  estructura  material  de  las  palabras.  Se  diferencia 
también  de  la  pronunciación  retórica  en  que  ésta  examina  las  cualidades  de 
la  voz  y  del  gesto  necesarias  para  persuadir;  mientras  que  la  Ortología  se 
limita  á  la  pronunciación  de  las  letras,  sílabas,  acentos  y  pausas,  atendiendo 
á  la  claridad  y  eufonía  de  lo  que  se  dice. 

Divido  la  Ortología  en  cinco  partes: 

1.*  Oriologid.  fonética,  ó  recta  pronunciación  de  los  sonidos  elementales 
de  las  palabras. 

2.*    Ortología  rítmica,  ó  leyes  rítmicas  del  lenguaje  ligado. 

3.*  Ortología  prosódica,  ó  recta  colocación  de  los  acentos  en  cada  pala- 
bra de  por  sí. 

4.*  Ortología  silábica,  ó  recta  unión  ó  desunión  de  las  vocales  en  cada 
dicción. 

5.*  Ortología  retórica  ó  periódica,  que  trata  de  la  recta  pronunciación  de 
las  palabras  en  la  cláusula  ó  en  el  período. 

La  ortología  rítmica  debía  ocupar  el  cuarto  lugar;  pero  como  nos  hace 
falta  para  determinar  las  leyes  de  la  ortología  prosódica  y  silábica,  la  pongo 
en  el  segundo  lugar. 


(1)  El  inventor  de  este  vocablo  Ortología  fué  el  presbitero  Miguel  Sebastian  en  bu  obra  Ortografía  y 
Ortología  (Zaragoza,  1619).  «Ortología  es  vocablo  griego:  es  nuevo:  que  le  havemos  nosotros,  &  imitación 
de  otros  de  la  mesma  lengua  griega,  compuesto.  Quiere  decir:  forma  de  buena  boca  y  lengua:  siquiera, 
de  buena  pronunciación  para  leer,  y  para  el  hablar.» 


LIBRO    PRIMERO 


Ortología  Fonética. 

Ante  todo  necesitamos  fijar  bien  el  significado  de  los  tf^rminos  propios 
de  la  Ortología;  y  por  esto,  antes  de  hablar  del  sonido  de  cada  letra,  wee  ex- 
tenderé en  definiciones  y  divisiones. 

CAPITULO  PRIMERO 

Letras. 

2.  El  signo  ordinario  del  pensamiento  es  la  voz  humana:  la  voe  es  el  so- 
nido ó  conjimto  de  sonidos  que  resultan  do  las  vibraciones  de  las  cuerdas 
vocales,  modificadas  por  la  diversa  disposición  de  la  boca,  la  lengua  y  los 
labios.  Los  filósofos  enseñan  que  para  que  el  sonido  pueda  llamarse  propia- 
mente voz,  es  necesario  que  el  que  le  emite,  intente  significar  algo  con  él. 
Por  esta  razón  no  son  formalmente  voces  los  sonidos  producidos  por  el  fo- 
nógrafo, el  eco  y  el  papagayo  (1). 

La  forma  propia  del  pensamiento  humano  es  el  juicio,  á  saber,  aquel  acto 
en  el  cual  el  entendimiento  afirma  ó  niega,  uniendo  ó  separando  dos  ideas. 
La  expresión  oral  ó  escrita  del  juicio  se  llama  oración  ó  proposición:  en  ella, 
como  en  el  juicio,  además  del  sujeto  y  predicado,  que  también  reciben  el 
nombro  de  términos,  y  do  la  afij-macion  ó  negación  entre  ellos,  suelen  entrar 
las  determinaciones,  cualidades  y  relaciones  de  los  mismos,  ya  como  son  en 
sí,  ya  talos  como  los  concibe  el  ontondimionto.  Los  signos  de  todas  estas 
cosas,  constituyen  las  nueve  partos  de  la  oración,  es  decir,  las  nueve  clases 
diQ  palabras,  voces,  dicciones  ó  vocablos  que  existen  en  castellano,  y  cuyos  pri- 
meros elementos  vamos  á  examinar. 

3.  .  Los  primeros  y  más  simples  elementos  do  las  palabras,  son  las  le- 
tras (2>.  La  definición  de  letra  ofrece  alguna  dificultad.  Letra,  según  Priscia- 
no,  es  la  mínima  parte  de  una  voz  compuesta:  litera  est  minimn  ¡uirs  rocis  cnmpo- 
sitae.  Algo  oscura  os  esta  definición,  pues  supono  conocidn  la  comjiosicion  de 
la  palabra,  y  ésta  no  puede  ser  claramente  conocida  sin  saber  antes  qu(5  es 
letra.  S.  Agustín,  en  el  libro  M."  do  Doctrina  christiana,  cap.  2  »,  dice  así:  Li- 


(1)  Qooniftin  niiimnl  vorom  non  omittit  nisi  motuin  px  ¡mnirinat iniíc,  «t.jiifi  nppotitii  sonsitivo  ad 
oxpritnen<lum  aliniiom  aiiimi  afff>ct  urn,  iclno  i-x  Aristotüli';  durtririB  (  Df  A  iiiiiin,  lib.  iJ.".  rnp.  H,  toxt .  HO) 
bíc  vox  deliniohHtiir  a  votr-ritniH  oiin  Sanc-to  Thoina  ( I'orihnrni.  lili.  1."  loe  I):  «oiifw  (iiiiinalijt  orf  prn'.aUi» 
cum  imnijirinntioiir  r/iial/ím.  I  )irit  ur  AOfiiui,  qiiin  vox  ost  sporioo  <]  iinmlnin  s»ni:  íTnitiiírdj»  nrr  prolcittu,  neinpo 
procednns  ali  oro  anininli»,  (jiiainvÍH  formal  us  iii  laryngr...  Ailrlit\ir  il<'iii'|iio  nmi  imiviiu.itinnr  qundam; 
nam  ut  Sfrihit  S.  Tlioina«,  I'hilosop)ii  ilortrinaiii  c>xpon<M)M,  «nmi  oiiinis  hoiiuk  nniíiialiK  «'i"!  vox.  Con- 
tingit.  eoiiii  lini^untii  fucoro  alir|uoN  isonON,  i|tii  tainen  non  Hiiiit  voi-o»,  siriit  nt  t  iissiniitos  faciiint 
Moniiin,  qiii  tainon  iion  est  vox.  Oportftt  oniín  ad  hon  nt.  hü  vox,  ijucxI  vcrboranN  af>rem  Hit  rIíi|uÍ(Í 
aniínatum,  ot  ruin  imairinntionn  (inttnrinn)  ad  alitiuid  8Í>{ni'5cBnduin.»  (I*.  l'rrúlMiru.  1  >.  t  ■»  >it  uno» 
í'hilosophicap,  tom.  V.  pag.  f>*l). 

(¿I     Litera  parece  (jiiu  viene  do  lintrr,  lidim,  untar,  pintar. 


-  31  - 

terae...  signa  sunt  sonorum  ad  articiilatam  vocem,  qua  loquimur,  pertinentium. 
son  las  señales  de  los  sonidos  que  forma  la  voz  articulada.  Si  por  sonidos  se 
entienden  los  irresolubles  en  otros  más  simples,  la  definición  es  exacta.  Pero 
como  la  denominación  de  letra  se  aplica  no  sólo  al  síí'Tio  escrito,  sino  tam- 
bién al  mismo  sondo,  diremos  que  letra  en  el  len^aje  oral  es  cada  uno  de 
los  sonidos  simples  que  el  hombre  emite  al  hablar:  j  en  el  escrito,  letra  es  el  sig- 
no de  cada  sonido  simple. 

4.  Vocales. — Las  letras  se  dividen  primeramente  en  vocales  y  consonantes. 
Vocales  son  las  que  proceden  de  solas  las  cuerdas  vocales,  modificadas  sola- 
mente por  la  mayor  ó  menor  abertura  que  dejan  la  boca  y  la  lengua  á  la 
salida  del  aire.  De  los  diversos  sonidos  vocales  que  el  hombre  puede  emitir^ 
el  idioma  castellano  sólo  admite  cinco:  a,  e,  i,  o,  u.  De  estas  cinco  vocales,  a, 
c,  o,  son  fuertes  ó  llenas;  /,  u,  débiles. 

5.  Consonantes.— h^tvdiS  consonantes  son  los  sonidos  producidos  por  los 
movimientos  de  la  lengua  y  demás  órganos  concurrentes  á  la  emisión  de  la 
voz.  Se  llaman  consonantes,  porque  no  pueden  por  sí  solos  formar  voz  si  no 
sitenan  con  ellos  las  vocales,  delante  ó  detrás.  La  letra  consonante  es  también 
sonido  simple:  en  efecto;  si  pronunciamos  las  sílabas  ba,  be,  bi,  bo,  bu,  notare- 
mos que  en  todas  ellas  hay  algo  igual,  que  es  la  aproximación  rápida  y 
suave  de  un  lab  o  al  otro,  y  algo  que  se  muda  que  es  la  vocal:  por  consi- 
guiente, en  cada  una  de  esas  sílabas  hay  dos  elementos  simples,  uno  conso- 
nante y  otro  vocal.  Los  sonidos  consonantes  en  castellano  son  diez  y  nueve, 

6.  Alfabeto  ó  abecedario.— m  catálogo  de  todas  las  letras  griegas  se  llama 
alfabeto,  por  empezar  con  las  dos  letras  «,  ?,  alfa,  beta;  y  este  nombre  se  suele 
dar  también  al  catálogo  de  las  letras  latinas  y  castellanas:  y  este  último  re- 
cibe también  el  nombre  de  abecedario,  tomado  de  las  cuatro  letras  primeras 
del  catálogo. 

He  aquí  el  alfabeto,  según  le  trae  Lope  de  Tega,  en  el  diálogo  de  Peri- 
báñez  con  su  fiel  esp3sa  Casilda  (t.°  S.°,  284'}: 


Casilda.  ¿Qué  ha  de  tener  para  buena 
una  mujer? 

Perib.  Oye. 

Cas.  Di. 

Perib.     Amar  y  honrar  su  marido 
Es  letra  de  este  abecé, 
Siendo  buena  por  la  B, 
Que  es  todo  el  bien  que  te  pido. 
H arate  cuerda  la  C, 
La  D  dulce,  y  entendida 
La  E,  y  la  F  en  la  vida 
Firme,  fuerte  y  de  gran  fe. 
La  G  grave,  y  para  honrada 
La  H,  que  con  la  I 
Te  hará  ilustre,  si  de  ti 
Queda  mi  casa  ilustrada. 
Limpia  serás  por  la  L, 


Y  por  la  M  maestra 

De  tus  hijos,  cual  lo  muestra 

Quien  de  sus  vicios  se  duele. 

La  N  te  enseña  un  no 

A  solicitudes  locas: 

Que  este  no,  que  aprenden  pocas^ 

Está  en  la  N  y  la  O. 

La  P  te  hará  pensativa. 

La  Q  bien  quista,  la  R 

Con  tal  razón,  que  destierre 

Toda  locura  excesiva. 

Solícita  te  ha  de  hacer 

De  mi  regalo  la  S, 

La  T  tal  que  no  pudiese 

Hallarse  mejor  mujer. 

La  V  te  hará  verdadera, 

La  X  bixena  cristiana, 


-  32  - 


Letra  que  en  la  vida  humana 
Has  de  aprender  la  primera. 
Por  la  Z  has  de  guardarte 
De  ser  zelosa,  que  es  cosa 
Que  nuestra  paz  amorosa 
Puede,  Casilda,  quitarte. 
Aprende  este  canto  llano; 
Que  con  aquesta  cartilla 
Tú  serás  flor  de  la  villa, 
Y  yo  el  más  noble  villano. 

Cas.        Estudiaré,  por  servirte, 
Las  letras  de  ose  abecé; 
Pero  dime  si  podré 
Otro,  mi  Pedro,  decirte, 
Si  no  os  acaso  licencia. 

Perib.     Antes  yo  rae  huelgo.  Di; 

Que  quiero  aprender  de  ti. 

Cas.        Pues  escucha  y  ten  paciencia. 
La  primera  letra  es  A, 
Que  altanero  no  has  de  ser; 
Por  la  B  no  me  has  de  hacer 
Burla  para  siempre  ya. 
.  La  C  te  hará  compañero 
En  mis  trabajos;  la  D 
Dadivoso,  por  la  E 


Con  que  regalarte  esporo. 

La  F  de  fácil  trato, 

La  G  galau  para  mi, 

La  H  honesto,  y  la  I 

Sin  pensamiento  de  ingrato. 

Por  la  L  liberal, 

Y  por  la  M  el  mejor 
Marido  que  tuvo  amor, 
Porque  es  el  mayor  caudal. 
Por  la  N  no  serás 

Necio,  que  es  Inerte  castigo; 
Por  la  O  solo  conmigo 
Todas  las  horas  tendrás. 
Por  la  P  me  has  de  hacer  obras 
De  padre;  porque  quererme 
Por  la  Q,  será  ponerme 
En  la  obligación  que  cobras. 
Por  la  R  regalarme, 

Y  por  la  S  servirme. 
Por  la  T  tenerte  firme, 
Por  la  V  verdad  tratarme; 
Por  la  X  con  abiertos 
Brazos  imitarla  ansí,  (abrázale) 

Y  como  estamos  aquí, 
Estemos  después  de  muertos. 


Faltan  en  este  alfabeto  las  letras  ch,  j,  11,  n.  Las  demás  deben  leerse  así: 
a,  be,  ce,  de,  e,  efe,  ge,  hache,  i,  ele,  eme,  ene,  o,  pe,  cu,  erre,  ese,  te,  u,  equis, 
zeda. 

El  nombre  hache  se  comprueba  con  otro  ejemplo  del  mismo  Lope  (2."  220') 

Yo,  Bato,  en  este  rebato 
.Sin  hache  te  pido  un  sí. 
Porque  si  respondes  cAi, 
Harás  á  Bato  chibato. 

La  K  no  la  consideraban  como  letra  castellana. 

Esta  08  K:  los  españoles 

No  la  solemos  poner 

En  nuestra  lengua  jamás  (Lopo.  1."  293") 


Estaba  aprendiendo  aqui 

La  letra  bestia  y  In  K. 

— La  primera  sabes  ya. 

—  Es  verdad,  ya  la  aprendí  (Id.  Com.  La  dama  boba) 

La  jota  era  la  misma  /,  como  en  latin  y  griego,  poro  con  el  nombre  griego 
y  la  figura  prolongada. 

La  u  servía  do  v,  y  la  llamaban  siempre  u,  como  se  ve  en  estos  versos  del 
citado  Lope  (3."  165"): 


—  as  — 

Venganza  comienza  en  v: 
—Harto  bien  te  vengas  tú 
De  su  necia  confianza. 

Otros  muclios  ejemplos  pudiera  citar  acerca  del  nombre  de  las  letras; 
pero  los  creo  innecesarios.  Para  concluir  diré  que  las  letras,  como  la  Aca- 
demia enseña,  deben  llamarse  así:  a,  be,  ce,  che,  de,  e,  efe,  ge,  hache,  i,  jota, 
Tía,  ele,  elle,  eme,  ene,  o,  pe,  cu,  ere,  erre,  ese,  te,  u,  ve,  equis,  ye,  zeda.  En 
todo  estoy  conforme,  exceptuando  la  v,  según  más  adelante  trataremos. 

Nota.— Com.0  ciiriosidad  eufónica,  pondré  aquí  el  siguiente  texto  de 
Cáscales  (Tablas  Poéticas,  pág.  151): 

La  a  es  sonora  y  clara:  la  o  llena  y  grave:  la  i  aguda  y  humilde:  la  u  su- 
til y  lánguida:  la  e  de  mediano  sonido.  En  las  consonantes  se  consideran  es- 
píritu y  sonido:  el  espíritu  dice  en  sí  estridor  y  rechinamiento;  el  sonido, 
sacudimiento,  aspereza,  retintín  y  bramido.  La  /y  5  son  espirituosas,  como 
se  ve  en  silua  (sic),  sale,  saeta^  juribundo,  furia,  fiera,  jacundo.  Y  también  la  h, 
la  cual  casi  siempre  trae  su  descendencia  de  la  /,  como  de  Fernando,  Her- 
nando; áejai'to,  harto;  dejado,  hado;  de/ambriento,  hambriento.  Entre  los  hom- 
Ijres  doctos  poco  ó  casi  nada  se  pronuncia,  sino  es  en  las  aspiraciones,  como 
hay  (sic),  cuando  nos  dolemos;  ha,  ha,  ha,  cuando  reímos;  hao,  hola,  cuando 
llamamos.  L,  m,  n,  son  blandas,  como  leve,  luna,  lirio,  mejilla,  amar,  médico, 
Juno,  cano,  hermano;  aunque  la  m,  suele  tener  un  sonido  lleno,  principal- 
mente con  otra  m,  b,  p,  como  summo,  cambio,  rompo,  C  j  g  hacen  no  poco  so- 
nido, como  Caco,  gigante.  La  d  es  humilde,  como  Dido,  dado,  dedo.  La^  es  so- 
bervia  (sic)  y  hinchada,  como  pulpito,  troynpa.  La  /•  suena  ásperamente,  como 
acérrimo,  parra,  carro.  La  t  se  deja  bien  oír,  como  tuba,  tumulto,  tanto:  las  cua- 
les juntas  con  otras  consonantes,  cobran  más  fuerza  y  aliento;  porque  más 
suena  tumba,  que  no  tuba;  y  más  suena  planto,  que  no  plato;  y  más  suena 
canto,  que  no  cato.  La  z  significa  un  sordo  ruido,  como  zona,  zumbido,  Zo' 
roastro.>> 

CAPÍTULO  II 
Sílabas. 

7.  Sílaba,  de  aúv  =  juntamente,  de  una  vez,  y  Xa¡jL^voj  =  tomar,  es  propia- 
mente lo  que  se  toma  de  una  vez:  es  decir,  el  sonido  ó  conjunto  de  sonidos  que 
se  emiten  á  la  vez  en  cada  articulación  de  la  voz.  Sílaba  es  el  elemento  in- 
mediato de  las  palabras;  y  aunque  no  todas  las  sílabas  duran  el  mismo 
tiempo,  el  oído  las  distingue  por  la  unidad,  ó  mejor  dicho,  unión  de  sus  ele- 
mentos constitutivos,  y  por  la  independencia  que  cada  una  tiene  respecto 
de  las  demás. 

8.  Una  sílaba  puede  constar: 

1.°    De  una  sola  vocal,  como  a,  y.; 

2.°  De  una  vocal  y  hasta  cuatro  consonantes,  v.  g.,  aJ,  la,  per,  p'e,  pres, 
trans. 

3 


-  n4  - 

S."  De  dos  vocales  formando  diptongo,  y  hasta  tres  consonantes;  v.  g.,. 
pie,  pies,  treis. 

4.*'  De  tres  vocales  formando  triptongo,  y  hasta  tres  consonantes;  v.  g., 
en  sa-ciáis,  a-grié^'s. 

Las  sílabas  que  constan  de  una  sola  vocal,  aunque  vaya  acompañada  de 
consonantes,  poca  dificultad  ofrecen:  pero  cuando  hay  vocales  contiguas- 
ocurren  tantas  dificultades  para  determinar  el  número  de  sílabas,  y  son  tan- 
tos los  errores  que  se  van  introduciendo  en  nuestra  Ortología,  que  ésta  es 
la  causa  principal  que  me  lia  impelido  á  emprender  este  penoso  estudio^ 
Ahora,  prosigamos  poniendo  las  nociones  necesarias  para  adelante. 

9.  Azeuxis — La  azeuxis  (de  á  =  sin,  y  C^i^tr  =  unión)  es  la  eontigüidad  de 
dos  voccdes  que  naturalmente  no  se  unen  parajormar  una  silaba;  v.  g.,  Te-ófilOr 
tra-ído,  re-úne,  cri-ar.  En  latin  dos  vocales  contiguas  constituyen  casi  siem- 
pre azeuxis,  esto  es,  cada  vocal  forma  una  sílaba:  en  castellano  no  es  así.  La 
palabra  lectiones=lecciones,  en  latin  tiene  cuatro  sílabas;  en  castellano,  tres: 
Juisti  en  latin  tiene  tres;  fuiste  en  castellano  dos;  y  así  otras  muchas  pa- 
labras. 

1 0.  Diptongo  (de  Sír  =  en  dos,  y  <p8óYYoc  =  sonido  vocal)  es  la  unión  natural 
de  dos  vocales  contiguas  en  una  sola  silaba.  La  causa  principal,  no  única,  de  los 
diptongos  es  el  hiato  que  resultaría  de  hacer  una  sílaba  de  cada  vocal  Hiato 
(de  hia7'e— abrir  la  boca)  es  el  sonido  desagradable  que  produce  la  unión  de 
dos  ó  tres  sílabas  vocales,  lo  que  obliga  á  tener  abierta  la  boca  hasta  que 
llega  una  consonante;  v.  g.,  iba  á  Andalucía. 

11.  Sinéresis  f de  cruvatpéw  =  contraer)  es  lo  contrario  de  azeuxis:  es  la 
unión  indebida  (ó  no  natural)  de  dos  vocales  ó  tres  en  una  sola  sílaba;  v.  g., 
cam-peon  en  vez  de  cam-pe-on,  n'ia-do  en  lugar  de  cri-a-do,  stin-tuo-so  en  vez 
de  sim-tu-o-so.  Se  diferencia  del  diptongo  en  que  éste  es  una  sola  sílaba  en 
virtud  de  alguna  regla  eufónica;  y  en  la  sinéresis  el  que  habla  ó  escribo 
forma  una  sílaba  de  dos  vocales  que  según  las  reglas  deben  ftu-mar  dos  sí- 
labas. 

A  veces  se  comete  la  sinéresis  como  resultado  de  la  sís-fole  ó  dTásfole 
(véase  el  cap.  VI,  n."  36);  pues  la  trasposición  indebida  del  acento  hace  á  vo- 
ces que  dos  vocales  naturalmente  se  unan  en  diptongo,  el  cual,  de  consi- 
guiente, ps  licencioso  por  su  origen.  Así,  si  en  la  voz  vizcaíno,  que  tienií  cua- 
tro sílabas  según  las  reglas,  ponemos  el  acento  en  la  a  diciendo  por  sístole 
vizcáinn,  las  dos  vocales  contiguas  forman  entonces  diptongo,  resultante  de 
la  mala  acentuación  do  la  palabra.  (1) 

12.  Z)rérí?.9w  (de  5!aipéo)  =  dividir),  diazeuxiii  (deStá  — des  y  $Ej$tc  =  "iii<»ii) 
es  la  disolución  de  un  diptongo,  ó  la  separación  indebida  y  licenciosa  de  dos 
vocales,  que  naturalmente  del)ían  formar  dif)tongo.  Suelo  indicarse  cor\  dos 
pimtos  sobre  la  primera  vocal,  liainados  crema  y  taiiibion  dTí'rrsis  por  mot;)- 

(1)  Bonot  divido  Iaa  vncalen  on  ahuorhmleii  y  ahsnvhihUii:  a,  o,  t;  i,  u.  Cailn  lotra  os  absorbento  dp  Ibs 
qnn  HJ^uon,  y  absorbiblo  do  las  quo  prr-rfxlfn:  y  dico  quo  on  toda  sin^rosis,  el  accuto  de  la  absorbibln 
(si  Ik  tenia)  viaja  y  pnsa  k  la  al>Korl)r'iitf';  v.  p.,  mnm-iro,  cni-do,  rif>,  rór-mo». 

Nri  croo  quo  haya  nndio,  riofto  ni  indocto,  (ju©  al  oomotor  la  pinórosis  hac^a  conscionto  ó  inoonn- 
ciontomento  viajar  al  acento.  Todo  ol  mundo  acentúa  las  palabras  en  medio  de  frase,  en  la  minnia 
vocal  qiio  cuando  las  usa  en  ñn  do  vorso. 


f?rs  

nimia;  t.  g.,  violencia,  fiador,  triunfante,  aciago,  ruinoso,  etc.  De  los  dos  puntos 
haré  uso  en  este  libro  para  designar  las  diéresis:  y  de  una  tilde,  como  la  de 
la  ñ,  para  señalar  las  azeuxis  de  débil  átona  seguida  de  vocal  tónica. 

Nótese  que  la  crema  sobre  la  u  en  las  sílabas  güe,  gñi,  no  significa  diso- 
lución del  diptongo,  pues  siempre  lo  son  esas  combinaciones,  exceptuando 
la  combinación  gui  tónica  del  verbo  argüir,  en  que  siempre  hay  azeuxis. 

13.  Triptongo  (tres  sonidos  vocales). — Es  la  unión  de  tres  vocales  en  una 
sola  sílaba.  Para  esto  es  necesario  que  todas  sean  átonas,  ó  se  cumplan  estas 
tres  condiciones: 

1.*    Que  la  primera  y  tercera  vocal  sean  débiles. 

2.*    Que  el  tono  esté  en  la  del  medio,  que  debe  ser  fuerte. 

3.*  Que  la  primera  y  segunda  no  formen  azeuxis:  así  hay  triptongo  en 
saciáis,  agüéis,  huey,  Uruguay,  conciliéis,  evacuáis;  mas  no  en  enviáis,  crteis,  ac- 
tuáis, como  se  probará  adelante. 

14.  Cantidad  de  las  sílabas — Se  llama  cantidad  de  una  sílaba  el  tiempo 
que  dura  su  pronunciación.  Los  latinos  dividían  las  sílabas  en  breves  y  largas, 
y  decían  que  la  breve  dura  la  mitad  de  tiempo  que  la  larga.  Si  esto  es  ó  no 
verdad,  allá  lo  vean  los  gramáticos:  lo  cierto  es  que  el  acento  de  las  pala- 
bras y  la  medida  de  los  versos  latinos  depende  totalmente  de  la  cantidad  de 
las  sílabas.  Los  ortologistas  se  han  devanado  los  sesos  buscando  en  la  can- 
tidad latina  la  medida  de  los  versos  castellanos,  pero  yo,  aunque  probaré 
después  que  el  acento  en  castellano  depende  en  gran  parte  del  acento  lati- 
no, no  dudo  afirmar  absoluta  y  rotundamente  que  en  castellano  no  existe  la 
cantidad  latina,  ni  nuestros  versos  tienen  que  ver  nada  con  los  latinos  res- 
pecto á  la  cantidad,  ni  á  la  medida  de  los  tiempos.  Las  antiguas  teorías  de 
Sicilia  y  Hermosilla  son  puramente  arbitrarias  y  absurdas ;  y  me  detendría 
á  probarlo  si  el  Sr.  Bello  no  lo  hubiera  hecho  ya  victoriosamente. 

No  quiero  decir  con  esto  que  en  castellano  no  tengan  cantidad  las  sílabas: 
la  tienen;  pero  no  en  la  proporción  de  1  á  2,  como  en  latin,  sino  simple- 
mente más  ó  menos.  Y  basten  por  ahora  estas  indicaciones. 

15.  Distinción  entre  el  diptongo  y  la  azeuxis. —  El  oído  bien  organizado 
distingue  muy  bien  entre  la  pronjinciacion  del  diptongo  y  la  de  la  azeuxis. 
He  aquí  un  medio  que  ayuda  á  conocer  los  diptongos:  entre  dos  vocales 
concurrentes  interpóngase  una  consonante  de  fácil  pronunciación,  y  pronun- 
cíese así  la  palabra:  suprímase  luego  la  consonante  y  vuélvase  á  pronunciar 
la  palabra  empleando  en  cada  vocal  aislada  el  mismo  tiempo  que  se  em- 
pleaba antes,  cuando  mediaba  la  consonante:  el  buen  oído  no  advertirá  dife- 
rencia notable,  si  las  dos  vocales  formaban  azeuxis;  pero  si  forman  dipton- 
go, percibirá  un  hiato  muy  desagradable.  Así,  si  pronunciamos  ^olesía,  vino- 
lencia, empireoo,  fijaré,  notaremos  que  al  suprimir  la  consonante  adicional,  y 
al  pronunciar  las  vocales  con  la  misma  separación  que  si  mediase  la  conso- 
nante, resulta  un  hiato  insufrible:  po-esia,  vi-olencia,  empire-o,  fi-aré.  Y  sin 
embargo,  esta  separación  es  necesaria  para  la  medida  del  verso.  Al  contra- 
rio, el  oído  no  halla  diferencia  entre  viaje  y  viraje,  cabe  y  cae,  limón  y  Líon, 
fiar  y  fijar,  etc.  Otro  medio  puede  usarse  para  las  combinaciones  átonas. 


-  36  - 

Sustituyase  la  segunda  vocal  por  una  consonante,  y  se  notará  que  el  oído  no 
percibe  diferencia  de  tiempo  entre  la  palabra  primitiva  y  la  alterada:  v.  g., 
empeorar  y  emperrar,  Cleopatra  y  Clempatra,  cohechado  y  conchabo. 

(6.  Pero  nótese  bien  que  es  gi-avo  errur  creer  que  el  diptongo  deba  pro- 
nunciarse en  el  mismo  tiempo  que  una  vocal  sola,  como  malamente  alg-u- 
nos  arguyen.  El  argumento  es  éste:  el  diptongo  es  una  sílaba,  ó  debe  durar 
el  tiempo  do  una  sílaba;  pero  una  vocal  sola  también  debe  durar  el  tiempo 
de  una  silaba:  luego  el  diptongo  debe  durar  lo  que  una  sílaba  de  una  vocal 
sola.  El. silogismo  parece  estar  en  Bárbara,  pero  está  en  bárbaro,  porque  la 
suposición  del  término  medio  es  particular  en  ambas  premisas.  Para  admi- 
tir dij)tongo  ei\  poesía,  lealfad,  vehemente,  creación,  cooperar,  no  es  necesario 
exigir  (como  algunos  exigen)  que  las  dos  vocales  puedan  pronunciarse  ó  so 
pronuncien  tan  rápidamente  como  pesia,  laltad,  veniente,  cracion,  coperar:  sería 
ésa  una  exigencia  absurda,  pues  con  tal  pronunciación  el  diptongo  dejaría 
de  ser  diptongo,  y  faltaría  el  supuesto  de  la  cuestión.  Nosotros  hemos  dicho 
que  un  diptongo  es  equivalente  á  una  vocal  con  una  consonante,  como  so 
puede  probar  en  infinitas  palabras,  v.  g.,  alcaide  y  alcalde,  Laura  y  ladra,  caeré 
y  cabré,  aleación  y  atención;  ytero  nunca  sostendi'emos,  ])orque  es  una  contra- 
dicción terminante,  que  un  diptongo  sea  igual  que  una  vocal  sola;  diptongo 
significa  dos  sonidos,  y  una  vocal  no  os  más  que  uno.  La  unidad  do  tiempo 
es  algo  elástica,  y  lo  mismo  que  cabe  en  ella  una  vocal,  puede  caber  un  dip- 
tongo, y  una  vocal  con  una  ó  más  consonantes;  y  el  que  duren  más  dos  letras 
que  una,  no  destruye  la  unidad  de  la  sílaba;  pues  esta  unidad,  más  que  de 
tiempo,  es  unidad  de  articulación,  la  cual  puede  constar  luista  de  seis  soni- 
dos, como  en  a-grieis. 

Nota. — La  determinación  do  la  cantidad  en  castellano  lia  sido  siem]U'o  el 
tormento  de  los  ortólogos.  La  mayor  parto  afirman  que  las  sílabas  tónicas 
son  largas,  y  breves  las  átonas.  Hermosilla  llega  hasta  confundir  la  cantidad 
con  el  acento. 

A  mí  me  parece  que  todas  estas  son  cuestiones  de  lana  caprina,  ;i  j)ropó- 
sito  para  emborronar  papel  y  engatusar  fantasías. 

T)o  las  teorías  quo  yo  expongo  (nüms.  14-16,  y  31-3.3)  so  deduce:  1.",  (juo 
cantidad  y  acento  no  son  la  misma  cosa,  puesto  que  tienen  definiciones  diver- 
sas; 2.", -que  desde  la  sílaba  más  breve  (ó  que  monos  tiempo  consumo  al  pro- 
nunciarse) hasta  la  más  larga,  hay  una  serie  de  intermedios  indefinida,  como 
sucede  en  cualquiera  progresión  aritmética  ó  geométrica,  cuya  razón  y  n^" 
mero  de  términos  son  desconocidos;  3.°,  que  en  esta  progresión  es  imposible 
fijar  el  límite  de  lo  breve  y  lo  largo. 

Hay  sílabas  quo  de  fijo  sabemos  quo  son  largas,  j)oi(|un  on  ellas  se  con- 
suinn  mucho  tiempo,  y  no  j)ermiten  sor  colocadas  on  la  peniiltima  de  un  es- 
drújulo, sin  ofender  el  oído:  poro  de  todo  olio  no  sacamos  utilidad  j)ráctica 
ninguna,  ni  nos  hace  falta  j)ara  explicar  ol  ritmo  del  verso,  ni  aun  la  distin- 
ción do  las  sílabas: 

Quede,  pues  tan  famosa  cuestión  archivaila  |)ara  recreo  do  curiosos. 

17.    Esta  tooría,  que  con  mi  trabajo  ho  deducido  considerando  la  natu- 


-  37  - 

raleza  del  diptongo  y  la  sinéresis,  puede  verla  el  lector  en  la  Ortología  de 
Bello,  magistralmente  expuesta;  aunque  no  todo  lo  que  acabo  de  exponer  lo 
hubiera  admitido  este  ilustre  ortólogo,  á  lo  menos  sin  ver  las  pruebas. 

Y  he  de  advertir  también  que'muchos  pecan  en  la  lectura  precipitando 
una  sobre  otra  las  vocales  de  los  diptongos,  de  modo  que  no  se  percibe  más 
que  un  sonido  confuso.  El  oído  caste  laño  se  deleita  en  percibir  clara  y  dis- 
tintamente todas  las  letras  consonantes  y  vocales,  aunque  formen  diptongo 
y  aborrece  las  contracciones  francesas  y  las  vocales  semimudas  y  oscuras  de 
otras  lenguas  y  dialectos. 

Últimamente,  advierto  con  S.  Isidoro,  que  una  vocal  sola  impropiamente 
se  llama  sílaba.  «Veré  illa  est  syllaba,  quae  ex  pluribus  nascitur  literis. 
Nam  unam  vocalem  pro  syllaba  abusive,non  proprie  dicimus.»  (Etymol  1.1.**; 
cap.  16,  n.  1). 


CAPITULO  III 

Palabras. 

1 8.  La  voz  palabra,  según  el  Diccionario  de  la  Real  Academia  (ed ,  de 
1884)  se  deriva  de  la  griega  y  loXvnñ, parábola.  No  puedo  admitir  tal  etimolo- 
gía, aunque  bien  sé  que  hay  metátesis  parecidas,  v.  g.,  peligro  por  periglo,  de 
pej'iculum;  milagro  por  miraglo,  de  miraculiim  (1).  En  primer  lugar  tenemos 
también  parábola  equivalente  el  novahve  parábola  latino  y  griego:  en  segundo 
lugar,  hay  poca  analogía  entre  el  verbo  páXXw  =  lanzar,  y  la  significación  de 
palabra:  en  tercer  término,  la  forma  misma  de  la  voz  palabra,  indica  que  la 
raíz  no  está  en  abra  (como  era  necesario,  si  su  origen  fuese  páAXco),  sino  en 
pal.  ¿Qué  cosa  más  natural,  que  derivarla  del  verbo  hablar?  Hablar,  del  \aAi- 
nofabulari,  era  antiguamente /a6?ar  j  falar  (como  dicen  en  Gralicia):  si  á  la 
radical /«?  añadimos  el  sufijo  abra  (abrum  en  latin),  propio  del  instrumento 
de  que  se  vale  el  agente  para  obrar,  tendremos  falabra  ó  halabra  y  finalmen- 
te palabra:  el  instrumento  ó  medio  de  que  uno  se  vale  para  comunicar  á  otro 
sus  ideas. 

19.  Es,  pues,  palabra  cualquier  sonido  articulado,  capaz  de  significar  una 
idea.  En  las  palabras  se  pueden  considerar  dos  cosas:  el  número  do  sílabas 
y  el  tono  ó  acento.  Dejando  esto  último  para  otro  capítulo,  diremos  en  éste 
lo  que  concierne  á  lo  primero. 

Atendiendo  al  número  de  sílabas,  la  palabra  es 
monosílaba  (de  [xóvo^  =  uno  solo),  si  tiene  una  sola,  como  luz\ 
disílaba,  si  tiene  dos,  como  luces; 
trisílaba,  si  tiene  tres,  como  lucero; 
tetrasílaba,  si  tiene  cuatro,  como  lucífugo] 
pentasílaba,  si  tiene  cinco,  como  luci/ertno; 
y  en  general,  polisílaba  (de  -koIú  =  muchos),  si  tiene  más  de  una. 


(1)    Montesino,  409',  410',  413  (tres),  414,  418',  435'  (dos). 


-  38  - 

20.  Palabras  compuestas — Para  el  fin  de  esta  obra  conviene  tener  alguna 
idea  general  de  las  palabras  compuestas.  Son  las  que  pueden  dividirse  en 
dos  ó  más  simples,  cada  una  de  las  cuales  concun'e  con  su  significado  á  la 
formación  de  una  idea  compuesta:  v.  g.  com-poner,  salva-vidas,  eti-hora-huena. 
Entre  los  componentes  hay  algunos  que  no  pueden  usarse  separados,  v.  g.,  re, 
anti,  archi,peri,  semí,  etc.:  éstos  reciben  el  nombre  de  partículas  inseparables. 

Prefijos  (de  ^7>-ae=delante,  y  fija?')  son  las  partículas  ó  palabras  secimda- 
rias  que  preceden  al  elemento  principal;  y.  g.  con-ceder,  pre-ferir,  Arz-obispo, 
süb-rayar,  trl-ángulo,  úi-solver,  &ntl-Jaz. 

Sufijos  (de  i?w&=detrás),  por  lo  que  toca  al  propósito  de  esta  obra,  son  las 
partículas  pronominales,  y  otras  insei)arablos,  que  siguen  al  elemento  prin- 
cipal; V.  g.,  ama-os,  di-mQ,  te7ned-\B,  fácil-mente. 

Si  los  dos  elementos  son  igualmente  principales,  ninguno  de  ellos  recibe 
tales  denominaciones;  v.  g.,  en  rompe-cabezas ,  salva-vidas  corta-frío,  punti- 
agrido. 

21.  Vicios  de  lenguaje— Ál  hablar  un  idioma  se  puede  faltar: 
1.°     Usando  palabras  ó  giros  do  otro  idioma. 

2.°    Quebrantando  las  reglas  de  la  Sintaxis  y  Construcción. 

3.°    Quebrantando  las  reglas  de  la  Ortología. 

4.°    Quebrantando  las  reglas  de  la  Morfología. 

5.°    Usando  palabras  anticuadas,  ó  nuevas. 

Faltar  en  lo  primero  se  llama  barbarismo;  y  en  lo  segundo,  solecis^no:  de 
ésto  no  tratamos  aquí. 

En  la  Morfología  no  se  puede  faltar,  sin  quebrantar  al  mismo  tiempo  la 
Ortología,  no  siendo  en  la  conjugación:  pues  en  ésta  puede  uno  faltar  di- 
ciendo sabo,  ero,  cabo,  teneré,  abólo;  formas  cuyo  juicio  no  pertenece  á  la  Or- 
tología. Esta  toma  las  palabras  tales  como  se  las  entrega  la  Morfología,  y 
luegf)  juzga  de  su  buena  ó  mala  pronunciación;  do  suerte  quo  la  Ortología 
nada  tiene  que  ver  con  las  formas  no  admitidas  antes  por  la  Morfología. 

En  la  Ortología  puede  pecarse  (sin  faltar  á  la  Morfología)  de  dos  mane- 
ras: ó  en  la  distinción  de  sílabas,  ó  en  la  colocación  dol  aconto.  Do  los  vicios 
en  lo  i)rimoro  homos  tratado  en  el  capítulo  precedente:  do  los  vicios  en  lo 
segundo  trataremos  en  el  capítulo  siguiente. 

Pero  hay  otros  vicios  do  lenguaje,  en  quo  á  la  vez  so  quebrantan  las'  le- 
yes morfológicas  y  ortológicas;  á  saber,  cuando  se  alteran  ó  pronuncian  mal 
las  letras  ó  las  sílabas  que  constituyen  las  palabras.  De  éstos  vamos  á  tratar 
aquí,  y  son  do  tros  clases:  vicios  por  mutación,  por  detracción  y  por  adioion. 

22.  Vicios,  figuras  ó  licencias  por  mutaciuyi.  Son  dos,  antítesis  y  metátesis. 
A)    Antitesis  (de  ávxt  =  por,  en  lugar  de,  y  Oíate  =  posición),  os  ol  cambio 

de  una  letra  i)or  otra;  v.  g.,  carámbalo,  hespital,  melitar,  en  lugar  de  carámbano, 
hospital,  militar.  He  acjuí  algunos  ejemplos  en  los  poetas. 


—  39  - 


Tirso,  12' 

Porque  no  ande  por  el  mundo 
•Cual  yo,  mi  amo  vagamundo, 
Hemos  aprendido  oficio. 

Id.,  489" 

Con  espuela 
Sombrero,  calza  de  abuja, 

Estos  tales  so  entetulan 
Sobrestantes  del  granado. 


Id.,  533 

Quieren  hoy  sacalle  alcalde 
Porque  el  otro  ha  ya  comprido 

Id.,  623 

Y  las  montañas  que  dan 
Seguridad  á  Girona. 


Lope,  3.®  643 

No  hay  risa  con  melecinas. 

Id.,  605' 

Me  enviaba  á  saber  cuál  era  cierta  (1) 
De  una  quistionque  á  muchos  desconcierta. 

Id.,  578 

Más  vale  oiría  acabar 
El  rínglon,  y  responder. 

825 


Id.,  4. 

Bien  dices;  que  el  retular 
Le  pone,  aunque  disimula, 
El  mismo  que  se  retula, 
O  á  quien  se  lo  va  á  rogar: 
Y  asi  Guzmanillo  fué; 
que  el  mismo  se  retido. 
Arjona  (Juan)  dice  casi  siempre  güeso, 
güésped,  agüelo. 

B)    Metátesis  (de  (Jisxá  —  trans)  es  la  transposición  de  letras  ó  silabas;  v.  g., 

por 


por  pebre  (antit  y  metát.) 

»  nervio. 

>  peligro. 
»  ido. 

>  al  rededor. 


tenelde  por  tenedle.  breve 

perlado  »  prelado.  niervo 

cátreda  »  cátedra.  periglo 

bulra,  pairar  »  burla,  parlar.  dio 

pío  rijo  »  prolijo.  al  derredor 

probé  »  pobre. 

23.     Vicios  por  detraccion.—Son  cuatro:  ajéresis,  sincopa,  apócope  y  sinalefa. 
A)    Aféresis  ( de  átpaipéw  =  quitar)  es  la  omisión  de  letras  ó  sílabas  al  prin- 
cipio de  palabra;  ejemplos: 


Lope,  3.0  685" 

Acrisola 
Los  caletres  de  los  sabios 
En  sus  a)  cademias  y  escuelas. 

Id.,  2.»  427 

No  ves 
Que  es  cosa  muy  fecultosa?  (2) 

Soto  de  Rojas,  526 
Tirarán  de  tu  carro 


Janto  y  Etonte,  que  á  tu  luz  se  humilla. 

Tirso,  123" 

Como  el  cueífwdo  (3)  quiebres  de  una  fuente, 
Puedes  salir  y  entrar  seguramente. 

Rojas,  471 
Y  Manzanares  en  Jararaa  y  Nares  (4). 


(1)  Cuál  opinión. 

(2)  Por  dificultosa,  afór.  y  antit. 

(3)  Acueducto. 
l4)  Henar ei.. 


—  40  — 


B)  Sincopa  ''<juYxo7rr¡= concisión,  contracción)  es  la  omisión  de  letras  ó  sí- 
labas en  medio  de  palabra.  Gracioso  es  el  ejemplo  do  síncopa  que  el  autor 
de  la  Mosquea  (578)  propone  hablando  de  música  y  mosca. 

Entrambos  una  cosa  enuncian 
Si  en  la  lengua  latina  se  pronuncian 


Pues  si  música  en  síncopa  le  (I)  nombres, 
No  se  quitan  tajada  los  dos  nombres. 


Otros  ejemplos: 


Vegas,  504 

Quién  hizo,  en  subiendo  al  cielo, 
Enviar  su  soberano 
Espirtu  al  pueblo  cristiano, 
Sino  su  amoroso  celo? 

Virués,  544 

No  estés  al  torpe  sueño  así  entregado: 
Haz  sobre  tí  cuidosa  centinela. 


Zamora,  448 

Esprítus,  ¿qué  decís? 

Qué  ha  respondido? — Nada. 

Hurtado  (Luis),  38" 

¡Oh,  do  ti,  muerto,  reniego, 
Pues  que  nos  quies  asolar. 

A  esta  figura  se  reducen  también  los 
pretéritos  hizon,  trújon,  díjoíi,  vinon,  »úp<m, 
etcétera. 


C)  Apócope  (á7:oy.0TrT,=abscis4on,  cercenamiento,  de  x67:tco= cortar)  es  la  su- 
presión *do  letras  ó  sílabas  al  fin  de  palabra.  Es  vicio  frecuentísimo  en  el 
lenguaje  familiar  de  Castilla  y  Andalucía,  v.  g.,  verdá,  seña,  recao,  neo,  ve7iio, 
emhúo,  sacao,  etc.  De  aquí  procede  que  los  habituados  á  hablar  apocopando^ 
cuando  procuran  la  corrección,  incurren  en  el  extremo  opuesto,  haciendo 
paragoges,  como  hacalado,  corredo,  Bilbado,  f ardido,  rido,pasedo.  En  los  poetas 
es  poco  frecuente;  véanse  algunos  ejemplos: 


Lope,  l.®497" 

Fuimos  á  cal  (2)  de  la  Sierpe. 

Tirso,  41 

Lumbre  hay — Yo  á  entrar  en  calor. 


Hojcda,447' 

Herirá  tu  bel  ;3)  rostro  macilento. 

Lope,  3.0,  568" 

Dice  que  haberlo  jurado 

A  Gutier  (4)  Fernández,  que  es 

Quien  la  fuerza  lo  entregó. 


A  la  fe,  que  vien  de  prisa. 

D)  La  sniídefa  ((Juva?,oí?pT^= fusión,  mezcla)  suprime  la  última  vocal  do  una 
palabra,  cuando  la  siguionto  comienza  con  vocal,  y  liaco  do  las  dos  jialabras 
una;  v.  g.,  estotro,  esotro,  del,  antojo  (por  anteojo),  antir/er  i\)i.n-  anteai/er). 

Fil  gran  duque  de  Medina- 

Sidonia  vino  nntii/er.  (Lope,  4.**,  339"). 

Do  la  sinalefa  en  el  verso,  trataremos  en  el  libro  segundo. 
24.     Vino.^-  por  adirioji.  Son  tros:  próstesis,  rpñit<'sis  y  paragoge. 


(1)  Jjf,  esto  P8,  á  riial<|iiiora  oyi>nto. 

(2)  CMe. 

(3)  Bello. 

(4)  Outitrrt. 


-  41  - 

A)  Próstesis  (irpó^  =  pre,  delante,  y  Géatir  =  posición )  es  la  adición  de  letras 
ó  sílabas  al  principio  de  vocablo;  v.  g.,  arrecoger,  alanzar. 

Asi  para  poder  ser  amatado.     (Garcilaso,  26). 

B)  Epéntesis  (de  érí=sobre,  é^=en,  e£a!7=posicion)  es  la  adición  de  letras- 
ó  sílabas  en  medio  de  vocablo;  v.  g.  arruñar,  Ingalaterra,  coránica. 

Mavorte  (1)  altivo  del  Araxico  fiero.    (Hojeda,  429\ 
Padre,  la  benedicion.    (Cañizares,  571'). 

C)  Paragoge  (de  j:apáY(j)=prolongar)  es  la  adición  de  letras  ó  sílabas  en 
fin  de  vocablo;  v.  g.,  felice,  asina  ó  asín,  en  lugar  de  feliz  y  asi;  joce  por  hoz,  y 
jace  por  haz. 

Pues  quién  diabros  te  hizo  reye'í    (Tirso,  537). 

En  los  antiguos  romances  es  frecuenta  la  adición  de  la  e:  véase  este  ejem- 
plo de  La  Infantina  de  Francia  (X,  164): 


Al  pregón  de  los  torneos 

A  jParis  iban  llegare  (llegando) 

Muchos  nobles  caballeros 

Infanzones  de  solare^ 

Que  de  lueñe  traen  su  via 


Por  la  tierra,  por  el  niare. 
Fiestas  fasen  muy  locidas 
Que  en  el  mundo  non  han  pare^ 
Por  conquerir  de  la  niña 
La  refasia  (rehacía)  volontade. 


25.  Distinción  entre  figura  y  licencia. —  Débese  notar  cuidadosamente, 
que  hay  muchas  figuras  de  dicción  que  no  son  licencias.  Para  esto  vale  admi- 
rablemente la  distinción  filosófica  entre  el  elemento  material  y  el  elemento 
formal.  En  una  palabra  cualquiera,  el  elemento  material  son  las  letras  y  sí- 
labas y  su  disposición;  el  elemento  formal  es  la  conveniencia  de  la  misma 
palabra  con  una  ley;  y  además  este  elemento  formal  puede  considerarse  en 
la  misma  palabra  (objective),  y  en  el  que  la  pronuncia  (subjective). 

Cuando  en  la  formación  de  una  palabra  derivada  de  otra  del  mismo,  ó  de 
diferente  idioma,  interviene  alguna  mutación,  adición  ó  supresión,  hay  siem-^ 
pre  figura:  así  en  peligro  hay  metátesis  deperiglo,  y  enperiglo  antítesis  y  sín- 
copa de  p)ericulo,  que  es  la  palabra  original-  en  aprender  hay  síncopa  de  apre- 
hender; en  del  sinalefa  de  de  el;  en  nervio  metátesis  de  niervo  (como  debía 
ser,  de  ñervo  latino );  en  hidalgo  apócope  y  sinalefa  de  hijo  de  algo;  en  criar 
antítesis  y  apócope  de  creare;  en  faltriquera  antítesis  de  faldriquera  (2),  deri- 
vado de  falda;  en  ayuno  aféresis  y  síncopa  de  su  verdadero  origen  adiunio 
(a=sin,  y  diunium,  de  dies=la  porción  ó  ración  diaria) ;  y  á  este  modo  en  la 
mayor  parte  de  las  palabras.  Al  comenzar  á  formarse  el  idioma  castellano, 
todas  estas  cosas  eran  licencias  contra  el  latin;  pero  ya  formado  y  perfecto 
el  idioma,  y  sancionadas  por  el  uso  común  de  ignorantes  y  sabios  tales  for- 
mas figui-adas,  dejaron  de  ser  licenciosas,  y  se  convirtieron  en  ley.  Por  con- 


(1)  Marte.  ,  x>    ■ 

(2)  Faldriquera  decían  muchos  en  los  siglos  XVII  y  XViii:  véase  Tirso,  569';  Calderón,  2.°  698'  ;  Kojas, 
282;  Diamante,  3«",  SB";  Hoz,  197";  Zamora,  455;  Cañizares,  507".  Niervos  se  halla  en  Ercilla,  6,  40',  43, 62  f 
Eibera  (Luis),  285. 


42  - 


siguiente,  tales  formas  no  son  vicios  de  dicción,  sino  simplemente  figuras, 
l)ues  les  falta  el  elemento  formal  de  la  licencia,  que  es  la  infracción  de  lo 
que  el  uso  tiene  autorizado. 

La  verdadera  Ucencia,  ó  el  vicio  de  dicción,  consiste  formalmente  en  que- 
brantar la  forma  legal  ó  autorizada  por  el  uso;  y  así  se  dan  casos  do  verda- 
deras licencias,  usando  formas  etimológicamente  correctis,  ó  más  correctas 
que  las  sancionadas  por  el  uso.  Tal  sucede  en  felice,  por  feliz,  pece  por  pez, 
niervo  por  nervio,  henedicion  por  bendición,  sobo  \)0t  sé,  cozo  \)0y  cuezo;  stih  por 
estilo,  etc.,  etc. 

Considerando  ahora  la  licencia  formal  bajo  los  aspectos  objetivo  y  suje- 
tivo, es  de  notar  que  estos  dos  aspectos  son  entre  sí  lo  que  la  falsedad  y  la 
mentira.  El  que  dice  lo  que  siente,  no  miente;  y  de  la  misma  manera,  el  que 
por  ignorancia  incurre  en  vicios  de  lenguaje,  no  por  eso  se  dirá  que  comete 
sujetivamente  licencias.  Esto  es  necesario  tenerlo  presente  para  discernir 
las  verdaderas  licencias  en  los  escritores.  Cuando,  por  ejemplo,  Tirso  (533) 
escribe  trojéronle,  puehro,  güesa,  igreja,defiinto,  helle,quesimos,resocifado  y  otras 
palabras  á  este  tenor,  no  comete  licencias  sino  objetivamente,  pues  todo 
aquel  párrafo  le  pone  en  boca  de  un  palurdo;  pero  si  él  á  sabiendas  pusiera 
esas  palabras  por  cualquier  motivo,  como  cosa  propia,  serían  licencias  ó  vi- 
cios en  todo  rigor. 

26.  Arcaísmos  y  neologismos. — La  quinta  clase  de  vicios  en  el  lenguaje  es 
el  empleo  de  palabras  antiguas  ya  desusadas,  ó  de  nuevas  aún  no  autoriza- 
das por  uso.  Ld  primero  so  llama  arcuismo  (de  áp;(iToc  =  antiguo);  v.  g.,  vegada 
por  vez;  magüen-  por  aunque;  alongarse  por  alejarse,  etc.  También  son  arcaís- 
mos las  antítesis  y  epéntesis  y  otros  vicios  que  antiguamente  no  lo  eran. 

El  uso  de  palabras  nuevas  es  neologismo:  es  vicio  feísimo  de  algunos  mo- 
dernos periodistas,  que  no  titubean  en  decir  independizar,  dictaminar,  solu- 
cionar, et.,  etc.  He  aquí  cómo  Tirso  se  burla  de  ciertos  neologismos  de  su 
tiempo  (353'): 
Calvo,       Ha  dado  en  mudar  los  nombres 

El  palacio  á  sus  oíicios, 

En  nuestra  España  novicios: 

Ya  llama  á  sus  gontilliombros 

Acroyes:  ya  hay  sanscrvan, 

Furriel,  costijler,  salsior, 

Guardamangel,  suraillor,  Infanta. 

Panatit'l,  que  guarda  el  pan,  Calvo. 

Y  otros  mil  con  que  dosoo 
Que  ol  palacio  me  sustente 

Y  ocupe,  principalmente 
Entro  aquestos  del  bureo, 


Quisiera,  pues,  yo,  señora, 
Que  siendo  mi  intorcesora. 
El  Duque  me  hiciera  dar 
Uno,  que  acabado  en  él, 
A  los  demás  imitara,      ^ 
Y  de  nuevo  se  criara. 
¿Y  cuál  es? 

Mumiuratiel, 
Que  sin  temor  del  castigo, 
Murmurara  tanto  abuso 
Como  va  inventando  ol  uso, 
I")f>  In  virtud  enemigo. 


Por  holgarme  y  burear. 
Dicen  algunos  que  las  palabras  vanguardia  y  retaguardia  son  del  siglo  xix 
y  procedentes  do  Francia;    mas  se  conoce  qun   lian   loído  poco.  Puedo  ol 
lector  ver  osas  palal)ras  (sin  salir  de  los  Poetas)  oii  Ca'aloron,  3.",  lüü";  on  ol 
Romancero  general,  xvi,  154;  Pérez  de  Hita,  xvi,  U;5,  Castellanos,  129'. 


43 


La  palabra  j^ov^w  creen  muchos  que  era  neologismo  en  el  siglo  XYII:  pue- 
de verse  en  Villaviciosa  (José)  579',  — Hojeda,  446, —Castellanos,  172,— Vi- 
rués,  520,— Gróngora,  465,— Herrera  (Fern.*'),  276. 

La  voz  andén,  que  parece  nueva,  se  halla  en  Castellanos,  65. 

El  diminutivo  señorito  le  he  hallado  por  vez  primera  en  Fernández  de 
León,  391:  su  uso  debió  de  comenzar  hacia  el  año  1650. 

El  adjetivo  chistoso  era  en  tiempo  de  Lope  un  neologismo  que  encontra- 
ba oposición  en  algunos:  he  aquí  el  pasaje  del  mismo  Lope,  en  que  lo  dice 
(tomo  2.^  266"): 


D.  Bernardo. 


Sancho. 


No  te  quiero  tan  chistoso, 
Sancho,  cuando  estoy  mu- 

[riendo. 
Trátame  bien,  que  me 

[ofendo 
Dése  nombre  verg-onzoso. 


D.  Bernardo. 


Sancho. 


Antes  agora  se  usa 
Por  excelente  vocablo 
Entre  los  usos  del  diablo 
Ese  no  ha  tenido  excusa. 
¡Chistoso!  ¿Qué  diferencia 
Do  cualquier  afrenta  tie- 
[ne? 


27.  -  Palabras  de  capricho.— 'Em  el  lenguaje  familiar  se  permite  por  broma 
ó  donaire  inventar  palabras  por  derivación,  ó  á  imitación  de  otras.  Así  en- 
contramos: 

segismundear  (de  Segismundo),  Calderón,  1.**,  13". 

inesear  ó  isabelear  (de  Inés  é  Isabel),  Calderón,  2.°,  135". 

melanoche  (como  melodía),  Calderón,  2.**,  629. 

Jeretuyas  (como  Jeremías),  Rojas,  308'. 

el  paramal  (como  parabién) ,  Lope,  4.°,  493. 

fadricacion,  dorotada  (de  Fadrique  y  Dorotea),  Tirso,  279". 

resí  (como  venó),  Tirso,  497. 

guardiana,  archibispesa,  pontifista,  Preste  Juana;  Tirso,  466. 

ayas  (del  verbo  ayar,  de  aj),  Calderón,  2.",  629'. 

dueñez  y  endueñar'(de  dueña),  Calderón,  3.",  493:  y  otras  muchas. 

28.  Onomatopeya  ó  armonía  imitativa,  es  imitar  con  el  lenguaje  el  soni- 
do que  se  describe.  La  onomatopeya  da  licencia  al  que  habla  para  inventar 
vocablos  á  propósito  para  la  tal  imitación.  Véanse  algunos  ejemplos: 


Villaviciosa  (José),  579. 

Mas  cuando  de  improvisos  atambores 
Oyó  el  taparatán,  que  á  guerra  suena. 

Tirso,  207 
Escápase  una  gata  como  el  puño 
De  un  gato  zurdo  y  otro  carirromo 
Por  los  caramanchones  y  tejados. 
Con  solo  decir  miao  y  echar  un  fufo. 


Lope, 


436' 


Y  ella  (la  gata)  con  ñifi  ñafe 

Se  defendía  con  semblante  airado. 


Id.,  448 
O  pelada  la  mano  ó  con  ampolla, 
Fufú,  fufú,  diciendo. 

Rojas,  311* 

No  hallaréis, 
Esto  es  lo  que  os  certifico, 
Ni  perro  que  os  diga  guau, 
Ni  gato  que  os  diga  mío. 

Calderón,  3.0,  67" 

Yo  soy  titiri  titiri  taina 
Flor  de  la  jacarandaina. 


-  4A  - 

29.  Últimamente  deben  tenerse  en  cuenta  las  siguientes  nociones.  Caco- 
fonía (de  xaxó(7  =  malo,  y  «pww,  =  sonido)  es  el  sonido  desagradable  que  resulta 
de  la  repetición  de  una  misma  consonante,  ó  del  concurso  de  consonantes 
de  difícil  pronimciacion;  v.  g.,  diablillo  lloroso,  atroz,  zozobra,  tu  ttita  te  tiene 
^onto,  el  rorro  roncaba,  etc.,  etc. 

Eufonía  (de  £ú=bien  ó  bueno)  es  el  concurso  ó  combinación  de  sonidos 
agradable  al  oído:  y  letras  eufónicas,  las  que  se  intercalan  para  evitar  la  ca- 
cofonía ó  el  hiato;  v.  g.,  tendré  por  tenré  ó  teneré. 


CAPITULO  IV 

Acento. 

30.  La  intensidad  ó  fuerza  del  sonido,  depende,  según  demuestra  la  Acús- 
tica: 1.*^,  de  la  amplitud  de  las  vibraciones;  2.**,  de  la  extensión  que  tiene  el 
cuerpo  que  vibra;  3.**,  de  la  distancia  entre  el  cuerpo  sonoro  y  el  oído;  4.^ 
del  medio  transmisión. 

La  altura  ó  tono  dependo  del  número  de  vibraciones  por  segundo,  y  tam- 
bién varía  con  la  distancia. 

3J.  Ahora  bien,  el  acento  ¿consiste  formalmente  en  la  intensidad  del 
sonido,  ó  en  la  altui'a?  El  Sr.  Coll  y  Vehí  en  sus  Diálogos  gasta  mucha  tinta 
y  aun  música  en  demostrar  que  el  acento  es  la  mayor  intensidad  ó  fuerza 
con  que  se  pronimcia  alguna  vocal.  Yo  también  soy  aficionado  á  la  música, 
como  el  8r.  Coll;  y  quizá  por  oso  me  parece  que  su  música  no  pnieba  lo  quo 
él  quiere  demostrar.  Convengo  con  él  en  que  la  música  tiene  sus  partes  fuer- 
tes y  débiles,  y  quo  las  sílabas  acentuadas  ó  tónicas  de  las  palabras,  deben 
colocarse  en  parto  fuerte  del  compás,  especií^mente  si  hay  notas  re])etidas 
(v.  g.,  do,  do,  do;  do,  do,  do);  pero  ¿prueba  esto  que  el  impulso  que  damos  íI  la 
vocal  acentuada,  so  pinetosiemjjre  en  ampliar  las  vibraciones,  y  nutica  en  au- 
mentar su  número?  De  ningún  modo;  antes  croo  que  el  efecto  formal  del 
acento  puede  obtenerse  de  tres  maneras:  1.*,  aumentando  la  amplitud  de  las 
vibraciones;  2.*,  aumentando  su  número  en  iguaklad  de  tiempo;  3.*,  aumen- 
tando la  duración  del  sonido,  sin  elevar  el  tono  ni  aumentar  la  intejisidad» 
Voy  á  demostrarlo  por  la  música: 


1 


^irrrv< 


s 


3  .        i 

^^^ 


s 


'^rí^ «'  ll  c-s^-^t^rlyHh-f^^ 


ñ 


oó    fi    ro  cA    fi    ro 

Jfi    tH    no         ffi  ta  no  (fi  ta  no 

co  ra  zoii         co  rn  zon  co  ru  znn 


co    fi    ro  K  ttT  no    Dios     E  ter  uo    Dio» 

Ifi  ta  no  trÍH  to  <le      n\\     tris  te    do    mi 

oo  ra  zoa 


El  ejemplo  núm.  1  lleva  el  aconto  musical  en  la  primera  nota,  y  sin  em- 
bargo, por  estar  la  segimda  nota  un  semitono  más  alta,  el  oído  siente  que  el 


-  45  - 

acento  prosódico  de  las  tres  palabras  se  marcha  á  la  secunda  sílaba:  así  sue- 
nan las  tres  palabras:  cejiro,  gitano,  corazón.  Esto  pnieba  que  la  altura  de  la 
segunda  nota  prevalece  contra  el  acento  rítmico  del  compás,  y  por  consi- 
guiente, que  el  acento  gramatical  puede  consistir  en  la  mayor  altura  del 
sonido. 

El  núm.  2  prueba  que  dentro  de  un  mismo  sonido,  el  oído  gi-amatical  si- 
gue al  acento  rítmico  del  compás,  siendo  las  notas  de  igual  duración:  así, 
las  citadas  palabras  suenan  ahí  esdrújulas:  céfiro^  gitano,  corazón. 

El  núm.  3  tiene  todas  sus  notas  en  parte  débil;  y  sin  embargo,  la  mayor 
duración  de  la  primera,  siendo  todas  iguales  en  altura  ó  intensidad,  hace  que 
el  oído  perciba  el  acento  gramatical  en  ella,  resultando  también  las  tres  pa- 
labras esdrújulas:  y  esto  prueba  que  la  mayor  duración  de  una  sílaba  puede 
convertirla  en  acentuada. 

En  el  núm.  4  el  vocablo  gitano  suena  mal,  porque  ese  giro  y  esos  valores 
no  sirven  para  dicciones  llanas;  pero  si  examinamos  detenidamente  las  otras 
dos,  céfiro  y  corazón,  notaremos  que  la  diferencia  es  muy  pequeña  ó  nula:  lo 
cual  prueba  que  la  elevación  del  sí  destruye  el  acento  del  sol,  y  por  consi- 
guiente, esas  palabras  ni  suenan  al  oído  claramente  como  esdi'újulas,  ni  como 
agudas.  De  donde  se  infiere  que  no  basta  la  intensidad  de  la  parte  fuerte  (sol) 
para  el  acento,  si  las  sílabas  siguientes  son  más  altas  que  la  primera.  Si  las 
notas  fueran  si,  la,  sol,  en  vez  de  sol,  la,  si,  entonces  sonarían  esdrújulas  las 
palabras. 

Iguales  razonamientos  podríamos  hacer  con  los  demás  ejemplos;  de  don- 
de infiero  la  siguiente  conclusión: 

El  acento  depende  de  la  intensidad,  altura  y  duración  del  sonido:  de  todas 
juntas,  ó  de  dos  de  ellas,  ó  de  una  sola.  Cuál  prevalece  en  cada  caso,  no  pue- 
do yo  definirlo;  pero  el  oído  lo  aprecia  muy  bien. 

32.  La  teoría  que  acabo  de  exponer  está  más  fundada  que  ninguna  otra 
en  la  doctrina  tradicional  prosódica. 

I.**  Los  antiguos  latinos  solían  decir  que  el  acento  agudo  consiste  en 
elevar  (acuere,  levare)  la  voz;  pero  si  esta  teoría  es  verdad,  se  hace  imposible 
en  la  música  poner  una  sílaba  acentuada  en  nota  más  baja  que  la  no  acen- 
tuada, sin  destruir  el  acento  de  la  palabra;  y  eso  no  sólo  puede  hacerse,  mas 
siempre  creeré  que  así  lo  hicieron  también  los  griegos  y  los  latinos.  Ade- 
más, los  latinos  llamaban  también  tono  al  acento  (1)  y  tono  (de  -ceívw)  significa 
propiamente  intensidad,  esfuerzo,  no  elevación  ó  agudeza. 

2.°  Respecto  de  la  duración  ó  cantidad,  creo  también  que  los  antiguos 
la  consideraban  como  elemento  del  acento,  ó  como  causa  ó  como  efecto  del 
mismo.  Interidere  syllabam  es,  según  Quintiliano,  alargar  una  sílaba;  y  etimo- 
lógicamente es  esforzarla  ó  acentuarla.  ¿Qué  otra  cosa  prueba  la  forma  de 
los  esdrújulos  latinos?  En  ellos  se  ve  claro  que  el  acento  huye,  cuanto  pue- 
de, de  las  sílabas  breves;  y  esto  prueba,  á  mi  parecer,  que  la  duración  atrae 


(1)    «Latini  habent  et  alia  nomina;  nam  accentns  et  tonos  et  tenores  dicunt,  quia  ibi  sonus  et  crescit 
et  desinit.»  (San  Isidoro,  Etymolog.  lib.  I,  cap.  XVIII,  n.  1). 


-   46  - 

hacia  sí  el  acento;  no  digo  que  siempre,  pero  que  tienen  aquélla  y  éste  gran- 
dísima añnidad  entre  sí. 

3.°  Viniendo  ahora  al  castellano,  vemos  á  los  ortólogos  afirmar  ya  una 
cosa,  ya  otra;  y  todos  tienen  razón,  á  mi  parecer.  Basta  que  pongamos  tres 
testimonios.  Encina,  en  su  Arf£  de  Poesía:  «Avenios  de  notar  que  síUabas 
breves  en  el  romance  llamamos  todas  las  que  tienen  el  acento  bajo.  E  luen- 
gas ó  agudas  se  dicen  las  que  tienen  alto  el  acento.  Aunque  en  el  latin  no 
vayan  por  esta  cuenta.»  Luis  Alfonso  de  Carrillo,  en  su  Cisne  de  Apolo 
(año  1602):  «En  la  sílaba  acentuada  se  sube  y  tarda  más  la  voz...  La  sílaba 
donde  el  acento  estuviere,  en  nuestra  lengua  española,  ésa  es  larga,  y  todas 
las  demás  son  breves.»  Hermosilla  en  el  A)  te  de  hablar  (pág,  362,  3.*  edic): 
«El  acento  y  la  cantidad  son  la  misma  cosa  en  castellano;  y  así,  toda  sílaba 
acentuada  os  larga ^or  uso.*  La  primera  parto  de  esta  aserción  de  Hermosi- 
lla no  la  admito,  porque  es  falsa:  la  segunda  no  la  recliazo,  entendiendo  por 
larga  lo  que  yo  entiendo  (v.  núm.  14).  Estos  testimonios,  tan  contrarios  á  la 
teoría  del  Sr.  Coll  y  Vehí,  y  estas  opiniones,  tan  encontradas  y  diversas,  so 
enlazan  y  unen  todas  en  mi  teoría.  Las  opiniones,  exclusivistas  son  falsas 
precisamente  por  querer  constituir  el  acento  en  uno  solo  de  los  tres  elemen- 
tos que  pueden  entrar  á  formarle. 

Concluyo  y  digo:  1.°,  que  el  acento  no  consiste  siempi-e  en  sola  la  intens'- 
dad,*ni  en  sola  la  altura  ó  la  duración:  2°,  que  á  veces  consiste  en  uno  solo 
de  estos  elementos:  3.",  que  otras  veces  puede  consistir  en  dos  de  ellos,  ó  en 
los  tres  combinados. 

33.  Por  lo  dicho  so  ve  cuan  difícil  es  dar  la  definición  del  acento.  Yo» 
conforme  con  mi  doctrina,  diré  que  el  fono  ó  acento  tónico  ó  2>>'osódico  es  un 
aumento  relativo  en  las  vibraciones  del  sonido  articulado.  Aumento,  digo,  ó  en  la 
amplitud  ó  en  el  número  de  las  vibraciones,  el  cual  número  puedo  aumen- 
tarse elevando  la  voz  ó  dando  más  duración  á  la  pronunciación  do  la  sílaba: 
relativo,  es  decir,  que  en  cada  caso  particular  el  aconto  consiste  formalmen- 
te en  aquel  aumento  que  én  el  oído  prevalece  sobre  los  demás,  y  sobre  las 
vibraciones  do  los  sonidos  que  preceden  ó  siguen.  En  castellano  no  conoce- 
mos ni  nos  hace  falta  otro  acento  que  el  agudo:  éste  en  la  escritura  se  marca 
con  una  rayita  oblicua  de  derecha  á  izquierda,  que  se  coloca  sobre  la  vocal 
tónica,  cuando  las  reglas  generales  no  bastan  para  saber  en  qué  sílaba  está 
el  tono.  Esta  rayita  es  el  acento  ortográfico. 

34.  Tónico  y  átono. — Son,  pues,  vocales,  sílabas  y  ])alabras  tónicas,  las  que 
en  la  pronunciación  llevan  tono  ó  acento  tónico;  y  átonas  (de  a  =  sin,  y  -cóvor- 
=tonoi  las  que  no  le  llevan. 

35.  División  de  las  palabras  tónicas  jior  razón  del  tono: 

1."  Las  palabras  son  agudas,  llanas  ó  graves,  y  csdrújaUus  ó  dactilicas  (1) 
según  que  tengan  el  tono  en  la  liltima,  en  la  penúltima,  ó  en  la  antepenúlti- 
ma sílaba:  v.  g.,  cantará,  cantara  y  cántara. 


(1)  Etdrújulí),  do  mlnicrUiU)  itniinno,  cosn  riuo  corro  A  rosbnla:  ilarlilim  do  dáftiU).  Esta  donominarion  no 
PR  dol  todo  fixaotH,  h  no  Ror  qiio  so  admita  oí  principio  sRontndo  por  Carrillo  y  HormORÜla.  l'oro  no  os 
reprenRihle  on  rastollano;  puoH  «>Rt^  aiitorizada  por  el  diccionario  do  la  Acaileinin,  y  la  uñaron  Villo- 
güH  (Estoban),  W\;  DurjfOH,  117;  Uoña,  f>í.'t;  Tapia,  »*<á,  y  otroR. 


-  47  - 

2.°  Ditónicds  son  las  palabras  que  llevan  dos  sílabas  tónicas;  v.  g.,  her- 
mosamente, Jacilisimaménte.  Subfónicas  (de  stib  =  detrás,  un  poco)  aquellas 
cuyo  tono  se  oscurece  por  venir  detrás  de  otra  sílaba  tónica;  v.  g.,  Oh  Dios 
mío:  la  sílaba  Dios  es  aquí  subtónica. 

36.  Vicios  ó  licencias  en  la  colocación  del  acento  ó  tono.  Cuatro  licen- 
cias pueden  cometerse: 

a)  La  atonía  se  comete  pronunciando  sin  acento  una  palabra  tónica; 
V.  g..,  cuando  los  navarros  dicen  unos  diez,  otros  cuantos,  haciendo  átonos 
aquellos  adjetivos  {unos,  otros). 

b;  La  hipertonía  (de  óttep  =  sobre,  excesivamente)  consiste  en  pronunciar 
con  tono  una  palabra  átona;  v.  g.,  Por  la  señal 

c)  La  sístole  (aua-coXT,  =  contracción,  encogimiento)  se  comete  poniendo  el 
tono  en  alguna  vocal  anterior  á  la  tónica;  v.  g.,  sutil,  méndigo,  sincero,  austero: 
ó  traído,  cáido,  vizcaíno,  como  dicen  muchos  burgaleses  y  palentinos. 

d)  La  diástole  (Stad-ro^Tj^ dilatación,  alargamiento)  se  comete  trasladando 
el  tono  á  una  sílaba  posterior  á  la  tónica;  v.  g.  oceáiio,  Séneca,  Ñapóles. 

CAPITULO  y 

Sistemas  ortográficos. 

37.  Por  la  íntima  conexión  que  tiene  la  Ortología  con  la  Ortografía  (1) 
no  podemos  dispensamos  de  tratar  este  asunto  con  alguna  detención.  Y  para 
comenzar,  nada,  á  mi  parecer,  viene  tan  á  propósito  como  el  siguiente  capí- 
tulo del  Fray  Gerundio  de  Campazas,  que  en  ameno  estilo  nos  da  idea  exacta 
de  los  diferentes  sistemas  ortográficos  (tomo  xv,  76). 

«Todos  convinieron  en  que  aquel  niño  (G-enindico)  había  de  ser  gran 
predicador,  y  que  sin  perder  tiempo  era  menester  ponerle  á  la  escuela  de 
Villaomate,  donde  había  un  maestro  muy  famoso. 

»Eralo  un  cojo,  el  cual,  siendo  de  diez  años,  se  había  quebrado  una  pier- 
na por  ir  á  coger  un  nido Siendo  cosa  averiguada  que  los  cojos  por  lo 

comim  son  ladinos  y  avisados,  este  tal  cojo  de  quien  vamos  hablando,  no 
era  lerdo,  aunque  picaba  un  poco  en  presumido  y  en  extravagante.  Como 
sal'ó  tan  buen  pendolista,  desde  luego  hizo  ánimo  á  seguir  la  carrera  de  las 
escuelas,  esto  es,  á  ser  maestro  de  niños:  y  para  soltarse  en  la  letra,  se 
acomodó  por  dos  ó  tres  años  de  escribiente  con  el  notario  de  la  vicaría  de 
San  Millan,  el  cual  era  hombre  curioso  y  tenía  algunos  libros  romancistas, 
unos  buenos  y  otros  malos.  Entre  éstos  había  tres  libritos  de  ortografía, 
cuyos  autores  seguían  rumbos  diferentes  y  aun  opuestos,  queriendo  uno  que 
se  escribiese  según  la  etimología  ó  derivación  de  las  voces,  otro  defendien- 
do que  se  había  de  escribir  como  se  pronunciaba,  y  otro  que  se  debía  seguir 
en  eso  la  costumbre.  Cada  uno  alegaba  por  su  parte  razones,  ejemplos, 
autoridades,    citando  academias,  diccionarios,  lexicones,  ex  omni  lingua, 


(1)     Ortografía  (de  ópGór  ::=:  derecho,  recto,  segun  ley,  y  Ypó^W  ■=.  escribir). 


-  48  - 

tribu,  populo  etnatione;  y  cada  cual  esforzaba  sn  partido  con  el  mayor  empe- 
ño, como  si  de  este  punto  dependiera  la  conservación  ó  el  trastornamionto 
y  ruina  universal  de  todo  el  orbe  literario,  conviniendo  todos  tres  en  que  la 
ortografía  era  la  verdadera  clavis  scientiarum,  el  fundamento  de  todo  el  buen 
saber,  la  puerta  principal  del  templo  de  Minerva,  y  que  si  alguno  entraba  en 
él  sin  ser  buen  ortogralista,  entraba  por  la  i)uerta  falsa,  no  habiendo  en  el 
mundo  cosa  más  lastimosa,  que  el  que  se  llamasen  escritores  los  que  no 
sabían  escribir.  Sobre  esto  pie  metía  cada  autor  una  zambra  de  todos  los 
diantres,  en  defensa  de  su  particular  opinión. 

»A1  etimologista  y  derivativo  se  le  partía  el  corazón  de  dolor,  viendo  á 
innumerables  españoles  indignos  que  escribían  España  sin  H,  en  gravísimo 
deshonor  de  la  gloria  de  su  misma  patria,  siendo  así  que  se  deriva  de  His- 
pania,  y  ésta  de  Hispaan,  aquel  héroe  que  hizo  tantas  proezas  en  la  caza  de 
conejos,  de  donde  en  lengua  púnica  se  vino  á  llamar  Hispania  toda  tierra 
donde  liabía  mucha  gazapina.  Y  si  se  quiere  que  se  derive  de  Héspero,  aun 
tiene  origen  y  cuna  más  brillante,  pues  no  viene  menos  que  del  lucero  ves- 
pertino, que  es  ayuda  de  cámara  del  sol  cuando  se  acuesta,  y  le  sirve  el 
gorro  para  dormir;  el  cual  á  ojos  vistos  se  ve  que  está  en  el  territorio  celes- 
tial de  nuestra  amada  patria;  y  quitándola  á  ésta  la  H  con  sacrilega  impie- 
dad, oscurecióse  todo  el  esplendor  de  su  clarísimo  origen.  ¡Y  los  que  hacen 
esto  se  han  de  llamar  españoles!  ¡Oh  indignidad!  ¡Oh  indecencia! 

>  Pero  donde  perdía  todos  los  estribos  de  la  paciencia  y  aun  de  la  razón, 
era  en  la  torpe,  en  la  bárbara,  en  la  escandalosa  costumbre  ó  corruptela  de 
haber  introducido  la  y  griega,  cuando  servía  de  conjunción,  en  lugar  de  la  / 
latina,  que  sobre  ser  más  pulida  y  más  pelada,  tenía  más  parentesco  con  el 
et  de  la  misma  lengua,  do  donde  tomamos  nosotros  nuestra  /'.  Fuera  de  que 
la  y  griega  tiene  una  figura  basta,  rústica  y  gi'osera,  pues  se  parece  á  la 
horquilla  con  que  los  labradores  cargan  en  los  haces  el  carro;  y  aunque  no 
fuera  más  (juo  por  esta  gravísima  razón,  debía  desterrarse  de  toda  escritura 
culta  y  aseada.  Por  estodecía  dicho  etimologista:  Siempre  que  leo  en  algún 
autor  //  Pedro  y  Juan  y  Diego,  en  lugar  de  i  Pedro  i  Juan  i  Diego,  se  me  re- 
vuelven las  tripas,  so  me  conmueven  de  rabia  las  entrañas,  y  no  me  puedo 

contenor  sin  decir  entre  dientes:  Hi de Y  al  contrario,  no  rae  harta  do 

echar  mil  bendiciones  á  aquellos  celebérrimos  autores  que  saben  caál  es 
su  /derecha,  y  entre  otros  á  dis  catedráticos  do  dos  famosas  universidades, 
ambos  inmortal  honor  do  nuestro  siglo  y  envidia  de  los  futuros,  los  cuales, 
en  sus  dos  importantísimos  trabajos  de  ortografía,  han  trabajado  con  glorio- 
so empeño  en  restituir  la  i  latina  al  trono  de  sus  antepasados;  por  lo  cual 
digo  y  diré  mil  veces  que  son  benditos  entre  todos  los  benditos. 

»No  le  iba  en  zaga  el  otro  autor  que,  dospreciandf)  la  etimología  y  la  de- 
rivación, pretendía  que  en  las  lenguas  vivas  so  dobía  escribir  como  so  ha- 
blaba, sin  quitar  ni  añadir  letra  alguna  que  no  se  pronunciase.  Era  gusto 
ver  cómo  se  encendía,  cómo  so  irritaba,  cómo  so  enfurecía  contra  la  intro- 
ducción de  tantas  hh,  nii,  fts  y  otras  letras  importinentos  que  no  suenan  en 
nuestra  pronunciación.  Aquí  de  Dios  y  del  Rey  (decía  el  tal  autor,  quo  no 


-  49  - 

parecía  sino  portu^iés  en  lo  fanfarrón  y  en  lo  arrogante):  si  pronunciamos 
ornare,  onra,  ijo  sin  aspiración  ni  alforjas,  ¿á  qué  ton  emos  de  pegar  á  estas 
palabras  aquella  h  arrimadiza,  que  no  es  letra  ni  calabaza,  sino  un  recuerdo 
ó  un  punto  aspirativo?  Y  si  se  debe  aspirar  con  la  h  siempre  que  se  pone, 
¿por  qué  nos  reímos  del  andaluz,  cuando  pronunciadlo,  ;o^i?-a,  jombre?  Una 
de  dos,  ó  él  jabla  bien,  ó  nosotros  escribimos  mal.  Pues  ¿qué  diré  de  las  nn 
ss,  rr,  pp  y  demás  letras  dobles  que  desperdiciamos  lo  más  lastimosamente 
del  mundo?  Si  suena  lo  mismo  pasión  con  una  s  que  con  dos,  inocente  con 
una  w  que  con  dos,  Philipo  con  unap  que  con  dos,  ¿ut  quid perditio  haec?  Que 
doblemos  las  letras  en  aquellas  palabras  en  que  se  pronuncian  con  particu- 
lar fortaleza,  ó  en  las  cuales  si  no  se  doblan  se  puede  confundir  su  significa- 
do con  otro,  como  en  perro,  para  distinguirle  diQ  pero;  en  parro,  para  diferen- 
ciarle de  paro:  y  en  cerro,  para  que  no  se  equivoque  con  cero,  vaya;  pero  en 
huro,  que  ya  se  sabe  lo  que  es,  y  no  puede  equivocarse  con  otro  algún  signi- 
ficado, ¿para  qué  hemos  de  gastar  una  r  más,  que  después  puede  hacernos 
falta  para  mil  cosas?  ¿Es  esto  más  que  gastar  tinta,  papel  y  tiempo,  contra 
todas  las  reglas  de  la  buena  economía?  No  digo  nada  de  la  prodigalidad  con 
que  malbaratamos  un  prodigioso  caudal  de  uu,  que  para  nada  nos  sirven  á 
nosotros,  y  con  las  cuales  se  podían  remediar  muchísimas  pobres  naciones 
que  no  tienen  una  u  que  llevar  á  la  boca.  Verbi-gracia:  en  qué,  enpor  qué,  en 
para  qué,  en  quiero,  et  reliqua;  ¿no  me  dirán  ustedes  qué  falta  nos  hace  la  u, 
puesto  que  no  se  pronuncia?  ¿Estaría  peor  escrito  qiero,  qe,por  qé,para  qé,  et- 
cétera? Añado  que,  como  la  misma  q  lleva  envuelta  en  su  misma  pronuncia- 
ción la  u,  podíamos  ahorrar  muchísimo  caudal  de  uu  para  una  urgencia  aun 
en  aquellas  voces  en  que  claramente  suena  esta  letra;  porque  ¿qué  inconve- 
niente tendría  que  escribiésemos  qerno,  qándo,  qáles,  para  pronunciar  quemo, 
quándo,  quáles?  Aun  hay  más  en  la  materia:  puesto  que  la  Je  tiene  la  misma 
fuerza  que  la  q,  todas  las  veces  que  la  u  no  se  declara,  distingamos  de  tiem- 
pos y  concordaremos  derechos;  quiero  decir,  desterremos  la  q  de  todas  aque- 
llas palabras  en  que  no  se  pronuncia  la  u,  y  valgámonos  de  la  ]c,  pues  aun- 
que así  se  parecerá  la  escritura  á  los  Tcyries  de  la  misa,  no  perderá  nada  por 
eso.  Vaya  un  verbi-gracia  de  toda  esta  ortografía. 

«Ei  ombre  ke  kiera  escribir  coretamente,  uya  qanto  pudiere  de  escribir 
akellas  letras  ke  no  se  egspresan  en  la  pronunciación;  porke  es  desonra  de 
la  pluma,  ke  debe  ser  buena  ija  de  la  lengua,  no  aprender  lo  ke  la  enseña  su 
madre,  etc.  Cuéntense  las  uu  que  se  ahorran  en  solo  este  período,  y  por  aquí 
se  sacará  las  que  se  podían  ahorrar  al  cabo  del  año  en  libros,  instrumentos 
y  cartas;  y  luego  extrañarán  que  se  haya  encarecido  el  papel  (1). 

»Por  el  contrario,  el  ortografista  que  era  de  opinión  que  en  esto  de  es- 
cribir se  había  de  seguir  la  costumbre,  no  se  metía  en  dibujos;  y  haciendo 
gran  burla  de  los  que  gastaban  el  calor  natural  en  estas  bagatelas,  decía 
que  en  escribiendo  como  habían  escrito  nuestros  abuelos,  se  cumplía  bas- 


(1)    El  primer  ensayo  de  ortografía  de  est«  género,  de  que  tengo  noticia,  es  el  de  Gómalo  Correa, 
catedrático  de  lenguas  en  la  Universidad  de  Salamanca,  impreso  el  año  1^9. 


-  50  - 

tantemente;  y  más  cuando  en  esto  de  ortografía  liasta  ahora  no  se  habían 
establecido  principios  ciertos  y  generalmente  admitidos,  más  que  unos  po- 
cos, y  que  en  lo  restante  cada  uno  fingía  los  que  se  le  antojaba. 
.  »E1  Cojo,  que  como  ya  dijimos,  era  un  si  es  no  es  muchísimo  extrava- 
gante, leyó  todos  los  tres  tratados;  y  como  vio  que  la  materia  tenía  mucho 
de  arbitraria;  y  que  cada  cual  discurría  según  los  senderos  de  su  corazón,  le 
vino  á  la  imaginación  un  extraño  pensamiento.  Parecióle  que  él  tenía  tanto 
caudal  como  cualquiera  para  ser  inventor,  fundador  y  patriarca  de  un  nuevo 
sistema  ortográfico;  y  aun  se  lisonjeó  su  vanidad  que  acaso  daría  con  uno 
jamás  oído  ni  imaginado,  (^ue  fuese  más  racional  y  más  justo  que  todos  los 
descubiertos;  figurándosele  que  si  acertaba  con  él,  se  haría  el  maestro  de 
niños  más  famoso  que  había  habido  en  el  mundo  desde  la  fundación  de  las 
escuelas,  hasta  la  institución  de  los  Escolapios  inclusivo. 

»Con  esta  idea  comenzó  á  razonar  allá  para  consigo,  diciéndose  á  sí  mis- 
mo: ¡Válgame  Dios!  Las  palabras  son  imágenes  de  los  conceptos,  y  las  letras 
se  inventaron  para  sor  representación  de  las  palabras;  con  que,  por  fin  y 
postre,  ellas  vienen  á  ser  también  representación  de  los  conceptos.  Pues 
ahora,  aquellas  letras  que  representaren  mejor  lo  que  se  escribe,  esas  serán 
las  más  propias  y  adecuadas;  y  así,  cuando  yo  concibo  una  cosa  pequeña,  la 
deba  escribir  con  letra  pequeña,  y  cuando  grande,  con  letra  grande.  Verbi- 
gracia: ¿Qué  cosa  más  impertinente  que,  hablando  de  una  pierna  de  vaca, 
-■  escribirla  con  una  p  tan  pequeña  como  si  se  hablara  de  una  pierna  de  hor- 
miga, y  tratando  de  un  monte,  usar  una  m  tan  ruin  como  si  se  tratara  de  un 
mosquito?  Esto  no  se  puede  tolerar,  y  ha  sido  una  inadvertencia  fatal  y  cra- 
sísima de  todos  cuantos  han  escrito  hasta  aquí.  ¿Hay  cosa  más  graciosa,  ó 
por  mejor  decir,  más  ridicula  que  igualar  á  Zaqueo  en  la  Z  con  Zorobabel 
y  con  Za])ulon,  siendo  así  que  consta  de  la  Escritura  que  ol  primero  era  po- 
quoñito  y  casi  enano,  y  los  otros  dos,  cualquiera  hombre  de  juicio  los  conci- 
be, por  lo  menos,  tan  grandns  y  tan  corpulentos  como  ol  mayor  gigantón  del 
día  de  Corpus?  Porque  pensar  (luo  no  llenaban  tanto  espacio  de  aire  como 
llenan  de  boca,  proportione  sei'vata,  es  cuento  de  niños.  Pues  ve  aquí  que  sal- 
gan Zaqueo  y  Zal)ulon  en  un  escrito,  y  (jue,  siendo  ó  habiendo  sido  en  sí 
mismos  tan  desiguales  en  el  tamaño,  lian  de  parecer  iguales  en  la  escritura. 
Vaya,  que  es  un  grandísimo  despropósito.  ítem,  si  se  habla  de  un  hombre 
en  quien  todas  las  cosas  fueron  grandes,  como  si  d  jéramos  un  San  Agustin. 
ponderando  su  talento,  su  genio,  su  comprohension,  ¿hemos  le  escribir  y 
p  ntar  en  el  papel  estas  agigantadas  prendas  con  unas  lotricas  tan  menudas 
y  tan  indivisibles,  como  si  habláramos,  por  comparanza,  de  las  del  autor  del 
Poema  épico  de  la  vida  de  Han  Antón,  y  otros  de  la  misma  calaña?  (1)  Eso  so- 
ría  cosa  ridicula,  y  aun  ofensiva  á  la  gi-andoza  do  un  santo  ])adre  de  tanta 
magnitu'I.  Fuera  de  que  ¿dónde  puede  haber  mayor  primor  que  el  hacer  que 
cualquiera  lector,  sólo  con  abrir  un  libro,  y  antes  do  leer  ni  una  sola  pala- 


I 


'U,  Alii'le  ol  autor  al  ri'üriilo  (.omiia  <lo  I).  Podro  Xolasco  .l.>  ( i/n|o,  t  it  iilndo: 

«El  Sil   'i|»   los  AnaoorotiiH,   Ih  luz  ilol   Kjfipto,  el   Pasmo  do  In  fí.baida,  ol  Asombro  dol  mundo,  el 
1  ortento  de  la  Uraoia;  la  luilaRrosa  vida  de  San  Antonio  Abad..  Madrid,  1787. 


I 


-  51  - 

l)ra,  conozca  por  el  mismo  tamaño  y  multitud  de  las  letras  grandes,  que  allí 
«e  trata  de  cosas  grandiosas,  magníficas  y  abultadas;  y  al  contrario,  en  vien- 
do que  todas  las  letras  son  de  estatura  regular,  menos  tal  cual  que  sobresa- 
le á  trechos,  como  los  pendones  en  la  procesión,  cierre  incontinenti  el  libro 
y  no  pierda  tiempo  en  leerle,  conociendo  desde  luego  que  no  se  contienen 
«n  el  sino  cosas  muy  ordinarias  y  comunes?  Quiero  explicar  esto  con  el  ejem- 
plo de  un  estupendo  sermón,  predicado  al  mismo  San  Agustin,  el  mejor  que 
be  oído  ni  pienso  oír  en  los  días  de  mi  vida.  Preguntaba  el  predicador,  ¿por 
qué  á  San  Agustín  se  le  llamaba  el  gran  Padre  de  la  Iglesia,  y  á  ningún  otro 
Santo  Padre  ni  doctor  de  ella  se  le  daba  este  •epíteto?  (Así  decía  él).  Y  res- 
pondió: 

»Porque  mi  Agustino  no  sólo  fué  Gran  Padre,  sino  Gran  Madre,  y  G^-an 
Abuelo  de  la  Iglesia.  Gran  Padre,  porque  antes  de  su  Conversión  tuvo  mu- 
chos Hijos,  aunque  no  se  le  logró  más  que  uno.  Gran  Madre,  porque  conci- 
bió y  parió  muchos  Libros.  Gran  Abuelo,  porque  engendró  á  los  Ermitaños 
de  San  Agustin,  y  los  Ermitaños  de  San  Agustin  engendraron  después  todas 
las  religiones  mendicantes  que  siguen  su  Santa  Regla,  las  cuales  todas  son 
ISíietás  del  Grande  Agustino .  Y  note  de  paso  el  discreto ,  que  la  Regla  des- 
truye la  Maternidad,  y  la  Regla  fué  la  que  aseguró  la  Paternidad  de  mi 
Gran  Padre:  3fagmcs  Parens.» 

»Este  trozo  de  sermón  que  oí  con  estos  mismísimos  oídos  que  ha  de  co- 
mer la  tierra,  y  un  pobre  ignorante  y  mentecato,  aunque  tenía  crédito  de 
gran  letrado  y  hombre  maduro,  trató  de  puerco,  sucio,  hediondo  y  digno 
del  fuego;  pero  á  mí  me  pareció  (1),  y  hoy  día  me  lo  parece,  la  cosa  mayor 
del  mundo:  digo  que  este  trozo  de  sermón,  escrito  como  está  escrito,  esto  es, 
con  letras  mayúsculas  y  garrafales  en  todo  lo  que  toca  á  San  Agustin,  des- 
de la  primera  vista  llama  la  atención  del  lector  y  le  hace  conocer  que  allí  se 
■contienen  cosas  grandes,  y  sin  poderse  contener,  luego  se  abalanza  á  leerlo; 
«uando  al  contrario,  si  estuviera  escrito  con  letras  ordinarias,  no  pararía 
mientes  en  él,  y  quizá  le  arrimaría  sin  haber  leído  una  letra.  Así  que,  en  esta 
xqí  ortografía  se  logra,  lo  primero,  la  propiedad  de  las  letras  con  los  concep- 
tos que  representan;  lo  segundo,  el  decoro  de  las  personas  de  quien  se  tra- 
ta; lo  tercero,  el  llamar  la  atención  de  los  lectores .  Y  podía  añadir  lo  cuar- 
to, que  también  se  logra  la  hermosura  del  mismo  escrito;  porque  son  las 
letras  grandes  en  el  papel  lo  que  los  árboles  en  la  huerta,  que  la  amenizan 
y  la  agracian ,  y  desde  luego  da  á  entender  que  aquélla  es  huerta  de  señor; 
cuando  un  libro  todo  de  letras  iguales  y  pequeñas  parece  huerta  de  verdura 
y  hortaliza,  que  es  cosa  de  frailes  y  gente  ordinaria.» 


j(l)    No  80  olvide  que  sigue  hablando  el  Cojo. 


CAPITULO  VI 


Crítica  del  precedente. 

38.  No  creo  que  puede  haber  más  sistemas  ortográficos,  que  los  tres 
expuestos  por  el  P.  Isla  en  el  capítulo  anterior.  La  ortografía  castellana, 
aunque  muy  imperfecta  en  su  origen,  seguía  siendo  idéntica  á  la  latina  en 
todas  las  palabras  derivadas  de  la  misma  lengua,  exceptuando  las  letras 
que  fueron  poco  á  poco  cambiando  de  pronunciación.  A  principios  del  si- 
glo XVII  ya  se  reparaba  no  poco  en  la  ortografía.  Véase  en  prueba  do  ello, 
el  siguiente  pasaje  de  Montalban  (492"): 


Seceetario. 

VinREY. 

Secretario. 
Virrey. 


Secretario. 


Virrey. 


Esta  que  firmaste  ahora 
Es  para  su  majestad. 
Pues  luego  la  trasladad. 
CJerrada  está. 

Quién  ignora 
Que  vida  con  v  se  escribe? 
No,  secretario,  con  b. 
Yerro  de  la  pluma  fué, 
Que  no  mió. 

Quien  recibe 
Una  carta  mal  escrita 


No  sabe  si  fué  ignorancia, 

Y  aunque,  en  fin,  no  es  de  importancia, 

Y  al  dueño  desacredita, 
Es  una  cosa  tan  justa 
Hablar  siempre  con  verdad 
En  todo  á  su  majestad, 
Que  aun  el  alma  se  disgusta 
De  esa  breve  niñería; 

Y  asi  volved  ¿escribir, 
Porque  no  so  ha  de  mentir 
Al  Rey  ni  on  la  ortografía. 


No  diré  yo,  como  los  autores  citados  por  el  P.  Isla,  que  la  ortografía  es 
la  llave  de  las  ciencias;  ni  me  esforzaré  por  darla  una  importancia  que  no 
tiene:  pero  una  cosa  puedo  asegurar,  sacada  de  la  experiencia  en  ocho  años 
do  profesorado,  y  es  que  la  ortografía  es  una  de  las  más  claras  señales  por 
donde  se  revela  el  talento  de  los  niños. 

39.     Tres,  pues,  son  los  sistemas  ortográficos: 

El  primero  so  funda  en  la  etimología:  el  segundo  en  la  pronunciación:  el 
tercero  en  la  costumbre.  El  P.  Isla  indudablemente  defendía  el  tercero,  como 
Se  convence  por  la  razón  que  alega:  «que  en  esto  do  ortografía  hasta  ahora 
no  se  habían  establecido  principios  ciertos  y  generalmente  admitidos,  más 
que  unos  pocos,  y  en  lo  restante  cada  uno  fingía  los  que  so  le  antojaba.» 
Posteriormente  la  Academia  fué  autorizando  y  estableciendo  principios;  y 
aunque  la  ortografía  no  está  del  todo  fijada,  podemos  decir  que  sus  bases 
son  las  siguientes: 

1.*    En  general  debe  escribirse  como  se  liabla;  pero 

2.*  Cuando  un  sonido  puede  sor  representado  por  dos  letras  diferentes, 
debo  seguirse  la  etimología.  Esto  no  obstante, 

3.*    La  costumbre  universal  en  contrario  hace  ley  en  algunos  casos. 

Al  tratar  de  cada  letra  en  particular,  iré  notando  lo  que  se  mo  ocurra 


-  53  - 

según  las  bases  dichas,  que  admito  sin  vacilar;  y  no  porque  crea  que  éste  es 
el  mejor  sistema.  (Véase  la  R.  Acad.,  pág.  350). 

40.  He  visto  y  leído  hace  algunos  años  un  opúsculo  del  catedrático  de 
Bilbao,  Sr.  Escriche,  defendiendo  el  sistema  ortográfico  de  la  pronuncia- 
ción. (No  sé  si  como  invento  suyo:  si  así  lo  creyó,  el  P.  Isla  puede  des- 
engañarle). En  este  sistema  ni  hay  c  ni  q;  ni  h  ni  g  fuerte,  ni  v.  Evidente- 
mente, este  sistema  es  más  breve,  y  sobre  todo  más  fácil  para  los  niños  y 
rudos:  y  si  se  tratara  de  inventar  un  nuevo  sistema,  el  Sr.  Escriche  podría 
contar  con  mi  voto,  aunque  creo  que  he  sudado  más  que  él  enseñando  la 
ortografía  á  los  niños.  Mas  teniendo  ya  ortografía  tradicional  y  etimológica 
lija,  ¿hemos  de  condenar  todos  los  libros  escritos  hasta  el  día  según  ellaj 
para  introducir  otra  que  no  tiene  otra  ventaja  sino  quitar  todas  las  faltas 
de  ortografía  en  lo  sucesivo?  Si  nos  halláramos  en  el  caso  de  establecer  un 
nuevo  sistema  de  numeración,  yo  optaría  por  el  duodecimal,  cuyas  ventajas 
para  lo  sucesivo  son  conocidas  de  todos  los  matemáticos:  pero  ¿cómo  es  po- 
sible renunciar  al  decimal  y  hacer  ininteligibles  todos  los  cálculos  hechos 
hasta  entonces  y  basados  en  dicho  sistema?  Pues  de  la  misma  manera,  no 
podemos  ni  debemos  cambiar  de  sistema  ortográfico.  No  basta  que  una  cosa 
sea  mejor  que  otra  absolutamente,  ó  bajo  algún  aspecto,  para  que  la  admi- 
tamos y  practiquemos:  es  necesario,  cuando  se  elige,  considerar  y  pesar  bien 
todas  las  ventajas  y  todos  los  inconvenientes  de  los  dos  extremos,  y  elegir 
el  que  menos  inconvenientes  prácticos  tenga,  aunque  bajo  algún  aspecto  sea 
peor.  Otro  ejemplo  voy  á  citar  al  Sr.  Escriche:  ¿Cree  usted  que  haríamos 
bien  en  suprimir  todas  las  irregnilaridades  morfológicas  de  tojios  los  Acerbos 
castellanos?  Pues  á  fe  que  sería  una  grandísima  ventaja.  Y  sin  embargo, 
implicaría  gravísimas  dificultades  en  los  adultos  al  hablar,  y  no  nos  excu- 
saría tener  que  estudiar  la  conjugación  irregular,  para  entender  los  libros 
escritos  hasta  aquel  momento. 

Pues  así,  el  sistema  ortográfico  que  el  Sr.  Escriche  defiende  no  nos  libra- 
ría del  trabajo  de  estudiar  el  sistema  actual:  si  la  voz  gerra  suena  guerra  en 
aquél,  y  j erra  en  éste,  necesario  es  saber  los  dos  sistemas  para  leer  los  libros 
escritos  en  ambos.  Ni  es  menor  el  inconveniente  de  la  separación  radical  de 
la  etimología.  Además  de  hacerse  más  ditícil  el  estudio  de  las  lenguas  lati- 
na, griega  y  sus  derivadas,  en  su  morfología,  habría  que  estudiar  aparte  la 
ortografía  de  esas  lenguas;  siendo  así  que  la  ortografía  actual  castellana  es 
sustancialmente  la  misma  que  la  de  las  otras  lenguas  semejantes,  especial- 
mente de  la  lengua  latina:  de  donde  resulta  que  aprendida  la  ortografía 
latina,  se  sabe  la  castellana  y  viceversa. 

41.  Respecto  del  sistema  del  Cojo  del  cuento,  sistema  gerundiano  que, 
como  indica  el  P.  Isla,  era  usado  (y  yo  mismo  lo  he  visto)  en  libros  de  aquel 
tiempo,  nada  hay  que  decir;  pues  su  ridiculez  basta  para  su  refutación. 
Verdad  es  que  podíamos  haber  adoptado,  como  los  alemanes,  el  uso  de  le- 
tras mayúsculas  para  toda  inicial  de  sustantivo;  pero  eso  ni  es  necesario,  ni 
útil,  ni  jamás  se  ha  usado  en  castellano.  Así  que,  acerca  del  uso  de  las  letras 
mayúsculas,  remito  al  lector  á  la  Gramática  de  la  Academia  Española. 


CAPITULO  VII 

De  las  letras  vocales. 

42.  Poco  tengo  que  decir  acerca  de  las  cinco  vocales  a,  e,  i,  o,  u.  Los  cas- 
tellanos las  distinguimos  muy  bien  en  la  pronunciación:  los  gallegos  son 
los  que  las  pronuncian  confusamente.  Algunas  veces  la  e  parece  a;  otras^ 
la  i  parece  e;  otras  la  o  parece  u,  6  viceversa. 

La  R.  Academia,  tratando  de  las  letras  i,  y,  escribe  lo  siguiente  (360): 
«Las  letras  /,  y,  denominadas  hasta  hace  poco  i  latina  la  primera,  ó  i  griega 
la  segunda,  han  tenido  sin  regla  fija  y  por  mucho  tiempo,  oficios  promis- 
cuos. Ya  no  usurpa  la  vocal  los  de  la  consonante;  pero  sí  ésta  los  de  aquélla 
en  varios  casos  y  contra  toda  razón  ortográfica  (1). 

Se  escribe  y  con  el  sonido  vocal  de  i: 

1.'^  .  Cuando  esta  vocal  es  conjunción:  Juaii  y  Pedro,  cielo  y  tierra,  ir  y 
venir. 

2°    Cuando  es  final  átona  precedida  de  otra  vocal;  v.  gr.,  hay,  ley,  estoy. 

Es  costumbre  viciosa  emplear  en  lo  manuscrito,  como  letra  inicial  Y 
mayúscula,  en  vez  de  la  /.  No  se  debe,  pues,  escribir  Ygncwio,  Ysabcl,  sino 
Ignacio,  Is-abeJ.» 

43.  Nada  tengo  que  oponer  á  las  reglas  do  la  Academia  en  este  punto: 
si  la  y  suena  lo  mismo  que  la  /,  lo  mismo  da  poner  una  que  otra,  y  á  falta 
de  razones  etimológicas,  basta  y  sobra  la  costumbre  autorizada  por  la  Real 
Academia.  Pero  es  falso,  que  en  todos  esos  casos  no  haya  alguna  razón  eti- 
mológica; y  por  consiguiente,  la  Academia  no  debió  decir  que  eso  es  contra 
toda  razón  ortográfica.  Porque  no  se  necesita  haber  penetrado  muy  allá  en 
los  secretos  do  nuestra  morfología  y  ortología,  para  saber  que  la  g  latina 
fué  en  muchos  casos  suavizada  y  convertida  en  //;  v.  gr.,  leyendo  =  leyendo, 
Pelagis  =  Pelayo;  rege  =  reye;  lege  =  leye;  ego  =  yo;fugio  =  huyo;  yrege  =  ^greye. 
Pues  pongamos  los  tres  ablativos  antiguos  reye,  leye,y  greye:  al  suprimirí^e  la 
<?  final,  como  en  casi  todos  los  nombres,  quod  »  rey,  ley,  grey,  mudándose  algo 
el  sonido  de  la  y  para  convertirse  en  t,  á  causa  do  la  dificultad  que  ofrece  la 
pronunciación  de  la  y  final  con  su  sonido  propio  de  ye.  Ahora  bien,  si  esto 
debió  suceder  en  estas  tres  palabras,  ¿por  qué  ha  do  sor  disparatado  emplear 
la  y  en  las  otras,  cuando  viene  detrás  de  otra  vocal,  y  es  final,  como  en  las 
tres  sobre  dichas? 


(1)  ;,No  en  bantnnto  rftxon  ortográfica  U  onntambro?  .<li  fiiern  rontm  tnid  rnzon  oríoprAfto»,  n«rl» 
un  «bHurflo  todo  lo  qun  oriMoñnn  Ibh  roerlas  r|iio  4  continuaoinn  da  la  Aoa4lcmi».  Kl  Sr.  Hnllo  {]ikg.  111> 
flico  tatnhion,  ¡mistando  al  ntÍTnolo[,'ÍNta  del  Kr.  Ooriimlio:  «Soria  do  dnitoar  <|uo  no  ffonnraliaaRn  ]a  prac- 
tica do  Ioh  rjuo  Hcñalan  «Hte  ■oiitdo  oo  todo»  Ion  caaos  con  la  luirá  I,  i<8cri hiendo,  V.  gr.,  carei,  vwi,  aire, 
ytint,  Hiiropa  i  Amerita.^ 


—   i>3    — 

Respecto  de  la  y  conjunción  no  hay  etimología  que  valga;  pero  basta  el 
uso  general  y  la  mayor  claridad  en  el  escrito. 

44.  Aparte  de  lo  dicho,  necesitamos  consignar  aquí,  porque  nos  hará 
falta  para  adelante,  que  tanto  la  y  final  como  la  conjuntiva  son  letras  voca- 
les y  no  consonantes. 

Baste  por  ahora  la  autoridad  de  la  Academia.  «Las  palabras  hay,  rey, 
muy,  no  puede  decirse,  prosódicamente  hablando,  que  terminan  en  ye. »  (Pá- 
gina 326,  nota).  En  efecto,  la  y  ñnal  forma  casi  siempre  diptongo  con  la  vo- 
cal precedente,  lo  cual  sería  imposible,  si  la  y  no  fuese  vocal.  Pero  aunque 
no  se  pudiese  probar  que  forma  diptongo  con  otras  vocales,  bastaría  su  so- 
nido enteramente  igual  al  de  la  i,  para  demostrar  que  es  letra  vocal  y  no 
consonante. 

45.  Al  contrario  de  lo  que  decíamos  en  el  núm.  43,  la  i  átona  entre  dos 
vocales,  se  convierte  en  y\  v.  gr.,  oyendo^  oiendo;  contrayente  =  contrátente.  La 
razón  de  este  cambio  es  la  dificultad  que  tiene  la  pronunciación  de  la  vocal 
i  entre  dos  vocales.  La  i  inicial  átona  seguida  de  otra  vocal,  también  es  y, 
como  en  yegua  por  tegua,  de  equa.  No  siempre  se  verifica  esta  conversión  en 
el  diptongo  ie,  pero  entonces  lleva  h  inicial,  v.  gr.,  hierro :  y  la  razón  de  no 
verificarse  dicha  conversión  es  que  la  h  representa  otra  consonante  cambia- 
da; así  en  hierro  (de  Jerrum)  la  h  sustituye  á  la/  de  fierro;  en  hielo  (de  gelu)^ 
á  la  ^  de  gielo.  De  aquí  se  infiere  que  la  forma  hierba  es  más  correcta  que  la 
otra  yerba,  puesto  que  su  origen  es  herba. 

Jjüj  latina  se  ha  cambiado  unas  veces  en^',  otras  en  y,  y.  gr.,  de  Junius, 
Junio]  de  Majus,  Mayo.  La  i  latina  inicial,  seguida  de  otra  vocal,  era  siempre 
consonante;  pero  algunas  veces,  imitando  á  los  griegos,  la  hacían  vocal  los 
latinos,  diciendo  lesu  por  Jesu.  En  castellano,  la  i  ó  j  inicial  átona  latina  se 
ha  convertido  en  j  ó  y;  pero  en  nuestros  poetas  se  encuentra  vocalizada  en 
el  nombre  Ion  (Forner,  361 ,  y  algunas  veces  en  Ionio  (por  Jonio) :  véase  en 
Rufo,  y  en  Arjona  (Juan).  De  paso  notaré  aquí  que  en  el  texto  de  Arjona 
está  malamente  cambiada  en  J(101): 

En  su  abrigado  puerto  defendida 
Del  mar  Jonio,  que  enojado  gime. 

El  Último  verso  no  consta  sino  diciendo  Ionio.  Más  adelante  volveremos 
á  tratar  de  estas  dos  palabras,  con  motivo  de  la  azeuxis  que  forman  las  dos 
vocales. 

46.  Vengamos  ahora  á  la  quinta  vocal,  que  también  merece  particular 
estudio.  Lo  que  sobre  ella  debe  notarse,  lo  dice  Bello  (111)  del  modo  si- 
guiente: 

«La  quinta  vocal  es  siempre  representada  por  la  letra  u.  Pero  este  carác- 
ter es  á  veces  enteramente  ocioso,  porque  ni  representa  el  sonido  vocal  de 
que  le  hemos  hecho  signo,  ni  otro  sonido  alguno.  Así  sucede  siempre  (según 
la  ortografía  corriente)  después  de  la  q,  v.  gr.,  en  las  dicciones  quema,  quita; 
y  después  de  la^,  cuando  no  señalamos  la  u  con  los  dos  puntos  llamados  cre- 
ma.» En  dos  palabras  se  dice  todo  esto:  La  u  es  muda  detrás  de  g  ó  q,  cuan- 


-  5G 


do  ya  seguida  de  ^  ó  i,  pero  algunas  veces  no  es  muda  detrás  de  g,  y  en  este 
caso  dehe  llevar  encima  dos  puntos  llamados  cn-ema.  Antiguamente  escri- 
bían con  q  las  sílabas  que  hoy  escribimos  con  c,  cuando  seguían  dos  vocales 
y  la  primera  era  u\  v.  gr.,  quatro,freqüente,  quota. 

47.  Acerca  de  la  u,  en  la  ortografía  moderna,  no  hay  que  advertir  más. 
Pero  en  una  obra  como  ésta,  no  se  puede  prescindir  de  un  punto  que  en- 
vuelve una  cuestión  peliaguda.  En  el  núm.  6  dijimos  que  la  u  servía  de  v\ 
ahora  bien,  ¿qué  sonido  tenía  la  u  cuando  servía  de  consonante?  ¿Qué  sonido 
debemos  dar  hoy  á  la  v,  que  no  es  más  que  la  u  consonante? 

Digo,  respondiendo  á  ambas  cuestiones,  que  la,  v  ó  u  consonante  se  ha 
confundido  siempre  con  la  5  en  el  sonido. 

Prueba  I.**  La  ortografía  antigua.  Puede  verse  el  tomo  LVII  de  la  Bi- 
blioteca: aquí  sólo  pondré  un  ejemplo  (pág.  547'): 

El  buen  rey  por  bien  bió 
De  á  Dios  padre  seruir, 
E  de  Córdoua  salió, 
Pasó  aguas  de  Alquiuir. 

2.*  El  uso  promiscuo  en  la  rima:  cosa  general  y  corriente  en  todos  los 
poetas  antiguos  y  modernos. 


Garcilaso,  32' 
Busco  de  mi  vivir  consejo  nuei'o: 
Conozco  lo  mejor,  lo  peor  apruebo. 

Alcázar,  407 
Porque  alli  llego  sediento. 
Pido  vino  do  lo  ríuet'O, 
Midenlo,  dánmelo,  heho^ 
Pagólo  y  voyme  contento. 

Tirso,  404" 
Vamos,  que  noticia  llevo 
Do  la  casa  donde  vive 
Don  Pedro.  Madrid,  recibe 
Este  forastero  nuevo. 


Quevedo,  127 

Erase  un  hombre  á  una  nariz  pegado, 
Erase  una  i\a.viz  superlativa, 
Erase  una  nariz  sayón  y  esañba, 
Erase  un  peje  espada  muy  barbado. 
Era  un  reloj  do  sol  mal  encarado, 
Erase  una  alquitara,  peíisiativa, 
Erase  un  elefante  boca  arriba, 
Era  Ovidio  Nason,  más  narizado. 

Lista,  293' 

Del  viento  y  la  mar  brava 

Con  el  henchido  vaso  so  burlaba. 


3."    Los  equívocos  á  que  da  lugar  la  sustitución  do  una  letra  por 


otra. 


Lope,  1.0  299 

Di  aqui:  b,  a,  n,  ban. 

— ¿Dónde  vatt? — lüentil  cuidado! 

— Que  se  van  ¿no  me  decías? 

— Letras  son,  míralas  bien. 

Di  aquí,  b,  c,  n,  hm. 

— ¿Adonde? — Adonde  en  mis  días 

No  te  vuelva  más  á  ver. 

Perdiendo  el  juicio  estoy. 


— ¿  Ven  no  dice?  pues  ya  voy. 

Tirso,  132' 

Esto  08  un  devanador. 

— Los  tuyos  son  devanóos 

— ¿Y  es  de  ébano? — Do  Eva,  no. 

Calderón,  3.®,  669' 
Al  centro  llega 


57 


De  esa  caverna — Como  hagan 

De  la  c,  t,  norabuena. 

— ¿Qué  quieres  decir?— Que  truequen.... 

— Di — La  caverna  en  taberna. 


Quevedo,  202' 
Hay  rostro  que  de  bello 
Tiene  sólo  el  que  le  quitan . 


4.*  El  USO  vulgar.  Encina:  «b  por  v  jv  por  b  muy  usado  está,  porque  tie- 
nen gran  hermandad  entre  sí.» 

Cáscales  (498):  «La  b  j  la  v  son  de  diferente  pronunciación,  como  alcoba, 
lobo,  bota,  bestia,  etc.;  voto,  uva,  vano,  verdad,  veraz,  etc..  De  aquí  viene  que 
no  son  consonantes  suave  y  cabe:  yerro  pueril,  pero  digno  de  gran  pena  en 
poetas  célebres  y  doctos.  Hallo  en  esta  parte  á  los  poetas  españoles  con  oído 
tan  voto  y  obtuso,  que  apenas  sienten  la  dicha  diferencia.»  Cáscales  da  aquí 
testimonio  del  uso  promiscuo  de  la  6  y  v  en  la  rima.  Y  si  el  adjetivo  voto 
que  hallo  en  el  impreso  fué  así  escrito  por  Cáscales,  es  cosa  de  risa  la  tre- 
menda que  dirige  á  los  poetas;  y  aun  más  lo  que  escribe  un  poco  antes:  «Los 
pretéritos...  como  en  latin  se  pronuncian  con  b,  en  romance  con  v,  como  ama- 
va,  quitava.»  ¿Risum  íeneatis? 

La  Real  Academia  (pág.  353):  «Siendo  en  la  mayor  parte  de  España, 
igual,  aunque  no  debiera,  la  pronunciación  de  la  &  y  de  la  v,  etc.» 

5.*  La  misma  ortografía  moderna.  Al  irse  fijando  la  ortografía,  y  al  de- 
terminarse que  lav  jb  siguieran  la  ortografía  latina,  quedaron  algunas  pa- 
labras con  la  letra  cambiada;  y  esto  prueba  que  ni  aun  los  mismos  sabios 
distinguían  una  letra  de  otra  en  la  pronunciación.  Tales  son,  entre  otras  que 
pudiéramos  buscar: 


abogado de  advocatus 

abuelo de  avus 

Avila de  Abula 

alabar de  laudare 

barrena de  verinus 

barbecho de  vervactum 

barniz de  vernicium 

boda de  vota  (1) 


bóveda. . , de  voluta 

bermejo de  vermiculus 

bulto de  vultus 

bxiitre de  vultur 

barrer de  verrere 

maravilla de  mirabilia 

embair de  invadere  (2) 

invierno de  hibernus 


Y  no  solamente  en  la  derivación  del  latin,  sino  también  en  la  derivación 
de  otras  palabras  castellanas  y  en  dos  derivaciones  de  un  mismo  origen,  se 
nota  esta  inconsecuencia;  v.  gr.,  tuve,  estuve,  anduve,  son  formas  compuestas 
de  tener  hube,  estar  hube,  y  andar  hube:  caudillo,  sale  de  cabdiello,  y  éste  de 
cajñtellum;  caudal,  de  cabdal  y  éste  de  capitalis;  abulense,  de  abulensis  (Avila 
con  v);  vulturino  de  vultur  (buitre  con  b);  deuda,  de  debda  ó  debdo,  y  éste  de  de- 
bitum,  etc. 

48.  De  lo  dicho  en  el  número  anterior  se  ve  que  sólo  los  preceptistas,  y 
éstos  sólo  en  teoría  y  no  en  práctica,  han  distinguido  la  b  de  la  v.  Lo  que  todos 
y  en  todas  partes  y  siempre  han  usado,  creo  que  es  suficiente  regla  y  norma 


(1)  En  casi  todas  estas  etimologías  sigo  á  la  Eeal  Academia:  la  de  boda  no  es  la  señalada  en  el  Dic- 
«ionario,  sino  el  latino  vota.  Transiré  ad  secunda  vota,  frase  usada  por  el  Papa  Inocencio  III  en  sus  Decre- 
tales, significa  casarse  segunda  vez. 

(2)  Esta  es  la  etimología  de  embaír:  véase  Gonzalo  de  Berceo  (t.  LVII,  pág.  82). 


—  oa  - 

de  lo  que  nosotros  debemos  hacer,  cuando  se  trata  de  cosas  de  que  el  uso 
común  es  juez  y  arbitro.  Nada  vale  decir  que  eso  no  debió  hacerse.  Tampo- 
co debieron  introducirse  tantas  irregnlaridades  en  la  conjujíacion  castella- 
na, y  sin  embargo,  hoy  ya  son  ley  general.  Si  tú,  lector  amigo,  me  obligas  á 
pronunciar  la  Fcon  el  sonido  que  debió  tener,  yo  te  obligaré  á  pronunciar 
ari emética,  porque  así  suena  la  O  griega;  y  á  pronunciar  las  palabras  que  co- 
mienzan con  hidro,  hipo,  hiper  con  el  sonido  de  la  u  griega,  y  así  habría  que 
mudar  la  pronunciación  en  casi  todas  las  palabras;  porque  en  casi  todas  hay 
algún  cambio  de  letras  ó  sonido.  Las  duras  reprensiones  de  Cáscales  no  tu- 
vieron ni  han  tenido  hasta  hoy  ningún  fruto,  sino  fascinar  á  unos  cuantos 
pedantes  y  á  algunos  gramáticos,  que  quisieron  dar  por  ley  lo  que  se  debió 
hacer,  y  no  lo  que  siempre  so  ha  hecho,  que  es  lo  que  debe  ser.  "Nada  im- 
porta tampoco  la  confusión  ortológica  do  algunas  palabras,  que  el  Sr.  Bello 
lamenta,  porque  esa  confusión  no  engendra  en  el  oyente  confusión  ideoló- 
gica alguna.  El  hombre  no  habla  con  palabras  sueltas,  sino  con  palabras 
formando  oración;  y  la  oración  quita  la  anfibología  ó  equivocación  á  los 
vocablos. 

Déjense,  pues,  los  preceptistas  de  reprender  una  pronunciación  tan  uni- 
versal, derivada  acaso  del  mismo  latin,  y  conténtense  con  su  buen  deseo.  Yo, 
por  mi  parte,  apruebo  la  confusión  de  la  h  con  la  v;  y  no  se  escapará  de  que 
yo  le  tenga  por  pedante  y  presumido,  todo  el  que  pronuncie  tales  letras  con 
distinción,  ó  enseñe  que  no  son  equivalentes  en  el  sonido. 

49.  En  conformidad  con  la  teoría  que  acabo  de  defender  sobre  ía  iden- 
tidad del  sonido  de  la  v  con  el  de  la  6,  réstanos  ahora  tratar  del  nombre  que 
debe  tener  la  v.  Los  antiguos  la  llaman  siempre  u,  como  lo  probamos  en  el 
núm.  6  con  el  testimonio  de  Lope.  En  la  Gramática  oficial  de  1880,  la  Real 
Academia  puso  por  primera  vez  el  nombre  ve;  y  yo,  si  ese  ve  suena  he,  no  lo 
rechazo.  Pero  no  me  parece  bien  que  ni  aun  en  el  nombre  se  distinga  de 
la  h,  por  lo  cual  apruebo  la  práctica  muy  vulgar  de  llamarla  nhó.  Es  como  si 
dijéramos  u,  que  suena  como  h,  u  =  h;  y  llevando  las  voces  compuestíis  el 
aconto  ó  tono  en  el  segundo  elemento,  spgun  trataremos  más  adelante,  debe 
decirse  ubé,  no  übe,  como  malamente  pronuncian  algunos.  Todavía  queda 
otro  cabo  por  atar:  si  esta  palabra  debe  escribirse  con  b  ó  con  v.  Digo  que 
lo  mismo  da;  pero  que  es  más  conforme  con  su  etimología  escribirla  con  b. 
No  importa  que  en  el  nombre  no  entre  el  signo;  tampoco  la  x  entra  eñ  el 
nombre  equis. 

50,  Para  concluir  este  capítulo,  acerca  do  las  vocales,  notaremos  lo  si- 
guiente: 

1."  Que  la  proposición  á  y  las  conjunciones  é,  ó,  ú,  se  acentúan  ortogi'á- 
ficamente  por  costumbre. 

2."  En  lugar  do  ?/  so  pono  é  cuando  la  palabra  que  sigue  empieza  con  /, 
ó  con  hi,  (jue  es  lo  mismo,  porque  la  h  no  suena,  como  Fernatido  é  IfiabeJ: pa- 
dres é  hijos:  con  lo  cual  se  evita  el  hTafo  de  las  dos  íes. 

No  so  verifica  dicha  sustitución  cuando  la  h  precede  al  diptongo  ie.  Se 
dirá,  pues,  ti^e  y  hiena,  nieves  y  hielos.  Tampoco  se  pone  é  por  y  al  principio 


-  59  - 

de  interrogación:  debe,  pues,  decirse  ¿y  Inés?,  ¿y  Higinio?;  y  no  ¿é  Inés?,  ¿é 
Higinio? 

Si  se  aspirase  algo  la  h  inicial,  en  ningún  caso  debería  hacerse  la  susti- 
tución de  é  por  y. 

S,**  La  conjunción  dis5rantiva  ó  se  convierte  en  u  cuando  la  palabra  si- 
guiente empieza  por  1«,  letra  o  sola  ó  precedida  de  la  h\  v.  gr.,  diez  ú  once;  mu- 
jer ú  homlre.  Fuera  de  este  caso,  el  uso  de  la  u  como  disyuntiva,  es  arcaísmo 
de  bajo  estilo. 

CAPÍTULO  XIII 


De  las  consonantes  labiales. 

51.  Las  articulaciones,  ó  sonidos  consonantes  simples,  admitidos  por  la 
lengua  castellana,  tal  como  se  pronuncia  en  Castilla,  son  solamente  diez  y 
nueve,  representados  en  el  escrito  por  los  siguientes  signos  ó  letras  con- 
sonantes: 


1  —  b,  V 

2  —  c  suave,  z. 

3  —  eh 

4  —  d 

5  —  f 

6  —  g  suave. . . 

7  —  g  fuerte,]. 


be 

ce 
che 

de 

efe 

gneóga 

jota 


8  —  1 ele 

9  —  U elle 

10  —  m eme 

11  —  n ene 

12  —  ñ eñe 

13  —  p pe 

14  —  cfuerte,k,q.  cao  cu 


15  —  r . 

16  —  rr. 

17  —  s. 

18  —  t.. 

19  -  y. 


ere 

erre 
ese 
te 

ye 


La  h  no  tiene  sonido:  la  x  equivale  á  es  6  gs. 

52.  División  de  las  consonantes. — La  antigua  división  en  mudas  y  semivo- 
cales, me  parece  casi  inútil  en  castellano:  sin  embargo,  diremos  que  mudas 
llamaron  los  gramáticos  á  las  letras  b,  c,  d,f,  g,  le,  j),  t.  Liquidas,  en  la  lengua 
latina,  son  la  I  y  r,  porque  detrás  de  muda,  á  veces  se  consideraban  como  no 
existentes  para  los  efectos  de  la  cantidad.  Y  como  de  esto  hay  algún  vesti- 
gio en  castellano,  por  esa  razón  conviene  que  se  diga  aquí. 

Más  importante  es  la  división  de  las  consonantes,  según  el  órgano  que 
determina  su  pronunciación.  Entre  las  muchas  divisiones  que  he  visto,  me 
quedo  sin  ninguna;  y  voy  á  dar  la  que  me  parece  más  apta  y  proporcionada 
al  objeto  de  mi  obra.  Digo,  pues,  que 

labiales      son:    b,  v,  f,  m,  p; 

dentales       »       d,  t,  z,  c  (suave); 

guturales     »       c  (fuerte),  g,  j,  le,  q. 

La  X,  como  tengo  dicho,  es  mixta  de  gutural  y  s:  á  las  demás  no  doy 
nombre  particular. 

53.  Vamos,  pues,  á  tratar  de  cada  letra  de  por  sí:  estudio  que  lo  misma 
pertenece  á  la  ortología  que  á  la  ortografía,  aunque  por  distinto  concepto. 
Y  por  lo  que  toca  á  la  ortografía,  conviene  que  asentemos  algunos  prin- 
cipios : 


-  GO  - 

Primero.  Para  fijar  ó  determinar  filológicamente  con  qué  letra  debe  es- 
cribirse un  sonido  que  puede  expresarse  con  dos  signos  diferentes,  es  nece- 
sario recurrir  á  la  etimología  y  al  uso  común.  La  razón  es  que  las  bases  se- 
gunda y  tercera  de  nuestra  ortografía  actual  son  las  dos  cosas  diclias  (véase 
núin.  39).  Por  consiguiente,  esto  es  propio  de  los  sabios. 

Segundo.  Para  el  que  ignora  la  etimología  de  los  vocablos,  no  hay  ni 
puede  haber  un  sistema  completo  de  reglas  ortográficas,  independientes  de 
aquélla.  Esto  no  necesita  demostración,  pues  á  todos  consta  que  quedan  fue- 
ra de  las  reglas  ordinarias  muchas  palabras  sueltas.  Pero  poniéndonos  en  el 
verdadero  punto  de  la  cuestión,  débese  negar  el  supuesto  de  ella:  es  decir, 
que  en  realidad  no  hay  persona  alguna  que  al  escribir  sepa  la  etimología  de 
todas  las  palabras,  ó  atienda  á  ella;  y  por  consiguiente,  debemos  tener  por 
cierto  que  ni  las  reglas  independientes  de  la  etimología,  ni  las  mismas  re- 
glas fundadas  en  ella,  bastan  para  el  uso  común  en  la  escritura.  En  una  pa- 
labra: en  castellano  no  tenemos  ni  podemos  tener  un  sistema  completo  de 
reglas  ortográficas  al  alcance  de  todos. 

Tercero.  La  única  regla  segura  y  universal  do  la  ortografía  es  la  imita- 
ción. Aquél  escribirá  bien  ortográficamente,  que  al  leer  en  libros  escritos  ó 
impresos  con  toda  corrección,  se  fije  en  cómo  está  escrita  ó  impresa  cada  pa- 
labra; y  si  uno  se  descuida  en  notarlo,  jamás  llegará  por  las  reglas  á  observar 
la  corrección  ortográfica.  Aunque  este  trabajo  parece  grande,  no  lo  es,  como 
la , experiencia  enseña:  Y  las  reglas  que  pueden  darse,  aun  sin  referirse  á  la 
etimología,  le  alivian  y  disminuyen  en  gran  parte  (1). 

Cuarto.  Los  principios  anteriores  so  refieren  á  la  etimología  latina, 
árabe,  griega,  etc.;  pero  dentro  de  la  misma  lengua  castellana  se  simplifica 
mucho  el  trabajo  ó  la  dificultad  ortográfica,  observando  el  principio  que  es 
de  razón  natural,  á  saber:  que  las  palabras  derivadas  y  compuestas  deben 
escribirse  con  las  mismas  letras  que  las  primitivas  y  simples;  así,  ovario, 
ovillo,  huevera,  aovar,  desovar,  overo,  ovalado,  óvalo,  ovoide,  ovíparo,  óvulo  so  es- 
cribirán con  V  porque  se  derivan  de  huevo.  De  esta  manera  queda  la  dificul- 
tad reducida  á  las  palabras  radicales,  y  á  otras  pocas  de  origen  raro  ó  for- 
ma singular. 

Supuestos  estos  principios,  daremos  algunas  reglas,  como  suele  hacerse 
en  las  gt:amáticas.  Y  en  este  capítulo  trataremos  sólo  de  las  consonantes  la- 
biales. 

54,     Uso  de  la  hjv. 

La  roghi  etimológica  es  una  sola:  no  se  debe  escribir  v  sino  cuando  lo 
pide  la  etimología:  y  ésta  lo  exige  en  los  casos  siguientes: 

1."  En  los  adjetivos  torminados  en  ava,  ave,  avo,  eva,  eve,  evo,  iva,  ivo; 
Vorbi-gracia,  odavo,  suave,  esclavo,  nueva,  leve,  suevo,  Jurtiva,  activo.  Excep- 
túase árabe  que  en  su  origen  tiene  6. 


d)  Cuando  hablninoü  de  rosflas  indopondientes  de  la  etimotoKla,  iiuoremoR  decir  que  para  observar- 
las no  so  nocoHÍta  atondor  á  olla;  poro  no  quo  las  reiflas  en  si  soan  imlopondlontos  do  la  misma  otimo- 
loi^la.  O  como  dioon  los  (ilc\<ofos,  osas  ro);liis  son  indop^ndiontos  do  la  otimoloiria  nignatt,  pero  no  exercí- 
tc:  el  que  las  guardo,  auuquo  no  pienso  en  la  otimoloyia,  so  conformará  con  olla. 


-  61  - 

2.°     Los  presentes  del  verbo  ir;  voy,  vaya  (del  lat.  vado.) 

3.°  Los  vocablos  siguientes  y  sus  compuestos  y  derivados:  vaca,  vacar, 
vaciar,  vado,  vago,  vagido,  vaina,  vaho,  valer,  valija,  válvula,  valla,  valle,  vano, 
vapor,  vapuleo,  vara,  vario,  varón,  vasallo,  vaso,  vastar  (=  destruir),  vate,  vecino, 
vedar,  vegetar,  vehemente,  veinte,  vejar,  vejiga,  vela,  velo,  vello  (sustantivo),  ve- 
llón, vena,  vencer,  venda,  veyíder,  vendimia,  veneno,  venero,  venerar.  Venus,  ve- 
nia, venir,  venta,  viento,  vientre,  ver,  verano,  verdad,  verbo,  verbena,  verde,  ver- 
dugo, vereda,  vermes,  verraco,  verruga,  verso,  versar,  verter,  véspero,  vestir,  veta, 
vez,  vía,  víbora,  vibrar,  vice  (=vez),  vicio,  vid,  vidrio,  viejo,  viga,  vigilia,  vigor, 
vil,  villa,  vínculo,  vindicar,  vino,  violencia,  viola,  violar,  virar,  virgen,  virtud,  vi- 
rus, viudo,  vivir,  voz,  volar,  Yulcano,  volver,  voluntad,  vomitar,  vos,  voto,  vulgo, 
vulpeja,  vulnerar. 

4.°  Los  verbos  lavar,  llover,  mover,  precaver,  hervir,  servir,  cavar,  llevar, 
nevar;  los  compuestos  de  los  simples  inusitados  vocar,  vorar,  vitar,  solver,  los 
nombres  favor,  pavor,  oveja,  cueva,  nervio,  diluvio,  pavo,  Jove,  primavera,  y 
otros  muchos  que  se  aprenderán  con  el  uso. 

En  el  núm.  47  quedan  notados  algunos  vocablos  que  se  escriben  hoy  con 
otra  letra  distinta  de  la  que  exige  su  etimología.  Si  se  me  pregunta  si  será 
falta  ortográfica  escribir  dichas  dicciones  conforme  á  la  etimología,  diré 
que  sí;  pues  la  misma  razón  debe  tener  el  uso  en  ortografía,  que  en  morfo- 
logía, y  en  ésta  considero  como  faltas  las  formas  contrarias  al  uso  común, 
aunque  sigan  la  morfología  de  su  origen:  tal  sucede,  por  ejemplo,  en  niervo, 
vidro,  sabo,  vidua,po7io,  etc. 

La  b  de  las  proposicÍQues  latinas  ob  y  sub  ha  desaparecido  en  algunas  pa- 
labras castellanas,  como  en  oscuro,  sujeto,  sustituir,  de  obscurus,  subjefum,  sub- 
stituere.  En  las  que  la  conservan,  es  vicio  algo  común  suprimirla  al  pronun- 
ciar, diciendo  v.  gr.,  astracto,  ostinacion,  por  abstracto,  obstinación. 

55.  La  tu  (u  valona  ó  doble  v)  en  realidad  no  pertenece  á  nuestro  alfa- 
beto, y  sólo  se  emplea  en  nombres  góticos  ó  sajones.  En  alemán  y  castellano 
suena  como  v;  en  inglés,  como  u\  v.  gr.,  Waterloo=  Vaterloo;  Washington^ 
Uáshigton.  En  castellano  debe  suprimirse  ó  eliminarse  de  la  ortografía  mo- 
derna, empleando  la  v  sencilla  en  los  nombres  connaturalizados  en  nuestro 
idioma,  como  Vamba,  Vitiza]  y  es  error  hacer  á  la  w  equivalente  á  u  j  v  di- 
ciendo Uvitiza,  Uvamba;  error  en  que  incurrió  Jovellanos  en  aquellos  versos: 
Todo  lo  creerá,  por  más  que  añadas  I   Deshecho  por  los  celtas,  ó  que  invicto 

Que  fué  en  las  Navas  Witiza  el  santo  |   Triunfó  en  Aljubarrota  Mauregato.     (34)' 

Este  ejemplo  de  Jovellanos  es  el  único  que  he  hallado  en  toda  la  colec- 
ción: los  demás  poetas  dijeron  siempre  Vamba,  Vitiza;  véanse: 

Vitiza,  aquese  tu  hermano 

Ensañastes  mal  á  Dios 

Con  vuestros  grandes  pecados. 


Sepúlveda,  X,  898 
Rey  que  se  vido  ser  Paulo, 
Al  rey  Vamba,  guerreaba; 
Vamba  con  sus  caballeros 
Dióle  muy  cruda  batalla. 

ídem,  411' 
Bien  sabes  que  tú,  y  el  rey 


Lope,  2.0,  445 

Siguióme,  pasó  la  puente. 
Edificio  del  rey  Vamita. 


-  62  - 

56.  Sobre  la/  nada  hay  que  notar:  se  pronuncia  emitiendo  con  fuerza  el 
aire  al  mismo  tiempo  que  se  aplica  el  labio  inferior  á  los  dientes  superio- 
res. La  ¡)hq\ie  con  sonido  de /se  usaba  antiguamente  en  palabras  griegas, 
como  philosophia,  ha  desaparecido  justamente  de  nuestro  alfabeto. 

^  La  m  es  mixta  de  labial  y  nasal:  con  las  narices  tapadas  es  imposible  pro- 
nunciarla bien.  Acerca  de  su  ortografía  nota  Cáscales  (498):  «Ante  b,  m,p, 
no  se  pone  n,  sino  m,  como  en  campo,  ambos,  summo:  la  causa  es,  que  para 
proferir  la  b,  m,  p,  se  cierran  los  labios,  y  como  todo  se  dice  de  un  golpe,  es 
fuerza  que  la  que  había  de  ser  n  se  pronuncie  como  m.  Hágase  la  prueba,  y 
se  verá  claro.»  Esta  advertencia  de  Cáscales  necesita  hoy  corrección.  Delan- 
te de  6  y  p  se  debe  siempre  escribir  y  pronunciar  m  y  no  n.  «Pero  delante  de 
cualquiera  otra  consonante,  exceptuando  la  n,  no  pronunciamos  ni  escribi- 
mos m,  sino  n;  y  así,  las  palabras  latinas  en  que  aparece  la  multiplicación 
vim,  ó  pierden  la  primera  m  como  en  comunidad  (communitas),  ó  la  mudan  en 
11  como  en  inmune  (immunis)  (1);  y  la  misma  conversión  de  m  en  n  se  verifica 
cuando  la  m  es  seguida  de  otra  articulación  que  la  6,  la  n  ó  la  j9,  como  en 
circunferencia  (de  circumjero),  circumpecto  (de  circuvispicio),  Por  manera  que 
sólo  antes  de  la  n  puede  usarse  imas  veces  m  (como  en  solemne,  himno),  y 
otras  n  (como  en  innato,  connaturalizar ,  connivencia).  Se  pronuncia  entonces 
y  se  escribe  m  ó  n  según  el  origen  de  la  palabra  (solemnis,  hymnus,  conniven- 
tia).»  (Bello,  127). 

Tampoco  se  escribe  m  ante  v,  según  la  etimología  y  el  uso  antiguo  y  mo- 
derno; pero  dado  que  la  v  suene  como  b,  no  habría  dificultad  en  que  tmtes  de 
V  escribiéramos  m,  que  es  como  realmente  suena  la  n,  según  acertadamente 
notaba  Cáscalos.  Sin  embargo,  entre  quebrantar  la  etimología  y  pronunciar 
)i  con  sonido  de  m\  prefiero  lo  segundo. 

En  algunas  palabras  griegas  es  la  m  letra  inicial  precediendo  inmedia- 
tamente á  ir,  y  aunque  su  pronunciación  es  difícil,  no  es  imposible  para  los 
españoles:  así  escribiremos  y  pronunciaremos  mnemónica  y  mnemotecnia. 

57.  La  j>  os  una  articulación  idéntica  esencialmente  á  la  6,  y  sólo  se  di" 
ferencian  en  quo  para  ésta  so  unen  ó  soparan  suavemente  los  labios;  para 
aquélla  se  unen  <)  separan  rápidamente  y  con  fuerza. 

La  Real  Academia,  con  buen  acuerdo,  ha  restablecido  la  j)  antes  de  t  y  c, 
<lorivada  del  latín,  y  quo  en  varias  palabras  había  comunmente  dosaptweci- 
do,  V.  gr.,  opción,  Eijipto,  eijlpoio  suscripto,  sus-cripfor,  Septiembre.  Sin  embargo, 
(lueda  todavía  suprimida  en  escrito,  setenta,  siete,  roto,  retar,  y  otros. 

La  que  ha  desaparecido  completamente  os  la  doblo  jj,  como  la  doblo  /  y 
la  doble  m  (2j.  Así  no  so  dirá  Filippo,  suji/iotwr,  oppuesto;  sino  Filipo,  suponer, 
opuesto. 

En  griego  os  frecuento  la  j;  inicial  dolante  de  n,s  ó  t:  en  castellano  la  su- 
primimos generalmente,  como  en  neumática,  salmo,  Tolomeo.  Sin  embargo, 
puedo  conservarse  en  pseudo,  y  debe  en  Psicología  y  los  derivados  de  itTep¿v= 
ala,  V.  gr.,  pterodáctilo. 


(1)  En  oferto,  la  n  pondo  muy  bion  proDunciuriio  ante  m,  contra  lo  quo  obsorva  ol  citado  Cáscalo». 

(2)  Kh  cona  muy  niugular  la  doble  ^quo  en  prinoipiodo  vocablo  nu  halla  en  esoritoa  autif^uoia,  como 
«1  Poema  del  Citl. 


1 


-  63  - 
La  ph  inicial  griega  delante  de  t,  desaparece  en  castellano,  v.  gr.,  tisis, 


de  tpOídt^ 


CAPITULO  IX 
De  las  otras  consonantes. 

Aetículo  primeeo. — Consonantes  dentales 

58.  La  d  se  pronuncia  acercando  suavemente  la  lengua  á  los  dientes,  y 
separándola  luego  de  ellos,  cuidando  de  no  silbar.  Si  al  mismo  tiempo  se 
silba,  resulta  la  z;  si  la  aplicación  de  la  lengua  á  los  dientes  es  rápida  y  fuer- 
te, sin  silbo,  se  pronunciará  la  t. 

Es  vicio  muy  común  no  pronunciar  la  d  en  la  última  sílaba,  v.  gr.,  colo- 
rao,  perdió,  en  lugar  de  colorado,  perdido.  También  es  vicioso  omitirla  en  fin 
de  vocablo  ó  cambiarla  en  z,  diciendo  v.  gr.,  volunta  ó  voluntaz  en  vez  de  vo- 
luntad;  y  mucho  más  cambiarla  en  y,  v.  gr.,  anday  en  vez  de  andad. 

La  d  con  la  I  no  se  contrae  en  castellano,  pero  sí  con  la  r.  La  d  no  con- 
curre con  la  I  sino  en  palabras  compuestas,  v.  gr.,  miradle,  adláteres;  pero  si 
alguna  vez  se  encontraran  en  'Una  sola  sílaba,  deben  contraerse,  puesto  que 
no  es  imposible  su  pronunciación.  Por  ejemplo,  en  lo  que  Calderón  pone  en 
boca  de  la  tartajosa  Mandinga  (tomo  4.°  204: 


Digo  que  so  una  glan  bestia 
Y  si  habrare  más,  la  boca 
Al  colodliyo  me  vuelva. 


Y  más  adelante  (204)" 

En  sus  froriras  alfomblas 
Censal  podías  tú,  pues  son,  etc. 


Acerca  de  la  supresión  de  la  d  en  las  palabras  compuestas  de  la  preposi- 
ción ad,  hago  mía  la  siguiente  observación  de  Bello  (122): 

«Según  la  autoridad  de  la  Academia,  debe  decirse  aíZ5cn'6¿r  pronunciando 
la  d,  y  astringir,  astringente,  astricción,  suprimiéndola.  No  se  percibe  motivo 
para  esta  discrepancia,  y  en  ambos  verbos  j)arece  tanto  menos  necesario  re- 
tener la  d,  que  los  latinos  la  suprimían  diciendo  ascribere,  astringere.» 

59.  La  t  delante  de  la  I  se  contrae  con  ella,  y  es  defectuoso  separarlas, 
ó  cambiar  la  í  en  (?  ó  en  á'  diciendo  At-las,  At-lántico,  at-leta,  ó  Ad-las,  Ad-lan- 
tico  ad-leta  ó  Az-las  Az-lántico,  az-leta,  en  lugar  de  Atlas,  Atlántico,  atleta,  como 
Tlascala  y  Tlatelulco. 

También  es  vicioso  cambiarla  en  z  delante  de  otra  cualquiera  consonan- 
te, V.  g.,  logarizmo,  éznico,  azmósfera,  en  vez  de  logaritmo  étnico,  atmósfera:  y  lo 
mismo  en  fin  de  dicción,  pronunciando  cenis,  asimuB  en  lugar  de  cénit,  asi- 
mut.  Este  vicio  es  ordinario  en  latinos  zarrapastrosos,  que  suelen  decir  ver- 
bi-gracia,  atnavis  eum  Dominus  es  ornavis  eum,  haciendo  ss  todas  las  tt 
finales. 

Últimamente,  la  palabra  tmesis,  que  no  se  halla  en  el  Diccionario  de  la 
Academia,  y  cuyo  uso  creo  que  debe  tenerse  por  bueno  en  castellano,  debe 
escribirse  así  (salvo  que  la  autoridad  competente  disponga  lo  contrario), 
aunque  su  pronunciación  es  imposible  para  nosotros.  La  th  derivada  del 


-  64  - 

griego  ha  perdido  la  h,  y  ya  se  usa  siempre  la  /  sola.  Tampoco  se  duplican 
en  castellano  la  /  y  la  d;  y  así  se  dirá  adición^  ático,  aunque  en  su  origen  son 
additio,  ai  ti  cus. 

60.  La  c  es  suave  delante  de  ^  ó  /y  suena  como  la  2.  Antiguamente  usa- 
ban también  una  c  con  una  coma  ó  virgulilla  en  su  curva  inferior  (f),  que 
llamaban  ccdilla.  De  ella  dice  Cáscales  (497'):  «Y  porque  los  castellanos  usa- 
mos diferentemente  la  c  y  la  «a*  en  ciertas  dicciones,  ponemos  cedilla  para 
distinguir  lo  uno  de  lo  otro,  y  esta  diferencia  no  se  halla  en  la  lengua  lati- 
na; porque  diversa  pronunciación  es  ^a ,  ce,  ci go  fH  qnesa,  se,  si ,  so,  su, 
como  cabefa  grandeza;  en  cuyo  conocimiento  yerran  muchos,  como  si  fue- 
ra alguna  cosa  muy  difícil.»  Y  más  adelante:  «La  f  y  la  s  son  de  diferente 
pronunciación  como  cabera, püfa,  calabaza,  calaboco,  grandesa,  pureza, 
extrañes  a. r^  Hoy  la  cedilla  ha  desaparecido  de  nuestro  alfabeto. 

Al  tin  de  sílaba  siempre  se  escribirá  s,  porque  la  c  final  suena  como  k. 
Las  sílabas  sa,  so,  su  no  pueden  escribirse  sino  con  s;  ce,  ci  se  escribirán 
siempre  con  í^  y  no  con  s;  pero  en  la  mayor  parte  de  las  palabras  griegas, 
que  en  latin  se  escriben  con  s,  no  considero  falta  ortográfica  escribirlas  in- 
distintamente con  s  ó  con  c,  como  en  Zenon,  Zeferino,  séfiro,  sisaña.  Sin 
embargo,  hay  algunas  que  el  uso  común  escribe  ya  siempre  con  c,  como 
celo,  celoso,  recelar;  y  otras  que  deben  siempre  escribirse  con  s;  tales  son 
asetixis,  asimut,  seda  ó  seta,  send,  sendavesta,  seugma,  stgsag,  sipi za- 
pe, s  ir  i  gaña,  sis  sás. 

El  sonido  que  los  andaluces  y  cubanos  dan  á  la  ^  y  á  la  c  suave  es  dife- 
rente del  que  les  dan  los  castellanos.  Lá  s  de  éstos  suena  entre  los  dientes 
y  la  lengua;  la  de  aquéllos  en  la  concavidad  superior  de  la  boca,  próxima  á 
los  dientes.  Algunos  españoles  y  los  americanos  en  general  dan  á  la  .S"  el  va- 
lor de  la  5,  por  manera  que  en  su  boca  no  se  distinguen  casar  y  casar,  cier- 
vo y  siervo,  cocer  y  coser,  rosa  y  rosa:  ellos  cnsalsan  á  uno  cuando  le  eit- 
salsan,  y  rebosan  cuando  rebosan  el  bacalao. 

Otros  dan  á  la  5  el  sonido  de  s,  que  es  lo  que  se  llama  ceceo,  propio  do 
los  andaluces  y  otros.  Aquí  viene  á  propósito  aquello  de  Calderón  (tomo 
,V,  511'): 

¿Adonde  va 
A  esta  hora  con  olla?— A  caza. 
— Pues  cómo  con  la  justicia 
A  hablar  se  pono  do  chanza? 
— Cecear  suelo  algunas  veces, 
Y  quiso  decir  á  casa. 

Hay  otros,  finalmente,  que  omplean  los  dos  sonidos  indistintamente.  To- 
dos estos  son  vicios  ortológicos  graves,  si  ])icn  dil'íciles  do  corregir.  Alg\i- 
nos  castellanos,  aunque  en  medio  de  dicción  nunca  cambien  los  sonidos,  sue- 
len hacer  s  la  ^  final,  diciendo  v.  gr.,  ves,  arrós  en  lugar  do  ves  y  arroz.  Ni 
falta  tampoco  quien  por  ignorancia  diga  ccncillo  por  sencillo,  y  otras  cosas 
semejantes. 


—  65  - 


Aetículo  segundo. — Consonantes  guturales 

61 .  La  c  fuerte,  la  ^y  la  q  suenan  lo  mismo  en  castellano.  Se  pronuncian 
con  un  golpe  rápido  y  fuerte  de  la  parte  media  de  la  lengua  sobre  la  úvula 
ó  campanilla  del  paladar.  La  g  suave  se  pronuncia  lo  mismo,  pero  con  gol- 
pe suave  y  blando. 

Las  sílabas  ca^  co,  cu  se  escriben  siempre  con  c;  que,  qut  siempre  con  q 
seguida  de  u  muda  (v.  núm.  46).  La  k  no  se  debe  usar  sino  en  un  corto  nú- 
mero de  palabras  exóticas:  ka,  kahila^  Kan,  Kent,  kappa,  kepis,  kilo,  kios- 
co, kirie,  Krause,  Kur distan,  etc. 

Al  fin  de  sílaba  y  antes  de  consonante  siempre  se  escribe  c  y  no  q:  v.  gr., 
acto.  Moloc,  clima.  La  c  puede  ser  inicial  de  vocablo  castellano  seguida  de 
/  ó  /',  pero  nunca  de  otra  consonante .  Sin  embargo ,  suele  escribirse  con  c 
inicial  (aunque  apenas  se  pronuncia)  la  palabra  Cneo. 

En  medio  de  dicción,  la  c  puede  preceder  á  cualquiera  consonante  que  no 
sea  gutural;  así  puede  preceder  á  c  suave,  pero  no  á  otra  c  fuerte;  porque  la 
doble  c  fuerte  ó  la  cq  latinas  jamás  se  usan  en  castellano.  Se  escriben  dos  ce 
en  castellano  cuando  en  el  origen  se  hallan  dos  ce  ó  ct,  v.  gr.,  dicción  occi- 
dente (de  dictio,  occidens):  y  es  defecto  ortológico  pronunciar  lecion,  dire- 
Cíon,  etc.  Sin  embargo,  hay  palabras  en  que  la  c  latina  se  ha  suprimido,  v.  gr., 
objeción ,  objeto,  sujeto,  suceder,  sucumbir  (de  objectio,  objectum ,  subjec- 
tum,succedere,  succumbere).  Por  tanto,  es  vicioso  pronunciar  objecto,  y  más 
todavía  ojecto,  como  algunos  dicen.  En  algunas  palabras  la  ct  latinas  se  han 
convertido  en  ch,  v.  gr.,  en  dicho,  hecho,  pecho  (de  dtctum,  factum,  pectus.) 

62.  La  g  es  siempre  suave,  excepto  cuando  va  seguida  de  e  ó  de  i:  para 
suavizarla  con  estas  letras  se  interpone  una  u  muda,  como  está  dicho  (nú- 
mero 46).  Como  inicial  no  puede  preceder  á  otra  consonante  sino  kl  ó  r:  sin 
embargo,  se  hallan  con  gn,  gneis,  gnómico,  gnomo,  gnomon,  gnóstico,  y  sus  deri- 
vados. En  medio  de  vocablo  se  escribe  g  delante  de  consonante  cuando  así 
se  hallan  en  el  origen,  v.  gr.,  ígneo,  cognado,  cognación,  cognoscitivo:  si  bien  no 
siempre  la  g  latina  ha  pasado  á  nuestro  idioma  con  su  sonido  propio ;  pues 
en  algunas  dicciones  la  hemos  convertido  en  i,  como  en  reino  (de  regnum,)  • 
en  otras,  la  ^r  y  n  se  han  cambiado  en  ñ,  como  en  leño,  puño  (de  lignum,  pug- 
niÁs).  «Se  dice  ignohle  é  innoble  (escribe  el  Sr.  Bello,  128),  y  la  Academia  pa- 
rece preferir  innoble.  Esta  g  en  lugar  de  n  en  las  partículas  compositivas  in 
y  con,  nos  ha  venido  de  la  lengua  latina,  donde  se  decía  gnatus,  gnosco,  y  su- 
primida la  n  de  la  partícula  para  suavizar  la  dicción,  cognatus,  ignosco,  cog- 
nosco.  Habría,  pues,  igual  razón  para  pronunciar  innorancia,  innominia,  con- 
nación  y  connado,  connomhre,  connomento,  connominar,  conyioscihle  jconnoscitiva, 
que  para  pronunciar  innoble.  La  etimología  y  la  analogía  me  parecen  estar 
de  acuerdo  para  la  preferencia  de  ignoble.»  Estoy  conforme  con  el  Sr.  Bello. 

63.  La  g  fuerte  es  idéntica  en  el  sonido  á  la  j.  Los  andaluces  y  extreme- 
ños y  los  americanos  las  pronuncian  con  suavidad,  tanto,  que  algunas  veces 
no  se  percibe  su  son' do;  pero  lo  ordinario  en  ellos  es  pronunciarla  aspiran- 

5 


-  6G  - 

do,  sin  hacer  vibrar  la  úvula  sobre  la  base  de  la  lengua,  que  es  como  debe 
proferirse.  En  cambio  los  navarros  la  pronuncian  demasiado  áspera  y  rajan- 
te. Este  sonido  áspero  ó  fuerte  de  la  ^r  y  de  la^'  le  hemos  tomado  de  los  ára- 
bes, pues  en  latin  no  existía;  y  la  /  griega  que  lo  tiene  igual,  no  ha  pasado 
á  nuestro  idioma  con  su  sonido  propio,  sino  con  el  de  c  fuerte,  v.  gr,,  en  coro, 
Cristo.  TtAJ  lleva  siempre  punto  encima,  como  recuerdo  de  que  en  latin  y  en 
el  antiguo  castellano  la  i  corta  ó  alargada  servía  do  j,  do  la  misma  manera 
que  la  i  alargada  servía  de  i  vocal:  un  mismo  signo  era  unas  veces  /  vocal, 
y  otras  consonante  (véase  núm.  6). 

La./  no  puede  ser  en  castellano  final  de  sílaba  en  medio  de  vocablo;  pero 
sí  puedo  terminar  dicción,  v.  gr.,  boj,  reloj,  carcaj. 

Las  sílabas  ja,  jo,  ju  no  ofrecen  dificultad;  pero  con  las  vocales  e,  i,  unas 
veces  se  escribe  g,  otras  j,  lo  cual  no  es  leve  negocio  para  los  que  ignoran 
la  etimología. 

64.  Para  el  quo  sepa  latin,  basta  la  regla  etimológica  siguiente:  se  es- 
cribe g  en  todas  y  solas  las  palabras  que  la  llevan  en  su  origen;  en  todas  las 
demás  se  escribe  siempre;'. 

Para  el  que  no  sepa  latin,  no  liay  reglas  claras:  las  que  trae  la  Academia 
me  parecen  mucha  paja  para  embutirla  en  esta  obra. 

Artículo  tercero.— CH  y  H 

65.  C7í.— Esta  letra  y  la  ye  se  pronuncian  con  la  misma  articulación,  ha- 
ciendo que  la  lengua  rase  Ija  concavidad  superior  de  la  boca:  si  se  hace  con 
suavidad  resultará  la  y;  si  con  fuerza,  la  ch.  El  aire  debe  dirigirse  á  los  dien- 
tes; porque  si  se  dirige  á  la  nariz,  resultará  la  ñ,  cuya  articulación  tiene 
grande  semejanza  con  la  y. 

El  uso  de  la  ch  es  fácil,  pues  no  hay  otro  signo  con  igual  sonido.  Anti- 
guamente daban  también  á  la  ch  el  sonido  de  k  quo  tiene  en  latín,  y  escri- 
bían con  ella  algunos  nombres  quo  la  llevan  en  su  orígon,  como  Cham,  Ma- 
chaheo,  Chrifto.  Hoy  no  debe  ponerse  nunca  cH  con  tal  sonido,  sino  su  equiva- 
lente c  ó  qu. 

66.  ^.— «Esta  letra  (dice  la  Real  Academia,  pág.  358),  que  puede  prece- 
der á^todas  las  vocales,  mas  no  á  las  consonantes,  no  tiene  hoy  sonidb  algu- 
no en  nuestro  idioma.  El  uso,  quo  no  siempre  afina  y  perfecciona  las  lenguas, 
sino  que  tal  vez  menoscaba  y  desfigura  sus  bellezas,  ha  privado  al  idioma 
castellano  de  la  aspiración  de  la  h;  la  cual,  dolicadamonto  ejecutada,  y  en 
ciertos  casos,  no  carece  de  gracia,  como  puedo  observarse  oyéndola  de  labios 
andaluces  ó  extremeños.  Los  poetas  de  nuestro  siglo  de  oro  tuvieron  mu- 
chas voces  en  cuenta  la  h  aspirada  en  sus  composiciones  métricas;  y  gran 
número  do  versos  suyos,  leídos  sin  aspiración,  dosinorecon,  y  hasta  suenan 
como  si  no  constasen.»  Véanse  algunos  ejemplost 

Quo  no  calo  y  ahondo  la  /iorida.— Ercilla,  117. 

Ninguno,  al  fin,  do  todos  lia  escapado, 

De  muerto,  de  /¿erido  ó  de  abogado.— Morillo,  189. 


-  67  - 

T'olgaba  el  Rey  Rodrigo. 

Con  la  /iermosa  Cava,  en  la  ribera,  etc.— Fr.  Lu's,  5. 

La  viva  luz  de  eterna  hermosura. — Herrera  F.,  263. 

Tascando  Aaga  el  freno  de  oro  cano. 

Del  caballo  andaluz  la  ociosa  espuma. — Gróngora,  459. 

Sin  embargo,  desde  muy  antiguo  comenzó  en  España  á  suprimirse  la  as- 
piración, y  en  los  mismos  poetas  citados  se  hallan  los  ejemplos  á  cen- 
tenares. 

Dice  el  Sr.  Bello  (122)  que  la  h  en  ciertas  interjecciones  como  ah!,  eh!, 
oh!,  ha!,  he!,  hi!,  representa  una  especie  de  articulación  tenuísima,  algo  pa- 
recida á  la  /.  Mas  esta  teoría  del  Sr.  Bello  necesita  explicación.  Esas  inter- 
jecciones y  otras  palabras  parecidas,  cuando  tienen  la  h  al  fin,  no  se  pronun- 
cian con  aspiración  final:  cuando  la  h  es  inicial,  pueden  pronunciarse  (y  de 
hecho  se  pronuncian  aun  actualmente),  unas  veces  con  aspiración,  y  otras 
sin  ella.  Ahora  bien:  la  aspiración  no  puede  exactamente  representarse  por 
la^'  castellana,  sino  por  la  h,  ó  por  la  j  extremeña.  Creo,  por  consiguiente, 
que  cuando  se  quiera  expresar  en  esas  interjecciones  el  sonido  vocal  sin  as- 
piración, deben  escribirse  ah,  eh,  oh  ú  o:  cuando  quiera  añadirse  la  aspiración, 
deberán  escribirse  ha,  he,  ho,  y  pronunciarse  aspirando,  es  decir,  lanzando  el 
aire  con  fuerza,  desde  muy  adentro  de  la  garganta,  sin  mover  la  lengua. 

67.  Otro  sonido  suele  vulgarmente  darse  ala  h  inicial  antes  del  dipton- 
go ue.  «Tan  vicioso  sería  (escribe  Bello,  123)  suprimir  enteramente  este  so- 
nido pronunciando  uevo,  ueso,  como  el  confundirlo  con  el  de  la  g,  pronun- 
ciando güevo,  güeso,  que  es  el  vicio  en  que  más  generalmente  incurre  el 
vulgo.»  Siendo  una  costumbre  tan  general  en  España  y  América  articular 
la  h  en  esas  palabras,  creo  en  todo  acertada  la  opinión  de  Bello,  y  tanto  más 
cuanto  que  esa  suavísima  articulación  de  la  h  como  tenuísima  g,  basta  para 
destruir  el  hiato  del  diptongo  detrás  de  otra  vocal,  como  en  este  huerto,  mi 
hueso,  etc.  Ni  el  pronunciar  la  h  con  sonido  parecido  al  de  la  g  es  cosa  mo- 
derna: pues  hay  muchos  ejemplos  de  güeso,  güevo,  güésped,  güero,  güeco,  güe)'- 
tas,  güele  y  otros  en  Huerta  (Jerónimo),  que  se  firma  Qüerta,  Arjona,  Mori- 
llo, Tirso,  Quevedo,  Moreto  y  otros  poetas.  Por  todas  estas  razones  creo  que 
no  debe  decirse  en  general  que  la  h  carece  de  sonido  en  todos  los  casos;  sino 
que  en  algunos  suena  como  g  incipiente  ó  tenuísima.  Finalmente,  advierte 
Bello  que  «hay  muchos  nombres  propios  americanos  en  que  la  combinación 
hu  viene  segu  da  de  otras  vocales;  v.  gr.,  Hüánuco,  Tehuantepec,  Coahüila, 
bien  que  en  algunos  de  ellos  se  escribe  y  se  pronuncia  indiferentemente 
h  ó  g.» 

Cuando  la  h  precede  al  diptongo  ie,  segim  Sicilia,  tiene  un  sonido  seme- 
jante al  de  la  j.  El  vulgo  castellano  suele  hacer  de  la  hi,  ye,  diciendo  yerro 
yel,  en  lugar  de  hierro,  hiél.  Ambas  cosas  las  considero  defectuosas,  y  por 
lo  mismo  creo  que  el  buen  hablista  nunca  debe  decir  yerha  y  yedra,  sino 
hierba  y  hiedra  (de  herba  y  hederá).  En  cambio,  la  palabra  hielo  que  es  la  usual, 
sería  más  correcta  yelo  (de  gelu),  como  yerno  y  yema  (de  gener  y  gemma) 
(véase  núm.  45). 


-  68  - 

68.  Falta  dar  las  reglas  para  el  uso  de  la  h.  La  regla  etimológica  es  bien 
sencilla:  llevan  h  en  castellano  las  voces  que  en  latín  se  escriben  con  h,  coma 
hombre  (de  homo):  y  aquellas  en  que  ha  desaparecido  la  consonante  inicial 
latina  en  la  pronunciación  usual  castellana;  v.  gr.,  hacer,  hermano  í^e  faceré ^ 
germxinus). 

Aunque  no  llevan  h  en  su  origen,  se  escriben  con  ella  las  palabras  huelo, 
htoeco,  huérfano,  hueso,  huevo,  tan  sólo  por  preceder  al  diptongo  ue,  según  re- 
gla ortográfica  adoptada  en  lo  antiguo,  con  el  único  fin  de  indicar  que  la  Ur 
debía  pronunciarse  como  vocal  en  tales  palabras.  Pero  en  sus  derivados,  al 
desaparecer  el  diptongo,  desaparece  también  la  h. 

La  regla  etimológica  tiene  no  pocas  excepciones,  fundadas  solamente  en 
el  uso  general  y  constante.  Tales  son  España  (1),  asta  (nombre),  invierno,  abo- 
rrecer, de  Hispania,  hasta,  hibernus,  ahhorrei-e.  El  espíritu  áspero  griego  es  h 
en  latin;  pero  en  castellano  no  hay  razón  suficiente  (á  mi  parecer)  para  con- 
servar dicha  aspiración,  si  el  uso  comim  la  suprime:  tal  sucede  con  los  vo- 
cablos armonía,  arpa,  alisma.  El  que  se  empeñe  en  que  ha  de  ser  harmonía^ 
que  nunca  ó  rara  vez  se  halla  con  h  en  escritos  antiguos,  debe  también  es- 
cribir Hespaña,  como  lo  hacía  Huerta  (Vicente). 

Las  demás  reglas  que  pueden  darse  valen  muy  poco. 

Artículo  cuarto.— L,  Ll,  Y;  N,  N,  R 

69.  L. — La  /  se  profiere  aplicando  la  parte  anterior  de  la  lengua  á  la 
concavidad  de  la  boca,  poco  más  arriba  de  la  raíz  de  los  dientes  superiores. 
Para  la  //  se  aplana  la  lengua  de  modo  que  sus  bordes  toquen  á  las  muelas, 
y  al  mismo  tiempo  se  hace  que  su  base  se  retraiga  hacia  la  úvula:  al  sepa- 
rarse la  lengua  del  paladar,  resulta  el  sonido  do  la  //.  De  la  v  ya  dijimos  en 
el  núm.  65. 

La  ortografía  de  la  /  no  tiene  dificultad.  Pero  debemos  notar  que  algu- 
nos la  suprimen  malamente  en  fin  de  dicción,  diciendo  porta ,  candí ,  mati- 
dí,  so,  en  lugar  de  portal,  candil,  mandil,  sol.  Los  que  toman  ol  so,  ¿por 
quó  no  habían  de  tomar  el  arre? 

Antiguamente  era  cosa  vulgar  la  metátesis  de  la  d  y  la  /  on  los  impera- 
tivos plurales;  v.  gr.,  miraldc,  poneldc,  en  vez  do  miradle,  poncdlc\  H(iy 
consideramos  justamente  como  viciosa  tal  inversión:  y  debo  cuidarse  de  no 


Salvo  limoRnero  andante 
De  las  Pióriflos  iberiax 
I'or  (|uion  España  con  h 
Alcanzó  tan  ORtupondas 
Victorias  coFno  hoy  pnblican 
Los  oraditoR  bortoras. 

(Forner,  334). 


Un  dia  pn  la  corto 
Peí  roino  }\t»pauol. 
Sor&fi  tú  un  (;aEapo 
Do  marca  mayor. 

(Jovollan.,  19). 


1 


—  69  - 

convertir  en  s  (como  ya  hemos  dicho)  la  d  delante  de  //  y  así  no  se  pronun- 
ciará mirasle^  ponerle. 

70.  Ll,  y. — Los  americanos  pronuncian  viciosamente  la  //  con  un  sonido 
que  más  se  parece  á  la  i  que  á  la  y:  los  andaluces,  los  chulos  y  cursis  de  Ma- 
drid y  otros  puntos,  la  pronuncian  como  y.  De  tales  personas  se  burlaba 
Iriarte  (Tomás)  cuando  escribió  (61"): 

Oi  zalameras  voces 

De  veinte  damas  ceceosas, 

Laz  unaz  ya  muy  gayinaz, 

Y  laz  otraz  aun  muy  poyaz  (1). 

De  pocos  años  hasta  ahora  se  ha  propagado  extraordinariamente  este  ri- 
dículo vicio,  que  amenaza  acabar  con  nuestra  //;  y  lo  peor  es  que  muchos  y 
muchas  lo  tienen  como  cosa  elegante  y  pulida,  no  siendo  sino  una  zalamería 
melindrosa,  propia  de  ignorantes  ó  chulos  afectados,  capaces  de  comerse  los 
poyos  de  las  puertas,  y  de  rallar  el  queso  con  los  rayos  de  una  carreta. 

Algunos  jamás  pronuncian  la  //;  pero  otros  que  aciertan  á  pronunciarla, 
no  ío  hacen  siempre  que  debieran,  y  suelen  cambiar  torpemente  las  letras 
y  J  ll  proñriendo  una  en  vez  de  otra. 

71 .  Acerca  de  la  ortografía  de  la  //  poco  hay  que  notar.  La  //  castellana 
ha  salido  unas  veces  de^Z,  como  en  llama  {^^flamma);  otras,  de  pl ,  como 
llorar,  lleno  (de  plorare,  plenus);  otras,  de  las  dos  eles  latinas,  como  en 
gallo  (de  gallus);  algunas,  de  el,  como  en  llave  (de  clavis),  y  aun  de  una 
sola  I,  como  en  llevar  (de  levare).  Pero  no  siempre  la.  pl  ni  las  dos  eles  se 
han  convertido  en  //,  como  en  ilícito,  solicitud,  pluma  (de  ilhcitus,  sollici- 
tudo,  pluma):  de  donde  resulta  que  no  hay  ni  puede  haber  regla  etimológi- 
ca general  para  todos  los  casos;  sino  que  debe  consultarse  á  la  pronuncia- 
ción autorizada  por  el  uso  común.  Por  tanto,  siendo  el  nombre  Car  acalla 
generalmente  pronunciado  con  ll,  no  sé  por  qué  la  Real  Academia  reprende 
tal  pronunciación:  lo  mismo  podrá  reprender  la  de  pollo,  olla,  silla,  etc. 
Lo  que  sí  debe  tenerse  presente  es,  que  el  sonido  latino  de  las  dos  eles  ha 
desaparecido  en  nuestro  idioma. 

72.  A^.— La  pronunciación  de  la  n  es  muy  parecida  á  la  de  la  /;  pero 
aquélla  no  suena  si  no  se  dirige  el  aire  hacia  la  nariz.  La  escritura  de  la  n 
seguida  de  vocal  no  ofrece  duda  alguna;  seguida  de  otra  n  es  negocio  fácil 
también,  atendiendo  sólo  á  la  pronunciación,  la  cual  no  siempre  se  confor- 
ma con  la  etimología,  como  se  ve  en  conexión,  inocente,  anales  (de  conne- 
xio,  innocens,  annales). 

En  las  combinaciones  ins,  ons,  uns  seguidas  de  consonante,  es  vicio  vul- 
gar suprimir  la  n  diciendo,  v.  gr.,  isttmnento,  mostruo,  costrüir,  circus- 
tanda.  Por  lo  que  toca  á  la  partícula  trans  en  palabras  derivadas  inmedia- 
tamente del  latin,  creo  más  correcto  pronunciar  la  n,  aunque  el  uso  (no  re- 


(1)    Poyo,  gayina  y  gayo,  ni  veyo,  ni  oiyo,  ni  mentayo.  Eefran  casteUano  contra  los  andaluces,  citad©  por 
Sicilia. 


-  70  - 

probado  por  la  Academia)  de  suprimirla,  es  bastante  general  en  la  mayor 
parte  de  tales  dicciones.  Las  palabras  compuestas  de  tras  y  no  derivadas 
inmediatamente  del  latin,  deben  escribirse  y  pronunciarse  sin  H,  como  tras- 
pasar, traspié. 

Acerca  de  la  ñ  nada  hay  que  advertir. 

73.  R,  rr. — El  sonido  fuerte  de  esta  letra  se  representa  con  ;'  sencilla 
en  los  casos  siguientes: 

1.**    En  principio  de  vocablo,  como  ra^on,  rosa. 

2.°    Detrás  de  /,  w,  w  ó  s;  v.  gr.,  maltratar,  Amn\  honra,  Israel. 

En  todos  los  demás  casos,  el  sonido  fuerte  se  representa  con  rr,  la  cual, 
como  letra  simple,  no  se  dividirá  en  fin  de  renglón. 

Antiguamente  usaban  también  la  rr  en  principio  de  vocablo.  También 
era  corriente  y  vulgar  convertir  en  /  delante  del  sufijo  la,  le,  lo,  la  r  final 
de  los  infinitivos;  v.  gr.,  mirallc,  tendías,  liacello.  Hoy  también  incun'en 
en  este  defecto  algunas  personas  rústicas:  otras  suprimen  la  r  final  dicien- 
do saca,  tendé,  por  sacar,  tender:  otros  la  mudan  en  /,  v.  gr.,  ntercíidal,  ser- 
vil, por  merendar ,  servir ;  otros  hacen  r  la  /  final  de  sílaba  ó  dicción, 
V.  gr.,  cardo,  navar,  en  lugar  de  caldo,  naval,  etc. 

Artículo  quinto.— S.  X 

74.  5. — Ninguna  palabra  castellana  ó  castellanizada  empieza  por  5  se- 
guida de  consonante:  las  que  la  tienen  en  el  origen,  deben  llevar  en-  caste- 
llano un  e  delante,  v.  gr.,  estar,  esposo,  estudio. 

En  autores  antiguos  so  ven  palabras  con  5  inicial,  como  Scipion,  scita: 
en  este  caso  la  s  no  debe  formar  sílaba  ella  sola,  pues  no  tiene  vocal. 
Así  lo  hizo  Alarcon  en  los  siguientes  versos  (272): 

Qué  troglodita  inhumano 
Scita  cíüel,  duro  alarbe,  etc. 

Y  Bolmonte  (t.  XX,  508): 

Con  la  crueldad  más  feroz 
Que  inventó  bárbaro  scita. 

Malarmente,  pues.  Calderón  convirtió  en  sílaba  la  s  inicial  sin  c  (2.**,  650")^ 


Claram  lucem  lysis  auri 
Stella  (lanlc,  clarescií, 


Y  iSamaniego  (¡MW): 


A  la  margen  estaba 
Del  Scamajidro  undoso. 


La  doble  s  que,  según  enseña  Cáscales,  debía  escribirse  en  las  inflexio- 
nes verbales  en  ese  y  ase,  y  en  los  superlativos;  y  que  en  escritos  del 
siglo  XIV  so  ve  duplicada  aun  en  principio  do  vocablo,  ha  sido  justamente 
eliminada  de  nuestra  ortografía. 


71 


En  la  pronunciación  de  la  5  final  de  vocablo,  notamos  lo  siguiente:  los 
vizcaínos  la  pronuncian  tan  silbante,  que  á  los  oídos  castellanos  causa  des- 
agradable impresión.  En  Castilla  la  Vieja  se  pronuncia  bien,  sin  exagerar 
niiíacer  estridente  su  sonido.  Desde  la  cordillera  Carpetana  para  abajo  co- 
mienza á  perder  fuerza  el  silbo,  y  ya  en  Andalucía  apenas  se  percibe  su  so- 
nido; mejor  dicho,  se  convierte  de  silbante  en  aspirada  gutural,  de  suerte 
que  más  se  parece  ala  h  ó  laj,  que  á  la  s:  vicio  tomado  de  la  algarabía  mo- 
risca. Por  el  contrario,  el  uso  castellano  ha  convertido  en  5  alguna  vez  la^^ 
como  en  la  interjección  so,  que  antiguamente  era  Jo. 


Con  un  jo  topé  en  Sevilla, 
Y  aquí  me  sacude  un  arre. 
Tirso,  398. 


Jo,  pollino — Arre,  hombre. — ¡Piedad,  cielos! 
Cald.,  3.°,  489". 


75.  X. — Que  esta  letra  es  mixta  de  gutural  y  s,  nadie  lo  pone  en  duda. 
Bello  se  inclina  á  creer  que  equivale  siempre  á  gs:  Sicilia  sostiene  que  en- 
tre dos  vocales  equivale  á  es,  y  en  los  demás  casos  á  gs.  A  mí  me  parece 
esta  cuestión  de  ningún  interés,  aunque  me  inclinaría  hacia  la  equivalencia 
etimológica. 

Lo  que  debe  saberse  acerca  de  la  x  está  perfectamente  expuesto  en  la 
Real  Academia  (362):  «Con  esta  letra  se  representaban  antiguamente  dos 
sonidos,  uno  sencillo  y  fuerte,  idéntico  al  de  laj;  y  otro  doble,  parecido  al 
de  la  ^  ó  la  g,  seguidas  de  s.  Ya  sólo  se  emplea  con  este  último,  como  en 
axioma,  convexo,  excelente,  exuberancia,  laxo.-» 

«Cuando  la  x  va  después  de  una  vocal  y  antes  de  una  consonante,  como 
en  explicar,  extraño,  suelen  algunos  convertirla  en  5,  escribiendo  espli- 
car,  estraño.  La  Academia  condena  este  abuso,  en  el  cual,  sin  necesidad  ni 
utilidad,  se  infringe  la  ley  etimológica,  se  priva  á  la  lengua  de  armonioso  y 
grato  sonido,  desvirtuándola  y  afeminándola,  y  se  da  ocasión  á  que  se  con- 
fundan palabras  distintas,  como  los  verbos  expiar  y  espiar ,  que  significan 
cosas  muy  diversas.» 

«No  es  vicio  menos  vituperable  el  de  cambiar  la  x  por  las  dos  letras  es, 
cuando  la  x  se  halla  entre  dos  vocales;  v.  gr.,  acsioma,  ecsámen,  en  lugar 
de  axioma,  examen.  Los  que  tal  hacen,  pecan  también  contra  la  etimología 
y  leyes  eufónicas  de  nuestra  lengua,  y  contravienen  además  á  uno  de  los 
principios  racionales  de  toda  buena  escritura,  cual  es  el  de  excusar,  en  cuan- 
to sea  posible,  el  empleo  de  signos  inútiles.  Por  semejante  innovación  se 
emplean  dos  letras  para  representar  inexactamente  el  verdadero  y  propio 
de  una  sola.» 

«Otros,  por  el  contrario,  y  con  no  menor  desacierto,  escriben  x  en  lugar 
de  s,  alterando  así  la  índole  y  significado  de  las  palabras;  v.  gr.,  excaso, 
expecial,  explendor,  expontáneo,  extricto,  en  lugar  de  escaso,  especial,  es- 
plendor, etc.» 

Últimamente,  según  nota  Bello,  «cuando  después  del  sonido  de  .r  viene 
el  de  la  b,  como  en  excelente,  excitar,  suelen  algunos  omitir  en  la  escritu- 
ra la  c  que  representa  el  sonido  de  la  B,  escribiendo  exelente,  exitar.y>  Este 


-12  - 

es  tícío  exclusivo  de  los  que  convierten  la  2  en  s;  pues  nunca  en  castellano 
se  escribe  5  detrás  de  x,  aunque  la  haya  en  el  origen;  v.  gr.,  exequias ,  ex- 
pirar, expectación,  de  exseqniae,  exspirare,  exspectatio. 

76.  Acerca  de  las  palabras  exóticas,  me  contento  con  transcribir  lo  que 
enseña  la  Real  Academia  (363):  «En  todas  las  reglas  anteriores  hay  las  excep- 
ciones de  los  nombres  propios  extranjeros  no  castellanizados,  los  cuales  se 
escriben  como  en  la  lengua  originaria;  v.  gr.,  Dobbio,  Grabbe,  Gábbata. 
Hartsenbusch,  Havre,  etc. 


LIBRO   SEGUNDO 


Ortología  rítmica. 


CAPITULO    PRIMERO 

Nociones  preliminares. 

77.  Verso. — La  palabra  verso,  en  latin  ver  sus,  viene  de  verter  e=^volver, 
y  significa  propiamente  vuelta,  la  acción  de  volver  ó  volverse.  En  este  sen- 
tido, y  á  la  manera  que  en  castellano  se  dice  dar  ó  echar  una  vuelta,  la  usó 
Planto  (Stich.  5,  7):  Si  istoc  vorsu  (isto  versu)  me  viceris,  alio  me  provoca^ 
to:  Si  á  esta  vuelta  me  ganas,  has  de  desafiarme  á  otra. 

Otro  significado  más  principal  es  el  de  surco.  Si  se  derivó  de  la  vuelta 
que  el  arado  da  á  la  tierra  al  removerla,  ó  de  la  vuelta  que  el  labrador  da  al 
arado  al  terminar  un  surco,  para  comenzar  otro,  ó  de  las  dos  cosas  á  la  vez, 
no  se  puede  determinar  con  certeza  (1).  De  todos  modos  consta  que  versus 
llamaban  los  latinos  á  los  trazos  hechos  en  la  tierra  por  el  arado.  Así  Plinio 
(Hist.  Nat.  lib.  18,  c.  49,  3):  In  arando  versum  peragere:  hacer  un  surco  aran- 
do. También  pudo  tomarse  esta  significación  de  las  vueltas  que  algunos  la- 
bradores dan  á  las  fincas  arándolas  con  un  solo  surco  en  vórtice  ó  espiral, 
pues  en  este  caso  cada  espira  es  una  verdadera  vuelta.  Como  quiera  que  sea, 
la  palabra  T'^r5ws  se  aplicó  frecuentísimamente  á  significar  ófden,  serte, 
traso,  hilera,  ya  en  línea  recta,  ya  en  círculo.  Virgilio  (Greorg,  4,  144):  Ule 
ettam  seras  in  versum  distulit  tilmos:  dispuso  en  hilera  los  tardos  olmos. 
Plinio.  (Hist.  Nat.  lib.  15,  c.  37,  1):  Myrtus  exótica,  senis  foliorum  versibus: 
de  seis  órdenes  ó  ruedas  de  pétalos. 

78.  De  aquí  paso  á  significar  las  lineas  ó  renglones  de  la  escritura,  por 
la  semejanza  del  trazo  del  punzón  ó  estilo  con  el  surco  del  arado.  Esta  sig- 
nificación es  ordinaria  en  latin,  como  consta  de  varios  testimonios  de  Cice- 
rón, Nepote  y  otros;  y  éste  es  el  significado  propio  que  le  damos  cuando  ha- 
blamos de  los  versículos  de  la  Sagrada  Escritura  ó  del  oficio  divino.  Este 
significado  es  común  á  la  prosa  y  á  la  poesía:  pero  como  las  líneas  del  poe- 
ma latino  están  sujetas  á  determinadas  leyes  acerca  del  número,  cantidad  y 
orden  de  las  silabas  y  pies,  de  aquí  provino  que  el  uso  general  aplicase  el 
nombre  versus  más  bien  á  los  renglones  ajustados  á  medida,  que  á  los  li- 
bres. Si  en  el  verso  de  Virgilio  antes  citado  cambiamos  el  orden  de  las  pa- 
labras diciendo:  Ule  etiam  in  versum  seras  ulmos  distulit,  tendremos  una 
frase  que  indudablemente  puede  ser  verso  y  versículo  (esto  es,  línea  ó  ren- 


(1)     Versum  vocatum  dicunt,  quod  revertatur  (San  Isidoro,  Etymolog.  I,  39,  a.  3), 


_  74  - 

glon)  en  prosa;  pero  do  ningún  modo  en  poesía,  es  decir,  no  puede  ser  verso 
en  el  sentido  estricto  de  la  palabra.  De  este  modo  vino  la  palabra  verso  á 
significar  estrictamente  la  línea  de  palabras  sujetas  á  la  medida  ó  ley  del 
lenguaje  ligado. 

S>i  alguno  tuviera  por  violenta  esta  derivación  del  significado  de  verso, 
todavía  nos  queda  otra  razón  poderosa  en  su  favor.  El  lenguaje  ligado  es, 
según  S.  Isidoro,  más  antiguo  que  el  suelto.  «Praeterea  (escribe  el  Santo, 
Etymol.  I,  c.  38),  tam  apud  grecos,  quan  apud  latinos  longe  antiquioren  cu- 
ram  fuisse  carminum,  quam  prosae.  Omnia  enim  prius  versibus  condeban- 
tor,  prosae  autem  studiura  sero  viguit.  Primus  apud  Graecos  Pherecydes 
Syrius  soluta  oratione  scripsit;  apud  Romanos  autem  Appius  Caecus  adver- 
Bus  Pyrrhum  solutam  orationem  primus  exercuit.  Jam  exhinc  et  ceteri  pro- 
sae eloquentia  contenderumt.»  Segan  ésto,  verso  fué  primitivamente  la  lí- 
nea del  lenguaje  escrito  ligado;  y  al  comenzar  á  escribir  en  prosa,  so  di6 
también  á  sus  líneas  ó  renglones  el  nombre  verso  en  el  sentido  solamente 
de  hilera  de  palabras,  no  de  hilera  de  palabras  si4jetas  d  medida. 

La  palabra  griega  (111707= verso,  también  significa  orden,  sene,  ó  grupo 
de  cosas  ó  palabras  dispuestas  según  alguna  ley,  ó  guardando  simetría. 

79.  Poesía. — Del  griego  7rotéa)=  hacer,  fabricar ,  componer ,  se  derivan 
los  nomhreíi  poema  j  poesía,  como  si  dijéramos  obra,,  composición,  inven- 
to. Poema  en  castellano  es  más  propiamente  una  obra  en  verso,  de  alguna 
importancia  y  extensión:  poesía,  además  de  significar  en  general  obra  poé- 
tica, se  usa  en  particular  para  designar  la  foiTna  ó  el  principio  del  arte  poé- 
tica: y  así  se  dice  que  no  hay  poesía  en  aquellos  versos  que  carecen  áe/ue- 
go,  invención,  inspiración,  estro,  etc. 

La  palabra  latina  armen,  cuasi  canimen,  canmen  ó  casmen,  de  cano= 
cantar,  es  exactamente  lo  que  en  castellano  canción  ó  canto,  ü  oda,  del  grie- 
go tüíi',.  Son  aquellas  composiciones  en  verso  destinadas  al  canto,  llamadas 
también  //r/'c/as,  porque  los  antigTios  solían  cantarlas  al  son  do  la  lira  (=^úpa), 
instrumento  que  constaba  de  un  bastidor  en  forma  de  herradura,  cuyas  ra- 
mas estaban  unidas  en  su  parte  superior  por  un  travesano:  de  ésto  al  infe- 
rior se  tendían  las  cuerdas  sonoras,  las  que  podían  pulsarse  por  ambos 
lados, 

80.  .Estrofa.—^s,ie>  vocablo  so  deriva  de  a-z^Y^^volver ,  doblar,  rodear. 
Primitivamente  so  aplicó  á  las  vueltas  que  los  antiguos  daban  al  rededor 
de  las  aras  do  sus  diosos,  cantando  sus  alabanzas,  de  donde  naturalmente  se 
transladó  á  significar  el  mismo  canto  ó  el  conjunto  de  versos  que  cantaban 
en  cada  vuelta.  Así  lo  dice  Mario  Victorino:  « Antiqui  deorum  laudes  carmi- 
nibus  compreliensas,  circum  aras  eonim  euntes  canobant;  cujus  primum  am- 
bitum,  (juGm  ingrodiebantur  ex  ])arte  doxtra,  aTpócfT.v  vocabant:  rovorsionom 
autem  sinistrórsum  factam,  completo  primo  orbe,  afitistrophcm  appolla- 
bant.  Deindo  in  conspoctu  doorum  soliti  consistoro,  cantici  roliqua  prose- 
quobantur,  apollantes  id  cpodott.y  La  antístrofa  constaba  del  mismo  núme- 
ro de  versos  que  la  estrofa. 

De  aquí  pasó  la  palabra  estrofa  á  significar  las  partes  del  canto  ejecuta- 


—  Vo  — 

do  por  el  coro  en  el  teatro,  y  luego  en  general  cada  uno  de  los  grupos  igua- 
les de  versos  en  que  suelen  dividirse  los  cantos  ó  composiciones  líricas.  En 
castellano  tienen  además  el  nombre  de  estancias  (de  starc=dctenerse),  sin 
duda  por  razón  de  la  pausa  ó  detención  del  canto  entre  estrofa  y  estrofa. 
Sólo  así  puede  explicarse  que  una  misma  cosa  tenga  dos  nombres  tan  opues- 
tos como  estrofa  (vuelta  ó  paseo  al  rededor)  y  estancia  (detención  ó 
parada) . 

El  nombre  copla,  que  se  da  igualmente  en  castellano  á  la  estrofa,  viene 
del  latino  copulare,  ligar.  «Los  castellanos  y  catalanes  guardan  en  esta  com- 
posición cierto  número  de  pies  (versos)  ligados  con  cierta  ley  de  consonan- 
tes, por  la  cual  ligadura  se  llamó  copla.  (Argote  de  Molina  en  su  Discurso 
sobre  la  Poesía  castellana). 

81 .  Poeta,  vate,  trovador.— hñ  palabra  poeta  tiene  el  mismo  origen  que 
poema  y  poesía:  significa  lo  mismo  que  autor,  inventor,  hombre  de  genio 
creador:  el  uso  vulgar  todavía  distingue  entre  el  que  hace  versos  y  el  ver- 
dadero poeta  (1). 

Vate  se  deriva,  según  parece,  die  fari=  hablar  solemnemente ,  con  auto- 
ridad ó  inspiración,  y  significó  al  principio  el  adivino  ó  profeta:  luego  se 
aplicó  al  poeta,  por  la  opinión  vulgar  de  que  el  poeta  era  un  hombre  inspi- 
rado por  las  musas,  ó  que  habla  agitado  de  cierto  furor  (ora':poí-= estro)  di- 
vino (2). 

Trovador,  del  italiano  trovare— hallar ,  inventar,  es  palabra  antigua  con 
que  se  designaba  á  los  poetas;  de  aquí  también  el  nombre  trova  (poesía), 
equivalente  á  nuesta  rima,  que  significa  lo  mismo,  como  afirma  Lope  de 
Vega  en  La  Dorotea  (tomo  2.°,  51):  ^<Rimas  se  llamaron  de  rimar,  que  es  in- 
quirir y  buscar  con  diligencia...  Y  así  el  que  rimare  hallará  lo  más  perfec- 
to; que  de  hallar  se  llamaron  los  versos  trovas;  y  por  eso  dijo  el  otro  poeta: 

«Dios  perdone  á  Castillejo, 
Que  bien  habló  de  estas  trovas.» 

Conforme  á  esto,  vemos  no  pocas  colecciones  antiguas  de  poesías  con  el 
título  de  Rimas  (sacras,  divinas,  humanas,  etc.)  Hoy  la  palabra  rima  tie- 
ne más  comunmente  el  significado  de  cadencia  ó  semejanza  de  sonidos,  como 
diremos  más  adelante. 

82.  Prosa. — Lo  que  acabamos  de  decir  acerca  del  verso,  exige  que  de- 
mos la  definición  de  prosa;  la  cual  es  algo  difícil  y  oscura.  Seguramente  no 
serán  muchos  los  lectores  que  sepan  que  las  palabras  prosa  y  verso  tienen 
el  mismo  origen  latino;  y  sin  embargo,  así  es.  Prosa  viene  de  porro  versa  ó 
proversa,  y  por  síncopa,  prorsa,  prosa;  y  en  esta  forma  le  concordaron  los 
latinos  con  oratio:  oratio  prosa.  Como  se  ve,  su  origen  es  el  verbo  verto, 
como  el  de  verso.  Ahora  bien,  proversus  significa  propiamente  vuelto  ha- 


(1)  Ñeque  enim  concludere  versum 

Dixeris  esse  satis,  neqne  si  quis  scribat  uti  nos 

Sermoni  propiora,  putes  hunc  esse  poetara. 

Ingenium  cui  sit,  oui  mens  divinior  atque  os 

Magna  sonaturum,  des  nomjnis  hnjus  honorem.    (Horacio). 

(8)  Est  Deus  in  nobis,  agitante  calescimus  illo.  (Ovidio). 


-  76  - 

cia  adelante,  extendido  ó  dirigido  hacia  adelante  y  á  lo  lejos.  ¿Cómo,  pues, 
se  aplica  al  lenguaje  por  oposición  al  verso? 

Prescindiendo  de  otras  nociones  más  ó  menos  aproximadas,  la  razón  for- 
mal de  la  prosa,  como  distinta  del  verso,  debo  hallarse  en  la  misma  distin- 
ción de  sus  nombres,  ver  sus  y  oratio  proversa  ó  prosa.  La  distinción  está 
en  el  pro,  y  no  en  otra  parte.  Vimos  antes  (núm.  78)  que  la  voz  verso  signi- 
fica estrictamente  aquellas  series  ó  lineas  de  palabras  sujetas  auna  medida 
cierta  y  determinada:  de  donde  se  sigue  que  cuando  se  quiere  hablar  ó  escri- 
bir en  verso,  cada  uno  de  ellos  se  extiende  solamente  tanto  cuanto  permito 
la  medida,  y  no  más.  Pues  bien,  la  partícula  pro  en  este  caso  tiene  la  fuerza 
ó  virtud  de  quitar  al  verso  ó  línea  este  límite,  traba  ó  estorbo  de  la  medi- 
da, para  que  pueda  correr  y  extenderse  indefinidamente.  Es,  pues,  la  noción 
propia  de  prosa,  la  de  lenguaje  suelto,  ó  libre  de  metro  (oratio  soluta):  dis- 
curso íoratio)  cuyas  lineas  (versus)  se  extienden  hacia  adelante  (pro)  sin  li- 
mite fijo  y  determinado. 

De  aquí  se  deduce  evidentemente,  que  ol  nombre  prosa  es  posterior  al 
de  verso. 

Esta  misma  noción  de  prosa  es  también  de  S.  Isidoro,  quien  en  el  li- 
bro I  do  las  Etimologías  (cap.  XXXVIII),  escribe:  «Prosa  est  producta 
oratio,  et  a  lego  metri  soluta.  Prosum  enim  antiqui  productum  dicebant, 
et  rectum.  Unde  ait  Varro,  apud  Plautum  prosis  lectis  significare  rectis: 
und.e  etiam  quae  non  est  perflexa  numero,  sed  recta,  prosa  oratio  dicitur,  in 
rectum  producondo.  Alii  prosam  ajunt  dictam  ab  eo  quod  sit  profusa,  vel 
ab  eo  quod  spatiosius  proruat,  nullo  sibi  termino  praefinito.»  Todas  estas 
etimologías  coinciden  en  la  noción  que  hemos  dado. 

Por  lo  demás,  no  se  admire  el  lector  de  que  la  etimología  do  prosa  y 
verso  sea  una  misma:  muchas  palabras  que  en  nada  so  parecen  tienen  el  mis- 
mo origen,  como  día  y  ayuno  ^jornal;  hora  y  reloj;  Dios,  Enero,  Diana, 
Júpiter  y  jamba,  etc.,  etc. 

83.  AV//;¿t).— Ritmo  (del  griego  ^uO|j.óc,  de  púeiv  =  recorrer,  ondear),  es  lo 
mismo  que  movimiento  regulado  ó  variado  con  regularidad:  cadencia,  sime- 
tría, compás,  distribución  proporcionada.  Su  efecto  formal  os  la  grata  y  me- 
lodiosa combinación  y  sucesión  de  cláusulas  y  de  pausas  y  cortes,  en  el  len- 
guaje poético  o  prosaico.  Consiste,  pues,  el  ritmo  en  la  sensación  agradable 
que  ol  oído  experimenta  al  percibir  la  igualdad  ó  proporción  de  las  partes 
en  que  se  divide  el  lenguaje,  la  distribución  de  los  acei^tos,  ó  la  semejanza 
del  sonido  de  las  palabras. 

Vamos,  pues,  á  dividir  este  tratado  en  dos  secciones:  en  la  |)rimora  ex- 
pondremos las  leyes  rítmicas  de  la  poesía;  en  la  segunda  examinaremos  las 
infracciones  ortológicas  á  que  dan  ocasión  his  leyes  rítmicas;  infracciones 
vulgarmente  llamadas  licencias  poéticas. 

SECCIÓN  PRIMERA.-Ritmografía. 

84.  Ritmografía  os  lo  mismo  que  descripción  del  ritmo,  ó  exposición 
de  las  leyes  rítmicas  que  ol  lenguaje  poético  debo  observar,  para  que  los 


-  77  — 

Tersos  produzcan  en  el  oído  sensación  agradable.  Es  el  ritmo  en  el  lenguaje 
lo  que  la  melodía  en  la  música:  ambas  cosas  tienen  sus  períodos,  sus  frases, 
miembros  é  incisos:  en  el  lenguaje  poético,  además  de  existir  todas  esas  di- 
visiones con  relación  al  sentido  ó  discurso,  las  estrofas  hacen  las  veces  de 
períodos,  los  versos  son  como  los  miembros,  y  las  partes  de  los  versos  sir- 
ven de  incisos.  Las  cadencias  musicales  son  lo  que  en  el  lenguaje  los  puntos, 
comas,  interrogaciones,  etc.;  y  en  el  lenguaje  ligado  ó  poético,  los  cortes  y 
cadencias  de  los  versos  son  otra  especie  de  pausas  parecidas  á  las  cadencias 
musicales.  Pues  de  la  misma  manera  que  en  música  deben  estudiarse  pri- 
mero las  cadencias,  luego  la  frase  y  después  el  período;  así  en  verso  debe- 
mos estudiar  primero  las  cadencias  poéticas,  luego  la  constitución  ó  natu- 
raleza del  verso,  y  últimamente  la  estrofa:  porque  debe  siempre  procederse 
de  lo  simple  á  lo  compuesto.  Las  cadencias  ó  pausas  sirven  para  dividir 
unos  de  otros  los  versos,  las  partes  de  las  estrofas,  y  las  estrofas.  El  ritmo 
en  la  cadencia  es  de  dos  clases:  uno  referente  á  la  semejanza  de  las  desinen- 
cias de  los  versos  ó  de  sus  partes,  y  otro  que  consiste  en  que  las  mismas 
cadencias  se  coloquen  á  intervalos  iguales  ó  proporcionales.  Empecemos 
por  lo  primero. 

CAPÍTULO  II 
Del  ritmo  en  la  desinencia. 

RIMA 

85.  Llamamos  hoy  rima  el  ritmo  en  la  desinencia,  ó  sea  la  semejanza  de 
terminación  entre  dos  ó  más  vocablos  (1).  Si  esta  semejanza  es  igualdad,  se 
dice  que  hay  consonancia ;  si  no  es  igualdad,  se  dirá  que  hay  asonancia. 

Consiste,  pues,  la  rima  consonante,  la  consonancia  ó  el  consonante,  en 
la  igualdad  de  todos  los  sonidos  finales  desde  la  vocal  acentuada  inclusive. 
Por  consiguiente,  la  consonancia  puede  ser  aguda,  como  en  temí  y  alelí, 
verdad  y  catad;  grave,  como  en  cielo  y  suelo,  Rodolfo  y  golfo,  grave  y 
sabe  (2),  sabio  y  labio,  amen  y  examen;  esdrújula,  como  en  pirámide  y  clá- 
mide, híadas  y  dríadas,  crónica  y  Mónica,  Apóstoles  y  Móstoles. 

No  son,  por  consiguiente,  verdaderos  consonantes  veinte  y  fuente 
(Lope  4.°,  216'),  árbol  y  mármol  (Id.,  ib.,  214'),  mano  y  Magno  (Id.,  3.",  151), 
cubiertos  y  adviértoos  (Id.  1.°,  71');  cree  y  cautivaré  (Calderón,  3.°,  246'); 
meresco  y  parentesco  (Tirso,  134);  Sanabria  y  Canaria  (Castellanos,  358), 
huye  y  escabulle,  casa  y  casa,ju3go  y  redusco. 

86.  Una  palabra  no  puede  ser  consonante  de  si  misma:  pues  la  belleza 
consiste  en  la  unidad  junta  con  la  variedad;  y  en  dos  palabras  iguales  hay 
unidad,  pero  no  variedad,  lo  cual  ofende  al  oído.  Tanto  más  grata  será  la 


(1)  «Máxima  rhytmorum  gratia  in  simili  versuum  desinentia  consistit.»  (Caramuel:  Shythniica, 
año  1665,  pág.  B). 

(2)  Véase  lo  dicho  en  el  núm.  48. 


-  78  - 

rima  cuanto  más  diferentes  sean  los  elementos  que  no  consuenen,  y  cuanto 
más  diversa  sea  la  naturaleza  y  significación  de  los  vocablos.  Así  es  mejor 
la  consonancia  de  amaba  con  puntaba  que  con  llamaba  (1);  de  precio  con 
>iecio  que  con  desprecio  (3);  de  nobleza  con  empieza  que  con  belleza  (2);  de 
admirable  con  hable  que  con  amable  (4),  de  virtuoso  con  reposo  que  con 
suntuoso  (5),  etc. 

Las  palabras  equívocas  pueden  rimar,  tanto  mejor  cuanto  más  equívocas 
sean;  v.  gr.,  ama  (verbo)  y  ama  (nombre)  (6). 

Los  adverbios  en  mente  pueden  rimar,  pero  es  pobre  tal  consonancia. 

87.  Los  consonantes  suelen  colocarse  al  fin  de  verso:  sin  embargo,  el  ca- 
pricho de  algunos  poetas  ha  hecho  rimar  el  primer  hemistiquio  con  el  final 
del  verso  anterior,  como  Tirso  en  El  pretendiente  al  revés  (30'): 

Saben  los  cielos,  mi  Leonora  hermosa, 
Si  desde  que  mi  esposa  te  nombrar oti, 
Y  de  dos  enlazaron  una  vida 
Por  vella  divertida  en  oiv9.  parte, 
Quisiera  aposentarte  de  manera 
En  ella,  que  no  hubiera  otra  señora 
Que  no  siendo  Leonora  la  ocupara. 

Y  así  prosigue  durante  toda  la  escena.  Véase  también  la  Égloga  2.*  de 
Garcilaso. 

Otros,  como  López  de  Ubeda,  rimaban  un  hemistiquio  con  otro,  por 
ejemplo  (91): 

Hoy  se  casa  el  monarca  con  su  tnarca, 
No  quede  pollo  á  vida,  ni  comida 
Con  que  sea  servida  mi  querida, 
Llamadla  en  la  comarca  polliparca, 

Traed  tocino  y  l)uen  vin  de  San  Martin, 
Pan,  leña,  asadores,  tenedores, 
Frutas,  sal,  tajadores  los  mayores, 
Presto,  que  el  dios  Machin  pretende  el  fin. 

«Hay  una  gala  de  trovar  (escribe  Juan  de  la  Encina  on  su  Arte  de  Poe- 
sía) que  se  llama  encadenado,  que  el  consonante  que  acaba  el  un  pie  (ver- 
so), en  águél  comienza  el  otro.»  Véase  este  ejemplo  do  Andrés  de  Prado,  4G4: 

Tu  beldad  quo  me  despide 
Pide  á  mi  amor  que  so  aniña, 
Niña,  que  te  haga  un  retrato. 


Trato  mi  afición  codicia. 

Principio  por  tu  cabello, 
Bello  prodigio  que  aviva. 


Viva  esta  fe  quo  renace, 
Nace  do  sola  su  vista. 

A  (u  frcnto  mari;w/?a 
Osa  mirarla  atrevida. 
Vida  que  se  pierde  en  ella, 
Ella  80  gana  á  si  misma. 


(1)  La  parto  no  coiisonanto  am  or  más  diforonto  ño  ¡mm  quo  fio  llum. 

(2)  En  prerio  y  desprprio  hay  ronsonancia  vordadora  do  una  palabra  consigo  miHraa. 

(3)  Es  mejor  1»  consonancia  do  nombro  con  vorbo,  quo  oon  otro  nombre. 

(4)  Mojor  ronsuona  adJKtivo  con  vorlio,  quo  con  otro  adjotivo. 
(B)  Mejor  consuona  adjotivo  con  nombro  quo  con  otro  adjotivo. 

(6)  «Ningún  vocablo  puode  ser  consonanto  de  si  mismo,  si  no  oa  on  diforonto  noniido,  quo  ontonocs 
es  gaUnteria.*  (Luis  Alfonso  de  Carrillo:  Citnt  de  Apolo,  año  1602). 


-  79  - 

Lope  de  Vega  (3.",  267)  y  Moreto  (530)  hicieron  rimar  las  dos  últimas  sí- 
labas con  las  dos  precedentes,  formando  lo  que  se  llama  eco;  véase  el  ejem- 
plo de  Lope: 

Peligro  tiene  el  más  probado  vado; 

Quien  no  teme  que  el  mal  le  impida,  j^ida^ 

Mientras  la  suerte  le  convida,  viáa, 

Y  goce  el  bien  tan  sin  cuidado  dado^  etc. 

De  éstas  y  otras  galas  y  juegos  de  trovar  dice  el  mismo  Encina:  «Mas  no 
las  debemos  usar  muy  á  menudo,  que  el  guisado  con  mucha  miel  no  es  bue- 
no, sin  algún  sabor  de  vinagre.»  En  efecto,  aunque  alguna  vez  encajen  bien 
en  estilo  festivo,  disuenan  en  los  asuntos  serios  y  graves,  porque  encierran 
siempre  algo  de  afectación. 

88.    La  teoría  de  la  asonancia  necesita  alguna  discusión. 

Examinemos  en  primer  lugar  la  asonancia  aguda.  Consiste  ésta  en  la 
igualdad  de  la  última  vocal  acentuada,  v.  gr.,  amor,  canción,  vos,  cayó;  ve, 
fué, fiel,  Andrés;  amarás,  rapas,  pluvial ,  vendrá,  Abraham.  Cuando  la 
vocal  tónica  es  la  última  de  la  dicción,  como  en  estos  ejemplos,  la  cosa  es 
clara.  Pero  cuando  la  vocal  tónica  va  seguida  de  otra  átona  con  la  cual  for- 
ma diptongo,  no  me  parece  que  se  debe  admitir  á  carga  cerrada,  como  lo 
han  hecho  todos  los  preceptistas,  que  esas  palabras  sean  asonantes  agudas. 
La  teoría  vulgar  sobre  la  asonancia  aguda,  la  expone  la  Real  Academia  (pá- 
gina 336),  y  según  ella  son  asonantes  entre  sí: 

I.**    Primaveral ,  guirigay.  Amáis,  Paláu,  j  Zaráus. 

2."    Arrebol,  convoy,  Palóu. 

3.°    Doncel,  carey,  Andréu. 

En  los  poetas  pueden  verse  asonantados,  entre  otros  muchos  que  pudie- 
ra citar,  los  siguientes: 
parar,  vais,  en  Lope,  XXXV,  100; 
traen,  curial,  ha^,  verdad,  en  Ledesma,  164'; 
quejáis,  está,  en  Quevedo,  151; 
quillotráis,  están,  en  Tirso  IX,  416"; 
será,  ay,  cayn,  seáis,  en  Calderón,  3.°,  112; 
tray,  tendrá,  estáis,  en  Diamante,  32. 
honráis,  voluntad,  en  Moratm  (Leandro),  603; 
filosofal,  Catay,  en  el  mismo,  604" 
elogiar,  acarreáis,  en  Salas,  544; 
muráis,  entrad,  pan,  en  Villanueva,  599. 

Y  pueden  verse  asonantes  en  e,  ed,  ey,  eis,  en  varios  autores,  v.  gr.,  Q-ón- 
gora,  518;  y  Candamo,  LVIII,  569. 

Voy  á  copiar  algún  ejemplo: 


Zayas,  XLII,  548' 
Ayer  fui,  ya  no  soy  nada, 
La  muerte  de  mi  triunfó; 
Aprended,  hombres  de  mí 
Lo  que  va  de  ayer  á  hoy. 


Tirso,  194" 
Mil  ejemplos  os  dijera, 
A  estar  despacio,  señor; 
Mas  mi  ganado  me  aguarda, 
Y  ha  mucho  que  ausente  estoy. 


80  — 


Góngora,  519" 
Sed  cualquiera  cosa  destas; 
Que  yo  hago  traslación 
De  vuestros  huesos  á  Esgueva, 
Aunque  todo  pulpa  sois. 


Solls  (Dionisio),  259 
Pues  no,  cruel,  no  conties 
Que,  dado  que  á  morir  voy, 
No  tome  de  tu  inconstancia 
Mi  ofensa  satisfacción. 


89.  Esta  es  la  práctica  común,  no  puedo  ne^^arlo:  práctica  que  se  tradu- 
ce en  la  si;^iente  ley  formulada  por  Bello  (pág.  338):  «En  los  diptongos  y 
triptongos  acentuados,  se  pide  sólo  la  semejanza  de  la  vocal  en  que  se  oye 
el  acento.» 

En  verdad  que  siento  oponerme  á  la  Real  Academia,  y  acaso  á  todos  los 
poetas;  pero  hace  ya  años  que  vengo  meditando  el  asunto  y  consultándolo 
con  el  oído,  y  sin  embargo,  no  acabo  de  persuadirme  qne  primavera/,  Bom- 
bay  y  Paláu  (por  ejemplo)  sean  asonantes  entre  sí. 

Digo,  pues,  que  las  palabras  en  ay  ó  ais  y  au  son  para  mi  oído  disonantes 
con  las  en  a,  ar.  as,  etc.,  y  lo  mismo  sus  semejantes.  En  estos  versos  de  Tir- 
so, IX,  416". 

El  letrado  pela, 
Pela  el  oficia/, 
Que  hay  mil  peladores, 
Si  pelones  hay. 

El  hay  final  produce  en  el  oído  una  sensación  desagradable,  y  lo  mismo 
cualquiera  ejemplo  de  los  citados.  Voy  á  dar  otras  razones  rítmicas,  además 
de  esta  eufónica,  para  probar  que  tal  asonancia  es  realmente  disonancia. 

90.  Cualquiera  vocal  átona  detrás  de  la  vocal  tónica  en  fin  de  verso, 
formo  ó  no  diptongo  con  olla,  tiene  fuerza  ó  virtud  de  sonar  al  oído  como 
sílaba  distinta  de  la  primera  (1);  y  la  razón  de  esto  es,  que  la  medida  del 
verso  se  completa  en  el  oído  al  sonar  el  aconto  final:  de  consiguiente,  todo 
lo  que  viene  detrás  dol  acento  final,  sea  poco  ó  mucho,  tiene  en  el  oído  el 
valor  de  un  tiempo.  Este  es  el  principio  en  que  me  fundo:  si  es  verdadero, 
la  teoría  tradicional  sobre  los  asonantes,  es  falsa;  si  no  lo  es,  tendré  necesi- 
dad de  creer  que  mi  oído  no  está  bien  organizado.  Y  no  crea  el  lector  que 
faltan  ejemplos  para  probar  dicho  principio,  cuando  se  aplica  á  la  vocal 
átona  siguiente  á  la  tónica,  aimque  se  combinen  en  diptongo.  Mirademescua 
emplea  siempre  diptongados  en  medio  do  verso  los  imperativos  agudos  con 
el  sufijo  05,  y  sin  embargo,  hace  asonar  intervalos  con  retiraos  (pág.  53'1, 
Las  terminaciones  verbales  en  ais  son  siempre  diptongos;  y  á  pesar  do  eso, 
Meléndoz  los  asonanta  con  palabras  graves  en  ae:  embriague,  animáis^ 
trinufatü(\  prestáis,  añade,  donaire  (pág.  100).  Estos  ejemplos,  y  otros  quo 
habrá  í^anníjue  no  tongo  apuntados,  poríjue  no  me  fijó  on  eso  al  princijiio  do 


(1)    Escrit»  ya  mi  obra,  loo  on  Cáscalos  (Tatilat  Pnétiran  pAp,  160): 

«La  humana  y  divina  ley. 

Dicon  qne  OAte  vomo  acaba  on  acento  agudo,  y  es  falso;  porque  no  hay  contracción  on  fin  de  verso 
oomo  queda  dicho.» 

Esto,  que  es  también  doctrina  de  Benot  (tomo  2."  pkg,  142),  rs  exactamente  lo  que  yo  defiendo. 


-  81  - 

mi  estudio),  prueban  que  debe  tomarse  en  cuenta  para  la  asonancia,  la  vocal 
átona  detrás  de  la  tónica  final  del  verso;  y  quo  esas  palabras;  para  los  efec- 
tos de  la  rima,  no  son  agudas,  sino  graves. 

Otra  prueba  de  lo  mismo  hallo  yo  comparando  esas  dicciones  en  ay,  au, 
oy,  eu,  etc.,  con  las  en  ae,  ao,  ía,  ío,  ea,  eo,  etc.,  No  sirve  decir  que  en  estas 
hay  azeuxis  y  en  aquéllas  diptongo;  pues  ésta  no  es  cuestión  de  medida,  sino 
de  eufonía,  y  tan  lleno  es  el  verso  en  ay  ó  en  au,  como  en  ía  ó  úa.  En  fin  de 
verso  es  igual  el  diptongo  que  la  azeuxis  de  tónica  y  átona,  y  no  hay  oído 
tan  fino  capaz  de  distinguir  lo  uno  de  lo  otro.  Pues  bien,  si  hay,  Paláu  son 
-asonantes  en  a,  ¿por  qué  no  han  de  serlo  cae,  nao,  traen,  caos  y  otros  seme- 
jantes? Si  estoy  es  asonante  de  temió,  ¿por  qué  temía,  vacío,  caías,  no  han  de 
serlo  de  rubí?  Dirás  que  en  estos  ejemplos  la  vocal  sobrante  es  fuerte,  y  en 
aquéllos  es  débil.  Muy  bien;  pero  yo  te  responderé  que  en  fin  de  verso  no 
hay  diferencia  ninguna  de  tiempos  entre  una  débil  y  una  fuerte:  y  siendo  la 
rima  asonante,  la  igualdad  de  vocales  en  igualdad  de  tiempos,  la  débil  áto- 
na final  equivalente  á  un  tiempo,  debe  tener  en  su  asonante  otra  igual ;  y  si 
no,  malamente  se  llaman  asonantes,  como  malamente  asonantó  el  romancero 
k  jaral,  adelante,  rodear,  pan,  alce,  adarve,  trae,  etc.  (X,  263). 

Como  conclusión  de  lo  dicho,  establezco  el  siguiente  argumento:  Verso 
agudo  es  solamente  aquel  cuya  última  vocal  es  tónica:  pero  las  dicciones  en 
(ly-,  ^y>  oy,  au,  eu,  ou,  tienen  átona  su  última  vocal:  luego  los  versos  termi- 
nados en  ellas  no  son  agudos,  y  por  consiguiente,  no  sirven  para  la  asonancia 
aguda.  De  este  principio  se  infieren  los  siguientes  corolarios: 

1.°  Las  palabras  en  ay ,  ais,  son  asonantes  graves  en  ai,  y  por  tanto 
asuenan  con  fácil,  dabais,  dátil,  etc. 

2.**  Las  en  au  son  asonantes  graves  en  au,  pero  no  tienen  compañeras 
en  castellano. 

3."  De  las  en  ey,  eu,  oy,  ou,  debe  decirse  relativamente  lo  mismo  que  de 
las  en  ay,  au. 

4.**  Asonantes  agudos  son,  pues,  aquellos  cuya  última  vocal  es  tónica,  y 
la  misma;  v.  gr.,  salir,  salí,  salid,  espadín,  mai3,  alfil,  cénit. 

91.  Asonancia  grave. — También  aquí  tengo  mis  reparos  que  hacer  á  la 
teoría  vulgar;  y  para  mayor  claridad  expongo  mi  teoría  en  dos  palabras: 
Asonantes  graves  son  todos  los  que  tienen  idénticas  las  vocales  tónica  y 
última;  v.  gr., 

en  aa:  causa,  patria,  cántara,  Ondárroa,  áurea,  cáspita. 

en  ae:  cae,  margen,  sabe,  aire,  cambies,  mástiles.  Maule. 

en  ea:  deba,  recua,  ea,  reina,  Débora,  pleura,  anestesia,  huela. 

en  ao:  claro,  mármol,  cuatro,  sacaron,  claustro,  cesáreo,  bálsamo. 

en  ía:  vida,  venía,  criba,  esquina,  Vístula,  vicia,  aira,  manigua. 

en  ai:  fácil,  dabais,  saciáis,  casi,  Setanti,  guirigay,  mástil. 

en  eo:  queso,  plectro,  encuentro,  aéreo,  serio,  arsénico,  terapéutico. 

en  úa:  lechuda,  injuria,  fluctúa,  murria,  cerúlea,  pura,  busca. 

en  úo:  engrudo,  valúo,  purpúreo,  músico,  engullo,  injurio. 

A  esto  se  reduce  toda  mi  teoría  acerca  de  la  asonanc^'a,  evidentemente 

6 


-  82  — 

más  fácil,  más  clara,  más  breve  y  más  eufónica  que  la  teoría  vulgar,  si  bien 
algo  más  estrecha.  El  lector  podrá  hacer  de  ella  el  uso  que  le  parezca;  pero 
yo  no  puedo  menos  de  decir  lo  que  siento. 

92.  Escolios.— \°  Los  esdrújulos  asuenan  con  los  graves:  y  la  razón  es 
la  misma  que  antes  hemos  expuesto,  á  saber:  que  todo  lo  que  viene  detrás 
del  acento  en  la  dicción  final  de  un  verso,  se  reputa  por  un  tiempo  ó  sílaba-^ 
de  la  cual  trataremos  en  el  capítulo  IV. 

2.'*  Entre  las  vocales  átonas  no  se  pide  más  igualdad  que  la  de  la  últi- 
ma, sea  fuerte  ó  débil;  y  esto  porque  la  final  es  la  que  más  impresiona  el 
oído,  y  por  tanto,  si  falta  la  rima  de  la  última,  se  percibe  la  desemejanza:  la 
de  las  otras  casi  no  se  percibe,  porque  el  oído  pasa  de  largo  sobre  ellas.  He 
dicho  sea  fuerte  ó  débil,  porque  así  siento  que  suena  en  mi  oído,  aunque  los 
gramáticos  digan  lo  contrario.  Dicen  éstos  que  en  los  diptongos  átonos 
sólo  se  pide  la  semejanza  de  la  vocal  fuerte  (Bello,  pág.  .-1^8);  do  donde,  se- 
gún ellos,  amareis  es  asonante  de  aire  y  amarais  de  planta.  Pues  ponga- 
mos la  dicción  ¿í/ca// asonante  en  ai:  ¿no  es  más  semejante  amarais  ó  ama- 
reis á  álcali,  que  á  planta  y  aire?  Por  tanto,  las  desinencias  en  árais, 
áreis,  áseis,  son  para  mi  oído  asonantes  en  ai;  y  las  en  éreis,  erais,  éseis 
asonantes  en  ei.  Esto  siento  y  esto  sostengo. 

3.**  Enseñan  también  los  preceptistas  que  la  e  y  la  /átonas  son  semejan- 
tes en  la  asonancia,  y  lo  mismo  la  o  y  la  ii;  de  suerte  que,  según  ellos,  cáliz 
asuena  con  valle,  débil  con  verde,  Amarilis  con  matices,  móvil  con  flores, 
útil  con  luces,  Venus  con  cielo,  espíritu  con  efímero,  Pólux  con  lloro,  etc. 
Y  no  faltan  ejemplos  de  esto  en  los  poetas.  Calderón  en  un  largo  r<unance 
en  ae  (t.  III,  166",  167  y  168')  asionantafácil,  padre,  casi,  quedasteis,  llegas- 
teis, pase,  nombrareis,  estorbabis.  A  fénix  lo  encuentro  asonantado  con 
despierte  (Cald.,  4.**.  263),  con  muere  (Zabaleta,  521'),  y  con  establece  (Ca- 
lleja, 574).  Meléndez,  según  notó  en  el  núm.  90,  asonanta  animáis^  prestáis 
con  añade  y  donaire.  Solís  (Dionisio)  rima  á  bienes  con  chélis  (23í)).  Fran- 
camente confieso  que  nimca  he  podido  tragar  esta  teoría.  Que  un  gallego, 
en  cuya  boca  la  /  parece  ^,  y  la  «  parece  o,  la  admita  y  defienda,  lo  entiendo: 
pero  que  en  oído  netamente  castellano  esas  vocales  sean  oíiuivalcntes  en  la 
asonancia,  aunque  los  poetas  lo  hayan  practicado,  ni  lo  entiendo  ni  lo  admi- 
to; antes  creo  que  son  defectos  introducidos  en  la  rima  por  la  excesiva  li- 
cencia de  los  poetas. 

4."  Hoy  no  tenemos  por  lícita  la  asonancia  de  sola  la  vocal  tónica:  si  eso 
so  practicara,  n«  habría  diferencia  entro  la  asonancia  gravo  y  la  aguda.  Pero 
antiguamente  así  parece  que  era,  á  juzgar  por  lo  que  se  observa  en  el  Poe- 
ma del  Cid.  Véase  esto  ejemplo  (LVII,  36): 

De  noche  helaron  laa  nrrnas,  e  rogaron  al  Criador. 
Tro(;ida  es  la  nochn,  ya  quiebran  Ioh  altores. 
Muchos  so  juntaron  de  buenos  ricos  omncB. 
Por  ver  esta  lid  ca  avien  ende  sabor 
De-mas  sobre  todos  yes  el  rey  don  Alfonsso 
Por  querer  el  derecho  e  non  consentir  el  tuerto, 


-  83  - 

Hyas  metien  en  armas  los  del  buen  CampeafZor: 

Todos  tres  se  acuerdan  ca  son  de  un  senwor. 

En  otro  logar  se  arman  los  ynfantes  de  Carríon: 

Sedíelos  castigando  el  conde  Garíji  Oráoñez. 

Andidieron  en  pleyto,  dixieron-lo  al  rey  Alfonseo, 

Que  non  fuessen  en  la  bataUa  las  espadas  taladores 

Colada  e  Tizón,  que  non  lidiassen  con  ellas  los  del  Campeador. 

Todos  estos  son  asonantes  en  o:  y  por  esto  sabemos  que  el  diptongo  ue 
se  pronunciaba  o  antiguamente,  como  en  el  sexto  verso  transcrito,  donde 
hay  que  decir  torto  en  vez  de  tuerto. 

Lo  mismo  se  nota  en  la  asonancia  en  a:  así  (pág.  8)  se  ven  rimados  pías, 
parten,  están,  andar,  adelant,  van,  Toran^io.  Poco  á  poco  fué  dividiéndose 
la  rima  aguda  de  la  grave,  y  ya  en  los  romances  antiguos  se  ve  frecuentísi- 
mamente  la  e  paragógica,  añadida  sólo  por  la  rima;  v.  gr.  (t.  X,  198): 

Estábase  el  conde  Dirlos, 
Sobrino  de  Don  Beltrane, 
Asentado  en  las  sus  tierras, 
Deleitándose  en  cazare. 
Cuando  le  vinieron  cartas 
De  Carlos  el  emperante. 
De  las  cartas  placer  hubo, 
De  las  palabras  pesare. 
Que  lo  que  las  cartas  dicen 
A  él  le  parece  male. 

Y  á  este  tenor  siguen  allí  pane,  hane,  andaré,  Roldane,  vane,  espera- 
de,  etc. 

Hoy  no  toleraríamos  tales  licencias  y  tan  frecuentes,  si  bien  son  más  to- 
lerables las  que  consisten  en  añadir  la  e  íinal  del  origen,  v.  gr.,  daré,  pane; 
pero  de  ningún  modo  Beltrane,  hane,  vane,  mase. 

93.  Advertencias  sobre  la  rima. — Los  preceptistas  advierten  con  razón: 
1.°  Que  no  se  empleen  á  menudo  ciertas  terminaciones  inagotables,  como  los 
participios  en  ado,  ido,  los  gerundios  en  ando,  endo;  los  imperfectos  en  aba, 
{a,  ara,  era,  ase,  ese;  los  futuros  en  a,  an,  ere,  los  verbos  plurales  en  amos, 
emos,  irnos;  los  adverbios  en  mente;  los  infinitivos  en  ar,  er,  ir;  los  nom- 
bres verbales  en  or,  ion,  y  los  verbos  con  enclíticas. 

2,°  Que  la  asonancia  no  degenere  en  consonancia;  defecto  algo  común 
en  lo  antiguo. 

3.°  Que  los  versos  sueltos  intercalados  entre  los  rimados,  no  asuenen  ni 
consuenen  con  los  inmediatos,  ni  entre  sí  mismos, 

4.°  Que  no  se  repita  un  mismo  consonante  ó  asonante  á  pocos  versos 
del  primero  en  que  se  colocó;  toda  repetición  que  se  perciba,  es  enfadosa  (1). 

5.°    Que  no  se  junten  en  un  mismo  verso  palabras  consonantes  ó  asonan- 


(1)    «Aliémosnos  guardar  que  no  pongamos  tin  consonante  dos  veces  en  una  copla.  Y  ann  si  ser  pn- 
4ÍM«,  non  le  denemos  repetir  hasta  que  passe  yeynte  coplas.  (Encina:  Arte  de  Poesia). 


84  - 


tes.  Tanto  más  sonoro  será  un  verso,  cuanto  más  diferentes  sean  sus  voca- 
les tónicas;  v.  gr.  (Villavic.  J.,  593):  ^ 

Allá  en  monto  de  la  Sc/tia  extrema 
Tengo  mi  casa  sola,  osc?<ra  y  triste, 
Donde  con  fuerza  el  alquilón  requema 
La  tierra  que  de  yerba  aun  no  se  viste. 

Con  esto  no  se  quiere  decir  que  se  sacrifique  la  propiedad  ó  la  elegancia 
de  la  frase,  que  es  lo  primero  que  debe  procurarse. 

6.**  Que  las  palabras  que  rimen  sean  radicales,  más  bien  que  derivacio- 
nes de  otras:  la  repetición  de  estas  derivaciones  quita  su  vigor  y  fuego  á  la 
dicción  poética  y  al  verso.  Compárense  las  dos  octavas  siguientes: 


Ercilla,26' 
Unos  vienen  al  suelo  mal  heridos 
De  los  lomos  al  vientre  atravesados, 
Por  medio  de  la  frente  otros  hendidos. 
Otros  mueren  con  honra  degollados; 
Otros  que  piden  medios  y  partidos, 
De  los  cascos  los  ojos  arrancados. 
Los  fuerzan  á  correr  por  peligrosos 
Peñascos  sih  parar  precipitosos. 


Villaviciosa  J.,  579' 
Dijo;  y  al  punto  el  varonil  soldado 
Mostró  la  cara  pálida  y  difunta, 

Y  las  alas  del  uno  y  otro  lado, 
Con  el  ansia  postrera,  ciñe  y  junta: 
Todos  los  miembros  del  varón  alado 
Se  tienden  en  presencia  de  la  junta, 

Y  estirando  una  zanca  y  otra  zanca, 
El  alma  noble  de  su  pecho  arranca. 


Nótese  la  vulgaridad  y  repetición  de  los  consonantes  empleados  pot  Er- 
ciUa,  con  los  de  la  octava  de  Villaviciosa,  y  se  verá  cuánto  más  rica  es  la 
rima  en  éste  que  en  aquél,  á  pesar  del  consonante  en  ado  y  la  repetición  de 
la  palabra yw«/«,  si  bien  usada  equívocamente. 

94.  Consonancia  aguda  de  voces  apoco padas.—BeWo  califica  de  des- 
graciadísima á  esta  consonancia;  mas  yo  croo  que  en  estilo  zumbón  y  fes- 
tivo, como  el  que  tenía  Cervantes,  no  son  tan  desgraciados  los  tales  versos. 
Véase  la  muestra  (Cervantes,  230): 


No  te  metas  en  dibu- 
Ni  en  saber  vidas  aje- 
Quo  en  lo  que  no  va  ni  vio- 
Pasar  do  largo  os  cordu- 


Advierte  que  os  desati- 
Sicndo  do  vidrio  el  teja- 
Tomar  piedras  ou  la  ma- 
Para  tirar  al  voci- 


Tambien  López  deUbeda  compuso  algunos  versos  de  esta  clase;  véase  (69): 

Los  padres  de  la  picara  Justi- 

Quo  fueron  en  Mansilla  mcsono- 

Siondo,  como  son,  padres  y  ella  hi- 

La  enseñan  y  la  dan  buenos  conso- 

Como  el  consejo  á  gusto  no  so  olvi-  (da) 

Estos  por  serlo  tanto  los  rotio- 

Que  ya  no  hay  quien  so  humillo  á  madre  y  pa- 

Si  no  es  que  al  justo  con  su  gusto  cua- 

El  lector  forme  de  esta  rima  el  juicio  (jue  lo  parezca. 


-  85  - 

CAPITULO  III 
Del  ritmo  en  la  cadencia. 

SINALEFA 

95.  Los  versos  castellanos  constan  de  un  número  determinado  de  síla- 
bas, que  puede  oscilar  entre  cinco  y  once.  Este  número  determinado  de  síla- 
bas es  la  medida  ó  metro  del  verso.  Mas  en  el  cómputo  de  las  sílabas  de  cada 
verso,  ocurren  algunas  dificultades  nacidas  de  la  concurrencia  de  las  voca- 
les. Si  esta  concurrencia  se  verifica  dentro  de  un  solo  vocablo,  el  determi- 
nar las  sílabas  que  contiene,  pertenece  á  la  Ortología  silábica,  de  que  trata- 
remos en  el  libro  cuarto:  mas  cuando  la  concurrencia  es  entre  el  fin  de  un 
vocablo  y  el  principio  del  siguiente,  el  cómputo  de  las  sílabas  pertenece  á 
la  métrica  ó  ritmografía  en  el  verso,  y  á  la  Ortología  sintáctica  ó  retórica 
en  la  prosa.  Y  aunque  las  reglas  que  se  observan  en  el  verso  son  en  general 
aplicables  también  á  la  prosa,  aquí  trataremos  más  en  particular  del  ver- 
so(l). 

96.  Sinalefa  rítmica  ú  ortológica  es  la  fusión  de  dos  ó  más  vocales  in- 
mediatas, pertenecientes  á  distintos  vocablos,  en  una  sola  sílaba.  En  la  sina- 
lefa ortológica  no  se  suprime  ninguna  vocal  en  la  pronunciación,  pues  to- 
das deben  sonar  clara  y  distintamente:  en  la  sinalefa  morfológica,  de  que 
tratamos  en  el  núm.  23,  se  suprime  la  primera  vocal. 

El  hiato  es  la  separación  de  las  vocales  concurrentes,  y  puede  ser  de  cin- 
co maneras: 

a)    Uno  es  opuesto  al  diptongo,  y  equivalente  á  la  diéresis  (núm.  10  y  15). 
h)    Otro  es  opuesto  á  la  sinéresis,  y  equivalente  á  la  azeuxis,  (núm.  9). 

c)  Otro  hay  opuesto  á  la  sinalefa  eufónica,  y  es  vicioso. 

d)  Otro  opuesto  á  la  sinalefa  violenta,  y  es  bueno. 

e)  Otro,  finalmente,  hay  enteramente  vicioso,  como  en  las  palabras  veía 
á  Aaron;  en  este  caso  es  violenta  la  sinalefa  y  violento  el  hiato,  por  lo  cual 
debe  decirse  que  tal  hiato  es  opuesto  á  la  ley  eufónica  general,  de  que  no  se 
junten  muchas  letras  cuya  pronunciación  sea  inarmónica  ó  muy  difícil. 

El  primero,  tercero  y  quinto  son,  pues,  viciosos  y  malos:  el  segundo  y  el 
cuarto  buenos.  Del  segundo  trataremos  en  el  libro  cuarto:  el  estudio  del 
tercero  y  del  cuarto  pertenece  á  este  capítulo.  Por  tanto,  cuando  hablemos 
de  hiato,  por  el  contexto  conocerá  el  lector  si  hablamos  del  hiato  bueno  ó 
del  vicioso. 

97.  La  h  muda  no  se  cuenta  por  nada:  pero  si  se  aspira,  impide  la  sina- 
lefa. Ejemplos: 

Y  como  le  Aice  prender, 

Le  /laré  cortar  la  cabeza.  (Tirso,  áSS"). 


(1) 


No  creo  que  tenga  el  Sr.  Bello  otro  capitulo  mejor  escrito  que  el  de  la  sinalefa  y  hiato. 


-  86  - 


¡Oh!  en  pura  nieve  y  púrpura  bañado!  (Rioja,  382). 

Hasta  qu«  Anbiendo  sol  nuevo 
De  cuentan  cómo  he  dormido.  (Alcázar,  406). 

Ah!  en  el  sagrado  y  solitario  huerto.  (Lista,  279). 

Oh!  el  Rey  es  que  habrá  sabido 

El  suceso.  (Vélez  J.,  588"), 

Ninguno,  al  fin,  de  todos  ha  escapado 
De  muerto,  de  |  herido  ó  de  a  |  Aogado.     (Morillo,  189'). 

En  este  último  ejemplo,  la  h  aspirada  impide  la  sinalefa  de  ee  ou  el  pri- 
mer caso,  y  de  eao  en  el  se^ndo. 

98.  Dos  vocales  que  forman  azeuxis  nunca  jamás  pueden  ambas  con- 
traerse en  sinalefa  con  otra  vocal  precedente  ó  si^íuiente;  porque  entonces 
quedaría  el  verso  con  una  sílaba  menos:  v.  ^r., 


Calderón,  3.",  304 

Se  ha  huido  de  la  prisión 

Alarcon,  128" 

iQue  me  ahogo,  que  me  ahogol 

iSan  Crispin,  Santa  Lucía! 


Artieda,  639' 
¿A  qué  fin,  pues,  Heráclito  se  aira? 
Solís  (Antonio),  5' 
Envíe'  al  uno  primero 
El  original. 


Así,  pues,  cuando  la  sinalefa  se  jimta  con  la  sinéresis,  ambas  cosas  se  ha- 
cen insufribles:  ejemplos. 

Viéndole  ahora,  salir  de  la  batalla 
Me  envió  á  llamar  á  esta  corte 
Desafió  á  otro  un  portugués 
Y  sea,  oh  injusta  ley  traidora, 
La  afrenta  del  que  la  llora. 

99.  Las  vocales  débiles  átonas,  y  las  conjunciones  c  y  o  nunca  pueden 
contraerse  con  la  vocal  precedente  y  siguiente  á  la  vez;  pero  sí  con  una  de 
ellas.  Las  conjunciones. entre  dos  vocales  se  unen  casi  siempre  con  la  segun- 
da. Ejemplos: 


(Valbuena  326') 
(Rojas,  162") 
(Moreto,  296") 

(Calderón,  4.",  83; 


Trillo,  76 
Se  I  hiela  en  verse  á  sí  misma 

Herrera  .1.,  361" 
Mal  le- 1  huele  á  vuestra  alteza 

Tirso,  LVIII,  285 

Dando  la  vida 
Que  por  su  ley  |  y  rey  |  (^s  bien  perdida. 

lU'lmonte;  329" 
A  dartí)  el  parabién 
A  tí  I  y  ri  tu  esposa  Octavia.. > 
Hoy  I  está  muy  |  ocupa<la. 

Mira<iemescua,  36" 
Obscura  está  y  |  huele  á  queso. 


Eroilla,  117' 
Quién  aqueste  |  y  oquél  alanceando 
Abre  sangrienta  !  y  ancha  la  salida, 
Quién  á  diestro  y  siniestro  goljK^ando 
I*riva  aquestos  |  y  aquellos  «le  la  vida; 
No  hay  |  ánimo  ni  brazo  alli  tiin  blando 
(¿ue  no  cabe  |  y  ahonde  la  |  hi'rida, 
Ni  esi>a<la  de  tan  grutiso  y  boto  filo, 
Que  no  dt>stile  sangre  |  hilo  á  \  hilo. 

Mendoza,  62' 
Y  mn  I  hieren  y  |  hiero  en  un  instante 

Castillejo,  166' 
l>udo8a  cosa  |  é  incierta. 

Calderón,  2.",  14-t" 
Para  mí  alegro  |  é  infausta. 


87  - 


Calderón,  2.%  613" 
Que  fuera  bajeza 
Que  solo  me  hallara 
Ingrata,  quien  puede 
Piadosa  |  é  ingrata... 
Castiga  y  perdona 
Piadosa  y  |  ingi-ata. 


Moreto,  195' 
A  hablar  no  acierta,  |  é  indicia 
Lo  que  vos  habéis  pensado 


Mendoza,  85 
Porque  de  vuestro  ingenio  |  é  invención. 

Herrera,  288' 
Decía  en  sueño  |  ó  ilusión  perdido 


Alar  con,  170' 
Mas  tales  fueron  los  gritos 
De  aquel  demonio  ó  mujer. 

Id., 163" 
Entre  tanto  morirá 
El  leonero  I  ó  el  león. 


Góngora,  438 
No  era  sordo,  |  ó  el  músico  era  mudo. 

Moreto,  161" 
¿Qué  decís,  don  García  1  ó  estáis  ciego? 

Villanueva,  594 
Me  pinta  al  óleo  |  ó  al  fresco. 

Son,  por  consiguiente,  violentas  y  reprensibles  las  siguientes  sinalefas; 


(Rojas,  39') 
(Quintana,  68') 
(Mendoza,  68") 
(Mora  cit.,  por  Bello) 
(Mendoza,  53') 
(Góngora,  436) 
(Id.,  462") 


1.  Que  se  ^«irá  por  ser  veloz 

2.  Así  Awirán  pues  mis  esperanzas  todas 

3.  Decía  con  vergüenza  y  ira  movida. 

4.  Brava  jornada,  dice  el  vey,  infanzones 

5.  Que  quieras  ó  aborrezcas  á  otro  ó  á  mí 

6.  Escuche  la  victoria  yo  ó  el  ñ-acaso 

7.  Que  en  yerbas  se  recline  ó  en  hilos  penda. 

El  verso  1  queda  perfectamente  eufónico  suprimiendo  el  se. 
El  2,  suprimiendo  el  pues. 

Para  evitar  la  cacofonía  que  se  advierte  en  el  4,  prefirieron  los  buenos 
poetas  suprimir  la  y  final  por  apócope:  v.  gr., 

¿Cómo  estáis?— Bueno  esfó  ahora  (Salustrio,  487') 
Esta  corta  piedad 

Les  do  y  consagro,  Itálica  famosa.  (RIoja,  387") 

Do  á  fuego  la  mala  res  (Hurtado  Luis,  33") 

La  conjunción  e  puede  alguna  vez  formar  sinalefa  con  las  vocales  prece- 
dente y  siguiente,  sin  ofender  al  oído,  como  se  ve  en  este  ejemplo  de 
Cetina  (49): 

Que  vuestra  historia 
Nos  dure  con  eterno  é  inmortal  canto. 

100.  Atonas.— loási  concurrencia  de  vocales  átonas  forma  siempre  si- 
nalefa. El  hiato  es  vicioso  en  este  caso.  Si  las  vocales  concurrentes  son  se- 
mejantes, suena  una  sola  alargada;  v.  gr., 

Alarcon,  897" 


iCaso  extrañol — No  se  espante; 
Que  un  hombre  Aonrado  ofendido 
Es  un  toro  agarrochado. 


Alarcon,  250 
El  caso  viene  á  obligarme 


-  88 


Alarcon,  289' 
¡A  Aurora,  á  Auxoxz.  ee  envía 
Recado  tan  atrevido! 

Castro  (GuiUen),  262" 
Envíeselo  á  decir, 
Envióme  á  amenazar. 

Herrera,  306' 
Del  Nilo  á  íJufrates  fértil  y  istro  frío 


Valdivielso,  163 
Cuál  con  su  sangre  y  vida  ó  ^aron  comprara 
La  vara. 

Con  hiato  volento 

Castillejo,  202' 
El  poeta  castellano 
Que  dice  |  y  no  |  en  vano 

Rojas,  669' 
Dos  mil  digo  que  |  entraron. 


Todo  esto  se  entiende  en  los  casos  en  que  no  tiene  aplicación  la  regla 
del  número  precedente,  la  cual  es  preferente  á  ésta.  Alguna  vez  la  pausa 
entre  dos  átonas  puede  hacer  suave  el  hiato  entre  ellas,  como  en  este  verstv 
de  Garcilaso,  15': 

¿Qué  es  esto,  Nemoroso?  |  Y  qué  cosa...  etc. 

Pero  en  general,  entre  átonas,  la  sinalefa  es  necesidad  y  no  licencia;  y 
puede  constar  hasta  de  cinco  vocales,  como  en  este  verso  de  Bello: 

Del  helado  Danubio  á  ^Mfrates  fértil 

Las  de  tres  y  cuatro  vocales  semejantes  son  algo  violentas;  pero  también 
es  violento  el  hiato.  Débese,  pues,  cuidar  de  no  reunir  con  frecuencia  tres 
vocales  semejantes. 

101.  Tónica  con  átonas.— '^\  concurren  una  vocal  ó  diptongo  tónico  con 
otras  vocales  átonas,  la  sinalefa  es  natural;  pero  la  pausa  y  el  ritmo  pueden 
hacer  agradable  el  hiato.  Ejemplo: 

Yo  08  lo  diré  en  brevedad.  (Alcázar,  406). 

Mas  oh  infame  remate  de  tal  guerra!  (Herrera  F.,  280). 
Airado  salió  á  buscar 

Al  que  digo  que  vt  entrar.  (Solis  Antonio,  46"). 

Son  de  Tolú,  |  ó  son  de  Puerto  Rico.  (Góngora,  430). 

aquí  la  pausa  entro  los  dos  incisos,  y  el  ritmo  yámbico  liacen  agradable  el 
hiato.  En  este  misino  ejemplo  pudiera  haber  sinalefa  á  posar  de  la  pausa, 
con  tal  de  guardar  el  ritmo;  v.  gr. 

Son  do  Tolú,  ó  serán  de  Puerto  Rico. 

En  este  verso  de  Garcilaso,  10':  «He  |  aquí  vences:  toma  los  despojos»  el 
hiato  es  violento,  pues  así  resultan  los  acentos  en  las  síhibas  impares,  lo 
cual  es  antirrítmico.  Por  la  razón  contraria  sería  tolerable  el  hiato  en  este 
otro: 

Mas  ho  \  aquí  que  vences:  los  despojos 
Toma,  etc. 

102.  Atonas  con  tónica. — La  sinalefa  es  siempre  permitida;  pero  el  rit- 
mo hace  siempre  agra<la])]o  el  hiato,  y  tanto  más  manto  se  lialle  más  próxi- 
mo al  fin  del  verso.  El  hiato  entre  vocales  diferentes  es  más  agrailable  que 
entre  vocales  semejantes.  Ejemplos: 


-  89  - 


Con  sinalefa. 

Calderón,  3.°,  304 
La  alma  y  los  brazos,  señor. 

Rojas,  18' 

¿To  he  de  irme  con  tanta  priesa? 
— Señora,  es  orden  expresa 
De  don  Lucas,  mi  señor, 
Y  paro  él  delito  fuera. 

Cubillo,  157" 
Pues  por  ella  es  ya  mi  padre 
De  otra  opinión  que  antes  era. 


Con  hiato. 

Garcilaso,  4' 

Ven,  8i  por  solo  |  esto  te  detienes. 

ídem,  83' 

De  I  áspera  corteza  se  cubrían. 

Cetina,  47 
Que  por  matarle  ó  |  él,  á  mi  me  hae  muer- 

[to. 
Mendoza,  85' 
Y  lo  I  uno  y  lo  |  otro  por  ser  mió. 

Castillejo,  155' 
Pan  y  |  agua  con  ceboUa. 


(Calderón,  2.°,  264'). 
(Mendoza,  55). 


Le  proveerá  de  |  armas  y  dinero. 

La  I  ira  del  soberbio  castellano. 

La  codicia  en  las  manos  de  la  suerte 

Se  arroja  al  mar,  la  |  ira  á  las  espadas.     (Ríoja,  389). 

Deja  su  |  urna  el  Betis,  y  lozano.  (Góngora,  427") 


En  estos  ejemplos  las  sinalefas  y  hiatos  están  en  medio  de  verso;  en  los 
siguientes,  al  fin. 


Gíareilaso,  4 
¡Ay  cuan  diferente  era!  (heptas). 

ídem,  ib. 
Y  por  nuevo  camino  el  agua  se  iba. 

AlarcoD,  365' 
Dando  á  cada  una  siete  años. 

ídem,  384" 
¿Por  qué  ha  de  morir  doña  Ana,? 

Rojas,  258 
Sabed  que  me  ha  dicho — Xo  oso 
Mover  los  labios. 

Amescua,  35'' 
La  ventana  cerró,  y  á  eso 
Las  alacenas  abria. 
Estas   sinalefas   son   algo   violentas:  y 
así  (creo)  sonarán  á  todo  oído  bien  organi- 
zado. 


Garcilaso,  19' 
Y  tan  claro  parece  allá  en  la  j  urna. 

ídem,  6 
Casi  los  paso  y  cuento  |  uno  á  \  uno. 

Mendoza,  62 
No  toparéis  á  |  otro  sino  á  \  él. 

Alarcon,  427' 
Dios  no  lo  da  todo  á  \  uno. 

Montalban,  503" 

Es  excusado 
Aquí  lo  1  uno  í/  lo  I  otro. 

Rojas,  19 

No  he  de  casarme 
Con  don  Lucas — ¿Por  qué,  |  hija? 
— Porque  es  miserable. —  |  Eso,  etc. 


Calderón,  LVni,  429' 
Polvo  fuiste,  polvo  I  eres, 
Y  polvo  después  serás. 

Eesúrnen:  1.°  En  las  sílabas  que  el  ritmo  pide  inacentuadas,  cabe  mejor 
la  sinalefa  que  el  hiato.  2°  En  las  sílabas  rítmicamente  acentuadas  es  me- 
jor el  hiato  que  la  sinalefa.  3.^  Si  ocurren  dos  casos,  uno  de  sinalefa  y  otro 


-  90  - 

de  hiato,  en  un  mismo  verso,  y  ambos  en  sílaba  rítmicamente  acentuada, 
precederá  la  sinalefa,  á  no  ser  que  de  ello  resulte  la  destrucción  del  ritmo. 
Citemos  otros  ejemplos: 

1.  Ea  lo  I  uno,  quiero  en  lo  otro.  (Calderón,  2.°,  369'). 

2.  Ni  es  sacrilego,  ni  |  es.  (Id.,  ib). 

3.  Luis  de  Almeida  ha  siete  |  años.  (Rojas,  259). 

4.  Y  la  que  era  poco  |  antes.  (Id.,  259'). 

5.  Que  ese  caballero  |  es.  (Matos,  223"). 

6.  La  I  una  reparada,  la  otra  enjuta.  (Góngora,  462'). 

En  el  verso  1,  si  se  hace  preceder  el  hiato,  cae  la  sinalefa  en  el  acento 
final;  pero  es  preferible  esto,  porque  de  lo  contrario  resulta  el  verso  con  dos 
acentos  antirrítmicos. 

El  2,  3,  4  y  5  son  antirrítmicos  si  precede  el  hiato. 

En  el  6,  la  sinalefa  debe  ir  la  última,  porque  de  lo  contrario,  el  verso 
pierde  su  ritmo  yámbico,  (v.  núms.  123  y  125). 

103.  Dos  tónicas. —  Entre  dos  tónicas  es  también  permitida  la  sinalefa, 
pero  frecuentemente  es  mejor  el  hiato,  según  las  circunstancias  (v.  número 
107).  Ejemplos: 

/Aretusa,  aunque  no  es  muy  avisada.  (Mendoza,  53'). 
Sirialefa.. . .  ¿Sueño  yo  aquesto  bien?  Decí  ¿ea  ungido?    (Herrera  F.,  262'). 

'Se  podrá  ir  con  él  despacio.  (Góngora,  523"). 

ÍHeráclito  fui  |  un  tiempo  (Id.,  549'). 

Gastándole  al  Perú  |  oro  en  los  frenos  (Id,,  440'). 

lOh  ya  I  isla  católica  y  potente!  (Id.,  449'). 

Si  no  I  índice  mudo  de  esta  vida.  (Id.,  454). 

No  habrá  |  áncora  que  afierre.  (Barros,  238). 

104.  A  cfitre  dos  vocales. — 1.°  Si  todas  son  átonas,  la  sinalefa  es  necesi- 
dad. 2."  Si  la  vocal  precedente  es  tónica  y  la  siguiente  átona,  la  sinalefa  es 
también  natural.  .-3."  En  cualquier  otro  caso,  la  sinalefa  es  algo  violenta,  á 
no  sor  que  la  suavice  alguna  circunstancia  particular. 

1.  Arrimárase  á  |  un  roble.        (Anón.  X,  159'). 

2.  Que  yo  á  I  él  no  lo  temia.     (Gil  Vicente,  156'). 

3.  Ayudó  á  esta  confianza.         (Anón.  XVI,  308').  > 

El  hiato  del  2  es  muy  natural;  el  del  1  algo  violento,  y  la  causa  es,  que 
como  el  un  os  pala])ra  secundaria,  como  adjetivo  (v.  núni.  107),  la  intención 
del  oyente  va  más  allá,  pasando  por  alto  sobro  el  adjetivo,  para  ir  á  lijarse 
en  ol  nombro  roble.  Por  oso  mismo,  la  sinalefa  dol  3  es  suave  (1). 

105.  Monosílabos  tónicos  en  medio.— ^on  óstos  los  verbos  auxiliaros  ha, 
he,  y  las  interjecciones  ah  y  oh, 

(1)    Cuando  el  adjotivoostá  auRtuntivado,  ó  08  pronombre,  pasa  á  s«r  palabra  primaria,  y  on  e«t» 
oaüo,  la  uinalufa  oh  violnnta;  t.  gr., 

I'uHR  lo  quo  &  I  uno  daña,  á  otro  aprovecha.     (Mendosa,  &4). 

uno  y  otro  arjul  hud  pronotnbroR:  ol  hiato  aquí  os  buouo,  y  la  Binalafa  mala. 


91 


I.**  Los  auxiliares,  como  palabras  secundarias,  tienen  un  acento  más  dé- 
bil que  los  participios;  por  lo  cual,  se  combinan  frecuentemente  en  sinale- 
fa, con  las  vocales  adyacentes  átonas,  aunque  tal  sinalefa  de  tres  vecales  es 
algo  violenta. 


(Montalban,  517'), 
(Enciso,  223"). 
(Id.  ib.) 

(Herrera  R.,  240'). 
(Calderón,  2.o,  541). 
(Rojas,  4'). 
(Alarcon,  173'). 
(Id.  265"). 


Sinalefa. 


1.  Yo  le  he  escrito,  yo   le  he  hablado. 

2.  Que  toda  Italia  ayuda  me  ha  ofrecido 

3.  La  cólera:  si  en  esto  te  he  ofendido. 

4.  Bien  á  la  reina  he  engañado. 

5.  Se  ha  hüiáo  de  la  prisión . 

6.  Que  por  acá  siempre  he  oido. 

7.  Lo  que  ha  oído  es  cosa  clara. 

8.  Pues  su  fama  ha  asegurado. 

2.**  Si  alguna  de  las  adyacentes  es  tónica,  la  sinalefa  es  aun  más  violen- 
ta, y  debe  preferirse  el  hiato. 

/Yo  he  avisado  á  sus  parientes. 
]No  ha  «na  |  hora,  ¿una?  no  ha  media. 
I       Me  he  /¿echo  tantos  cardenales, 
VQue  tolo  soy  eminencias. 

I  Y  yo  he  I  heeho  finalmente. 
Ninguno  ha  |  hecho 
Cosa  que  le  cuente  á  |  él. 

3.°  Las  interjecciones  ah,  oh,  que  naturalmente  son  muy  acentuadas,  no 
pueden  formar  sinalefa  con  la  vocal  precedente  y  siguiente  á  la  vez;  pero  sí 
con  una  de  ellas  átona.  Ejemplos: 

1.  Haceos  afuera,  oh  espíritu  gallardo. 

2.  No  haya  oh  españoles,  nada  (heptasil.) 

3.  Rasga  tu  seno,  oh  tierra: 
Rompe,  oh  templo  tu  velo. 

4.  ¡Oh  monte,  oh  fuente,  oh  río! 

5.  Ven  á  mi  ruego  humilde,  oh  amor  de  aqueUa. 

6.  Oh  ildéfonso,  le  dice,  que  observaste. 

Las  sinalefas  de  los  versos  1,  2  y  5  son  reprensibles,  aunque  las  vocales 
adyacentes  son  átonas.  Débese,  pues,  poner  hiato  entre  átona  y  tónica,  como 
en  este  ejemplo,  (el  1  reformado): 

Salid  fuera  |  oh  espíritu  gallardo. 

Si  alguna  adyacente  es  tónica,  habrá  un  hiato;  y  si  ambas  son  tónicas, 
dos  hiatos;  v.  gr., 

Alaba,  ¡oh  |  alma!  á  Dios:  Señor,  tu  alteza.     (Fr.  Luis,  55). 
¡Oh!  I  helo  allí.  Dichoso  tú  que  aflojas.  (Garcilaso,  7). 

Pero  no  se  prohibe  enteramente  la  sinalefa  entre  la  precedente  tónica  y 
la  interjección;  v.  gr. 

A  tí,  oh  Señor,  el  glorioso 

De  Apóstoles  coro  excelso.     (Calderón,  LVill,  376). 


(Montalban,  517'). 
(Tirso,  435'). 

(Calderón,  2.°,  596) 
(Montalban,  517'). 

(Rojas,  18"). 


(Valbuena,  325'). 
(Meléndez,  241). 

(Lista,  274). 
(Fr.  Luis,  3). 
(Herrera  F.,  259';. 
(Jáuregui,  128'). 


•      -  92  - 

aunque  siempre  es  algo  violenta.  Pero  si  al  oh  siguiera  una  palabra  tónica 
en  la  primera  sílaba,  sería  más  agradable  la  sinalefa;  v.  gr., 

A  tí,  oh  Dios,  el  coro  excelso. 

lo  cual  prueba  dos  cosas:  1.*  Que  la  interjección  se  hace  algo  subtónica  en- 
tre dos  acentos.  2.*  Que  la  primera  sinalefa  es  más  dura  porque  al  verso  le 
falta  su  propio  ritmo  trocaico,  el  cual  es  más  decisivo  en  este  último  verso; 
y  por  tanto,  que  la  regularidad  y  propiedad  del  ritmo  contribuyen  á  la  sua- 
vidad de  la  sinalefa,  como  en  otras  ocasiones  pueden  contribuir  á  la  suavi- 
dad del  liíato. 

106.     Enumeración  de  vocales. — Resta  examinar  un  caso  raro,  como  el 
de  esta  redondilla  de  Cañizares,  571'. 


¿Ahora  con  Borcebú 
Estamos  ahí?  Di  pues, 


¿Es  a  I  e,  í,  o,  |  «,  ó  qué  |  es? 
— Estrt  es  a,  I  e,  ¡  i,  I  o,  I  ti. 


El  tercer  verso  debe  leerse  así  por  tres  razones:  1.*  Porque  así  es  más 
suave  el  ritmo  trocaico.  2.*  Porque  en  que  es  al  ñn  del  verso  es  mejor  el  hia- 
to que  la  sinalefa.  3.*  Porque  la  o  conjunción  forma  mejor  sinalefa  que  hiato 
con  la  vocal  precedente;  y  además  la  sinalefa  suena  mejor  detrás  del  acento 
rítmico,  que  delante  de  él. 

107.  A.  Causas  que  favorecen  el  Mato. —  1.*  La  pausa  entre  las  vocales 
(v.  núm.  100).  Esta  causa  tiene  más  importancia  entre  dos  tónicas*:  menos 
entro  átona  y  tónica;  menos  todavía  entre  tónica  y  átona,  y  mucho  menos 
entre  dos  átonas. 

2.*    El  ritmo  natural  en  cada  verso,  según  lo  dicho  (núm.  102-106). 

3.*  Entre  átona  y  tónica  ó  dos  tónicas;  tiene  gran  influencia  la  cualidad 
de  palabra  principal  en  el  segundo  vocablo  (núm.  104).  Las  palabras  prima- 
rias son  el  nombro,  el  pronombre,  el  verbo,  la  interjección,  y  el  primer  vo- 
cablo tónico  de  una  interrogación.  Los  acentos  preponderantes  do  las  pala- 
bras primarias  oscurecen.no  poco  los  acentos  adyacentes. 

4.*  La  énfasis,  por  razón  do  la  fuerza  que  añado  al  acento  de  los  voca- 
blos, y  la  solemne  lentitud  que  encierra.  Énfasis  hay  en  polvo  eres  (v.  nú- 
mero 102),  los  cuento  uno  á  uno  (ibid.),  lo  uno  y  lo  otro  (iliid.,  Mendoza). 

B.  ^Causas  que  justifican  la  sinalefa.— \.^  La  celeridad  de  la  expre- 
sión. 2.*  La  deb  lidad  de  los  acentos.  3.*  La  observancia  y  naturalidad  del 
ritmo.  4."  La  semejanza  de  las  vocales. 

En  fin,  en  una  materia  como  ésta,  sujeta  á  consideraciones  tan  minucio- 
sas, ó  por  mejor  decir,  á  sensaciones  tan  linas  y  delicadas,  no  es  posible  dar 
reglas  lijas,  aplicables  á  todos  los  casos;  pero  tongo  la  lirme  certeza  de  que 
las  obsorvaciones  precedentes  contribuyen  á  aliñar  el  oído. 

108.  ka.zon  de  la'sinalefa. — ¿Por  qué  varias  vocales  que  en  medio  de 
dicción  no  pnodon  contraorse  en  diptongo,  ])uodon  ontre  dos  vocablos  con- 
traerse en  sinalefa?  Cuestión  os  ésta  de  grandísima  dificultad.  Bollo  confie- 
sa ingenuamente  que  no  lo  sabe,  y  yo  añado  (|Uo  on  su  sistoma  ^\o  diptongos 


y  azeuxis,  admitida  como  legítima  la  azeuxis  de  vocales  átonas,  toda  sina- 
lefa es  un  misterio. 

En  mi  sistema,  cuya  regla  fundamental  es  que  toda  combinación  de  vo- 
cales átonas  se  contrae  en  una  sílaba  (véase  núm.  234),  se  explican  perfecta- 
mente todas  las  sinalefas  de  vocales  átonas.  De  las  demás  no  alcanzo  expli- 
cación satisfactoria.  Porque  es  claro  que,  si  la  sinalefa  es  violenta,  será  na- 
tural y  agradable  el  hiato;  y  Aáceversa,  si  éste  es  violento,  la  sinalefa 
resultará  agradable.  De  manera  que  la  razón  próxima  es  la  eufonía.  Mas  por 
qué  pide  la  eufonía  unas  veces  la  sinalefa  y  otras  el  hiato,  es  cosa  tan  oscu- 
ra, que  no  acierto  á  dar  explicaciones. 

1 09,  Hiato  vicioso  por  repetición.— ^sbxohd.^  veces  el  oído  repugna  jun- 
tos dos  ó  más  hiatos,  aunque  cada  uno  sea  bueno  de  por  sí,  ya  en  medio  de 
dicción,  ya  entre  dos  vocablos.  Ejemplos  de  Rojas: 


Zee  tú  este  memorial 

Matea,  y  tú  lee  éste, 

Eafada;  y  tú  Gibaja 

Lee  éste.— ¿Qué  es  lo  que  quieres? 

— Leerlos  todos  á  un  tiempo 

Y  que  un  tiempo  los  decrete  (204') 


Bajo  este  punto,  al  amor 
La  dama  propia  es  mejor 
Que  sea  fea  también. 
A  una  dama  fea  ved 
Que  todo  le  satisface  (2-43) 


lio.  Plintos  suspensivos. ^IjOb  puntos  suspensivos  entre  vocablos,  ó 
entre  dos  partes  de  un  vocablo  dividido,  nunca  se  toman  en  cuenta,  mien- 
tras no  se  añada  otra  pausa.  Véanse  algunos  ejemplos: 


Tirso,  626 
¿Querráme  mucho? — Mu...  chísimo. 
— Si  tanto  en  el  mu  te  tardas, 
Vive  Dios  que  á  perder  me  eches. 
¿No  ves  lo  que  en  mu  me  llamas? 


Rojas,  37" 
Vine...  estaba...  no  quisiera... 

Alarcon,  392' 
Confesión,  confesi... — Aleve 
No  deis  voces. 


Apóstrofo. — En  escritos  antiguos  se  ve  algunas  veces  esta  virgulilla,  así 
llamada,  la  cual  indica  la  supresión  en  el  escrito  de  una  vocal  inicial  ó  final 
que  forma  sinalefa  con  otra;  v.  gr., 

Nace'l  hombr'á  causar  y  sufrir  penas,  (Rebolledo,  395") 

Paréceme  que  lo  dicho  acerca  de  la  sinalefa  y  hiato  lleva  alguna  venta- 
ja al  capítulo  del  Sr.  Bello:  puede  verlo  el  curioso  lector. 


CAPITULO  lY 
Del  ritmo  en  la  cadencia. 


ACENTO  FINAL 


III.  La  cadencia  ó  corte  de  cada  verso  ha  de  ser  determinada  por  un 
acento,  en  el  cual  se  llena  la  medida  de  las  sílabas.  El  acento  final  hace  en 
los  versos  isosilábicos  (de  igual  número  de  sílabas)  el  mismo  oficio  que  las 
líneas  divisorias,  á  la  batuta  en  la  música. 


-  94  - 

Ahora  bien,  la  última  dicción  de  un  verso  puede  ser  apruda,  llana  ó  es- 
di-újula,  y  el  verso  recibe  las  mismas  denominaciones:  mas  por  lo  dicho  en 
el  número  90  y  por  lo  que  lue^o  añadiré,  deñno  así  el  verso  agudo: 

Verso  agudo  es  el  que  tiene  acenti'iada  su  última  vocal. 
~  Por  consiguiente,  verso  grave  es  aquel  cuyo  último  acento  está  en  la 
penúltima  vocal  ó  en  la  penúltima  sílaba  cuando  la  dicción  termina  en  dip- 
tongo: así,  V.  gr.,  los  que  terminan  en  hoy,  amáis,  lidia,  sería. 

Verso  esdrújulo  ó  dactilico  es  el  que  termina  en  palabra  csdrújula.  La 
introducción  del  consonante  esdrújulo  en  nuestra  poesía  se  debe,  según  di- 
cen, á  Bartolomé  Cairasco  de  YigyiGTOdL  nozn  hispani saphici (sdru julos  vo- 
cant)  inventor  (1).  Propiamente  hablando,  no  hay  verso  esdi'újulo  en  caste- 
llano, porque  el  esdrújulo  supone  dos  sílabas  detrás  del  acento;  y  en  el  verso, 
todo  lo  que  hay  detrás  del  acento  se  cuenta  por  un  tiempo,  aunque  sean  dos 
sílabas.  Que  en  la  consonancia  se  haga  cuenta  de  todas  las  letras  que  siguen 
al  acento,  y  en  la  asonancia  se  considere  una  de  las  vocales  que  le  siguen, 
es  cosa  extraña  á  la  medida;  pues  ésta  se  completa  en  el  acento  final.  Por 
consiguiente,  no  debe  decirse  que  el  verso  es  esdrújulo,  ni  que  es  grave  ó 
agudo;  sino  que  la  rima  es  aguda,  grave  ó  esdrújula,  y  aun  para  esto  último 
es  necesario  que  la  rima  sea  consonante;  pues  no  hay  asonancia  esdrújula. 

Sin  embargo,  si  por  razón  del  último  vocablo  del  verso,  quiere  dársele 
estos  nombres,  sea  enhorabuena;  pero  consto  que  es  una  denominación  pu- 
ramente extrínseca,  que  ni  quita  ni  pone  en  la  medida. 

1 12.  Equivalencia  del  agudo,  grave  y  esdrújulo  en  fin  de  verso.— Di- 
cen vulgarmente  los  preceptistas  que  el  verso  típico  es  el  terminado  en  dic- 
ción grave,  y  yo  también  diré  lo  mismo;  no  porque  haya  razón  para  prefe- 
rirle al  terminado  en  dicción  aguda,  sino  por  no  alterar  las  denominaciones 
vulgares  de  octosílabos,  decasílabos,  endecasílabos,  etc.;  pues  si  so  tomara 
como  tipo  el  número  de  sílabas  hasta  el  acento  final  inclusive  (como  debió 
hacerse  en  un  principio),  habría  que  llamarlos  hcptasílabos,  eneasílabos, 
decasílabos,  etc.,  contando  una  sílaba  menos. 

Hecha  esta  indicación,  que  no  es  do  gran  interés,  pasemos  á  examinar  el 
hecho  admitido  por  todos,  de  que  para  el  oído  el  verso  agudo  (2)  consta  do 
una  sílaba  más,  y  el  esdn'ijulo  de  una  sílaba  menos.  Esto  no  puede  negarse 
que  asi  es;  mas  la  razón  de  ello  no  es  tan  fácil  de  declarar. 

Observemos  desde  luego  que  esto  no  ha  lugar  en  la  combinación  de  los 
consonantes,  puesto  que  en  ellos  se  exige  absoluta  igualdad  de  número  y 
sonido:  la  dificultad  está  en  los  asonantes  y  disonantes,  como  en  estos  do 
Solía  (Dionisio),  2r>4': 

Tiemblas  del  Ártico 
Tú,  que  al  estío 
Prestas  calor. 


(li     Ahi  He  lo  llama  on  la  inncripcion  pu«sta  al  pió  de  ru  retrato  on  un  obra  Templo  müiUuiU,  improba 
eo  W\'¿. 

C¿)     Uso  <1p  cutos  nomhroB  en  «1  Rcnt  i  lo  vd  dicho  en  el  nú  moro  procodonte. 


-  S5  - 

Todos  estos  suenan  como  pentasílabos,  y  claro  es  que  la  equivalencia  del 
primero  y  segimdo  se  explica  fácilmente  por  el  principio  ya  varias  veces  ci- 
tado: todo  lo  que  viene  detrás  del  acento  final  se  computa  por  un  tiempo. 
Pero,  ¿cómo  explicar  la  equivalencia  de  ellos  con  el  tercero?  ¿Cómo  la  nada 
(puesto  que  nada  hay  detrás  del  acento)  puede  reputarse  por  un  tiempo?  ¿Y 
por  qué  eso  cabe  sólo  en  fin  de  verso,  y  no  al  medio? 

Don  Vicente  Salva  pretendió  explicarlo  asentando  como  principio  que 
en  castellano  no  hay  propiamente  dicciones  agudas  ni  esdrújulas:  según  él, 
desden  suena  como  desdéen,  y  máxima  como  maxmd.  ¡Lástima  grande  que 
no  fuera  verdad  tanta  belleza!  Si  tal  doctrina  fuera  verdadera,  mal,  muy 
mal  hizo  Garcilaso  diciendo  espirtu  en  algunos  versos.  He  aquí  uno  de 

ellos  (9'): 

El  agradable  espirtu  respiramos. 

Y  Meléndez  (245'): 

La  escuadra  santa 
De  espirttcs,  que  dichosa     (hept.) 

Y  Vegas  (504)  y  Zamora  (448):  éste  dijo  esprüus  (véase  núm.  23,  B). 

Y  Zarate  (518): 

Es  y  fué  de  los  primeros 
Nobilismos  caballeros. 

Y  muy  bien  Hita  (III,  566'): 

Hermosísima  Sultana,  no  te  aflijas    (endecas.) 

YSepúlveda(X,401): 

De  los  nobilísimos  godos, 

Kodrigo  reinó  el  postrero,     (octosíl.) 

Estas  absurdas  consecuencias  demuestran  que  es  falso  el  principio. 
Bello  (pág.  409)  pretende  explicarlo  diciendo  que  la  sustitución  de  un 
final  por  otro,  es  lo  mismo  que  la  sustitución  del  yambo  por  el  anapesto  y 
del  troqueo  por  el  dáctilo  y  viceversa;  lo  que  según  él,  han  usado  frecuen- 
temente los  poetas,  aun  en  medio  de  verso  (1).  Pero  todo  esto  es  gratuito  y 
no  explica  la  dificultad. 

1.**  En  los  tres  versos  citados  de  Solís,  que  son  de  ritmo  dactilico,  son 
equivalentes  al  dáctico  ártico,  el  troqueo  tío  y  la  sílaba  tónica  lor.  Ahora 
bien,  no  habiendo  pies  de  una  sola  sílaba,  en  vano  es  buscar  tales  sustitu- 
ciones de  pies.  La  equivalencia  del  agudo  con  el  esdrújulo,  ó  con  el  grave, 
queda  sin  explicar  en  la  teoría  de  Bello. 

2.°    En  los  versos  destinados  al  canto,  los  poetas  mezclan  alguna  vez 
versos  de  nueve  sílabas  con  las  de  ocho:  ejemplo  de  Tirso,  407: 
Borbónicos  hacen  las  aguas 
Cuando  ven  á  mi  bien  pasar; 
Cantan,  brincan,  bullen  y  corren 
Entre  conchas  de  coral. 

(1)    Para  que  el  lector  entienda  esto,  entérese  prím«ro  de  lo  que  decimos  más  adelante,  núm.  121. 


-  96  - 

Pero  aquí,  aunque  otra  cosa  crea  Bello,  no  hay  sustitución  de  troqueo 
por  dáctilo:  lo  que  hay  es  que  Tirso  no  componía  entonces  ajustándose  al 
ritmo  poético,  sino  al  musical;  y  como  en  éste  le  ocurrió  un  giro  que  reque- 
ría un  tresillo  en  vez  de  dos  corcheas,  ó  dos  semicorcheas  en  vez  de  una 
corchea,  agregó  una  sílaba  para  que  el  ritmo  musical  saliera  con  la  gracia 
que  él  se  imaginaba  al  componer,  sacrificando  la  medida  do  los  versos  y  el 
ritmo  poético. 

Otro  ejemplo  cita  Bello,  como  sustitución  del  yambo  por  el  anapesto 
(Calderón,  a°,  87): 

Atended,  moradores  de  Delfos 
Al  sacro  pregón,  al  público  edicto 
Que  para  el  primer  solsticio  de  Junio 
Esparcen  las  ninfas  de  Apolo  divino. 

Tampoco  aquí  hay  tal  sustitución.  El  primer  verso  es  decasílabo,  de  rit- 
mo anapéstico;  los  dos  siguientes  son  de  arte  mayor  de  ritmo  anñbráquico 
y  con  el  primer  hemistiquio  agudo;  el  último  es  como  los  dos  precedentes, 
con  el  primer  hemistiquio  grave.  La  combinación  del  decasílabo  con  los 
dodecasílabos  no  la  repugna  el  oído. 

Así,  .pues,  toda  esa  teoría  de  Bello  se  disipa  entre  las  manos  de  la  crítica. 

Ni  hay  ni  cabe  otra  explicación  que  la  que  naturalmente  se  ocurre  á 
cualquiera:  que  la  pausa  que  sigue  al  acento  final  tiene  la  virtud  de  equi- 
valer á  un  tiempo  en  nuestro  oído.  Este  tiempo  será  más  ó  monos  largo, 
pero  al  fin  itno  solo:  tiempo  en  el  cual  caben  dos  sílabas,  sin  quo  el  oído  re- 
clame: tiempo  que  el  oído  reputa  por  uno,  aunque  no  suene  en  él  ningima 
letra  (1).  La  medida  del  verso  termina  en  el  último  acento,  y  todo  lo  quo  le 
siga,  si  algo  viene  detrás,  es  extraño  á  la  medida:  ])or  consiguiente,  al  oído 
le  es  igual  que  el  verso  termine  en  la  vocal  acentuada,  como  que  detrás  de 
olla  vayan  otras  sílabas  ó.  vocales  átonas.  Y  ])or  esta  razón  croo  que  son  in- 
exactas las  denominaciones  vulgares  de  pentasílabos,  octosílabos,  etc.;  pues 
los  primeros  debieron  llamarse  tetrasílabos,  los  otros  hcptasílabos,  etc., 
como  los  (lr>noTninaba  Canimuol  on  su  Rítmica. 

113..  l'crsos  en  monosílabo  átotio. — En  nuestros  i)ootas,  especialmente 
en  los  dramáticos  de  los  siglos  XVII  y  XVIII,  se  hallan  versos  terminados 
en  monosílabo  átono,  precisamente  donde  (lol)ía  estar  ol  aconto  cadonrial. 
Varios  centonaros  do  ellos  podría  citar,  y  su  gran  número  olVoco  una  grave 
dificultad  rítmica  ó  prosódica;  pues  forzosamente  hemos  do  admitir  una  do 
las  tres  conclusiones  siguientes:  ].*  Que  esos  vocablos  no  son  ¡ítonos.  2.*  Quo 
no  os  nofosario  (juo  la  modida  del  verso  termino  on  sílaba  tónica.  3.*  Quo  ta- 
los versos  son  malos  y  antirrítraicos. 

Comencemos  transcribiendo  algunos; 


It)  Ksta,  on  Hustancia,  o»  también  la  oxplicaci<^n  ciada  pnr  Salí nn.q,  ni  TniTinso  inaostro  do  Músioa  on 
Sainmaora  on  el  sitfio  XVl:  /)<•  Mit»ica,  lib.  VI,  cap.  II,  cuyo  tnstiinonio  omito  aqui;  porquo  aun  tradu- 
cido dol  latin,  re.sultn  onibrollndo  y  difuso.  Y  ho  do  advertir  iiuo  ya  Salina.s  formaba  los  píos  dul  veno 
oantellaDO  nogun  el  acento,  exaotainonte  como  los  expongo  on  onta  obra. 


-  97  - 


Calderón,  2.®,  lO* 
Pues  daréte  yo  con  el 
Garrote. 

Montalban,  602' 
Yo  soy  criolla,  y  en  la 
Ciudad  de  Santo  Tomó 
Nacida  de  nobles  padres. 

Hoz,  205 
Dígolo  porque  yo  sé 
Un  amigo,  que  á  ese  garbo. 
A  ese  filis,  para  lo 
De  Dios  y  su  yugo  santo, 
Venia  como  pedrada 
En  ojo  de  boticario. 

Fomperosa,  562" 
Ven,  Luisa,  te  enseñaré, 
Si  quieres,  siete  romances 
Que  escribi  en  un  día  á  los 
Siete  pecados  mortales. 

Hoz,  223 
Eso  es  razón. — Vaya  á 
lia  salud  del  rey  don  Pedro. 

Los  Figueroas,  424" 
Porque  las  señoras  damas 
Que  se  usan  en  estos  tiempos 
Sólo  son  tratables  con 
Oinoveses  ó  flamencos. 

Rojas,  346 
¿Dónde  os  veré? — En  casa  de 
Serafina  me  esperad. 

Matos,  314" 
Trueca  las  polleras  en 
Un  vestido  de  estameña. 

Vegas,  512' 
Un  hermano  engañador, 
Que  honra  y  hacienda  ^por 
Tan  vil  precio  me  compró. 

Cañizares,  379" 
Venimos,  aunque  nos  vemos, 
Yo  con  venturas  y  sin 
Dichas  vos. 


Calderón,  4.°,  226" 
Le  ves  y  no  le  ves,  le  hablas 
Y  no  le  hablas,  le  oyes  y 
No  le  oyes... 

Calderón,  3.»,  151 
Ni  sé  si  me  quiere  ni 
Por  qué  ha  de  quererme,  sé. 

Hoz,  211' 
Cielos,  ó  forma  la  idea 
Fantásticas  sombras,  ó 
Salen  de  la  casa  mesma. 

Rojas,  140' 
Y  una  de  dos,  señor,  ú 
Le  cascan  ú  no  le  cascan. 

Alarcon,  392' 

En  la  puente 
Nos  aguardan. — Yo  voy,  mas.., 
— Volvámonos. 

PadiUa  (Fr.  Juan),  374' 
Y  dale  sentencia,  pues 
Según  la  ley  nuestra  es, 
El  debe  cierto  morir. 

Ubeda,  231 
Decidme  si  habéis  llevado, 
Hortelano,  á  mi  Señor: 
Decid  si 
Lo  pusistes  por  aquL 

Rojas,  341' 
¿Vos,  cómo  estáis, 
Don  Alonso? — Desde  que 
No  os  reo,  con  menos  gusto. 

Calderón,  3.°,  65 
Tanto  miedo  tengo  que  aun 
Para  huir  valor  no  tengo. 

Id.,  587, 
Si  te  quisieres  quedar 
En  casa  para  criado 
Mío,  podrá  ser  que  te 
Reciba. 


Sor  Juana,  296 
En  el  tribunal  supremo 
De  su  gusto  quizá  se 
Revocará  este  decreto. 

Calderón,  3.°,  542 
Hombre  es,  pues  sus  padres  le. 
Pierden  del  templo  á  la  puerta. 

Calleja,  581' 
Harto  es,  por  Dios, 
Que  siendo  zoquetes,  los 
Reciba  la  Compañía. 

Id.,  588' 

Dirá  como  él  y  yo  nos 
Confesamos  el  domingo. 

Zamora,  438' 
Y  ved,  don  Claudio,  que  os 
Hablo  de  parte  de  Dios. 

.  Calderón,  2.",  678" 
Yo  sabré 


Cortar  un  garrote  que 
Diga  si  es  dragón  ó  no. 

Alarcon,  261 
¿Como  está 
En  una  posada  quien 
Es  esposo  de  Leonor? 

Fernández  de  León,  406" 
Espera 
Mi  ira  en  el  callejón 
De  San  Blas  luego  que  sean 
Las  dos  de  la  tarde. — Don 
Suero  de  Llanos. 

Rojas,  125 
Esta  es  la  Carrera,  andemos. 
— Y  mi  calle,  voto  á  San... 

Fernández  de  León,  392 
Veis  en  medio  de  que  ttin 
Desaliñado  os  tenía, 
Que  estábades  muy  galán. 


Ahora  bien,  ¿habremos  de  decir  que  esas  palabras  no  son  átonas?  ¿Debe- 
remos admitir  que  el  acento  final  no  es  esencial  al  ritmo  del  verso?  Creo 
que  no:  y  aunque  sea  ciertamente  duro  ir  contra  tantos,  y  algunos  tan  bue- 
nos poetas,  mi  opinión  es  que  todos  esos  versos  son  malos  y  antirrítraicos. 
La  lectura  de  tales  versos  siempre  resulta  mala:  porque  ó  so  acentúa  el  mo- 
nosílabo átono,  poniendo  entre  él  y  el  vocablo  siguiente  una  cadencia  que 
repugna  al  oído  y  al  sentido  de  la  frase,  ó  se  lee  sin  tal  cadencia,  y  entonces 
los  versos  se  convierten  en  verdadera  prosa.  Véase  cómo  Iriarte  (Tomás)  se 
burla  de  esta  fea  versificación  (54'): 


Muchos  dicen  que  porque  al 
Verso  siguiente  va  con 
Las  palabras  de  otro,  don 
Fulano  pasa  por  mal 
Versista;  pero  aun  con  ial 


Error,  cumple  como  buen 
Poeta,  pues  poniendo  en 
Sus  versos  cabales  las 
Silabas,  deja  á  otro  más 
Hábil  colocarlas  bien. 


Lo  mismo  opina  el  Sr.  Bello  (pág.  335).  Y  es  de  notar  que  la  sátira  de 
IrTarto  condena  además  los  versos  terminados  en  monosílabo  tónico,  como 
tal,  buen,  más,  que  naturalmente  exigen  íntima  unión  con  la  palabra  si- 
guiente, por  lo  cual  no  consienten  la  cadencia  rítmica  del  verso  entre  ellos 
y  los  vocablos  á  que  naturalmente  deben  estar  unidos.  Poro  estos  mismos 
monosílabos  tónicos  y  otros  como  yo,  tú,  nos,  sí,  no,  qn<^,  etc.,  cuando  no 
exigen  tal  unión,  bien  pueden  sor  finales  de  verso. 


-99  — 


Como  consecuencia  de  la  doctrina  expuesta,  reprobamos  los  versos  si- 
guientes y  todos  los  que  tengan  semejante  corte: 


Calderón,  2.°,  241" 
Yo  puedo  rendir 
Con  mi  buen  arte  y  con  mi 
Buen  ingenio  y  mi  gallarda 
Presunción,  una  Lisarda. 

Fernández  de  León,  402" 
Ya  él  enterado  de  tu 
Sinrazón  desapiadada,  etc. 

Moreto,  585' 
¿Hay  tal  mono  de  Tolú? 
— Mire,  hermano  Brito,  su 
Mordacidad  le  condena. 

Góngora,  488' 
A  San  Jerónimo  ha 
Dejado  por  un  león. 

Calderón,  3.°  360" 
Pero  dos  pesares,  ¿quién 
Duda  que  caber  pudieran 

En  un  pecho? 

Guacias  á  Dios  que  hallé  un 
Enamorado  á  mi  modo. 

Los  Figueroas,  418" 
El  misterio  no  alcanzo 


De  tanto  suene io.  Dos 

Papeles  me  dais  cerrados, 

¿Y  os  vais  sin  llevar  respuesta? 

Calderón,  4.°.  162 
¿Qué  región,  qué  patria,  qué 
Monte  será  el  que  en  sus  breñas 
Me  admita? 

Id.,  2.%  44' 
Acción  la  más  torpe,  más 
Cruel  que  ha  contado  la  fama. 

Id.,  ib.,  200" 
Muy  hosco,  muy  fiero,  muy 
Iracundo  y  temerario. 

Rojas.  64 
Yo  apostaré,  Fénix,  yo. 
Que  en  toda  su  vida  no 
Ha  rezado  Ave  Maria. 

Alar  con,  317 
Mira  que  te  sufre,  no 
Porque  su  inmenso  poder 
No  te  pueda  deshacer. 


Los  siguientes  ejemplos  son  correctos,  y  no  pueden  ni  deben  reprobarse: 
Siéntate. — Siéntome,  ^«es.     Caro  (D.*  Ana),  130" 

Aquí  el  pues  es  tónico  y  no  va  unido  á  otra  dicción  subsiguiente. 


Cañizares,  621 
iHolal  ¿Pues  cómo  es  su  gracia? 

Aquí  el  don  está  sustantivado. 
Tirso,  671 
No  sé  quitar  de  los  dos 
Los  ojos. — Yo  meconsumo, 
¿Y  holgaisos,  Ramiro,  vos? 


— Don  Calforras:  y  aun  es  don 
Muy  corto  á  mis  circunstancias. 


¿Qué  hay  de  nuevo?  ilngratol  ¿qué? 

¿Qué  preguntas,  cuando  sabes 

Que  me  abrasa  un  no  sé  qué 

El  alma,  y  qu  í  no  sé  cómo 

Me  ha  hechizado  un  no  sé  quién? 


I Í4.  Escolio. — En  el  párrafo  anterior  hemos  estudiado  los  versos  en  que 
el  monosílabo  final  ocupa  el  lugar  del  acento  principal,  que  es  la  penúltima 
sílaba  del  verso.  Y  aunque  es  verdad  que  eso  es  lo  común  y  ordinario,  to- 


100  - 


davía  se  hallan  versos  en  que  el  monosílabo  átono  ocupa  el  último  lugar. 
Véanse  algunos: 


Vélez  (J.),  598" 
Desto  voy  á  dar  aviso 
A  la  Rica  Fembra,  y  de  que 
Hoy  está  mi  amo  libre, 
Y  desvergonzado  siempre. 

Rojas,  124' 
Me  hace  mal  al  pecho  lo  que 
A  la  garganta  no  hará. 

Sor  Juana,  296' 

No  puedo 


Sufrir  que  esté  en  ella  sin  que 
Le  deis  de  esposo  al  momento 
La  mano. 

Id.,  296" 
Perturbará  el  orden  con  que 
El  cuerpo  del  orbe  alienta. 

Cañizares,  584" 
¿He  de  mostrar  una  indigna 
Desconfianza  á  quien  ha  de 
Vivir  en  mi  compañía? 


Estos  versos  y  otros  semejantes  son  aun  más  vituperables  que  los  ter- 
minados en  un  solo  monosílabo. 

1 15.  Versos  en  desílabo  átono  comptiesto. — Son  estos  aunque^  porque  y 
sino  conjunciones.  Todos  los  versos  terminados  en  estos  vocablos  son  tan 
malos  y  antirrítmicos  como  los  precedentes.  Y  debo  advertir  que  casi  siem- 
pre los  poetas  colocan  la  última  sílaba  de  esas  palabras  en  la  cadencia.  No 
obstante,  se  hallan  ejemplos  en  que  la  cadencia  está  en  la  primera  sílaba  ó 
el  primer  elemento. 


Zabaleta,  522 

Pues  de  aquese  modo,  aunque 
De  aquesta  Deidad  se  llenen 
Las  tres  Personas  que  he  dicho. 
Quedan  un  Dioa  solamente. 

Calderón,  3.°,  184' 
Tu  amor,  Matilde,  y  tu  fe 
No  ha  lugar. — ¿Por  qüél— Porque 
Le  quiero  yo  para  mi. 

Id.,  Ib.,  145 
Esto  es  fuerza. — No  es  sino 


Bajeza. — Es  desdicha  fuerte." 

Moratin  (N.),  126' 
Pues  don  Pedro,  los  nobles  y  leales 
No  faltan  nunca  á  su  palabra^  ni  aunque 
Importara  mil  vidas. 

Candamo,  377" 
Pero  aquí  forzoso  es 
Hablar  con  alguno,  porque 
Reparo  pueden  hacer. 


Advierto,  finalmente,  que  no  es  raro  hallar  impreso  en  la  Colección  aun- 
que, porqué^  con  acento  ortográfico;  lo  cual  tengo  por  un  error  ó  un  dispa- 
rato. Esas  conjuncioHes  son  átonas  tanto  en  verso  como  en  prosa. 

1 1 6.     Versos  en  dcsüaho  átono  simple. 

Verdugo,  126 


Desde  el  desierto,  y  aun  desde 
Aquella  encendida  zarza,  etc.. 

Calderón,  4.'^,  349" 
Pues  cuando  no  hubiera  contra 


Su  sofístico  concepto 

Más  que  haber  desconfiado,  etc., 

Id.,  3.",  35" 
|0h  si  pudiesen  mis  ansias 
Dar  término,  cielos,  enírc 
Mi  deseo  y  mi  venganza! 


-  101  - 


De  lo  contrario,  no  presumas  ceda 

A  esfuerzo  de  hombre  ni  á  poder  de  ac«ro. 

Castellanos,  272 
Seguir  á  los  antiguos  hombres,  cuyo 
Parecer  servirá  de  buen  maestro. 

Calderón,  3 .«,  614 
Con  más  causa  lo  resisto 
Que  imagináis. — ¿Cómo?- 
A  Serafina  habréis  visto, 
De  quien  dicen,  etc. 


■Como 


Virués,  520' 
Van  á  la  celda  á  entretenerse  hasta 
Que  se  llega  la  hora  de  la  cena. 

Matos,  272 

Quisiera 
No  tener  oídos  para 
No  escuchar  tantas  bajezas. 

Calderón,  4.°,  104' 
Ya  á  la  corte 
No  he  de  retirarme  hasta 
Que  á  ella  victoriosa  torne 
De  Persina,  que  según 
Me  avisan,  ya  marcha  sobre 
Los  campos  del  Catadupe. 

Id.,  ib.,  25' 
Concedo  la  menor. — Luego 
Preciso  es  que  me  concedas 
Que  no  hay  tan  perfecto  objeto, 
Que  todo  un  amor  merezca. 

Moratin  (L.),  386 
Por  eso  ensartas 
Tanto  disparate. — Pero 
Yo  te  concedo  de  gracia 
Que  es  un  señor. 

Maury,  182' 
Con  tu  mano  se  irá  dócil;  empero 

Si  difícil  es  juzgar  de  la  corrección  de  los  versos  terminados  en  monosí- 
labo átono,  aun  más  lo  es  formar  juicio  en  la  presente  cuestión.  Yo  creo, 
pues  debo  decir  francamente  lo  que  siento,  que  aunque  es  general  y  común 
en  todos  los  poetas  el  uso  de  esas  dicciones  en  fin  de  verso,  tal  uso  es  re- 
prensible é  incorrecto.  La  primera  razón  es  que  tales  vocablos  son  átonos, 
pues  así  suenan  en  todo  oído  castellano  bien  educado,  y  así  deben  serlo  se- 
gún veremos  en  el  libro  siguiente.  Ahora  bien,  siendo  átonas  estas  palabras, 
por  fuerza  ha  de  faltar  el  acento  final  en  el  verso;  y  esto  lo  considero  anti- 
rrítmico  y  prosaico.  Para  el  verso  es  esencial  el  corte  ó  cadencia  rítmica 
que  es  la  que  determina  la  medida  del  verso;  y  es  cosa  bien  clara  que  los 
versos  sin  acento  final,  aunque  materialmente  consten  de  un  número  deter- 
minado de  silabas,  formalmente  les  falta  el  limite  ó  medida,  y  por  tanto  ta- 
les versos  son  formalmente  prosa  pura:  pues  la  división  del  lenguaje  liga- 
do debe  ser  sensible  agradablemente  al  oído,  y  no  basta  la  división  mate- 
rial en  el  papel.  Esto  siento,  esto  digo,  y  caiga  quien  cayere. 

Finalmente,  haré  notar  que  las  preposiciones  disílabas,  contra,  entre,  et- 
cétera, nunca  pueden  ser  tónicas,  mientras  sean  preposiciones;  luego  es  tó- 


Meléndez,  114' 
Pues  pica  lo  primero 
Su  seno  reverente, 
Bien  como  el  ara  donde 
Los  cultos  se  le  ofrecen. 

Moratin  (N.),  30' 
Si  es  licito  decirlo,  como  atando 
Al  prado  baja  la  divina  Luisa. 

Vegas,  498' 
Porque  es  muy  culpable  y  feo 
Allí  cualquier  yerro,  tanto 
En  las  ceremonias,  cuanto 
En  la  limpieza  y  aseo. 

Rojas,  195 
¡Jesús,  qué  hombre! — La  gran  doña 
Serafina  es  la  que  veis. 


-  ia2  - 

nico  siendo  adverbio  de  tiempo;  pero  es  tónico  siendo  nombre;  cuyo,  cómo, 
dónde,  cuándo,  cuánto,  son  voces  tónicas  cuando  dejando  de  ser  relativas, 
son  interrogativas  (1).  Hermoso  ejemplo  de  versos  en  cuyo  tónico  tenemos 
en  aquella  conocida  redondilla  de  Alcázar,  414: 

Esclavo  soy,  pero  cúyo^ 
Eso  no  lo  diré  yo; 
Pues  cuyo  soy,  ine  mandó 
Que  no  diga  que  soy  suyo. 

La  doctrina  que  acabo  de  exponer  está  confirmada  también  por  la  auto- 
ridad del  Sr.  Bello,  pág.  281:  «Para  el  ritmo,  dice,  son  insuficientes  los  acen- 
tos de  todas  las  preposiciones  que  tienen  alguno,  como  contra,  para\  los  de 
los  demostrativos  este,  ese,  aquel,  cuando  preceden  inmediatamente  á  un 
noml>re,  formando  frase  sustantiva  con  él;  los  artículos  indefinidos;  los  ad- 
verbios monosílabos  que  inmediatamente  preceden  á  la  palabra  ó  frase  que 
modifican;  v.  gr,,  bien  alojado,  mal  vestido,  más  tarde,  muy  temprano,  tan 
á  deshoras,  etc.»  Sólo  tongo  que  advertir  que  es  falso  eso  de  que  las  prepo- 
siciones contra  y  para  tengan  acento;  le  tienen  cuando  se  pronuncian  solas, 
pero  carecen  de  él  unidas  á  un  nombre  ó  verbo.  Además,  los  demostrativos 
este,  ese,  aquel  y  otras  palabras  tónicas  están  mal  en  fin  de  verso,  no  por- 
que su  acento  sea  débil,  sino  porque  aunque  fuerte,  es  rápido,  y  no  consien- 
te pausa  entre  él  y  la  palabra  siguiente,  á  la  cual  debe  ir  siempre  adherido. 

Lo  que  aquí  se  advierto  acerca  de  la  cadencia  ó  pausa  del  verso,  es_  tam- 
bién aplicable  á  la  pausa  de  hemistiquio.  No  debe  ningún  hemistiquio  ter- 
minar en  vocablo  átono,  ni  en  otro  que  exija  tal  unión  con  el  siguiente,  que 
oscurezca  ó  destruya  la  pausa  natural  que  el  oído  exige  entre  los  dos  he- 
mistiquios. Una  sola  diferencia  existo;  y  os  que  entre  hemistiquios  se  per- 
mito la  sinalefa,  soguu  diromos  más  adelante. 

1 17.  Versos  dactilicos. — Hemos  visto  ya  que  el  verso  dactilico  debe  te- 
ner una  sílaba  más  que  el  grave,  y  que  los  vocablos  terminados  en  dos  vo- 
cales átonas  no  son  esdrújulos,  sino  graves;  lo  cual  comprobaremos  mejor 
en  el  libro  cuarto.  Ahora  quiero  hacer  una  observación,  reprendiendo  á  Da- 
mián de  Vegas,  ol  cual  hace  versos  esdrújulos  con  pahibras  que  no  lo  son; 
véase  (i)ág.  50.)). 


Ya  sin  propósito 
Inquirir  do  los  otros;  mas  cmp.  ro,  .si 
Es  liumana  pasión,  c<>mpado7xámonos. 

...Dejáronme 
En  poder  do  un  tutor,  nial  liouihro  f/in  sr  lo 
Levanto,  porcjue  es  voz  y  l'am.i  iiúl)Iir;i). 


...Los  piadosos  ánimos 
Y  madurds  ingenios  como  (ewtñndo  que 
Során  los  luáh  de  los  quo  están  oyúndomo). 

Id.,  518 

Culjriréto  y«>  el  cuoUo  y  manos  (lenas  dos 
IMeles  (le  Ion  rain  itos. 


Esta  ridicula  vorsilicacion  (iactílica  («luo  no  lo  es),  no  ha  sidojanuis  imi- 
tada por  los  ])OPlas  suhsiguiontns. 


(1)     No  CllIt.Hri'i  II   liüt.iii  !■  i  I)  iii- Mi>  )iil  ini)cii  (jo  i| !]('  «li  rmo  g  ii>>  I   ;ii>    ijii  i  icii  i.is  son  rr/<iíii  i.«:    pu 

en  olVcto.  V<^ft«ool  núm.  Iftó. 


—  103  — 

1 18.  Versos  en  enclíticas.— G^vayq  es  la  dificultad  que  ofrece  este  pun- 
to, aunque  es  más  bien  dificultad  prosódica  que  rítmica.  Todo  el  punto  de 
ella  consiste  en  determinar  si  los  verbos  llanos  con  sufijo  pronominal  son 
palabras  esdrújulas  ó  agudas;  pero  siendo  esta  cuestión  puramente  prosódi- 
ca, la  dejamos  para  el  lugar  correspondiente  en  el  libro  tercero  (núm.  197). 

1 19.  Versos  en  dicción  cortada.  —  Hállanse  en  nuestros  poetas  algunos 
versos  terminados  en  palabras  truncadas,  con  el  final  de  ellas  al  principio 
del  verso  siguiente.  Tres  casos  pueden  ocurrir:  1.°  Que  la  palabra  truncada 
sea  un  adverbio  en  mente.  2.°  Que  sea  una  palabra  compuesta  de  preposi- 
ción y  nombre,  ó  de  verbo  y  nombre.  3.°  Que  sea  una  palabra  simple. 

Primer  caso:  Estos  versos  son  correctos  rítmicamente,  por  cuanto  los 
adverbios  en  mente  son  ditónicos,  y  por  consiguiente,  al  verso  no  le  falta  su 
acento  final.  Ejemplos: 


Fr.  Luis,  3' 
Y  mientras  miserable- 
Mente  se  están  los  otros  abrasando. 


Moratin  (N.),  26' 
Pero  si  sorda  estás  ¿cómo  afrentosa- 
Mente  te  nombro  aun  para  abominarte? 

'Pueden  verse  otros  en  Medrano,  358;  Jovellanos,  29',  38',  39,  bis. 
Lógicamente  son  censurables  y  malos  estos  versos  porque  la  unión  ínti- 
ma de  los  dos  elementos  de  tales  adverbios,  destruye  la  pausa  ó  cadencia 
métrica  del  verso. 

Segundo  caso.  En  las  palabras  compuestas,  exceptuando  los  verbos  con 
sufijo,  el  acento  único  que  tienen  se  halla  siempre  en  el  segundo  elemento: 
por  tanto,  todos  los  versos  cortados  por  el  primer  elemento  de  un  vocablo 
compuesto  son  antirrítmicos,  porque  les  falta  el  acento  final.  Ejemplos: 

Id.,  ib.,  426" 


Calderón,  3.°,  368' 
Soy  un  cate- 
cúmeno muy  diligente. 


Dígame  si  el  guarda- 
Infante  de  yerba 
Trae  que  demos  á  la 
Primera  que  venga. 

El  tercer  verso,  además  de  la  sinéresis  de  trae,  termina  en  dos  átonas 
como  si  fuera  verso  llano.  ¡Qué  versos! 

Id.,  4.°,  360 
Supiera  que  es  un  derriba- 
Príncipes,  y  no  le  hubiera      , 
Servido. 

Cuando  la  palabra  cortada  es  un  verbo  con  sufijo,  aunque  el  verso  tiene 
«u  acento  final,  es  muy  reprerisible  tal  división  de  elementos,  que  siempre 
pronunciamos  unidos;  véase  este  ejemplo  de  Fr.  Luis,  35: 

Que  sobre  seca  rama 
Xo  quiere  bacer  asiento  ni  manida 
Aquel  malo,  y  desama- 
Te  ya,  porque  la  boca  denegrida 
Y  las  canas  te  afean, 
Que  en  la  nevada  cumbre  ya  blanquean. 


-    104  - 


Otras  palabras  hay  compuestas  de  des  átonas,  v.  gx-,  aunque  y  porque;  j 
en  división  es  tan  fea  y  antim'tmica  como  las  anteriores  y  aun  más. 
Tercer  caso.  Es  una  ridiculez  en  que  varias  veces  incurre  Calderón. 
Cald.,  2.0,  373" 


¿Qué  crtado  ves  tratar 
De  cosa  que  no  sea  mar- 
Tiriaar  á  su  señor? 


Id.,  ib.,  568" 
Y  hasta  ver  el  de  estos  chis- 
Mes  que  andan  en  esta  casa, 
Sobre  si  es  Félix  ó  L¡- 
Sardo  este  hombre  que  queremos^ 
Pendiente  el  alma  de  un  hi- 
Lo  está  á  las  iras  do  un  tras, 
Puesta  la  vida  en  un  tris. 


Id.,  3.°,  501 
Y  es  que  pues  vino  aquí  á  espul- 
Garse  este  hombre,  y  vio  á  las  dos, 
Le  demos  ahora  una  zurr; 
Pues  muerto  él,  las  dos  se  quedan 
Seguras  de  no  ser  pu- 
Ercas...  Pero  tente,  lengua, 
Que  en  lo  infiel  eres  Dragut. 

Id.,  ib.,  608" 
Y  la  otra  mitad  á  cuenta 
De  la  primera  desca- 
Labradura  que  se  ofrezca. 

Tal  es  la  fea  cadencia  rítmica  que  usa  el  poeta  impecable,  según  el  señor 
Hartzenbusch. 

Y  con  esto  creo  haber  dicho  todo  lo  que  sé  acerca  del  corte  del  verso. 


Id.,  4.°,  61 
Mandóme  don  César  que 
Buscase  á  don  Félix,  por- 
Que  quiere  hablarle,  y  aunque 
Me  ha  costado  mucho  tor- 
Mento,  á  don  Félix  no  hallé. 


CAPITULO  V 
Del  ritmo  en  el  acento. 

120.  El  ritmo  en  la  cadencia,  os  decir,  en  el  acento  final,  es  lo  que  pro- 
piamente determina  la  medida  ó  número  de  sílabas  do  cada  verso;  y  por 
esto  correspondo  propiamente  al  capítulo  anterior  la  clasificación  de  los  ver- 
sos según  su  medida.  Pero  como  había  mucho  que  decir  acerca  del  acento 
final,  y  como  por  otra  parte  hay  en  los  versos  otro  ritmo,  á  veces  esencial) 
entre  sus  acentos,  dejamos  para  este  capítulo  el  estudio  de  las  diferentes  es- 
pecies de  .verso  castellano,  y  de  su  estructura  interna. 

121.  El  verso  castellano,  sobre  todo  si  es  largo,  tiene  una  tendencia  mar^ 
cadísima  á  la  ordonada  colocación  de  sus  acentos  cada  dos  ó  cada  tres  síla- 
bas: dos  acentos  juntos  suenan  mal  (1).  Esta  distribución  ordonada  de  los 
acentos  es  lo  que  llamamos  ritmo  en  el  acento,  y  para  explicarlo  como  es 
justo,  no  hay  ni  pundo  haber  otro  medio  que  acudir  á  lo  que  llamamos />/>5 
del  verso.  Antiguamente  llamaban  pie  á  cada  verso:  en  esta  obra,/)/V  signi- 
nca  cada  una  de  las  partos  simétricas  en  que  los  acentos  dividen  el  verso. 
Según  esto,  el  ritmo  uniforme  oniro  los  acentos  do  un  verso  puodo  f^or  bina- 
rio o  ternario,  segim  que  los  pies  en  que  puedo  dividirse  consten  de  dos  ó 


(1)    «Lm  allabaü  Iarfra8(e8  decir,  Uu  actnluadat)  et  mejor  que  vayan  ontrepuestas,  que  no  arreo  (B«n- 
fifo,  odio,  denae,  p¿g.  16).  /  j      H  /  f  tH 


-  105  - 


tres  sílabas;  ó  lo  que  es  igual,  según  que  los  acentos  ocurran  cada  dos  6  tres 
sílabas. 

En  conformidad  con  esto  mismo,  en  castellano  sólo  consideramos  anco 
especies  de  pies,  á  saber: 

Tj.       .  íTrog^eo  (acento  en  la  1.*),  como  ^áafo. 

(Yambo  (acento  en  la  2.*),  como  pastor. 

/Dáctilo  (acento  en  la  1.*),  como  sílaba. 
TernaTios ....'Anfíbraco  (acento  en  la  2.*),  como  ^as/dr«». 


{Anapesto  (acento  en  la  3.*),  como  pastoril. 


Trocaico: 
Yámbico: 


Así,  pues,  el  ritmo  será  trocaico,  yámbico,  dactilico,  anfibráqutco,  ó  ana- 
péstico, según  el  verso  se  componga  de  troqueos,  yambos,  dáctilos,  etc. 
Ejemplos: 

Yó  me  entrego  al  dulce  sueño.  (Alcázar  406) 
Acude,  acorre  vuela, 

Traspasa  el  alta  sierra,  ocupa  el  llano  (Fr.  Luis,  6) 

Dactilico:    Hinchen  los  aires  de  dulce  armonía  (Garcilaso,  7) 

Anfhráquico:    Y  luego  el  estrépito  crece  (Espronceda) 

Anapéstico:    A  las  armas  valientes  Astúres  (Jovellanos,  21') 

122.    Escolios: 

1.°    El  ritmo  trocaico  no  cabe  más  que  en  los  versos  de  6, 8  y  10  sílabas, 
el  yámbico,  en  los  de  5,  7,  9  y  11; 
el  dactilico,  en  los  de  5,  8  y  11; 
el  anfibráquico,  en  los  de  6  y  9; 
el  anapéstico,  en  los  de  7  y  10. 
2.^    La  abundancia  de  palabras  átonas  y  la  longitud  ó  crecido  número 
de  sílabas  de  otras,  hacen  difícil  la  observancia  exacta  del  ritmo  uniforme; 
especialmente  del  trocaico  y  yámbico.  Por  esto,  en  muchos  versos  falta  uno 
ó  más  acentos;  y  esta  falta,  si  no  es  de  algún  acento  esencial,  no  destruye  el 
ritmo  del  verso.  Ejemplo: 

Cantemos  al  Señor,  que  en  la  llanura 

Venció  del  ancho  mar  al  Trace  fiero.        (Herrera.  306) 

En  el  primer  verso  faltan  dos  acentos  rítmicos,  y  sin  embargo,  compa- 
rándole con  el  segundo,  que  los  tiene  todos,  se  advierte  que  es  perfecta- 
mente rítmico.  Notaremos  también,  aunque  esto  no  es  de  gran  importancia, 
que  los  pies  binarios,  que  se  quedan  sin  acento,  se  convierten  en  pirriquios 
(pies  compuestos  de  dos  sílabas  átonas);  y  los  de  tres,  en  tríbracos  (pies 
compuestos  de  tres  sílabas  átonas). 

3."  Dividimos,  pues,  los  acentos:  en  rítmicos,  que  son  los  que  ocupan  su 
debido  lugar,  según  el  ritmo;  y  antirrítmicos,  los  que  ocupan  otro  lugar 
distinto  del  que  el  ritmo  exige. 

Los  rítmicos  son  esenciales  ó  accidentales:  sin  los  esenciales,  no  hay 
verso:  los  accidentales  pueden  faltar,  sin  que  el  ritmo  se  destruya;  pero  rara 
vez  sufre  el  oído  cinco  sílabas  átonas  seguidas. 


-  106  - 

La  misma  división  podemos  hacer  de  los  acentos  antirrítmicos:  los  hay 
que  destruyen  el  ritmo,  y  son  esencialmente  antirrítmicos;  y  los  hay  que 
sólo  le  debilitan,  y  podemos  llamarlos  antirrítmicos  accidentales. 

4.°  Debe  notarse,  según  lo  dicho  en  el  núm.  112,  que  el  último  pie  de  un 
verso  puede  quedar  falto  ó  redundar,  sin  que  la  medida  se  altere. 

5.°  El  arte  puede  variar  el  ritmo,  á  veces  con  notable  gracia.  Ritmo  ar- 
tístico ó  variado  es  el  que  se  compone  de  dos  ó  tres  especies  de  pies.  Pero, 
en  general,  debe  notarse  que,  cualquiera  que  sea  el  ritmo  que  el  poeta  es- 
coja, al  oído  le  es  grato  sentir  la  uniformidad  ó  repetición  de  un  mismo  rit- 
mo. Debe  también  procurarse  no  poner  juntos  dos  acentos  igualmente  prin- 
cipales (si  uno  es  menos  principal,  la  sílaba  se  hace  subtónica,  la  cual,  para 
el  ritmo,  debe  considerarse  como  átona);  por  tanto,  no  deberán  seguir  el 
troqueo  ni  el  dáctilo  al  yambo  ó  al  anapesto. 

6.°  Los  versos  que  so  destinan  al  canto,  deben  tener  todos  el  mismo  rit- 
mo. El  ritmo  musical  es  algo  más  estrecho  que  el  poético,  y  pide  más  uni- 
formidad en  los  giros  que  forman  los  miembros  ó  incisos  de  la  frase  musi- 
cal: sin  embargo,  bien  puede  cambiarse  el  ritmo  de  frase  á  frase,  y  mucho 
más  de  período  á  período. 

123.  Ritmo  en  los  versos  cortos. — Tales  son  los  de  5  á  8  sílabas.  La 
práctica  constante  de  nuestros  poetas  ha  sido  prescindir  del  ritmo  en  ellos; 
sin  embargo,  el  ritmo  natui-al  y  más  agradable  de  estos  versos,  es  el 
siguiente: 

A.    En  los  de  cinco  sílabas  =  pentasílabos: 

El  yámbico:  O  el  dactilico: 


(Moratin  N.,  4') 
Aplauso  eterno 
Haré  que  os  siga, 
Y  en  otros  siglos 
Daréis  envidia. 


(Id.,  ib.) 
Cómo  desvian 
Cómo  sujetan 
Cómo  acarician. 


B.    En  los  de  seis  sílabas  =  exasílabos: 

El  trocaico:  O  el  anfibráquico: 


(Góngora,  5;}0) 

Dales  ún  botin, 
Dos  octavas  rimas, 
Irés  sortijas  n/^gras. 
Cuatro  clavellinas. 


(Id.,  529') 
Iremos  á  misa, 
Veremos  la  iglesia, 
Dnrános  un  cn-drlo 
Mi  tía  la  ollera. 


C.    En  los  de  siete  sílabas  =  hoptasílabos: 

El  yámbico  ó  el  anapéstico;  j)ero  el  choíiuo  do  uno  con  otro  es  algo  vio- 
lento. Véanse  on  este  ejemplo  do  Molóndez,  1<>: 


1.  Si  más  gozosa  vida 

2.  Me  diera  á  tní  el  dinero 

3.  O  con  v.\  las  virtudes 

4.  Encerrara  on  mi  pecho, 


Uuscáralo  |áyl  entonces 
Con  hidrópico  anhelo; 
IVro  si  ésto  no  puede, 
Tara  nada  lo  quiero. 


-  107  - 

Los  versos  1,  2  j'"  5  son  yámbicos;  los  otros  anapésticos.  El  ritmo  yámbi- 
co es  más  grato  en  el  heptasílabo. 

D.    En  los  de  ocho  sílabas  =  octosílabos,  ó  versos  de  aete  eeal: 
El  trocaico  ó  el  dactilico:  el  choque  de  ambos  es  algo  duro. 

(Anón,  X,  78)  (Id.,  Ib.) 

Brama,  bufa,  escarba,  huele,  Vista  enojosa  y  soberbia. 

Anda  ah-ededór,  patea.  Vuelve  á  aguardarle  Zuléma. 

124.    Ritmo  en  los  versos  de  nueve  y  dies  sílabas. 

A.  El  ritmo  natural  del  eneasílabo  es  el  anñbráquico,  como  en  este 
ejemplo  de  Espronceda: 

Y  luego  el  estrépito  crece 
Confuso  y  cambiado  en  un  son, 
Que  ronco  en  las  bóvedas  hondas 
Tronando  furioso  zumbó. 

El  ritmo  uniforme  yámbico  de  estos  versos  es  áspero  y  difícil: 
En  este  valle  de  miserias, 
Cercado  de  dolor  y  angustias. 
Suspira  á  ti,  gran  Dios,  mi  pecho. 
Que  sólo  en  ti  podrá  gozar. 

El  ritmo  artístico  ó  variado  se  compone  de  un  dáctilo  y  tres  troqueos, 

en  esta  forma: 

/  Dulce  vecino  de  la  selva, 

^  .,,,,,..   .  i  Huésped  eterno  del  Abril, 

1.*,  el  dáctilo  al  prmcipio...  .  .  .  .    /  ~,„      , ,      ,  ,. 

'  f         r  X  Céfiro  blando,  ven  ligero, 

\  Templa  el  ardor  de  este  infeliz. 

!  Salve,  oh  luz  que  mi  vista  alegras; 
Tú  iluminas  la  oscura  cárcel, 
Cárcel  fiera  que  merecí  (1). 

Suprimiendo  el  primer  acento,  lo  cual  hace  más  fácil  la  versificación,  re- 
sulta esta  forma  compuesta  de  dos  anapestos  y  un  anfíbraco: 

Acudid,  acudid,  valientes, 
A  las  armas,  que  ya  el  clarin 
Eesonando  por  la  comarca. 
Os  convida  á  gloriosa  lid. 

Todas  estas  formas  artísticas  son  de  buen  efecto,  con  tai  que  todos  los 
versos  guarden  el  mismo  ritmo.  El  dáctilo  en  el  tercer  lugar  hace  al  verso 
duro  y  poco  aceptable:  véanse  estos  dos  de  Tirso,  ya  citados: 

Borbollicos  hacen  las  aguas... 

Saltan,  brincan,  bullen  y  corren. 

Nota.  Los  de  seis  sílaba?i,  más  los  de  siete,  y  aun  más  los  de  ocho,  pueden  artística- 
mente componerse  con  otro  ritmo.  Nuestros  poetas  los  mezclan  segmi  mejor  les  place;  pero 
téngase  entendido  lo  que  dejamos  dicho  en  el  número  precedente,  5.° 


(1)     Dispense  el  lector  lo  chabacano  de  estos  ejemplos,  que  son  míos.  No  hallándolos  á  propósito 
en  ninguna  parte,  he  tenido  forzosamente  que  hacerlos,  aunque  ni  soy  ni  presumo  ser  poeta. 


-  103  - 

B.  En  los  versos  decasílabos,  el  mejor  ritmo  es  el  anapéstico,  como  en 
el  himno  citado  de  Jovellanos,  y  en  este  otro  de  Somoza,  475': 

Condenóle  á  vivir  la  fortuna 

Entre  guerras  civiles  y  bandos; 

Cual  de  Alcides  los  monstruos  nefandos, 

Los  rencores  cercaron  su  cuna. 

El  ritmo  uniforme  trocaico  exige  en  estos  versos  un  acento  en  la  5.*,  y  se 
reduce  al  endecasílabo,  suprimida  la  primera  sílaba:  v.  gr.. 

Dales  un  botín  de  color  rosa, 
Dos  octavas  rimas  de  jalea, 
Tres  sortijas  negras  de  azabache, 
Cuatro  clavellinas  de  oro  y  perlas. 

Artísticamente  puede  variarse  el  ritmo,  de  los  modos  siguientes: 

a)  2  dáctilos.  1  anapesto.  .  .    í  ^^^^^^°'  ^^^*^^°  ^  ^^kv^bU, 

(  Un  decasílabo  formarán. 

lí  o  -   *,-u  1  i       (  Alerta,  soldados  vigilantes, 

bj  2  anñbracos,  1  anapesto.    ]  ^  '  e  i 

(  Que  avanza  feroz  el  enemig». 

-»  AJL  ii         t/v  j.  (  Dáctilo  V  anfíbraco  componen 

cj  dáctilo,  anfíbraco  v  anapesto....    1  ,.  " 

f  >er80,  si  los  sigue  el  anapesto. 

j.       .,,  j,  ,.,        n  j.  I  Adiós,  anfíbracos  de  mi  vida, 

dj  anfíbraco,  dáctjlo  y  2  troqueos.    \  '  ' 

(  Pasadlo  bien,  que  me  cansa  el  verso. 

En  el  primer  troqueo  puede  suprimirse  el  acento,  convirtiendo  los  dos 
troqueos  en  anapesto,  como  en  el  primero  de  estos  versos. 

Cada  ritmo  de  estos  es  bueno  de  por  sí,  pero  no  mezclado  con  otro:  y  ad- 
viértase que  los  eneasílabos  y  decasílabos  apenas  sufren  un  acento  an- 
tirrítmico. 

125.  Ritmo  en  d  verso  endecasílabo  simple.— Ijo?.  preceptistas  son  ge- 
neralmente estrechos  tratando  de  esta  especie  de  versos,  y  tienen  por  malos 
todos  los  que  no  tienen  acento  en  la  6.*,  ó  en  la  4.*  y  8.*  simultnnoamohte. 
No  estoy  conformo  con  eso,  y  voy  á  exponer  mi  teoría  fundándola  en  la  eu- 
fonía y  en  Ja  práctica  de  los  poetas. 

El  ritmo  natural  y  ordinario  del  endecasílabo  os  el  yámbico,  el  cual  pido 
que  dominen  los  acentos  de  las  sílabas  paros.  Según  esto  obscivaremos: 

1.°  El  acento  en  la  1.*  ó  3.*,  desvirtúan  tan  poco  el  ritmo  yámbico,  que 
basta  el  acento  subsiguiente  do  la  4.*  ó  la  f).*  para  restablecerle. 

2."  El  aconto  de  la  5.*  os  muy  antirrítmico,  y  s  do  puedo  destruirse  su 
mal  efecto,  por  el  acento  siguiente  de  la  fi.* 

3.°  Más  antirrítmico  os  todavía  el  aconto  do  la  7.*;  y  para  quo  sea  to- 
lerable es  necesario  contrarrestarle  con  el  do  la  6.*  ó  la  8.*  El  acento  de  la 
9.*  está  siempre  oscurecido  por  el  acento  final. 


109  - 


Ejemplos: 


1.  A  la  tranquilidad  tiranizada 

6 

2.  Con  las  vigilias  del  desasosiego 

4 

3.  Ni  de  las  peregrinaciones  rota 

8 

4.  Mas  todo  se  convertirá  en  abrojos 

a  8 

6.     De  los  campos  y  mares  se  apodera 
3  6 

6.     Céfiro,  tu  ministro  á  su  albedrío 
14  6  8 


(ArgensoJa,  B.  291) 
(Acevedo,  249) 
(Góngora,  444) 
(Garcilaso,  23) 

(Argensola  B.,  291) 


En  los  umbrales 

7.  De  África  la  vio  Eneas  transformada 

1  6       6 

8.  Confiada  dilata,  otra  se  inclina 

3  6        7 

9.  Va  haciendo  bien  anchos  los  lugares 

1  3  5     6 

10.  Prosigamos  en  las  galanterías 

3 

11.  Esperé  yo  más  virtuoso  oñcio 

3     4       5  8 

12.  Mas  cuando  se  cae  la  flor  al  suelo 

5  8 

13.  Si  quebrantas  el  inviolable  fuero 

3  8 

14.  También  maldigo  el  lugar  donde  voy 

2  4  7 

15.  Al  fin  yaces,  |oh  del  valor  latino 

2  3  5 

Ultima  glorial 


16.     Al  silencio  con  que  tiene  cerrada 
3  7 


(Id.,  291') 
(Id.,  ib.) 

(Castellanos,  209) 
(Moreto,  13") 
(Alarcon,  225) 
(Quevedo,  253) 
(Arquijo,  399')      ' 
(Mendoza,  66) 

(Herrera  F.,  325) 
(Calderón,  3.°,  91) 


Ahora  bien:  los  versos  1;  2,  3,  4  son  debidamente  yámbicos,  puesto  que 
todos  sus  acentos  ocupan  lugar  par:  el  ritmo  del  3  es  algo  defectuoso  por 
tener  siete  sílabas  átonas  seguidas.  Y  conste  que  como  el  2,  esto  es,  con  el 
solo  acento  de  la  4.*,  sin  el  de  la  8.*  hay  muchos  versos  en  nuestros  poetas. 

Los  versos  5,  6,  7,  8  y  9  son  correctos,  puesto  que  los  acentos  antirrítmi- 
cos  están  oscurecidos  por  el  de  la  G.**,  que  rítmicamente  es  más  decisivo. 

El  10  es  malo,  porque  el  acento  único  de  la  3.*  le  hace  antirrítmico. 

El  11  le  tengo  también  por  malo:  el  acento  de  la  5.*,  no  contrarrestado 
por  el  de  la  6.*,  produce  muy  mal  efecto,  á  pesar  de  los  acentos  de  la  4.*  y  8.* 

Con  mayor  razón  es  antirrítmico  el  verso  12. 

El  13  y  el  14  son  también  incorrectos,  por  prevalecer  en  ellos  los  acentos 
antirrítmicos  de  la  3.*  y  la  7.* 


-  lio  - 

El  15  tiene  dos  acentos  antirrítmicos,  no  oscurecidos  por  el  de  la  6.*  que 
allí  era  necesario. 

El  16  es  totalmente  disparatado,  pues  no  tiene  más  acentos  que  dos  an- 
tirrítmicos. 

Para  mayor  declaración  de  esto,  notemos  la  siguiente  octava  de  Caste- 
llanos, 209': 

1.  Quemadas  casas  mucuras  y  tures 

2.  Atravesaron  por  aquella  vía 

3.  Rompiendo  con  machetes  y  segixres 

4.  La  montaña  que  se  les  ofrecía; 

6.  Llegaron,  pues,  á  tierra  de  Bubures 

6.  Donde  Francisco  Martin  residía, 

7.  El  cual  de  parte  de  indios  comarcanos 

8.  Tuvo  noticia  cierta  do  cristianos. 

Los  mejores  versos  son  el  5  y  el  7:  luego  el  3  y  el  2.  En  todos  éstos  los 
acentos  son  rítmicos.  Detrás  de  éstos  va  el  8,  que  tiene  un  acento  antirrít- 
mico.  Los  versos  1,  4  y  6  son  malos  según  lo  dicho.  El  6  tiene  ritmo  dactili- 
co, y  como  tal  es  bueno;  pero,  la  combinación  de  los  dactilicos  con  los  yám- 
bicos la  tengo  por  antirrítmica  y  mal  sonante.  Consúltese  Garcilaso,  7, 
8  y  10. 

En  la  doctrina  que  acabo  de  exponer  bien  caben  algunos  versos  reproba- 
dos por  el  Sr.  Bello  (págs.  322-324);  y  no  se  cuenta  para  nada  la  que  él  lla- 
ma se guyida  forma  del  endecasílabo  (acentos  rítmicos  en  la  4.*  y  8.*);  ni  se 
hace  caso  de  la  cesura^  que  para  nada  sirve  en  castellano;  ni  consideramos 
compuesto  ningún  endecasílabo  yámbico,  como  en  realidad  no  le  ha  consi- 
derado ningún  poeta. 

El  endecasílabo,  segim  lo  dicho,  puede  también  tener  ritmo  dactilico 
como  en  el  verso  antes  citado  de  Garcilaso;  pero  es  mucho  menos  suave  que 
el  yámbico:  tan  inflexible,  que.  apenas  si  permito  en  el  primer  pie  algún 
acento  antirrítmico;  y  tan  raro  en  nuestros  poetas,  que  aparto  do  algún  ver- 
so suelto,  no  recuerdo  haber  hallado  composición  algima  en  esto  metro 
sino  la  fábula  LVI  de  Iriarte  (18): 

Cierta  criada  la  casa  barría,  etc.  , 

126.  l^asoH  del  fiietro  en  d  verso. — Aunque  esto  correspondo  más  bien 
al  capítulo  anterior,  lo  trataremos  aquí  porque  ahora  se  entenderá  mejor  lo 
que  diremos.  La  cuestión  es,  por  qué  un  verso  lia  do  tenor  tantos  pies  y  no 
más  ó  menos;  y  voy  á  decir  lo  que  yo  entiendo. 

Comienzo  transcribiendo  el  siguiente  pasaje  de  San  Agustín:  «Ne  lon- 
gius  podnni  rnrsns  provolvorotur,  qnnm  njus  judicium  possot  snstinoro,  mo- 
dum  statuit  undo  rovortorotur,  et  ab  oo  ipso  vcrsutji  voravit.  C^uod  autem 
non  osset  certo  fino  raoderatum,  sed  tamon  rationabilitor  ordinatis  pedibus 
currerot,  rJiytJinii  nomino  notavit;  qui  latino  nihil  nliud  qiinin  nniiiirus  dici 
potest.»  (Do  Online,  lib.  2.'\  núin.  40).  «Para  quo  la  sorio  do  los  pies  no  so  ex- 
tendiera más  de  lo  quo  ni  juicio  pudiese  aguantar,  puso  (se  entiendo  la  ra- 


-  111  — 

son  humanaj  ley  para  volver  á  comenzar  otra  serie  (cortando  la  preceden- 
te); y  por  eso  llamó  verso  á  cada  serie  de  pies.  Y  como  esta  ley  no  señalaba 
un  límite  fijo  y  determinado,  sino  más  bien  una  serie  ó  número  razonable 
de  pies  ordenados,  la  llamó  riUuo,  el  cual  en  latin  significa  lo  mismo  que 
mímero.y> 

Muchas  cosas  hay  en  estas  pocas  palabras:  1.*  Que  verso  es  lo  mismo  que 
vuelta  ó  retroceso  para  comenzar  otra  serie  de  pies,  lo  cual  coincide  con  lo 
que  dijimos  al  principio  de  este  libro.  2.*  Que  esta  vuelta  está  sujeta  á  una 
ley,  fundada  en  la  capacidad  de  lo  que  el  Santo  llamayw/V/o.  3.*^  Que  esta  ley 
no  determina  en  todos  los  casos  un  mismo  número  fijo  de  sílabas  ó  pies, 
sino  que  puede  haber  versos  de  distinta  medida.  4.*  Que  esta  ley  se  llama 
ritmo,  el  cual  es  formalmente  una  serie  ordenada  y  razonable  de  pies;  ó  lo 
que  es  igual,  un  número  razonable  de  pies  ordenados.  Dice  razonable^  por- 
que si  la  serie  ó  número  es  demasiado  larga,  el  oído  pierde  la  sensación  del 
ritmo,  que  es  lo  que  San  Agustin  quiere  decir  con  aqueUas  palabras /o«- 
gius  quam  ejus  judíciuní  possct  sustinere.  J^íq.q  pies  ordeíiados,  porque  sin 
orden  no  hay  ritmo  ni  belleza  eufónica  ó  musical,  que  es  de  la  que  aquí  se 
trata.'  Como  consecuencia  de  esto,  diremos  que  el  lenguaje  ligado  es  el  len- 
guaje sujeto  á  ritmo.  Y  antes  de  pasar  adelante,  voy  á  resolver  una  grave 
dificultad.  Si  verso  es  una  serie  de  pies  sujetos  á  ritmo,  dedúcese  que  los 
versos  cortos  castellanos,  que  (como  hemos  dicho)  no  tienen  ritmo  esencial, 
no  son  versos.  Respondo:  que  en  efecto,  los  versos  cortos  considerados  en 
sí  mismos  aisladamente,  no  son  esencialmente  versos,  porque  no  les  es  esen- 
cial ningún  ritmo;  pero  como  esos  versos  cortos  van  combinados  entre  sí  ó 
con  otros  de  distinta  medida,  en  esa  combinación  hay  siempre  orden  y  nú- 
mero, y  por  tanto  son  versos  en  cuanto  son  series  de  sílabas  sujetas  á  núme- 
ro, aunque  no  á  orden  entre  las  mismas  sílabas.  Pongamos  un  ejemplo. 

Este  verso  de  Trillo  (70') :  Miedo  guarda  viña,  de  seis  sílabas ,  tiene  rit- 
mo, porque  tiene  orden  entre  sus  acentos;  pero  este  orden  no  es  esencial  al 
verso  de  seis  sílabas,  porque  también  es  verso  el  que  sigue:  Que  no  viña- 
dor, el  cual  no  tiene  orden  entre  sus  acentos.  Mas  en  la  combinación  de  los 
dos  versos  ya  el  oído  percibe  la  igualdad  del  número  de  sílabas,  y  por  tanto 
ya  hay  algún  ritmo,  aunque  externo  al  verso.  Así,  pues,  los  versos  cortos, 
que  per  se  no  exigen  ritmo  interno,  no  son  per  se  versos;  sino  relativamen- 
te, ó  considerados  con  relación  á  los  que  preceden  ó  siguen.  La  misma  doc- 
trina enseña  Bello  (pág.  278). 

De  paso  notaremos  también  la  diferencia  entre  ritmo  y  verso,  los  cuales 
son  entre  sí  como  el  abstracto  y  el  concreto.  El  lenguaje  con  ritmo,  es  ver- 
so: el  ritmo  solo  (el  abstracto)  es  la  forma  que  da  ser  al  verso.  El  verso  es 
el  lenguaje  con  orden:  el  ritmo  es  el  mismo  orden  puesto  en  el  lenguaje. 

Volviendo  ahora  al  propósito,  preguntamos  qué  número  de  sílabas  debe 
ó  puede  tener  el  verso  castellano,  para  que  se  acomode  á  la  capacidad  del 
oído.  Y  respondo  que  un  verso  simple  no  puede  tener  más  de  once  sílabas, 
porque  el  oído  pierde  la  sensación  del  ritmo,  si  las  sílabas  exceden  á  ese  nú- 
mero. Y  lo  pruebo:  el  oído  no  aguanta  versos  de  doce  y  catorce  sílabas,  si 


-  112  - 

no  van  divididos  en  hemistiquios,  los  cuales  son  otros  tantos  versos.  Así, 
pues,  que  un  verso  puede  tener  de  cinco  á  once  sílabas,  nadie  lo  niega:  pero 
¿bastarán  cuatro  ó  tres  sílabas  para  formar  verso? 

Para  resolver  con  algim  fundamento  sólido  esta  cuestión,  necesitamos 
exponer  antes  la  teoría  y  la  práctica  de  los  versos  compuestos. 

127.  Ritmo  en  los  versos  compuestos.— Ijos  dos  hemistiquios  iguales  ó 
desiguales  en  que  puede  dividirse  un  verso  compuesto,  necesitan  sujetarse 
á  ciertas  condiciones,  para  que  pueda  decirse  que  son  un  solo  verso  com- 
puesto, y  no  dos  versos  simples. 

«La  unidad  del  verso,  escribe  el  Sr.  Bello  (pág.  305),  no  depende  de  es- 
cribirse en  una  línea  separada,  ni  de  la  colocación  de  las  rimas,  que  pueden 
ponerse  no  sólo  en  los  finales,  sino  en  medio  del  verso,  (v.  núm.  87).  Depen- 
de de  haber  entre  verso  y  verso  una  pausa  tal,  que  sea  allí  permitido  el  hia- 
to, inadmisible  la  sinalefa,  ó  indiferente  para  el  ritmo  el  acento  ñnal  agudo, 
grave  ó  esdrújulo.» 

Eso  de  permitido  es  una  inexactitud  en  que  incurrió  el  Sr.  Bello.  Las 
condiciones  que  necesita  un  verso  para  que  no  deba  unirse  con  el  siguiente, 
son  dos: 

1.*  Que  sea  inadmisible  la  sinalefa  entre  los  dos,  y  natural  y  necesario 
el  hiato. 

2.*  •  Que  el  segundo  verso  no  pueda  considerarse  como  compensación 
del  primero;  esto  es,  que  el  primer  verso  quede  completo ,  cualquiera  que 
sea  su  final;  ó  lo  que  es  igual,  que  ni  quede  falto  por  terminar  en  voz  agu- 
da, ni  redunde  por  terminar  en  esdrújulo. 

Según  esto,  que  nadie  puede  razonablemente  negar,  digo  que  dondequie- 
ra que  hallemos  entre  dos  versos  admisible  la  sinalefa  ó  la  compensación, 
dichos  versos  no  son  versos  completos,  sino  hemistiquios  de  un  verso  com- 
puesto. Mas  conviene  advertir  cuidadosamente: 

1."  Que  aunque  entre  dos  hemistiquios  puede  haber  sinalefa  ó  hiato, 
muchas  veces  el  número  de  sílabas  que  debe  tener  el  verso  es  quien  deter- 
mina lo  uno  ó  lo  otro.  En  este  verso  de  Moratin  L.,  (608): 

También  con  olla  |  iba  un  pastor 

debe  haber  liíato,  porque  el  verso  es  decasílabo. 

2.°  "Que  entre  los  poetas  antiguos  es  cosa  frecuente  la  compensación," se- 
gún veremos:  hoy  tenemos  esa  compensación  por  antirrítmica  y  cacofónica, 
á  lo  menos  entre  hemistiquios  casi  iguales. 

S.**  Que  auní^ue  el  primor  hemistiquio  do  un  vorso  compuesto  sea  verso 
perfecto  en  sí  mismo;  sin  embargo,  para  que  al  leer  se  guarde  la  unidad  del 
vorso  compuesto,  es  necesario  que  la  pausa  que  so  haga  en  ol  primer  hemis- 
titjuio,  soa  menor  que  la  que  so  hace  en  fin  do  vorso  completo,  ó  del  se- 
gundo hemistiquio. 

Esto  supuesto,  oxamiiiomos  los  versos  comjiuostos  que  tenemos  en  cas- 
tellano. 

A.    Decasílabo  compuesto.— Y éaso  la  receta  de  D.  Juan  Nicasio  Galle- 


-  113  - 

go,  en  que  se  burla  de  Hermosilla  por  haber  atribuido  á  Moratin  (Leandro), 
la  invención  de  este  verso.  Realmente  creyó  Moratin  haber  aumentado  con 
nueva  cuerda  la  patria  lira. 

Toma  dos  versos  |  de  cinco  sílabas, 

De  aquellos  mismos  |  que  el  buen  Iriarte 

Hizo  en  su  fábula  |  lagartijera. 

Forma  de  entrambos  |  un  solo  verso, 

Y  esto  repítelo  |  según  te  plazca. 

Mezcla  si  quieres,  |  que  es  fácil  cosa 

Algún  esdrújulo  |  de  cuando  en  cuando: 

Con  esto  solo,  |  sin  más  fatiga, 

Harás  á  cientos  |  versos  magníficos, 

Como  estos  míos  |  que  estás  leyendo,  etc.      (LXVII,  435). 

Bien  pudiera  ser  agudo  el  primer  hemistiquio,  ó  haber  sinalefa  ó  hiato 
entre  ambos,  aunque  no  puedo  presentar  ejemplo  de  ello.  Los  hemistiquios 
pueden  ser  de  ritmo  yámbico  ó  dactilico,  sin  que  el  oído  reclame. 

B.  Endecasílabo  compuesto=sáfico.  —El  verso  sáfico  (de  Safo,  poetisa 
griega)  es  esencialmente  artístico ;  y  para  que  haga  la  música  natural  que 
tiene  el  sáfico  griego  y  latino,  debe  constar  de  un  pentasílabo  grave  y  dac- 
tilico, mejor  que  yámbico;  y  de  un  exasílabo  formado  de  dáctilo  ó  anapes- 
to y  anfíbraco,  mejor  que  de  ritmo  trocaico. 

Cada  tres  sáneos  suelen  ir  seguidos  de  un  adónico  (1),  el  cual  es  un  pen- 
tasílabo dactilico  y  grave:  si  no  es  dactilico,  suena  mal  á  nuestro  oído,  aun- 
que no  faltan  adonices  latinos  que  no  suenan  á  pentasílabos  dactilicos; 
verbi-gracia,  Fabrtciumque  y  Cum  I  are  fundus  de  Horacio.  Ejemplo  de  Vi- 
llegas E.,  563: 

1.  Dulce  vecino  |  de  la  verde  selva, 

2.  Huésped  eterno  |  del  abril  florido, 

3.  Vital  aliento  |  de  la  madre  Venus 

4.  Céfiro  blando. 

5.  Ven,  que  abismado  |  el  ánimo  fallece  (Meléndez,  191 "). 
0.      Dame  tocar  |  al  más  humilde  puerto                 (Id.  192). 

7.  Manoseaste  (Forner,  299'). 

8.  Baten  festivas.  (Arjona  M.,  511'). 

El  pentasílabo  de  los  versos  1,  2  y  5  es  dactilico;  el  del  3  yámbico. 

El  exasílabo  del  5  se  compone  de  dáctilo  y  anfíbraco;  el  de  los  tres  pri- 
meros, de  anapesto  y  anfíbraco. 

En  el  5  hay  sinalefa:  el  6  es  malo,  por  la  compensación  del  pentasílabo 
agudo  por  el  heptasilabo. 

El  4  es  adónico  perfecto:  el  7  es  poco  aceptable  por  carecer  del  acento 
en  la  primera  sílaba:  el  8  es  pesado  por  las  sílabas  largas  que  contiene. 
Porque  tratándose  de  dáctilos,  y  más  en  estos  versos  sáficos  y  adónicos, 


(1)    La  etimología  de  este  nombre  es  iaciarta  ,  si  bien  todos  le  derivan  de  Adonis.  Puede  verse  esto 
en  Salinas  (De  Música,  lib.  VI). 


-  114 


debe  procurarse  que  las  sílabas  átonas  sean  breves,  esto  es,  que  no  conten- 
gan diptongos,  sinalefas,  ni  vocal  seguida  de  dos  consonantes  ó  de  r/f,  //,  fi, 
rr,  y,  z. 

Las  sílabas  largas  quitan  al  sáfico  la  celeridad  que  le  hace  tan  grato  al 
oído  (1). 

C.  Dodecasílabo=verso  de  aete  mayoh.— Debe  constar  de  dos  exasíla- 
bos  anfibráquij2os,  con  hiato  ó  con  sinalefa  entre  ambos,  según  ocurra.  En 
estos  versos  no  se  prohibe  el  ritmo  trocaico  en  algún  verso,  ó  algún  hemis- 
tiquio; pero  el  ritmo  propio,  y  que  debe  dominar,  es  el  anfibráquico. 
Ejemplos: 

1.  Quizás  quo  aunque  el  hombre  1  esté  trascordado, 

2.  Y  harto  de  andar  |  por  valles  y  cuestas, 

3.  Y  traiga  las  mientes  |  en  vos  mucho  puestas, 

4.  Diréis  vos  á  hombre  |  que  coma  un  bocado.  (Pedraza,  43'). 

5.  En  murmuración  |  nunca  sois  hallado, 

6.  No  tenéis  pereza  |  en  la  devoción.  (Castillejo,  172*). 

7.  En  vos  no  parece  j  ofender  en  ausencia.  (Id.) 

8.  Ejemplo  tan  sano  |  á  cualquier  pecador.  (Pedraza,  45). 

En  los  versos  1  y  6  hay  hiato:  en  el  7  y  8  sinalefa:  el  primer  hemistiquio 
del  2  y  del  5  es  agudo:  el  del  6  y  el  segundo  del  5  son  trocaicos.  Con  el^pñ- 
mer  hemistiquio  esdrújulo  no  hallo  ejemplo,  pero  bien  puede  hacerse. 

En  los  antiguos  poetas  se  hallan  otras  formas,  á  mi  ver,  malas. 

1.*,  pentasílabo  con  exasílabo: 

Nuevas  te  traigo,  |  señor,  dolorosas. 
Dime  dó  vienes,  |  Satán  bullicioso. 

2.*,  pentasílabo  agudo  con  heptasílabo: 

Simple  varón  |  y  do  grande  cordura. 

3.*,  exasílabo  agudo  y.  heptasílabo: 

Presuma  de  vos  |  y  de  mi  la  fortuna. 

Yo  os  ruego  quo  vos  |  me  queráis  informar. 

4.*,  exasílabo  esdrújulo  con  pentasílabo: 

Aquél  con  quien  Júpiter  |  tuvo  tal  celo. 

La  compensación  de  un  hemistiquio  con  otro,  como  se  halla  en  los  cuatro 
últimos  versos,  la  tongo  por  antirrítmica.  El  último  podría  ajustarse  al  rit- 
mo, con  el  primer  hemistiquio  esdnijulo,  diciendo: 
Aquél  á  quien  Júpiter  |  miró  receloso. 


(Anón.  LVIII,  81). 


(Id.) 


(Mena). 
(Castillejo,  172'). 


(Mena,  170'). 


(1)    Caramnel  on  «n  Rítmica,  pAg.  B34,  tieno  por  baeoot  estos  dos  ejemplos  suyos: 


Fobo,  dol  ciólo  I  noblo  corazón, 
Corre  su  esfera  |  para  (loficansar; 
Ua«  DO  descansa,  I  quo  ha  de  iluminar 
Toda  regioD. 


Mira,  soñor,  |  quo  conocerás 
Cuánto  laurel  |  hoy  se  te  ofreció; 
Y  quo  después  |  te  arrepentirás, 
6i  falto  yo. 


-  115  — 

El  dodecasílabo  puede  componerse  de  otros  modos: 
1°    De  dos  exasílabos  trocaicos: 

Virgen  siempre  pura,  |  toda  inmaculada, 
Reina  de  las  vírgenes,  |  Madre  del  amor. 

2.**  De  heptasílabo  y  pentasílabo;  lo  cual  es  facilísimo  y  no  deja  de  te- 
ner gracia.  Consiste  en  unir  dos  versos  de  seguidilla,  con  sinalefa  ó  hiato 
entre  ellos,  según  convenga. 

Para  andar  cuesta  arriba  |  quiero  mi  mulo; 
Que  las  cuestas  abajo  |  yo  me  las  subo. 

3.°    De  octosílabo  y  pie  quebrado,  según  diremos  después. 

4.°  De  eneasílabo  anñbráquico  y  un  complemento  trisílabo;  de  lo  cual 
trataremos  más  adelante,  Y  nótese  que  este  modo  no  es  igual  al  dodecasíla- 
bo compuesto  de  dos  exasílabos:  en  éste  la  pausa  del  hemistiquio  se  hace 
en  medio:  en  aquél,  al  fin  de  la  parte  eneasílaba. 

Es  de  advertir  también,  que  en  estos  dos  modos  últimos,  cabe  la  com- 
pensación (véase  el  núm.  129). 

A.  Verso  de  catorce  sílabas  =  alejandrino.  ~Vov  qué  se  llama  así  este 
verso,  no  lo  sé:  tal  vez  sea  porque  así  son  los  del  Poema  de  Alexandre. 
Consta  el  alejandrino  de  dos  heptasílabos  yámbicos,  con  hiato  ó  sinalefa  en- 
tre ellos.  El  ritmo  anapéstico  en  el  primer  hemistiquio  puede  tolerarse:  en 
el  segundo,  no  suena  bien.  Ejemplos: 

1.  La  paz  et  la  salut  |  por  ti  fué  reformada.  (Berceo,  LVII,  100) 

2.  Conforta  los  enfermos,  |  convertí  los  errados, 

3.  Conserva  los  pacíficos,  |  reforma  los  irados.  (Id.,  100') 

4.  Ruega  por  la  paz,  madre,  |  é  por  el  temporal.  (Id.,  ib.) 

5.  Eres  padre  del  fuego,  |  pariente  de  la  llama, 

6.  Más  arde  e  más  se  quema  |  cualquier  que  te  más  ama; 

7.  Amor,  quien  más  te  sigue,  |  quémasle  cuerpo  et  alma, 

8.  Destrúyeslo  del  todo,  |  como  el  fuego  á  la  rama, 

(El  Arcipreste  de  Hita,  LVII,  v.  187) 

9.  Sacóme  de  la  choza,  |  ei  llegóme  á  dos  senderos  (Id.,  v.  9-59) 

10.  Radío  ando,  serrana,  |  en  esta  grand  espesura  (Id.,  v.  963) 

11.  Et  engerir  de  escoplo,  |  e  gavillas  amondar.  (Id.,  v.  1.254) 

El  primer  hemistiquio  del  1  es  agudo;  el  del  2  grave;  el  del  3  esdrújulo: 
en  el  4  hay  hiato,  que  es  lo  más  común:  en  el  9,  10  y  11  sinalefa:  el  primer 
hemistiquio  del  5,  que  es  anapéstico,  puede  pasar;  el  segundo  del  8  hace 
lánguido  el  verso,  lo  mismo  que  el  del  10  que  carece  de  ritmo.  Es,  pues,  ad- 
misible la  sinalefa  entre  los  dos  hemistiquios:  y  lo  menos  que  se  puede  de- 
cir, es  que  consta  de  ella  en  nuestros  poetas  con  tanta  certeza  como  del 
hiato. 

Los  innumerables  versos  de  más  ó  menos  sílabas,  ó  de  forma  irregular. 


-  116  - 

que  hallamos  mezclados  con  los  alejandi'inos  roblares  en  los  poemas  de  los 
siglos  XIII,  XIV  y  XV,  demuestran  una  de  estas  dos  cosas:  ó  que  la  medi- 
da de  tales  versos  nos  es  desconocida,  ó  que  la  versificación  de  entonces  era 
ruda  y  sin  ritmo  fijo,  tanto  en  el  número  como  en  la  distribución  de  los 
acentos.  Véanse  estos  dos: 

Fasta  que  pasa  Agosto,  non  dexan  de  rebusn&r  (Id.,  v.  1.259) 

Mis  fablas  e  mis  fasannas,  ruégete  que  bien  las  miras.    (Id.,  v.  882) 

1 28,  ¿Hay  versos  de  trece  síiabasP—lriarte  (6*)  creyó  metrificar  en  ver- 
sos de  trece  sílabas,  compuestos,  según  Bello,  de  pies  yámbicos,  con  un 
acento  necesario  en  la  6.*: 

En  cierta  catedral  una  campana  había, 
Que  sólo  se  tocaba  algún  solemne  día,  etc. 

Mas  yo  no  opino  como  el  Sr.  Bello:  todos  esos  versos  son  exactamente 
de  catorce  sílabas,  con  el  primer  liemistiquio  agudo,  ó  con  hiato  en  concu- 
rrencia de  vocales.  Según  esto,  el  segundo  verso  copiado  debe  leerse  con 
hiato  y  no  con  sinalefa. 

Además,  si  el  verso  de  trece  sílabas  no  ha  de  leerse  como  prosa,  debe  di- 
vidirse en  dos  hemistiquios  desigTiales  y  de  ritmo  contrario;  y  ambas  cosas 
son  difíciles  de  tragar.  Haciendo  la  división  en  los  citados  ver&os,  ten- 
dríamos: 

En  cierta  catedral  u  |  na  campana  había. 
Que  sólo  se  tocaba  al  |  gun  solemne  día. 

Mas  esta  división  es  antirrítmica;  porque  todo  hemistiquio  debo  termi- 
nar en  palabra  completa  y  na  cortada.  La  división  rítmica  que  cabe  en  esos 
versos,  es  en  los  vocablos  catedral  y  tocaba;  poro  de  oso  modo  resultan, 
como  son  en  realidad,  versos  alejandrinos.  Y  conste  que  versos  de  trece  sí- 
labas, quo  no  sean  prosaicos,  sino  perfectamente  rítmicos,  son  imposibles. 

129.  ¿Hay  versos  de  cuatro  y  tres  silabas? 

A.  -Sobre  el  verso  tetrasílabo.— '^o^un  lo  dicho,  el  hemistiquio  so  dife- 
i'oncia  dol  verso:  1,°,  en  (juo  después  do  lieniistiíjuio  se  permito  la  sinalefa, 
])orquo  suena  bion  al  oído;  2.°,  en  que,  según  la  práctica  do  los  antiguot?,  un 
liemistiquio  sufre  compensación;  el  verso  entero,  no.  Es  así  que  en  los  ver- 
sos do  cuatro  sílabas  os  natural  y  frecuente  la  sinalefa,  y  también  la  com- 
])ensaci()n:  luego  no  liay  verdaderos  versos  de  cuatro  sílabas.  Probemos  la 
menor  en  sus  dos  partos.  Los  únicos  versos  que  pudieran  ser  tetrasílabos  en 
nuestros  poetas  antiguos  son  los  pies  quebrados  ú  octosílabos  ])art¡dos. 
J'uos  bien,  á  posar  de  (juo  ol  mismo  nombro  pie  quebrado  está  diciendo  á 
voces  que  no  es  verso,  sino  hemistiquio,  vamos  á  ver  la  sinalefa  y  la  com- 
j)onsacion  entro  el  pie  (juobrado  y  ol  octosílabo  procodento:  do  donde  infiero 
xjuo  entro  los  dos  formaban  un  solo  dodecasílabo  trocaico,  al  modo  que  pu- 


117 


diera  decirse  que  el  eneasílabo  es  compuesto  de  un  exasílabo,  mas  un  he- 
mistiquio de  tres  sílabas.  Pongamos  ejemplos: 

Mi  víctima  insuficiente 
Algún  amparo. 

Pie  quebrado  complementario  del 
octosílabo  agudo: 

Manrique,  257' 
Las  mafias  y  ligereza, 

Y  la  fuerza  corporal 
De  juventud, 
Todo  se  torna  graveza 
Cuando  llega  al  arrabal 
De  senectud. 

Trülo,  94' 
A  vos,  señor  Juan  de  Dios, 
Contra  vos  lie  menester 
Por  no  ofenderos; 

Y  si  me  ayudáis^  por  Dios, 
Que  milagros  han  de  hacer 
Vuestros  dineros. 


De  sinalefa: 

Manrique,  268 

lOh  juicio  divinal! 
Cuando  más  ardía  el  fuego, 
ÍJchaste  el  agua. 

Id.,  258' 

Es  tu  comienzo  lloroso, 
Tu  salida  siempre  amarga 
Y  nunca  buena. 

Montesino,  414 

Que  del  se  quiso  Dios  vivo 
En  grado  superlativo 
J.MCtorizar. 

Trillo,  94' 
Débaos,  pues,  divino  Juan 


Los  casos  de  sinalefa  son  muy  numerosos,  y  los  de  compensación  no  ra- 
ros: y  como  ninguna  de  estas  cosas  se  advierte  en  los  versos  completos,  sino 
en  los  hemistiquios  de  un  compuesto,  deduzco  que  nuestros  antiguos  poe- 
tas negaron  al  pie  quebrado  la  cualidad  de  verso  aparte,  aunque  le  escribie- 
sen en  línea  distinta.  Y  la  razón  es  clara,  porque  tanto  la  compensación 
como  la  sinalefa  son  eufónicas  en  el  pie  quebrado;  y  la  razón  divisoria  de 
los  versos  es  la  repugnancia  de  la  sinalefa  entre  ellos,  y  la  eufonía  de  la 
compensación  (1).  Entre  versos  simples  de  once,  diez...  cinco  sílabas,  no  son 
admisibles  la  compensación  y  la  sinalefa:  entre  versos  de  cuatro,  lo  son:  lue- 
go los  versos  de  cuatro  sílabas  no  son  versos.  La  capacidad  del  oído  no  que- 
da satisfecha  con  cuatro  sílabas  solas:  y  la  novedad  del  invento  de  los  ver- 
sos tetrasílabos  no  consiste  más  que  en  dividir  un  octosílabo  en  dos  hemis- 
tiquios, y  escribirlos  en  línea  separada,  haciendo  rimar  un  verso  con  otro,  ó 
un  hemistiquio  con  el  otro.  La  rima,  como  está  dicho,  no  indica  per  se,  pau- 
sa de  verso,  ni  aun  de  hemistiquio  (véase  núm.  87).  Ejemplos: 

Lobo,  30. 


Mi  esperanza... — Mi  venganza.. 
— Lisonjera...— Siempre  fiera... 
— No  podrá  retroceder. 


— Pues  constante... — Vengativa... 
— Fiel  amante...— Siempre  esquiva. 
— Al  destino  he  de  vencer. 


(1)  Lo  que  aqui  enseño  acerca  de  la  compensación  y  la  sinalefa,  deduciéndolo  de  la  práctica  comxrn 
de  los  poetas,  lo  he  visto  después  muy  bien  expuesto  en  Nebrija,  Encina,  Kengifo  y  Caramuel.  Este 
último  (pág.  36),  advierte  que,  tanto  la  sinalefa,  como  la  compensación,  no  caben  fuera  de  las  coplas 
de  pie  quebrado,  porque  entre  versos  son  intolerables.  «Quam  (synalepham)  axítís  postulat  in  hoc  car- 
xuinum  genere,  in  alus  omnino  non  tolerat.» 


-  il8  - 


Lobo,  31. 
Enlazado  |  Tu  cuidado 
Con  mi  agrado, 
To  aseguras  el  favor; 


Que  en  los  bienes  |  Que  previenes, 

Xada  tienes 

Sin  la  prenda  del  amor. 


En  el  primer  ejemplo  resultan  versos  octosílabos  compuestos  de  dos  he- 
mistiquios iguales:  en  el  segundo  resulta  un  pie  quebrado,  que,  según  lo 
dicho,  debe  unirse  al  precedente,  constituyendo  un  dodecasílabo.  No  niego 
que  tengan  especial  gi'acia  y  donaire  tales  octosílabos  y  dodecasílabos  así 
compuestos:  lo  que  niego  es  que  esos  sean  versos  simples  de  cuatro  síla- 
bas. Y  voy  á  demostrar  la  naturalidad  de  la  sinalefa  entre  hemistiquios  do 
cuatro  sílabas,  con  otros  ejemplos  del  mismo  autor  (32). 


Ya  ha  vencido 
El  vano  ruido 
Del  sentido 
Y  las  potencias. 


Ya  su  vida 
^Enardecida 
Con  la  herida 
De  mis  flechas. 


En  dichas  tres  sinalefas  nada  hay  que  el  oído  repugne,  porque  caen  entre 
porciones  do  sílabas  que  son  verdaderos  hemistiquios.  Pero  nótese  esta  otra: 

Ya  más  quieto 
Va  sujeto 
Hacia,  el  objeto 
Que  desea. 

En  este  último  ejemplo  es  violenta  y  dura  la  sinalefa,  porque  no  cae  en 
sitio  donde  el  oído  pueda  suponer  pausa  do  hemistiíjuio. 

B.  Afortiori  no  puede  hal)er  versos  de  tres  sílabas.  Pongamos  un  ejem- 
plo (el  mismo  que  pone  el  Sr.  Bello,  pág.  ííOD): 


El  viento 
Azota 
La  selva 
Hojosa. 


Batiendo 
Las  playas 
El  ábrego 
Bramaba. 


Batiendo 
Las  playas 
El  ábrego 
Brama. 


Batiendo 
Las  playas 
El  ábrego 
i4.salta. 


Los  hiatos  del  1  son  insufribles:  el  último  verso  del  2  no  ca])o  ^w  el  oído, 
y  para  que  ésto  acepto  el  ábrego  en  la  tercera  línea,  es  i)rec¡so  quitar  una 
sílal)a  á  la  cuarta,  como  en  el  3;  ó  poner  sinalefa  como  en  ol  4.  Es  decir,  que 
ahí  son  necesarias  la  sinalefa  y  la  compensación,  lo  cual  ])rueba  que  no  pue- 
do liabor  versos  de  tres  sílabas. 

Estudiemos  ahora  estos  otros  versos  de  Lobo,  32': 

¿Qué  08  cato,  qué  os  esto,  .TacobV 
— No  lo  sé. 

— ¿Tan  presto,  tan  presto  despiertas... 
— Me  asombra... 

—  Dül  sueño... — La  sombra...  — Do  amor? 
— Que  miré. 


—  119 


El  segundo  pie  quebrado  es  trisílabo,  porque  si  fuera  tetrasílabo,  no  ven- 
dría bien  con  el  final  grave  del  precedente:  el  primero  y  el  tercero  son  te- 
trasílabos, y  el  oído  los  acepta  porque  así  compensan  el  final  agudo  de  los 
precedentes.  Luego  tales  pies  quebrados  no  son  versos  trisílabos  ni  tetra- 
sílabos, sino  hemistiquios  de  versos  dodecasílabos  compuestos  de  eneasíla- 
bo y  otra  parte  que  sirva  de  compensación. 

Tenemos,  pues,  otros  tres  versos  compuestos:  uno  octosílabo,  de  dos  be 
mistiquios  iguales;  otro  dodecasílabo,  de  octosílabo  y  otra  parte  tetrasílaba, 
y  otro  también  dodecasílabo  de  ritmo  anfibráquico,  compuesto  de  eneasí- 
labo y  otra  parte  trisílaba.  En  todos  tres  son  necesarias  la  sinalefa  y  la 
compensación.  En  los  demás  compuestos,  cuyos  hemistiquios  tienen  á  lo 
menos  cinco  sílabas,  tengo  por  antirrítmica  la  compensación,  mas  no  la  si- 
nalefa. Y  aun  si  quiere  el  lector,  no  tengo  dificultad  en  admitir  otros  dos 
compuestos:  uno  exasílabo  anfibráquico,  de  dos  hemistiquios  trisílabos,  y 
otro  eneasílabo  también  anfibráquico,  de  un  hemistiquio  exasílabo  y  otro 
trisílabo;  ambos  con  las  mismas  condiciones  que  los  precedentes.  La  coloca- 
ción de  las  rimas  no  dejará  de  prestar  gracia  á  tales  versos. 

130.  Sinalefa  entre  dos  í;^r50S.— Hemos  dicho  muchas  veces  que  la 
sinalefa  es  permitida  entre  dos  hemistiquios,  pero  inadmisible  entre  dos 
versos  completos,  y  así  es  la  verdad.  Pero  como  no  hay  ley  que  no  haya  sido 
quebrantada,  voy  á  estampar  aquí  alguna  de  las  pocas  sinalefas  licenciosas 
que  he  notado  en  nuestros  poetas. 


Hidalgo  L.,  288' 

Muj-  abominables  brujos, 
Dicboso  y  afortunado 
EV  que  no  queda  espiritado 
Mirando  vuestros  dibujos. 

Calderón,  4.°  172" 
Atiende  á  mi  canto 
Atiende  á  mi  acento, 


Pues  vengo  por  ti 
íJn  las  alas  del  viento 

Meléndez,  218' 
Que  del  átomo  eres 
El  Dios,  y  el  Dios  del  sol,  del  gusanillo 
Que  en  el  vil  lodo  mora, 
Y  del  ángel  puro  que  tu  lumbre  adora. 


I3f.  El  sistema  que  acabo  de  exponer  para  explicar  el  ritmo  del  verso 
castellano  es,  con  algunas  diferencias,  el  mismo  del  Sr.  Bello.  Bien  sé  que 
éste  ha  tenido  poca  fortuna;  pero  la  causa,  á  mi  ver,  es  la  confusión  con  que 
le  expuso.  Poco  importa  que  nuestros  pies  métricos  no  sean  como  los  lati- 
nos de  igual  nombre:  con  ellos  se  explica  brevemente  el  ritmo  de  los  ver- 
sos castellanos;  sin  ellos  la  explicación  se  hace  confusa  y  difusa.  Sujetán- 
dose á  las  leyes  rítmicas  aquí  expuestas,  se  harán  versos  correctos  y  sono- 
ros; despreciándolas,  no  puede  haber  más  que  rudeza  y  desaliño. 

Ni  crea  el  lector  que  el  sistema  es  difícil  de  entender.  Una  vez  que  él 
sepa  distinguir  las  cinco  especies  de  pies,  declaradas  en  el  núm.  121,  ya 
puede  comprender  el  ritmo  que  exigen  los  versos  cortos  (núm.  123);  los 
de  nueve  y  diez  sílabas  (núm.  121);  el  endecasílabo  (núm.  125),  y  los  com- 
puestos (núms.  127  y  129). 


—  120  — 

Cuanto  agradar  no  deba,  omite  cauto; 
Severo  oído  á  la  cadencia  ajusta: 

Y  el  hemistiquio  en  la  mitad  del  verso 
Quede  siempre  suspenso,  haga  una  pausa. 
Procura  que  en  el  tuyo  presurosa 

Una  vocal  con  otra  á  herir  no  vaya; 
Sonoras  voces  presta  á  la  armonía; 

Y  huye  el  encuentro  de  sonidos  duros: 
La  idea  más  feliz,  el  mejor  verso 
Pierde  el  vigor  cuando  al  oido  ofende. 

(Arriaza,  119':  en  la  traducción  del  Arte  Poética  de  Boilean.y 

SECCIÓN  SEGUNDA— De  las  licencias  poéticas. 

132.  Además  de  los  vicios  do  dicción  (núms.  21-25),  suelen  los  poetas  co- 
meter otros  defectos  rítmicos  ó  prosódicos,  v.  gr.,  sístoles,  diástoles,  sinére- 
sis, diéresis,  atonías  ó  hipertonías,  sinalefas  y  hiatos  indebidos,  etc. 

Y  vamos  á  tratar  ahora  de  la  permisión  ó  licencia  que  debe  darse  á  los 
poetas  para  incurrir  en  tales  vicios;  y  al  mismo  tiempo  investigaremos  la 
ley  ó  regla  para  leer  ciertas  palabras  que  pueden  leerse  de  dos  ó  más  mo- 
dos; y  para  discernir  las  verdaderas  licencias,  y  su  valor  en  la  determina- 
ción de  las  leyes  ortológicas. 

CAPÍTULO  VI 
Fuentes  de  las  licencias  poéticas. 

133.  Las  licencias  poéticas  pueden  preceder: 

1.°  De  la  necesidad  del  metro  ó  de  la  rima,  de  tal  suerte  qno  el  poeta 
las  cometa  contra  su  voluntad,  á  más  no  poder. 

2."  De  la  dificultad  grande  que  el  poeta  experimenta  en  la  versifica- 
ción (1). 

3.**    De  su  mal  oído,  ó  ignorancia  de  las  leyes  ortológicas  (2). 

I.**  De  los  errores  ortológicos  que  la  mala  educación  causó  en  la  inteli- 
gencia del  poeta. 

5."  Do  la  voluntad  libre  del  poeta,  por  no  molestarse  un  poco  en  rimar, 
ó  en  limar  sus  versos. 

No  parece  que  puede  haber  más  causas  de  las  licencias  poéticas.  Vamos, 
pues,  á  tratar  do  cada  una  en  particular. 

134.  Necesidad  (id  ritmo.— x>'\  el  ritmo  impusiese  alguna  voz  la  necesidad 
absoluta  de  alguna  liconci.i,  no  habría  allí  licencia.  Pero  yo  niego  que  so  dé 
esa  necesidad  absoluta.  Uso  el  poeta  do  otras  palabras,  y  no  se  vorá  en  la 
necesidad  do  cometer  licencias.  Poro  si  la  expresión  do  la  idea  fuese  por  sí 


(1)  La  primnra  cauxa  os  ohjrtiva;  estA  en  ol  vorso:  ésta  os  (hijXíivi,-  ostA  on  el  poeta. 

(2)  «A  munhoH  po«taH  ho  visto  qui)  por  no  ontondor  f>sta«  t\mt mu ( Urcucitu poftirtu))  hucnn  intolorablps 
vorsos  y  porfian  quo  están  coust mitos,-  poro  los  talos,  ó  uo  tioiion  onijas,  ó  la«  tienen  tttu  grauíli'S,  que 
r^bon  bion  on  ollas  sus  versos.»  (Hoiipifo,  pi'ig.  ¿6). 


—  121  - 

misma  difícil  de  variar,  entonces  se  le  da  al  poeta  licencia  para  cometer  al- 
guna de  esas  incorrecciones  ortológicas,  y  diremos  que  la  fuer sa  del  verso 
le  obliga  á  ello.  Vamos  á  examinar  algunos  casos  particulares. 

A.  El  ritmo  en  el  acento  ocasiona  á  veces  algunas  sístoles  y  díástoles 
en  los  versos  largos,  ó  en  fin  de  verso  corto;  v.  gr.: 

Negaron  la  fúnebre  sepultura.  (Rufo,  93). 

De  haber  visto  al  que  en  Sínai  le  aparece.  (Valdivielso,  169'). 

Remedio  hallaron  mis  intentos  felices.         (Lope,  3.",  147"). 

Ha  convocado  Córdoba 

Sus  Lucanos  y  Sénecas.  (Góngora,  534). 

Esta  última  procede  del  asonante  en  ea. 

Criado  de  Semirámis.  (Calderón,  3.«,  37). 

Los  reyes  castellanos 

Deben  de  ser  angeles.  (Lope,  1.°,  484"). 

Que  sea  yo  el  astrólogo.  (Trillo,  62). 

Y  otras  muchas  que  pudiera  citar  (1).  Pero  nótense  estos  dos  versos: 

Hizo  Semirámis  madre  de  Niño.  (Ercilla,  102). 

Viva  Semirámis  bella.  (Calderón,  S.**,  37). 

En  ambos  debe  leerse  Semirámis  esdrújulo,  pues  no  hay  razón  para  cam- 
biar el  acento,  siendo  asi  que  ambos  versos  son  de  ritmo  dactilico.  Pero  si 
se  quiere  dar  al  primero  el  ritmo  yámbico,  hay  que  leer  Semirámis,  como 
unisones  en  este  otro  de  Lope,  4.°  326': 

Dos  instrumentos  unisones  tiemple. 

B.  El  ritmo  en  la  cadencia,  ó  sea  el  número  de  sílabas  de  cada  verso, 
puede  ocasionar  sinéresis,  diéresis;  adiciones  y  sustracciones  de  sílabas;  si- 
nalefas y  hiatos.  De  todo  ello  hemos  dado  y  daremos  más  adelante  muchos 
ejemplos.  Pero  debo  decir,  porque  así  es,  que  la  causa  principal  de  tantas 
licencias,  no  es  la  necesidad  del  verso,  sino  de  las  otras  causas  que  después 
examinaremos.  Los  antiguos  poetas  pecaban  de  diéresis,  no  por  el  verso, 
sino  porque  así  hablaban  ellos;  y  los  modernos,  por  la  misma  razón,  abun- 
dan en  sinéresis. 

C.  El  ritmo  en  la  desinencia,  ó  sea  la  rima,  es  también  frecuente  y  más 
razonable  causa  de  impropiedades,  diástoles,  paragoges  y  otras  licencias. 

1.**  El  asonante  no  da  derecho  á  frecuentar  tales  licencias,  pues  los  aso- 
nantes generalmente  son  numerosísimos,  y  rara  vez  pueden  poner  al  poeta 
en  tal  aprieto  que  sin  remedio  deba  trasponer  el  acento  ó  cometer  otra  li- 
cencia. Entre  las  licencias  procedentes  de  la  asonancia,  podemos  citar  las 
sístoles  viuda  (asonante  en  ia)  y  descuido  (asonante  en  úo);  la  diástole 
océano  (asonante  en  ao);  las  paragoges  daré,  Beltrane  (asonantes  en  cíe) , 
etcétera,  etc. 


(1)    Véase  filosofo:  Trillo,  84.~Ántipóda:  ídem  63.— Bogotá:  Lope,  3.°,  485"— Y  la  disparatada  composi- 
ción de  Jáuregui  á  Santa  Teresa. 


122 


2."    La  fuerza  del  consonante  es  uno 
beza  para  los  poetas.  Oigamos  á  Alcázar 

Quisiera  la  pena  mia 
Contártela,  Juana,  en  verso; 
Pero  tomo  el  fin  diverso 
De  como  yo  lo  querría. 

Porque  si  en  verso  refiero 
Mis  cosas  más  importantes, 
Me  fuerzan  los  consonantes 
A  decir  lo  que  no  quiero. 

Ejemplo:  Inés  me  provoca 
A  decir  mil  bienes  della; 
Si  en  verso  la  llamo  bella, 
Dice  el  consonante  loca. 

Y  asi,  vengo  á  descubrir 
Con  término  descompuesto, 
Que  es  una  loca,  y  no  es  esto 
Lo  que  yo  quiero  decir. 


de  los  mayores  quebraderos  de  ca- 
(-410'): 

Y  si  la  alabo  de  aguda, 

Y  más  ardiente  que  fuego, 
A  la  aguda  dice  luego 

Su  consonante />¡ci<c?a. 

Y  asi  la  llamo  en  sustancia 
Picuda,  quizá  sin  sello, 

A  lo  menos  sin  querello. 
Sólo  por  la  consonancia. 
El  verso  en  todo  me  impide, 

Y  podrán  hacerme  cargo 
Que  en  la  relación  me  alargo 
Más  de  lo  que  el  cuento  pide: 

Aunque  puede  haber  descuento 
Si  el  mentir  no  es  excesivo. 
Pues  si  miento  en  lo  que  escribo. 
Por  los  consonantes  miento. 


No  es  menos  gracioso  este  otro  pasaje  de  Tirso,  pág.  XXXIX'; 


Escribano. 

Garlito  (alcalde). 
El  Preso. 


Espinilla. 
(Otro  alcalde). 


Garlito, 
esplvxlla. 
Garlito. 
Espinilla. 


Señor,  aqueste  preso  á  un  hombre  honrado 
En  unos  versos  le  llamó  quemado. 
— ¿Es  aquesto  verdad? 

— Digan  vuarcedes. 
Yo  soy  poeta,  ó  por  lo  menos  piénsolo, 

Y  ciertas  coplas  hice  en  su  alabanza: 
La  una  acabó  en  hado,  y  yo,  forzado 
Del  consonante,  le  llamé  quemado. 

— Parecéis  á  un  poeta  que  cantando 
Cierta  batalla,  dijo  aquestos  versos: 
«Mas  el  joven,  con  un  bastón  de  enebro 
Le  dio  un  golpe  mortal  en  el  celebro.» 

Y  un  critico  infernal  de  verso  y  prosa 
En  la  margen  le  puso  aquesta  glosa: 

«Por  ser  el  bastón  do  enebro 
Diz  que  lo  dio  en  el  celebro; 
Y  si  fuera  de  membrillo. 
Lo  diera  en  el  colodrillo.» 
— Forzóle  el  consonante  á  oso  cuitado. 
— A  galoras  llevad  este  forzado. 
— ¿Por  qué?  Decid. 

— Porque  do  aquí  adelante 
Del  Roy  lo  sea,  y  no  del  consonante. 


La  dificultad  do  la  consonancia  os,  en  efecto,  ocasión  do  varias  licencias. 
Vóanso  algunas: 

El  Conde  mi  señor  so  va  á  Ñapóles.  (Góngora,  457'). 

(consonante  do  españolen). 


—  123  — 

Porque  un  liumbre  con.  colera 

Derriba  un  toro,  Gilote.  (Tirso,  112'). 

(consonante  de  huera). 
Sin  duda  la  tarántula 
Le  ha  picado,  ó  tiene  amor.  (Rojas,  6"). 

(consonante  de  rec\üa). 
Morían  con  grandísima  miseria 

Del  mal  de  flujo  dicho  disenteria.  (Castellanos,  259'). 

Sí,  el  suelo  tiene  aún  quien  venza  y  quiebre 
De  Esmirna  y  Roma  el  presumir  celebre.  (Céspedes,  P.  365). 
Otra  buena  nueva  os  do  (Vegas,  504'). 

(consonante  con  yo). 

135.  Naturaleza  y  valor  de  estas  licencias. — Hay  palabras  que  en  su 
forma  ordinaria  carecen  de  consonante,  v.  gr.,  océano;  de  donde  resulta  que 
el  poeta  nunca  podrá  usar  tal  dicción  en  fin  de  verso  consonante,  sino  di- 
ciendo por  diástole  océano,  la  cual  tiene  muchos  consonantes:  mano,  her- 
manOj  decano,  etc.  A  la  manera  que  el  latino  alterius  no  cabe  en  verso 
exámetro  ó  pentámetro  con  la  /  larga,  por  lo  cual  en  esos  versos  se  lee 
siempre  alterius;  á  este  modo  en  castellano  las  palabras  como  océano,  Cór- 
doba, Séneca,  Númida,  Ñapóles,  no  puede  terminar  verso  consonante  sino 
trasladando  el  acento  á  la  sílaba  siguiente. 

Primeramente  ocurre  preguntar  si  el  uso  de  tal  diástole  es  licencia  ó  no: 
por  un  lado  parece  que  no,  porque  tal  diástole  es  necesaria,  y  lo  que  es  ne- 
cesario no  es  licencia,  la  cual  supone  libertad.  Por  otro  lado  parece  que  sí, 
y  se  prueba:  licencia  es  el  uso  de  una  palabra  alterada  en  la  forma  ó  acento 
que  tiene  fuera  de  verso:  pero  fuera  de  verso  esas  palabras  son  océano,  Cór- 
doba, etc.:  luego  decir  océano,  Córdoba,  es  licencia.  Respondo  distinguien- 
do: tal  uso  es  licencia  absolutamente,  y  eso  es  lo  que  prueba  la  segunda 
razón;  pero  no  es  licencia  hipotéticamente  y  en  algún  sentido  (secundum 
quid),  y  eso  es  lo  que  prueba  la  primera  razón.  En  efecto,  lo  que  es  necesa- 
rio no  es  licencia  en  cuanto  es  necesario;  pero  si  esa  necesidad  es  libre,  todo 
ello  es  pura  licencia.  El  no  poder  salir  de  un  pozo,  no  es  libre;  pero  si  uno 
se  tira  en  él  porque  quiere,  entonces  sí  que  puede  decirse  que  fué  libre  la 
imposibilidad  de  la  salida.  Ahora  bien,  el  uso,  v.  gr.,  de  océano  en  fin  de  ver- 
so es  ciertamente  libre  en  el  poeta;  pero  también  es  verdad  que  á  veces  es 
conveniente  tal  uso,  y  en  algún  sentido  hasta  necesario,  so  pena  de  traba- 
jar mucho  para  expresar  lo  que  tan  fácilmente  puede  hacerse  diciendo 
océano.  Este  algún  sentido  es  el  secundum  quid  de  la  distinción. 

Otra  cuestioncilla.  ¿Qué  valor  tiene  para  la  determinación  del  acento  de 
un  vocablo,  el  uso  del  mismo  vocablo  en  fin  de  verso  consonante,  cuando 
no  cabe  más  que  de  un  modo?  Respondo  que  ninguno.  El  uso  de  tal  voca- 
blo, dependa  ó  no  de  la  libre  voluntad  del  poeta,  no  está  allí  sujeto  á  regla 
ni  razón:  luego  no  puede  ól  servir  de  regla.  La  determinación  del  acento  de 
tales  vocablos  debe  hacerse  según  los  otros  casos  en  que  no  intervenga  ne- 
cesidad manifiesta. 


—  124  - 

136.  La  dificultad  en  la  versificación. — Es  evidente  que  un  poeta  malo 
que  tiene  mucha  dificultad  en  rimar ^  ó  ha  de  hacer  los  versos  muy  despa- 
cio, ó  ha  de  cometer  muchas  licencias,  aun  contra  su  voluntad. 

Es  gente  que  se  mata  y  se  descarna, 
Y  al  cabo  son  como  el  que  en  una  copla 
Quitó  la  u  para  decir  Cal'arna.  (Lope,  5.",  428'.) 

Tales  poetas,  antes  de  hacer  versos  malos,  deben  dejar  el  oficio,  y  no 
meterse  en  aquello  para  que  no  tienen  aptitud.  La  literatura  patria  no  ne- 
cesita de  sus  versos,  ni  íjana  nada  con  ellos;  antes  pierde,  por  el  ningún  va- 
lor intrínseco  que  tienen  y  por  el  mal  ejemplo  que  dan. 

El  verdadero  poeta  ha  de  poseer  por  naturaleza  ó  por  arte  tal  facilidad 
para  versificar,  que  espontáneamente  le  salgan  los  versos  ajustados  á  la  me- 
dida, al  ritmo  y  á  la  consonancia;  como  Ovidio  confesaba  de  sí: 

Sponte  sua  carmen  numeres  veniebat  ad  aptos, 
Et  quod  tentabam  scribere,  versus  erat. 

(Tristium,  lib.  IV,  eleg.  X). 
Quien  á  los  ecos 
De  virtud  y  de  gloria  no  se  inflama, 
Ni  al  tierno  sollozar  del  afligido 
Súbito  llanto  de  piedad  derrama; 
El  que  al  piiblico  bien  ó  al  patrio  duelo. 
De  gozo  noble  ó  saña  arrebatado, 
Cual  fuego  que  entro  aristas  se  difunde, 
O  como  chispa  eléctrica  invisible 
Que  en  insianiáneo  obrar  rápida  cunde. 
Su  corazón  do  hielo 

Hervir  no  sienta  en  conmoción  secreta. 
Ni  aspiro  á  artista,  ni  nació  poeta. 

(Gallego,  407.) 

_^  137.  El  mal  oido  y  la  ignorancia.— Jimio  estas  dos  cosas,  porque  el  mal 
oído  se  corrige  con  la  ciencia;  y  á  mi  parecer,  nunca  aquól  puede  ser  causa 
de  licencias,  si  no  va  fundado  en  la  ignorancia  ó  en  la  mala  educación,  ó  jun- 
to_con  el  descuido. 

Proí.;untar  si  el  poeta  que  no  sabe  explícitamente  las  leyes  ortológixjas, 
y  por  otra  parte  tiene  mal  oído  para  discernir  lo  que  suena  bien  ó  mal,  tie- 
ne derecho  á  cometer  licencias  que  é\  no  conoce,  es  lo  mismo  (juo  pregimtar 
si  el  asno  tiene  derecho  á  dar  coces  ó  á  rebuznar.  Por  tanto,  ima  vez  ])roba- 
do  el  mal  oído  de  un  poeta,  debe  tenerse  por  nula  su  autoridad,  fundada  en 
las  licencias  que  rn  é\  se  hallen.  La  sefial  más  cierta  del  mal  oído  es  la  in- 
consecuencia; que  unas  veces  digan  enviar,  y  otras  env/'«r;  unas  cruel,  y 
otras  cr7/íl:  pues  eso  prueba  que  lo  mismo  suenan  en  su  oído  la  sinéresis  y 
la  azouxis. 

Ahora,  vayan  para  í^stos  unas  coplitas: 


Una  copla  mo  envíastos, 
Señor,  do  mala  yacija, 


Hecha  con  pies  do  estornija; 
El  mal  08  que  trasnochaates, 


-  125  - 


Y  al  cabo  paristes  hija. 
Mas,  sin.  más  satisfacción 

De  los  yerros  que  hay  en  ella, 
Sois  digno  de  haber  perdón. 
Siquiera  por  la  pasión 
que  pasastes  en  hacella. 
Vuestras  coplas  recibí, 

Y  es  cierto  que  si  no  fuera 
Porque  no  digáis  de  mi 
Que  de  envidia  no  las  vi. 
De  asco  no  las  leyera. 

Y  porque  daros  razón 

De  los  yerros  que  llevaban 
Era  daros  más  pasión, 
No  os  digo  sino  que  son 
Cuales  de  vos  se  esperaban. 
El  que  las  coplas  hicistes. 
Todos  los  que  las  miramos. 
Sabed  que  en  deuda  os  quedamos 
De  la  risa  que  nos  distes: 
Pero  vos  de  vos  y  dellas 
Quejaros  también  podréis. 
Porque  el  tiempo  nos  debéis 
Que  gastamos  en  leellas. 

(Castillejo,  160.) 

Maestro  que  tan  mal  trova 
Hallamos  que  debe  ser 


Condenado  á  no  traer 
Monjil,  bonete  ni  loba, 
Si  no  fuere  de  alquiler; 

Y  que  en  su  vida  se  vea 
Con  las  barbas  que  desea, 
Ni  crezca  más  adelante; 

Y  aunque  yerre  el  consonante, 
Que  no  lo  alcance  ni  crea. 

Y  por  cuanto  en  su  jardín 
Tales  posturas  no  vemos, 
Justa  sospecha  tenemos 
Que  del  macho  ó  del  rocín 
Saca  los  pies  que  leemos. 
Por  lo  cual  se  determina 
Que  le  cabalguen  ahina 
Sobre  la  haca  al  revés, 

Y  reciben  todos  tres 
Juntamente  disciplina. 

Venga  delantero  el  macho, 
Por  guardar  sus  ancianías; 
Que  ya  con  los  muchos  días 
Habrá  perdido  el  empacho 
De  estas  tales  romerías: 

Y  el  pregón  de  la  sentencia 
Diga  y  haga  diferencia 
Que  sufren  esta  justicia 
Macho  y  haca  por  malicia, 

Y  el  amo  por  inocencia. 

(Castillejo,  171.) 


138.  La  mala  educación. — El  poeta  educado  entre  gente  que  pronuncia 
mal  el  castellano,  aunque  le  parezca  que  sabe  mucho,  no  puede  menos  de 
cometer  licencias  pensando  que  habla  correctamente.  Este  detecto  se  hu- 
biera evitado  en  los  hombres  estudiosos  si  hubiese  habido  modo  de  conocer 
con  toda  exactitud  y  certeza  las  leyes  ortológicas,  especialmente  las  de  los 
diptongos  y  azeuxis:  mas  como  hasta  ahora  todo  lo  dicho  en  los  libros  y  en 
las  cátedras  es  incompleto  y  erróneo,  resulta  que  buena  parte  de  las  sinére- 
sis y  diéresis,  se  deben  á  la  educación  incompleta  y  errónea  que  los  poetas 
recibieron. 

Ahora  bien,  ¿hemos  de  dar  autoridad  á  tales  licencias?  De  ningún  modo. 
Los  poetas  constituidos  en  esas  circunstancias,  no  son  á  la  verdad  dignos 
de  reprensión,  sino  de  indulgencia;  pero  las  licencias,  licencias  son. 

Y  dirás  tú,  lector  amable:  ¿por  dónde  conoce  usted  las  licencias?  ¿dónde 
están  esas  leyes  exactas,  completas  y  ciertas  de  nuestra  ortología?  Respon- 
do que  no  lo  sé;  pero  que  he  trabajado  mucho  por  descubrírtelas,  y  muchas 
(ya  que  no  todas),  encontrarás  demostradas  en  esta  obra. 

139.  La  libre  voluntad  del  poeta. — Supongo  á  éste  sabio  y  de  buen  oído, 
y  que  el  motivo  que  le  impulsa  á  atrepellar  las  leyes  ortológicas,  es  hallar 


-  126  - 

alguna  dificultad  en  guardar  el  ritmo  debido,  ó  en  ajustarse  al  metro  ó  á  la 
rima.  Y  digo  que  esa  dificultad  no  es  legítima  excusa  para  frecuentar  á  sa- 
biendas tales  atropellos.  Oigamos  á  los  príncipes  de  la  poesía  Horacio  y 
Lope. 

lUe 
Si  foret  hoc  nostrum  fato  dilatus  in  aevum, 
Detereret  sibi  multa,  recideret  omne,  qiiod  ultra 
Perfectum  traherotur,  et  in  versu  faciendo 
Saope  caput  scaberet,  vivos  et  rodoret  ungues  (1). 

(Horat.  Satyr.  lib.  I,  X.) 
Nec  virtute  foret  clarisquo  potentius  armis, 
Quam  lingua  Latium,  si  non  offendoret  unum — 
Quemque  poetarum  limae  labor  et  mora.  Vos,  o 
Pompilius  sanguis,  carmen  roprohendite  quod  non 
Multa  dies  et  multa  litura  coercuit,  atquo 
Perfectum  decies  non  castigavit  ad  unguem  (2). 

(Id.  Arte  Poética,  289.) 

Las  ideas  aquí  expuestas  por  Horacio,  las  expresó  Triarte  escribiendo 
cómo  componía  un  poeta  (28'): 

Primeramente,  amigo,  el  pobrecito 
Tuvo  en  hacer  sus  versos  gran  trabajo. 
Alguno  de  ellos  hubo  que  le  trajo 
Tres  dias  mal  comido  y  caviloso. 
Buscó  en  su  casa  una  remota  pieza, 

Y  retiróse  á  ella  silencioso. 
Rascóse  dos  mil  veces  la  cabeza, 

Y  tres  mil  se  chupó  los  dos  pulgares; 
Escribió  treinta  versos  regulares, 
Doscientos  malos  y  catorce  buenos, 

Y  echó  sus  cien  borrones  á  lo  monos. 
Batalló  contra  un  perro  consonante 
Que  todo  su  concepto  deslucía; 
Desterró  un  cpitéto  redundante 

Y  enmendó  una  feroz  cacofonía. 

ítem  más,  con  bastante  sentimiento  •• 

(¡Oh  sacrificio  raro  é  inhumano!), 
Desperdició  un  famoso  pensamiento. 
Que  aunque  era  agudo,  enfático  y  galano. 
Entonces  no  venia  bien  á  cuento. 

No  menos  bien  ensoñó  nuestro  gran  Lope  la  misma  doctrina,  on  La  Do- 
rotea, acto  IV,  escena  2.*  (t."  2."  51): 


(1)  Si  aqiiAl  (Lucilio)  viviera  on  nuostros  tiompoB,  borraría  mucho  do  lo  fine  rscribiA,  y  tacharía 
todo  lo  quo  no  fuesp  perfecto;  y  al  haoitr  los  vorsos,  ináH  de  vina  voe  ho  ranearía  la  cabrza  y  se  morderla 
hanta  lo  vivo  do  la*  uñas. 

(¿)  Ni  fil  Lacio  Horiii  niá.s  ilustro  por  an  valor  y  por  «u»  armas  que  por  su  loníjua,  si  no  molofttaAO  k 
los  poetas  el  trabajo  y  ol  tiempo  nocoHario  para  limar  bus  obras.  Vosotros,  ¡oh  dosoondientos  do  l'om- 
piliol,  tened  por  malo  todo  poema  en  cuya  composición  no  ki>  (rastnron  muchos  días  y  se  hicieron  mu- 
chas enmiendas,  y  (|uo  diez  veces  no  so  corrillo  hasta  la  perfección. 


-  127 


JULIO 


Las  licencias  claro  está  que  son  permitidas,  y  como  dijo  un  Poeta:  «Que 
los  trabajos  obligan  á  lo  que  un  hombre  no  piensa».  (1):  lo  mismo  también 
se  ha  de  entender  de  los  consonantes...;  y  Quintiliano  llamó  á  esta  permi- 
sión/w^r^a  del  verso. 

LUDO  VICO 

Ninguna  cosa  debe  disculpar  al  buen  poeta:  piense,  borre,  advierta,  elija 
y  lea  mil  veces  lo  que  escribe;  que  rimas  se  llamaron  de  rimar,  que  es  in- 
quirir y  buscar  con  diligencia. 

CÉSAR 

De  suerte  que  no  es  alabanza  no  borrar. 

JULIO 

Oid  lo  que  respondía  en  una  comedia  un  poeta  á  un  príncipe  que  le  pre- 
guntaba cómo  componía,  y  veréis  con  qué  facilidad  lo  dijo  todo: 

«¿Cómo  compones? — Leyendo, 

Y  lo  que  leo  imitando, 

Y  lo  que  imito  escribiendo, 

Y  lo  que  escribo  borrando, 
De  lo  borrado  escogiendo.» 

CÉSAB 

Oid  una  curiosidad  de  Suetonio  Tranquibo,  que  hablando  de  que  Nerón 
era  poeta,  y  que  muchos  creían  que  eran  ajenos  los  versos  y  que  los  vendía 
por  suyos,  dice  que  después  de  muerto  hallaron  los  cartapacios  borrados  y 
los  versos  sobrescritos;  con  que  se  certificaron  de  que  eran  suyos.  Luego  en 
lo  borrado  se  conoce  lo  que  se  piensa;  que  quien  no  piensa  no  borra:  y  así 
el  que  rimare  hallará  lo  más  perfecto;  que  de  hallar  se  llamaron  los  versos 
trovas:  y  por  eso  dijo  el  otro  poeta  (Greg.  Silvestre,  t.'*  XXXII,  159'): 

«Dios  perdone  á  Castillejo, 
Que  bien  habló  de  estas  trovas.* 

Después  de  estas  autoridades  tan  respetables,  á  mí  no  me  queda  nada 
que  decir. 

140.  El  descuido. — Añade  esta  causa  á  la  anterior,  porque  en  efecto,  se 
diferencia  algo  de  ella.  Quandoque  bonus  etiam  dormitat  Homerus:  hasta 
en  los  buenos  poetas  se  encuentran  faltas  que  ningún  trabajo  hubiera  cos- 
tado enmendarlas,  las  cuales  debemos  atribuir,  no  á  que  el  poeta  se  propu- 


(1)    Lope  mismo,  t."  XVI,  498'. 


-  128  - 

siese  cometerlas,  sino  al  descuido:  á  que  no  cayó  en  la  cuenta  de  la  licencia, 
ó  de  su'fácil  corrección.  Vayan  algunos  ejemplos: 

1.  La  verdad  es  hija  de  Dios.  (Moreto,  499"). 

2.  Quo  purpúrea  ropa  vestía.  (Sepúlveda,  X,  354). 

3.  Pues  como  sea  tu  esposo.  (Rojas,  354'). 

4.  Y  mil  veces  felice  sea  llamado.  (Id.  ib.) 

5.  Diógenes  cuando  veía.  (Alarcon,  496"'). 

6.  El  invariable  ceño  de  mi  suerte.  (Vaca,  281'). 

7.  El  suave  trébol  y  arrayan  florido.  (Id.  301). 

8.  Mas  ¡ay!  que  mi  admiración  se  aumenta.     (Id.  ib.) 

9.  Forma  nieblas  el  diáfano  elemento.  (Id.  ib.) 

10.  Enviar  mañana  por  ti.  (Calderón,  2.°  186'). 

11.  Por  si  socorrer  podía  la  villa.  (Cetina,  44'). 

12.  Ansioso  el  viajante  busca  en  vano.  (Reinóse,  223). 

13.  O  le  linean  ó  le  pautan.  (Calderón,  2.",  171''). 

14.  Reunidos  que  fueron  (heptasíl.)  (Jérica,  717'), 

Ni  afirmo  que  todos  los  citados  sean  buenos  poetas,  ni  que  todos  esos 
versos  sean  licenciosos  en  la  mente  de  sus  autores;  pero  sí  afirmo  que  lo  son 
objetivamente,  y  vamos  á  ver  cuan  fácilmente  se  ajustan  al  ritmo. 

El  1  se  arregla  diciendo: 

La  verdad  hija  es  de  Dios. 

El  2  : 

Que  de  púrpura  vestía. 

El  3  suprimiendo  el  pites. 

El  4  tiene  la  paragoge/p//c^  y  la  sinéresis  sea:  ambas  se  evitan  diciendo 
felis. 

El  5  diciendo  via  en  lugar  de  vcia. 
El  6  tiene  sinéresis  en  invariable;  so  evita  diciendo: 
El  ceño  invariable  de  mi  suerte. 

El  7  se  ajusta  suprimiendo  el  artículo. 
El  8  está  falto:  puede  corregirse  diciendo: 

Mas  ¡ay!  quo  asi  mi  admiración  se  aumenta.  , 

ó       Mas  ¡ay!  que  esto  mi  admiración  aumenta, 

El    9:  Nieblas  forma  el  diáfano  elemento 

El  10:  Mañana  enviar  por  tí. 

El  11:  Por  si  podía  socorrer  la  villa:  como  SO  halla  im|>rcso  os  antirrítmico, 
por  los  acentos  do  la  5:*  y  7." 

El  12:  Lista  leía  esto  verso  así :    AnsYoso,  etc., 
y  reprendo  tal  diéresis  (t."  LXVII,  222').  En  el  impreso  está: 

Ansioso  el  viajante,  etc.; 

poro  de  ambos  modos  está  mal,  ydebe  corregirse  como  Lista  indicaba: 

Solícito  ol  viajante  busca  en  vano. 


-    12;)    - 

El  13:  Si  se  lee  linean,  se  comete  una  sístole  intolerable;  si  linean,  una 
sinéresis  poco  aceptable:  debe  ahí  suprimirse  la  o  inicial. 

El  14  debe  corregirse  así:     Reunidos  que  estuvieron, 

ó    Congregados  que  fueron 

ó Reunidos  los  vocales;  pues  es  verso  libre. 


CAPITULO  VII 

Palabras  de  lectura  dudosa. 

141.  Tres  son  las  principales  dudas  que  ocurren  leyendo  verso:  una 
sobre  la  colocación  del  acento  en  algunas  palabras;  la  segunda  sobre  la  co- 
locación de  una  licencia,  cuando  cabe  en  dos  lugares  del  mismo  verso;  la 
tercera  sobre  la  colocación  de  la  sinalefa  y  hiato. 

Sobre  el  ac^w/o.— Supongamos  que  se  trata  de  la  palal)ra  zodiaco,  cuyo 
acento  en  prosa  no  está  aún  bien  determinado,  y  que  me  encuentro  con  el 
verso  siguiente  de  Tirso  (383): 

Zodiaco  considero  (octosílabo) 

en  que  para  el  verso  lo  mismo  da  leer  Bodíaco,  que  sodiaco,  y  se  pregunta: 
1.°,  cómo  debe  leerse;  2.°,  qué  valor  tienen  esos  casos  dudosos  en  la  deter- 
minación del  acento  de  dicha  palabra. 

A  lo  primero,  respondo  que  debe  leerse  como  se  lee  en  los  versos  del 
mismo  poeta  ó  de  los  demás,  en  que  su  acento  sea  claro  y  determinado. 

Respecto  de  lo  segundo,  pueden  darse  dos  soluciones:  1.^,  que  los  casos 
dudosos  no  se  cuenten,  y  sólo  tengan  autoridad  los  ciertos;  2.^,  que  los  du- 
dosos se  sumen  con  los  ciertos,  y  tengan  el  mismo  valor  que  ellos. 

La  primera  solución  puede  fundarse  en  este  argumento:  los  casos  dudo- 
sos pueden  leerse  de  dos  maneras;  pero  si  pueden  leerse  de  dos  maneras  no 
pueden  hacer  autoridad  por  ninguno  de  los  dos  extremos:  luego  los  casos 
dudosos  no  deben  contarse.  Pero  en  realidad  este  argumento  no  vale,  por- 
que el  supuesto  es  casi  siempre  falso.  En  efecto,  aunque  el  acento  de  una 
palabra  no  puede  constar  por  los  versos  en  que  pudiera  leerse  de  otro  modo, 
consta  por  otros  versos  que  exigen  lectura  determinada  y  ñja.  De  suerte 
que  los  casos  dudosos  si  no  se  atiende  más  que  al  verso  en  que  se  hallan, 
dejan  de  serlo  atendiendo  al  conjunto  de  los  casos  de  la  misma  palabra  ó  de 
sus  semejantes. 

Sostengo,  pues,  la  segunda  solución,  y  la  fundo  en  este  argumento:  Nadie 
nos  da  derecho  para  afirmar  que  hay  licencia  en  una  palabra,  mientras  no 
conste  ciertamente:  pero  si  en  un  verso  tal  palabra  puede  leerse  de  dos  mo- 
dos, no  consta  ciertamente  que  hay  licencia;  luego  no  debemos  afirmar  que 
la  hay.  Luego  los  casos  dudosos  no  pueden  ser  argumento  en  favor  de  las 
licencias,  sino  de  la  corrección,  la  cual  consta  primero  por  los  casos  ciertos; 

9 


-  130  - 

y  segundo  por  los  dudosos,  los  cuales  deben  leerse  como  los  ciertos.  En  el 
verso  propuesto  debe  leerse  zodíaco. 

142.  Colocación  de  las  I  icen  cías.— Ocurre  á  veces  hallar  un  verso  cierta- 
mente licencioso,  pero  se  duda  dónde  se  colocará  la  licencia,  v.  g.: 

1.  Gutad  ahora  hacia  la  calle. ..  .     Guiad  a/iora  hacia  la  calle. 

(Calderón,  t,  2.°,  SKT) 

2.  Ataré  ahora  al  Patriarca, Ataré  ahora  al  Patriarca. 

(Id,  ib.,  369) 

3.  Envié  á  llamar  un  criado. .  . .     EnviV  á  llamar  un  criado. 

(Id,  ib.,  463) 

4.  Las  diáfanas  vidrieras Las  diáfanas  vidrieras. 

(Id.  3.°  7(35") 

5.  Diáfanas  las  vidrieras Diáfanas  las  vidrieras. 

(Rojas,  429") 

6.  Que  de  cruel  se  gloriaba Que  de  cruel  se  gloriaba. 

(Ai-ión.  X,  75) 

7.  Día  I  era  de  Santiago Día  era  de  Santiago. 

»         (Sepúlveda,  XVI,  158) 

8.  ¿Cuál  diablo  te  en vi(í  acá?.  .. .     ¿Cuál  diablo  te  envió  acá? 

(López  J.  José,  XVI,  236) 

9.  Tiré  desviasteis,  hwi Tiré,  desviasteis,  huí. 

(Lope,  1.0  557") 
lÜ.     Me  embarcaría  y  para  aviarme  quiso  (endecasil.) — Moreto,  411' 

11.  Aunque  el  color  purpúreo  de  oriente      (ídem)       — Herrera  F.  i>07'. 

12.  La  piedad  filial,  y  de  la  amena.  (Lista,  290). 

En  el  verso  1,  la  palabra  guiad  debe  leerse  con  azeuxis.  que  p<;  lo  más 
usado  en  Calderón,  y  lo  más  correcto. 

En  el  2  se  hará  azeuxis  en  Patriarca,  por  la  misma  razón. 

En  el  3  haga  el  lector  lo  ([ue  lo  parezca;  ])ero  el  ritmo  os  mojor  jionioiido 
la  sinéresis  en  criada  (Ij. 

En  el  4,  suena  mejor  la  sinéresis  en  vidrieras:  poro  el  uso  más  frecuento 
en  Calderón  es  hacer  sinéresis  en  ambos. 

En  el  6,  debe  ponerse  la  sinéresis  en  diáfanas,  por  ser  más  eufónic-o,  y 
porque  Rojas  la  usa  en  ese  vocablo  y  no  en  vidrieras. 

En  el  G,  es  dudoso  dónde  deba  ponerse  la  sinéresis. 

En  el  7  hay  duda,  porque  el  uso  del  poeta  en  la  palabra  Santiago  es 
vario. 

En  el  8,  la  sinéresis  estará  en  diablo;  eso  pide  el  uso  común  de  los  poetas 
(le  aquel  tiempo. 

En  el  9  hay  duda:  Lope  rara  vez  cometía  sinéres  s  en  esas  palabras. 

En  el  10,  la  sinéresis  debe  estar  en  embarcaría. 

(1)    En  casos  como  éste,  en  que  no  h»y  rasone^  pu  contra,  deben   ponerle  Ion  acento*  leguu  piJ»  «1 
ritmo,  que  en  el  veno  citado  debe  «er  trocaico. 


-  131  — 

El  11  debe  leerse  así: 

Aunque  el  color  purpúreo  de  oriente, 

porque  Herrera  siempre  pronunciaba  así. 

El  12  está  así  impreso,  pero  mal;  porque  Lista  no  decía  piedad  y  %i  filial. 
Por  estos  ejemplos  conocerá  el  lector  que  no  es  cosa  tan  fácil  determi- 
nar las  licencias  en  algunos  casos,  y  que  la  determinación  que  yo  hago  en 
esta  obra  va  fundada  en  sólidos  cimientos. 

143.  Colocación  de  la  sinalefa.=^lí-nj  muchos  versos  que  necesitan  una 
sinalefa  y  un  hiato,  y  so  duda  do  su  colocación.  Y  digo  que  si  no  hay  razón 
poderosa  en  contra,  deben  colocarse  según  lo  pida  el  ritmo.  Ejemplos: 

Trocaico:  ¿Es  de  |  oro? — De  oro  ñno  (Lope,  1.°  ;36j 

Id.  No  ha  «na  |  hora,  ¿una?  no  ha  media  (Tirso,  433) 

Id.  En  lo  I  alto  está  entreabierta  (Calderón,  3.°  101"j. 

Yámbico:  De  |  algo  más  crecida  edad  miraba  (Garcilaso,  17). 

Id.  Está  en  mi  |  alma  mi  opinión  escrita  (Cetina,  49) 

Id.  Paes  lo  que  á  \  uno  daña,  á  otro  aprovecha  (Mendoza,  54) 

Id.  Aunque  pedir  tú  |  eso  no  es  cordura  (Garcilaso,  9') 

En  estos  cuatro  últimos  versos  no  hay  duda  en  la  colocación  de  la  sina- 
lefa; pero  eso  se  debe  á  que  el  ritmo  es  ahí  esencial.  Cuando  no  lo  sea,  guár- 
dese en  lo  posible  (v.  núms.  101-107). 


LIBRO  TERCERO 


Ortología  prosódica. 

Al  ponerme  á  escribir  este  libro  casi  he  estado  por  dejar  la  pluma,  ate- 
rrado por  las  dificultades  que  hay  que  superar  para  escribirle;  y  principal- 
mente porque  creo  que  el  remedio  es  peor  que  la  enfermedad:  (luiero  decir, 
que  son  más  difíciles  de  aprender  las  reglas  prosódicas  que  el  acento  d-í 
cada  palabra  de  por  sí.  Sin  embargo,  aunque  no  aspiro  ni  puedo  aspirar  á 
escribir  un  tratado  de  Prosodia,  me  pareció  que  debía  hacer  algunas  obser- 
vaciones; y  así,  con  el  auxilio  de  Dios,  pongamos  manos  á  la  obra. 

144.  El  fin  do  la  Prosodia  es  dar  á  conocer  por  medio  de  reglas  fijas  ol 
acento  de  las  palabras  (1). 

Pero  no  todas  las  palabras  son  t'micas  en  el  discurso  ó  proposición,  auii- 
(jue  aisladamente  no  puede  haber  polisílabo  sin  acento.  De  un  monosílabo 
aislado  ni  se  puede  decir  que  es  átono,  ni  que  es  tónico,  porque  no  so  da  otra 
sílaba  con  que  compararle,  y  el  acento  es  una  cosa  relativa. 

Comenzaremos  examinando  las  palabras  átonas,  y  adviort.)  que  esto  li- 
bro será  una  mezcla  de  Moi'fología  y  Prosodia,  pues  quiero  aprovocliai-  on 
él  varios  datos  morfológicos  que  tienen  importancia  especial. 


CAPITULO  I 
Palabras  átonas. 

Artículo  1."— Artículos  v  prki'osicioxks 

145.  IJl  uso  común  hace  átonos  los  artículos  el,  la,  Jo,  loft,  ¡aa;  y  las  pre- 
j)usic¡ones  á,  ante,  bajo,  cabe,  con,  contra,  de,  desde,  en,  entre,  hacia,  ha^fa,  ¡>ar(), 
jior,  mi,  so,  .sobre,  tras: 

La  preposición  setjnn  no  es  tal  proposición;  sino  gerundio  del  verbo  .«fí»- 
quor  seguir;  secundiim  por  seqiiendum  =  siguiendo, seyíoi.  \  aunque  so  le  haya 
dado  carácter  do  proposición,  conserva  en  ol  uso  común  y  debo  conservar  su 
acento  en  la  u.  También  son  tónicas  otras  palabras  (juo  so  usan  como  locu- 
ciones prepositivas  ;  talos  son  los  adjetivos  conjorme,  junto,  durante,  median- 
te, excepto,  respecto,  y  los  adverbios  cerca,  enjmite,  fuera  y  ulti'a.  Casi  siompre 
van  unidas  á  otra  proposición,  v.  gi'.,  cerca  de,  respecto  de,  junto  á:  y  aunque 


ll)     Véanse  las  nociones  preliininarefi  00  oí  ckp.  IV  del  primer  libro,  oúiii.  :KI  y  aiguientes. 


-  1.33  - 

este  adjetivo  suele  frecuentemente  pronunciarse  átono,  creo  que  es  inco- 
rrección, y  que  mejor  le  pronuncian  los  gallegos  que  le  hacen  siempre 
tónico. 

146.    Naturaleza  del  artículo.-- Ijos  oficios  que  desempeña  el  artículo  (de 
artículus  =  miembro  pequeño!  son  tres: 

1.°     Sustantivar  lo  accidental;  v.  gr.,  lo  verde,  el  heber. 
2°    Individualizar  lo  común;  v.  gr.,  el  Apóstol,  el  Poeta,  el  libro. 
.3.°     Concretar  más  lo  individual  y  propio,  considerándolo  como  univer- 
sal ó  común;  v.  gr.,  la  España  de  nuestros  tiempos,  el  Tajo. 

No  es  lo  mismo  singularizar  que  individualizar:  el  artículo  siempre  indi- 
vidualiza, pero  no  siempre  singTilariza:  la  singularidad  no  es^er  se  obra  del 
artículo,  sino  de  la  significación  del  nombre,  ó  del  contexto  de  la  frase,  ó  de 
lo  que  se  sobreentiende  por  antonomasia. 

El  apóstol  puede  ser  cualquiera;  sobreentendiendo  ó  añadiendo  San  Pablo, 
ya  es  rmo  solo.  Hombre  es  todo  lo  que  tiene  naturaleza  humana;  el  hombre, 
aun  en  singular,  es  término  universal,  particular  ó  singular,  según  el  con- 
texto, así: 

en  El  hombre  es  imagen  de  Dios,  el  sujeto  es  término  universal; 

en  El  hombre  baila,  es  término  particular;  pues  no  todos  bailan; 

en  El  hombre  se  marchó  sin  despedirse,  es  término  singular. 

Si  ponemos  en  plural  estas  proposiciones,  el  sujeto  los  hombres  resulta 
término  universal  en  la  primera  y  tercera,  y  particular  en  la  segunda. 

De  aquí  resulta  que  el  artículo  no  tiene  extensión  determinada;  y  por 
consiguiente,  el  artículo  no  es  determinante  de  la  extensión  ó  número  de 
individuos  significados  por  el  nombre  á  que  se  antepone. 

«El  oficio  del  artículo,  escribe  Fr.  Luis  de  León  (pág.  198),  es  reducir  á 
ser  lo  común,  y  como  demostrar  y  señalar  lo  confuso,  y  ser  guía  del  nom- 
bre, y  darle  su  cualidad  y  su  linaje,  y  levantarle  de  quilates,  y  añadirle  exce- 
lencia.» En  efecto,  el  artículo  es  el  mismo  pronombre  personal  él,  ella,  ello 
(los  dos  últimos  con  aféresis),  prepuesto  como  adjetivo  á  los  nombres  ó  á 
otras  partes  de  la  oración  para  personificarlos.  El  artículo  convierte  en  su- 
puestos (1)  las  cosas  que  no  lo  son;  y  aun  hablando  de  supuestos  ó  personas 
demuestra  y  señala  las  que  el  nombre  expresa  confusamente  ó  en  común. 

Es,  pues,  el  artículo,  un  aiá.}eti\ o  personal,  que  personifica  y  hace  indivi- 
duo ó  supuesto  el  nombre  á  quien  se  junta;  y  tiene  los  mismos  caracteres 
que  el  pronombre  él.  Y  así  como  este  pronombre  representa  la  persona  ó 
supuesto  absolutamente,  sin  determinar  por  sí  extensión  alguna,  sin  relación 
á  tiempo  ni  lugar,  y  sin  subordinar  á  otra  la  oración  en  que  se  halla;  así  el 
artículo  da  á  los  nombres  subsistencia  y  personalidad  ó  individuación  abso- 
lutamente. 

Por  consiguiente,  defino  el  artículo:  El  signo  general  de  la  suposiciojí  per- 
sonal del  término  á  que  se  junta.  Expliquemos  la  definición. 


(li  Supuesto,  filosóficamente,  es  lo  que  existe  por  si,  sin  necesidad  de  estar  inherente  á  otro.  El  su- 
puesto es  el  sujeto  natural  de  todos  los  predicados;  mas  él  no  puede,  naturalmente,  predicarse  de  nadie, 
no  siendo  en  las  proposiciones  cuyos  términos  son  idénticos  y  transponibles;  v.  gr..  Cristo  es  la  vida:  La 
viia  es  Cristo,  hsi  persona  ó  supuesto  racional,  es  el  supuesto  de  mayor  dignidad. 


-  laá  - 

Suposición  es  la  posición  ó  uso  de  un  término  por  lo  que  significa.  La  su- 
posición material  es  el  uso  de  un  término  por  sí  mismo;  v.  gr.,  pero  es  propo- 
sición. Suposición  lógica  es  el  uso  de  un  termino  por  la  idea  existente  en 
el  eatendimiento;  v.  gr.,  perro  es  una  idea  especifica.  Suposición  absoluta  es 
el  uso  de  un  término  por  la  naturaleza  de  la  cosa;  por  ejemplo,  yo  soy  hom- 
bre. En  todos  estos  casos  huelga  el  artículo,  puesto  que  los  términos  no  tie- 
nen suposición  personal.  Esta  consiste  en  el  uso  de  un  término  por  los  indi- 
viduos; V.  gr.,  el  hombre  nace  para  trabajar.  Esta  suposición  personal  puede 
ser  universal,  colectiva,  particular  y  singular,  según  la  extensión  del 
término. 

Pues  bien:  el  pronombre  personal,  y  lo  mismo  el  artículo,  suponen  siem- 
pre por  la  persona  ó  supuesto  absolutamente,  sin  ñjar  por  sí  la  extensión, 
como  está  dicho,  y  sin  ninguna  relación  á  lugar  ó  tiempo.  Al  contrario;  los 
otros  pronombres,  ó  tienen  por  sí  una  extensión  fija  y  determinada,  ó  repre- 
sentan al  nombre  con  relación  á  tiempo  y  lugar.  (Véase  lo  que  decimos  en 
el  núm.  186). 

De  lo  dicho  se  infiere  que  ?m  no  es  artículo,  ó  que  á  lo  menos  no  puede 
llamarse  tal,  sino  con  el  mismo  derecho  que  tienen  los  demás  pronombres  á 
\\2iTa.Sir?,e personales.  Porque  en  realidad,  todos  los  pronombres  son  en  algún 
modo  personales,  por  cuanto  representan  á  las  personas;  pero  absoluta  y  pu- 
ramente personales  no  son  más  que  éJ,  ella,  ello.  Así,  un,  este,  ese,  alguno,  et- 
cétera, son  también  de  alguna  manera  artículos,  por  cuanto  dan  al  nombre 
suposición  personal;  pero  absoluta  y  puramente  artículos  no  hay  más  que 
el,  la,  lo.  Por  tanto,  así  como  no  es  exacto  dará  todos  los  pronombres  la  de- 
nominación de  personales,  tampoco  lo  es  decir  que  un  os  artículo. 

Resumiendo,  digo:  1.**  El  nombre  sin  artículo,  naturalmente  tiene  supo- 
sición absoluta  ó  material  ó  lógica. 

2."  Ni  el  vocablo  en  sí,  ni  la  idea,  ni  la  naturaleza,  son  de  jjor  sí  sujetos 
capaces  de  recibir  predicados. 

3."  El  sujeto  natural  de  todo  predicado  es  el  supuesto;  lo  que  por  sí 
existe  ó  puede  existir  fuera  del  entendimiento  y  sin  inherencia  á  otro  sujeto. 

4.**  Ni  la  sustancia  ni  el  accidente  son  de  por  sí  supuestos;  y  los  nom- 
bres que  significan  tales  cosas,  para  hacerse  sujetos  de  la  pi-edicacion,  nece- 
sitan conv^itirse  en  nombres  de  supuestos,  personas  ó  individuos. 

5."  Esta  subsistencia,  personalidad  ó  individuación  se  la  comunica  el  ar- 
tículo, prescindiendo  de  toda  determinación  extensiva,  demostrativa,  rela- 
tiva, etc. 

6.°  Los  demás  pronombres  adjetivados,  además  do  la  individuación,  in- 
cluyen alguna  otra  determinación  extensiva,  etc.  Luego  no  hay  más  artículo 
que  el,  la,  lo;  como  no  hay  más  pronoml)res  personales  (juo  él,  ella,  ello.  El  ar- 
tículo es  do  torcera  persona:  por  eso  no  pueden  juntarse  con  las  primeras  yo 
y  tú,  las  cuales  tienen  do  suyo  suposición  personal. 

147.  Uso  del  articulo.— \.°  El  artículo  sirvo  de  antecedente  al  relativo 
(]ue,  y  eso  es  otra  pnieba  de  que  representa  allí  algún  supuesto  tácito:  allí 
está  el  signo  de  la  personalidad,  aunque  falte  la  persona.  Sin  embargo,  no  es 


—  135  - 

pronombre:  el  pronombre  él  representa  la  persona,  y  no  es  puramente  el 
signo  de  ella. 

2."  El  artículo  acompaña  á  veces  á  los  numerales;  v.  gr.,  vinieron  los 
cuarenta  soldados.  ¿Y  qué  hace  aquí  el  artículo?  El  oficio  segundo  de  los  que 
le  señalamos.  Soldado  es  nombre  común;  cuarenta  soldados  pueden  ser  cua- 
lesquiera, aunque  cuarenta;  los  cuarenta  soldados,  individualiza  y  da  personali- 
dad conocida  á  dichos  cuarenta  soldados. 

3.°  El  artículo  no  se  junta  naturalmente  á  los  nombres  propios,  que  por 
sí  son  supuestos  singulares.  Sin  embargo,  el  entendimiento  puede  conside- 
rar el  nombre  propio  como  común  á  muchos,  y  entonces  bien  puede  llevar 
articulo;  v.  gT.,  Los  Juanes,  Las  Lsabeles  (1).  En  singular  llevan  también  algu- 
na vez  artículo  los  propios  de  varón,  y  más  frecuentemente  en  el  lenguaje 
vulgar  los  de  mujer;  v.  gr.,  la  Clara  (Solís  Ant.",  4).  la  Leonor  (Tirso  157')- 

La  Inés,  la  Fabia  y  Rosalía, 

La  Arsenia  cuyo  rostro  es  aplaudido, 

La  Julia  y  otras  mil  pastoras  bellas.  (Fr.  Diego,  185). 

Por  tanto,  no  debe  haber  reparo  ninguno  en  este  uso  autorizado  por  to- 
dos. Que  el  entendimiento  prescinde  de  la  individuación  en  los  nombres  de 
mujer  más  que  en  los  de  varón:  y  ¿qué  le  vamos  á  hacer? 

4."  El  artículo  no  puede  juntarse  con  los  demostrativos  (el  éste,  el  ése), 
ni  con  los  relativos  quien,  cualquiera  quienquiera,  ni  con  los  interrogativos 
qué,  cuál,  etc.,  ni  con  los  indeterminados  alguien,  alguno,  ni  con  los  negativos 
nadie,  ninguno;  ni  proponerse  al  adjetivo  todos,  y  otras  palabras  en  las  que 
no  se  puede  suponer  cosa  accidental  ó  común  que  necesite  individuación. 

148.  Sobre  el  uso  de  la  preposición. — No  es  mi  intento  en  esta  y  otras 
materias  decir  todo  lo  que  se  sabe;  sino  hacer  algunas  observaciones  que 
creo  convenientes  para  disipar  dudas,  ó  completar  lo  que  sabemos. 

1.*  El  modismo  que  consiste  en  usar  la  preposición  de  entre  el  adjetivo 
y  el  sustantivo,  es  muy  clásico:  v.  gr.,  loca  de  vos  (Lope,  3.",  328),  el  pobre 
simple  de  Don  Claudio  (Zamora,  452'),  el  picaro  del  criado  (Calderón  2.®, 

2,38"). 

2.*  Se  puede  decir  ecliar  menos  una  cosa  (Calderón,  3.**,  182' — Lista,  216'), 
y  echar  de  menos  (Solís,  Dionisio,  263'— Moratin  N.,  126'). 

3.*  Decir  por  ejemplo:  año  de  sesenta,  en  vez  de  1560  ó  1660,  etc.,  no  es 
galicismo:  véase  Castellanos,  351,  391— Moreto,  58— Lope,  1.°,  109',  159. 

4,*    El  uso  de  dos  preposiciones  juntas  es  frecuente: 

Con  hasta  quince  en  número  venía.  (Ercilla,  131'). 

Por  de  dentro,  j por  de  fuera,  ^or  de  contado,  etc.  (Calderón,  1.°,  72"— ídem 
3.°,  302"-Lobo,  37— Iglesias,  4.30'— Mendoza,  58,  62'). 

Por  sin  duda  creo.  (Quevedo,  232'). 

De  por  medio.  Castellanos,  468).  De  so  el  olmo.  (Tirso,  532). 

Para  en  matrimonio.  (Lope,  4.°,  91'). 


ll)     Véase  el  romance  do  las  condiciones  de  las  nanjeres,  XVI,  407. 


-  136  - 

¿Y  ha  de  ser  vicioso  decir  voy  á  por  agua?  Creo  que  no:  si  no  lo  es  vengo 
de  por  agita,  pues  vengo  por  agua  puede  significar  vengo  por  mar  ó  vengo  á  por 
agua,  por  qué  voy  á  por  agua  ha  de  ser  vicioso?  No  veo  razón  para  condenar 
este  uso  vulgar  castellano. 

-No  hallo  más  que  decir  en  este  capítulo.  Lo  referente  al  artículo  se  pres- 
ta á  curiosos  y  sabrosos  comentarios;  pero  debe  saber  el  lector  que  para  me- 
terse en  tales  disquisiciones  se  necesita  no  pequeño  aparato  de  ideas  y  no- 
ciones metafísicas,  que  no  todos  entienden.  Yo  no  he  querido  extenderme 
más  ahora,  porque  no  lo  creo  necesario. 

Artículo  2."— Conjunciones. 

149.  Las  verdaderas  conjunciones  todas  son  átonas,  y  todas  se  colocan 
antes  del  segundo  elemento,  pues  no  tienen  otro  oficio  que  imir.  Estas  con- 
junciones propiamente  dichas  son  las  siguientes,  todas  simples,  ó  compues- 
tas de  preposición  y  que. 

1."    Copulativas  =  y,  e,  ni.  Que  es  conjunción  relativa. 

2.°    Disyuntivas  =  o,  u. 

3.*^  Adversativas  =  ma^,  pero,  aunque,  sino.  Aunque  compuesto  do  ad- 
verbio y  que. 

4.**    Condicionales  =  si,  como  (con  subjuntivo). 

5."    Causales  =  porque,  pues,  romo. 

fi."    Continuativas  =j)Me«f. 

7."    Finales  =  para  que. 

8."    Ilativas  =  luego,  conque,  pues. 

No  admito  conjunciones  comparativas.  Todas  las  demás  (^ue  rezan  las 
íiramáticas  son  puros  adverbios  ó  frases  conjuntivas. 

150.  Notas. — 1.*  La  conjunción  y  es  tónica  al  principio  de  pregunta  di- 
recta, V.  gr.,  A  Y  tíX?  ¿Y  HiginioY 

2.*  Los  adverbios  mas  y  menos  son  átonos  en  el  uso  vulgar  cuando  so 
usan  como  conjunciones  sumando  ó  restando;  v.  gr.,  7  was  o,  igual  á  l'^:  12 
m^nos  7,  igual  á  o. 

3.*  Malamente  acentúan  algunos  las  conjunciones  adversativas  más,  em- 
pero, sirio  (sed  latino  ó  tiisiJ.Y  también  los  gallegos  acentúan  malamente 
aunque,  que  debo  sor  átono  sogun  el  uso  de  las  personas  doctas  de  Castilla- 

1."  La  palabra  romo  so  eini)loa  á  veces  en  lugar  do  la  relativa  que,  y  en- 
tonces os  también  .itona. 

El  rey  mo  envia  á  avisaros 

Como  mañana  os  espora         (Cañizares,  642) 

Poro  si  el  r-í/mo  tuviese  carácter  interrogativo  ó  dubitativo,  es  adverbio 
de  modo,  y  os  tónicf);  v.  gr., 

¿Xo  vois,  Don  Egae, 
Cómo  rae  voy  enmendando? 


-  137  - 

5.®    La  conjunción  adA'-ersativa  compuesta  mas  que,  es  también  átona: 

Galera  y  el  mvindo  todo 

Mas  que  se  queme  y  se  abrase.       (Calderón,  3.",  964). 

El  mas  que,  en  este  ejemplo,  está  mal  colocado). 

Y  dice:  Si  ésta  me  falta, 

Mas  que  todas  se  oscurezcan.       (Avellano,  550)  (1). 

Mas  que,  se  usa  también  apostando  y  es  átona: 

Al  que  se  Ueva  me  atengo. 

¿Mas  que  no  tiene  seis  cuartos?       (Tirso,  132). 

Otro  ejemplo  aun  más  claro: 

Pues  ¿mas  que  no  la  descifra 

Rodamonte  aragonés 

Con  más  elegancia?  (Caro,  D.»  Ana,  128'). 

6.*  El  adverbio  antes  también  se  usa  como  conjunción  adversativa,  y  en 
alguna^  parte  he  oído  pronunciarla  átona;  pero  no  sé  si  con  razón  ó  sin  ella: 
los  castellanos  de  por  acá  la  pronunciamos  tónica  (2). 

7.*  La  conjunción  compuesta  causal  y  adversativa  jpwesío  que,  debe,  na- 
turalmente, ser  tónica  en  su  primer  elemento;  pero  el  uso  común  la  hace 
átona,  á  no  ser  que  el  puesto  se  tome  como  participio.  En  la  equivalente  su- 
puesto que,  creo  que  no  se  prescinde  del  carácter  participial  del  supuesto,  y 
que  con  razón  se  pronuncia  siempre  tónico.  Por  los  versos  no  es  fácil  de- 
mostrar si  esos  participios  en  tales  frases  conjuntivas  son  átonos  ó  tónicos. 
Y  aunque  pudiera  citar  muchos  versos  terminados  en  puesto  y  supuesto,  no 
lo  hago:  sólo  digo  que  me  parecen  poco  bien  los  tales  versos,  por  la  unión 
íntima  que  exige  el  que  siguiente  con  ellos. 

8.*  La  continuativa  pues  puede  posponerse  á  alguna  ó  algunas  palabras 
de  la  frase;  v.  gr.,  digo  pues,  que,  etc.;  ó  no  creo,  pues,  que,  etc.  En  este  caso  es 
tónica,  lo  mismo  que  cuando  es  adverbio  de  afirmación,  de  cuyo  carácter  no 
dista  mucho  cuando  se  pospone,  aun  siendo  conjunción. 

9.*  En  las  demás  locuciones  conjuntivas,  cada  palabra  será  átona  ó  tó- 
nica, según  la  especie  á  que  pertenezca, 

Aetículo  3.° — Vocablos  relativos 

151,  Relativo  en  Gramática  es  un  término  de  ima  proposición  subordi- 
nada, que  representa  á  otro  de  la  proposición  principal,  de  que  aquélla  de- 
pende. 


(1)  Varias  veces  se  encuentra  en  la  Biblioteca  malamente  acentuado  el  mas. 

(2)  Valga  por  lo  que  sea,  allá  va  este  ejemplo  de  Calleja  (533'): 

Mas  aun  con  esto  no  cesa 

De  sa  empeño  el  Señor;  antes  (sic) 

Le  da  de  su  amor  más  nuevas. 

Por  lo  visto,  Hartzenbusch  también  acentuaba  ánfes. 


-  138  - 

Proposición  subordinada  es  la  que  depende  de  otra,  cuyo  sentido  comple- 
ta, la  cual  se  llama  principal:  v.  gr..  El  león  mandó  al  asno  (principal)  qi4£  re- 
buznara (subordinada). 

Las  oraciones  en  que  entra  un  relativo  se  llaman  incidentales,  y  sirven 
para  explicar  ó  determinar  el  tónnino  representado. 

Este  se  llama  antecedente,  y  el  representante  (que  es  el  relativo),  consi- 
fjmente.  Cuando  antecedente  y  consiguiente  son  los  dos  términos  de  una 
comparación,  ambos  son  correlativos. 

Claro  es  que  los  pronombres  de  todas  clases  pueden  representar  térmi- 
nos de  otra  proposición;  pero  sólo  los  relativos  lo  hacen  subordinando  su 
proposición  á  otra,  y  jamás  caben  en  oraciones  absolutas,  ó  sea,  las  que  ha- 
cen sentido  completo  por  sí  solas.  Y  para  entender  bien  lo  que  voy  cá  decir, 
es  necesario  dar  algunas  nociones  metafísicas. 

La  comparación  es  de  dos  clases:  de  igualdad  y  de  desigualdad.  Igualdad  es 
la  unidad  en  la  cantidad,  la  cual  puede  ser  cantidad  de  magyiifud,  ó  de  nú- 
mey-Q,  ó  de  virtud,  ó  die  perfección  en  una  cualidad.  Es  decir,  que  cosas  igua- 
les son  las  que  tienen  la  misma  magnitud,  ó  número,  ó  virtud  ó  perfección. 

La  semejanza  es  la  unidad  en  la  cualidad:  de  suerte  que  semejantes  son  las 
cosas  que  tienen  una  misma  cualidad,  aunque  no  sea  en  el  mismo  grado.  To- 
das las  cosas  iguales  son  semejantes,  á  lo  menos  en  la  cantidad;  mas  no  to- 
das las  cosas  semejantes  son  iguales 

Esto  supuesto,  examinemos  los  relativos  castellanos. 

152.  Relativos  castellanos. — Los  relativos  tienen  todos  el  mismo  origen, 
íiue  es  el  pronombre  que,  en  latin  qui:  su  raíz  es  ka  ó  Ici,  y  su  radical  primi- 
tiva, qu. 

Los  relativos,  como  tales,  todos  son  átonos.  Do  los  numerosos  derivados 
que  en  latin  tiene  el  qui,  el  castellano  conserva  los  siguientes:  y  ninguno  de 
ellos  admite  delante  de  sí  el  artículo,  con  una  excepción  que  ahora  ve- 
remos. 

1."  El  pronombre  que.  Carece  de  género  y  número  y  sirve  para  todas  las 
personas.  El  artículo  que  á  veces  le  sirve  de  antecedente,  según  lo  dicho 
'^núm.  147),  pertenece  realmente  á  la  oración  principal. 

2."  El  pronombre  quien.  Naturalmente  exige  que  su  antecedente  sea 
persona,  y  no  cosa  personificada  por  ol  artículo.  Tiene  plural;  pero  algunas 
veces  se  usa  en  singular  detrás  de  antecedente  plural;  v.  gr.,  T^ns  primeros 
con  quien  topamos  (Fajardo). 

3.°  El  pronombre  y  adjetivo  cual.  Carece  de  género,  peni  tiene  plural, 
('aando  su  antecedente  es  tal,  expreso  <>  suplido,  nunca  lleva  artículo  y  es 
átono:  en  otro  caso,  va  siempre  precedido  do  artículo  y  es  tónico.  La  razón 
de  esta  diferencia  es,  según  entiendo,  que  cual,  del  latino  qualis,  aunque  pa- 
labra relativa,  es  primariamente  ad.jotivo,  y  el  único  calificativo  transcen- 
dental; como  que  de  él  se  deriva  la  palabra  cualidad,  que  os  una  do  las  ca- 
tegorías filosóficas.  Y  como  todo  ad^jotivo  tiene  do  suyo  suposición  absoluta, 
cuando  hace  falta  pasarle  á  la  categoría  de  sustancia  ó  persona,  necesita 
del  artículo,  que  es  quien  tiene  la  virtud  de  personificar  las  cosas  acciden- 


—  139  - 

tales.  En  virtud  de  esta  transformación,  se  hace  tónico,  como  toda  palabra 
átona  personificada  por  el  artículo. 

4.*^  El  adjetivo  cuyo.  Tiene  género  y  número,  y  no  es  más  que  el  geniti- 
vo de  que,  quien  ó  cuál-  Nunca  lleva  artículo,  y  jamás  puede  concertar  con 
su  antecedente;  en  lo  cual  yerran  muchos,  diciendo,  por  ejemplo:  Ardía  una 
casa,  cuya  casa,  etc. 

b°  El  adverbio  de  lugar  donde  ó  do:  en  latin  unde  por  cunde,  la  cual  afé- 
resis se  demuestra  comparándole  con  alicunde  y  necunde.  La  d  inicial  es  eu- 
fónica; donde  por  onde  ó  ende,  formas  arcaicas.  Su  antecedente  es  cualquiera 
nombre  ó  adverbio  de  lugar,  y  á  veces  va  oculto.  Ejemplos: 

En  Jaén,  donde  resido 

Yive  clon  Lope  de  Sosa.  (Alcázar,  406'). 

Donde  el  dolor  me  inclina,  vuelvo  el  paso.       (Herrera,  320). 

6."  El  adverbio  de  tiempo  cuando:  su  antecedente  natural  es  entonces, 
ahora,  y  algunas  veces  van  ocultos,  ó  detrás  del  relativo.  Ejemplos: 

Cuando  de  lo  claro  se  retira 
Al  limbo  de  si  mismo, 

No  está  lejos  de  dar  en  barbarismo.     (Lope,  5.°  202'). 
Cuando  el  alto  solsticio  se  resuelve,  etc.,  etc. 
Entonces  denodado  el  sulco  echa 
El  marinero  al  mar.  (Villaviciosa  J.,  584') 

7.**  El  adjetivo  y  adverbio  de  igualdad  cuanto:  su  antecedente  es  tanto 
expreso  delante  ó  detrás  del  cuanto,  ó  suplido;  v.  gr.,  Dime  cuanto  quieras,— 
Tanto  vales  cuanto  tienes. 

8.°  El  adverbio  de  igualdad  cualitativa  cuan.  Su  antecedente  es  tan.  El 
cuan  sólo  sirve  para  correlativo  de  las  igualdades  cualitativas,  y  por  esta 
lazon  sólo  puede  juntarse  á  los  adjetivos  calificativos  y  á  los  participios; 
V.  gr.,  Volvió  tan  rico,  cuan  pobre  había  llegado.  Es  de  muy  poco  uso  el  cuan, 
pues  generalmente  le  sustituimos  por  como. 

9.°    El  adverbio  de  igualdad  y  semejanza  como,  del  latino  quomodo. 

a)  Como  adverbio  de  igualdad,  le  sirven  de  antecedentes:  tanto,  cuando 
se  refiere  á  la  cantidad;  tal  y  tan,  refiriéndose  á  la  cualidad;  asi,  refiriéndose 
al  modo.  Algunas  veces  van  ocultos,  y  asi  repetido.  Ejemplos: 

Tengo  tanta  razón  como  tú. —  Tal  es  mi  casa,  como  yo  la  deseo. —  Tan/also  es 
como  ima  mida.  En  el  primer  caso,  como  equivale  á  cuanta;  en  el  segundo,  á 
cual:  en  el  tercero  á  cuan  (cuan  jalsa  es  muía). 

Hazlo  como  ayer  (suple  a.90.  — Como  lo  dijo,  así  lo  hizo.— Asi  como  el  rayo 
cruza  de  oriente  á  occidente,  así  será  la  venida  del  Hijo  del  hombre. 

b)  Como  adverbio  de  semejanza,  el  antecedente  (ó  cualidad)  va  expre- 
sado por  un  adjetivo  calificativo.  Ejemplos: 

El  oro  es  amarillo  como  el  limón.  —  María  es  hermosa  como  la  luna,  escogida 
como  el  sol,  terrible  como  los  ejércitos  ordenados  en  batalla. 

Finalmente,  el  como  tiene  otros  oficios  menos  importantes  como  adver- 


-  140  - 

bio,  y  sirve  también  de  conjunción  de  varias  clases.  En  todo  caso  es  pala- 
bra átona. 

10.  La  conjunción  relativa  que:  en  latin  quam,  quod,  quia,  ut,  uti  {=cutr, 
de  qui).  Es  falso  que  esta  conjunción  sea  copulativa,  pues  no  es  otra  cosa  que 
el  mismo  pronombre  relativo  que,  y  como  tal  relativo  representa  siempre 
alguna  cosa.  Mas  como  su  antecedente  en  muchos  casos  es  un  demostrativo 
oculto,  ó  una  cantidad  ó  cualidad  indeterminada,  gramaticalmente  parece 
que  no  tiene  antecedente;  y  por  esto  se  le  ha  dado  en  tales  casos  el  nombre 
de  conjunción. 

La  discusión  y  aplicación  de  esta  doctrina  supondría  un  tratado  comple- 
to de  Sintaxis;  y  así,  la  dejo  sin  meterme  en  más  honduras.  Pero  conste  que 
acerca  de  esto  hay  mucho  y  bueno  que  decir. 

153.  Notas.— 1.^  Los  pronombres  indefinidos  compuestos  cmilquiera  y 
quienquiera  son  también  relativos  en  su  primer  elemento,  y  llevan  el  acento 
en  el  segundo,  como  las  demás  palabras  compuestas  de  algún  elemento  tó- 
nico. También  es  relativo  el  adverbio  doquiera. 

El  apocopado  cuaJque  es  tónico  en  la  á. 

2.*  El  adverbio  casi  ó  cuasi  se  deriva  también  del  relativo,  y  equivale  á 
como  si  (latin  quasi=quam  si).  Sin  embargo,  en  castellano  ha  perdido,  al  pare- 
cer, su  carácter  relativo,  y  así  no  es  fácil  determinar  si  es  tónico  ó  átono. 
Este  adverbio  puede  posponerse,  en  cuyo  caso  indudablemente  es  adverbio 
tónico;  V.  gr.: 

¿De  dónde  en  mi  que  involuntaria  casi 

Resbale  á  la  maldad  súbitamente 

La  fácil  voluntad?  (Forner,  362') 

Cuando  se  prepone,  unos  le  hacen  tónico  y  otros  átono;  mas  el  uso  co- 
mún en  esta  mi  tierra  de  Castilla  le  hace  átono,  como  queriendo  recordar  su 
origen  y  significado  relativo. 

3.*  El  distributivo  cada  es  también  derivado  del  relativo,  pero  no  es  tér- 
mino relativo,  sino  adjetivo  ó  adverbio  absoluto.  Muchos  le  hacen  átono: 
pero  los  castellanos  de  por  acá  le  hacemos  tónico,  y  creo  quo  con  ^-azon.  Sin 
embargo,  no  es  correcto  colocarle  en  final  de  verso;  v.  gr.: 

Que  no  son  de  perder  cada 

ViRÍta  catorce  cuartos.  (Zanmrn,  440'). 

En  la  frase  adverbial  rada  y  cuando,  ambos  son  t  iiicos,  aunque  así  pare- 
cen ambos  relativos.'  v.  gi*. 

Y  yo  con  olios  me  junto 

Cada  y  ciuitido  que  barrunto 

Cosas  que  contra  mi  soan.  (Mendoza,  78). 

4.*  El  adverbio  de  tiempo  mientras,  derivado  del  latino  interim  =  entre' 
tanto,  tiene  dos  significaciones.  La  primera  es  esta  misma  do  interim,  y  es 


-  141  - 

significación  absoluta,  la  cual  no  hace  subordinada  la  oración  en  que  se 
halla.  La  segunda  es  entretanto  que,  y  es  relativa.  Véase  este  ejemplo  de 
Jáuregui,  144': 

Yo  siguiendo  un  lobo, 
Me  embosqué  en  lo  profundo  de  la  selva 
Tanto,  que  lo  perdí  de  rastro;  y  mientras 
Volverme  procuraba  al  mismo  puesto 
Donde  partí  primero^  el  lobo  miro. 


Si  suprimimos  estas  tres  palabras  últimas,  el  mientras  tiene  la  primera 
significación,  y  el  verbo  procuraba,  hace  oración  absoluta.  Pero  añadiendo  el 
lobo  miro,  se  ve  que  el  mientras  tiene  sentido  relativo,  y  equivale  á  miro  el 
lobo  al  tiempo  que  procuraba,  etc.,  y  hace  oración  subordinada. 

Digo,  pues,  que  tnientras  es  tónico  cuando  es  adverbio  absoluto;  y  átono 
cuando  es  relativo,  lo  cual  se  conoce  en  la  subordinación  del  verbo  que  le 
sigue.  Y  este  es  el  uso  vulgar  en  Castilla. 

DigOj^demás,  que  mientras  es  á  veces  preposición,  y  tiene  entonces  mu- 
cha semejanza  con  hasta  y  entre.  Es  preposición,  cuando  precede  á  la  conjun- 
ción que  ó  al  adjetivo  tanto;  ó  á  un  sustantivo;  v.  gr.:  Mientras  la  cena. — Es- 
táte aquí  mientras  tanto  =  entretanto. — Esperad  mientras  que  se  hace  la  comida= 
á  que  se  haga,  ó  hasta  que  se  haga. 

Así  entiendo  yo  la  naturaleza  de  este  término;  y  añado  que  también  es 
átono  cuando  es  preposición.  De  donde  se  infiere  que  Hartzenbusch  y  otros 
que  acentuaban  siempre  mientras,  distinguían  poco  de  colores. 

5.*  Los  pronombres  indefinidos  alguien,  alguno,  se  derivan  también  del 
relativo;  pero  ellos  no  son  relativos.  Por  tanto,  son  tónicos  como  los  demás 
indefinidos. 

154.  Palabras  interrogativas. — Los  términos  relativos  ^¿¿6  (pronombre), 
cual,  quien,  cuyo,  como;  donde,  cuan,  cuando  y  cuanto,  son  frecuentemente  par- 
tículas interrogativas,  admirativas  ó  indefinidas:  y  en  este  caso  dejan  de  ser 
relativas  y  son  todas  fuertemente  tónicas.  Ejemplos: 

¿Qué  quieres  que  haga? — ¡Qué  bien  lo  haces! — No  sé  cuál  de  los  dos  es 
mi  primo. 


Alcázar,  414 
Esclavo  soy,  pero  cuyo 
Eso  no  lo  diré  yo; 
Pues  cuyo  soy  me  mandó 
Que  no  diga  que  soy  suyo. 


Iriarte,  55- 

He  reñido  á  un  hostelero. 
— ¿Por  qué?  ¿dónde?  ¿cuándo?  ¿cómo? 
-  Porque  donde  cuando  como 
Sirven  mal,  me  desespero. 


Todas  llevan  acento  ortográfico,  para  distinguirlas  de  sí  mismas  cuando 
son  relativas. 

Nüta.  —  ha.  partícula  qué,  interrogativa,  es  frecuentemente  adverbio  de 
cantidad,  equivalente  á  cuan  ó  cuanto:  v.  gr.:  ¡Qué  hermosos  son,  oh  Israel,  tus 
tabernáculos! 


-  142  — 


CAPÍTULO  II 
Palabras  compuestas. 


Artículo  1.°— Palabras  castellanas 

155.  Los  compuestos  puramente  castellanos  tienen,  generalmente,  un 
solo  acento,  y  éste  se  coloca  siempre  en  el  último  elemento;  v.  gr.,  enhora- 
buena, buenaventura,  estotro,  e^^óti'o,  maltratar,  etc. 

Vaivén  (no  va  y  ven):  Lope,  I.'',  411"— Rojas,  344. 

Desaventurado:  Tirso,  530". — Carivinagre:  Id.,  480". 

Señora  ajeita-retáblos:  Tirso,  495'. 

Siete -durmiente,  uno-volante:  Calderón,  2.".  277'. 

Pisaverde  j  pisapardo:  Id.,  Ib.,  632'. 

Malaventura:  Yegaa,  A96' .—Reeiennacido:  Arjona  J.,  103', 122': 

Dentipostiza  y  trencicaiui:  Quirós  P.,  421". 

Campos-santos:  Arjona  M.,  548. — Siempre  viva:  Reinoso,'281. 

Simve-oliente  (con  dipt.i:  Noroña,  496'. 

Sacabuche,  saca-mete,  roynpe-esquinas,  mata-siete:  Villarroel,  86'. 
.    Medio  matar:  Calderón,  4.°,  25". — Medio  hombre  y  medio  fiera:  Góngo- 
ra,  460'. — El  Océano,  medio  mar,  medio  ría:  Góngora,  470'. 

Medio  riendo:  Anón.  XVI,  436'.— J/erf/o  vivo:  Arjona  J.,  75, 117  ,  120. 

Media  mujer  (aquí  el  media  es  adjetivo  y  no  adverbio,  como  en  los  ante- 
riores ejemplos),  véase  el  verso  íntegro: 

Y  que  media  mujer  ea  medio  infierno.     (Alonso,  G70'; 

Ambos  medios  aquí  son  tónicos,  sin  disputa  ninguna. 


Calderón,  3,",  601" 
Según  la  razón  me  enseña, 
En  una  duda  tan  honda, 
Filis  es  carirredonda, 
Pocris  68  car iagui  leña. 

Y  si  el  moño,  que  tal  vez 
Suele  engañar,  no  me  engaña, 
Filis  es  pelicastaña, 

Y  Pocris  es  pelinuez. 


En  sus  barnizados  mapas 
Tienen  loa  ojos  ingratos, 
La  una  de  arrebatagatos, 
La  otra  de  arrebatacapas. 

Id.,  ib.,  686 
iQuél  ¿Piensa  usted  que  era  sola 
La  quita-retratos?  iBueno! 
Pues  también  hay  quita-libros. 


Corre-ve-dile:  Calderón,  S.*',  \0\'— Sánalo-todo:  Moreto,  205". 

156.  A"^ote.9.— No  es  fácil  explicar  distintamente  la  naturaleza  y  coloca- 
ción del  acento  en  todos  los  vocablos  compuestos  que  pueden  ocurrir.  Yo, 
según  lo  que  entiendo,  haré  las  siguientes  observaciones: 

1."  Cuando  los  dos  elementos  son  átonos,  también  lo  es  el  compuesto; 
v.  gr.,  del,  al,  porque,  aunque. 

2."  Cuando  ol  primor  elemento  os  de  suyo  átono,  la  cuestión  es  clara,  y 
no  necesita  explicaciones;  v.  gr.,  perdurable,  antifaz,  cualquiera. 


-  143  - 

B.*  Cuando  el  primer  elemento  está  alterado  en  su  forma  natural,  es 
siempre  átono;  v.  gr.,  carivinagre,  hociquirr orno, patitieso,  bendecir,  boquirrubio, 
manirroto,  mantato,  pediluvio,  rabicorto. 

4."  Los  adverbios  en  mente  son  ditónicos;  v.  gr.,  hábilmente,  velozmente: 
y  el  primer  elemento  se  acentúa  ortográficamente,  cuando  lo  necesite,  se- 
gún las  reglas  del  acento. 

5.*    Cuando  ambos  elementos  son  de  suyo  tónicos,  debe  distinguirse: 

a)  Hay  palabras  cuyos  elementos  son  naturalmente  inseparables,  por- 
que los  dos  juntos  forman  un  solo  nombre  ó  adjetivo:  tales  son  aquellos 
cuyo  primer  elemento  es  y Qrho:  pisaverde,  catavinos,  sacatrapos;  y  otros  va- 
rios, especialmente  nombres  propios,  v.  gr..  Buenaventura,  Fuenteovejuna, 
Nueva  España,  Buenavista,  Torrevieja.  El  primer  elemento  de  éstos  es  siem- 
pre átono,  aunque  se  escriban  separados,  ó  unidos  por  guión  (1). 

b)  Otras  hay  cuyos  elementos  son  separables  ó  inseparables,  según  el 
sentido  en  que  se  tomen  y  la  intención  del  que  habla:  tales  son  malgastar, 
bien  aventurado,  mal  aventurado  (sic  Hurtado  Luis,  11,  29;  Castellanos,  546), 
todopodei'oso,  todavía,  malquerer,  maltratar.  Padre  nuestro,  Ave  María,  enhora- 
buena, bienvenida,  etc.,  etc.  Si  los  elementos  de  estas  dicciones  se  conside- 
ran separables  y  separados,  ambos  son  tónicos:  si  se  los  considera  unidos,  el 
primero  es  átono.  Así,  pues,  no  puede  reprenderse  el  hacer  ditónicos  los  vo- 
cablos bienaventurado,  malaventurado,  malquisto,  bien  quisto,  mal  gastado,  mal 
tratado,  bien  venido,  cuando  son  predicados,  Malgastado  y  maltratado  como 
participios  unidos  al  auxiliar  haber,  no  son  ditónicos.  Malquisto,  presente  del 
verbo  malquistar,  tampoco  es  ditónico;  ni  Bienveyíido  nombre  propio. 

Rezando,  se  harán  tónicos  Padre  y  Ave;  en  la  locución  el  Padre  nuestro, 
el  Ave  María,  en  singular,  es  libre  hacerlos  tónicos  ó  átonos;  en  plural,  de- 
ben hacerse  átonos:  siete  Padrenuestros,  diez  Avemarias. 

En  la  frase:  que  sea  enhorabueua,  esta  dicción  debe  ser  ditónica:  en  esta 
otra:  te  doy  la  enhorabuena,  hora  será  átona. 

Todopoderoso  y  todavía  se  escribían  en  lo  antiguo  frecuentemente  con  los 
elementos  separados,  lo  cual  prueba  sus  dos  acentos.  Hoy  es  también  vul- 
gar en  Castilla  hacerlas  ditónicas.  Sin  embargo,  no  creo  que  pueda  nadie, 
con  razón  suficiente,  exigir  que  se  les  dé  uno  ó  ambos  acentos.  In  dubiis,  li- 
bertas. 

Medio,  equivalente  á  semi,  es  átono;  cuando  es  rigurosamente  adjetivo,  es 
tónico,  según  ya  dijimos. 

El  adverbio  asimismo  es  también  ditónico;  ó  al  menos  deberá  decirse  que 
el  mismo  es  subtónico.  Darle  un  solo  acento  en  el  mismo,  es  gravemente 
vicioso. 

Nota.—^ii  estas  minuciosidades  conocerá  el  lector  cuan  reprensible  es  el 
atrevimiento  de  quien,  sin  conocer  estas  delicadezas  eufónicas,  se  mete  á 
corregir  la  acentuación  de  los  castellanos  viejos.  Y  no  menos  reprensible  es 


(1)    Si  á  estos  nombres  propios  se  les  antepone  el  articulo,  ambos  elementos  son  tónicos,  puei  dejan 
de  ser  compuestos:  la  Nueva  España;  la  huena  ventura. 


-  144  - 

la  regla  de  la  Academia  (pág.  339;:  «Las  palabras  que  se  componen  de  dos 
elementos  distintos  (¿qué  querrá  decir  este  distintos?)  y  separables  en  nues- 
tro idioma,  llevan  dos  acentos  prosódicos...;  como  carilargo,  destripaterrones 
paracaídas.-»  Si  nos  detuviéramos  á  explicar  y  aplicar  esta  regla,  ¡qué  de  ga- 
zapos cazaríamos! 

Ahtículo  2.°—  Palabbas  latinas 

157.  Los  compuestos  latinos  tienen  un  solo  acento,  el  cual  depende  de 
la  cantidad  de  la  penúltima  sílaba.  Si  el  segundo  elemento  es  trisílabo,  vor- 
bi-gracia,  inválido,  ultramontano,  no  hay  dificultad  alguna,  ni  tratamos  do 
eso.  La  dificultad  está  en  los  compuestos  cuyo  segundo  olomonto  os  disílabo: 
si  la  primera  sílaba  es  breve,  el  acento  estará  en  la  última  sílaba  del  primor 
elemento;  si  la  primera  del  segundo  es  larga,  en  ella  cargará  la  acentuación. 

Si  el  lector  estuviera  enterado  de  la  cantidad  de  las  sílabas  latinas,  nada 
tendríamos  que  añadir;  pero  en  gracia  de  los  ignorantes,  daremos  el  catálo- 
go de  los  compuestos  esdrújulos  más  principales: 

1.  Compuestos  de  cola  (de  cola  =  cultivar):  agrícola,  vinícola,  apícola, 
etcétera. 

2.  fero,  (  =  llevar):  mamífero,  cnicífero,  conifera,  fructífero,  etc. 

3.  fice,  f ico  (de  Jacio  =  hacer):  artífice,  prolífico,  magnífico,  ote. 

4.  Jrago  (do /rango  =  quebrar):  naufrago,  osifrago. 

5.  Jugo  (  —  huir):  prófugo,  lucífugo,  etc.  Malamonto  dijo  VillaViciosa  J., 
ranijúga  (582). 

6.  geno,  (de  geno  =  engendrar):  oxígonr»,  hidrógeno,  halógeno,  etc. 

7.  gero  ( =  llevar):  alígero. 

8.  grado  (do  gradas  =  paso):  centígrado,  retrógrado,  ote.  Mal  dijo  Car- 
vajal retrogrado  (573). 

9-     locuo  (de  loquor  =  hablar*:  grandílocuo,  multílocuo,  ventrílocuo,  etc. 

10.  mano  (de  manus  =  mano):  bímano,  cuadn'unano,  contíinano,  longímn- 
no,  etc. 

11.  para,  2)aro  (de  jjario  =  parir):  ovíparo,  vivíparo,  puérpera,  víbora,  ote. 

12.  so?io  (de  sonus  =  sonido):  alísono,  altísono,  belísono,  cónsono,  dísono, 
dulcísono,  horrísono,  undísono,  unísono.  Unisón  es  mal  dicho. 

13.  vago  (de  ragiis  =  v&g;o):  solívago,  noctivago,  hondívago  (1),  undívago- 

14.  voco  (=  llamar):  equívoco,  unívoco.  El  sustantivo  cgít/róco  se  deriva 
del  verso  equivocar. 

15.  voló  (de  i^elle  =  querer):  benévolo,  niabnolo. 

16.  yugo  (do  jungo  =  unir):  conyugo. 

17.  ito  (de  itum,  supino  de  íre  =  ir):  ámbito,  éxito,  circuito,  introito  (ésta 
no  es  esdrújula,  por  ol  diptongo  oi),  óbito,  tránsito. 

No  se  cuentan  aquí  los  verbos,  todos  los  cuales  se  rigen  por  una  proso- 
dia ospocial,  como  voremos. 


(1)     Mal  montivagu:  Jovellauut,  7. 


-  145  - 

De  algunos  compuestos  particulares  nos  liaremos  cargo  cuando  tratemos 
de  la  prosodia  de  los  nombres. 


AeTÍCULO   3.° — P ALABEAS    GRIEGAS 

158.  El  acento  de  los  compuestos  griegos  se  rige,  como  en  los  latino?, 
por  la  cantidad,  pero  no  siempre. 

Pondremos  un  breve  catálogo  de  los  esdrújulos  más  usados  en  caste- 
llano. 

1.  Compuestos  terminados  en  bole,  hola,  bolo,  (de  páXXw  =  lanzar):  hipérbo- 
le, hipérbola,  parábola,  símbolo. 

2.  bata,  baton  (de  ^aívw  =  andar):  acróbata,  hipérbaton. 

3.  braco  (de  Ppa/ú(^  =  breve):  tríbraco,  anfíbraco. 

4.  cope,  copa  (de  xótito)  =  cortar);  síncopa,  apócope,  etc. 

5.  crata,  crates  (de  xpaxrí  =  imperio):  demócrata^  aristócratar,  Sócrates, 
etcétera. 

6.  crono  (de  ypóvor  =  tiempo):  isócrono,  síncrono. 

7.  dosis,  doto  (de  otoco[jLt  =  dar):  apódosis,  antídoto. 

8.  dromo  (de  opó¡j.of  =  camino):  hipódromo,  velódromo,  i^ródromo. 

9.  deton  (de  oéw  =  ligar):  asíndeton,  polisíndeton. 

-10.  .  edra,  cdro  (de  £Ópa  =  cara,  asiento):  cátedi'a,  diedro,  poliedro,  tetraedro, 
etcétera. 

11.  Jago  (de  tpáya)  =  comer):  esófago,  antroi)úfago ,  sarcófago. 

12.  Janes,  Jano  (de  (¡.ab/w  =  mostrar):  Epífanes,  Teófanes,  diáfano. 

13.  foro,  Jora  (de  cpépcú  =  llevar):  fósforo,  metáfora,  Telésforo  (el  uso  vul- 
gar le  hace  grave),  etc. 

14.  filo  (de  «p'-Xor  =  amante):  Teófilo,  demonio. 

15.  Jisis  (de  cpúw  =  crecer):  diáfisis,  epífisis,  apófisis. 

16.  jobo  (de  cpó^o^  =  temor);  hidrófobo,  Deífobo. 

17.  fona,  fono  (de  cpwvéw  =  sonar,  dar  voces):  antífona,  teléfono,  micrófono, 
fotófono,  etc.  (Aquí  el  acento  no  va  según  la  cantidad). 

18.  frasis  (««páat^  =diccion):  perífrasis,  antífrasis. 

19.  gamo  (de  vái-no^  =  boda):  criptógamo,  bigamo,  x^olígamo. 

20.  genes,  geno  (de  yT'»;-'-^'  =  engendrar):  oxígeno,  etc.,  Protógenes,  etc. 

21.  gono  (de  y¿)vo^  ==  ángulo):  polígono,  i)entágono,  etc.  (Aquí  el  acento 
tampoco  va  según  la  cantidad). 

22.  grajo  (de  Ypácpiü  =  escribir):  epígrafe,  autógrafo,  telégrafo,  liológrafo, 
fonógrafo,  meteorógTafo,  topógrafo,  taquígrafo,  párrafo  (=  parágrafo),  etc. 

23.  /a¿;o-«  (de  Xaij.Sávw  ^  tomar):  sílaba. 

24.  Usis  (de  Xúw  =  disolver):  análisis,  diálisis,  parálisis,  electrólisis  (mal 
lo  pronuncian  vulgarmente  llano),  etc. 

25.  litro  (de  Xkpa  =  libra):  decalitro,  hectolitro,  etc. 

26.  logo  (de  XóYog- =  palabra,  discurso):  análogo,  diálogo,  prólogo,  decálo- 
go, hom  logo,  epílogo,  apólogo,  filólogo,  teólogo,  etc. 

10 


-  146  - 

27.  Uto  (de  Xi6oc  =  piedra):  crisólito,  aerolito.  No  sé  por  qué  á  éste  se  le 
hace  vulgarmente  grave. 

28.  maco  (de  u-á/ojiat  =  luchar):  icón  'maco,  taurómaco,  Telémaco,  etc. 

29.  inetro  (de  (jitpov  =  medida ) :  termómetro,  densímetro,  electrómetro, 
exámetro,  decámetro,  etc.,  etc. 

30.  noyno  (de  vó;í.oc  =  ley,  medida):  ecónomo,  astrónomo,  autónomo,  agró- 
nomo, metrónomo,  gastrónomo,  etc. 

31.  odo  (de  óooc  =  camino);  método,  sínodo,  éxodo,  período  fl\  etc. 

Y  conforme  á  éstos  deben  ser  esdrújulos  también:  ánodo,  ráfodo,  electro- 
do, aunque  ordinariamente  los  pronuncian  graves. 

32.  pedo , poda , pode  (de  ttoú^,  t.o^jík;  =  pie):  solípedo,  bípedo,  antípoda,  trí- 
pode, caprípede,  trébedes. 

33.  polis  (de  TtóXic  =  ciudad):  acrópolis,  necrópolis,  pentápolis,  decápolis. 
Ñapóles,  Heliópolis,  etc. 

34.  scopo  (de  ffy.oréw  =  mirar):  baróscopo,  higróscopo,  horóscopo. 

35.  stilo  (de  u-cúXoc  =  columna):  sístilo,  diástilo.  Según  esto,  debía  decirse 
peristilo  y  no  peristilo. 

36.  stole  (de  <jzí\)m  =  enviar),  sístole,  diástole. 

37.  stíco  (de  axí/oc  =  verso):  dístico,  acróstico. 

38.  stroje,  strojo  (de  (jTpéffw  =  volver):  apostrofe,  apóstrofo,  anástrofe,  ca- 
tástrofe, etc. 

39.  tesis  (de  tIOt^uii  — -  poner):  metátesis,  antítesis,  epéntesis,  prótesis,  hipó- 
tesis, síntesis,  epíteto,  etc.  Es  muy  de  notar  que  esto  último  vocablo,  aunque 
debe  ser  esdrújulo  segua  todas  las  leyes  prosódicas,  sin  embargo,  en  nues- 
tros poetas  se  lialla  siempre  grave,  hasta  el  P.  Isla,  que  le  usa  ya  esdrújulo. 
Véanse  Cueva.  XVI,  51G-Góngora,  519'-Lope,  1.",  251 -Id.,  3.°,  61 -Tirso, 
215'  — Alarcon,  479"- Vólez  (Luis),  118" -Que  vedo,  2(i3',  335'- Vil  la  vicio- 
sa (Seb.),  458'-Calderon,  2.^  135-Polo,  192',  193',  207'-Iríarto  (T.),  29- Mo- 
rat  n  (L.),  580. 

Y  porque  otra  llamó  á  un  criado  chido, 

Dijo  que  aquel  epíteto  era  nulo.  (Isla,  198'). 

40.-   tome,  tomo  (de -céij-vü)  =  cortar):  epítome,  átomo. 

41.  tono  (do  T^jvor  =  tono,  intensidad):  átono,  monótono.  Conforme  á  éstas 
deben  ser  también  esdn'ijulas  trítono  y  semitono:  pero  el  uso  vulgar  las  hace 
graves;  véase  trítono  en  Iriarto,  57. 

42.  ptero  (de  Trxepóv  =  ala):  coleóptero,  díptero,  etc. 

Y  basta  de  griego:  que  aunque  lo  dicho  es  poco,  no  tengo  libros  (ni  hu- 
mor) para  hacer  un  catálogo  completo.  Sólo  quiero  que  el  lector  advierta 
que  no  todos  los  vocablos  terminados,  por  ejemplo,  en  bolo  ó  bola,  son  com- 


(1)  Muere  k  ti  mismo,  y  vivir&fi  contento 

Vifla  quo  on  sus  periodos  no  dura.  ((KSmoí  TnjmlB,  637). 

Léese  tambían  periodo  ph  Oñinfora.  464',  478  bis  -Calderón,  LVIII,  8«7'.-Td.  ¿.".  231— Lope,  5.",  á40'  - 
Vin*rrool,67"— Vaca,  299  -Iriarto,  T.  67'— Fornor,  !W6,  372'— Lista,  3H3,  .187.  Hon.^>uos,  viciosos  los  caHO» 
•lue  hallamos  do  poriódo  con  sint^rosii:  Val  buena,  lül'  ,\rriajrn.  l"l  H\iriío«.  444  —Tapia,  078  -Pt^roí  dp 
Camino,  729. 


-    147     ■ 

puestos  griegos;  por  tanto,  antes  de  decidir  si  un  vocablo  cae  bajo  la  regla 
de  estos  compuestos,  mire  bien  si  lo  es,  y  de  qué. 

Finalmente,  hay  en  castellano  palabras  compuestas  del  árabe;  pero  todas 
ellas  tienen  un  solo  acento,  como  si  fueran  simples.  De  éstas  nada  me  atre- 
vo á  decir. 


CAPITULO    III 
Del  verbo. 

La  prosodia  verbal  es  sumamente  sencilla  y  uniforme  en  castellano;  poro 
antes  de  tratar  de  ella,  voy  á  estampar  aquí  un  tratadito  de  la  conjugación 
del  verbo,  que  tengo  escrito  hace  algunos  años,  con  algunas  observaciones 
importantes  para  los  que  se  dedican  al  estudio  de  la  lengua  latina. 

159.  Vej'bo  es  un  vocablo  que  expresa  acción  ó  estado  con  relación  á 
tiempo. 

El  verbo  puede  ser  s^ustantivo,  transitivo  é  intransitivo. 

Sustantivo:  es  el  signo  de  unión  entre  los  términos  del  juicio.  Es  único  en 
castellano:  ser. 

Transitivo  (de  transiré  =  pasar;:  aquél  cuya  acción  puede  recaer  en  otro 
ser  distinto  del  que  la  ejecuta.  Se  conoce  en  que  se  puede  responder  á  la 
pregunta  ¿qué  cosa?  hecha  ó  enunciada  detrás  do  él;  v.  gr.,  yo  corto:  ¿qué  cosa? 
un  árbol,  una  flor,  etc. 

Intra7isítivo:  aquél  cuyo  significado  no  puede  recaer  ó  recibirse  direc- 
tamente en  otro  ser  dist  nto  del  que  la  ejecuta,  ó  en  quien  se  verifica.  Se 
conoce  en  que  no  se  puede  responder  á  la  pregunta  ¿qué  cosa?  después  de  él; 
y.  gr.,  yo  caigo,  yo  vengo,  yo  muero. 

160.  Notas. — 1.*  Muchos  verbos  intransitivos  pueden  ser  transitivos  en 
otra  significación;  v.  gr.,  sui)ir  y  bajar,  significando  ir  arriba  y  abajo,  son  in- 
transitivos: significando  llevar  arriba  j abajo,  transitivos.  En  los  poetas  se  ha- 
llan algunos  casos  curiosos  de  esta  especie.  Véanse: 

Entrarla  (á  una  mujer)  en  el  convento:  Solís  (Antonio),  37. 

Llega  otra  silla,  Leonor:  Lope,  1.°,  367'. 

Con  su  pie  le  ha  florecido:  Los  Figueroas,  403'. 

No  estar  parecida  crece  j  yni  pesar  y  mi  mohina:  Monteser  162. 

Aquí  he  menesterme  todo:  Id.,  170". 

Así  08  necesito  á  no  mentirme:  Tirso,  492'. 

Aunque  yo  alquilo  la  casa,  \  no  vivo  sino  el  balcón:  Calderón,  2.°,  279". 

De  un  parto  las  desnació:  Calderón,  3.**,  492'. 

Aromas  que  arde  reverentes  la  atención:  Trillo,  94'. 

Esa  (la  culpa)  me  arrice  de  frió:  Vegas,  541. 

Aparecerle  (al  Manzanares)  muy  anciano:  Fomer,  346'. 

Los  verbos  entrar  y  llegar,  están  autorizados  como  transitivos  por  el  uso 


-  148  - 

de  varios  poetas  y  de  algunas  regiones  de  España:  los  demás,  no:  y  así  deben 
tenerse  por  incorrectos  tales  ejemplos  (1). 

2.*  Los  verbos  caer  y  quedar,  que  son  intransitivos,  los  usan  algunas 
personas  indoctas  romo  transitivos:  mira  que  te  caigo  la  gorra  —  Le  quedó 
amstado. 

S.**  El  verbo  coger,  transitivo,  se  usa  también  como  intransitivo  equiva- 
lente á  caber: 

Quieren  que  lioni-a  y  provecho 

Coja  en  el  saco.  (Isla,  292') 

Y  á  este  modo  liay  algún  otro,  v.  gr.,  dar:  Las  once  dan  (  =  suenan). 


Artículo  1.° — Accidentes  del  verbo 

161.  Te/ Mjw^ac/o/i.— Conjugar  un  verbo  (de  conjugare  =  ]\3iQ.Í2ir)  es  darle 
las  diversas  inflexiones  que  puede  tener,  según  el  modo,  tiempo,  número  y 
persona. 

El  modo  expresa  cómo  significa  el  verbo  su  acción:  el  tiempo,  cuámlo  so 
verifica;  el  número,  á  cuántos  se  aplica;  y  la  persona,  á  quién  se  aplica. 

La  conjugación  ])Uode  ser:  1.'^  Uanay perijrcu^tica.  Llana  so  dice  cuando 
consiste  en  que  una  misma  radical  tome  diversas  terminaciones:  jJí'/v/ríif^/m 
(do  perífrcms  =  rodeo),  cuando  el  que  so  conjuga  ó  varía  no  es  el  verbo  de 
(jue  se  trata,  sino  el  auxiliar  que  le  acompaña. 

2."  Activa  y  pasiva.  La  activa  (ó  vo&  activa)  significa  que  el  sujeto  hace 
^w//7^  ú  obra:  ] a  pasiva  significa  que  el  sujeto  padece  (patitur)  ó  recibo  lo 
(¡Lie  expresa  el  verbo. 

A'o^fl.— Más  adulante  volveremos  á  tratar  do  esto.  Ahora  advierto  que  el 
maestro  que  quiera  que  sus  discípulos  tengan  ideas  claras  y  distintas  do  las 
cosas,  debo  procurar  á  toda  costa  que  luiuca  llamen  activos  á  los  verbos  ni  á 
las  oraciones  en  la  voz  activa,  porque  fácilmente  confunden  las  dos  ideas: 
■activo  con  transitivo,  y  no  son  iguales. 

íi."  Conjugación  regular  os  aquella  ««n  ([uo  todas  las  inflexiones  se  ^for- 
man según  la  regla  general:  irregular,  aquella  on  ([ue,  ó  la  radical  no  es  in- 
variable, ó  las  inflexiones  no  son  todas  C(mf(H-mes  con  la  rogla  general. 

\'erl)os  defectivos  (de  deflcere  =  faltar),  son  los  que  carecen  de  algunas  in- 
flexiones. 

162.  ^l/oí/o.s-.— Son  seis:  tres  |)ersonales  y  tros  inipoi-sonalos.  Los  perso- 
)ialos  toman  distinta  inflexión  para  cada  persona;  los  imi)ersonales  tienen  la 
misma  terminación  j)ara  todas  las  personas.  Todos  olios  loman  distinta  in- 
flexión en  cada  tiempo. 

El  indicativo  (do  indicar)  ommcia  la  significación  del  vci-lx)  absolutamon- 
to;  pero  con  i'olacjon  ;i  ticmiio  y  ])orsona,  como  ostií  dicho. 


( I )      Kst»  <"i  11 111 1  cli-  I  lis  i-ri  ri'ii'l  i'i  i'i  ili'l  r  ull  fiíiiusmo. 


-  149  - 

El  imperativo  (de  imperare  =  mandar)  dirige  su  significado  á  la  segunda 
persona,  y  sirve  para  mandar,  aconsejar  ó  pedir  positivamente:  por  lo  cual 
nunca  lleva  negación. 

El  subjuntivo  (de  suhjungere  =  jíoner  detrás  ó  debajo)  expresa  la  idea  con 
dependencia  de  otro  verbo,  muchas  veces  sobreentendido. 

Modos  impersonales:  El  infinitivo  (de  in  privativo  y  /?n/re  =  limitar) 
enuncia  la  idea  en  abstracto.  Carece  de  género  y  número. 

El  gerundio  (de  gerundi  \)oy  gerendi  =  de  hacer)  aplica  al  sujeto  su  signi- 
ficado á  modo  de  cualidad  abstracta,  como  el  adverbio.  Carece,  pues,  de  gé- 
nero y  número  (1). 

'SA  participio  {áe particeps  =  partícipe)  ó  verbo  adjetivado,  aplica  al  suje- 
to su  significado  á  modo  de  cualidad  concreta,  como  el  adjetivo.  Tiene,  pues, 
género  y  número;  pero  cuando  se  junta  al  auxiliar  haber,  carece  de  dichos 
accidentes. 

163.     Tiempos. — Son  tres  princiiDales: 

presente  (de  praesens  =  lo  que  está  á  la  vista). 

pretérito  (de  praeterire  =  pasar)  lo  que  ya  pasó. 

futuro  (de  futurum  =  lo  que  será  ó  sucederá). 

En  los  modos  indicativo  y  subjuntivo,  cada  tiemjío  principal  comprendo 
dos,  en  este  orden:  j^resente  y  pretérito  imperfecto;  pretérito  (perfecto)  y 
pretérito  pluscuamperfecto;  futuro  (imperfecto)  y  futuro  perfecto. 

Nota. — La  significación  de  cada  tiempo  en  el  modo  indicativo,  es  esta: 

Presente lo  presente,  como  tal,  v.  gr soy. 

Pretérito  imperfecto lo  presente  en  el  tiempo  pasado  . . .  era. 

Pretérito lo  pasado  en  el  tiempo  presente  . . .  Jui. 

Pretérito  pluscuamperfecto .  lo  pasado  en  el  tiempo  pasado  ....  había  sido. 

Futuro. lo  presente  en  el  tiempo  futuro.. . .  seré. 

Futuro  perfecto lo  pasado  en  el  tiempo  futuro habré  sido. 

Por  esto  sería  más  filosófico,  sencillo  y  breA'e  dar  á  los  tiempos  estos 
nombres:  presente,  antepresente;  pretérito,  antepretérito;  futuro,  ante- 
futuro. 

El  modo  imiDerativo  no  tiene  más  tiemj)os  que  el  presente. 

El  infinitivo,  un  presente  y  un  pretérito:  los  futuros  se  suplen  con  el 
presente  y  el  f)retérito  perifrásticos. 

El  gerundio,  un  presente  y  un  pretérito:  los  futuros  se  suplen  con  el  pre- 
sente y  el  pretérito,  ijerifrásticos  (igual  que  el  infinitivo). 

El  participio  tiene  actualmente  una  forma  pasiva  que  se  acomoda  á  to- 


(í)  La  naturaleza  del  gerundio  castellano  es  algo  difícil  de  explicar,  pues  no  es  igual  al  gerundio 
latino,  el  cual  parece  ser  el  mismo  presente  de  infinitivo  declinado  por  casos.  El  gerundio  castellano 
tiene  carácter  modal  en  miichos  casos,  y  en  tal  sentido  es  como  el  ablativo  del  gerundio  latino,  del 
cual  es  derivado:  Pero  se  debe  notar  qixe  generalmente  el  gerundio  castolJano  es  equivalente  al  parti- 
cipio activo  de  presente  latino,  y  que  estos  participios  han  casi  des-aparecido  en  castellano,  poniéndo- 
se en  lugar  de  ellos  el  gerundio.  De  aquí  se  infiere  que  es  una  especie  de  participio  indeclinable,  ó  de 
adverbio,  que  se  acomoda  á  todos  los  géneros,  números  y  personas,  al  modo  que  el  adverbio  mct?  susti- 
tuye al  adjetivo  malo  en  frases  coiuo  estas:  estoy  mal  =  estoy  malo;  vengo  mil  =  vengo  malo  ó  enfermo.  Asi  pa- 
rece explicarse  bien  la  equivalencia  de  estas  otras:  soy  oyente  de  Don  Fulano  =  estoy  oyendo...  etc. ;  los  e«(!<- 
dianfes  de  Retórica  =  los  que.están  estudiando  Retórica. 


—  150  - 

dos  los  tiempos.  Algunos  tuvieron  antes  una  forma  activa  de  presente,  como 
en  latin;  pero  ya  no  se  usa  como  participio,  sino  como  adjetivo. 
Tiempo  simple  es  el  que  consta  de  un  solo  vocablo,  como  amé. 
—       compuesto^  el  que  consta  de  dos  ó  más,  como  he  amado. 

164.  Género,  número  y  persona. 

1.°  Ningún  modo  del  verbo  tiene  género,  sino  el  participio,  como  está 
dicho  (núm.  162). 

2.°  Los  números  son  dos,  como  en  los  nombres,  singular  y  plural  (de  >f//í- 
guU  =  cada  uno,  y  piares  =  muchos). 

3."  Las  personas  son  tres  en  cada  número,  correspondientes  á  los  pro- 
nombres personales. 

El  modo  imperativo  no  admite  más  que  la  segunda  persona  en  cada  nú- 
mero. El  infinitivo  y  el  gerundio  carecen  de  número. 

Los  modos  impersonales  carecen  de  persona,  ó  mejor  dicho,  prescinden 
de  ella;  pues  una  misma  forma  sirve  para  todas  las  personas. 

4.°    Por  razón  de  las  personas  hay  verbos: 

unipersonales,  que  sólo  tienen  la  tercera  persona  en  cada  número; 

é  impersonales,  que  sólo  admiten  la  tercera  de  singular,  y  carecen  grama- 
ticalmente de  sujeto,  como  llueve,  se  vino,  se  duerme,  etc., 

Más  adelante  trataremos  de  todos  estos  verbos, 

Aetículo  2.°— Conjugación  regular 

165.  Radical  y  aumentos.— Treíi  son  las  conjugaciones  regulares,  según 
f|ue  el  infinitivo  termine  en  ar,  er,  ir.  Las  letras  que  quedan,  separada  esta 
terminación,  forman  la  radical  del  verbo. 

En  cada  tiempo  se  aiíade  á  esta  radical  algo  que  le  distingue  de  los  do- 
mas tiempos,  y  puede  llamarse  aumento  temporal. 

A  este  aumento  se  sobreañaden  las  letras  que  distinguen  unas  personas 
de  otras,  y  constituyen  e\.  aumento  personal. 

Los  aumentos  temporal  y  personal  juntos,  componen  una  terminación,  o 
inflexión,  ó  desinencia,  ó  Jornia  completa  (1). 

166.  El  aumento  temporal  no  es  igual  en  todas  las  personas  de  los  pre- 
sentes de  indicativo  é  imperativo,  y  del  pretérito  de  indicativo,  como  so 
verá  en  ^1  cuadro  que  después  pondremos. 

Los  aumentos  personales  del  pretérito  de  indicativo  y  del  imperativo 
no  son  los  mismos  que  tienen  los  demás  tiempos:  los  de  éstos  son  los  si- 
guientes: 

S¡n(ftilar 

1.*       2.^^       a* 

Aum.  personales         »  ^  » 

Ejemplos  ame,      amo-s,       ame;  ame-mos,  amé-is,     amo-n 

El  am  es  la  radical  del  verbo;  la  e,  ol  aumento  temporal. 


(1)     No  hfthlo  de  iara>trriiihr(u,  por  ner  rosa  intrincada,  é  inútil  on  castenaiio. 


—  151  - 

Notas.— 1.^  Las  primeras  y  terceras  personas  del  singular  carecen  de 
aumento  personal. 

2.*    El  is  de  la  2.*  de  plural  era  antiguamente  des;  v.  gr. 
Sí  me  Uevades,  llevedes  \  Como  no  me  matedes  (López  de  Ubeda,  87). 

167.    Advertencias  acerca  del  cuadro  siguiente. 

1.*  La  rayita  horizontal  —  indica  que  se  ponga  allí  la  radical  del  verbo 
que  se  conjuga. 

2.*  Aunque  las  conjugaciones  son  tres,  sin  embargo,  las  reduzco  á  dos, 
porque  la  tercera  no  tiene  más  que  cuatro  terminaciones  distintas  de  las  de 
la  2.*  Y  así,  cuando  en  el  cuadro  haya  dos,  la  segunda  es  para  la  3.*  conju- 
gación. 

3.*  En  los  tiempos  que  se  componen  del  auxiliar  haber,  no  hay  más  que 
una  sola  conjugación  para  todos  los  verbos:  el  participio  del  verbo  que  se 
conjugue,  va  señalado  en  el  cuadro  por  un  aspa  X. 

4.*  Cuando  en  el  cuadro  no  se  ponga  más  que  la  primera  persona,  se 
entiende  que  las  demás  se  forman  lo  mismo,  con  sólo  añadir  los  aumentos 
personales. 

5.*  El  futuro  de  indicativo  y  la  segunda  forma  del  imperfecto  de  sub 
juntivo  son  realmente  compuestos  del  infinitivo  del  verbo  que  se  conjuga, 
aíiadiendo  para  el  primero,  el  presente  del  verbo  haber  (amar -he  =  amaré: 
amar -has  =  amarás,  etc.);  y  para  la  segunda,  el  imperfecto  del  citado  verbo 
(amar-hia  (1)  =  amaría,  amar -Mas  =  amarías,  etc).  El  infinitivo  va  suplido 
en  el  cuadro  por  una  cruz  -h. 


(1)    Imperfecto  antiguo  de  haher. 


168. 

Cuadro  de  las  tres 

conjugaciones. 

TIEMPO 

1.» 

2.»  y  3.* 

•  -1 

i>  indicativo. 

Frrf^ndr. 

—  o 

--as 

—  a 

—  áraos 

—  ais 

—  a  11 

—  o   ■ 

—  es 

—  e 

—  émos  —  ímos 

—  éis      —  ís 

—  en 

PreiirUo  imperfecto. 

1                —  aba,  etc 

—  ía,  etc. 

rretérito. 

—  é          «1  h"' 

—  ásttí     ó  has 
1  —  ó          ó  ha 

—  amos  ó  hemos 

—  ásteis  ó  habéis 

—  áron    ó  han 

X 

X 

X 

X 
X 

X 

—  í          ó  he 

—  iste     ó  has 
'    —   iú        ó  ha 

—  iinos  ó  hemos 
'  —  ísteis  ó  habéis 

—  iéron  ■')  han 

X 

X 
X 

^      i  Pretérito  x>luscuamperfecto. 


había  x,  etc. 


Futuro. 


-f-  ás 
+  á 
-4-  émos 
-í-  éis 
-!-  án 


Futuro  perfecto. 


habré  x,  etc. 


Modo  imperativo 
Presente. 


a      tú 

á<l     rcSoiros 


—  p       tú 

--  é'l         i<l  vosotros 


Prrsnil< 


--'  e,  etc. 


—  a         etc. 


Prrft'rilo  iuiperfi <li 


—  ara,  -j-  ía,  —  a8<',  etc.    —  lera,  -{-  ia,  —  ie-^^e,  »'tc 


a 
s 

s 

O 

•a 

o 


J'rfti'rito. 


liaya  x,  <•! 


Prrlíiitn  píliftiKrnilJirrfrilii. 


Futuro. 


Futuro  perfecto. 


liul»icra,   haltria  y  liubiese  X,  etc. 


are,  i'tc 


—  iére,  etc 


liubiere  x,  etc. 


es 

a 
o 

X 

u 
o 


O 
O 


Jhfinitiro. 


)  Présenle. 
I   Prrt/'rifo. 


n  1-        \   Presente. 

OerunavK     ¡ 

I   Pi  ctérito. 


f'iirtiiiiii' 


—  án.!( 


—  iéndo 


liabien<lo  X. 


-  153  - 

Xofas.^1.^  Es  arcaísmo  el  cambio  de  la  terminación  ía  en  íe  en  los  pre- 
téritos imperfectos;  v.  gr.,  serie,  habie  por  sería,  había. 

■  2.*  Es  vicioso  cambiar  en  astes,  istes,  las  terminaciones  aste,  "'ste,  de  la, 
2/'^  persona  del  pretérito.  Antiguamente  fué  muy  usado  esto  en  la 2* perso- 
na del  plura  ;  \.  gr.,  amastes,  suhistes,  por  amasteis,  subisteis. 

B.^  Acerca  del  modo  de  sutijar  los  pronombres  á  los  verbos,  trataremos 
en  el  capítulo  siguiente. 

169.  Tiempos  compuestos. — Se  forman  con  los  simples  del  verbo  haber, 
que  por  eso  es  llamado  auxiliar:  de  suerte  que  el  pretérito  j)erfecto,  el  plus- 
cuamperfecto y  el  futuro  perfecto  de  cada  modo,  se  forman  respectivamen- 
te con  el  presente,  el  imperfecto  y  el  futuro  del  verbo  haber. 

El  pretérito  de  indicativo  tiene  tres  formas:  una  simple  (amé,  amaste,  et- 
cétera), y  dos  compuestas;  la  primera  con  el  presente,  y  la  segunda  con  el 
pretérito  del  verbo  haber  (he  amado,  hube  amado). 

La  primera  es  el  pretérito  histórico,  y  expresa  la  idea  de  un  tiempo  ya 
limitado  y  concluido  con  relación  al  tiempo  en  que  se  habla;  v.  gr.,  Ayer  es- 
tuve de  paseo. — César  venció  á  Pompeyo. 

La  segunda  se  aplica  á  las  acciones  verificadas  en  tiempo  pasado,  pero 
considerado  como  parte  de  un  tiempo  compuesto  del  pasado  y  del  presen- 
te; V.  gr.,  este  año  no  hemos  cogido  nueces. — Plegué  á  Dios  que  este  año  sea  mcis 
feliz  que  lo  ha  sido  el pasculo  (la  falta  de  felicidad  abarca^  no  sólo  el  año  i^asa- 
do,  sino  también  el  momento  en  que  se  habla,  aunque  pertenece  al  año  pre- 
sente). 

La  tercera  forma  significa  acción  enteramente  pasada  cuando  se  verifica 
otra  también  pasada;  es  decir,  que  equivale  al  pretérito  pluscuamperfecto 
en  el  sentido  que  expresa  el  siguiente  ejemplo:  Apenas  hubo  salido  el  sol, 
nos  pusimos  en  marcha  =  Apenas  había  salido  el  sol  cuando  nos  pusimos  en 
marcha.  No  se  usa  más  que  en  oraciones  circunstanciales  temporales. 

170.  Yerbos  semejantes  al  auxiliar  haber. — Los  verbos  tener,  estar,  dejar, 
quedar,  llevar,  unidos  al  participio  de  otros  verbos,  tienen  un  oficio  seme- 
jante al  del  auxiliar  haber;  v.  gr.,  tengo  entendido  que  es  asi  (  =  entiendo  ó  he 
entendido). — Dejó  dicho  que  volvería  (  =  di\]o).— Está  tendido  en  el  suelo  (  = 
yace). —  Quedé  pasmado  de  miedo  (  =  me  pasmé). — Llevaron  entendido  que  no 
quieres  ( =  entendieron).  Lo  mismo  el  verbo  estar  con  el  gerundio;  v.  gr.,  estoy 
leyendo  {  =  leo);  pero  con  el  participio  de  los  verbos  transitivos,  general- 
mente equivale  á  la  voz  pasiva;  v.  gr.,  este  libro  ya  está  leído  (  =  ya  ha  sido 
leído).  El  verbo  ir  con  el  gerundio,  unas  veces  parece  como  auxiliar,  v.  gr.,  se- 
gún iba  leyendo  (  =  según  leía);  otras  veces  da  al  verbo  un  significado  incoa- 
tivo; v.  gr.,  ya  voy  entendiéndolo  (  =  ya  comienzo  á  entenderlo). 

Nota.—Jja,  resolución  de  estas  y  otras  perífrasis  en  latin  es  bastante  di- 
fícil  para  los  principiantes;  y  así  deben  enterarse  bien  de  la  doctrina  aquí 
expuesta,  para  que  aprendan  á  resolverlas. 


-  J.M  - 


Abtícülo  3° — CoJíJUGACIOy  ihregulab 

171.  Los  verbos  iiTegulares  son  muy  numerosos;  pero  todas  sus  iiTsgu- 
laridades  pueden  reducirse  á  siete. 

~  Las  formas  primarias,  en  que  radica  la  irregularidad  de  los  verbos,  son 
b'es:  la  1.*  persona  del  presente;  la  1.*  del  pretérito,  y  si  ésta  no  es  irregular, 
la  3.*:  finalmente,  la  1.*  del  futuro:  todas  en  el  modo  indicativo.  Cuando  al- 
guna de  estas  formas  primarias  es  irregular,  arrastra  consigo  y  hace  irre- 
gulares otras  varias  formas,  que  llamaremos  consecuentes  de  la  primaria.  La 
mayor  dificultad  está  en  que  no  pocos  verbos  de  las  conjugaciones  2.*  y  3.* 
tienen  más  de  una  irregularidad. 

No  es  irregularidad  el  cambio  de  consonantes  exigido  por  la  pronuncia- 
ción; ni  el  de  la  i  en  y  entre  dos  vocales  ó  al  principio  de  dicción;  ni  la  adi- 
ción de  la  h  antes  del  diptongo  ue  inicial  (véase  núm.  68):  por  ejemplo,  me- 
zo, unjo,  toque,  oyendo,  huyera,  huelo,  yerro.  Si  se  escribiese  cueco,  ungo,  toce, 
oiendo,  huiera,  uelo,  ierro,  desaparecería  la  semejanza  de  sonidos  ó  resultaría 
hiato,  ó  habría  vicio  en  la  escritura. 

iVbte.— Este  sistema  de  irregularidades  es  parecido  al  del  Sr.  Bello;  pero 
ni  es  igual,  ni  yo  le  he  sacado  de  él.  Este  mi  sistema,  tal  como  va  expuesto, 
sin  quitar  ni  poner  una  letra,  estuvo  concluido  año  y  medio  antes  que  yo 
tuviese  noticia  de  aquél. 


172. 

Cuadro  de  las  irregularidades. 

PRESENTE                                          PRETÉRITO                      FUTURO 

Cambio       Interpo-    i 
i        de           siciou  ó 

!i   e  =  ie  i     '^^^'^^o 
i'   i  =  ie  1         de 

o  =  ue  1  consonan- 
!!   u  =  ue  1         ^^ 

3.* 

Cambio 
de 

e  en  i    \ 

4.*                  5.^                 6.^             7* 

Son  exclusivas  de  la      \                ;! 
tercera  persona.                          i! 

Supresión       Cambio  S^^onT 
„      ,  .         de  la  i  de  los  Af,  iptras  >•          i.  • 
Cambio          ^;^*^„„^„      ,      ierras     cambio , 
fififpni         diptongos     o  aumento  ,,„i„  „n„ 
,^?  ^  ^^  ^     ,  ií>,  io,  después  de  sílabas  i     f  - 
o  de  0  en  ?<     , '  ^,'    •  fj    _  ¡^^  "^^'^U'^^  ba  tónica 

Presente 

riego 

r/egas 

riega 

riegan 

perezco    ! 

■A               ' 

pido 

pides 

pide 

piden 

1 

i 

1 

2 

- 

!:                   1 

dije 
dijiste 
dijo 
diiimos 

i   1 

pidió 

sintió 

tañó 

dijisteis                   II 

&    >             i              1 

pidieron 

sintieron 

tañeron 

dijeron 

Futuro 

diré,  etc. 

sí 

riega 

pide 

Presente 
de  subjuntivo 

riegue 

riegues 

riegue 

perezca 

perezcas 

perezca 

perezcamos 

perezcáis 

perezcan 

pida 

pidas 

pida 

pidamos 

pidáis 

pidan 

i  

sintamos 
sintáis 

rieguen 

o 
u 

4> 

Vi 
O 

t 

pidiera 
...pidiese 
etc 

sintiera 

sintiese,  etc. 

tañera...  ta- 
ñese, etc 

dijera.,  di- 
jese, etc. 

.  .diría. . 
etc. 

O 

u 
d 

d 

pidiere 
etc 

1 
sintiere,  etc 

tañere,  etc 

dijere,  etc 

1    © 
•o 

:  § 

1  "^ 

! 
pidiendo 

sintiendo 

tañendo 

1 

-  156 


En  el  cuadro  precedente  se  ve  en  qué  consiste  cada  irregularidad,  y  cuá- 
les son  sus  consecuentes;  en  lo  cual  conviene  fijarse  muy  bien.  Las  irregu- 
laridades particulares  que  no  se  pueden  clasificar,  las  iremos  notando  en  el 
catálogo  siguiente.  Debe  también  notarse  que  á  veces  ocurren  dos  irregula- 
ridades en  una  misma  forma;  así  en  r/ñendo  hay  dos,  la  3.*  y  la  5.*;  pues  de- 
bía ser  reñiendo. 

173.  Catálogo  de  los  verbos  irregulares. 

Advertencias:  1.*  Todo  verbo  compuesto  sigue  la  conjugación  regular  ó 
irregular  de  su  simple,  si  otra  cosa  no  se  advierte, 

2.*  En  este  catálogo  no  se  expresan  los  compuestos  de  otros  compues- 
tos, V.  gr.,  desenterrar,  desconcertar,  de  enterrar  y  concertar. 

3.^    Las  cifras  indican  el  número  de  la  irregularidad. 

4."  Ponepaos  también  aquí  varios  verbos  regulares  que  pueden  parecer 
in^egulares,  y  los  señalamos  con  imaR. 

ij.**  El  asterisco  *  señala  los  verbos  simples  desusados  en  sí,  pero  usados 
en  sus  compuestos. 

174.  Primera  conjugación. 

Verbos         Irregularidad  Compuestos       Verbos         Irregularidad  Compuestos 


/  Fres,  doy^  das  etc. . 
\  Sub."r/(í.........R 


I  conjugación 6  / 

andar,    pret.  anduve fi  |  des- 
estar <  estoy,  estás,  ote 

(a).  ..I  estuve (5 

Todos  los  demás  verbos  irregulares  de 
esta  conjugación  sólo  admiten  la  1.*  irre- 
gularidad, 
abuñolar. 

acezar (= jadear) .R 

acrecentar, 
adestrar  (b) . 

afretar R 

agorar, 
alebrarse. 

alentar |  dcs- 

almorzar. 

alongar  (c) R  ó  I 


amelgar 

amolar. 

amollar 

aneblarse. 

anegar  (d) 

apacentar. 

aporcar  (do pona  ^sulcuV  . 
aportar  (do  parare  =  \\ovar). 
apostar  (do  apuesta). 
apostar  {áo  posta) 

apretar 

arregostarse 

arrendar 


asestar 

atestar  (=  henchir"!  R  ó  1 
atestar  (=  atestiguar) . .  . . 
azolar. 


di>s- 
ro- 

des- 
sulv 


(a)  Estar  os  propiamente  mono.silabo  stur,  con  la  c  (Mil'única.  l'or  eso  tit-nc  el  acento 
en  la  final  y  no  en  la  radical  éstas,  ésta,  etc. 

(b)  También  hay  adiestrar,  regular. 

(c)  Alongar,  verbo  antiguo,  es  irregular,  según  la  Acadoniin.   Yn  croo  f|uc  debe  sor 
regular,  como  su  hermano  prolongar. 

(d)  Véanse:  Lope,  2.",  400"— Calderón,  4.",  431'     .Melcmlez,  IOS;  y  lodos  los  modor- 
no8.  Castellanos,  208',  359,  431 ',  4.53,  y  Oña,  407'  le  conjugan  irregular. 


Verbos         Irregularidad 


-  157  - 
Compuestos        Verbos 


Irregularidad 


Compuestos 


bregar  (a) E. 

calentar |  re- 
cegar  I  obcecar.. .  R . 

(  de-  (b). 

*  contar  (de  /.oí;vór  =  nuevo).  <  en- 

( re-  (c) 

cerrar |  en- 

*^«^^a^' ¡con- 

cimentar. 

^io<^ar ¡^;_ 

(  es- 
colar (del  lat.  colum). ...... .1  re- 

( tras- 

*  colar  (de  rola)     R  gj^_ 

colgar I  des- 

*  collar  (del  lat.  collis) |  ^gg_ 

^      TI       T          ,,  s  (  degollar. 

'^  collar  (de  cuello) |  pgj._  /^\ 

*■  comendar |  j.q_ 

comentar R 

comenzar, 
confesar. 

(su  gemelo  xyrofesar. . .  .R). 

contar \^^^' 

\  re- 


'a-(e). 
con-  (f ). 

*  cordar  (de  cor  =  corazón ) .  |  dis- 

\  re- 
\ tras- 

\  a-  (e). 

"*  cordar  (do  cuerda) <  dos- 

(  en- 

a- 

/j               \  \  des- 
cornar (de  cuerno) i  en- 

\man- 

*  corvar  (de  corvo) R       ' 

costar  (de  coste). 

í  a-  (g). 

*  costar  (de  coste  =  costado).'  descostarse 

(h)- 
\  re- 
cumplimentar  R 

chocar R 

denostar. 

dentar  (de  diente) | 

derrengar  (i) 1  ó  R 

desflecar  (de  fleco) R 

desflocar  (de  flueco). 

deslendrar. 

desmajolar. 

desmembrar. 

desollar. 


(a)  Blanco,   660,  le  hace  irregular. 

(b)  Decentar  (=estrenar):  Hurtado  (Antonio),  424'— Lope,  5.",  289'.  Adecentar  —  po- 
ner decente,  es  regular,  aunque  Salazar  le  trae  irregular. 

(c)  Regular,  según  Salazar;  irregular  según  la  Academia. 

(d)  Peí-collar^  de  per  collian,  coger  por  el  cuello,  y  por  extensión  coyer  ó  tomar.,  no  se 
halla  en  ol  Diccionario,  poro  sí  en  Lope,  2.°  237''.  Apercollar  su  compuesto,  úsale  Cubillo 
como  regular,  129'. 

(e)  Acordar  es  irregular  en  todas  sus  significaciones,  según  la  Academia.  Salazar 

hace  regular  al  segundo. 

(f)  Castellanos,  464',  le  conjuga  regular. 

(g)  Acostar,  significando  arrimar  á  la  costa  ó  ribera,  es  regular;  véanse  estos  ejem- 
])los:  Mira  que  el  barco  se  acosia  (Lope,  4.°,  179') — Patrón,  acosta  la  barca  (Id.,  ib.,  379). 
Otros:  Lope,  5.°,  516— Calderón,  3.°,  665". 

(h)    DeZ  vM^^io  se  descuesta  (Fr.  Luis,  3')     Descuesías  (Noroña),  443). 
(i)     Regular:  Oña,  406— Forner,  331"— Arríaza,  132'.  Irregular:  Tirso,  LAT:II,  278'— 
Ercilla,  42— Lope,  5.°,  387— G-óngora.  5.32'— Quevedo,  162— Zamora,  454. 


Verbos         Irregularidad 


-  158  - 
Compuestos       Verbos 


Irregularidad 


Compuestos 


desosar  (deshueso), 
des  ó  dispertar, 
dospezar  :,de  pieza). 
dolar. 

emparentar  (a), 
empezar. 

emporcar  {de  puerco). 
encontrar, 
encorar  (de  aiero). 
encovar  (de  cueva). 
engorar  (de  huero). 

engrosar |  des- 

en  ó  inhestar. 

enjugar R 

cnlenzar. 

ensangrentar, 

entortar. 

entregar  (b) R 

entroncar R 

entrojar R 

errar  (yerro), 
escarmentar. 

escorzar R 

estercolar  (c) R 

estregar 1  ó  R  |  re- 

ferrar(d) i^     \^?u 

^  ^  I  do.s-  1  ó  R. 

follar  (de  folium  =  lioja) . . . .  R 

follar  (de  fnlUñ  ^=  fuollo) a-  (o). 

^  íorar  (de  foro  6  foritm) R  |  a- 


*  forar  (de  fuero) j  a- 

forzar |  ^^- 

(  re- 

^''^^' !ír¡ns. 

gobernar |  des- 
hacendar. 

helar |  des- 
herbar   I  des- 
herrar (de  hierro) \    ^^' 

herventar    R 

holgar. 

hollar ,  re- 
incensar, 
infernar. 

infestar R 

invernar. 

jalbegar (c)  R  6  1  |  en- 

jimenzar  (de  simiente] . 

jugar. 

manifestar. 

melar !  5'^" 

/  des- 

*  mendar S    "' 

I  re- 
morar (  =  mezclar) R 

ik  1  \  6n- 

*  merdar ]  ■ 

íja- 

moblar ¡a-     (f). 

mostrar I  de- 


(a)     Tirso,  3.56"'. 

Cb)     Eniriego  (vicioso),  Hurtado  (Antonio),  447". 

(c)  Irregular  le  conjugan  muchos  castellanos,  y  el  Arcipreste  de  Hita,  LVII, 
verso  1.270. 

(d)  Ferrar  es  irregular:  pero  sus  compuestos  pueden  ser  también  regulares.  Vense 
irregulares:  Ercilla,  42,  58,  74,  96,  110' -  Valbuena,  149,325',  397'  -  Villaviciosa  (Jos6) 
5H5,  592.  620,  624'-Voga8,  503— Ribera  (Luis),  .58'— Anón,  X,  221'— Navarroto  y  Monta- 
ñés, XVI,  2aT— Morillo,  192'— Huerta  (León),  238-Castillejo,  146-Bnrro8,  238— Caste- 
llanos, 447  -Quovodo,  197,  20V— Regulares:  Corvantes,  605  — Castillejo,  165' —  Jáuregui. 
112'-Hidalgo  (Juan),  587'— Calderón,  2.°,  344"  -  Id.,  3.°,  667'— Id.,  4.o,  376',387"— Triguo- 
ros,  611"— Barbero,  582— Solía  (Dionisio),  245— Moratin  (Nicolás),  52'  — Jovollanos,  28— 
Tapia,  691".  Posible  os  que  algunos  ejemplos  no  sean  de  los  autores,  sino  de  los  editores, 

(e)  Follarse  es  regular,  según  el  uso  común  castrllnno. 
(I)     También  hay  amueblar,  regular. 


Verbos         Irregularidad 


-  159  - 
Compuestos        Verbos 


/ab- 
de- 
^egar des- 

'  re- 

*  nervar  (de  nervio) -^l  e- 

nevar, 

^              , -,              ,  i  in-    R  (a}. 

^  novar  (de  nuevo) ^^ 

*  ovar  (de  huevo) \  j 

*  pedrar  (de  piedra) |       ' 

pensar  (b). 

(a- 

*  pernar  (de  pierna) <  des- 

(  entre- 

empernar  (dej?e»vío) R.  |  des- 

plegar  (O... , 1  ó  R¡  ^^f" 

P°^l^^ \^t' 


Irregularidad 


Compuestos 


ra- 
•,  }  com- 

P^-°^^^ jim- 

\  er- 
/ali- 

1.  \  perni- 
quebrar  {  ^g^ 

I  res- 
recovar  (de  coba  =  gallina). R 
regar |  sor- 
regimentar, 
regollar. 
remolar  (d). 

remolcar R 

rendar  (=  cavar) R 

resollar. 

*  rocar  (de  roca) R|  ^^'    ^^'' 

''^  ^^ í  sonrodarse . 

rogar  (f ) |  Todos R 

salpimentar. 


(a)  Otra  rareza:  renovar  irregular;  innovar,  regxilar;  Claramonte,  LII,  587. 

(b)  Todos  los  demás  verbos  terminados  en  pensar  son  regulares. 

(c)  Según  la  Academia,  |;/e^ar  es  siempre  irregular;  pero  el  uso  común,  y  el  de  al- 
gunos autores  le  hacen  también  regular;  véase  Reinoso,  XXIX,  510  Id.,  LXVII,  214' 
220' — Lista,  277,  338'.  En  los  compuestos,  las  dos  formas  son  clásicas.  La  irregular:  Lopp, 
2.0,  98"-Id.,  5.",  203',  259',  397'— Rojas,  I03'-Monroy,  106"- Calderón,  2.°,  1.53-3.°, 
145',  155',  190",  547"— 4.0,  222,299,  3S5 -Fomperosa,  561— Trigueros,  606" -Hurtado 
(Luis),  19'— Ledesma,  75, 168— Anón.,  X,  432— Anón.,  XVI,  637'— Vaca,  301,  303— Melén- 
dez,  98",  107',  246'— Forner,  305,  312',  324',  342,  353,  358'— Noroña,  442,  471  Arjona  (M.), 
508,  512',  528,  535— Barbero,  570',  574',  578',  613'— Cienfuegos,  19— Gallego,  400— Burgos, 
U6'— Quintana  7',  13',  15— Id.,  LX\T:I,  196,  198'— Herrera  (Fernando),  257'— Medrano, 
346,  357— Céspedes  íPablo),  366 — Góngora,  450',  464',  477.  Sospecho  que  algunos  de  estos 
casos  son  de  los  editores,  que  creyeron  obrar  bien  corrigiendo  á  los  autores. 

En  la  forma  regular:  Lope,  2.°,  140'— Rojas,  119— Hojeda,  436',  442',  444— Virués, 
534',  539,  541',  542',  564'-Cubülo,  105'— Mendoza,  71  Fr.  Luis,  45',  54-Toledo,  17"— 
Meléndez,  126',  170',  248-Arjona  (M.),  518-ArrTaza,  49',  67,  97,  110',  112— Reinoso, 
XXIX,  509— Id.,  LXVII,  216,  219— Lista,  279',  293,  309,  313,  330,  339,  341',  342,  346,  364- 
Xúñoz  Díaz,  614'  -  Calle,  631 — Quintana,  71.  Y  acaso  haya  no  pocos  en  ios  tomos  29,  43, 
45  y  58  y  algún  otro,  en  que  no  cuidé  do  apuntar. 

(d)  Irregular  según  la  Academia;  pero  debía  sor  regular:  pues,  según  parece,  es  de- 
rivado de  mole. 

(e)  Regular:  Barbero,  616— Vargas,  605'— Gallego,  403'.  Irregular:  Mendoza,  93'— 
Fr.  Luis,  43'— Barros,  234'— Anón.,  X,  173— Hidalgo  (Juan),  586-Navarrete,  XVI,  200— 
Lope,  3.0,  80'  -  Vaca,  302-Marchena,  622. 

(f)  Todos  sus  compuestos  son  regulares. 


Verbos.        Irregularidad. 


-  IGO  - 
Compuestos.         Verbos. 


sarmentar |  de- 
segar I  re- 
sembrar  }  ^^" 

(  sobre- 
sementar. 

sentar ¡  a- 

serrar |  a- 

*  sertar  (lat.  serere) E  di- 

/in- 

(a-     (a). 

Sídar  (de  suelo) ¡  de- 

/  sobre- 


j  con- 
'dc- 


*  solar  (lat.  solñri) 

soldar |  de 

soltar. 

solventar  (lat.  solrere) . . . .  R 

/  a  - 


'  re  - 

soñar |  Ira  - 

sosegar |  desa  - 

temblar |  re  - 

templar  (b) R  |  des- 

^a- 
tentar  (  =  tocar  ó  probar). . .    des  - 


Irregularidad.       Compuestos. 


/  a- 
i  con- 

*  tentar  ( tener  ó  acometer)  R  de  • 

/in- 

\  03  -  (c) 

¡a-  (C) 

*  terrar  (de  tierra) '^^^' 

^  '  J  en  - 

'  so  -  (d) 

.  ^*-(®) 

tesar  (de  hem) R'  en  - 

\  re  - 

tostar re  - 

trasegar. 

travesar a  - 


trocar  (f ) 


\  des  - 
(  tras- 


tronar \     '   ,  . 

(re  -  (g) 

tropezar. 

ventar  (de  viento) des  - 

f  re  -  (h) 


*  vergonzar  (de  veryüenza)..^  , 

volar 

volcar 


re  - 
tras- 
!  re- 


Todos  estos  y  los  demás  verbos  irregulares  so  conjugan  fácilmente,  con 
el  cuadro  de  las  irregularidades  á  la  vista. 


(a)     Mal  anola,  Barbero  635. 

(1))  Los  antiguos,  basta  Calderón  erclmive,  le  conjngaljan  promiscuamente  regular  c 
irregular,  de  lo  cual  pudiera  aducir  mu  bos  ejemplos,  como  el  de  Lcdesma,  lót».  Desde  Cal- 
derón gAiá  todos  le  bacen  regular. 

(c)  No  poco  sutil  es  la  diferencia  entre  los  regulares  ó  irregulares  compuestos  de  Ye;//í/r,' 
pues  los  seis  primeros  son  todos  derivados  del  latino  tenére;  los  dos  últimos  lo  son  <I<' 
tendere. 

(c')  Irregular,  sin  duda  alguna.  Véase  Cervantes,  74\  Aien-ar  —.  causm-  terror^  es  regu- 
lar: Barbero,  078;  Lista,  277;  Quintana,  60.  Tero  hay  casos  en  que  es  difícil  discernir  cuál 
de  los  dos  signiücailos  tiene;  v.  gr.,  El  nombre  araucavo  \  Los  levantados  ánimos  atierra 
(Ercilla,  47').  Kn  estos  casos  siempre  lo  hallo  irregular:  véanse  Herrera  (Fernando),  287"; 
Oña,  411';  Ribera  (Luis),  28ó. 

(d)  Incorrectamonte  1<(  hicieron  regular  Reinóse,  2 Jó;  y  Roldan,  C,i'¿\ 

(e)  También  hay  atiesar,  regular,  con  el  mismo  signiticado. 

(f)  Troea,  dijo  Castiil<>jo,  173'. 

(g)  Dcntronnr,  de  trono,  es  regular. 

(li)     .SVÍÍ/7ÍV7Í/Í//-.VC,  del  italiano  so^/rpíí/o,  es  rt'guKir. 


161  - 


175,     Segunda  conjugación. 

Todos  los  terminados  en  ecer  tienen  la  2.*  irregularidad.  Mecer  y  remecer 
«e  conjugan  en  Castilla  con  la  irreg-ularidad  y  sin  ella:  ni  se  ve  razón  sufi- 
ciente para  declararlos  regulares  exclusivamente. 

Vamos  á  tratar  de  los  demás: 


Verbos         Irregularidad 


Compuestos 


/'  quepo 2 

,        \  cupe 6 

^^^«'^-    cabré 7 

\  sin  imperativo 

caer  (caigo) ^^  re  -' 

,,   .  V   /   V        ^S  concernir  (b) 

cerner  (lat.  cerneré)  (aj...  1¡  ^^^^^^^^^ 

Ídes  - 
pre- 
re  - 

cocer  (cuezo) ^  1  re  - 

defender  (c) 1 

doler  (d) 1  |  condolerse 

encender 1 


Fres,  he,  has,  ha,  he- 
mos, habéis,  han  (e) 

Pret.  hube 6 

Fut.  habré 7 

Imperat.  \xq  tú.. . . 
Suhj.  pres.  haya.  . .  2 


haber.' 


Como  unipersonal,  sólo  tiene  la 
3.*  persona  de  singular,  la  cual  sirve 
para  los  dos  números.  En  el  presente 
de  indicativo  esta  persona  es  hay. 


Verbos         Irregularidad  Compuestos 


hago 

hice 

hacer . (  haré 

haz  tú 

partic.  hecho, 
heder  (sin  participio). 

hender 

llover 

moler 

morder 


mover 


contra  - 

des- 

re  - 

rarefacer  (f) 

satisfacer  (g) 
1 
1 
1 

1  I  re  - 
1  !  re- 


lí  co; 


nacer 

oler  (huelo)  (h). 
pacer 


*  peler  (lat.  pellerCj  lanzar). 

perder 

placer  (i) 


com- 
pro - 
re- 


re- 

com- 

im- 

ex  - 
re  - 


!a- 
com- 
des  -  ó  dis  ' 


/  puedo 

I  pude 

poder .  I  podré 

/  sin  imperativo. 
\  ger.  pudiendo . 


(a)  Cerneré  =  mirar,  distinguir.  Sus  compuestos  son  de  la  3.*  conjugación. 

(b)  Unipersonal  defectivo;  sólo  tiene  lo  siguiente:  Fres.,  concierne,  conciernen;  Impe- 
rativo, concernía,  concernían;  Siihjt.  pres.,  concierna,  conciernan;  Gerundio,  concerniendo. 

(c)  Su  gemelo  ofender  es  regular. 

(d)  La  forma  irregular  del  futuro  doldré  es  algo  vulgar  en  Castilla;  pero  no  es  clásica 
ni  correcta. 

(e)  La  1.*  persona  plural  habernos  es  forma  arcaica. 

(f)  Verbo  casi  desusado,  y  sin  participio. 

(g)  Satisfaciera,  satisfaciese,  aunque  se  ven  alguna  vez  en  los  clásicos  (v.  gr.,  Alar- 
con,  265;  Lope,  6.°,  505';  Rojas,  316),  son  formas  arcaicas  reprensibles. 

(h)     Nótese  lo  mismo  que  en  doler. 

(i)     Como  impersonal,  tiene  además  estas  formas:  Fret.,  plugo;  Svhj.pres.,  plega  ó  ple- 
gué; Imperf.,  pluguiera,  pluguiese;  Fut,  pluguiere. 

11 


-  1G2  - 
Verbos         Irregularidad  Compuestos        Verbos         irregularidad  Compuestos 


poner . 


ante  - 
com  - 
contra  - 
de- 
dis  - 
ex- 
pongo  2|  im- 
puse   6 1  Ínter  - 

pondré 7/  o  - 

pon  tií j  pos  - 

puesto j  pre  - 

pro  - 
re  - 

sobre  - 
su- 
I  tras  - 
yuxta- 


proveer R  1  des  - 

,  quiero 1 

querer  |  quise 6 

(  querré 7 

/  rao R 

raer.  ..jó  raigo  (a) 2 

'  intperat.  rae  tú. . . . 

(  roo,  (a) R  1 

J  ó  roigo 2  f 

roer . .{   .       '^  ,0    corroer 

]  o  royo,  royes. .  1  y  2  i 

1   impcrat.  roe  tú..  .  .       ' 

/  Sé,  sabes R  , 

saber  . '  Subj.  pres.,  sepa. . .  2  f 

(*;     \  supe 6  ( 

sabré 7  ' 

*  Boender  (lat.   8canderez=    í   , 
«"^''•) ^Wran- 


Fres.  Soy,  eres,  es; 

somos,  sois,  son. 
Imperf.  Era,  etc . . 
iV/.  Ful,  fuiste,  fué; 

fuimos,  fuisteis, 

fueron 

ser...,  ^^^f  ggj.^ jj 

Imperat.  Sé  tú,  sed 

vosotros R 

Suhj.  Pres.  Sea,  etc. 

Imperf.  Fuera .... 

\      fuese,  etc 6 

sobreseer R  | 

soler  (b) 1 

(  ab- 

*  solver  ^^(7 >-/ic suelto). ...  1<  di- 

(del  lat.  soíi-ere  =  desatar)  f  re  - 

sorber  (c) RJ  j.^  _ 

tañer ó  |  a  -  (unipers.) 

a- 

con  - 

tender ^^  ex- 

pre  -  R 
Hub  - 

'  atenerse 
abstenerse 

/  tengo 21  con  - 

i  tienes,  etc 1]  do  - 

tener  .  |  tuve O    entre  -  (d) 

i  tendré 7 1  mun  - 

\  ten  tú í  ol)  - 

I  re  - 

\  808- 

torcer  (tm-rzo) M  re  -    " 


(a)  La  forma  regular  es  la  mejor.  Véase  Corvantes,  595.  El  presente  de  subjuntivo  rc- 
giJar  de  raer  es  desusado. 

(b)  Carece  de  imperativo  y  de  futuro  de  indicativo.  Del  subjuntivo  no  se  xiaa.  máa  que 
el  presente;  y  el  infinitivo  sólo  para  nombrarle. 

(c)  Mal  suerbes;  Quevedo,  612. 

(d)  Por  ser  único  en  su  género,  pongo  aquí  este  ejemplo  de  Lope  (2.",  H3),  en  que  la 
preposición  entre  es  el  correlativo  de  la  conjunción  que:  iliruno,  entretai  un  poco  osos  zaga- 
lea  I  Que  llego  á  refrescarme  á  aquella  fuente» 


(♦)    No  chtro  y  uo  $aho:  Cubillo,  134'. 


Verbos         Irregularidad 


-  163  - 
Compuestos        Verbos 


/  *■ 
abs  - 

I  con- 

''-••i:sr(aj:::::::::e|; 

í  re  - 

retro  - 
\  sus  -  ó  subs  - 

,       ...   (  valgo 2(  equi- 
valer (b).j^al|^.é 7Jp;je. 


Irregularidad 


Compuestos 


Sante- 
entre- 
pre-  (d) 
re- 
tras- 

(  re- 
verter    1/  sobre- 

(  tras- 


volver  (partic.  vuelto). 


(  de- 

1<  en- 


yacer  (yazco),  (e) 2 


176.    Tercera  conjugación. 


Prfs.  Voy,  vas,  va;  vamos,  vais,  van. 
1  Imperf.  Iba,  etc. 

1  Pi-et.  Fui...  (como  el  de  Se7') 6 

ir...) Fiít.  Iré...  R. 

Iímper.  Ve  tú;  id  vosotros. 
Subj.  pres.  Vaya,  etc.  (f ). 
Imperf.  Fuera...  fuese,  etc. 
Ger.  Yendo  (R). 

A. — Verbos  en  cir 
arrecirse  (me  arrizco) 2y3  (g). 


balbucir:  carece  de  las  consecuentes  de  la 
2.*  irregularidad:  en  lo  demás  es  regular, 
I  ante- 


decir. 


digo,  dices. . .   2  y  3| 

dije  (i) 6 

diré 7 

di  (compuestos:  dice)i 
dicho 


ben-  (h) 

contra- 

des- 

entre- 

mal-  (h) 

inter- 

pre- 


(a)  Truje  es  arcaísmo  que  debe  evitarse.  También  son  arcaicas  las  forma  traya,  de 
traer  (subj.  pres.)  y  caya  (de  caer)  (Castillejo,  176"),  y  raya  (de  raer).  La  3.*^  persona  plm'al 
del  pretérito  es  trajeron,  y  no  trajieron. 

fb)     Val  por  vale  y  vala  por  valga,  son  arcaísmos. 

(c)  Ver  era  antiguamente  veer  (vidére):  según  eso,  reo,  vees,  (Mendoza,  52),  etc.,  era  lo 
regular,  lo  mismo  que  veía,  veías,  etc.  Hoy  tenemos  por  arcaicas  las  formas  vees,  vía,  etcé- 
tera, al  contrario  de  lo  que  debia  ser.  Yide  y  vido  por  vi  y  vio,  son  arcaísmos. 

(d)  Cuídese  mucbo  de  conjugar  este  verbo  como  su  simple  ver. 

(e)  No  debe  admitirse  otra  forma,  aunque  Lista  (302')  diga  yazga,  y  Jovellanos  (28) 
yagan. 

(f )  Antiguamente  también  se  decía:  vamos,  vais  por  vayamos,  vayáis. 

(g)  No  hay  por  qué  hacer  defectivo  á  este  verbo:  completo  le  conjugan  los  habitan- 
tes de  las  sierras  do  Avila,  donde  son  frecuentes  los  pasmos  causados  por  el  frío. 

(h)  El  futuro  y  consecuentes  de  bendecir  y  maldecir  son  regulares,  lo  mismo  que  sus 
participios  bendecido  y  maldecido.  Bendito  y  maldito  son  puros  adjetivos  verbales.  El  fu- 
turo de  los  demás  compuestos  es  irregular^  aunque  la  Academia  indica  (por  inadverten- 
cia, á  lo  que  creo)  que  es  regular.  La  forma  irregular  maldiré  se  halla  alguna  vez  en 
autores  antiguos;  v.  Mendoza,  76. 

(i)  Los  pretéritos  traje,  dije,  duje  pierden  en  la  última  persona  la  i  del  diptongo  ie:  asi 
se  dirá  dijeron  y  no  dijieron. 


Verbos         Irregularidad 


-  164  - 
Compuestos        Verbos 


Irregularidad 


Compuestos 


*  ducir. . .  I  duzco  (a) 2' 

f  duje 6 

(lat,  ducere  =  guiar.) 


lucir  (luzco)  (a) 2< 


a- 

con- 

do- 

e- 

in- 

intro- 

pro- 

re- 

se- 

tra- 

des- 

en- 

entre- 

pre- 

re- 

tras- 


B    Verbos  en  chir,  eir,  Uir,  ñir 

bruñir 5 

Í  escabullirse 
rebullirse 
za-  ó  zam- 

ceñir 3  y  sí  ^^^' 

•^     /  re- 


deslelr 3y5 

engreír 3y5 

engullir 5 

freír 3  y  5  |  re- 

Partic.  freído  y  frito. 

gañir 5  |  re- 
gruñir    5  I  re- 

guañir 5 

henchir  (b) 3  y  5  |  re- 
reñir  3y5 

retiñir  (unipers.) 5 

sal  ó  sarpullir 5 

heñir 3  y  5 

mullir 5  I  re- 
plañir  5  I  com- 

reír  (c) 3  y  5  |  son- 

!con- 
e- 
re- ó  restriñir 

teñir  (lat.  iingere) ^  y  ^1  re-' 


(aj  Eu  los  antiguos  se  ve  alguna  vez  cnnvortida  la  c  del  presente  en  g;  produzgo 
(Alarcon,  291;  reduzgn  (Calderón,  3.",  654);  dciliizga  (Id  ib.,  708").  También  se  hallan  al- 
gunr>8  pretéritos  regulares,  que  no  deben  imitarse:  tales  son: prodnció  (Castellanos,  188'); 
reduciese  (Id.  544');  ?7já?ícíó  (Herrera,  F.,  302'— Castellanos,  428'— Salustrio,  482');  prodttci 
(Candamo,  LVllI,  574');  iraducí  (Rojas,  55);  introdnciste  (Moreto,  54'),  y  otros. 

(b)  Todos  los  modernos  niegan  áeste  verbo  la  irregularidad  f).*,  mas  sin  fundamen- 
to sólido.  Cierto  que  hallo  hinchicro)},  hinchió,  etc.,  en  Ercilla,  42— Castellanos,  256,  287, 
481  — JovollanoB,  11,  29— Rivadoneira,  LX,  374— Granada,  VIII,  550';  y  recuerdo  haberle 
hallado  también  en  Moratin  (Leandro).  En  primer  lugar,  dudo  de  la  autenticidad  de 
muchos  ejemplos  de  esos;  porque  el  del  P.  Granada  *A  los  hambrie/ttos  hinchió  de  bienes*, 
le  he  encontrado  en  otra  edición:  'A  los  hamhrieiüns  hinrhñ  de  bienes*.  En  segundo  lugar, 
nada  valen  esos  ejemplos  contra  los  siguientes:  Hincheron,  etc.:  Oña,  453'— Valbiíena, 
341— Hojcda,  430',  441'  (bis)— Virués,  513',  563'— Tirso,  280''  -Vegas,  553'-Ribera  (Luis), 
62— Castellanos,  15',  136',  277,  232,  404'— Arjona  (Juan),  120— Fr.  Luis,  65'— Mendoza, 
68— Anón.,  XVI,  154— Estobanillo,  367'— Melóndoz,  152',  184,  189, 195,  228,  239'— Forner, 
298'-Barbero,  575'-Villanuova,  598"— Boña,  646— Tapia,  682"— Moratin  (Nicolás),  1", 
4r-Quintana,  432-Id.,  LXVII,  201'. 

7/í/ír//ó; Ercilla,  125— Castillejo, 248'  -Mendoza,  9:j-  Castellanos,  147'— Arjona(Juan), 
135— Ribera  (Luis),  288'— Molóndez,  261— Noroña,  462,  472. 

En  tercer  lugar  va  la  razón  eufónica:  el  diptongo  detrás  do  ch  es  tan  cacofónico  y  di- 
fícil como  detrás  de  //  ó  ñ. 

(c)  Esto  verbo  puedo  conjugarse  sin  la  5.*  irregularidad;  v.  gr.,  rii/ó,  riyera,  riycse, 
en  lugar  do  rió,  riera,  riese.  Estas  tienen  dos  irregularidades;  aquéllas,  la  3.*  sola. 


-  1G5  - 

Del  catálogo  de  estos  verbos  se  desprende  que  todos  ellos  tienen  la  5.* 
irregularidad,  lo  mismo  que  el  verbo  tañer  de  la  2.*  conjugación.  Y  la  causa 
no  es  otra,  sino  la  dificultad  del  diptongo  ié  ó  ¿ó  después  de  ch,  i,  II  ó  ñ.  Y 
notemos  también  que  todos  los  verbos  que  en  la  radical  tienen  e,  la  con- 
vierten en  /,  siguiendo  la  3.*  irregularidad. 

C. — Verbos  en  üir. 

Todos  I  Pres. — uyo, — uyes ...  1  y  2. 

Admiten  la  y  después  de  la  radical  en  todas  las  consecuentes  de  las  irre- 
gularidades 1.*  y  2.* 

Nota. — El  catálogo  de  estos  verbos  irá  en  el  capítulo  lY  del  libro  si- 
guente. 

Del  verbo  huir  sólo  se  usa  el  infinitivo  y  el  participo  huido. 

La  Academia  dice  que  inmiscuir  es  regular  y  no  sé  por  qué.  Mucho  peor 
parece  inmiscua  que  inmiscuya,  y  si  está  bien  el  pretérito  inmiscuyó  ¿por  qué 
ha  de  estar  mal  el  presente  imniscuyo?  ¿Y  qué  razón  hay  para  qué  sólo  él 
entre  los  en  üir  sea  regular?  Ni  tampoco  alcanzo  la  razón  por  qué  muchos 
le  hacen  defectivo.  Si  se  le  conjuga  (como  debe  ser)  inmiscuyo,  inmiscuyes, 
etcétera,  no  es  defectivo. 

Luir  (de  hio  =  disolver,  pagar)  es  irregular  también,  aunque  algún  gra- 
mático diga  lo  contrario,  y  lo  mismo  su  compuesto  diluir.  También  tiene 
la  significación  de  rozar,  como  usado  en  vez  de  ludir;  y  en  este  sentido  es  re- 
gular (a). 

D. — Yerbos  con  las  irregularidades  1  y  4. 

adherir  (lat.  adhaerere). 


arrepentirse, 
dormir. 


ferir  (lat.  ferrc  =  llevar).. 


*  gerir  (lat.  gerere  =  llevar). 

herir ^ 

hervir I  re- 


™entir ¡j.^^ 

morir  (partie.  muerto)  (b).  .  j      ,^ 

a- 
con- 

sentir <(  di- 

pre- 
re- 
ad- 
con- 

*  vertir  (lat.  verteré,  lo  mis-\  contra-  (c) . 

mo  que  verter) )  contro- 

di- 
in- 
per- 
sub- 


(a)  Circuir  es  en  realidad  compuesto  de  ir,  pero  se  conjuga  como  los  demás  en  üir, 
también  subir  es  compuesto  de  ir,  y  sin  embargo  se  conjuga  regularmente. 

El  presente  de  huir  era  también  antiguamente  hiiigo,  con  sus  consecuentes  huiga,  et- 
cétera. Véase  Barbadillo,  272. 

(b)  El  uso  común  autoriza  el  empleo  de  los  tiempos  compuestos  de  morir,  en  la  sig- 
nificación transitiva  de  matar:  V.  Calderón,  2.'',  630. 

Tarde  medicina  aplicas  |  A  quien  han  muerto  los  cielos.     (Lope,  1.°,  21). 

(c)  Cubillo,  182'. 


-  166  - 


E. — Verbos  con  la  3.*  irregularidad. 


concebir  (a), 

embestir. 

derretir. 

erguir  (b)  (irgo,  etc.) 

gemir. 

*  legir  (de  legere  =  elegir). 


co- 
e- 


medir  (lat.  metiri) )  desmedirse. 

/  re- 


pedir  (lat.  petere). 


regir. . . 
rendir. 


seguir . 


des- 
ex- 
im- 
re- 

competir  (c). 
repetir. 
I  cor- 

/  con- 

)  por- 

pro- 

\  sub- 


i^.— Otros  verbos, 
asir  (asgo)  (e) 2 

oír. 


I  dos- 
'  des- 


oigo  

oyes,  oye. . .  oyen. .  j  entre- 
Imperaí.  oye '  tras- 
pudrir R  I 

Part.  podrido. 

Podrir  no  se  usa  fuera  del  infinitivo. 

I  ad- 

*  quirir  (lat.  quaerere) '  in- 

rcquerir  ly4 

I  salgo 

salir ..    saldré 

I  Impernt.  sal 

ungir R  I 

surgir R  I  re- 


vengo   2l  contra- 
vienes, viene. . . . 

vienen 

vine 6 

vendré 7 

ven 

viniendo 


ro- 
sobre- 


servir. .' |  de-  (d). 

!in- 
re- 
sobre- 

(t. — Verbos  defectivos. 

En  ffonoral  sólo  tienen  las  personas  cuya  terminación  empieza  con  /,  abo- 
limos, hlamiisfc,  manirá,  etc.,  (f).  Todos  son  ro^íularos,  excepto  los  cuatro  que 
tienen  e  en  la  radical,  los  cuales  admiten  la  4.*  irrejíularidad:  aguerrir,  aterir- 
se, empedernir,  preterir. 

embaír. 

empedernir. 

garantir. 


abolir. 

aguerrir. 

aterirse. 

blandir. 

desmarrirse. 

despavorirse 


manir. 

preterir. 

usucapir. 


Alfíunos  de  estos  verbos  no  so  usan  sino  on  muy  j)ocos  tiempos  y  perso- 
nas; pero  oreo  que  no  se  deben  prohibir  sino  on  las  consecuentes  de  la  1.* 

(a)  Sus  hermanos  percibir  y  recibir  (regularos),  oran  antiguamente 7>erce6ir  y  recebir: 
Ercilla,  :{•'.•— f)ña,  411'. 

(b)  Esto  verbo  admito  (á  voluntad)  la  irregularidad  1."  on  voz  do  la  ¡3."  en  las  con- 
socuentos  do  aquélla:  yergo,  yergues,  yérguete,  ote,  (Lope,  3.°,  291"). 

(c)  t  por  d. 

(d)  Tirso,  342. 

(o)     Ante  por  fUHe:  Valdiviolso,  LVIU,  22R',  240'  (bis). 

(f)     Esto  quiero  decir  quo  carecen  do  las  consecuentes  de  la  1.*  irregularidad. 


-  167  - 

irregularidad,  en  que  tienen  una  forma  ingrata  al  oído  y  nunca  usada  por 
nadie. 

177.  Participios  irregulares: 

1°  El  de  los  verbos  irregulares  decir,  hacer,  morir,  poner,  solver,  ver  y 
volver.  2.°  El  de  los  regulares  abrir,  cubrir,  *scribir,  imprimir:  abierto,  cubier- 
to, scrito,  impreso  (1).  3.''  Los  yerbos  Jreír,  prender,  proveer  y  romper,  además 
del  participio  regular  tienen  otro  irregular:  frito,  preso,  provisto  y  roto  (2), 
los  cuales  sirven  como  los  regulares  para  formar  los  tiempos  compuestos. 

Notas.— 1.^  Muchos  verbos  tienen  un  adjetivo  verbal,  llamado  participio 
en  las  Gramáticas,  derivado  del  pasivo  latino;  v.  gr.,  abstracto  de  abstraer,  tin- 
to de  teñir,  confuso  de  confundir,  etc.  Digo  que  éstos  no  son  participios  en 
castellano,  pues  nada  participan  del  verbo  sino  el  origen.  Lo  mismo  pudie- 
ran llamarse  participios  otros  como  ordenando,  futuro,  tremendo,  estable,  dúc- 
til, etc.  Para  que  sea  participio,  es  menestsr  que  el  adjetivo  conserve  el  ca- 
rácter y  naturaleza  del  verbo,  su  régimen,  etc.,  como  algunos  participios 
activos  le  conservaban  antiguamente;  v.  gr.:  «-Los  duros  clavos  \  Causantes  do- 
lores ba-avos»  (Montesino,  434'). 

2.*  AlgTinos  participios  suelen  á  menudo  usarse  como  activos,  por  ejem- 
plo: hombre  mwj  leido  ó  sabido^liombre  que  ha  leído  ó  que  sabe  mucho;  ca- 
tallo  bien  comido=que  ha  comido  bien.  Véanse  otros  muchos  en  la  Gramáti- 
ca de  la  Academia. 

Aetículo  4."— Complemento 

178.  Verbos  unipersonales: 

1.°    Acaecer,  acontecer,  atañer,  conceriiiir  y  retiñir. 

2.^    Amanecer  y  anochecer,  teniendo  por  sujeto  la  palabra  día. 

3."  Haber  significando  existir;  v.  gr.:  hay  un  signo,  hay  seis  cartas.  Este 
verbo,  como  ya  se  ha  dicho,  tiene  una  sola  terminación  en  cada  tiempo  para 
ambos  números.  La  forma  ha  solamente  se  usa  para  expresar  transcurso  de 
tiempo;  v.  gr.:  ha  tres  días,  y  en  la  locución  ha  lugar,  ó  no  ha  lugar  á...  Signi- 
ficando tener,  también  se  dice  ha:  pero  entonces  no  es  unipersonal. 

4.*^    Hacer,  en  frases  como  estas:  hace  frió,  hace  ocho  días. 

5.°  Y  finalmente,  muchos  verbos  omnipersonales  en  un  sentido,  pueden 
ser  unipersonales  en  otro;  á  saber:  cuando  el  significado  de  la  3.*  persona  es 
inaplicable  á  las  demás;  como  suceder,  tocar,  importar,  parecer,  etc. 

179.  Verbos  impersonales: 

I.*'  Alborear,  amanecer,  anochecer,  oscurecer  (venir  la  noche),  y  los  de  fe- 
nómenos meteorológicos,  como  llover,  nevar,  tronar,  etc. 


(1)  Imprimido:  Castillejo,  1&3' — Castro  (G-uillen),  379.  No  sé  por  qué  no  ha  de  usarse  este  participio, 
como  el  de  sus  hermanos  comprimir,  deprimir,  exprimir,  reprimir  y  suprimir. 

(2)  Cuarenta  autores  puedo  citar  que  usan  el  participio  rompido;  digo  también  que  puede  usarse  solo 
y'unido  al  auxiliar,  según  se  desprende  de  este  pasaje  de  Lope,  2."  90  (diálogo  entro  Liseno,  Cornejo  y 
Feliciana): 


L.    Que  tengo  de  andar  buscando 

El  escritorio  rompido? — 
C.  Miralo,  Liseno,  bien. — 
F.    ¿Qué  es  eso? — L.  ¿Has  tú  por  ventura 


Rompido  la  cerradura, 
Y  el  escritorio  también? 
P.    ¿Góiao  rompido? — L.  Que  está 
Bota. 


-  168  - 

2."  Todos  los  verbos  en  la  voz  media  sin  sujeto;  v.  gr.,  aquí  se  duerme 
hieti — Se  los  premió  como  merecían. 

3."    El  verbo  me  pesa,  te  pesa,  etc.,  significando  arrepentirse  ó  dolerse. 

Nótese  que  en  sentido  metafórico  muchos  verbos  unipersonales  é  Imper- 
sonales pueden  dejar  de  serlo.  Ejemplos:  Amanecí  ei\fermo~ Cicei-on  tronaba 
contra  Catilina — Cielos,  lloved  al  Justo. 

180.  Voz  pasiva: 

Consiste  en  añadir  al  verbo  ser  el  participio  del  verbo  que  so  quiera 
conjugar;  v.  gi'.:  soy  amado,  eres  amado...  son  amados,  etc. 

181.  Voz  media  ó  reflexiva: 

A  semejanza  de  la  lengua  griega,  tiene  el  castellano  una  voz  media  entre 
la  activa  y  la  pasiva.  Consiste  en  ir  añadiendo  á  cada  persona  de  la  voz  ac- 
tiva el  pronombre  reflexivo  correspondiente:  me,  te,  se,  nos,  os.  Para  aclarar 
este  punto  oscuro,  pongo  el  siguiente  cuadro. 

Todo  verbo  transitivo  puede  estar  en  la  voz: 

Activa V.  gr.:  yo  lavo,  visto,  adorno,  ahorco  (á  otro),  (a) 

¡      o    •   -•  I  Per>:ona¡^lavürse,  vestirse,  adornarse,  ahorcar- 

bujetiva:  /■    '     ■        x  o-  i  •  I  4. 

,  ,       .   ,       .    \  56  (a  SI  mismo),  oi  la  acción  es  mutua  entre 

/  (el  suieto  eie-l  -.       i  •  n  -  i  • 

/       ,    •'         •    ,/  dos,  la  oración  se  llama  ríCíwroca;  verbigra- 
cutaporsis        •       l  x 

^  j  cía:  abrazarse,  (a) 

.  ■  '  \  Impersonal  {\.Ti^n\i.°  ahsolxxU)  y  reflexivo  se)\ 

Directa:    I  \      v.  (rr.:  mAtdLrse  es  yrarisimo  j^ecado.  (í\) 

(El  reflexi-j  ,'  Personal=^hañarse  (caj'-endo  en  el  agua)— wía- 

eelvo  es  acu-<;      Objetiva-  i      ^^^'•'"'í?  ('^^  ^^^^'  ^^  ^^n  andamio)— aíí'^rírr^e — 

•r:|sativo  di- L  ,     ".  ,  \     lleparsedcniiedo. ote.  El  trino  se  secó— Me  per- 

/■\  i  (el  suieto  re"i       , 

¿Irectoj.         I    -1      "'        X-  di  en  el  camino— Te  conáendLrás  yi  crrs  malo — 

■->— 1  I  '  icioeo   suire / 

(Se  dice  que  viene — Se  oye  que  haii  queira.  (b) 

»  I  unaaccionquoA  ^  %  „  ,    .^  -'  ^         ,.^ 

'O  \  iwwer.s'o^íflí;  lleva  otro  rogimen  en  acusativo; 

^1  no  procedo  dej      ^  ,      .  ■      ,      ,      .    ,  n 

Si  \  +•    •  1    nf     "^'-  í?^'"  -Aquí  no  se  premia  al  cobarde  íacus.) — 

"■  su   act/iviciaciji      ni.-  ■  ?  i  •  i  j  • 

I      tastiguesemeie  ise,  le,  acusativos;  me,  dati- 


Indirecta  (el  reflexivo  es  dativo=^ lavarse  la  cara — ponerse  lax  botas  -quitar- 
se el  sombrero — procurarse  un  pi/rsto  ffie  tomé  la  medicina — Te  perdiste  lo 
mejor — Micifuc  y  Zapiron  se  comieron  idi  capón,  (d) 

Cai(>sativia  fdirecta  ó  indirecta)  so  dice  cuando  el  sujeto  hace  hacerse  algo; 
pf)r  ojoiiiplo,  cortarse  í-/ 2^^/61= sacarse  xna  macla — graduarse  de  doctor= 
inscribirse  m  la  ronyreyacion.  A  vocos  lleva  delante  el  verbo  de  acción; 
V.  gr.:  Hizo  coronarse  ;r//— Mandó  hacerse  un  vestido,  (e) 
Pasiva V.  gi\:  yo  soy  lavado,  vestido,  adoi-iüido,  aliorcado  (por  otro),  (a) 


(a)  lln  latín  se  resuelven  comci  suenan  en  castellano. 

(b)  No  liay  exacta  correspondencia  en  latin:  unas  veces  son  intransitivas,  otra» 
pasivas. 

fe)     En  latin  son  pasivas,  cuyo  sujeto  es  el  acusativo  pnnc¡]>al,  no  el  reflexivo, 
(d)     En  latin  como  en  castellano;  porf»  onlinariamente  hay  <|Uo  omitir  el  rclloxivo. 
(o)     No  hay  exacta  correspondencia  en  latin. 


169 


Voz  media. 


De  la  misma  manera,  el  verbo  intransitivo  puede  estar  en  la 
"Voz  activa.  .  v.  gr.:  yo  caigo,  duermo,  muero,  etc.  (a) 

Personal=reirse,  caerse,  dormirse,  morirse,  quejarse,  salirse,  con- 
dolerse, marcharse,  etc.  «Las  once  dan,  yo  me  duermo  |  Quédese 
para  mañana  (Alcázar,  408).  (b) 

Impersonal=¡Qu6  lien  se  duerme  aquí!  =  Con  poco  se  vive  lien,  (c) 

Carece  de  voz  pasiva  propia.  Si  alguna  vez  se  junta  el  participio  de  un 
verbo  intransitivo  al  verbo  ser,  éste  hace  las  veces  del  auxiliar  haber; 
ejemplos:  Ya  era  llegada  la  hora  (=había  llegado)— Fa  es  muerto /¿<7flW0 
(=ya  lia  muerto). 
182.     Conjugación  perifrástica: 

Significa  el  propósito,  la  intención,  la  necesidad  ú  obligación,  la  inmi- 
nencia ó  proximidad  de  hacer  algo,  ó  la  necesidad  de  que  algo  suceda.  Su 
forma  ordinaria  es  ésta:  A  cada  tiempo  simple  del  verbo  haler,  se  agrega  el 
presente  ó  el  pretérito  de  infinitivo  del  verbo  que  se  quiere  conjugar,  según 
el  tiempo  sea  simple  ó  compuesto,  interponiendo  siempre  la  preposición 
de.  Así: 

Indic.  pres.  He  de. .... .  amar  (ó  el  que  sea). 

Imperf.". ..  Había  de...  amar. 

Pretér.°...  Hube  de  amar;  ó  he  de  haber  amado. 

Plusc Había  de haber  amado,  etc. 

Carece  de  imperativo,  y  de  futuro  de  infinitivo  (porque  el  presente  y  el 
pretérito  tienen  por  sí  mismos  carácter  de  futuros);  pero  no  de  gerundio. 
También  carece  de  participio.  La  perífrasis  cabe  también  en  las  voces  me- 
dia y  pasiva:  v.  gr.:  yo  he  de  alegrai  me— yo  he  de  ser  amado. 

Hay  además  en  castellano  otras  formas  perifrásticas,  tales  como  ir  «... 
estar  para...  tener  que...  ó  tener  de...  (en  presente),  deber  de...  (indicando  supo- 
sición ó  sospecha),  hay  que...  había  que...  etc. 

Notas.— 1.^  Todos  los  tiempos  compuestos  de  activa  y  todos  los  de  pasi- 
va pudieran  ser  llamados  perifrásticos,  por  cuanto  son  perífrasis,  circunlo- 
quios ó  rodeos  de  palabras;  pero  no  se  les  da  ese  nombre. 

2.*  El  verbo  deber,  significando  obligación  ó  necesidad,  no  admite  detrás 
de  sí  la  preposición  de,  en  lo  cual  pecan  algunos  castellanos.  Cuando  signi- 
fica suposición  ó  sospecha,  puede  suprimirse  la  preposición.  Véanse  estos 
ejemplos  de  Tirso,  483"  (entre  muchos  buenos  que  pudiéramos  citar): 


Aun  no  debo  estar  despierto. 
Sin  duda  debió  de  entrar, 


Y  el  asombro  repentino 
De  verme  aqui  cuando  vino. 
Le  debió  de  desmayar. 


(a)  En  latin,  lo  mismo. 

(b)  En  latin,  lo  mismo;  pero  sin  reflexivo.  En  castellano  no  siempre  el  reflexivo  es 
pleonasmo. 

(c)  En  latin,  pasivas. 


-  170  - 

3.*  Aunque  la  Academia  dice  que  de  la  perífrasis  tener  de...  no  se  usa  más 
que  la  1.*  persona  tengo  de...,  es  muy  cierto  que  nuestros  poetas  la  han  usado 
en  todas  las  personas  del  presente  de  indicativo. 

Tengo  de Tirso,  282' -Moreto,  43'— Valdivielso,  LVIII,  207' 

^Tie7ie8  de Sánchez  (Miguel),  29'— Tirso,  7',  277,  278'— Vélez  (Luis),  164"— Cué- 

llar,  608"— Valdiviolso,  LVIII,  207,216.  (1) 

Tiene  de Sánchez  (Miguel),   23',  2G"— Miraderaescua,  10"— Tirso,  107,  520", 

585',   l'J7'— Anón.,  XXXV,  392'  — Castellanos,   14',  292.-Arjona 
(Juan),  90,  91'  -Villaviciosa  (José),  6J2.— Matos,  316". 

Tenemoa  de Lopo,  1."  541'— Villaviciosa,  583. 

Tenéis  de Barbadillo,  270"— Mejía,  397'. 

Tierien  de Castellanos,  3S'— Quevedo,  409'— Tirso,  137',  490,  560". 

Y  no  liabiendo  razón  para  desechar  como  incorrectos  estos  ejemplos, 
debemos  decir  que  aquella  limit;icion  se  puso  allí  inadvertidamente. 

4.  La  perífrasis  hube  de...  signiñca  en  castellano  lo  mismo  que  tuce  que... 
es  á  saber,  la  necesidad  que  hubo  de  verificarse  lo  que  el  verbo  significa,  y 
que  realmente  se  verificó;  v.  gr.:  Como  no  tenia  luz,  hube  de  estar  á  oscuras. 
Los  gallegos  la  dan  el  sentido  de  estuve  á  ¡yunto  de  una  cosa  que  no  se  veri- 
ficó; v.  gr.  Por  poco  hube  de  caer  al  río;  esto  es,  j)or  poco  caigo,  pero  no  caí.  En 
este  sentido  no  está  admitida  en  la  lengua  castellana. 

Artículo  5.°— Phosodia  verbal 

183.  Según  lo  dicho  en  los  números  167  y  172,  consideramos  como  radi- 
cal de  un  verbo,  lo  siguiente: 

En  los  presentes  y  pretéritos,  lo  que  queda  á  la  izquicnla,  separando  las 
terminaciones  ar,  er,  ir, p,  a,  e.  i,  etc.  (2) 

En  el  futuro  de  indicativo  y  consecuentes,  el  presente  de  infinitivo  del 
verbo  que  se  conjuga;  ó  sea  lo  que  queda,  separando  los  sufijos  é,  ás...,  ía, 
etcétera.  (3; 

184.  Reglas.  I.**  Todos  los  monosílabos  verbales  son  tónicos.  Si  en  ellos 
hay  diptongo,  el  acento  está  siempre  en  hi  vocal  fuerte,  ó  en  la  2.*  si  ambas 
son  déljiles;  v.  gr.,  dais,  dio,  fui 

Nola.—YX  verbo  estar  es  propiamente  nKmosilábico,  pues  la  e  inicial  es 
puramente  eufónica:  c)star,  como  e)strofa,  e)stilo,  c)spcro.  Al  contra- 
rio, el  verbo  ver  es  en  rigor  disílabo:  vccr.,  como  se  decía  antiguamente 
(vces,  vee,  veen):  su  radical  es  ve,  y  esta  vocal  se  suprime  delante  de  otra  e 
ó  de  diptongo:  ves,  viendo,  vio,  on  lugar  do  vces,  veyendo,  veyó  =  ve-es, 


(1)  Sin  de:  Rompor  tipnr>s  Ion  /.apatas  (Lopo,  1,"  39).  Trasposición  violi-nta. 

(2)  Lus  torniitiacioiioM  ar,  rr,  ir,  oorrospoii'loii  á  l.is  latiuas  are,  ere,  err,  iré.  Sijjuicnilo  ol  oastollano  su 
inolinanioii  i'i  suprimir  las  voc..ilos  oxtroinas,  olitiilni'i  la  c  tiiial  latina:  alargó  los  intinitivos  «lo  la  :<.*, 
que  oran  un  obstáculo  para  la  u  niforini'lail  tiuiira;  y  asi  formi'i  los  intinitivos  aif  u<los  qu«  hoy  tononíou. 
Do  am'ir(»,  mover(e,  iirntir(e  saliorou  atuir ,  mover,  sentir;  y  conformo  »  éstos  so  formaron  todos  los 
doniás. 

(•S)  Ln  irregalaridari  do  los  futuros  está  slempro  on  la  radical.  Los  antii^uos  solian  oniitir  la  última 
vocal  radical  de  los  futuros  pnnrri.  tenerif,  venir^,  (quo  ahora  cambiamos  on  d),  y  trasponían  por  mótate- 
ais  l»s  cuusouantos,  dicioodo  parné,  lerni,  verné,  y  lo  mismo  od  sus  coosücueutoa,  vtrnta,  Urnia,  etc. 


—  171  — 

ve-tendo,  ve-tó.  Circundar  se  conjuga  regularmente,  como  si  no  fuera  com- 
puesto de  dar. 

Regla  2.* — Todas  las  consecuentes  de  la  1.*  irregularidad  tienen  el  acen- 
to en  la  última  sílaba  radical:  v.  gr.,  dm-o,  óig  o,  cáig-o,  hiél-o,  piéns-o, 
téng-o,  rí-o,  hiíy-o,  etc. 

Esta  regla  no  tiene  excepciones;  pero  en  algunos  verbos  ofrece  dificultad 
la  determinación  de  la  última  sílaba  radical.  Para  esto  se  ha  de  observar  lo 
siguiente: 

I.**  Vocales  contiguas  delante  de  la  última  consonante  radical. — a)  Si  am- 
bas son  débiles  ó  ambas  fuertes,  el  acento  está  en  la  2.^;  empeór-o,  arruín-o, 
triúnf-o.  Prescindimos  ahora  de  si  forman  ó  no  diptongo:  eso  lo  veremos 
en  el  libro  cuarto,  b)  Si  las  vocales  son  débil  y  fuerte,  ó  fuerte  con  débil,  el 
acento  está  en  la  fuerte:  arriésg-o,  persuád-o,  manióbr-o,  réin-o,  óig-o. 
Pero  tendrán  el  acento  en  la  débil:  1.°,  cuando  ésta  es  inicial  del  segundo 
elemento  de  un  compuesto;  v.  gr.  aír-o,  aísl-o,  aiUl-o  (del  lat.  ululare), 
atin-o,  rei'in-o.  2.",  en  aupar,  baraustar,  desamar,  embaular,  maullar,  trai- 
llar, y  acaso  alguno  más.  Se  dirá,  pues,  aupo,  de  saíno,  embaúlo,  matíllo, 
atraillo,  y  no  aupo,  barausto,  desaino,  embaulo,  maullo,  etc.  (1)  Nótese 
que  si  entre  las  dos  vocales  hay  h,  no  son  contiguas,  y  por  tanto,  el  acento 
estará  en  la  segunda:  ahtim-o,  desahucio  (y  no  desahucio).  V.  Quevedo,  65 — 
Calderón  LVIII,  299,  433'. 

2.°  Radical  terminada  en  vocal  fuerte. — En  ella  estará  el  acento,  según 
la  regla:  v.  gr.  delinean  (^Iriarte,  30) — purpureas  (Cañizares,  593— Cienfue- 
gos,  8").  Por  tanto,  es  sístole  intolerable  decir  delinean  (Anón.  XLIX,  175 
— Villan-oel,  68'— Iglesias,  443'— Forner,  327'). 

3.°  Verbos  en  uar. — La  última  sílaba  radical  de  estos  verbos  es  la  u;  pero 
de  los  en  cuar  ó  guar  lo  es  la  vocal  que  precede  á  la  consonante  gutural: 
así  se  dirá  acentú-o,  perpetú-o,  individú-o;  santiguo,  evacuó,  fraguo,  pro- 
miscuo. Y  no  promisciio,  como  veo  escrito  en  algún  periódico.  Cuando  á  la 
ti  precede  una  gutural,  dicha  u  se  combina  en  diptongo  con  la  vocal  de  la 
terminación. 

4.''    Verbos  en  üir — Lo  u  es  la  última  radical,  según  la  regla. 

5."  Verbos  en  iar — En  la  mayor  parte  de  ellos,  la  /  se  combina  en  dipton- 
go con  la  vocal  del  aumento:  por  tanto,  la  última  sílaba  radical  es  la  pre- 
cedente: V.  gr.,  lid-io,  sác-ias,  prém-ie.  Así  han  de  conjugarse  también 
agriarse,  ansiar,  cariarse,  auxiliar,  conciliar,  espaciar,  paliar,  radiar, 
rumiar  y  vaciar,  como  se  probará  detenidamente  en  el  libro  cuarto  (cap.  V, 
art.  4.°) 


(1)    Chillan,  aullan,  ladran  |  Maullan  y  berrean  (Jérica,  715"). 
Ocasión  tiene  grande  de  tenerle, 
¡Ay  de  mi!  si  el  Señor  no  barausta 
Sus  pensamientos.  (Vegas,  517). 

De  tmhaxtcar  debe  decirse  emháuco  (Barbero,  &2i),  no  embauco  (Villaviciosa,  581). 
Mal  dicho  embaulo  (Tirso,  464"). 

El  con  maullo  (sust)  habló  y  ella  con  mirlo.  (Lope,  5."  437). 


—  172  — 

Excepciones.  Pero  hay  algunos  que  tienen  el  acento  en  la  /'  final.  Estos 
son:  1.**  Todos  los  disílabos;  criar,  fiar,  liar,  vTar,  etc.,  con  sus  compuestos, 
y  nótese  que  también  pertenecen  á  esta  clase  adiar  (de  día),  ejspiar  (de 
specular!=miraT),  ejstriar  (de  strfaj,  aviar,  etc.  (Libro  cuarto,  cap.  V, 
art.  3.°).  2.°  Los  polisílabos  siguientes: 


ampliar 

avallar 

averiarse 

contrariar 

cuantiar 

I  acuantiar 
chirriar 
descarriar 
enlejiar 


espurriar 

extasiarse 

gloriarse 

—  grafiar 

/     esgrafiar 
'     fotograriar 

(litografiar 
telegrafiar 
y  los  semejantes 


hastiarse 

I  enhastiarse 
rociar 
variar 

I  desvariar 
vidriar 
vigiar 
zurriar 


Regla  3.*  Todas  las  formas  verbales  que  no  sean  consecuentes  de  la  1.* 
irregularidad  tienen  el  acento  en  la  primera  vocal  do  la  terminación;  pero 
si  ésta  cf)mienza  con  z'c,  io,  el  aconto  so  colocará  en  la  vocal  fuerte.  Ejem- 
plos: amamos,  tem-ías,  hah-éis,  part-ieudo,  o-ído,  rc-ido,  iujlü-ido;  dij- 
imos, tím-tó,  sal-i éron,  cre-yére;  amar-éis,  teridrriais.  (1) 

Excepciones.  1.*  Los  imperfectos  irregulares  era,  iba,  tienen  el  acento 
en  la  jirimera  vocal,  que  es  la  radical. 

2.**  La  L*  y  3.*  persona  singular,  de  los  pretéritos  irregulares  (6.*  irre- 
gularidad), tienen  el  acento  en  la  radical:  tiív-e,  túv-o,  dij-c,  dij-o.  Las  demás 
siguen  la  regla. 

185.  Corolarios. — 1."  Luego  la  colocación  del  acento  en  la  conjugación 
castellana,  no  depende  de  la  cantidad  de  las  sílabas. 

2."     Luego  tampoco  depende  de  la  letra  final. 

3."  Luego  en  castellano  la  colocación  del  acento  es  per  se;  y  que  la  in- 
flexiftn  resulte  aguda,  llana  ó  esdrüjula,  es  per  accidens. 

CAPÍTULO  IV 
Del  pronombre. 

Hemos  tratado  dol  verbo  en  ])rimor  lugar,  j)or(iuo  os  el  vocablo  cuya 
prosodia  es  más  uniforme  y  regular;  y  conviene  ir  descartando  dificultades 
en  un  camino  tan  intrinoado  romo  éste.  Siempre  dobo  jn-ocederse  de  lo  fácil 
ú  lo  difícil. 

186.  Pronombre  (proven  lugar  do;  ;/£7Wí';/=nombre)  es  un  vocablo  que 
se  pono  r-n  lugar  dol  nombre  común  ó  propio,  para  evitar  la  enfadosa  repe- 
tición del  mismo. 

Los  pronombres  son  de  seis  clases: 

1."    Personales:  los  que  se  ponen  en  lugar  de  las  personas,  sin  relación 


(1)    lÍKlamente,  puon,  diccD  algiinoH  palontinos  eáido,  tráióU),  on  vez  de  caido  y  (raido. 


-  173  - 

ni  subordinación  alguna:  yo,  tú,  él,  en  singular;  nosotros,  vosotros,  ellos,  en 
plural.  Yo  j  tú  sirven  para  los  dos  géneros:  nosotros,  vosotros,  ellos  tie- 
nen también  terminación  femenina:  él  tiene  tres  terminaciones,  él,  ella,  ello, 
cada  una  para  su  género. 

2.*  Rejlexivos:  son  los  que  se  ponen  en  lugar  del  sujeto  de  la  misma 
oración  en  que  aquél  se  halla.  En  las  personas  1.*  y  2.*  los  mismos  persona- 
les sirven  de  reflexivos:  en  la  3.*  el  reflexivo  es  se,  sí. 

Naturalmente  carecen  de  nominativo. 

3.*  Demostrativos:  los  que  demuestran  ó  señalan  las  personas  ó  cosas 
con  relación  á  lugar  ó  tiempo.  Son  todos  de  3.*  persona:  éste,  ése,  aquél  en 
el  género  masculino;  ésta,  ésa,  aquélla  en  el  femenino;  esto,  eso,  aquello  en 
el  neutro.  Los  de  los  géneros  masculino  y  femenino  tienen  plural:  el  del 
neutro,  no;  pues  el  género  neutro  no  tiene  plural  en  castellano. 

4.*  Relativos:  los  que  sin  relación  á  lugar  ni  tiempo,  se  ponen  en  lugar 
de  una  persona  ó  cosa  ya  nombrada  en  una  oración  para  representarla  en 
otra  oración  añadida  para  determinar  ó  explicar  la  misma  persona  ó  cosa. 
De  éstos  ya  hemos  tratado  difusamente  en  el  cap.  I  de  este  libro. 

5.*  Interrogativos:  son  los  mismos  relativos  usados  con  interrogación, 
y  representan  anticipadamente  la  persona  ó  cosa  que  ha  de  servir  de  res- 
puesta á  la  pregunta.  Ejemplo:  ¿Qué  comes? — Pan.  Esta  oración  reducida 
á  enunciativa,  es:  Pan  comes  ó  comes  pan. — ¿Quién  llatna? — El  correo  {=el 
correo  llama.) 

6.*^  Indefinidos:  Son  los  que  se  ponen  absolutamente  por  personas  ó 
cosas  indeterminadas.  Uno,  otro,  alguien,  alguno,  nadie,  ninguno,  y  los 
relativos  indefinidos  cualquiera  y  quienquiera.  Todos  ellos  son  tónicos,  se- 
gún el  uso  castellano.  En  Navarra  hacen  átonos  uno  y  otro  cuando  son  ad- 
jetivos; como  en  las  locuciones  un  perro,  otro  día,  unos  cuantos,  otros  dies. 

Quien  y  cual  repetidos  suelen  también  usarse  como  indefinidos,  y  deben 
acentuarse  ortográficamente.  Ejemplo: 

Quién  cae  acá,  quién  cae  allá  aturdido.  (Ercilla,  76'). 
Cudl  ó  cudl  significa  alguno  que  otro.  Ejemplos  de  Tirso,  627'. 


Cuál  ó  cuál  tuvo  noticia 
Del  rigor  de  la  justicia. 


Agora  que  cuál  ó  cuál 
Sabe  el  daño. 


Cual,  después  de  cada,  también  es  indefinido.  En  la  locución  tal  para 
cual,  tal  ó  cual,  ambos  son  indefinidos.  En  la  frase  adverbial  tal  cual,  sig- 
nificando regularmente,  ambos  son  tónicos,  pero  ahí  son  adverbios.  Para 
esto  es  necesario  que  ambos  pertenezcan  á  una  misma  proposición.  Si  per- 
tenecen á  distintas  proposiciones,  el  cual  es  término  relativo  átono:  v.  gr., 
Estoy  tal  cual. — Lo  dejé  tal  cual  estaba. — ¿Cómo  le  dejaste?  Tal,  cual  (át.) 
estaba  (el  tal  pertenece  á  la  oración  interrogativa). 

De  los  relativos,  interrogativos  é  indefinidos  no  hay  más  que  decir.  Va- 
mos, pues,  á  tratar  de  los  otros  pronombres. 


-  174 


Aetículo  1.** — Phoxombees  personales  y  eeflexivos. 


187.     Declinación. — Estos  pronombres  tienen  dos  formas  en  el  dativo  y 
acusativo,  y  la  se^inda  de  ellas  nunca  lleval  preposición. 


1.*^  persona. 

^.^  persona. 

Beflexivo  de  3." 

Nominat.     » 

yo 

tú 

> 

Genit.        De 

mi 

ti 

si 

Dat.            A,  para 

mi,  me 

ti,  te 

6i,  se 

Acusat.      A 

mi,  me 

ti,  te 

si,  86 

Vocat. 

> 

tú 

> 

Ablat.     Z)e,  en,  etc. 

mi 

ti 

si 

Nominat.      ■ 

nosotros 

vosotros 

Genit.         De 
Dat.            Ampara 
Acusat.      A 

nosotros 
nosotros,  nos 

vosotros 
vosotros,  os 

Este  plural  es 

nosotros,  nos 

vosotros,  os 

lo  mismo  que  e 
sigular. 

Vocat.         > 

> 

vosotros 

Ablat.  Con,  rfe,  etc. 

nosotros 

vosotros 

Avías. — 1.*  La  proposición  con  unida  al  ablativo  de  singular,  forma  las 
palabras  conmigo,  contigo,  consigo  (ésta  última  vale  también  para  el  plu- 
ral), (a) 

2.*    En  plural  también  solía  decirse  nos  y  vos  en  lugar  de  nosotros  y 
vosotros. 

PRONOMBRE  PERSONAL  DE  3.*  PERSONA 


0 

I» 


13 

u 


Regla.— Ijü  primera  forma  de  todos  estos  ¡pronombres  es  siempró  tónica. 

Los  palentinos  hacen  ditónicos  los  pronombres  nosotros  y  vosotros,  se- 
parando los  elementos  componentes  de  los  mismos:  y  como  ol  otros  resulta 
subtónico,  parece  que  los  hacen  esdrújulos:  nosotros  y  vosotros.  Lo  consi- 
dero como  un  provincialismo  algo  tosco. 

Hoy  no  so  usa  nos  y  vos  sino  como  tratamiento,  ó  en  poesía,  ó  cuando  lo 
oxigo  la  gravedad  del  estilo. 


Masculino. 

Femenino. 

Xeidro 

N. 

El 

Ella 

Ello 

G. 

De 

El 

Ella 

Ello 

D. 

A ,  para 

El,  lo 

Ella,  la 

Ello,  lo 

Ac. 

A 

El,  lo 

Ella,  la 

Ello,  lo 

Ab. 

Con,  rfe,  e7í,  etc. 

El 

Ella 

EUo 

N. 

Ellos 

Ellas 

G. 

De 

Ellos 

Ellas 

D. 

A,  para 

Ellos,  les 

l'Jlas,  las 

Carece 

Ac. 

A 

Ellos,  los 

Ellas,  las 

Ab. 

Con,  de,  etc. 

Ellos 

Ellas 

(a)     Como  rareza  singular,  véase  este  ejemplo  do  Afán  do  Ribera  (XXXUI,  454): 


En  esto  mundo  enemigo 
No  hay  nadio  do  quion  fiar: 
Cada  cual  cuido  do  sigo. 


Yo  do  migo,  y  tú  do  tigo, 
Y  procurarse  salvar. 


~  175  - 

Artículo  2.° — Segunda  forma  de  los  pronombres  personales. 
(Dativos  y  acusativos.} 

188.  El  uso  común  y  general  de  Castilla,  excluyendo  solamente  algunos 
gramáticos  y  escritores  que  hablan  con  conocimiento  reflejo  de  esta  mate- 
ria, es  muy  diferente  del  que  prescribe  la  Academia.  Aquél,  tal  como  le 
hemos  expuesto  en  el  número  precedente,  hace  iguales  en  singular  los  acu- 
sativos á  los  dativos,  y  son  me,  te,  se,  le,  la,  lo. 

Dat ....     nos,  os,  se,  les,  las. 


En  plural •,     .  ,       , 

f    Acus.  . .     nos,  os,  se,  los,  las. 

Sistema  sencillo  y  claro,  que  no  da  lugar  jamás  á  confusiones;  porque 
el  vulgo  en  general  distingue  bien  de  géneros;  pero  en  faltando  las  prepo- 
siciones, no  distingue  de  casos. 

Mi  único  intento  en  esta  materia  es  sal'r  á  la  defensa  del  vulgo  caste- 
llano, puesto  injustamente  por  los  gramáticos  en  la  absoluta  necesidad  de 
hablar  mal.  Y  entiendo  yo  que  la  lengua  castellana  no  es  solamente  la  que 
hablan  ó  enseñan  los  gramáticos,  sino  también  la  que  habla  instintivamen- 
•  te  el  pueblo.  No  hemos  de  hacer  una  lengua  para  el  pueblo,  y  otra  para  los 
sabios. 

Partiendo,  pues,  de  este  principio,  haré  algunas  observaciones  sobre  el 
pronombre  de  3.*  persona. 

189.    Dativo  de  singular. — Dice  la  Academia  que  el  dativo  de  singular 
de  los  tres  géneros  es  le,  porque  es  el  equivalente  al  latino  illi. 

Esto  no  me  parece  concluyente.  Los  dativos  latinos  de  los  otros  pronom- 
bres son  mihi,  tibí,  sihi,  nohis,  vohis,  bien  diferentes  de  los  acusativos  me,  te, 
se,  nos,  vos;  y  sin  embargo,  en  estos  pronombres  á  nadie  se  le  ocurre  dar  otra 
terminación  al  dativo.  Por  tanto,  el  dativo  de  la  3.*^  persona  bien  puede  ser 
igual  al  acusativo. 

Tampoco  vale  la  razón  fundada  en  que  si  no  se  distinguen  los  casos,  ha- 
brá confusión.— No  la  hay  en  me,  te,  se,  le  (mase),  nos,  os,  ni  en  de  mí  (ge- 
nitivo y  ablativo),  ni  en  d  mí  (dativo  y  acusativo):  luego  es  ilusión  pensar 
que  la  habrá  en  la,  dativo  y  acusativo  femenino;  ó  en  lo,  dativo  y  acusativo 
neutro. 

Digo,  pues,  que  el  dativo  natural  é  instintivo  del  singular  femenino  es 
la,  y  que  éste  tiene  en  los  poetas  solidísimo  fundamento.  No  niego  que  al- 
gunas veces  digan  le  en  vez  de  la;  pero  es  mucho  más  frecuente  la,  Moreto 
(por  ejemplo)  usa  el  la  el  80  por  100  de  los  casos. 

Ni  hay  poeta  que,  refiriéndose  á  una  dama,  no  diga  hablarla,  servirla, 
decirla,  etc.,  etc.  Véase  algún  ejemplo: 

Rojas,  12. 


iBlanca  muerta!  No  lo  creo. 
El  cielo  vida  la  dé, 


Aunque  esposo  la  quité 
Lo  que  amante  la  deseo. 


17ü    - 


Calderón,  4.°,  193' 
Si  la  palabra  la  di, 
Y  la  palabra  la  dejo, 
¿Qué  la  debo? 


Lope.  1.°,  483' 
Yo  la  tengo  de  hablar... 
ProméteZa  plata  y  oro... 
Di  que  la  daré  un  tesoro... 
Y  áile  que  la  daré...,  etc. 


(Di/«  que  /a  daré,  sería  menos  euf(')nico,  y  en  este  caso  no  hay  confusión 
alguna.) 

En  ñn,  la  regla  de  la  Academia  es  imposible  de  cumplir.  ¿Cuántos  hay, 
aun  entre  los  doctos,  que  en  todos  los  casos  sepan  perfectamente  si  el  pro- 
nombre ha  do  estar  en  dativo  ó  en  acusativo? 

1 90.  Acusativo  de  singular. — Autoriza  la  Academia  el  uso  de  lo  en  vez 
de  le  masculino.  Si  el  uso  de  lo  es  habitual,  como  el  de  los  loístas  Hojeda 
y  Claramonte,  no  tengo  reparo  en  condenarle.  El  acusativo  natural  é  ins- 
tintivo del  singular  masculino  es  le;  y  éste  es  el  que  usan  casi  siempre  nues- 
tros mejores  clásicos,  lo  mismo  que  el  vulgo. 

Sin  embargo,  voy  á  ser  más  generoso  que  la  Academia:  no  me  atrevo  á 
condenar  el  uso  frecuente  del  lo  en  sustitución  de  nombres  masculinos  ó 
femeninos.  La  razón  es  muy  sencilla.  Por  una  ficción  mental,  que  consiste 
en  abstraer  del  género,  suele  el  pueblo  castellano  considerar  como  neutras 
muchas  cosas,  especialmente  aquellas  cuyos  nombres  tienen  suposición  par" 
ticular  confusa,  v.  gr.,  las  cosas  que  se  miden  ó  se  pesan.  Ejemplos:  ¿Quieres 
pan?— No  lo  quiero— ¿Tiene  agua  este  botijo?— No  lo  tiene.  Otras  veces  la 
ficción  consiste  en  considerar  al  objeto  como  una  cosa  indeterminada  y  con- 
fusa, como  se  ve  en  este  ejemplo  de  Caldoron  (2."  19G"): 

No  puede  estar  aqui  nadie, 
Que  matar/o  ó  conocer/o 
Ya  no  me  importe. 

Con  esta  ficción,  no  veo  por  qué  ha  de  reprenderse  el  uso  del  lo,  que  de 
suyo  os  neutro,  representando  nombres  de  otro  género.  Cuando  no  pueda 
haber  lugar  á  osa  ficción,  ropruebo  tal  uso,  como  solecismo. 

191.  Dativo  de  plural.Sogun  la  Academia,  ol  dativo  es  les  para  los  dos 
génoros. 

1."  Convengo  en  que  en  los  escritores  lo  común  y  ordinario  os  les  para 
el  dativo  masculino,  y  los  para  ol  acusativo;  poro  yo  me  abstendré  de  llamar 
reprensible  incorrección  ol  uso  de  los  i)ara  ol  dativo,  y  de  les  j^ara  el  acu- 
sativo. En  esta  mi  tierra  ol  uso  de  los  para  ambos  casos  es  mucho  más  fre- 
cuento quo  ol  do  les:  poro  hay  otras  regiones  on  quo  ol  uso  do  les  para  am- 
bos casos  os  más  frecuente  cjuo  ol  de  los. 

Y  por  una  sutileza  metafísica  ¿vamos  á  tachar  do  incorrecto  al  pueblo 
rastel  laño?  ¿Es  cosa  fácil  para  ol  puoblo  distinguir  ol  acusativo  del  dativo? 
Pues  si  no  lo  es,  digamos  que  su  confusión  os  natural  on  castellano.  Vn  caso 
liay  on  que  la  eufonía  sii-ve  de  distinción,  y  os  cuando  al  dativo  sigue  el  acu- 
sativo los;  V.  g.: 


—  177  — 

Les  tengo 
De  seguir  todos  los  pasos, 
De  medir  todos  los  dedos, 
De  contar/es  las  visitas, 
De  saberles  los  deseos, 
De  aniquilarles  los  gustos 
Y  soplarles  los  secretos.      (Enriquez,  485') 

2.°    El  dativo  natural  é  instintivo  del  plural  femenino  es  las,  como   el 
acusativo,  y  no  faltan  ejemplos  en  los  poetas. 

¿Y  qué  joyas  las  has  dado? 

— Las  más  ricas,  más  hermosas. 

Más  lucidas,  más  curiosas 

Que  tengo  de  tus  haberes, 

Para  mostrar/as  quién  eres.     (Calderón,  3.",  677'''). 

Con  todo,  hay  casos  en  que  el  sentido  ó  la  concurrencia  del  las  hace  que 
■se  distingan  el  dativo  y  el  acusativo;  v.  gr.: 

(el  agua)  A  las  serpientes 

El  veneno  les  apaga.  (Zabaleta,  518.) 

192.  Acusativo  sirviendo  de  nominativo. — Ejemplos: 

A  daros  he  entrado  aqui 

Satisfacción— ¿HayZa?— Si.  (Zamora,  462'). 

El  lo  neutro  es  el  predicado  general:  los  otros  pronombres  no  sirven 
para  predicados;  v.  gr.:  Parece  buena  y  no  lo  es — Parecen  buenas  y  no  lo 
son.  Y  la  causa  es  que  el  predicado  se  toma  siempre  en  la  suposición  abso- 
luta, ó  sea  por  la  naturaleza  ó  cualidad  de  la  cosa.  Los  otros  pronombres 
representan  á  las  personas. 

193.  Dativo  ético. — Ocurre  con  frecuencia  el  dativo  redundante  y  enfá- 
tico, llamado  ético,  v.  gr.: 

No  te  me  hagas  sofista.  (Lope,  1.",  130.) 

No  te  me  pierdas,  Zoquete.        (Cañizares,  648".) 

Blanca  me  era  yo.  (Lope,  4.*^,  266".) 

Ese  castigo  no  te  le  merezco.      (Morete,  398".) 

Siempre  se  son  lagañas. 

Aunque  Lucinda  las  tenga.        (Quevedo,  183.) 

Traigo  orden  de  prender. 

Si  á  Milán  revuelvo,  un  hombre... 

Y  no  le  sé  más  que  el  nombre.     (Calderón,  3.°,  611'.) 

No  sabéis  lo  que  os  cantáis.         (Id.,  2.",  21'.) 

194.  Colocación  de  estos  p-onmnhres. — Antiguamente  era  indiferente  co- 
locarlos delante  ó  detrás  del  verbo  en  todos  los  modos.  Hoy  el  uso  esta- 
blece la  regla  siguiente:  en  los  modos  personales  (excepto  el  imperativo),  lo 
más  común  es  preponerlos  al  verbo:  en  el  imperativo  y  los  impersonales 
siempre  se  posponen. 

12 


-  178  - 

Cuando  ocurren  dos  verbos,  uiio  rigiendo  á  otro,  puede  el  pronombre 
colocarse  donde  se  quiera,  con  tal  que  no  sea  detrás  de  preposición  (lo  cual 
era  frecuente  entre  los  antiguos);  pero  es  mejor  colocarle  detrás  del  verbo 
que  le  rige.  Ejemplo:  Le  voy  á  buscar  (bien)—  Voy\h  á  buscar  (no  tan  bien)— 
yoy  d  buscarle  (mejor)— Fojy  d  le  buscar  (mal). 

Antiguamente,  solían  preponer  el  pronombre  al  imperativo  (1)  y  á  los 
modos  impersonales:  v.  g. 

Al  Conde  saca  libre,  y  al  momento 

A  mí  y  á  Celia  nos  le  trae  (en  vez  de  tráenosle). — (Lope,  1.°,  33"). 

Se  hi20  hombre  por  nos  redimir  .—Para  se  lo  dejar  entre  renglones^. 
(Castellanos,  20'). — 5/«  se  fiar  la  oveja  de  su  cria.  (Sor  María,  445'). 

A  tanta  maravilla 

En  plateado  grupo  se  juntando 

Los  peces  á  la  orilla, 

Al  aire  respirando, 

De  las  húmedas  grutas  se  alejando.  (Carvajal,  575). 

En  los  tiempos  compuestos  del  auxiliar  haber,  el  pronombre  se  colocará 
delante  ó  detrás  del  auxiliar,  pero  no  detrás  del  participio,  á  no  ser  que  ésto 
preceda  al  auxiliar.  Puede  decirse:  me  ha  dado  miedo,  hame  dado  miedo, 
y  dddome  ha  miedo;  pero  no  miedo  ha  dddomc,  como  feamente  escribió 
Calderón  (3.°,  96'):  Nunca  habéis  YÍsto/o5.í'— Sí. 

Cuando  en  una  misma  oración  concurre  el  pronombre  se  con  otro  de  los 
personales,  aquél  debe  siempre  preceder;  v.  gi\,  se  me  ofrece^  se  te  importa, 
se  nos  da,  etc.  Y  no  me  se  ofrece,  como  muchos  erróneamente  dicen,  sin 
fijarse  en  que  nunca  dicen  le  se  ofrece;  y  la  ley  debo  ser  igual  en  todos  lo» 
casos.  Cuando  se  sufijan  tres  pronombres,  el  primero  es  se;  el  segundo,  otra 
de  1.*  ó  2.*  persona;  el  tercero,  el  de  3.*  persona;  v.  gr.,  castíguescmele.  Sin 
embargo,  tres  pronombres  juntos  no  están  bien. 

195.  Prosodia  de  los  pronombres  delante  del  verbo. — Todos  son  átonos; 
pero  los  que  se  hallen  detrás  de  proposición,  ó  dolante  do  imperativo,  ó 
mcdo  impersonal,  son  tónicos. 

La  razón  do  la  primera  parto /Os  el  uso  corriente:  la  razón  de  la  segunda 
parto  es  la  atonía  mal  sonante,  y  la  confusión  del  imperativo  con  la  3.^  per- 
sona del  presente  de  indicativo.  Si  dices  mé da,  entiendo  que  es  imperativo; 
pero  si  haces  átono  el  me,  entiendo  que  es  presente.  Si  hay  dos  pronombres 
prepuestos,  el  primero  será  tónico;  el  segundo,  átono.  Véanse  los  ejemplos 
arriba  citados. 

Cuando  el  pronombre  prepuesto  al  im])erativo  viene  detnís  de  ///  ó  vos, 
resulta  aquél  naturalmente  subtónico;  por  lo  qiio  debo  osfoizarso  ol  quo  ha- 
bla en  hacerlo  tónico,  como  en  este  ejemplo: 

Tú  nos  salva. 
—Tú  nos  favorece. — Tú 
Nos  socorro  y  nos  ampara.  (Calderón,  4.°,  247'). 

(1)    Como  lo  hizo  también  HermoRÍlla,  que  en  do  poco  archico. 


—  179  — 

Detrás  de  otro  acento,  el  pronombre  delante  de  infinitivo  ó  gerundio  es 
átono:  v.  gr.: 

El  huir  de  mi  sin  mé  tocar  la  mano, 

El  no  me  hablar  palabra  en  el  camino.  (Valbuena,  232). 

196.  Advertencias  acerca  de  los  sufijos.— 1.^  A  ningún  verbo  en  1.*  ó  2.* 
persona  puede  sufijarse  el  pronombre  de  la  misma  persona  del  otro  núme- 
ro; V.  gr.,  amas-os,  amamos-me. 

2.*  La  primera  persona  de  plural  pierde  la  s  delante  del  sufijo  nos:  así  se 
dirá  alegrémonos,  y  no  alegrémosnos. 

3.*  Aunque  es  raro  el  sufijo  os  en  la  2,*  persona  plural,  se  ve  alguna  vez 
en  los  poetas;  unas  veces  junto,  otras  separado  por  guión;  v.  g.  tenéts-os, 
(Castillejo,  170);  pretenderéisos,  (Tirso,  560"). 

4.*  La  3.*  persona  de  plural,  con  el  sufijo  nos  tendrá  dos  enes,  como  tam- 
bién los  imperativos  en  n;  v.  g.,  tendránnos,  ponnos.  Cuando  lleve  el  sufijo 
os,  se  separará  con  guión  para  que  no  se  confunda  con  la  3.*  de  singular  y  el 
sufijo  nos;  v.  gr.  vean-os  (Anón.  XXXV,  186.)  Véanos  sería  3.*  persona  de 
singular  del  presente. 

5.*  La  2.*  persona  de  plural  del  imperativo  pierde  la  d  delante  del  sufi- 
jo os:  Rendios,  cobraos  ó  perdeos.  (Zarate,  545.)  El  del  verbo  irla,  conser- 
va: V.  gr.. 

Idos,  por  Dios,  señor;  idos. 
Idos  si  valgo  con  vos.  (Alarcon,  420)  (1). 

El  imperativo  5fl/ unido  al  les  debe  tener  guión  en  medio,  coíno  en  este 
ejemplo  de  Quintana  (LXVII,  190):  Sal-les  al  paso. 

La  gente  rústica  suele  cambiar  en  3'  la  í?  final  de  los  imperativos:  cosa 
que  vemos  alguna  vez  en  los  antiguos. 

Mordey  sabrosos  bocados... 

Antes  os  anday  esentas...  (Rueda,  197). 

197.  Prosodia  de  los  sufijos  pronominales. 

A.  Si  el  verbo  es  agudo  y  tiene  un  solo  sufijo,  resulta  llano  el  voca- 
blo; V.  gr.,  amarle,  amaros,  metióme,  dirásle,  tendránnos,  tendrán-os,  íen- 
drános. 

Ya  ba  salido,  vete — Yoyme, 

Temiendo  aquel  encontrarme, 

Pues  sólo  con  querer  darme, 

Por  descalabrado  doyme.        (Vélez,  Juan,  b^fA. 

Os  adorarán  los  vuestros, 
Y  los  otros  temblarán-os.        (Anón.,  X,  336). 

En  esto  todos  convenimos,  y  no  hay  disputa.  El  primer  sufijo  de  un  ver- 
bo agudo  es  siempre  átono  (2). 


(1)  En  los  poetas  se  hallan  algunos  otros,  pero  necesitan  gnion  entre  el  imperativo  y  el  pronom- 
bre: T.  gr.,  acostad-os  (Ledesma,  177') — apartad-os  (Id.  156). 

(2)  Un  solo  ejemplo  he  visto  en  los  Poetas,  en  que  el  pronombre  es  tónico.    , 

¿Qué  intentas?— Desprenar-vós 

Las  naeces  de  la  garganta.  (Morete,  479"). 


-  180  - 

B.  Pero  los  verbos  agudos  con  áos  ó  tres  sufijos,  y  los  llanos  ó  esdrúju- 
los con  uno  ó  más,  ofrecen  no  pequeña  dificultad.  La  cuestión  se  reduce  toda 
al  último  sufijo,  pues  los  que  le  precedan,  convenimos  todos  en  hacerlos 
átonos. 

~  La  Real  Academia  (1870,  pág.  300)  decía:  «Se  cuentan  también  on  esta 
clase  (esdrújulos)  los  verbos  con  afijos,  por  ejemplo,  dtjole,  habiéndose, 
diósela.  Suelen  asimismo  tomar  esta  forma  esdrújula  algunos  participios 
por  razón  del  mismo  aditamento;  como  cuando  se  dice:  Habiendo  traído  al 
reo,  y  notificádole  la  sentencia...  etc.  Por  este  enlace  de  afijos  resultan  á  ve- 
ces palabras  compuestas,  en  que  la  sílaba  acentuada  va  seguida  de  otras 
tres,  como  castígiicscmelc:  éstas  se  llaman  sobresdriijiilas,  pero  ocurren 
rara  vez,  y  deben  evitarse.» 

«No  falta  quien  ponga  dos  acentos  en  los  verbos  acompañados  de  afijos, 
pronunciando,  v.  gi'.,  adorárnoste^  dinteló:  y  aun  algunos  poetas  de  nota  lo 
han  usado  do  esta  manera;  sin  embargo,  debe  considerarse,  en  prosa  como 
una  vulgaridad,  y  en  verso  como  licencia  poética  poco  admisible.» 

La  Gramática  de  1880  admitió  la  misma  doctrina;  pero  modificó  la  se- 
gunda cláusula  en  estos  términos  (pág.  340):  «Algunos  escritores  antiguos 
y  modernos  suelen  dar  dos  acentos  á  este  género  de  voces,  cuando  constan 
de  tres  ó  más  sílabas,  diciendo  adorárnoste,  glorificárnoste ;^^r<d  en  verdad, 
no  hacen  sino  pronunciar  el  verbo  y  el  pronombre  separadamente,  á  la  ma- 
nera latina:  adoramns  te,  glorificamus  te.  Lo  cual  no  es  admisible  en  nues- 
tra prosodia.» 

Esto  dice  la  Academia;  mas  para  formar  juicio  exacto  acerca  de  ello,  de- 
bemos exponer  la  historia  de  los  esdrújulos  pronominales. 

1."    El  sufijo  os  detrás  de  consonante,  nunca  se  halla  en  fin  de  verso. 
2."     El  mismo  sufijo  detrás  de  vocal  (tónica  ó  átona)  forma  siempre  dip- 
tongo con  olla,  según  probaremos  en  el  libro  siguiente.  Una  sola  vez  le  lio 
hallado  tónico  en  fin  de  verso,  en  esto  octosílabo: 
Y  no  contentando-ós.  (Vegas,  544'). 

3."  El  infinitivo  y  el  gerundio  son  siempre  esdrújulos  on  nuestros  poetas. 
Solos  tres  gerundios  he  hallado  con  el  último  sufijo  tónico: 

Antojándosoló  quo  con  porfía 

Se  suelo  muchas  voces  matar  caza.  (Castellanos,  91). 

Porque  destetándonos 

Con  hiol  de  tribulaciones.       (Vegas,  552). 

Yo  os  promoto  do  alcanzar 

El  perdón — Buscándole, 

Pardiobro,  quo  me  colé.  (Rujas,  G'). 

Y  un  infinitivo Basta  que  me  veas 

Sin  llegárteme.  (Anón.  XVI,  50.-/). 

4."  Desde  principios  del  siglo  XVI  hasta  el  XIX,  fuoroii  cosa  corriente 
los  sufijos  acentuados  después  de  los  modos  ])orsonalos  del  verbo,  especial- 
mente después  del  imi)erativo  singular,  ó  del  subjuntivo  imperativo. 


-  181  — 


Vea  el  lector  algunos  casos: 

En  me:  Fr.  Luis,  52— Sánchez  (Miguel),  4— Timoneda,  205— Anón.  X,  90 
—Anón.,  XXXV,  393'-Lope,  3.^  342"— Villegas  (Juan),  344"— Tirso,  53", 
155',  279^",  391, 417, 429',  629, 671",  679'— Quevedo,  97— Hui-tado  (Ant.°),  431'— 
Anón.,  XVI,  505'— Calderón,  2.^  320— Id.  3.^  389',  410'-Cuéllar,  608-Ro- 
jas,  113",  136  bis,  172",  195",  312",  343',  346,  359",  364',  405  bis-Moreto,  94', 
473,  481— Fomperosa,  571". 

En  te:  Anón.,  LVIII,  17— Sánchez  (Miguel).  21'— Tirso,  6,  35',  38",  226, 
477',  569",  613,  641"— Id.  IX,  408-Montalban,  523"-Quevedo,  521— Solís 
(Ant.°),  62  — Rojas,  173,  174,  341,  442"— Valdivielso,  LVIII,  213'— Vélez 
(Juan),  590" -Anón.,  XLIX,  192  bis— Iglesias,  441. 

En  se:  Góngora,  488"-Tirso,  148',  263',  407,  453  bis,  615",  671"— Id.  IX, 
419-Anón.,XVI,  505'-Hurtado  (Ant.°),  470'-Enríquez,  494' -Calderón,  4.^ 
723'— Rojas,  172",  195,  321-Moreto,  431-Zamora,  423. 

En  le,  la,  lo,  las,  los:  Anón.,  X,  SOO-Lope,  2.^  314— Tirso,  49  bis,  50, 169", 
182',  415",  536",  612,  244— Id.  IX,  404'-Anón.,  XVI,  569'— Rojas,  47",  195", 
375'— Moreto,  131,  209'  bis,  300',  332-Vélez  (Juan),  595'— Calleja,  590— Fom- 
perosa, 558"— Moratin  (Nicolás),  68'— Maury,  172. 

En  nos:  Hurtado  (Luis),  X,  320— Vegas,  478,  552  bis— Lope,  3.^  327'— 
Tirso,  148',  533',  536",  570,  699-Fr.  Hortensio,  XXXV,  149'-Moreto,  480. 

Voy  á  transcribir  algunos: 


Sánchez  (Miguel),  4. 
Principe,  corriéramé. 

Hurtado  (Ant.°),  431' 
Sois  una...  Inés,  déjame. 

Cuéllar,  608. 
Ali  bobillo,  burlóme. 

Tirso,  629. 
Pero  antoj  áraseme. 

Rojas,  195" 
No  vi  tal. — Pudriéramé 
Con  sólo  oírle. 

Valdivielso,  LVIII,  213' 
Levanta,  consuélate. 

Tirso,  IX,  404' 
Dame  la  mano,  que  peso 
Un  monte — Tómesela 
Bésela,  etc. 


Enríquez,  494' 
Acabemos,  siéntese. 

Rojas,  195" 
Este  hombre  me  viene  á  mí 
Cortado.— Pruébatelé. 

Moreto,  131. 
Siendo  así,  saquémoslé. 

Lope,  3.°,  389' 
Pero  perdónoseló. 

Moreto,  209' 
¡Bestia!  Haré  teatro 
De  venganza. — Déjalo. 
— No  hay  dudar,  llámemelo. 

Calleja,  590. 
Señora,  llamémoslos. 

Hurtado  (Luis),  X,  320. 
Si  os  parece,  vamonos. 


Treinta  y  dos  son  los  autores  arriba  citados,  y  eso  que  no  tengo  comple- 
tos los  datos.  Agregúese  que  el  vulgo  castellano  aun  hoy  acentúa  esos  su- 
fijos, y  dígase  que  tal  práctica  vulgar,  sólidamente  fundada  en  la  tradición, 
no  es  admisible  en  nuestra  prosodia. 


—  182  - 

Un  solo  pronombre  detrás  de  verbo  a^do  es  átono,  porque  aborrecemos 
instintivamente  dos  sílabas  tónicas  se^idas.  El  sufijo  os  es  átono  detrás  de 
verbo  llano  en  vocal,  porque  entre  los  dos  vocales  hay  propensión  irresisti- 
ble á  la  sinalefa  ó  contracción;  y  si  se  le  hace  tónico,  resultan  dos  sílabas 
tónicas  seguidas,  v.  gr.,  diéra-ós.  Después  de  los  modos  impersonales,  se 
comprende  que  el  sufijo  puede  ser  átono,  porque  como  aquéllos  nunca  for- 
man oración  principal,  el  entendimiento  parece  como  que  va  de  paso  sobre 
loa  sufijos,  para  fijarse  más  en  lo  que  sigue;  v.  gr.,  acordársete  dcbría — 
habiéndole  traído. 

Pero  que  aquellos  sufijos  que  son  complemento  de  una  oración  princi- 
pal sean  átonos,  viniendo  detrás  de  sílaba  átona,  eso  no  lo  probará  nadie. 
Antes  al  contrario,  lo  dicho  piiieba  que  pueden  ser  tónicos,  y  que  eso  es 
admisible  en  nuestra  prosodia.  No  digo  que  siempre  han  de  ser  tónicos; 
pues  puede  ocurrir  que  lo  que  sigue  al  sufijo,  exija  pasar  rápidaraonto  sobre 
él,  como  si  digo  vístete  pronto^  déjamele  ya.  Basta  asentar  que  per  se  son 
tónicos;  per  acctdens  pueden  ser  átonos. 

Así,  pues,  formulo  la  siguiente  regla:  En  los  modos  personales  con  sufi- 
jo pronominal,  no  hay  esdrújulos  per  se:  en  los  modos  impersonales  y  en  los 
verbos  auxiliares,  sí.  Entiéndase  siempre  exceptuado  el  verbo  con  el  sufijo 
05,  como  está  dicho. 

5."  ■  Bastante  más  inadmisibles  son  los  esdrújulos  en  los  modos  persona- 
les. Los  primeros  esdrújulos  que  hallamos  son  los  gerundios:  v.  Mendo- 
za, 73— Fr.  Luis,  46-Herrera  (Fem.°),  .-i39'— Aldana  (Francisco),  507."  Y  sólo 
genmdios  esdrújulos  vemos  en  algunos  siguientes:  Góngora,  521 — Espino- 
sa, 41 — Arguijo,  3%'— Mirademescua,  15'. 

A  últimos  del  siglo  XVI  salió  Cairasco  con  sus  esdrújulos,  y  á  pesar  de 
que  le  atribuyen  (no  sé  si  con  razón)  la  invención  del  verso  esdrújulo,  no 
usa  más  quo  infinitivos  y  gerundios  (pocos  en  verdad),  y  sola  una  vez  el 
presento  rcprnébola  (474).  Pero  vino  Vegas  hacia  1590,  y  compuso  algunos 
versos  esdrújulos  sin  tino  ni  freno  (509,  518).  Véase  la  muestra  (518): 

Do  mi  on  aquesto. — Y  madro  mía,  ¿on  cam  que 

Engañar  no  so  dejo,  ¡ay  mo!  quoriéndomo 

Con  las  manos  tontar?... 

Asegúrate,  hijo;  hijo,  créeme... 

Dol  alma  y  corazón  siempre  he  yo  amádote 

¡Oh  Dios  do  imensa  \>otostsiá\  gobiémnme... 

Ante  tu  eterna  Majestad,  implicóte 

Veas  si  yo  (mas  ¡ay!  qut'í  digo,  ¡ay  misero! 

Que  ya  tú  habrás  eternamente  víafoln...  etc. 

Estos  esdrújulos,  (ino  huelen  ya  á  gongorinos,  aunque  G-óngora  no  los 
usó,  se  ven  raramente  y  on  pocos  poetas;  y  casi  siempre  en  estilo  culto,  ri- 
dículo ó  afectado.  Citaremos  los  siguientes  ])or  orden  cronológico:  Lope, 
l.''71,79'-Id.,  3.''4(i',  118,  .•i:«)'-Id.,  5."  72',  77'  78-Ll.,  XXXV,  271-Tir- 
80, 702,  672-Anón.,  XV,  514,  íi39-Calderon,  1.",  (Í2.3',  723'-Id.,  XXXV,  196* 


-  183  - 

—Rojas,  210 '— Villarroel,  68— Barbero,  634'— Burgos,  449  -Tapia,  681'.  Co- 
piemos algún  ejemplo: 

Con  la  luna  las  aguas  vanse  y  vuélveme; 
No  sé  si  peces  hay,  pero  presúmolo, 
Que  en  estas  ovas  frágiles  etivuélvense... 

No  es  bien  hecho  reñir.  Tú,  Bato,  estámpanos 
Tus  versos,  pues  los  pintas  beneméritos, 

Y  de  tu  furia  y  tempestad  escámpanos... 
Yo  cuando  canto  del  soy  humildísimo, 

Recetóle,  veneróle  y  adoróle 

Y  juzgóme,  pastores,  indignísimo; 
Con  apacibles  versos  enamoróle, 

Y  más  que  piedras  y  tesoros  tíbares 

En  mis  propias  entrañas  atesoróle  (Lope,  XXXV,  271). 
Soneto...      A  tus  amantes  (ninfa  vil)  repástalos, 

Y  en  regalada  cama  incasta,  acuéstalos, 
Búscalos,  enamóralos,  recuéstalos. 
Preténdelos,  escóndelos  y  engástalos. 

'  A  todos  castos  con  fervor  descástalos. 

A  todos  peros  en  tu  cesta  encéstalos; 
Aunque  no  te  molesten,  tú  moléstalos, 
Aunque  no  te  embanasten,  tú  embanástalos. 

Por  cuatro  ó  cinco  endrinas.  Dina,  endrínalos; 
En  ocho  ó  nueve  cubas,  Cuba,  enmóstelos; 
Con  doce  ó  trece  sustos.  Dama,  asústalos: 

Llámalos,  amonéstalos,  inclínalos, 
Abrásalos,  enciéndelos  y  tuéstalos, 
Enfráudalos,  engáñalos  y  embústelos.  (Rojas,  210'). 

¿Es  esto  corrección  y  buen  gusto?  De  ningún  modo.  Y  repare  el  lector 
en  el  soneto  de  Rojas,  quien  le  atribuye  d  don  Juan  el  Valenciano, 

Que  en  juegos  de  la  poesía 
Fué  gran  tahúr  de  vocablos, 

es  decir,  que  todo  ese  tinglado  de  esdrújulos  es  un  puro  juego  de  vocablos, 
propio  de  los  tahúres  de  la  poesía;  y  por  tanto,  inadmisible  en  nuestra  Pro- 
sodia. Y  sabida  cosa  es,  que  los  tales  esdrújulos  son  una  de  las  notas  salien- 
tes del  culteranismo,  como  ha  poco  lo  eran  del  krausismo. 

Concluyo,  pues,  distinguiendo  la  doctrina  de  la  Academia,  y  repitiendo 
la  regla  ya  enunciada,  la  cual  reduzco  á  los  siguientes  términos: 

I.**  El  sufijo  os  se  contrae  siempre  en  diptongo  con  la  vocal  precedente, 
y  es  átono  (v.  n.**  257  y  271-276). 

2.**  Los  verbos  auxiliares  {haber,  ser,  etc.),  y  los  modos  impersonales 
forman  esdrújulos  con  los  sufijos,  según  la  práctica  general  de  los  poetas  y 
el  uso  del  vulgo  castellano. 

■  3.**  En  los  modos  personales  no  hay  esdrújulos  compuestos  de  verbo  y 
sufijo:  si  el  verbo  es  agudo  y  el  sufijo  es  uno  solo,  el  vocablo  es  grave, 
como  cayóse,  veréisnte:  en  otro  caso  el  último  sufijo  es  per  se  tónico,  y  el 


-  184  - 

vocablo  ditónico  (v.  n.°  35);  como  cayósemé,  adorátnosté.  Así  hablaron  lo» 

poetas;  así  hablamos  los  castellanos  (1). 

AbTÍCULO   3." — PsOIfOMBRES   DEMOSTBATIVOS 

198.    ^5/^=el  que  está  aquí:  lo  que  sucede  ahora. 

Ese=e\  que  está  ahí:  lo  que  sucedió  poco  ha  ó  sucederá  luego. 
Aquél = el  que  está  allí:  lo  que  sucedió  ha  mucho  tiempo,  ó  suce- 
derá mucho  después. 

Algunos  gramáticos  tienen  por  artículos  á  estos  pronombres:  lo  dicho 
acerca  del  artículo  pone  de  manifiesto  la  inexactitud  de  tal  denominación^ 

Estos  pronombres  son  siempre  tónicos  y  llevan  acento  ortográfico  para 
distinguirlos  de  sí  mismos  cuando  acompañando  al  nombre  sirven  de  adje- 
tivos; aunque  también  en  este  caso  son  tónicos,  según  el  uso  general  do 
Castilla  y  la  práctica  universal  de  los  poetas.  Es,  por  consiguiente,  viciosa 
la  atonía  usada  por  los  riojanos  y  navarros  en  estos  adjetíjos. 


CAPITULO    V 
Del  adjetivo. 

199.  Diez  son  las  categorías  ó  clases  en  que  pueden  dividirse  todas  las^ 
cosas,  según  enseñan  los  filósofos,  siguiendo  á  Aristóteles,  á  saber;  sustancia, 
cantidad,  cualidad,  relación,  acción,  pasión,  lugar,  tiempo,  situación  ó  disposición 
de  partes,  y  hábito  ú  ornato. 

El  nombre  ó  sustantivo  es  el  vocablo  correspondiente  á  la  sustancia,  y 
á  las  demás  categorías  consideradas  como  sustancias. 

El  artículo  y  el  pronombre  corresponden  también  á  la  misma  categoría^ 
con  las  diferencias  ya  explicadas.  Entro  los  pronombres,  los  personales  re- 
presentan al  nombre  en  cuanto  á  la  sustancia:  los  demostrativos  en  cuanto 
al  tiempo  y  lugar:  los  indefinidos  en  cuanto  á  la  cantidad:  los  relativos  ó  in- 
terrogativos cuanto  á  la  cualidad  y  relación. 

El  verbo  es  el  vocablo  correspondiente  á  la  acción,  ;i  la  pasión  y  á>la  si- 
tuación. 

La  proposición  es  el  vocablo  correspondiente  á  la  relación;  y  como  ésta 
puedo  ser  do  muchas  clases,  así  las  preposiciones  también  son  de  varias  es- 
pecies: de  cantidad,  con,  sin:  de  tiempo  y  lugar,  desde,  hasta,  hacia,  sobre,  eni 
de  acción  y  pasión,  á,por,  etc.,  etc:  Do  a(iuí  se  deduce  que  la  conjunción  no 


(1)  Concluido  osto  articulo,  tal  como  PKtá  ORcrito,  hallí  con  Rran  «atisfaccion  mi»,  qiio  Caramnel 
y  Bonot  HOHtioncn  esta  misma  doctrina  acerca  do]  aconto  do  Ioh  huAjom:  prueba  de  quo  tal  pronuncia- 
ción en  adniisiblo  «n  nuestra  l'rosodia. 

El  primero  en  hu  H<tmica,  páf;.  t¿V),  dice:  «Si  acutam  iiequitur,  non  aciiitur;  rí  ^ravi  affigatur,  acuitw.. 
CJuo  OH  lo  minino  quo  yobijfo  en  el  oniinciaifo  3.".  '-«»-4 

Honot,  frimodia,  toin.  iJ.",  píit'.  lilO,  también  atírma  quo  los  HufljoR  «o  aocntúan  dondt  tt  haga  ¡>an*a  na~ 
tumi.  Lo  mismo  ho  dicho  yo  on  ostu  mihmo  párrafo,  B,  4.°  Y  oh  de  notar  que  Benut  refuta  á  Bello,  qu» 
áM  la  foente  donde  bebió  el  autor  académico  del  texto  arriba  citado. 


-  185  - 

es  más  que  una  preposición  que  se  puede  juntar  á  todos  los  casos  del  nom- 
bre, ó  que  sólo  se  puede  unir  al  verbo. 

El  adjetivo  es  un  vocablo  correspondiente  á  cualquiera  de  las  catego- 
rías, aplicada  al  nombre  ó  predicada  de  él,  á  modo  de  cantidad  ó  de  cualidad 
concreta.  Es,  pues,  el  vocablo  correspondiente  á  la  cantidad  y  á  la  cualidad, 
como  predicados  del  nombre. 

El  adverbio  es  el  adjetivo  del  verbo,  y  propiamente  es  el  vocablo  que 
expresa  en  abstracto  cualquiera  de  las  otras  categorías  como  determinacio- 
nes del  verbo. 

Si  hubiéramos  de  sacar  todas  las  consecuencias  de  estos  principios,  ve- 
ríamos cuan  imperfecta  es  la  Gramática  que  se  enseña  en  las  escuelas  y  en 
las  cátedras  superiores.  Veríamos  muchos  nombres  impropios,  muchas  de- 
ñniciones  malas,  muchas  clasificaciones  ó  divisiones  inexactas.  Verdad  es 
que  el  asunto  es  muy  complejo  é  intrincado;  y  además  muy  metafísico;  pero 
lo  dicho  demuestra  que  en  la  G-ramática  pudieran  hacerse  graves  y  exten- 
sas modificaciones. 

Ahora  trataremos  del  adjetivo: 


§     I.*' — Prosodia  geneeal  de  los  adjetivos 

200.     Los  adjetivos  son  todos  tónicos,  exceptuando  los  siguientes: 

1.°  Los  tratamientos  de  las  personas:  don,  doña,  sor,Jray,  san,  santo  (en 
singular),  freí/:  y  en  los  vocativos  es  ordinario  hacer  átonos  á  fio,  tía,  señorr 
señora, padre,  madre,  y  quizá  algún  otro,  como  maese,  mosen,  micer. 

Cualquier  castellano  hará  átonos  estos  adjetivos  en  frases  como  estas: 
Este  retrato  es  de  don  Juan;  aquél  de  doña  Clara. — Sor  Teresa  es  hermana  de 
Fray  Andrés.— Los  apóstoles  San  Pedro  y  San  Pablo.— La  Suma  de  santo  Tomás» 
—  Oh'os  de  frey  Lope  de  Vega. 

Se  ha  de  notar  que  á  veces  se  junta  don  con  fray,  y  ambos  son  átonos: 
que  santo  es  tónico  cuando  le  precede  artículo,  v.  gr.,  el  santo  Job:  y  que  este 
adjetivo  se  emplea  completo  sólo  con  los  nombres  Domingo,  Tomás  y  Tori- 
hio.  Sin  embargo,  San  Tomás,  dijo  Salustrio  (485'),  y  San  Tobías,  Vélezr 
Luis  (134):  el  uso  vulgar  es,   el  santo  Tobías. 

Adviértase  también  que  de  estos  adjetivos,  los  que  pueden  posponerse 
al  nombre,  son  siempre  tónicos  detrás  de  él. 

2."  En  vocativo  hacemos  átonos  algunos  adjetivos  calificativos  prepues- 
tos; V.  gr.,  buen  hombre,  gran  Dios,  gran  camueso,  mal  alma,  etc. 

3.*'  Los  numerales  simples  (gramaticalmente),  son  tónicos:  v.  gr.,  seis, 
diez,  veinte,  ochenta,  ciento,  mil.  En  una  cantidad  de  dos  cifras  significativas^ 
las  unidades  son  tónicas:  las  decenas,  átonas:  diez  y  seis,  ochenta  y  cuatro,  et- 
cétera. En  las  de  más  de  dos  cifras,  pueden  ocurrir  varios  casos:  pongamos 
ejemplos: 

a)  628:  el  seis  que  precede  al  cientos  es  átono,  y  el  veinte;  el  ocho  es 
tónico. 


-  186  - 

b)  4.204:  el  cuatro  que  precede  al  w/7,  y  el  dos  que  precede  al  cientos 
son  átonos:  los  demás,  tónicos. 

c)  50.050:  el  cincuenta  que  precede  al  mil  es  átono;  el  otro  tónico. 

d)  700.302:  el  setecientos  que  precede  al  mil  es  átono,  y  el  tres  que  pre- 
,  cede  al  cientos. 

e)  852.045:  aquí  son  átonos  el  ocho  que  precede  al  cientos,  el  cincuenta 
y  dos  y  el  cuarenta. 

Regla  general:  las  unidades,  las  decenas  completas,  las  palabras  cien- 
to y  mi  i,  son  siempre  tónicas:  las  decenas  no  completas,  las  unidades  que 
preceden  á  las  palabras  ciento  y  mi¿,  y  las  decenas  de  millar  son  siempre 
átonas.  Excepción:  las  centenas  de  millar  completas  también  son  átonas. 

Los  ordinales,  primero,  segundo,  tercero,  etc.,  son  todos  tónicos;  pero  es 
de  notar  que  es  frecuente  el  uso  de  formar  un  vocablo  compuesto  de  las  de- 
cenas y  unidades,  en  cuyo  caso  puede  y  debe  hacerse  átona  la  primera  par- 
te; V.  gr.:  decimoquinto. 

De  otros  adjetivos  hemos  tratado  ya  en  los  capítulos  precedentes. 

§    2." — Adjetivos  posesivos 

201.  Posesivo  es  todo  adjetivo  que  significa  propiedad,  y  puede  poner- 
se en  lugar  del  genitivo  del  nombre  primitivo;  v.  gr.,  real, perruno,  español;  ó 
sea  lo  perteneciente  al  rey,  al  perro  y  á  España.  Así,  alma  real  es  lo  niisrao 
que  alma  de  rey;  hambre  canina,  lo  mismo  que  hambre  de  perro;  suelo  español, 
igual  que  suelo  d£  España. 

Entre  estos  posesivos  se  cuentan  los  pronominales  mió,  tuyo,  suyo,  cuyo, 
nuestro  y  vuestro.  Son  pronominales,  porque  representan  á  los  gen  ti  vos  de 
los  personales  y  relativos;  i)ero  no  son  pronombres.  Pruébolo:  Los  pronom- 
bres, como  pertenecientes  á  la  categoría  de  sustancia  ó  persona,  no  pueden 
predicarse  de  otros  supuestos  ó  individuos;  lo  cual  quiere  decir  que  no  pue- 
den adjetivarse  (y  convertirse,  por  consiguiente,  en  otra  categoría),  sin  de- 
jar de  ser  pronombres.  Además,  ningún  pronombre  do  suyo  lleva  artículo, 
á  excepción  de  ciud;  y  eso  porque  sin  artículo  no  sería  pronombre,  sino 
adjetivo. 

Ahora  bien;  mió,  tuyo,  suyo,  nuestro  y  vuestro  son  adjetivos,  como  nadie 
puedo  negar;  y  por  otra  parto,  admiten  el  artículo  propuesto  (sobroonten- 
dióndoso  un  nombre  en  los  géneros  masculino  y  femenino)  (1),  pues  bien 
puedo  decirse  el  mío  (v.  gr.,  el  gato),la  mía  í^por  ejemplo,  la  suerte),  y  lo  mío 
(expresión  en  que  mío  se  hace  supuesto  en  virtud  del  artículo):  luego  talos 
pala))ras  son  tan  pronombres  como  real  ó  perruno.  No  tienen  nada  de  pro- 
nomljres,  sino  el  origen:  de  mí,  de  ti,  de  si,  de  que,  de  nosotros,  de  vosotros.  Cuyo, 


-  187  - 

aunque  relativo,  nunca  es  pronombre  ni  puede  serlo.  Y  no  se  admire  de  esto 
el  lector;  pues  ya  hemos  dicho  (núm.  152)  que  en  la  clase  de  relativos  hay- 
pronombres,  adjetivos,  adverbios  y  conjunciones,  Cuyo,  como  relativo,  es 
átono:  de  los  demás  trataremos  ahora. 

202.  Forma  completa. — Estos  adjetivos  son  siempre  tónicos.  Algunas  per- 
sonas hacen  átonos  delante  de  nombre  á  nuestro  y  vuestro;  pero  el  uso  gene- 
ral de  Castilla  la  Vieja  los  acentúa  prosódicamente,  á  no  ser  que  precedan 
á  un  vocativo,  como  en  este  ejemplo  de  Rojas,  130: 

Nuestra  ama  ¿dóndo  pondremos 
Estos  cofres? 

203.  Forma  apocopada:  mi,  tu,  su— Delante  de  nombre  se  usa  siempre  esta 
forma,  aunque  antiguamente  no  fué  así.  La  Academia  (pág.  341)  dice  que 
acentuar  estos  posesivos  es  vicio  y  tosquedad,  y  que  con  el  acento  se  les  qui- 
ta su  calidad  de  adjetivos,  y  se  rompen  las  leyes  nativas  del  idioma.  Pero 
yo  que  soy  castellano  viejo,  quisiera  ver  las  pruebas  de  estas  aserciones, 
pues  no  veo  fundamento  para  tales  reprimendas. 

Lo  único  que  aparece  es  la  equivocación  que  tales  posesivos  pudieran 
tener  con  mí  y  tú  pronombres,  y  con  la  interjección  sus.  De  aquí  parece  in- 
ferir el  autor  del  parrafillo  citado,  que  tal  equivocación  es  real  y  efectiva. 
Voy  á  responder:  1.",  de  que  se  puedan  confundir,  no  se  deduce  que  se  con- 
fundan: depossé  adfactum  non  valet  illatio.  2.°,  niego  quepuedan  confundirse; 
pues  el  pronombre  va  casi  siempre  seguido  de  vocablo  que  no  es  nombre,  y 
las  raras  veces  que  va  seguido  de  sustantivo,  jamás  puede  pronunciarse 
unido  á  éste,  como  en  el  siguiente  ejemplo  de  Lope,  5.°,  324': 

Tú,  fortuna,  tú,  amor,  tú,  hermosa  ciega, 
¿Qué  bien  podrá  esperar  mi  confianza? 

mas  el  posesivo  va  siempre  unido  al  sustantivo  ó  al  infinitivo,  y  se  pronun- 
cia siempre  unido  al  nombre,  es  decir,  sin  pausa  en  medio.  Esto ,  aparte  de 
que  el  sentido  de  la  proposición  quita  todas  las  anfibologías:  si  así  no  fuera, 
se  confundirían  siempre  sí  (pronombre  y  adverbio),  la  (pronombre  y  ar- 
tículo) sé  (inflexiones  de  ser ,  y  saber) ,  y  otras  infinitas  palabras  equívocas, 
que  tienen  una  misma  acentuación.  De  donde  resulta  que,  aunque  los  acen- 
tuáramos ortográficamente,  no  habría  motivo  para  quejarse  de  la  confusión, 
que  sería  puramente  material]  ni  por  acentuarlos  prosódicamente  les  quita- 
mos su  calidad  de  adjetivos,  ni  rompemos  las  leyes  del  idioma,  á  lo  menos 
las  que  yo  conozco. 

3."  Los  castellanos  viejos,  cultos  é  incultos,  doctos  é  indoctos,  hacemos 
tónicos  á  mi,  tu,  su  al  principio  de  oración  y  detrás  de  palabra  átona  ó  es- 
drújula;  y  átonos  (ó  mejor,  subtónicos)  detrás  de  sílaba  tónica  ó  muy  pró- 
ximos á  un  acento  predominante;  aunque  á  veces  por  la  énfasis  es  predomi- 
nante el  acento  del  posesivo.  Resta  copiar  algunos  ejemplos. 

De  posesivos  tónicos:  En  m¿  lugar — Para  m¿  hijo— Cuando  tu  caballo  co- 


-  188  - 


rre — Entre  mt  esposo  y  yo  — Te  quiero  como  á  mis  ojos — No  está  para  iu 
cabeza. 


Ponían  sobre  su  boca  las  manos. 

Fr.  Luis,  65. 

Lios  dichos  que  de  mis  labios  salían. 

Id.,  ib. 

Yo  cantaré  algún  dia 

Las  s^is  saludes  y  la  mi  alegría. 

Id.,  60. 
Que  cuando  iu  prenda  dejo 
En  S1Í  poder  por  testigo 
Del  valor  de  mi  enemigo. 
Injustamente  me  quejo. 

Calderón,  l.«,  318'. 
Allí  lo  vi  con  su  doña  María. 

Castellanos,  184. 
Del  mismo  modo  miré 
De  mi  doña  Serafina 
La  hermosura  peregrina. 

Tirso,  215. 

Yo  mismo  á  tu  doña  Juana 
En  San  Quirce  la  dejé. 

Id.  410". 
Fiel  y  segura  para  mi  sosiego. 

Argensola  B.,  298'. 


Y  á  la  de  tus  arneses  fiera  lumbre. 

Góngora,  449' 

Fieras  naciones  contra  tu  fe  armadas. 

Id.,  ib. 

Si  sobro  tu  piedad  divina,  sobro... 

Calderón,  1.®  351'. 

Pues  para  mi  guadarnés 
Ha  comprado  parte  della. 

Cubillo,  157'. 

Algún  consuelo  en  mi  dolor  tuviera; 
Pero  mi  no  temida  desventura. 

Arjona  J.,  91'. 

Es  camarada 
De  don  Diego. —  Tu  don  Diego 
Fué  quien  causó  todo  el  fuego. 

Alarcon,  87. 

Para  mi  satisfacción 

Vuestro  engaño  es  la  disculpa. 

Id.,  261". 

No  haces  bien,  que  mi  razun 
Puesta  á  tu  luz,  no  luciera. 

Rojas,  598. 


Ejemplos  do  posesivos  átonos:  /ay  mi  madre] — dame  tu  capa — ya  se  fué 
\m  padre— dirán  sus  maestros — aplatidirúii  sus  discípulos,  etc.  También  en 
verso  puede  influir  mucho  el  ritmo;  pues  si  cae  el  posesivo  en  sílaba  que  el 
ritmo  exija  sin  acento,  aquél,  como  palabra  menos  principal  que  el  nombre 
y  el  verbo,  permite  hacerle  átono. 

1.  Triunfa  tú  dése,  y  al  fin 

2.  Dueño  tú  de  tu  al  bodrio, 

.3.  Guárdate  tu  vida  tú,  ^ 

4.  Huye  tú  do  tu  peligro, 

5.  Hazte  tú  tu  duración, 

6.  Lábrate  tú  tus  designios 

7.  Cuéntate  tú  tus  alientos, 

8.  Y  sirvo  al  fin  tantos  siglos,  etc.     (Calderón,  1.",  486). 

En  el  verso  2  y  en  el  4,  el  tu  posesivo  es  tónico:  viene  detrás  de  dicción 
átona  y  lo  exige  el  ritmo  natural  del  verso. 

En  el  .'}  puedo  hacerse  átono  ó  tónico  á  voluntad,  sc^^un  el  acento  que  se 
dó  al  sulijo  te  (véase  lo  dicho,  núm.  197,  B.  Af*). 

En  el  5  es  átono. 

En  el  O  y  7,  como  el  suñjo  es  íxiono  per  accideus,  el  ritmo  resulta  dacti- 
lico; y  por  tanto  el  posesivo  cae  en  sílaba  átona. 


-  189  - 

Notemos  también  este  verso  de  Meléndez  (242). 

Todo  su  lugar  tiene. 

Si  hacemos  átono  el  su,  se  entiende  que  el  todo  concierta  con  lugar: 
para  evitar  alií  la  confusión,  debe  hacerse  tónico  el  su.  Así  se  entiende  que 
el  todo  es  sujeto  de  la  oración. 

Resumiendo,  digo  que  no  puede  darse  regla  fija  para  la  acentuación  de 
los  posesivos:  pero  que  en  general  son  tónicos  después  de  sílaba  átona.  Es 
esta  una  de  las  cosas  que  no  pueden  sujetarse  á  regla;  pero  conste  (y  esto  es 
lo  que  quiero  asentar  aquí)  que  no  es  vicio  ni  tosquedad  hacer  tónicos  los 
posesivos.  Digo  más:  los  posesivos  nunca  son  realmente  átonos,  sino  subtó- 
nicos;  es  decir,  que  permiten  que  su  acento  se  obscurezca  por  la  proximi- 
dad de  otro  acento  precedente,  ó  por  la  rapidez  que  exige  la  locución  (véase 
núm.  35,  2."). 


CAPITULO  VI 
Del   adverbio. 

204.  Fuera  de  los  adverbios  relativos,  los  demás  en  general  son  todos 
tónicos. 

Ya  hemos  tratado  también  de  los  adverbios  mas,  menos,  antes,  medio. 
El  vocablo  ¡liego,  cuando  es  adverbio  de  tiempo  es  también  tónico. 

Resta  discutir  una  palabra  no  poco  dudosa,  y  es  el  llamado  adverbio  aun. 

«El  adverbio  aun  (enseña  la  Academia,  pág.  366)  precediendo  á  verbo  no 
se  acentúa,  porque  en  este  caso  forman  diptongo  las  dos  vocales;  pero  se 
acentuará  cuando  vaya  después  del  verbo,  porque  entonces  se  pronuncia 
como  voz  aguda  disílaba:  ¿Aun  no  ha  venido? — No  ha  venido  aún.» 

Después  del  verbo,  todos  convenimos  en  hacerle  disílabo  agudo,  y  no 
hay  cuestión  (1);  lo  mismo  cuando  venga  detrás  de  otra  palabra  á  quien  mo- 
difique; V,  gr.:  más  aún,  joven  aún.  Sin  embargo,  sepa  el  lector  que  nues- 
tros poetas  rarísima  vez  posponían  el  aún. 


Mirademescua,  46" 
No  se  acaba  el  mundo  aún  (2). 
— ¿Qué  es  aún? — Aun  no  podemos 
Hablar  bien  los  pobres? 

Tirso,  603 
Siento  el  sobresalto 
Que  me  dura  aún  (3). 

Virués,  549 
Pero  fáltame  aún  despedazarte. 


Polo,  212 
Yo  le  certifico  que 
Llevará,  si  no  se  escapa, 
Del  pan  y  del  palo  aún: 
Aun  del  palo  y  de  la  tranca. 

Calderón,  3.°,  248' 
No  he  tenido  dicha  tanta, 
Que  haya  podido,  Daría, 
Cumplirte  aún  la  palabra. 


(1)  Algunas  sinéresis  hallamos  en  los  poetas  del  siglo  XVIII; 

Para  aquél  que  en  las  letras  es  aún  nuevo. 
Que  está  aüyi  envuelto  en  mantillas. 

(2)  Consonante  de  común. 

(3)  Asonante  en  u. 


(Noroña,  443). 
(Villanuevn,  695'). 


—  190  - 

En  el  periodo  postclásico  es  más  frecuente  el  aún  pospuesto. 

Acerca  del  aun  antepuesto,  tenemos  tres  opiniones: 

1.*  La  de  los  gallegos,  que  siempre  acentúan  la  u,  como  también  Jove- 
llanos;  (véase  o',  9,  22,  &\,  71'). 

2.*    La  do  Hartzenbusch  y  Cueto,  que  siempre  ponen  acento  en  la  a, 

3.*    La  de  los  que  hacen  átono  el  anu. 

El  texto  do  la  Academia  arriba  citado  no  dice  más,  sino  que  aun  es  dip- 
tongo delante  del  vocablo  modificado  por  él;  y  esto  es  indudable,  ni  necesi- 
ta demostración.  Por  consiguiente,  los  gallegos  hablan  mal.  El  acento  de 
dun  está  mal,  porque  esa  palabra  es  átona,  según  parece  por  los  poetas,  y  se- 
gún el  uso  de  la  mejor  parte  de  Castilla. 

A  pesar  de  todo  esto,  cabe  una  cuarta  opinión  que  distingue  así:  el  antt 
adverbio  de  tiempo,  es  tónico  en  la  «,  ya  delante,  ya  detrás  del  verbo;  el 
aun  adverbio  de  encarecimiento  (perteneciente  á  los  de  cantidad)  es  átono  y 
no  debe  colocarse  nunca  detrás.  Pero  como  es  difícil  en  muchos  casos  dis- 
tinguir cuál  de  los  dos  caracteres  tiene  el  aun,  creo  que  debe  decirse  que 
en  todo  caso  el  atm  antepuesto  es  átono,  y  el  aun  pospuesto  tónico,  y  que  no 
se  posponga  sino  cuando  es  claramente  adverbio  de  tiempo,  y  raras  veces. 

Los  adverbios  en  mente  son  ditónicos,  según  está  dicho;  (núm.  156). 


CAPITULO  VII 

Del  nombre. 

205.  Los  nombres  son  todos  tónicos.  Sin  embargo,  esto  no  impide  que 
en  los  vocativos  hagamos  átonos  algimos  nombres  por  fijarnos  más  en  el  ad- 
jetivo ó  nombre  siguiente;  v.  gr.:  ¡Dios  mío!.  Pero  esto  no  sucede  siempre^ 
pues  depende  del  afecto  ó  intención  con  que  se  habla. 

Lo  que  sí  os  falta,  es  hacer  átono  á  Dios  al  rezar:  Dios  te  saJve,  María,  etc. 

206.  Quiero  poner  aquí  las  diferentes  formas  ó  metamorfosis  que  han 
sufrido  los  tres  tratamientos  compuestos  vuestra  merced,  vuestra  señoría 
y  vuestra  excelencia. 

Entonces  Roma  reinaba 

En  tiempo  de  su  sonado, 

Cuando  al  cónsul  más  honrado 

Tú  Bolamente  llamaba.  (Castillejo,  236). 

Mas  ahora  solácese  el  lector  recorriendo  la  siguiente  lista: 

1.  Vuestra  merced. 

2.  Vuosa  merced:  Calderón,  1.",  5.'K. 

3.  Vuosarcod:  Cubillo,  141' -Rojas,  2r-Quovodo,  277  — Calderón.  2.^ 
213". 

4.  Vuesarcé:  Vélez  íLuis),  14-i"— Cañizares,  507'. 
6.    Usarced:  Calderón,  2.",  174,  177". 

6.    Vuarced:  Lope,  4.°,  289'-Quevodo,  117'. 


-  191  - 

7.  Vuesanced:  Tirso,  241'. 

8.  Vuesancé:  Avila  552— Tirso,  234"— Moreto,  316. 

9.  Vusancé;  Moreto,  315". 

10.  Vuesacé:  Hurtado  (Antonio),  452. 

11.  Usancé:  Tirso,  234"— Moreto,  59',  202'. 

12.  Usaced:  Solis  (Antonio),  17"— Moreto,  489". 

13.  Vueced:  Rojas,  144. 

14.  Vucé:  Rojas,  141'. 

15.  Uced:  Rojas,  21'— Solís  (Antonio),  15'-  Calderón,  3.°,  614. 

16.  Ucé:  Matos,  221'— Zarate,  578'. 

17.  Vuesamested:  Tirso,  559'. 

18.  Su  mested:  Calderón,  2.°,  32— Id.,  4.^  138". 

19.  Su  mesté:  Moreto:  110. 

20.  Vuesansted,  Tirso,  267'. 

21.  Vuesansté:  Tirso,  266'. 

22.  Vuesasted:Tirso,  559'— Quevedo,  277'. 

23.  Vuesasté:  Tirso,  192',  236". 

24.  Vuesesté:  (no  encuentro  la  cita,  que  creo  es  de  Tirso). 

25.  Usasted:  Rojas  271— Calderón,  4.°,  633— Cañizares,  649". 

26.  Vuested:  Quevedo,  122',  520'. 

27.  Yuesté:  Sor  Juana,  291'— Moreto,  651. 

28.  Vuested:  Cubillo,  132— Trillo,  68'  -Tirso  232, 

29.  Vusté:  Cubillo,  141— Tirso,  232- Quevedo,  124'. 

30.  Usted:  Quevedo,  520'— Calderón,  2.°,  93'— Moreto,  59". 

31.  Usté:  Matos,  224'— Solís  (Antonio),  17". 

1.  Vuestra  señoría, 

2.  Vueseñoría:  Cubillo,  164— Quevedo,  156— Calderón,  2:°,  253". 

3.  Vuseñoría:  Lope,  4.'',  90'. 

4.  Vusiñoría:  Lope,  3.°,  639. 

5.  Vusiniría:  Tirso,  659'. 

6.  Useñoría:  Cubillo,  159' —Anón.  XVI,  370. 

7.  Usiniría:  (Tampoco  encuentro  la  cita). 

8.  Vueseoría:  Cubillo,  150'— Monroy,  111'. 

9.  Vuesoría:  Cubillo,  168— Polo  209. 

10.  Vuesiría:  Tirso,  547,  643'. 

11.  Vusoría:  Tirso,  152'. 

12.  Usiría:  Calderón,  1.°,  544— Zamora,  415. 

13.  Vuesía:  Cubillo,  154'. 

14.  Vusía:  Cubillo,  179— Moreto,  504'. 

15.  Usía:  Cubillo,  158— Cañizares,  550". 

1.  Vuestra  excelencia. 

2.  Vuexcelencia:  Tirso,  573" — Cañizares,  563. 

3.  Vuecelencia:  Montalban,  XIV,  462''— Cruz  (Ramón),  510, 


-  1^2  - 

4.  Yueselencia:  Alarcon,  120"— Tirso,  38. 

5.  Vuecencia:  (No  hay  ejemplo). 

6.  Usencia:  Cañizares,  562— Anón,  XVI,  413'. 

7.  Ucencia:  Cruz  íRamon),  510. 

También  hay  vuesencia  =  vuestra  reverencia;  Alarcon,  446"— Isla,  396". 

El  título  señor  también  se  halla  seor,  sor  (Rojas,  371')  y  so  (Leiva,  368. 

Señora,  seora,  seña  (Zarate,  573),  sora  (Alarcon,  82',  87 )  y  sa  (Tir- 
so, 4^5"— Rojas,  31— Cañizares,  &38'). 

207.  Género  de  algunos  nombres. — Los  géneros  son  sets^  según  la  Aca- 
demia: masculino,  propio  de  los  animales  machos; femenino,  propio  de  los 
animales  hembras;  neutro  (de  neuter  =  ni  uno  ni  otro),  propio  de  aquellas 
cosas  que  llevan  el  artículo  lo;  epiceno  (srl  xotvó^),  propio  de  aquellos  anima- 
les en  que  no  distinguimos  género,  como  lagarto,  murciélago,  anguila, 
sardina;  común,  propio  de  algunos  adjetivos  sustantivados  de  una  sola 
terminación,  que  lo  mismo  pueden  aplicarse  á  machos  que  á  hembras, 
V.  gr.,  mártir,  virgen,  testigo;  ambiguo,  el  de  los  nombres  que  sin  razón  al- 
guna usamos  unas  veces  masculinos,  otras  femeninos. 

Los  nombres  femeninos  (excepto  los  apellidos  y  los  propios  de  mujeres) 
que  comienzan  con  á  tónica,  llevan  artículo  masculino;  v.  gi'.,  el  agua,  el 
águila,  el  África.  Los  nombres  de  las  letras  a  j  h  y  el  nombre  haca  llevan 
artículo  femenino. 

También  puede  decirse:  un  hora  (sola  ó  con  adjetivo;  larga,  escasa,  et- 
cétera): véanse  Oña,  390— Garcilaso  3',  29,  30"— Moreto,  59',  159: -/a  postrer 
línea,  Matos  202":  un  gallina  mojada  (hablando  de  un  hombre),  Vólez 
(Luis),  XX:  499:  un  marica.  Rojas,  386". 

De  la  lectura  de  los  poetas,  resultan  de  género  ambiguo: 

Arfe,  enigma,  orden,  cisma,  corriente,  creciente,  menguante,  mar,  mim- 
bre, estambre,  puente,  calor,  color, fénix,  serpiente,  enjambre,  dogma,  trí- 
pode, tribu,  fm,  fraude,  mapa,  tema.  dote,  anagrama,  epigrama,  crisis,  re- 
belión, aroma,  metamorfosis,  problema,  frase,  cometa,  origen,  linde,  fan- 
tasma (en  los  poetas  es  femenino),  catástrofe,  yunque,  iris,  perífrasis, 
pirámide,  centinela,  guarda,  hipérbole,  adarme,  clima. 

Hallo  también  en  los  poetas:  apóstola  i}Io']eda,  i'yl);  wíí7í://a  (Miradomos- 
cua,  73"— Lope,  2.°,  140);  caracola  (Polo,  197);  la  poeta  (Caro,  D."  Ana,  135'); 
giganta  (Cervantes;  602');  catedrática  (Calderón,  3.**,  358");  ese  máscara 
(Cakloron,  4.^  78');  cofrada  rid.,  98-TriHo.  G5i;  vasalla  (Calderón,  4.°,  113'); 
palana  (Id.,  210');  doños  (Hurtado,  Luis,  13);  hereja  (Vegas,  482);  idolatresa 
(.Jovellanos,  30'). 

Chinche  os  femenino  (Vegas,  506' — Tirso,  125);  pliegue  y  dobles,  mas- 
culinos. 

208.  Plural  de  los  nojnbres.—hos  nombres  en  general  son  el  ablativo 
latino,  suprimida  frocuontemonte  la  vocal  extrema:  apóstol(o,  fuártirío, 
sermonee.  VA  aconto  do  los  derivados  del  latin  se  conserva  generalmente 
en  la  misma  vocal  acentuada  en  latin,  pero  no  siempre.  Y  como  el  plural  os 
sencillamente  el  ablativo  latino,  añadiendo  una  s,  resulta  (luo  la  forma- 


—  193  — 

c'on  del  plural  es  en  castellano  segiin  la  regla  siguiente:  Los  que  en  singu- 
lar terminan  en  vocal  átona,  ó  en  ^  tónica,  forman  el  plural  añadiendo  una 
s;  mapas,  especies,  leyes,  amos,  espíritus,  quinqués.  Todos  los  demás  le 
forman  añadiendo  es:  bajaes,  alelíes,  tisúes,  saludes,  dátiles,  gérmenes, 
amores,  agraces. 

Excepciones:  el  plural  de  sofá  es  sofás;  el  de  papá,  mamá,  chacó,  cha- 
pó, se  forma  igualmente,  añadiendo  una  s.  El  de  la  letra  e  es  ees. 

Los  terminados  en  vocal  átona  y  s,  v.  gr.  Carlos,  crisis,  éxtasis,  lunes; 
y  los  patronímicos  en  s  llanos  ó  esdrújulos,  tienen  el  plural  idéntico  al  sin- 
gular: los  Carlos,  las  crisis,  los  lunes,  los  Peres. 

209.  Plurales  caprichosos  en  los  poetas. 
cees:  Calderón,  1.''  183'. 

síes:  Castro  (auillen),  382-Tirso,  104'. 

noes:  Id.  369"— Tirso,  104'. 

mases:  Rojas,  36" — al  líes:  Vélez  (Luis),  120'. 

míes:  Polo,  197'— mieles:  Villegas  (Esteban),  554. 

qués":  Trillo,  72'— qttees:  Salazar  (Agustín),  66". 

ay  de  míes:  Solís  (Ant.°),  23'— Calderón,  2.^  178. 

túes:  Lope,  I.*"  213— Quevedo,  181'— Isla,  311— Calderón,  3.*'  244". 

frenesíes:  Solís  (Ant.°),  23'— Iglesias,  449'— Calleja,  573". 

adioses:  Id.  72— Pérex  de  Camino,  732'. 

hipérbatones:  Caro  (D.*^  Ana),  135'. 

teces:  Valbuena,  236,  299. 

greyes:  Hojeda,  444— Vegas,  496'— Forner,  311'. 

toses:  Quevedo,  220. 

senectudes:  Calderón,  3.°  478. 

tuses  (de  tusj:  Id,  3.**  478". 

hambres:  Id.  4.''  252. 

sedes:  Id.  ib. 

Agnus  Deies:  Quevedo,  162'. 

quiquiriquíes:  Id.  225. 

arremeteres:  Id.  292'. 

remifasoles:  Id.  541. 

satanases:  Id.  587'. 

mapas  mundi:  Castellanos,  10'. 

nadas:  Barbero,  587'. 

otrosíes:  Id.  617'. 

traspieses:  Vargas,  605. 

despueses:  Moreto,  616'. 

Es  frecuente  en  los  poetas  el  plural  en  ts  de  los  agudos  en  /;  tabís,  ale- 
lis,  jabalí  s,  rubís,  borceguís,  neblís. 

El  catálogo  precedente  da  alguna  idea  de  la  índole  de  nuestra  lengua 
tocante  á  los  plurales  de  adverbios  y  otras  palabras  raras. 

210.  Plurales  de  los  nombres  propios. — Propio  en  G-ramática  es  el 
nombre  que  conviene  á  uno  solo  (quod  convenit  solí,  sed  non  omni);  v.  gr., 

13 


-  194  - 

Guadalquivir,  Perú.  De  aquí  se  infiere  que  los  nombres  propios  son  muy 
raros.  La  mayor  parte  de  los  que  llamamos  propios  no  lo  son,  sino  comimes 
(apta  inessc  multis),  con  la  diferencia  de  que  no  se  predican  de  los  indivi- 
^duos  como  los  demás  predicamentos,  sino  como  mera  denominación  que 
nada  significa.  Por  eso  no  decimos  éste  es  Juan  en  el  mismo  sentido  que 
éste  es  hombre,  y  para  hablar  propiamente  decimos  éste  se  llama  Juan. 

Por  consiguiente,  es  falso  que  los  nombres  propios  no  tengan  plural; 
porque  en  realidad  debe  negarse  el  supuesto  de  que  hay  nombres  propios; 
y  si  algunos  hay,  los  hacemos  comunes  por  medio  de  ficciones  mentales. 

En  los  poetas  son  frecuentes  los  plurales  de  nombres  propios.  Léase  el 
romance  de  las  condiciones  de  las  mujeres  (XVI,  407),  y  las  comedias  de 
Tirso,  Rojas  y  Calderón,  donde  abundan  especialmente  los  propios  de  mujer. 

Propios  de  varón  y  otros,  véanse: 

Cosmes,  Damianes,  Barrabases:  Rojas,  171. 

Sanchos:  Id.  165". 

Guadalquivires:  Góngora,  508. 

Giles:  Tirso,  420'. 

Caínes  y  Abeles:  Id.  288'. 

Saúles:  Trillo,  99. 

Dionises  y  Ulises:  Tirso,  225". 

Tomases:  Cañizares,  610". 

Anibáles  y  Tubálos  (diástole):  Valbuena,  320. 

Fadriques:  Calderón,  4.°  120. 

Treinta  mil  don  Félix:  Id.  2.°  208". 

Etnas:  Id.  240'. 

Andreses:  Id.  4."  454'. 

Satanases:  Cáncer,  XIV,  525". 

Vitruvios  y  Abrahanes:  Cruz  (Ramón),  510. 

Matusalenes:  Polo,.  181. 

San  Juanes:  Id.  183. 

Perúes:  Villegas  (Esteban),  555". 

Luises:  IMoreto;  518. 

Varios:  Calderón,  4."  616' — Góngora,  515"— Vaca,  316— Arriaza,  93— Mo- 
rat¡n-(Nicolás),  65'. 

211.     Pros!0(/ia  de  lo.f  Jemeninos-  y  ])hiraJes. 

1.**  Femenino.'^. — Cuando  al  pasar  un  nombre  ó  adjetivo  masculino  al 
género  femenino,  no  sufre  más  alteración  que  cambiar  hi  e  ú  o  del  mascu- 
lino en  a,  ó  tomar  una  a  aiuidida  á  la  consonante  final,  el  aconto  no  se  tras- 
lada; v.  gr.,  sabio,  sabia;  ladrón,  ladrona;  alares,  alaresa.  Exceptúase  el  nombro 
Félix,  cuyo  femenino  es  Felixa  (1).  Pero  si  el  femenino  añade  al  masculino 
algo  más  (juo  la  a,  el  acento  está  en  la  penúltima  vocal;  v.  gr.  alcalde,  alcal- 
desa, abad,  aba<lesa. 

2."     Plurales.  -El  j)lural  nunca  altera  el  acento  del  singular.  Sin  cmbar- 


(1)     Y  Carlon,  cuyo  fornonino  oh  Carlota. 


-  195  - 

go,  de  régimen  se  dice  regímenes,  y  de  carácter,  caracteres.  Acerca  de  esta 
-última  palabra  es  de  notar  lo  siguiente: 

Alarcon  hace  siempre  agudo  á  carácter,  como  debía  ser,  del  ablativo 
caractérfe:  v.  99",  359',  361",  364,  4AA". 

Fuera  desto:  al  carácter  (99). 
Te  imprimo  mi  carácter  (359). 

Por  consiguiente,  están  mal  los  acentos  de  carácter  que  allí  imprimió 
Hartzenbusch  (pág.  99").  Antes  de  Alarcon  no  recuerdo  haber  hallado  este 
vocablo  en  singular.  Desde  Calderón  inclusive  en  adelante,  todos  dicen 
carácter. 

En  el  plural;  muchos  dicen  caracteres,  que  es  plural  de  carácter;  pero  no 
pocos  dicen  caracteres.  Vea  el  lector:  Eufo,  122' — Cervantes,  419' — Lope, 
LVIII,  148— Argensola  (Bartolomé),  319' -Yalbuena,  195,  283',  360— Lope, 
5.°  69,  128,  200',  218',  323',  370,  522— Herrera  (Jacinto),  263'— Calderón,  L" 
^2— Id.  XXXY,  343— Noroña,  471'— Arríaza,  102'. 

Si  entendéis  sus  caracteres  escritos  (Cald.,  4.**). 

Porque  son  sus  caracteres  de  fuego  (Lope,  5."  200). 
Donde  estaba  mi  alma  entretenida 

En  formar  ciertos  rombos  y  caracteres  (Cervantes). 

También  el  plural  áe  fénix  e^f emees:  Lope,  5.°  189',  190,  490. 


CAPITULO  VIII 

Prosodia  de  los  nombres,  adjetivos,  pronombres 
y  adverbios  tónicos. 

212.  Hasta  aquí  hemos  tratado  de  la  distinción  entre  los  vocablos  tóni- 
cos y  los  átonos;  pero  no  hemos  dicho  si  los  vocablos  tónicos  son  agudos, 
llanos  ó  esdrújulos. 

Los  monosílabos,  claro  es  que  son  agudos;  por  lo  cual  no  ofrecen  dificul- 
tad alguna.  Sin  embargo,  el  decidir  si  un  vocablo  es  monosílabo  ó  no,  cuan- 
do'tiene  dos  vocales,  es  cosa  imposible  si  se  desentiende  uno  de  la  pronun- 
ciación. Porque  las  reglas  de  los  diptongos  suponen  conocida  la  colocación 
del  acento,  y  este  es  un  negocio  difícil  é  intrincado. 

Estas  dificultades  aumentan  en  los  polisílabos  por  muchas  razones: 

1.*  Porque  sería  necesario  distinguir  en  nuestro  idioma  las  palabras 
griegas,  latinas,  árabes,  castellanas,  francesas,  italianas,  etc. 

2.*  Porque  en  cada  uno  de  estos  idiomas  tienen  los  sufijos  diferente 
cantidad. 

3."  Porque  sería  además  necesario  conocer  la  etimología,  raíz  y  aumen- 
tos de  cada  palabra  de  por  sí. 

4.°  Porque  no  siempre  en  castellano  guardamos  la  ley  de  la  cantidad 
latina. 


--  196  - 

Estas  dificultades  son  tan  graves,  que  no  sé  si  será  posible  formar  una 
prosodia  que  con  reglas  fijas  fundadas  en  la  cantidad  dé  á  conocer  el  acento 
de  las  palabras.  Algo  se  puede  hacer;  pero  si  no  se  hace  todo,  siempre  ha- 
-brá  quien  se  confunda  con  las  reglas. 

213.  Mas  el  acento  ortográfico  (per  sej,  y  la  vocal  final  de  las  palabras 
fpe?'  accidens)  nos  suministran  los  datos  suficientes  para  conocer  dónde  está 
el  acento  de  cada  palabra,  cuando  se  lee. 

1."  Las  palabras  esdntjitlas  deben  acentuarse  todas,  porque  no  hay  otro 
modo  de  distinguirlas  de  las  demás. 

Las  terminadas  en  vocal  fuerte  ó  en  5  y  los  verbos  en  ;/  son  graves;  por 
consiguiente,  deben  acentuarse  las  agudas  en  vocal  fuerte,  ó  en  5,  y  los  ver- 
bos agudos  en  n  (1). 

3.°  Las  terminadas  en  vocal  débil  ó  en  consonante,  exceptuando  las  en 
5  y  los  verbos  en  //,  son  agudas:  por  consiguiente,  se  acentuarán  las  graves 
en  vocal  débil,  etc. 

4.°  Toda  vocal  débil  adyacente  á  una  fuerte  es  naturalmente  átona;  por 
consiguiente,  toda  vocal  débil  tónica,  adyacente  á  una  fuerte,  debe  acen- 
tuarse. 

5.°  Toda  vocal  débil  que  precede  á  la  otra  débil,  es  naturalmente  áto- 
na; por  consiguiente,  se  acentuará  cuando  sea  t  '>nica. 

6."  Las  vocales  fuertes  concurrentes,  se  considerarán  como  separadas, 
respecto  de  la  acentuación;  así  debe  acentuarse  aéreo,  empíreo,  etc. 

Con  estas  reglas  ya  se  puede  leer  sin  peligro  de  confundir  las  agudas  con 
las  graves;  las  esdrüjulas  son  bien  conocidas  por  el  acento. 

Si  uno  no  supiera  dónde  está  el  acento  de  sería,  haría  este  razonamien- 
to: esta  palabra  es  llana;  pero  la  i  es  átona,  puesto  que  no  lleva  aconto;  lue- 
go la  tónica  es  la  e. 

Lo  mismo  en  Braulio:  como  ni  la  /  ni  la  //  tienen  acento,  deduzco  que  la 
letra  tónica  es  la  a. 

214.  De  los  monosílabos  se  acentúan:  1.°,  las  letras  a,  e,  o,  u,  por  cos- 
tumbre, no  porque  sean  tónicas,  que  no  lo  son;  2.°,  los  pretéritos  fue,  fui, 
díó,  víó,  aunque  realmente  no  le  necesitan;  H.",  las  notas  musicales  ////,  la, 
sí,  (tampoco  le  necesitan);  A.^,  él,  mí,  tú,  pronombres  personales;  5/p^(tnom- 
bre  y  adverbio)  sé  inflexión  de  ser  y  saber ;  dé  inflexión  del  verbo  dnr\  té 
sustantivo. 

Los  adverbios  en  tueute  y  los  verbos  agudos  ron  un  suiijo,  se  acentuarán 
ó  no,  como  si  no  tuvieran  tal  aditamento;  fdcílineiite,  cortéstneute,  pcrf'ec- 
tísímameutc;  ser  eos,  mandar  vie,  mandónos,  . 

Los  verbos  agudos  con  dos  sufijos  y  los  llanos  con  uno  ó  más,  so  acen- 
túan también  según  la  regla  do  la  Academia,  v.  gr.:  dándome,  dístenos. 


(1)  La  Ara'loiniB,  rlocln  IftftO,  no  distinfru»  los  nombro»  do  los  vorbos.  Franonnicnto,  tnntoi  nrontoo 
on  án,  in.  tin  ino  parecen  muihim  arentog.  Tampoco  distiiiiruo  ontro  las  terminadas  on  vocal  fvicrto  y  on 
vocal  débil,  y  oso  qne  éstas  son  muy  niimorosas,  como  <(ue  lo  son  todaK  las  primeras  personas  d«>  sin- 
gular del  pretérito  do  las  conjtipacionos  ¿.*  y  ¡i.'.  Ln  ro(;la  aijui  puosta  diro  lo  i|ue  doliiera  sor:  sin  eni- 
barffo.  yo  también  acentúo  los  ai^ udos  on  i.  l'oro  al  fin,  por  un  aconto  mis  ó  menos,  no  he  de  reñir  con 
nadie,  porquo  oso  ni  quita  ni  pono  en  ol  idioma. 


-  197  - 

■dmote,  dármelo,  etc.  Que  se  acentúen  ortográñcamente  poco  importa,  con 
tal  que  se  reconozca  que  no  es  vicio  ni  licencia  hacerlos  ditónicos  en  los 
<3asos  ya  explicados  (núm.  197). 

Todo  lo  demás  que  pudiera  añadir  sobre  la  colocación  del  tono  ó  acento 
prosódico  en  general ,  fundado  en  la  cantidad  de  las  sílabas  y  formación  de 
las  palabras,  es  tan  incompleto  y  difícil,  que  prefiero  dejarlo  en  el  tintero. 
lEn  latín,  el  sistema  prosódico  es  relativamente  fácil,  conocida  la  radical,  ó 
mejor  dicho,  la  raíz  de  la  palabra;  porque  la  cantidad  de  todos  los  aumen- 
-tos  está  sujeta  á  reglas  generales  y  fáciles,  como  podrán  atestiguarlo  algu- 
nos de  mis  discípulos,  á  quienes  enseñé  el  modo  de  conocer  la  cantidad  de 
todas  las  sílabas  latinas;  y  yo  mismo,  con  mi  sistema  prosódico,  conocía  (ya 
se  me  ha  olvidado  algo)  la  cantidad  de  todas  las  sílabas  casi  tan  rápidamen- 
te como  leía.  Pero  en  castellano,  como  lengua  menos  pura,  es  la  dificultad 
inmensamente  mayor;  y  además  tendría  poca  utilidad  tal  sistema;  basta  el 
uso  y  la  acentuación  ortográfica  para  conocer  el  acento  de  las  palabras.  Y 
Jfustra  fit  per  plura  quod  fieri potest  per pauciora. 

Mas  para  concluir  este  libro,  voy  á  fijar  bien  el  acento  de  algunas  pala- 
bras qíie  le  tienen  vago  ó  mal  entendido. 

215.    A. 

1)  Abdalá  y  Audalla,  árabes,  que  parecen  un  mismo  nombre,  son  agu- 
do aquél  (Calderón,  2.°,  335  y  siguientes)  y  llano  éste  (véase  el  Romancero). 

2)  Adonaí. — Esta  palabra  hebrea  es  en  latin  Adónai:  una  sola  vez  le 
hallo  Adonáy,  y  debe  pronunciarse  Adonaí,  según  el  uso  de  nuestros  poe- 
tas: Calderón,  LVIII,  397,  413-Id.,  4.°,  200"-Moreto,  LVIII,  557 -Igle- 
sias, 466. 

Si  soy  sumo  Adonaí, 

Abrazaros  pienso  luego.     (Moreto) 

3)  Ahí. — Es  vicio  algo  frecuente  en  el  norte  de  la  Península  decir  áhi 
por  sístole. 

Como  esas,  estatuas  hay 

Por  ahí  que  se  idolatran.     (Calderón,  3.°,  707) 

4)  Alboíno. — Así  nuestros  poetas,  menos  Laso,  X,  396. 

5)  Alcibíades  y  otros  en  ades  ó  adas  griegos,  deben  ser  esdrújulos:  ta- 
les son  Mil  ciad  es,  híadas,  dríadas,  hamadríades,  (véase  Solís,  Dioni- 
sio, 263— Acevedo,  266— Arquijo,  403'— Lope  5.°,  366');  hclíadas  (427'), 
Olimpíada  (Cairasco,  498),  Oríade  (Calderón,  LYIII,  354'),  anftirioníades 
(Lope,  5.°,  451')  tespíades  (Lope,  XXXV,  270),  miríada  (Lista,  370),  fiadas, 
(Lista,  287'):  no  está  en  el  Diccionario):  Ilíada  (Argensola,  B.,  .350 — Cairas- 
co, XXXV,  300 — Quevedo,  458'),  Liisíada  (Góngora,  456),  Austríada,  (Hita, 
XVI,  172'),  Pléyade  (Arjona,  Juan,  lOV)— Cicladas  (Villegas  E.,  561)— 
náyades  (Herrera  F.,  302\  Aunque  no  falta  algún  ejemplo  con  diástole, 
no  debe  hacer  autoridad  contra  la  regla . 

6)  Alcínoo. — Este  y  otros  grigos  en  oo  como  Antinoo*  Piritoo,  Piroo, 


-   198  - 

Pántoo,  AstÍHoo,  deben  tener  átonas  las  oo,  según  su  origen  griego  y 
latino. 

Sin  embargo,  nuestros  poetas  suelen  hacer  tónica  la  primera  o:  así. 

Alcinóo  (Cervantes,  596);  Piritóo  (Lista,  30G).  Hermosilla  los  hace  en  ge- 
neral agudos;  Pirüoó,  Arttnoó,  Piroó.  Creo  debe  seguirse  la  acentuación 
griega.  Aritinoo  dijo  muy  bien  Reinoso  221.  Aquelóo,  sin  embargo,  tiene  la 
o  primera  tónica  (en  griego  omega). 

El  apellido  Feíjoó  tiene  y  debe  tener  tónica  la  o  final,  según  se  halla  im- 
preso en  documentos  contemporáneos  del  famoso  benedictino,  y  en  Moratin 
(Nicolás),  65' 

7)  Aloe. — En  griego,  según  el  acento,  es  aloe;  según  la  cantidad  áloe, 
como  en  latin.  Puédense  admitir  ambas  acentuaciones. 

Teñidos  nardos  y  áloes,  espirando.     (Ribera,  Luis,  '289') 

Y  al  divino  Camóes 

En  indianos  aloes  (heptas.)  (Lope,  6.°,  197) 

No  es  admisible  decir  áloes;  como  Hojeda  escribió,  500'. 

8)  J^/i^ar.— Apócope  de  Alvaro^  debe  ser  grave  y  no  agudo.  (Véa- 
se X,  5iOj. 

9j  Ambrosia:  Los  antiguos  decían  ambrosia^  de  lo  cual  tengo  muchos 
ejemplos:  Cervantes  (589')  ya  dice  ambrosia:  en  Lope  es  vario  el  acento: 
désele  Calderón  en  adelante  todos  dicen  ambrosía.  Debía  ser  ambrosia,  se- 
gún es  en  latin,  sin  embargo,  en  griego  tiene  el  acento  en  la  t,\ 

10)  Amcfi.—^ste  verbo  hebraico  es  agudo  en  castellano,  como  en  he- 
breo. Tirso,  340,  417. 

A  sátiros  que  me  llamen 

Como  lega  digo  amen,  (verbo:  equívoco) 

En  vez  de  decir  amén.  (Calderón,  4.",  273) 

11)  Auacréon. — El  nominativo  griego  así  es,  y  así  le  usaron  nuestros 
poetas,  V.  gr.,  Villegas  (Esteban),  557".  Si  fuera  apócope  del  ablativo 
Anacrcontc,  dolíoría  ser  agudo. 

Véanse  también  Villanueva,  593'— Jovellanos,  6. 

12)  Anagrama,  epigratna:  llanos.  Así  todos  los  poetas,  sin  excApcion, 
Y  cfmformo  á  éstos,  deben  ser  llanos  los  demás  en  grama  ó  gramo;  tele- 
grama, kilogramo. 

13)  Aiiibal,  Asdrübal,  Amilcar,  Tiíbal. — Aunque  parezca  increíble,  es- 
tos nombres  son  agudos  en  todos  nuestros  poetas  antiguos,  hasta  Calderón 
inclusive;  véase  Cueva  X,  362,  373.  Los  acentos  allí  puestos  por  el  Sr.  Du- 
ran, no  debieron  ponerse.  Un  solo  caso  hallo  do  Aníbal  (Virués,  509),  en  lo 
antiguo.  Los  modernos,  con  mejor  acuerdo,  los  hacen  llanos,  como  deben 
sor,  según  la  regla  general. 

La  palma  por  Aníl)al  obtenida  (Moratlu  L.,  696') 

El  gran  hijo  de  Amilcar  te  amenace      (Arjona  M.,  63fi') 
Diga  vencido  ABdrúl)al  y  el  Metaurn.     (Lista,  287) 


—  199  — 

Arjona  M.,  536'— Arriaza,  69'— Moratin  N.,  59— Moratín  L.,580 — Quinta- 
na, 17 — Pérez  de  Camino,  726" — Lista,  286'. 

A  este  modo,  debían  ser  graves  Gaspar  y  Baltasar  que  hacemos 
agudos. 

14)  Animalia. — Lo  mismo  que  animal^  tiene  tónica  la  «,  no  la  /,  como 
malamente  escribió  Jovellanos,  30. 

15)  Antíoco:  Calderón,  1.°.  311  y  siguientes;  Lope,  5.",  131,  Algunos  an- 
tiguos como  Timoneda  y  Castellanos,  decían  Anttoco. 

16)  Antípatro. — Esdrújulo  debe  ser  este  compuesto  del  griego  TraTT,p  = 
padre.  Sin  embargo,  grave  le  usa  Lope,  5.°  196,324. 

17)  Areopágo:  grave:  Moreto,  498'— Cañizares,  LXVII,  488— Melén- 
dez,  219'. 

18)  Ariete. — Acevedo  y  Moratin  (N),  dicen  ariete:  Calderón  y  los  mo- 
dernos, ariete  con  diptongo;  pero  su  verdadera  pronunciación  es,  como  en 
latin  ariete. 

Combatidos  de  Arietes  cayeron.     (Caro,  Rodrigo,  386') 

19)  Aristides. — Así  es  en  griego  y  así  le  usó  Marchena,  624.  G-eneral- 
mente  se  le  hace  esdrújulo.  Lope.  3.",  294"  también  le  hace  grave. 

20)  Arquimédes.—K.^i  todos  los  poetas:  Argensola  (B.),  346'— Esquila- 
che,  XLII,  317-Tirso,  566' -Lope,  2.^  358. 

Aquellos  edificios  y  colosos 

Que  del  grande  arquimédes  fueron  traza.     (Lope,  5,°,  353') 

Y  lo  mismo  todos  los  griegos  terminados  en  medes,  como  Nicomedes 
(Calderón,  1.",  13'),  Diomedes  (Claramente,  511),  Ganimedes  (Gróngora,  441), 
y  Palamedes  (Laso,  X,  321). 

21  j    Arrecife.—YxoiWd.,  61': 

La  brava  costa  de  arrecifes  llena. 

22)  Atáide. — Este  apellido  portugués  tiene  la  a  tónica  en  Tirso.  109"— 
Calderón,  3.°,  70'— Quintana,  43  y  siguientes.  Tiene  la  /  tónica  en  Cervan- 
tes, 604'— Lope  4.°,  134— Meneses,  466'.  Es  preferible  con  la  a  tónica. 

23)  Ataúlfo.— K.'&i  todos.  Sólo  Valbuena  contrae  en  sinéresis  el  au. 

^)  Atmósfera. — Según  el  acento  griego  es  esdrújulo;  según  la  canti- 
dad, grave.  De  uno  y  otro  modo  le  usan  nuestros  poetas.  Llano:  Huerta  (Vi- 
cente); 230— Cienfuegos;  20'.— Esdrújulo:  Arriaza,  74'— Maury;  XXIX,  487 
Ahumada,  707 — Somoza,  473. 

No  será  falta  decir  atmosfera,  fotosfera. 

25)  Átropos:  esdrújulo:  Oña,  372— Arguijo,  397. 

26)  Auréola  y  lauréola. — La  Academia  en  su  Diccionario  hace  grave  y 
esdrújulo  al  primero,  y  grave  al  segundo.  En  latin,  ambos  son  esdrújulos: 
el  sufijo  ola  es  siempre  breve  en  latin.  Los  poetas  hacen  grave  al  primero: 
Hojeda,  467' — Vaca,  336' — Burgos,  449  bis;  y  grave  al  segundo:  Castella- 
nos, 60',  112— Cervantes,  83— Silvestre,  245'— Lope,  5.^  198,  217',  484— 
Olmo,  146'-Trillo,  56— Cortés,  183. 


-  200  — 

Debían  ser  esdrújulos;  mas  por  respeto  á  la  tradición  podremos  admitir 
indiferentemente  las  dos  acentuaciones. 

27)  Austero. — Es  incorrección  hacerle  esdrújulo.  Muy  bien  Salazar 
(Agustin),  XLII,  225'. 

28)  Ayctx.—Gcraxe:  Mendoza,  83'.  En  plural,  Ayáces,  según  la  cantidad. 

216.  B. 

1)  Balatistre. — Tónico  en  la  n,  aunque  no  tiene  acento  en  el  Dic- 
cionario. 

Almenas  y  balaustres.     (Calderón,  3.°,  478') 

Véase  Id.,  203",  670'-Id.,  4.^  170"-Coello,  XIV, 409".  Mal  Arriaza,  106' 
En  griego  también  tiene  el  acento  en  la  //. 

2)  Í3«/Sí7/';/.— Todos  así,  v.  gi\,  Góngora,  459". 

3)  Baraiinda. — Tónico  en  la  ti.  Oua,  355'— Polo,  178 — Arriaza,  129'. 

4)  ^^//■««¿'s. -Calderón;  4.^  620'. 

5)  BeHOÍ.-Loj)e,  A.",  104". 

6)  Bigamia  y  poligamia,  según  el  acento  griego  (Caiítillejo,  165' — 
Triarte,  54').  Vulgarmente  se  acentúa  la  a,  según  el  uso  latino. 

7)  Biobío. — Este  nombre  de  un  río  de  Chile,  lleva  el  acento  en  la  últi- 
ma ?',  y  así  debe  leerse  en  los  poetas,  aunque  parezca  que  puede  leerse  de 
dos  ó  tres  modos.  Ercilla,  alguna  vez,  comete  la  diéresis  diciendo  Biobio,  j 
Arjona  M.,  (542')  la  sinéresis  del  final  ¿o.  En  el  siguiente  ejemplo  del  mismo 
autor  (543'), 

Gime  y  llora  de  ver  que  su  dicha, 
Se  traslada  al  Biobio  distante. 

puede  leerse  Biobio  ó  BXóbio,  sin  que  se  altere  el  ritmo  anapéstico  del  de- 
casílabo; pero  debe  leerse  Biobio,  según  los  otros  casos  en  que  el  mismo  au- 
tor usa  dicho  nombre. 

8)  Borístcnes  ó  Boristéncs,  según  se  siga  la  cantidad  ó  el  acento:  es  el 
antiguo  nombre  del  Niéper. 

9)  Bredá.—lAüwo  le  usó  Reinoso,  223;  agudo  (y  mejor)  Cald.,  I.**,  128. 

217.  C. 

1)  Cades  , 

Entre  palmas  do  Cades  (octos.)  (Calderón,  LVIII,  469'). 

2)  caduceo — Contra  lo  quo  debía  sor,  ha  prevalecido  siempre  el  decir 
caduceo.  Solo  Acevodo  dice  caduceo  (265') 

Lleva  el  caduceo  en  la  derecha  mano. 

3)  Cafantaúm,  Corosain— Tirso,  XXXIX  y  451'. 

4)  Caistro—TodoH  los  poetas. 

5)  Cal ainos— Anón.  X,243— Quovodo,  212'  y  todos. 

6)  Ca/í/5=Ca/«/s— Vall)uona,  145'. 

7)  Cdndia—Aai  todos  los  poetas:  Lope,  5."  453'— Calderón,  3.°  336— Mo- 
reto,  556". 


-  201  - 

8)  Carteles— Versonsije  de  una  comedia  de  Calderón,  3°  88,  108'. 

9)  C«r/)(í/oro— Viciosamente  le  hizo  grave  Calderón,  3°  237  y  si- 
guientes. 

10)  Castor  j  Pólux—Argnijo,  400'— Mal  dijo  Oña  (397')  Castor. 

11)  Catúlo  y  Ti  bul  o — G-raves,  según  la  cantidad,  y  el  uso  de  nuestros 
poetas.  Solo  Jovellanos  desafina  escribiendo  Tibiilo  (46');  y  Quevedo,  Cá- 
ttilo  (453) 

12)  Cáucaso — Esdrújulo.  Sin  embargo,  Oña,  440'  y  Jáuregui,  105',  dije- 
ron Caucáso. 

13)  cénit — Aunque  alguna  vez  se  halla  (malamente)  acentuado  cénit, 
sin  embargo,  no  hay  un  solo  poeta  que  asi  hable.  Todos  los  que  yo  tengo 
apuntados,  y  son  treinta  y  cinco,  dicen  cénit. 

Arbitro  de  un  cénit  y  otro  cénit  (Calderón,  2.*^  679'.) 

Y  trueca  en  incendios  el  claro  cénit  (Lista,  362). 

14)  centimano — (Briareo,  el  de  cien  manos) — Esdrújulo  según  la  com- 
posición latina  y  la  Academia.  En  los  poetas  es  grave:  Villaviciosa  (José), 
612' — Vaca,  282.  Debe  hacerse  esdrújulo. 

15)  Cerbero  (el  can) — Aunque  esdrújulo  en  latin,  el  uso  vulgar  y  los 
poetas  le  hacen  grave. 

Te  vio  el  Cerbero  en  la  tartárea  roca        (Lista,  287'). 

16)  á  cercen — Los  modernos  le  hacen  agudo  (v.  Hermosilla,  tomo  1, 135, 
y  el  Diccionario  de  la  Academia).  Su  origen,  el  latino  circimis  (del  griego 
xtpxoí-= compás),  exige,  tanto  por  el  acento  como  por  la  cantidad,  que  en 
castellano  sea  grave;  y  así  se  halla  en  nuestros  poetas: 

Se  lo  cortó  todo  al  cercen.  (Rufo,  XVI,  77'). 

A  quien  cortaron  á  cercen.  (Alarcon,  338). 

Fierres  y  Cosmes  á  cercen.  (Quevedo,  203). 

¡Qué  dices!  ¿quitada? — A  cercen.  (Calderón,  3.°  404"). 

17)  ciclope  ó  ciclope — La  cantidad  es  ambigua,  y  el  uso  vario;  pero  lo 
más  común  es  ciclope. 

Y  la  fragua  y  los  ciclopes  esconde  (Villaviciosa,  José,  588). 

18)     Cister 

Un  monje  del  Cistér  allá,  en  Florencia.  (Barbero,  606). 

(Mal  impreso  Cister:  es  y  debe  ser  agudo). 

19)  citeréa  (Venus) — Así  según  su  origen  y  la  mayor  parte  de  los  poe- 
tas; aunque  Herrera  (Fernando),  262,  y  Solís  (Dionisio),  255,  dicen  citérea. 

20)  a^o/¿Í5— Altamira,  190'— Moratin,  L.  604. 

21)  Cleopátra — Llano  en  todos  los  poetas,  excepto  en  Cairasco,  499. 

22)  cónclave  y  concldve—A.mho's,  acentos  están  autorizados  por  la  Aca- 
demia. Conclave  es  en  latin,  y  en  Hojeda,  415',  422  y  Callecerrada,  462'.  Con- 


—  202  - 

clave  cuenta  con  más  votos:  Oña,  371'— Tejada,  38'  Hojeda,  429,  434',  449', 
480  bis— Villaviciosa  (José),  612— Morillo,  175'— Lope,  4.*'  274'. 

Y  en  generales  cónclaves  y  acuerdos  (Oña,  430). 

23)  Cóndor — Del  peruano  ahttur,  es  grave.  Por  tanto,  licenciosamente 
dicen  muchos  cóndor,  agudo. 

Y  de  funestos  cóndores  comido  (Oñ^i  403). 

24)  Cósroas  ó  Cósdroas=Cósrocs;  y  Siróes  (hijo  de  aquél),  son  esdrú- 
julos en  latín.  Calderón  que  los  usa,  los  acentúa  como  en  latin  (2.''  355  y  si- 
guientes). Pero  usa  otro  Siróes,  nombre  de  mujer  (3.°  142  y  siguientes). 

2,5i     Crcúsa—Axión.  X,  324'— Alarcon,  142— Nieto,  588". 

218.    D. 

1)  Dálila—YX  uso  es  algo  ambiguo;  sin  embargo,  nuestros  poetas  le  ha- 
cen esdrújulo:  Dueñas,  499' — Carrillo,  530. 

1)  Da7nóc¿ es— Grave  le  usan  nuestros  poetas:  Cueva.  X,  344— Quove- 
do,  26'.  Más  correcto  me  parece  Dámocles,  como  Empédotles  (Fomer,  371), 
y  Sófocles. 

3)  Darío — Así  es  en  latin;  pero  la  mayor  parte  de  nuestros  poetas  le 
hacen  tónico  en  la  a.  Así  Lope,  Alarcon,  Rojas,  Villaviciosa  (José),  Fuen- 
tes (Alonso),  Laso,  Castellanos,  Anón.,  X,  4513;  Polo,  Arjona  (Manuel). 

Daría  no  se  halla  más  que  en  Calderón,  siempre  con  la  i  tónica  (3.°  !241"), 
Desde  Calderón  en  adelante  ha  prevalecido  la  pronunciación  latina,  Darío. 

4)  Dcmóstenes  y  todos  los  griegos  en  sienes:  Antistencs,  Sostenes,  etc. 

5)  dictan  10 --'Esdrújulo,  según  el  acento  griego  y  la  Academia:  grave 
segim  la  cantidad  latina  y  los  poetas:  Acevedo,  262'— Moratin  (Nicolás),  55. 

6)  Diez  y  Dies  (apellidos): 

Lope,  3.»  572' 


Do  tu  sangre  mis  dos  manos 
Estas  diez  bandas  harán, 
Y  por  armas  quedarán 
De  los  Diez  toledanos. 
Según  esta  etimología,  parece  que  de- 
bía ser  Diez  monosilabo. 


López  de  Uboda,  74. 
Diego  D\ez  desafió 
A  romance  y  á  latin 
A  la  muerte.  Ella  venció 
Y  al  Diego  Dx^z  lo  metió 
En  un  medio  colemiu, 
Con  que  vencido  (|Uodó.    % 

Segim  la  etimología  del  segundo  ejemplo,  parece  debía  ser  Díe3:acaso 
hay  sinórosis  en  osa  palabra. 

7)  diócesis — Esdrújulo  según  ol  aconto  griego  y  ol  uso  moderno:  grave 
según  la  cantidad  y  los  poetas:  Castellanos,  381— Oña,  427'. 

8)  dominico— Endrújulo  en  latin,  viciosamente  le  pronunciamos  do- 
minico. 

A  la  una  en  seráfico  mortero, 

A  la  otra  en  dominica  campana,         (Góngora,  447'). 
219.    £. 

1)    elegía— Así  todos,  menos  Castellanos,  124',  17d—Elego  (esdrújulo) 
dijo  muy  bien  Lope,  5."  3(55. 


-  203  - 

2)  elíseo,  los  campos  é'//'sé'C»5— Tiene  la  i  tónica,  aunque  Quevedo,  244 — 
Anón.,  X,  55'  y  García,  XVI,  646,  hicieron  tónica  la  e.  Elíseo,  adjetivo,  lo 
perteneciente  á  Elisa  ó  Dido,  es  tónico  en  la  e.  Y  lo  mismo  el  nombre  pro- 
pio Elíseo. 

3)  ^/o/5fl— Todos:  Quintana,  8— Marchena,  625. 

4)  Engadi^ksi  Lista,  280',  mejor  que  Engádí:  Quevedo,  344  y  Carva- 
jal, 583. 

5)  erítréo—K'&i  es.  Solís  (Dionisio),  255'— Lista,  289. 

6)  Eróstrato,  Sóstrato,  Písístrato— Aunque  el  uso  en  nuestros  poetas 
es  vario,  me  parece  mejor  la  acentuación  esdrújula,  como  en  latin. 

7)  Esdrrís — Alguna  vez  le  hacen  llano  los  poetas,  según  es  en  latin:  la 
pronunciación  hebraica  aguda,  es  mejor;  como  Jonás,  Caifas,  etc.  Judas, 
sin  embargo,  es  siempre  llano. 

8)  Esténtor—Vov  ningún  capítulo  debe  ser  agudo  este  nombre,  como 
malamente  le  hizo  Hermosilla. 

9)  Etiopia  y  etíope— 1°  Etiopía.  Sólo  un  ejemplo  hay  de  Etiopia  (Arjona 
M.,  515).  Todos  los  demás  ponen  el  acento  en  la  o,  como  debe  ser.  Así,  entre 
otros,'Montesino,  Castellanos,  Lope,  Hojeda,  Ribera  (Luis),  Acevedo,  Villa- 
viciosa  (José),  Tirso,  Alarcon,  P.  Céspedes  y  Rojas.  Y  aunque  en  alg-uno  de 
éstos,  y  en  Vegas,  Cóngora,  Trillo,  Calderón,  Polo,  Salazar  (Agustin)  y 
Maury  puede  leerse  casi  siempre  Etiopia,  sin  faltar  al  verso;  sin  embargo, 
fundándonos  en  el  principio  establecido  en  el  n.*'  141,  decimos  que  debe 
siempre  leerse  Etiopia.  Erróneamente  acentuó  la  /  Hartzenbusch  en  los  to- 
mos de  Calderón:  pues  pudiendo  esta  palabra  leerse  de  dos  maneras,  debió 
Hartzenbusch  deducir  que  la  usada  por  Calderón  es  la  de  Etiopia,  porque 
así  la  pronuncia  éste  en  el  ejemplo  siguiente(4.°  207"): 

No  será  acción  impropia 
Saber  á  boca  nuevas  de  Etiopia. 

Al  fin,  Hartzenbusch  salió  de  su  error,  y  en  los  tomos  de  Lope  ya  pone 
crema  en  la  primera  í.  En  mis  apuntes  figuran  más  de  70  casos  de  Etiopia^ 
con  azeuxis,  como  debe  ser.  (Véase  el  libro  IV,  cap.  V,  art.  3.  ). 

2.°    etiope,  y  todos  los  griegos  en  iope  son  esdrújulos.  Véanse: 

Caliope  en  Castellanos,  Cervantes,  Fr.  Luis,  Góngora,  Cairasco,  Lope, 
Ribera  (Luis),  Callecerrada,  Calderón,  Trillo,  Verdugo,  Salas,  Roldan,  Mo- 
ratin  (L.)  y  Reinoso.  Caliope  hay  en  Herrera  y  Meléndez:  Caliope  ó  Caliope 
con  sinéresis,  en  Arjona  (Juan),  Vaca  y  Noroña.  La  primera  acentuación  es 
correcta;  la  segunda  es  diástole;  la  tercera  es  mala  por  todos  conceptos. 

Driope:  Maury,  178. 

Liríope:  Lope  y  Calderón:  véase  este  verso  dactilico: 

La  ceguedad  del  hijo  de  Liriope  (Lope,  5.°  78). 

Etíope:  Góngora,  Lope,  Arjona  (Juan),  Cairasco,  Acevedo,  Villaviciosa 
ÍJ.),  Vélez  (Luis),  Prado  (Fr.  Adrián),  Arguijo,  Solórzano,  Calderón,  Polo, 


—  204  - 

Rojas,  Cubillo,  Jovellanos,  Porcel  y  Noroña.  Véanse  estos  versos  dactilicos: 

Triunfa  del  etíope.  (Cairasco,  458). 

Pues  vuela  su  Caliope 
Desde  el  blanco  francés  al  negro  etíope      (Góngora,  456). 

Castellanos,  Cervantes,  Argensola  (L.)  y  Lobo  decían  etíope:  con  sinére- 
sis hay  un  ejemplo,  Anón.  XVI,  190.  De  las  tres  pronunciaciones  digo  lo 
mismo  que  de  las  de  Caliope. 

10)  Eufrates — Así  todos,  como  debe  ser.  Sólo  Ercilla,  101",  y  Lope  dicen 
Eufrates,  esdrújulo. 

11)  ¿"íí/ras^ma— Esdrújulo  en  latín:  nuestros  poetas  le  hacen  llano,  se- 
gún el  acento  griego:  Herrera  (Femando),  257 — Callecerrada,  461. 

12)  Eurialo—Asi  todos:  v.  Morillo,  179'— Villarroel,  68. 

13)  Earidice  -^Mejor  que  Euridice,  según  le  usan  hope,  5.°  315',  y  Anón., 
XVI,  636". 

220.  F. 

1)  farándula— Así  la  Academia,  como  debe  ser.  Farandida,  Gróngora, 
447'. 

2)  faraute  (=  heraldo) — Así  la  Academia: /arawíe,  Tasis,  163. 

3)  fárrago  y  fárrago — Ambas  acentuaciones  están  autorizadas  por  la 
Academia  y  los  poetas.  La  segunda  es  más  conforme  con  el  origen  y  está 
más  autorizada.  V.  Moratin  (N.),  34'— Iriarte  (T.),  62'. 

4)  filaucia — La  Academia  y  Forner,  421,  dicen  filáucia;  poro  es  mejor 
filaueía,  según  el  acento  griego:  Argensola  (B.),  314 — Lope,  b.'^  188,  225'. 

5)  FroUa—Así  todos:  Lope,  3."  466"— Valbuena,  203— Moreto,  473.  Y  no 
Fróüa,  aunque  así  parece  que  está  en  Valbuena,  .'3.37. 

221.  G. 

1)  Geloíra  y  no  Gcloira. — Todos.  V.  Moreto,  465-488. 

2)  Golfas  por  Goliat  dicen  algunas  veces  los  poetas:  García,  644"  — Se- 
púlveda,  X.  2íí8. 

3)  Guadaira^  y  no  Guaddi'ra.  — Todos:  Monroy,  109  — Vaca,  278'  — Lis- 
ta, 325. 

222.  //. 

1)  -Harmonía  ó  armonía  sa  ha.  dicho  siempre.  Arjona  (Juan),  escribe 
harmonía. 

2)  //í?//;/rt.— Esdrújulo  en  latin,  es  llano  según  la  acentuación  griega,  y 
el  uso  de  los  poetas.  V.  Medrano,  ,317'. 

3)  Heródoto  y  Hcvodóto. — De  ambos  modos  puede  decirse. 

\)  Héroe.  —  Así  el  uso  general.  Heróc.  Aldana  (Cosme),  504',  511  —To- 
ledo, 6. 

5)    Hcroida.    Lope,  5.",  lí)8. 

'o)     Hcslodo. — Muí  escrito  en  V'ilhirroel,  ^^^  cxiodo. 

7)  Hípogrífo.—'Ei9  lo  común  en  nuestros  poetas.  Los  acentos  de  hipó- 
grifo  en  el  tomo  I  de  Calderón,  tal  vez  son  puestos  por  el  Sr.  Hurtzenbusch. 


—  205  — 

223.  l.J.K. 

1)  Ibero. — Así  todos.  Pero  su  compuesto  celtibero,  que  también  debe  ser 
llano,  y  así  le  usaron  Esquilache,  296%  y  Cueva,  X,  369',  es  esdrújulo  en  la 
Academia  y  en  Calderón,  4.**,  351",  y  Yaca,  284'.  No  se  ye  razón  para  hacer- 
le esdrújulo. 

2)  Impío  ó  impío. — Esta  segunda  forma,  más  correcta  que  la  primera, 
fué  más  usada  que  aquélla  entre  los  antiguos  hasta  Calderón;  véanse  He- 
rrera (Femando),  Arguijo,  Castellanos,  Acevedo,  Ribera  (Luis),  Medrano, 
Ríoja,  Rebolledo,  Jáuregui,  Hojeda  y  otros;  más  de  veinte  autores.  Calde- 
rón siempre  dice  impío,  y  también  Trillo,  Moreto,  Belmente.  En  el  si- 
glo XVIII  es  muy  vario  el  uso,  hasta  Quintana  inclusÍA'"e;  mas  al  fin  ha  pre- 
valecido el  decir  impío.  No  es,  pues,  sístole  el  impío  de  los  antiguos  poetas^ 

T  hombres  impíos  fingieron  impías  glorias.      (Hojeda  368'), 

3)  Intervalo. — Grave  en  latin  y  castellano.  Veintidós  son  los  poetas  que 
siempre  le  hacen  grave;  esdrújulo  solo  Tapia,  680'. 

4)  ^Introito.  —  Derivado  del  introittis ,  áettiím  latino,  tiene  tónica  lo  o. 
Los  poetas  que  le  usan  le  hacen  tónico  en  la  i  (introito):  Anón,  XXXV,  150 — 
Tirso,  128"-Polo,  206. 

5)  Jamaica. — Asi  pronunciamos  hoy.  Castellanos,  sin  embargo,  dice 
siempre  Jamaica;  (v.  42'). 

6)  Kepléro. — Así  le  pronuncia  Lista,  322. 

224.  L. 

1)  Laines. — Así  todos  sin  excepción.  V.  Anón.,  X,  478  y  siguientes.  Lo 
mismo  Lain  (Mirademescua,  59-71). 

2)  Láqiiesis. — Así  todos  correctamente,  excepto  Castellanos,  308. 

3)  Leibníts. — Así  Lista,  381. 

4)  Leónidas. — Meléndez,  262 — Cienfuegos,  31  —  Lista,  286'  —  Igualmen- 
te es  grave  Leonido,  tan  frecuente  en  Lope. 

5)  Lisias. — Así  Pérez  de  Camino.  Calderón  siempre  dice  Lisias,  no  sé 
por  qué;  véase  tomo  I,  313  y  siguientes — 3.*^,  24-65. 

6)  Los  terminados  en  logia  llevan  en  la  i  el  acento,  según  el  uso  univer- 
sal.  Iriarte  (T.),  sin  embargo,  hace  tónica  la  o\  (v.  31'). 

1)  Lúcido.  —  Brillante,  claro,  luciente,  es  esdrújulo,  aunque  elP.  Cés- 
pedes le  hace  grave,  151'.  Lucido  participio  de  lucir  es  grave.  Lo  mismo 
debe  decirse  de  válido  =  valedero,  y  valido  =  favorito  y  participio  de  valer. 

225.  M. 

1)     Manda  (de  ¡j-avieía  =  adivinación)— No  hay  en  nuestros  poetas  más 
que  un  solo  ejemplo  de  máncia;  véase  Castellanos,  522'. 
Geomancía:  Calderón,  2.",  356. 
Griegomancía:  Trillo,  77. 
Heteromancia:  Calderón,  2.*^,  295,  356. 
Hidromancía:  Id.,  ibid. 
Piromancia:  Id.,  ibid. 


-  206  - 

Pardomancía:  Víllarrool,  85. 

Nigromancia  Alarcou,  90"— Anón,  X,  178  y  otros. 

Quiromancia:  Morete,  68'— Calderón,  4.",  158'. 

2)  Macedón. — La  repugnancia  del  esdrújulo  en  n  ha  hecho  agudo  este 
Vocablo.  Y.  Meléndez,  232'  — Cienfuegos,  15',  y  todos. 

3)  J/flco/r^.- Castellanos,  256'. 

4)  Mapochó.—Oña.,  364'. 

■  5)  Medida.— TodiOs  sin  excepción.  Véanse  Acevedo,  280' — Lope,  L'\T!II, 
154  -Calderón,  ib.,  299'— Valbuena,  SlO'-Hojeda,  461'~Montalban,  XIV, 
420— Quevedo,  54'— Lobo,  31'— Arjona  (M),  540'— Arriaza,  130'— Bonilla,  70. 
Los  acentos  impresos  en  médula  están  mal.  Ni  hay  razón  alguna  para  hacer 
esdrújulo  el  vocablo. 

Corre 
En  llamas  el  furor  por  sus  medulas.      (Quevedo,  445). 

6)  Melódt. — Así  es,  aunque  Oña,  366  dice  mélode. 

7)  Melpómene  y  Melpoméne. — Uso  vario,  casi  por  igual.  la  forma  es- 
drújula  es  mejor. 

8)  Metahírgia,  littírgia.  —  Asi  nuestros  poetas:  Vaca,  305— Moratin 
<L),  5&3. 

9)  .Metamorfosis,  según  la  cantidad:  Calderón,  2.^,  358— Quevedo,  154— 
Verdugo,  \d^' —Metamorfosis,  según  el  acento  griego:  Argensola  (B),  322 — 
Moratin  (N),  55'. 

10)  Meteoro.— Asi  todos  los  poetas:  Arriaza  107— Lista,  391'— Tapia,  682 
Jovellanos,  30'.  En  griego  es  tí'tnica  la  e. 

1 1)  Mi tri dates. —Asi  todos :  V.  Herrera  (Fernando) ,  320' . 

226.  N. 

1)  Nadir. -Todios:  V.  Lope,  LVIII,  154'. 

2)  Néstor  y  Néstor.— JJ so  vario,  casi  por  igual.  V.  Lope,  5.**,  471,  501. 

3)  A^í'w/dw.-Fomer,  364— Moratin  (N),  65'— Lista,  297',  381.  Newton  en 
Somoza,  466'. 

4)  Niobe.—Asi  debe  ser  según  la  cantidad  del  origen;  y  así  pronuncia- 
ron Arguijo,  401— Molóndez,  232'— Lista,  384'.  Conforme  á  estos  casos  cier- 
tos, deben  leerse  los  dudosos:  Aula,  2'— Góngora,  469 — Quevedo,  41j8— 
Porcel,l76'. 

Dos  ejemplos  hay  viciosos:  uno  de  Nlobc  (Arriaza,  146),  y  otro  de  Ntobe 
con  sinéresis  "(Blanco,  655). 

5)  Númida.  —Así  debe  sor;  pero  hallo  munida  en  Lope,  5.*',  395— Trillo, 
79'— Arjona  (M),  536',  538. 

227.  O. 

1)  Océano.—  Asi  es,  aunque  frecuentemente  cometen  los  poetas  la 
díástole. 

2)  Ojalá  y  d/Wa.— Compuesto  árabe,  puede  tener  las  dos  acentuaciones. 
V.  Alarcon,  57,  81"-Vogas,  518',  522-Castillejo,  181-Tirso,  250' -Lope, 
2.",  555. 


—  207  — 

3)  Opimo. — Así  todos,  como  debe  ser.  Una  sola  vez  Arríaza  (107)  dice 
opimo. 

4)  Oréades. — Esdrújulo:  Triarte,  43  (v.  núm.215).  Oreadas:  Gcoxcilo.- 
so,  11. 

228.    P. 

1)  Pábilo  y  pabilo. — Esdrújulo,  por  su  origen,  pábulo  ó  pabulum.  G-ra- 
ve,  según  el  uso  de  nuestros  poetas:  Montesino,  402,  415',  425 — Contreras, 
486— Alcázar,  408— Oña,  442— Hurtado  (Luis),  17"— Trillo,  51 —Anón.,  XVI, 
345— Tirso,  387",  463"-Matos,  prólogo,  XXVI'-Rojas,  192",  .311",  380"- 
Salazar  (Agustín),  XLII,  226.  Pábilo;  Tapia,  682;  otro  de  Villarroel,  65'  es 
dudoso.  La  Academia  autoriza  con  razón  ambas  acentuaciones. 

Lal)rando  voy  cera  hilada, 

Pero  fáltala  el  pabilo.  (Tirso,  463). 

2)  Palemón.— Asi  debe  ser. 

Será  juez  Palemón,  que  allí  viene... 

Que  atiendas  bien,  Palemón,  nos  conviene.     (Fr.  Luis,  20'). 

3)  Partinuplés. — Agudo  en  nuestros  poetas:  Hurtado  (Luis),  20' — Tir- 
so, 72",  91,  418",  466',  636  bis.-Caro  (D.*  Ana),  138  bis. 

4)  Pelicano  (adjetivo) — 

Vale  más... 
La  bolsa  abierta  de  un  rico  pelicano, 
Que  un  pelicano  pobre,  abierto  el  pecho.      (Quevedo,  490). 

5)  P^/<9>(9.— Arjona  (Juan),  97':  bien. 

6)  Pensil. — Erróneamente  se  pronuncia  hoy  agudo.  El  sufijo  tlis  añadi- 
do al  verbo  latino  es  breve:  reptilis,  facilis,  ductilis,  pcnsilis.  Nuestros 
poetas  eran  más  entendidos  que  nosotros;  véase: 

Y  más  de  estima  que  los  hMevtos pensiles      (Arguijo,  397'). 
Oblicuos  nuevos,  j;é/isi7es  jardines  (Góngora,  468). 

7)  Pétrea  (Arabia).— Tiene  la  e  tónica:  Calderón,  4,°  204.  —  Villanue- 
va,  598". 

8)  Pitagoréo,  y  no  pitagóreo,  como  está  impreso  en  este  verso  de  Gó- 
mez Tejada,  5.38: 

De  \os  pitagoreos,  siempre  amigos. 

9)  Poligloto.— K^i  en  latin  y  en  Moratin  (L),  582':  pero  no  es  falta  decir 
polígloto,  pues  la  /'  es  tónica  en  griego. 

10)  Polimni a. —Moratin  (L),  597-  Lista,  2^' .—Polimnia,  Carvajal,  576. 

11)  Porséna.—ÜMÍo,  56— Cueva,  X,  354  — Anón,  XVI,  162— Jáuregui, 
104.  Por  sena:  Quevedo,  5'.  Ambos  acentos  son  correctos,  pues  en  latin  es 
Porsena  y  Porsenna. 

12)  Praxitéles. — En  latín,  esdrújulo.  Acaso  en  griego  tendrá  el  acento 
en  la  e.  Villegas  (.Juan),  337— Eeinoso,  221— Lista,  296. 

13)    Presago. — La  Academia  autoriza  présago  j  presago,  y  no  sé  por 


—  208  — 

qué  razón;  porque,  aunque  no  faltan  acentos  en  présago,  sin  embargo,  no 
hay  un  solo  ejemplo  en  que  esa  palabra  deba  ser  necesariamente  esdrújula; 
al  contrario,  hay  algunos  que  no  pueden  ser  de  présago.  El  origen  latino 
pide  también  que  ese  vocablo  sea  grave.  Por  consiguiente,  no  hay  razón  al- 
aguna para  hacerle  esdrújulo,  ya  se  mire  el  origen  ó  la  cantidad,  ya  el  uso  de 
los  poetas.  Véanse  Rufo,  125— Herrera  (Fern.°),  302',  305,  319 — Gróngora, 
476— Arguijo,  401— Calderón,  2.",  220'-Jáuregui,  143. 

Yo  vi  el  cometa  y  las  lumbres 

Do  mis  desdichas  ^-esá^os.  (Calderón). 

14)  Proserpina  y  Prosérpíua.—  \J?,o  indiferente,  aunque  algo  más  fre- 
cuento es  Proserpína.  V.  Corvantes,  592. 

15)  Proteo.— Toaos,  exceptuando  Oña,  398'. 

Príamo. — Esta  es  su  verdadera  ortología;  pero  algunos  poetas,  por  igno- 
rancia ó  diástole  dijeron  Príamo:  así  Hurtado  L.,  X,  817 — 320 — Anón.  X, 
316-322-325-Sepúlveda,  X,  313— 315-Noroña,  451'— Solís  D.,  261' -To- 
tal, 20  casos.  Príamo  se  halla  ciertamente  en  Argensola  B.,  315 — Villarroel, 
68' — Arguijo,  397' — Lista,  382,  299.  Y  conforme  á  éstos  deben  leerse  otros 
dudosos:  véanse  Martínez,  11 — Herrera,  261 — Céspedes  P.,  363'— Valbuena, 
173.  Hermosilla  en  la  Iliada  dice  siempre  Príamo. 

PrJapo.—A.'&i  Fr.  Luis,  Castellanos  y  Carvajal,  como  debe  ser.  Sin  em- 
bargo, Priapo  dijeron  Castellanos  (258'),  Jáuregui  y  Soto  de  Rojas.  Dos 
casos  hay  dudosos:  Argensola  L.,  287— Moratiu  N.,  61.  En  conclusión,  que 
debo  decirse  Priapo  y  no  Priapo. 

229.  E. 

Pavciia.— Como  en  latín:  Castillejo,  154' — Anón.  XVI,  503. 
Reptil.— Xi^i  debe  ser  (véase  pensil). 

Y  acomodarle  á  si:  soberbio  reptil  (Cicnfuegos,  19). 

Retahila  y  no  rcM/7«— Todos:  Ercilla,  129'— Quevedo,  169'— Moroto, 
136'— Zamora,  445"— Cañizares,  601— Iglesias,  435. 

Que  has  dicho  una  refahüa  (ason.  en  ia) 

De  allios,  i)ara  cansar  , 

Con  allies  á  una  tía.  (Vélcz,  L.,  l'2{y). 

Reuma. — Aunque  iiiiulin  gente  dice  reúma,  i)aroco  (juo  debe  ser  reuma. 
Tirso,  270'— (^lc vedo,  VM. 

En  relimas  trueca  el  curso  de  los  dias.  (Valbuena,  219). 

Rusia.— Jjoh  antiguos  decían  Ritsia.y.  Castillejo,  242"— Anón.  XVI,  148. 

230.  v. 

1)  Sab(íi/a  (=  cami)o,  llanura) — Gravo: 

Con  tarda  huella  pisan  la  sabana.  fSalazar,  A.  XLII,  '22b). 

Sabana,  lienzo,  os  esdrújulo. 

2)  Samaría.— Lo,  cantidad  latina  es  dudosa:  nuestros  poetas  todos  ha- 


—  209  - 

cen  tónica  la  a:  Chaide,  291'— Hojeda,  429,  435  bis— Valbuena,  291'— Calde- 
rón, I.**,  311'— Id.,  4.^  725. 

3)  Sandio— a. — Asi  es.  Castillejo,  212';  y  Castellanos,  254,  dicen  sandia. 
Sandia  es  nombre  y  no  adjetivo. 

4)  Sardanapálo. — Así  en  latin  y  en  todos  nuestros  poetas  (once  tengo 
apuntados),  excepto  Tapia,  681. 

5)  Sése  y  Sesé  indiferentemente  usa  Moreto,  431 — 437. 

6)  Sínaió  Sinai. — El  uso  es  vario,  conforme  se  atenga  uno  á  la  pronun- 
ciación hebraica  ó  á  la  latina. 

7)  Sincero  y  no  sincero,  como  malamente  dicen  Triarte  (T),  49' — For- 
ner,  362  y  Burgos,  449.  Todos  los  demás  dicen  sincero:  v.  Carvajal,  575. 

8)  ^/sz/'o.— Esdrújulo.  Algunos  antiguos  le  hicieron  llano:  Fr.  Luis,  31'. 
Arjona  (Juan),  107' — Castellanos,  513'. 

231.  7. 

trailla. — Viciosamente  dicen  muchos  castellanos  trailla:  los  poetas  to- 
dos trailla^  como  debe  ser.  V.  Turia,  223.  (Diez  tengo  anotados). 

Tr&ilo. — Solo  Hermosilla  dice  Tróilo:  los  demás,  Troilo:  Hurtado 
(Luis),  X,  317,'  319'.— Fr.  Luis,  30'.-Anón.,  X,  323',  325.— Sepúlveda,  X,  316'. 
Valbuena,  397. 

232.  U.  V. 

1)  Urania.— Urania  dijo  Herrera  (F.),  333'. 

2)  vdina. — Aunque  todos  dicen  así,  sin  embargo,  se  halla  vaina  en 
Anón.,  XVI,  29,  205';  como  antiguamente  se  decía,  del  latino  vagina,  lo  mis- 
mo que  reina  de  regina. 

3)  válido.    (=poderoso,  valiente). — Frecuente  en  Castellanos. 

4)  Valor. — (El  apellido  de  Don  Fernando  de).— Una  sola  vez  se  halla  Va- 
lor en  Hita,  XVI,  164,  y  allí  significa  ciudad:  las  demás  veces  siempre  dice 
Valor,  (III,  608,  617'  bis.— Id.  XVI,  172'.) 

5)  vampiro.— Asi  la  Academia  y  el  uso  vulgar.  Burgos,  449,  dijo  vam- 
piro. 

6)  vaniloco.—(vane-loquor).  Bien  Castellanos,  519:  mal  (vanilóco). 
Polo,  200.'. 

7)  vigil  (arcaísmo).— Callecerrada,  473'. 

8)  Fío/a.— Esta  es  palabra  equívoca.  Como  inflexión  del  verbo  violar, 
no  ofrece  dificultad,  según  la  prosodia  verbal. 

Significando  la  violeta,  en  latin  viola,  deba  acentuarse  en  la  i,  como  lo 
hizo  Herrera  (338'): 

En  sombra  desteñido 
Tiernamente  de  viola  suave, 

y  también  Ribera  (Luis),  286).  Los  demás  poetas  dicen  siempre  viola,  con 
la  o  tónica;  y  yo  creo  que  debe  restablecerse  la  pronunciación  de  Herrera,  y 
decir  viola,  que  es  lo  natural  y  regular. 

Viola  es  también  un  conocido  instrumento  musical.  Según  la  Academia, 

14 


-  210  - 

se  deriva  de  vítíílor-arts=a.leg;ra.Tso;  pero  su  origen  no  es  ése,  sino  el  nom- 
bre latino  fidicula,  que  signiñca  la  lira^  de  /idcs-ütm=\As  cuerdas:  y  su 
metamorfosis  puede  explicarse  así:  fidicula,  fídiula,  fídula,  vidiila,  vido- 
la,  vihuela  ó  viola.  Debía  ser  esdrújulo;  pero  el  uso  prevaleciente  al  for- 
marse los  idiomas  italiano  y  castellano,  puso  el  acento  en  la  o. 

9)  vítor  y  Víctor,  interjecciones,  son  iguales.  Y,  Lope,  3.",  252.— Góngo- 
ra,  520'. 

10)  viscaino.—Fin.  las  montañas  de  Burgos  dicen  viBcdino,  sin  razón  nin- 
guna. Los  poetas  todos  (treinta  y  siete  tengo  anotados)  y  los  castellanos  di- 
cen vizcaíno.  Vea  el  lector  á  Castillejo,  243.  -Bonilla,  236'.— Lope,  4.°,  318; 
y  la  comedia  de  Montalban  La  loquera  viscaina. 

Resumen:  significando  la  violeta,  debe  ser  viola;  cuando  es  verbo,  ó  so 
refiero  al  instrumento  musical,  viola,  con  azouxis,  según  veremos. 

233.    Z. 

safio  (adjetivo).— Todos:  Vegas,  537.— Ubeda  (el  Lie),  273'. 
safio  (sustantivo).— Lope,  5.°,  57. 
-s-rt/Ziro.-Todos.  V.  Calderón,  3.°,  663". 

saino. — Todos  (diez  y  seis  tengo  anotados).  Alguna  vez  está  errónea- 
mente impreso  saíno. 

Zain  (hebraico).— Lope,  5.°,  406. 
Zares  (hebraico).— Calderón,  1".,  312  y  siguientes. 

Zoilo  y  Zoilo. — Todos  los  antiguos  decían  Zoilo:  Corvantes,  592. — Caste- 
llanos, 151.— Oña,  353'.— Lope,  5.°,  78',  189'.— Tirso,  3&V'(mal  impreso  Zóilo\ 
Trillo,  r>3,  65,  70.— Polo,  191.  El  primero  que  dijo  Zoilo  fué  Salinas  (Ma- 
nuel), 565";  y  detiVis  do  ésto  todos  los  modernos,  excepto  Arjona  (Ma- 
nuel), 546'. 

sodiaco  y  todos  los  en  iaco  son  esdrújulos;  pero  como  pueden  tener  tres 
pronunciaciones  distintas,  nos  liaremos  cargo  do  ollas. 

/  sodiaco:  Dueílas,  499'.— Castellanos,  129'.— Virués,  55.8 
Góngora,  429,  430,  466',  495'.-Lope,  5.",  72',  42^3'.- Tirso, 
3H3.— Acovodo,  2í>3,  2Gj.— Valbuena,  179,  395'.— Villegas 
(Esteban),  561. — Valdivielso,  189.— Arguijo,  397'.— Quovo- 
do,  9'.-Folipe  IV,  152'.-Caldoron,  l.^  317",  58^r.-Id.,  3.^ 
zodíaco  ^706.— Id.  4.",  195,731 '.-Zarate,  5-.^l.— Toledo,  12.-Villa- 
rroel,  67'. — Porcel,  146'. 

sodiaco  (con  diéresis):  Castellanos,  .512. 
sodi&co  ó  sod\Áco  (con  sinéresis):  Valdivielso,  163'. —Val- 
buena,  187,  313.— Moratín  (N.),  28.— Jovollanos,  10.— Mo- 
léndez,  231. 

austríaco:  Lope,  5.",  311',  350,  351.— Candamo,  370". 
(¡ustr\diC0  ó  austríaco  (con  sinéresis):  Hita,  XVI,  177' 
awítriaco    i  tor.  — Moratín  (N.),  57.— Huerta  (Vicente),  220'.— Iriarte 
(T.),  .32.-Arríaza,  94'.— Arjona  (M.),  618'.  Como  se  ve,  lo 
">  clásico  os  austríaco. 


-  211  - 

Cariaco:  Castellanos,  88',  133,  145'.  (Es  un  pueblo  en  la  costa  de  Paria.) 

Í       Ciríaco:  Castillejo,  251:  esta  es  la  forma  más  correcta. 
Ciríaco:  Hojeda,  466':  ésta  es  viciosa. 
Cir\diCo:  Que  vedo,  527:  ésta  es  la  más  vulgar. 

!       egipciaco:  Villarroel,  68.  Correcto. 
egipciaco:  Villegas  (E.),  559'.  Vicioso. 
egipc'xdiCO  ó  egipciaco  (con  sinéresis):  Lope,  1.**,  377.— 
Anón.,  XVI,  328. 

elegiaco:  Castellanos,  5.— Lope,  b°,  72'. — Arguijo,  397. 

demotiíaco:  Rojas,  346". 

hipocondríaco:  Lope,  5.°,  44 '2.— Calderón,  2.°,  220". 

ilíaco:  Dueñas,  499'— Maury,  176. 

amoníaco:  No  hay  ejemplo. 

maníaco:  Calderón,  4.**,  169.  Correcto. 


maniaco    ^      ^laniaco:  Anón,  LXIII,  114.  Vicioso. 

lagriinoníaco:  Samaniego,  398'.  Con  sinéresis:  Forner,  333'. — Jovella- 
nos,  15'. 

f así  acó  (propio  del  río  Faso  en  la  Cólquide):  debe  ser  asi,  pero  Castella- 
nos, 152;  la  usa  con  acento  en  la  a. 

olimpíaco:  Lope,  5.°,  72'. 

siríaco:  Calderón,  4.°,  158'  (ejemplo  dudoso).  Con  sinéresis  y  acento  en 
la  «,  Lope,  5.°,  574. 

He  concluido  lo  principal  que  había  que  decir  en  esta  materia.  A  unos 
les  parecerá  largo;  á  otros,  corto.  A  mí  me  ha  sido  necesario  alargarme  algo 
en  Morfología,  por  dos  razones:  primera,  porque  así  se  explica  mejor  la 
Prosodia;  y  segunda,  por  no  desperdiciar  algunos  preciosos  datos  recogidos 
en  la  lectura  de  los  poetas. 

Dej  ando,  pues,  ya  esta  árida  materia,  pasemos  á  otra  no  menos  árida, 
pero  más  regularizada  y  completa. 


LIBRO  CUARTO 


Ortología  silábica. 

234.  Entramos  en  la  materia  más  importante  de  esta  obra,  por  ser  la  más 
nueva,  la  más  ignorada  hasta  el  presente,  y  la  que  con  más  afán  he  traba- 
jado. 

Paréceme  que  he  atinado  á  formular  las  leyes  ortológicas  pertenecientes 
á  la  unión  y  desunión  do  vocales  concurrentes,  y  si  esto  he  logrado,  no  es 
pequeño  el  fruto  de  nueve  años  de  estudio. 

Todo  este  libro  se  reduce  á  ocho  reglas  fáciles  y  claras,  que  voy  á  fundar 
sólidamente  en  la  autoridad  de  nuestros  poetas,  cuyas  citas  pondré  por  or- 
den cronológico,  para  que  en  cada  regla  y  en  cada  palabra  se  vea  su  his- 
toria. • 


CAPITULO  I 
Combinaciones  de  vocales  átonas. 

235.  Regla  única  (fundamental  de  toda  la  Ortología  silábica):  Toda  com- 
binación de  vocales  átonas  es  siempre  diptongo. 

Esta  regla  os  tan  general,  (juc  la  vemos  cumplida  en  nuestros  poetas,  aun 
cuando  entro  dichas  vocales  so  hallo  interpuesta  la  h,  ó  aunque  cada  A'ocal 
l)ertenezca  á  distinto  elemento  componente.  Y  la  razón  del  diptongo  es  la 
violencia  del  hiato  resultante  de  la  diéresis  (v.  n."  15). 

Es  además  tan  necesaria,  que  sin  ella  se  hace  imposible  enteramente  re- 
gular Questro  sistema  silábico;  y  así  el  ortólogo  que  no  admita  esta  regla, 
se  verá  obligado  á  quedarse  sin  ninguna. 

La  ignorancia  do  esto  princi])io  fundamental  ha  conducido  á  los  ortólo- 
gos á  falsísimas  conclusiones  contrarias,  como  suelo  suceder  en  todas  las 
materias.  Asentado  el  principio  que  parece  verdadero,  las  inflexiones  y  de- 
rivaciones se  rigen  por  la  misma  ley  que  las  raíces,  argüyó  Salva:  es  así  que 
on  acentuar  no  liay  diptongo;  luego  tampoco  le  hay  en  accnhionon.  y  así  ve- 
mos que  en  su  Gramática  pono  crema  en  la  u  do  esta  palabra.  Otros,  por  ol 
contrario,  parociéndoles  falsa  esta  conclusión,  dijeron:  es  así  que  en  acen- 
tuación hay  diptongo:  luogo  también  en  acentuar. 'Y oi\o^  so  equivocaron,  ])or- 
que  la  premisa  mayor  es  falsa  tal  como  suena,  y  necesita  esta  distinción: 
Las  inflexiones  y  derivaciones  que  conservan  el  acento  on  la  misma  vocal 


-  213  - 

que  la  raíz,  conservan  la  misma  cantidad  de  la  raíz,  concedo;  las  que  no  con- 
servan el  acento  en  la  misma  vocal,  subdistingo:  si  ambas  vocales  quedan  sin 
acento,  niego  enteramente;  si  el  acento  pasa  de  la  una  á  la  otra,  lo  veremos 
en  el  capítulo  V  de  este  libro. 

236.  Historia  de  esta  regla. — Los  antiguos  poetas,  extraños  á  toda  in- 
fluencia no  española,  cometían  muchas  diéresis  de  átonas:  tales  son  Monte- 
sino, Castillejo,  Hurtado  (Luis),  Fr.  Luis,  Herrera,  Rufo,  Castellanos,  Ve- 
gas, Cervantes  y  Góngora.  Los  poetas  vecinos  á  Italia,  y  los  aficionados  á 
la  literatura  italiana,  eran  más  correctos  en  el  diptongo  de  átonas:  en  esta 
clase  entran  Grarcilaso,  Timoneda,  Mendoza,  Cetina,  Ercilla,  y  todos  los  va- 
lencianos. Cuando  apareció  Lope  en  el  mundo  literario,  desaparecieron  casi 
del  todo  las  diéresis  de  átonas,  sobresaliendo  por  su  corrección  D.  Juan 
Ruiz  de  Alarcon,  en  cuyo  tomo  no  se  hallan  más  que  cinco,  á  saber:  cuatro 
de  átonas  fuertes  y  una  die  fiaréis  (479).  Siguió,  pues,  el  diptongo  siendo 
ley  general  y  constante,  hasta  el  período  de  hierro,  en  que  con  Pitillas, 
Villarroel  y  Moratin  (Nicolás)  vino  á  oscurecerse  no  poco  (ignoro  por  qué 
€ausa);  mas  afortunadamente  la  reacción  iniciada  por  Meléndez  y  gloriosa- 
mente sostenida  por  Lista  en  sus  obras  poéticas,  devolvió  al  diptongo  su 
vigor  y  pureza  clásica.  Los  preceptistas  posteriores  han  vuelto  á  confundir 
la  regla,  según  adelante  observaremos;  y  esta  confusión  es  el  origen  princi- 
pal de  los  errores  ortosilábicos  hoy  reinantes. 

Hecha  esta  observación  general,  aplicable  á  toda  clase  de  combinaciones 
átonas,  pasemos  á  demostrar  la  regla. 


Artículo  1.° — Fuerte  y  débil  delante  del  acento 


237.  Palabras  simples. — Entiendo  aquí  por  palabra  simple  aquella  en 
que  las  vocales  átonas  pertenecen  al  mismo  elemento,  aunque  la  palabra 
sea  compuesta,  v.  gr.,  embaucar,  sonreiré.  Fuera  del  período  anteclásico  y 
el  de  hierro,  apenas  se  halla  una  diéresis  de  esta  especie:  las  más  frecuentes 
son  deidad,  oiré,  oidor,  reiré,  etc.  Vea  el  lector  algunos  ejemplos  en  que 
■estas  dos  últimas  palabras  (que  son  las  más  importantes)  tienen  diptongo. 


Lope,  2.°,  4(08 

Apelo 
A  vuestros  tiernos  oídos 
Oidores  de  su  consejo. 

Id.,  3.»,  367 
El  oidor  también  á  oír. 

Timoneda,  II,  289 
Yo  estaba  no  ha  mucbo  tiempo 
Con  un  amo  que  reiréis. 


Tirso,  556; 
¿Qué  es  esto?  Esperad,  oíd. 
— Oidor  es  gran  preeminencia. 

Calderón,  4.°  186' 
Y  siendo  así 
Que  desde  el  valle  os  oí, 
No  os  oiré  desde  la  cumbre. 

Matos,  203 
Yo  voy  á  la  iglesia,  hermano, 


-  214 


Porque  oí  decir  que  oiría 
Misa  en  ella  el  Rey. 


Moreto,  220' 

Otros  concetos  distintos 
Oirá  Julio,  que  despierten 
Sus  incapaces  oídos. 


Lista,  311' 
Cuando  el  sol  muere,  en  sus  purpúreas  alas 
Lo  halagará,  y  á  la  canción  suave 
Sonreirá  amante  la  gentil  pastora. 


Tapia,  677' 
No  en  tus  brazos,  Florinda,  el  cariñosa 
Infante  sonreirá,  ni  el  nombre  tierno 
De  padre  oirá  jamás  tu  yerto  esposo. 

Nótese  que  en  oidor  y  reiré  hay  supresión  de  la  consonante  d  del  origen 
latino  auditor,  rídere;  y  sin  embargo,  nuestros  clásicos  hacen  ahí  diptongo. 
Advierta  también  el  lector  que  en  la  mayor  parto  do  estos  ejemplos  copia- 
dos y  en  los  que  estamparé  en  todo  este  capítulo,  acompaña  al  diptongo 
átono  la  azeuxis  tónica.  Lo  cual  prueba  con  toda  evidencia  que  la  azeuxis  so 
convierto  en  diptongo  al  retirarse  de  ella  el  acento. 

238.  Palabras  compuestas.— ^\  Sr.  Bello  (pág.  219)  admite  que  si  el  pri- 
mer elemento  termina  en  a,  ésta  forma  diptongo  con  la  vocal  siguiente 
pero  no  cuando  aquél  termina  en  otra  vocal.  La  K.  Academia  ¡so  limita  á 
decir  ( pág.  .334 1  que  no  liay  diptongo  en  ciertas  dicciones  compuestas,  como 
reunir^  réuntar.  Yo,  fundándome  en  los  poetas,  digo  que  en  todas  hay  dip- 
tongo, aunque  intervenga  //  en  medio,  á  no  sor  que  ésta  se  aspire,  lo  cual 
es  frecuento  en  los  poetas.  Si  la  h  no  se  aspira,  la  diéresis  es  violenta  y  ca- 
cofónica. Pongamos  ejemplos  del  diptongo. 

Jáurogui,  128 
Ya  mira  al  sacro  triunfo  embebecido. 


El  cielo  y  mar,  y  venerarte  rt?<uado8. 

Arriaza,  132' 
Y  aííUando  en  tiple  á  modo  de  cerrojos. 

Tirso,  396' 

El  amor  consiste 
En  rcíteiar  asistemnas. 


Jovellanos,  28 

Busca  con  delitos 
Reiterados  el  mal  de  otras  criaturas. 


Lista,  31G 
Padre  del  venturoso  pueblo  ibero. 
Aun  más  que  de  tus  hijos,  tú  rewniste 
Virtudes  de  hombre  y  Rey. 

Otros:  Id.  299,  302,  327',  .•^',  3(J9', 
386. 


La  sola  autoridad  de  Lista,  aunque  otras  no  hubiera,  basta  para  destruir 
la  do  todos  los  poetastros  del  siglo  XVIII,  que  son  los  únicos  que  hacen 
díéresis^en  reunir.  Hay  azeuxis  en  rciiuo,  pero  no  en  reunir. 

Citemos  siquiera  otros  diptongos,  contra  la  doctrina  do  Bollo: 

'í>ahun\-.\Y:  JMoreto  146". 

I)osrt////c¡ar:  Tirso,  133',  382,  390"-Caldcron,  .3.",  6(ry,  674',  Arriaza,  111'. 

Extrema/nicion:  Tirso  156— Tapia,  694. 

Guar(l<'//nfnnto:  Calderón,  2.",  .396,  cinco  veces. 

Amo///n;i<lo:  Moreto,  224". 

Pro///bir:  Lope,  5.",  121'— Tirso,  648,  y  todos. 

Pro///j;ir:  Tirso,  2(57". 

llehuHnr.  Espinel,  5lH'-Tirso,  MI,  418",  419'-Lope,  1.",  536-Id.,  2.",  383. 
Id.,  .3.",  43í3"— Calden)n,  3.",  421'  (hermoso  ejemplo). 


—  215  - 

Sobre huvasijio:  Cervantes,  590  bis — Arríaza,  114,  y  todos. 
Conste,  pues,  que  no  ha  lugar  al  reparo  ó  excepción  que  pone  el  señor 
Bello.  La  ortología  clásica  repudia  todo  hiato  entre  vocales  átonas. 


Artículo  2° — Débil  y  fueete  delante  del  acento 

239.  Palabras  simples. — Cuando  en  la  raíz  forman  diptongo  las  voca- 
les, es  rara  la  diéresis  en  las  derivaciones;  asi  que  en  esto  no  hay  dificultad- 
Pero  cuando  las  voca'es  en  cuestión  formaron  ó  forman  azeuxis  en  el  voca- 
blo radical,  es  algo  frecuente  la  diéresis.  Sin  embargo,  el  uso  general  de  los 
clásicos,  está  claramente  por  el  diptongo,  según  pide  la  eufonía. 

Las  únicas  palabras  que  pudieran  ofrecer  duda  son  Criador  y  criatura 
en  que,  según  la  Academia,  hay  azeuxis,  porque  la  /  es  vocal  fuerte  en  su 
origen  creare.  Pero  esto  no  hace  regla;  porque  también  en  aire,  Juan  y  cua- 
jo hay  diptongo  innegable,  á  pesar  de  que  ambas  vocales  son  fuertes  en  el 
origen:  cier,  Joannes,  coagulum.  Ni  tampoco  vale  la  malhadada  ley  de  las 
inflexiones,  proclamada  por  Bello  (pág.  219).  Nada  importa  la  azeuxis  de 
criar,  fiar ,  etc.,  para  que  neguemos  el  diptongo  en  criatura,  fiaré ^  etc.  En 
el  artículo  6."  pondré  el  catálogo  referente  á  las  palabras  criador  y  criatu- 
ra: ahora  copiaré  numerosos  ejemplos  en  que  vea  el  lector  qué  caso  hicie- 
ron nuestros  poetas  de  las  azeuxis  radicales,  cuando  el  acento  se  retira  de 
ellas. 


Calderón,  LVIII,  509 
Increado  Padre  mío 
Y  Criador  monarca  vuestro. 

Id.  4.°,  209' 
Este  nombre  supremo 
De  criar,  es  de  Criador, 
No  de  cr?atm-a. — Yo  puedo 
Haber  una  flor  criado. 

Lope,  3.0,  511' 
De  donde  luego  contempla 
Al  CríVídor  en  la  criatura. 

Id.  2.0,311' 
Discurriendo  en  la  hermosura 
De  una  angélica  criatura 
La  perfcíccion  del  Criador. 

Valdivielso,  143' 
Yo  criaré  una  bellísima  criatura. 


Id.    181 
¿De  quién  smo  de  vos  nacer  debía, 
Pues  quiso.  Virgen,  que  á  vos  sola  cuadre 
Ser  la  criadora  del  Criador  que  os  cría? 

Ubeda,  79 

Lloraba  de  compasión 

De  ver  pérdida  tamaña, 

Como  es  perder  la  criatura 

Lo  que  su  Criador  le  daba. 

Eibera  (Luis),  285 

Hollado  y  abatido 
Está  el  sumo  Criador  de  la  criatura. 

Bonilla,  70 
Sólo  es  Dios  qmen  no  es  criatura. 

Que  cuando  el  ser  Dios  criado 
Juzgue  la  torpe  agudeza, 
Dicta  la  razón  buscar 
Algún  Dios  que  Criador  sea  (1). 


(1)    Lea  el  curioso  toda  la  composición,  que  es  hermosa  para  el  caso. 


-  216  - 


Huerta  (J.),  252* 
Luego  tomó  en  los  brazos  la  criatura. 

Sin  descubrir  el  cuyo,  fué  criada. 

Anón.,  X,  185' 
Siendo  yo  chica  criatura. 
De  aqueea  noche  criado. 
Vos  me  mostrastes  crianza, 
Por  do  fui  siempre  estimado. 

Alarcon,  306' 

Mira  que  es  locura 
Por  amor  de  una  criatura 
Ofender  así  al  Criador. 

Id..  362" 
Gloria  á  Dios  en  las  alturas; 
Y  en  la  tierra  paz  y  amor, 
Pues  hoy  desciende  el  Criador 
A  redimir  las  criaturas. 

Id.,  371' 
¿Y  pudo  vencer 
A  su  Creador  la  creatura?  (1). 


Ledesma,  151 
La  cuadrilla  angelical 
Corra  por  ver  á  María, 
Que  siendo  criatura,  cría 
Al  Criador  siendo  inmortal. 

Id.,  152' 
Y  tanto  que  desconoce 
El  Criodor  á  su  criatura. 

Estrella,  76 
Aquí  te  veo  nacido 
Siendo  tú  Criador,  criatura. 
En  un  humilde  pesebre. 
Entre  un  buey  y  entro  una  muía. 

Forner,  301' 
Tú,  que  desde  el  Olimpo  el  atributo 
Del  eterno  Criador  á  su  criatura 
Propagas,  etc. 

Lista,  302' 
Y  calumnió  con  pérfida  impostura 
Igualmente  al  Criador  y  á  la  criatura. 


Hay,  pues,  azeuxis  en  criar,  criamos,  criéis,  crió,  crianza,  criollo;  poro  ou 
a'iaremos,  criadilla.  o'ioUifo,  Criador,  a-iatura,  no  liay  azeuxis,  sino  diptongo. 
240.     Ahora  pongamos  ejemplos  de  otras  palabras. 


Tirso,  226' 
Mas  buen  fiador  os  daré: 
El  Conde  puede  fiarme'. 

Hojeda,  410' 
Como  el  jüezá  quien  humilde  clama 
El  amigo  fifidoT  ejecutado, 
Que  de  lina  parte  la  razón  le  llama 
A  obligarlo  que  pague  lo  fiado. 

Cubillo,  193' 
Siempre  he  de  hallarte  ocupado 
Desafiador  del  Jonlan, 
Que  en  el  puro  cordobán 
Me  tienes  desafiado. 


I/edesma,  221 
Mis  padres.  Dios  los  perdone, 
Sacaron  eso  fiado. 
—  Gracias  á  Dios  que  has  hallado 
Quien  lo  pague  y  quien  te  abone. 
— Luego  ¿más  fiaréis  de  mí, 
Aunque  no  os  puedo  pagar? 
— Mi  vida  te  he  de  fiar: 
Mira  si  fiaré  de  tí. 

Lope,  3.",  32' 

Por  Dios, 
Que  aumiue  sean  1<íh  rigores 
De  Blanca  buenos  fiadores, 
Que  no  es  discreto  primor 


(1)  Aquí  86  hallan  íliptoníradas  las  do»  vooalof»  fuorten  del  orltfon.como  lo  hacían  nuestros  oIAhico». 
Para  que  ol  lector  so  vaya  ontorando  d«  quo  loquoquitay  pono  los  dipt.on>;cis,  no  os  la  naluraloKado  las 
vocales,  sino  ol  aconto;  y  qiio  toda  loy  do  diptonífos  y  azouxis,  quo  proscinda  dol  aconto,  o.s  iiua  pam- 
plioa. 


-  217  - 


Hacer  al  competidor 
Tercero  de  los  amores. 
— La  fianza,  gran  Señor, 
En  vuestro  valor  está. 

Calderón.  l.«  288" 
Decid  si  para  un  viandante 
Habrá  en  vosotros  vianda. 

Castro  (Guillen),  308  y  311' 
Dejadme  á  mi,  desviad... 
Desvtaréle  la  ocasión. 

Lope,  2.^,  127 

Nunca  se  queda 
Sin  guarda. — Enviaré  á  llamar 
Aquesta  noche  á  Lisardo... 
Quiero  enviarle  á  llamar. 

Quevedo,  197' 

No  hay  tela  para  enviarla, 
No  hay  sino  vestirse  apriesa. 
De  la  que  mantiene  á  todos; 
Que  también  se  llama  tela. 

Enviaré  sin  duda  alguna 
Las  varas  de  primavera. 
Cortadas  el  mes  de  Abril 
De  las  faldas  de  esta  sierra. 

Pedii'é  para  enviarla 
Las  tres  vueltas  de  cadena, 
Los  eslabones  á  un  preso 
Y  á  algún  gitano  las  vueltas. 

En  lo  qne  toca  á  los  brincos, 
No  serán  de  plata  ó  perlas. 
Mas  procuraré  enviarlos, 
Aunque  de  una  danza  sean. 

El  regalillo  de  Martas, 
Que  pide  con  tantas  veras, 
Como  Lázaro  su  hermano 
Le  enviaré  de  Magdalenas. 

Calderón,  2.°,  143" 
De  don  Pedro  mi  señor 
Es  éste,  cuya  respuesta 
Podrás  á  casa  enviar; 
Que  él  por  ella  enviará  allí. 

Anón.,  XVI,  184 
PiaU-Bajá,  general 
Que  la  mi  armada  regia 


Me  lo  envió  á  avisar 
Por  Ah  en  romería. 
Mahoma,  con  tu  esperanza 
Una  carta  le  enviaría. 

Gálvez,  XXXII,  122' 
Más  alegre  sobre  grave 
Que  el  sol  tras  la  tempestad, 

Y  de  mayor  suavidad 
Que  viento  fresco  y  suave. 

Alarcon,  326' 
Salieron  con  swavidad 
Las  flautas  de  la  tercera... 
Que  de  espíritus  suaves 
De  pomos  y  cazoletas, 

Y  destilados  sudores 

De  aromas,  flores  y  hierbas, 
En  el  soto  de  Madrid 
Se  vio  la  región  sabea. 
Ea  un  hombre  de  diamantes, 
Delicadas  de  oro  flechas. 
Que  mostrasen  á  mi  dueño 
Su  cr?<eldad  y  mi  firmeza. 

Calderón,  3.0  711 
Haciendo  á  tu  vista  salva 
La  música  de  las  aves. 
Te  servirá  en  más  suaves 
Auras  que  gozar  presumas... 
Del  clarín  la  sztavidad 
Hable,  etc. 

Forner,   316 

La  influencia  soberana 
Con  que  sttavizan  al  mortal  y  arrojan 
De  su  pecho  la  rústica  fiereza. 

¿Qué  fuera 

Nuestro  vivir  sin  el  deleite  ingenuo 

De  las  artes  suaves,  que  benignas 

Al  hombre  estrechan  en  fraterno  lazo? 

Reinoso,  229 

iOh  cuántos  genios,  cuántos 
Excelsos  genios  de  mi  ardor  movidos, 
La  lira  pulsarán  suavemente 
En  deliciosos  cantosl... 
|Cuál,  oh,  con  faz  risueña 
En  ingenuo  solaz  al  hombre  enseña, 


218  - 


Y  en  risas  mil  suaviza  placentero 
Su  vivir  lastimero! 

Lista,  322' 
Oh,  dulce  Filis,  que  á  mi  triste  herida 
Remedio  des  suave... 
Se  exhalan  ya  de  mi  vergel  frondoso 
Símvísimos  aromas. 

Zarate,  680' 
¿Tú  en  el  Piamonte. — Piando 
Vengo  por  tí,  porque  pían 
Mucho  las  que  quieren  bien. 

Lista,   274 
Ante  Dios  irritado 
No  expiación,  fuera  pena  del  pecado. 

El  último  suspiro  del  Dios  fuerte, 
Que  la  humana  maldad  deja  expiada, 
Suba  al  solio  sagrado, 
Do  vuelva  en  i)adre  tierno  al  indignado. 

Góngora,    475' 
En  los  campos  tal  vez  de  Mellona 

Intempestiva  8alt"ó  leona 
La  melionesa  gala. 

Espinel,  620 
Per  troppo  variar  tia'ura  é  bella, 
Y  sin  la  varíí'dad  queda  dasnuda 
Del  pez  que  nada,  y  del  halcón  que  vuela. 

Argeusola  B,  361 

Tú  ahora  añade, 
CómO  quedó  aquel  gi'iego  pers(((7dido. 

Nota  que  aunque  la  r(!gla  nos  agrade. 
Siempre  queda  en  los  ánimos  más  firme 
Lo  qu<í  la  viva  vi^z  nos  persuade. 

Alarcon,  377 
Alcaide,  8in  fundamento 
A  HU  alteza  persuades.., 
Y  es  bárl)aro  p<'rsKadir,.. 

Lojxi,  3.",  22'J'  y  232 

lAy,  FinefJl  con  (jué  fuerza 
Otón  la  está  persiiadiendol 


No  me  admiro  de  que  temas; 
Que  es  mujer,  y  persuadida, 
Podrá  ser  muestre  flaqueza. 

Ve  á  tu  casa  y  persuade 
Tu  hija:  rey  soy. — Señor, 
Persuádeme  tu  amor, 
Y  mi  honor  me  disuade. 

Casti-o  (Guillen),  342" 
Me  pude  persitadir  un  imposib  e. 
iCon  qué  facilidad  le  persüadol 

Tirso,  369 
No  me  puedo  persuadir 
Que  mujer  qje  me  desdeña... 
Quien  cual  yo  se  persuada 
Que  es  la  mujer,  etc. 

Moreto,  XIV,  638' 
Con  lo  mismo  que  divierten. 
Enseñan  y  persuaden. 

...  Koban  mi  inclinación 
De  suerte,  que  algún  instante. 
Persuadida  á  que  era  alguna 
De  aquellas  rudas  beldades,  etc. 

Lope,  4.°  98 
Si  de  mi  pura  fe  te  persuades... 
No  quiero  persí/adirme. 
Sino  es  saber  que  no  hay  amante  firme. 

ídem,  3.»  C4 

El  cielo 
Oyó  las  piadosas  voces 
Del  pueblo;  mas  le  sucede       ■* 
Julia,  en  la  cri«lda<l  conforme,- 
— ¿Cruel  es  .lulia?- Es  hermana 
De  Ludovico, 

Ídem,  ih,  80' 
¿Cómo  se  juntan  en  uno 
La  crufildad  y  la  belleza? 
— |Yo  crüell  Do  vos  mi-  espanto. 

Id.  1°,  33" 
lOh  príncii)e  crüell  ¿Quién  le  consiente 
Al  príncipe  tu  hijo  estas  crwfldades? 


219  - 


Hurtado  Ant.°,  457 
[Terrible  padre! — Cruel. 
— Mirad  que  es  mucha  crueldad. 

Tirso,  592" 
Si  es  cruel  como  le  pintan. 
No  hará  de  cr^íddades  caso. 

Calderón,  2.°,  551' 
Hay  firmeza  que  es  desden 

En  cierta  cr?teldad  piadosa 
Que  pasa  á  piedad  cruel. 

Véanse  otros  semejantes:  Id.,  3°, 
190  y  648. 

Calderón,  4.°,  337 
MonstrHosidades  de  amor 
A  cada  paso  se  ven. 
— ¿Y  á  quién  las  monstruosidades 
No  dan  horror?  ¡Ay  de  quien 
Adora  una  realidad, 
Que  su  mostrííosidad  es 
El  ser  monstruo  de  hermosura! 

— Esperad; 

No  prosigáis,  que  no  es  bien 
Que  quede  por  monstruoso 
Mi  amor. 

Castellanos,  456 
Mandaban  un  soldado  diligente 
Con  avisos  al  dicho  Maldonado 
Que  la  monstrííosidad  le  represente. 

Movido  por  los  ciertos  mensajeros 
A  ver  tan  monstruosos  animales. 
Vino  con  treinta  y  dos  arcabuceros. 

Id.,  508 
Y  en  la  contin?<rtcion  de  su  corriente 
Se  viene  por  la  tórrida  metiendo. 

El  cual  continuando  su  derrota 
Pasa  por  Panamá. 


Calderón,  4.°,  431 

Porfíarásme,  cuando  airada 
Sólo  á  despreciar  acierte, 
Para  yo  quererle. — Advierte 
Que  soy  poco  porfiada. 

Anón.,  X\J,  255 
Subían  á  las  estrellas 
Las  forzadas  cabriolas 
De  toda  la  concurrencia... 
El  usurero  judio 
Cabriolaba  con  destreza. 

Calderón,  3.°,  367' 

Quisiera... 
— ¿Qué? — Que  su  EKotez  me  diera 
El  hábito  de  Ellota. 

Tirso,  395" 
La  voluntad... 
Viendo  espiíñtiíalizada 
La  imagen... 
Tienen  acciones  sutiles 
Por  ser  espirituales. 

Alarcon,  300" 
Yo  itriste!  ¿qué  fin  aguardo, 
Si  en  defensa  de  Dionisio 
Animoso  moví  el  brazo 
Contra  Dion? — Ya  mis  dichas 
Han  confirmado  los  hados. 

Meléndez,   117 

Anhelaras 
Redoblar  las  delicias 
En  que  ya  me  embriagas... 
Mi  musa  le  responda 
Loca,  embriogada,  llena 
De  cuanto  más  ardiente 
En  su  pasión  se  encuentra. 

¡Qué  embriaguez,  qué  delicia! 


Estos  y  otros  infinitos  ejemplos  que  pudiera  transcribir,  demuestran  que 
la  desaparición  del  acento  convierte  en  diptongo  las  azeuxis  radicales.  La 
eufonía  se  ha  sobrepuesto  siempre  á  la  fantástica  ley  de  las  derivaciones;  y 
aun  Castellanos,  que  es  el  poeta  más  amigo  de  hiatos,  ha  tenido  que  rendir 
tributo  á  la  eufonía,  olvidándose  de  las  azeuxis  de  las  raíces. 


-  220  - 

241 .  Palabras  compuestas.— C\x.d\(\xáQTa.  creería  que  en  éstas  es  la  diéresis 
más  frecuente  que  en  las  palabras  simples.  Pues  no  es  así,  y  yo  no  puedo 
obsequiar  al  lector  sino  con  las  cuatro  siguientes,  las  únicas  que  he  hallado 
en  toda  la  colección. 

Triangular:  Castellanos,  di22'  —maniatasen:  Id.,  100' ^paniaguado:  Anóni- 
mo, XVI,  67i— trienal:  Maury,  179. 

Ahora,  citemos  algunos  ejemplos  de  diptongo: 

Boqu/abierto:  Vegas,  470-Lope,  2.°,  136-Hoz,  209— Cañizares,  518'. 

Car/aguileño:  Tirso,  246— Gróngora,  531. 

Car/acontecido:  Arriaza,  127. 

Car/flmpollado:  Vélez  (Luis),  146'. 

Car/V/éTmoso,  clar/oscuro,  cuell/(?rguido:  Tirso,  641',  289',  473. 

Pan/flguado,  pech/flbierto ,  pat/abierto:  Tirso,  499"— Lope,  3°  ATS  — 
ídem  I.'*  86'. 

Pern/abierto,  punt/'flgudo,  rostr/'amargo:  Alarcon,  34;  198  ",  427'. 

Santmmen:  Tirso,  41",  129",  497— Solís  (Antonio),  53'— Vélez  (Juan),  589. 

Sem/Vrudito:  Fornor,  .337". 

Patr/«rcado:  Alarcon,  .366— Olmo,  143'. 

Triangular:  Callecerrada,  470— Lope,  5.*^  322. 

Man/atar,  man/atado:  Castellanos,  64,  127,  244',  346',  476— Anón.,  XVI, 
.366'  bis-Vélez  (Luis),  106"-Tirso,  463'— Hojeda,  431-Valdiviolso,  212  (va- 
rias veces) — Quintana,  71'.  Véase  el  primero: 

Maniatan  los  míseros  captivos, 

Y  llevan  á  los  muertos  y  á  los  vivos. 


El  miserable  triste  maniatado, 
Y  de  rabiosos  porros  rodeado. 

Aetículo  3.°— Dos  débiles  del.\nte  del  acento 


242.  Este  diptongo  está  reconocido  por  todos.  Los  reparos  del  Sr.  Bello 
no  tionon  fundamento  alguno.  Las  pocas  diéresis  que  se  hallan  do  dcí^trüi- 
cion,  küirc ,  triunfar  y  algunos  otros  vocablos,  pertenecen  (como  todas),  á 
los  poetas  arcaicos  y  al  siglo  XVIII:  en  el  período  clásico  son  sumamente 
raras.  Ejemplos  de  diptongo: 


Lope,  3.",  297 
Estos  huirán  como  galgos. 
Ya  los  vi  á  todos  huir. 

•Táurogui,  125 
Trtunfastos  do  los  reinos  del  abismo, 
Nunca  vencida  siompro  triunfadora. 

Castro  (Guillen),  383" 
Que  bajan,  huid.  — lIuiromoB. 


Calderón,  LVIII,  386' 
Si  destruirnos  quisiera, 
Lograra  la  destrutcion. 

Alarcon,  86G  y  868' 
Mirad  que  so  avecina 
Del  universo  la  fatal  ruina. 

Arruinaré  el  edificio 

Que  en  mi  ha  fundado  el  Lotoo. 


221 


Arjona  (M.),  539 

Del  seno 
¡Oh  cíwdad  infeliz!  de  estas  ruinas 


Mi  mente  en  sacras  luces  iluminas. 


Desde  Roma  arruinada  la  justicia. 


De  dos  débiles  en  palabra  compuesta  no  hallo  á  mano  ningún  ejemplo, 
pero  no  hay  razón  para  negar  en  ellas  el  diptongo,  siendo  así  que  la  ley  se 
cumple  en  todos  los  demás  compuestos.  Es,  pues,  licenciosa  la  diéresis  diu- 
r éticos  que  puso  Iríarte  (14'). 

AeTÍCULO   4.°— Dos   FUERTES   DELANTE    DEL   ACENTO 

243.  Al  tratar  de  esta  combinación,  en  todo  este  capítulo  hago  caso 
omiso  de  las  diéresis  que  tienen  h  interpuesta,  porque  entonces  dicha  letra 
debe  aspirarse,  como  en  el  ejemplo  de  Morillo  copiado  en  el  núm.  97. 

Comenzamos  á  discutir  un  punto  en  que  la  lucha  contra  los  preceptistas 
es  terrible:  sin  embargo,  el  prudente  lector  verá  si  hemos  de  seguir  teorías 
convencionales  y  cavilosas,  ó  hemos  de  atenernos  al  uso  general  de  nues- 
tros poetas.  En  el  artículo  6.°  pondré  el  catálogo:  ahora  copiemos  algún 
ejemplo  entre  millares  que  pudiera  transcribir. 


§   1.°   P ALABEAS    SIMPLES 


244.    aa. 


Castellanos,  284' 
Hubo  ciertas  palabras  desabridas 
Por  un  fulano  Sanctos  de  Saavedra. 

245.    ae. 

Mirademescua,  52" 
Y  no  quiera 
Caer  en  la  necedad 
De  volverlo. — No  caeré. 

Hurtado  (Luis),  12. 
Se  raerán  y  raen  ya. 

Lope,  3.°,  317" 
De  traedores  de  estos  cuentos 
Los  han  llamado  traidores. 

Tirso,  603" 
¿Qué  traerán? — Traedme  aquí 
Espadas  negras. 


Jovellanos,  30 

Se  los  nombres 
De  Baalim  y  Astarot,  aqueste  de  hembra, 
I    Y  el  otro  de  varón,  fueron  servidos. 


Ercilla,  126' 
Luego  á  empalar  y  asaetearle  vivo 
Fué  condenado. 

Hurtado  (Ant."),  459. 
No  lo  haré,  vive  Dios,  si  me  asaetean. 

Sepúlveda,  XVI,  45. 
Pero  Esteban  el  maestre. 
De  Calatrava  maestrazgo. 

Lope,  4.0,  422" 
No  querría  ser  Faetón 
Y  caer  por  ambición. 

Moreto,  361. 
El  tonto  va  á  caer. — Claro  está  eso, 
Beatricilla;  caerá  como  con  queso. 


—  222  — 


246.  ao. 

Alarcon,  368. 
Mi  nombre  es  el  dios  Maozin. 

Tirso,  57" 
¿Qué  es  cazabe,  y  qué  jaojao? 

247.  ea. 

Lope,  2.0, 148. 

La  aceituna 
Que  habernos  de  varear 
No  deja  que  desear. 

Deja  las  avellanicas,  moro, 
Que  yo  me  zas  varearé,  (octosil.) 

Y  repite  este  verso  diecinueve  veces. 

De  \ea\  y  U^ltad  son  muy  nume- 
rosos los  buenos  ejemplos:  véanse 
Lope,  3.°,  4(M-Td.  4.^  Sj  y  488'— Tir- 
so, 126',  674'— Alarcon,  13'— Anón.  X, 
567-Rojas,  159,  3(36',  503,  509'— Cal- 
derón, 4.°,  298'  y  552' 

Góngora,  543' 
En  moneda  de  reales. 
Yo  soy  do  un  lugar  realengo. 

248.  ce. 

Torre  (Franc»),  566" 
Ni  has  creído  ni  creerás 
Por  siempre  jamás,  amen. 

Tirso,  298. 
■  ¿Creeráslo? — Creeré  que  miente. 

Rojas,  289" 
Leed  vos  y  yo  leeré. 

249.  co. 

Lope,  2.0,  221" 
Púsolo  por  la  leona 
Leonido:  tu  vida  os  ésta. 

Id.,  222. 
No  seas  león,  Leonido. 


Calderón,  4.»,  146' 
Con  que  para  Vallaolid. 
— Para  Vallaolid  con  que... 


Rojas,  324. 
Hermosea  á  la  fealdad, 
Y  á  él  le  afea  la  hermosura. 

Anón.,  XVI,  507' 
Salteáronme  unos  ojos 
En  poblado  salteadores. 

Tirso.  671. 
Para  que  experimentéis 
Lo  que  os  quiero,  desearé 
Lo  que  vos  me  deseáis. 

Id.,  472" 

Mantenía  y  torneaba. 
Pues  á  las  tres  torneaduras, 
Cena  nos  dio  torneada. 

Añádanse  los  innumerables  dip- 
tongos de  Beatriz  y  los  futuros  do 
los  verbos  en  ear. 


Moreto,  110. 
Proveeré  un  auto  al  momento. 

Yo  no  he  do  salir  do  aquí 
Sin  proveer  algo  bueno. 

Véase  otro  l)uen  ejemplo  oii  Enci- 
so,  219';  y  añádanse  los  numerosos 
futuros  do  los  verbos  en  cev. 


Id.,  515' 
Leonardo  el  Icón  valiente. 

Y  toda  la  comedia  está  jugando 
con  las  dos  palabras. 


223  - 


Alarcon,  163" 
El  leonero  ó  el  león. 

Hojeda,  444. 
Y  el  teólogo  insigne  de  Nazianzo, 
Vivos  rayos  de  sacra  Teología 

250.  O  A. 

Cervantes,  616' 

Es  cierto 
Cuanto  dice  voacé,  señor  soldado. 

Anón.,  XLIX,  188" 
Boabdiles,  el  rey  mi  tío  (1). 

Moreto,  198 
Jicaras  de  Mechoacan, 
^  Y  paños  que  dar  con  ellas. 

251.  OE. 

Lope,  1.°,  181' 

El  amor  todo  es  poesía... 
Poeta  quisiera  ser, 

Virués,  521 
Dos  cosas  en  que  fundan  sus  poemas, 
Para  llegar  al  fin  de  la  poesía. 


Agregúense  los  infinitos  dipton- 
gos de  Leonor,  Leonelo,  Leonardo, 
Leonido,  Leónidas,  leoneses,  Teodo- 
ra, Cleopatra  (v.  Rojas,  73  veces  en 
Los  áspides  de  Cleopatra),  Jeliová 
(v.  Rebolledo,  394-410:  24  veces). 


Castro  (Guillen),  354 
Hola,  traime  una  almo/íffdilla. 
Siéntate  en  esta  almohada. 

Lope,  2.°,  562' 

A  manera  de  mohatra... 

Porque  si  es  amor  mo/iatrero,  etc. 

Véase  Moah  j  nioabita  en  Calde- 
rón, 2.°,  421. 


Cueva,  'KXl,  515 
Huyendo  va  la  poesía 
Despavorida  y  temblando 
De  una  chusma  de  poetas. 

Ejemplos  semejantes  hay  muchos 
y  buenos. 


De  la  combinación  oo  átona  en  palabras  simples,  no  recuerdo  haber  ha- 
llado ejemplo. 


§    2.°— Palabeas  compuestas 

252.  En  los  diez  y  seis  tomos  de  comedias,  en  el  de  Autos  y  el  de  las 
obras  líricas  de  Lope,  no  hay  más  que  cinco  diéresis  de  esta  especie.  En  los 
otros  tomos  hay  algiina  más,  pero  nada  significan  contra  la  multitud  de 
diptongos.  Ejemplos: 


Salazar,  XLH,  220'  (2) 
Mueres  a/iajada  y  vives  presumida. 

Moreto,  187" 
El  rector  de  Villa/i  ermosa. 


Lope,  2.°,  472' 

Será 
Fácil,  á  lo  que  yo  creo, 
De  contra//aeer. — ¿Eso  dudas? 


(1^    El  nombre  es  Boá!>dil;  mas  el  poeta  prefirió  la  paragoge  á  la  diéresis. 
(2)    Ahajada  por  ajada. 


-  224 


P.  Céspedes,  141  <1). 
Tomás,  Goillermo  y  el  Sahagnn  divino. 

Calderón,  3.®,  207. 
Harto  estuve  humilde 
AheTTojado  en  una  cárcel 
Y  arrojado  en  un  desierto  (2). 

Lope,  2.°,  564, 
Cual  os  el  dueño, 
Tal  el  criado. — A  fe  de  calaAorreño, 
Que  estoy  sin  culpa  yo. 

Moreto,  1. 
Mas  tu  desesperación 
¿Qué  tanta  es  á  la  sazón? 
— La  mayor. — ¿Cosa  do  ahorcarte? 
Que  si  no,  poco  te  ahoga. 

Calderón,  2.»,  271" 
Ahorraré  de  ahorcarme  aqxii 
La  costa. 

Tirso,  500' 
Ella  está  loca. — ¿Qué  sientes, 
Hija?  ¿Si  me  la  han  aojado? 

Boscan,  XXXV,  253. 
Hasta  el  bien  extraordinario 
Se  iba  do  cuando  on  cuando  (3). 

Meléndez,  146' 
Cuiden  de  realzar  el  lustro 
Do  su  beldad  peregrina  (4). 


Noroña,  453' 
Y  entreabriendo  sus  ojos  adormidos. 

Montalban,  489" 
Saliendo  un  rato 
Anteanoche  á  pasear, 
Inés  me  bajó  á  alumbrar 
Con  candil  de  garabato. 

Ledesraa,  137' 
Gobiernos  y  preeminencias 
Esperan  visitador. 

D.»  Cristobalina,  XXXY,  275. 
El  que  lo  incomprehensible  comprehende. 

Lope,  3.»,  633" 
Para  que  don  Juan  Pacheco 
Fuese  vuestro  coadjutor. 

Lope,  2.0,  73" 
Mañana,  entreoí  decir 

Lista,  383' 

Supo 
El  gran  Philoalotheia  en  pocas  hojas 
Dar  generales  leyes  de  poesía. 

Verdugo,  XXLX,  485. 

Liquidando  el  seno 
De  sus  aguas,  coagula  otro  terreno. 

Calderón,  3.°,  150. 
Un  amigo  que  tenia 
La  coartada  mo  probó. 
— ¿La  coartada?  ¿Cómo  así? 


(1)  Sahajfun,  do  Sancto  Faoundo=Sant  Hnctin(lo=Sant  Hagun=SahagTin. 

(2)  Para  quo  se  voa  la  equivalencia  do  aherrojado  y  arrojado. 

(3)  Los  cJemploR  do  extraordinario  son  frocuentoaen  muchos  poetas,  antipuos  y  modornoí. 

(4)  «('ontraccion  duriKima  de  las  dos  vocales  <•«  (escribo  Horniosilla),  (|ucdobi'u  jiruuuDCiarNO  con 
separación.  Para  quo  baya  vorso,  es  necesario  loorso  como  6i  ostuvicso  escrito 

«Cuiden  de  raizar  el  lustre.» 

«Tal  voz  me  dirá  alf^uno:  usted  os  demasiado  rlffido.  Si  los  poetas  no  i>e  toman  osma  licencias,  ¿cómo 
han  de  hacer  buenos  versos?  Hespuesta:  como  los  hizo  Moratin  (L.),  en  cuyas  obras  no  so  encuentra 
una  sola  de  las  innumerables  incorrecciones  y  licencias  de  prosoilin  que  se  jierinit  ¡«S  Molóndez.  Y  ésto 
os  el  mérito  do  aquel  insipne  poeta.»  Pocos  parruHtos  tendrá  el  Sr.  Hermosilla  más  graciosos  quo  «'1 
presente:  ól  no  contó  las  incorrecciones  do  Meléndez,  porque  son  innMmrralile»;  poro  la«do  Moratin  tam- 
poco las  contó.  Pues  const*'  que  en  Moratin  he  liallado  (3H  diptongos  de  vocales  átonas  fviortes;  un  n\'i- 
mero  repular  de  sin/'resis  de  dos  fuertes  (una  tónical  y  otro  más  quo  regular  do  átona  fuerte  y  dí^hil 
tónica.  Todas  éstas  son  licencias,  según  líermosilla.  Pero  lo  más  gracioso  del  caso  es  (pie  él  miamo  en 
su  traducción  do  la  Jhnda  tiene  '¿JH  tliptongos  de  vocales  fuertes  átonas,  y  solas  üí*  diéresis.  Herraosilla 
y  otros  muchos,  cuando  se  metían  á  preceptistas,  enseñaban  lo  contrario  do  lo  que  practicaban  como 
poetas.  Por  lo  quo  toca  al  ridiculo  radar,  ya  está  respondido  on  el  libro  i>rimcro  do  esta  obra,  núm.  l'i. 


225 


Valdivielso,  179. 
Indigno  soy  de  cohabitar  con  ella, 

Acevedo,  250. 
El  pnercoespin  huyendo  se  retira. 

Bonilla,  72. 
Esta  espiración  divina 
No  es  en  tiempo,  mas  coeterna  (1). 


Tirso,  8" 
El  que  se  deja  cohechar. 

Anón.,  XVI,  311. 
Cooperaba  con  la  Reina. 

Anón.  X,  439' 

Desque  todos  han  comido, 
Van  á  bo/iordar  á  la  plaza. 


Aetículo  5.° — Combinaciones  detkás  del  acento. 

§  l.°  Débü  con  fuerte.— Fuerte  con  débil.— Dos  débiles. 

253.  Que  todas  estas  combinaciones  son  diptongo,  lo  enseña  la  R.  Aca- 
demia, lo  dicen  todos  los  ortólogos,  lo  demuestra  la  práctica  universal  de 
nuestros  poetas,  y  lo  exige  la  eufonía.  Así  que  en  esto  no  necesitamos  dete- 
nernos'. 

Diéresis  de  esta  especie  en  medio  de  verso,  que  es  donde  cabe  la  verda- 
dera licencia,  sólo  hallo  35  en  toda  la  colección,  casi  todas  de  Castellanos, 
el  poeta  hiático  por  excelencia:  ímp'io,  pátr'ia,  queríais,  etc. 

En  fin  de  verso,  son  varios  los  poetas  que  usan  como  esdrújulas  tales 
palabras,  v.  gr.:  Vegas,  509,  518,  519. — Herrera,  339. — Góngora,  456. — Cairas- 
co,  453'  y  en  otros  lugares:  Mirademescua,  15'.^Villegas  (Esteban),  561.  Si 
no  fuera  por  los  otros  esdrújulos  claros,  que  juntos  con  éstos  emplean  los 
citados  autores,  nunca  sabríamos  que  á  tales  palabras,  como  gloria,  oficio^ 
continuo,  considerasen  como  esdrújulas;  pues  el  verso  lo  mismo  consta  sien- 
do tales  vocablos  graves,  como  siendo  esdrújulos  (v.  n.°  112).  El  hecho,  pues, 
es  innegable.  Pero  yo  tengo  que  oponer  á  dichos  autores  lo  siguiente:  Si 
tales  palabras  son  en  realidad  esdrújulas,  lo  mismo  deben  serlo  en  medio  de 
verso  que  en  el  fin  del  mismo.  Pues  ¿por  qué  nunca  las  emplean  como  es- 
drújulas en  medio?  Y  si  no  lo  son  en  medio,  ¿por  qué  han  de  serlo  al  fin? 
Mientras  no  se  me  responda  satisfactoriamente  á  estas  objeciones,  tengo  de- 
recho á  llamar  inconsecuentes  á  dichos  poetas,  y  á  afirmar  que  el  uso  de  ta- 
les vocablos  como  esdrújulos  en  fin  de  verso,  es  tan  licencioso  y  híático 
como  en  medio.  En  todo  oído  castellano  bien  organizado,  dichos  vocablos 
suenan  y  deben  sonar  siempre  graves.  Pronuncíese  Pitio  con  las  mismas 
cantidades  que  Títiro,  y  se  percibirá  el  hiato  cacofónico  de  tal  pronuncia- 
ción. Así  es  que  todo  cuanto  dice  el  Sr.  Bello  (pág.  218)  acerca  de  la  disolu- 
bilidad de  tales  diptongos,  son  puras  cavilosidades  sin  fundamento. 

254.  Dos  vocales  débiles  detrás  del  acento  no  se  hallan  jamás  en  pala- 
bras castellanas;  pero  si  alguno  las  usara  en  palabras  exóticas,  deberá  ha- 


(1)    Asi  debió  de  escribir  el  autor,  que  no  era  lerdo.  En  el  impreso  falta  la  preposición  en,  resultando 
dos  disparates,  uno  ortológico  y  otro  teológico. 

15 


—  226  - 

cerlas  diptongo,  según  la  regla  general,  que  acertadamente  observó  G-óngo- 
ra  en  este  ejemplo  (521): 

Serví  á  condes,  serví  á  reyes. 

Hasta  que  por  varios  casos 

Tendimus  in  Latium,  digo. 

Me  miráis  tendido  y  lacio. 

tí  2.'^  Dos  fuertes. 

255.  Aquí  la  lucha  es  recia,  y  vamos  á  ver  quién  triunfa.  Defienden  la 
azeuxis  Hermosilla,  Hartzenbusch,  Bello,  Lista  y  la  R.  Academia. 

A.  Contra  Hermosilla  baste  decir  que  él  mismo  en  su  Ilíada  tiene  199 
diptongos  de  esta  clase:  diéresis...  ninguna. 

B.  Contra  Hartzenbusch  (t.**  V.  pág.  VII  del  prólogo)  es  suficiente  no- 
tar que  las  que  él  creía  licencias  en  Tirso,  no  son  tales:  Tirso  tiene  305  dip- 
tongos de  fuertes  detrás  del  acento:  diéresis...  ninguna. 

C.  Vamos  al  Sr.  Bello,  que  aunque  confiesa  que  el  valor  monosilábico 
de  estas  combinaciones  es  en  verso  la  regla  general,  y  el  disilábico  la  excep- 
ción (lo  cual  bastaba  para  dejar  de  impugnarlo),  todavía  se  esfuerza  por  de- 
mostrar el  valor  disilábico  con  estos  dos  argumentos: 

1.°  En  Ddnao,  virgínea,  héroe  se  consume  más  tiempo  que  en  espacio, 
Virginia,  serie,  fragüe.  Bien,  sea  así,  pues  no  tengo  interés  en  negarlo:  mas 
para  que  valga  el  argumento,  es  necesario  probar  que  el  ao  de  Ddnao,  por 
ejemplo,  dura  naturalmente  un  tiempo  que  no  cabe  en  una  silabar  y  mien- 
tras esto  no  se  pruebe,  el  argumento  no  concluye  (v.  n.**  16).  2."  El  verbo 
purpurear,  v.  gr.,  tiono  el  acento  en  la  e  en  el  presente  y  sus  consecuentes 
(v.  n."  172):  purpureo,  purpureas,  etc.,  y  esto  prueba  qnepiírpúreo,  purpú- 
reas, etc.,  son  esdrújulos.  ¡Oh  señor  D.  Andrés!  no  veo  la  consecuencia:  y  si 
no,  dígame  usted  qué  merece  este  otro  argumento:  El  verbo  variar  tiene  el 
acento  en  la  /'  en  el  presente  y  sus  consecuentes:  luego  ¿vario,  vdrias  son 
esdrújulos?  ¡Ah,  lógica,  lógica! 

D.  Al  Sr.  D.  Alberto  Lista,  poeta  tan  clásico  en  el  siglo  XIX  como  los 
más  clásicos  del  XVII,  le  sucedió  lo  que  á  Hermosilla:  como  poeta  se  guia- 
ba por  el  instinto  eufónico,  y  como  preceptista  prescindía  de  ese  instinto  y 
se  encandilal)a  con  las  teorías  y  reparos  do  otros  jieorcs  que  él.  Y  para  que 
se  vea  cuánta  verdad  es  esto,  sepa  el  lector  que  Lista  en  sus  obras  tiene  SV) 
diptongos  de  fuertes  detrás  del  acento;  diéresis...  ninguna. 

Y  basta  de  crítica:  en  el  artículo  siguiente  veremos  (juo  el  diptongo  quo 
ahora  defendemos,  tiene  á  su  favor  el  98,5  por  100  de  los  ejemplos  de  toda 
la  serie  de  los  poetas  incluidos  en  la  Biblioteca.  Copiemos  aquí  algunos. 

256.     Palabras  s!ni])les: 


Céepcdes  (Pahlo),  'M'A 

Con  paso  audaz  do  ihistro  intento 

Del  áurea  eternidad  halló  ol  camino; 

Puso  en  ol  trono  del  purpún,'í>  asiento 

Al  magnánimo  Enea». 


Góngora,  470* 
Corúlen  agorn,  ya  pnrpi'nvvi  guia. 

Cai  rasco,  483' 
El  áurcrt  puerta  del  empíreo  cielo. 


-  227  - 


Tirso,  431 

Usúrpale  el  béarnés  (diéresis) 

A  Guipúzcoa,  y  en  su  ofensa 
Quitarle  á  Vizcaya  piensa. 

Quevedo,  75 
Molesta  el  ponto  Bóreas  con  tumultos 
Cerúleos  y  espumosos. 

Castellanos,  498 
A  los  hercúleos  golpes  se  empareja 
Con  el  impulso  de  sulfúreo  rayo. 

Iríarte  (T.),  20' 
Será,  pues,  un  pequeño  escarabajo 
El  héroe  de  la  fábula  dichosa. 
Porque  conviene  un  héroe  vil  y  bajo, 

Meléndez,  205' 
T  de  héroe  en  héroe  hasta  tus  venas  corre. 

Maury,  160 
Aérea  joya  del  etéreo  espacio. 


Verdugo,  132' 
Y  etérea  Astrea  en  plaustro  laureado. 

Blanco,  657' 
Empero  muestra  cual  virgínea  rosa 
El  pecho  torneado. 

Salas,  535 

En  figura  lineal, 

Y  en  la  línea  que  formaba. 

Alonso,  664' 
Perpétuanoche,  náusea,  hedor  inmundo  (1) 

Calderón,  1.»  275 
Casó  con  Pasífae,  hija 
De  Artemidoro  de  Grecia. 
Pasífae,  la  más  hermosa. 

Fr.  Luis,  28' 
Del  mar  Mirtoo  dudoso 
No  será  navegante  temeroso. 


Reinóse,  221 
El  hierro  dócil  en  Antínoo  miente. 


Arriaza,  123' 
De  héroe  vulgar  fastidian  las  proezas. 

En  Calderón,  2."  355  y  siguientes,  y  4:.°  290  y  siguientes,  hallará  el  lector 
29  ejemplos  de  CósdroSiS.  En  el  mismo  Calderón,  2.°  636  y  siguientes,  14 
ejemplos  de  Dándie;  y  no  pocos  en  La  Andrómeda  de  Lope,  5.°  492.  Por  fin, 
para  muestra  de  una  combinación  tónica  que  se  convierte  en  diptongo  al 
perder  el  acento,  véanse  los  siguientes  ejemplos: 


purpúreo:  bastan  los  ya  copiados, 
purpureó:  Góngora,  535. 


purpurea:  Feijoó,  606" — Cañizares,  593'. 
purpureará:  Góngora,  444'. 


257.    Palabras  compuestas: 

El  único  sufijo  que  puede  formar  diptongo  al  fin  de  dicción,  es  el  prono- 
minal os.  En  los  líricos  se  hallan  pocos  ejemplos;  pero  en  los  dramáticos 
son  los  más  numerosos. 


Naharro,  TI,  187 
Demandándoos  cómo  estáis, 
Diciéndoos  que  le  mandéis, 
Consolándoos  como  suele, 
Preguntándoos  dónde  os  duele, 
Poríiándoos  que  comáis. 


Valdivielso,  228 
Sirviéndoos,  regalándoos  como  pudo. 

Tirso,  677 
Dándoos  la  fama  loores. 

Id.  145 
Desazónaseos  la  traza. 


(1)    Tan  eufónico  es  el  diptongo  de  náusea  como  el  á.e  i)erpetua. 


228 


Claramonte,  545" 
Guárdeos  Dios — Guárdeos  el  cielo. 

Vélez  (Juan),  588"' 
Guárdeos  Dios — Besóos  las  manos. 

Hurtado  (Luis),  22 

Y  acuérdeseos  que  hay  profundo. 

Rojas,  528" 
Hágaos,  Mingo,  buen  provecho, 

Y  cáigaos  mi  bendición. 


Lope,  1.°  78' 

Quiérooslos  poner  fingidos, 
Que  yo  así  me  entenderé. 

Calderón,  3.°  534 

Duélaos  mirar. . .  Duélaos  ver. 
— El  talle  de  mi  marido. 

Rodríguez,  X,  516 

Que  salirseos  el  caballo 

Cosa  que  fué  por  Dios  guiada. 


Es  muy  de  notar  que  varios  poetas,  antes  que  cometer  la  diéresis,  pro- 
firieron usar  el  sufijo  vos.  Así  Quevedo,  270,  dice  primero  Mandóos  u>ia  col- 
gadura; y  después  Mirándovos  vuestra  cara;  pues  en  Diin'uidoos  liabría 
hiato  desagradable. 


Artículo  G.° — Prueba  general  histórica  del  diptongo  de 
Criador,  criatura  y  átonas  fuertes 

258.  Nota.  En  este  índice  cronológico  no  hago  dist'ncion  de  palabras 
simples  y  compuestas,  con  h  ó  sin  ella:  el  número  representa  el  total  de 
diptongos  y  diéresis  que  cada  poeta  tiene  en  la  Biblioteca.  No  euento  las 
diéresis  con  h  interpuesta,  según  tengo  dicho  (n.°  243);  ni  las  comb'nacio- 
nes  átonas  finales  do  verso,  porque  allí  nada  prueban.  Acerca  de  éstas  hága- 
se el  mismo  razonamiento  que  para  las  demás  átonas  finales  (n.°  253). 

Va  á  tres  columnas:  en  la  1.*  van  los  datos  do  Criador  y  criatura  juntos; 
en  la  2.*  los  de  las  combinaciones  delante  del  aconto;  en  la  ;í."  los  do  las  que 
siguen  al  acento. 


Período  anteclásico. 


1." 

Dipt.      Diér. 


Yillasandino 

Ferránde3 

Leiva  (J.) 

Soria 

Lope  de  Sosa 

Cota 

Quirós  (N.) 

Montesino 

Naharro 

Oil  Vicente 

Encina 

Altamira 

Padilla  (Fr.  Juan) 

Albio 

Castillejo 

BoBcan 

Garcilaso 

Villatoro 

Oviedff  (Gonzalo) 

Acuaa 

Timoneda 

Cetina 

Baptista 

0arcia 

Anón.,  XXXV  y  LVIII 

Escobar  (Fr.  Luis) 

Mendoza 

Pedraza 

Miranda 

Traspinedo 

H.  de  Yelasco 

Salceda 

Hurtado  (Luis) 

Fuentes  (Alonso) 

Pérez  (Luis) 

Santa  Teresa 

Barros 

Zapata 

Contreras 

Silvestre 

Reinosa 

Riaño 

Fr.  Luis 

Selaya 

Sepúlveda 

Córdoba 

Salazar  (Eugenio) 

Ercilla 

Herrera 

Anón.,  X 

PadiUa  (Pedro) 

Torre  (el  Br.) 

Rufo 

Alcázar 

Céspedes  (Pablo) 

Suma  y  sigue 


16 


2.* 

Dipt.      Díér. 


28 


» 

1 

» 

1 

» 

]4 

1 

3 

1 

» 

1 

1 

2 

> 

1 

2 

> 

> 

9 

27 

1 

» 

2 

» 

» 

> 

> 

> 

» 

2 

1 

1 

2 

» 

» 

> 

2 

2 

13 

4 

> 

1 

11 

6 

11 

2 


10 
1 


36 
2 

63 
7 
1 

71 
2 


1 

3 

6 

26 


16 


268 


136 


3.* 
Dipt       DJér. 


2 
2 

> 
1 
17 

> 

6 
1 

22 
45 
32 


Periodo  anteclásico. 


Suma  anterior 

Gal  vez 

S.  Juan  de  la  Cruz 

Virués 

Cueva 

Rodríguez 

Mey 

Barahona 

Laso 

TJbeda 

Figueroa  (Francisco) 

Castellanos 

Aldana  (Cosme) 

Torres  Lizana 

Vegas 

Arjona  (Juan) 

Chaide 

PadUla  (Fr.  Pedro) 

Sánchez  (Miguel) 

Cortés 

Pagan 

Espinel 

Cai  rasco 

Corvantes 

Morillo 

Artieda 

Oña 

Pérez  de  Hita 

Herrera  (Cristóbal) 

Góngora 


Total. 


Periodo  clásico. 

Lope  do  Vega 

Anón.,  XLII 

Huerta  (J.) 

Aula 

Mesa  (Cristóbal) 

Ponco " 

Avila  y  Sotomayor 

Ocaña 

López  do  Ubcda 

Argensola  (L.) 

Valdivieso  (Fr.  José) 

Ribera  (Juan) 

Hidalgo  (Lucas) 

Tárroga 

Caro  (Rodrigo) 

Süarez  de  Figiifroa 

Espinosa 

llojoda 

Suma  y  siyue. .  . . 


46 

24 

> 
2 


18 
39 


135 
3 

1 

> 


Dipt.      Diér. 


268 


17 

20 

5 


3 
> 

49 
6 

> 
6 
8 
1 
3 
7 

> 

» 
2 

45 

24 
1 

> 
9 
4 
1 

37 

521 


136 


10 


92 


1 

299 


2.663 


Dipt.       Diér. 


296 


12 

26 

8 

1 
3 
» 
6 

1 

S7 

1 

1 

12 

23 


2 

2 

1 

2 

32 

18 
6. 
1 

31 

» 
2 
69 

679 


2.434 

1» 

414 

1 

12 

2 

3 

47 

17 

j> 

1 

1 

> 

> 

1 

> 

1 

> 

1 

» 

1 

4 

T) 

1 

>                  1 

i 

> 

1 

» 

2 

30 

.S 

2 

>                  • 

> 

1 

2 

i 

9 

20 

> 

31              1 

491 


l."^ 

2. 

a 

3.* 

Período  clásico. 

Dipt       Diér. 

Dipt. 

Díér. 

Dipt.       Diér. 

Suma  anterior 

39               5 

2.653 

24 

491 

2 

Boil 

>               > 

7 

1 

> 

D.*  Cristobalina 

»               » 

1 

4 

Ribera  (Luis) 

11                5 

5 

81 

AgTiilar 

1 

17 

2 

Tejada 

>                > 

> 

13 

Urrea 

>                » 

2 

t 

Ezquerra 

»                > 

> 

1 

» 

Argensola  (B.) 

2                1 

31 

33 

Valbuena 

4                1 

145 

4 

66 

Acevedo 

3             18 

4 

6 

38 

Ledesma 

11                1 

22 

6 

Villaviciosa  (J.) 

1 

19 

23 

Arguijo 

>                > 

3 

4 

Fr.  Jerónimo 

»                > 

1 

> 

Grajales 

>                > 

6 

2 

Mejia 

1 

4 

1 

3 

Turia. 

>                > 

54 

1 

>                ] 

Valdivielso 

78 

100 

2 

76 

Medrano 

3 

7 

4             > 

Soria  Galvavro 

>                » 

1 

»                1 

Claramonte 

>                > 

32 

1 

8 

Tirso 

12               2 

1.045 

23 

306 

Bonilla 

14 

5 

6 

Céspedes  (Gonzalo) 

>                > 

3 

2 

Céspedes  (Sebastian) 

»                > 

» 

1 

2 

Castro  (Guillen) 

>                > 

52 

10 

11 

1 

Salustrio 

>                » 

21 

1 

6              1 

Segura 

>                > 

1 

1             s 

Muxet 

>                > 

1 

^                                 ^ 

Jáuregui 

17 

26 

1 

22             ) 

Avila 

3 

53 

4              i 

Alarcon 

7             » 

767 

4 

81                     5 

Basto 

»               > 

1 

2              I 

Mirademescua 

3               1 

107 

1 

15             J 

Pacheco 

>               > 

1 

>                  ; 

Enciso 

>               > 

70 

3             a 

Vélez  (Luis) 

1 

106 

34 

1 

Tasis 

>               > 

> 

2              J 

Herrera  (Jacinto) 

»                         y 

37 

1 

7             s 

Herrera  (Rodrigo) 

>                         > 

12 

1 

3             > 

Fr.  Hortensio 

>                          > 

y 

2              > 

Quevedo 

3                1 

75 

13 

36             J 

Varios:  apéndice  t.  XII 

>                                 > 

JO 

5             1 

Barbadillo 

>                                 > 

18 

3 

1             > 

Belmonte 

9                2 

36 

>                > 

Callecerrada 

>                                 > 

2 

3 

31 

Godinez 

>                                 > 

5 

>                ) 

Corral 

>                                 > 

» 

1 

2              1 

Villegas  (Juan) 

>                                 > 

3 

> 

Fr.  Gaspar 

>                                 > 

6 

1 

2 

Salinas  (Juan) 

2                                 > 

2 

1 

> 

Moreno 

1 

8 

1 

Rebolledo 

4 

30 

5 

1 

Suma  y  sigue 

224             41 

5.517 

111 

1.389 

4 

1. 

a 

2. 

a 

3.» 

Período  clásico. 

Dipt. 

Diér. 

Dipt. 

Díér. 

Dipt.      Diér. 

Suma  a)iifí>ior 

224 

41 

Ó.517 

111 

1..389 

4 

Villegas  (Esteban) 

> 

> 

a 

1 

1 

1 

Montalban 

» 

» 

271 

1 

13             1 

Solórzano 

1 

» 

95 

6 

13              j 

Soto  de  Rojas 

» 

» 

6 

> 

»                ] 

Esquilache 

» 

> 

3 

1 

1 

6 

Rioja 

» 

» 

» 

» 

15 

Felipe  IV 

» 

» 

2 

> 

,                , 

Trillo 

4 

» 

7 

2 

22              1 

P.  Céspedes 

> 

» 

6 

> 

1              1 

López  de  Zarate 

> 

» 

> 

> 

4              1 

Caro  (D."  Ana) 

» 

» 

6 

9 

3              1 

Los  Figuoroas 

» 

» 

66 

» 

9              1 

Villaviciosa  (Sebastian) 

» 

» 

22 

» 

3              i 

Zayas 

í> 

» 

2 

» 

> 

Gómez  Tejada 

> 

» 

3 

» 

>                                  ] 

Hurtado  (Antonio) 

» 

» 

111 

» 

6              ) 

Anónimos,  XVI 

;j 

20 

127 

42 

19 

4 

Calderón 

6a 

1 

3.676 

5 

518             s 

Anónimo,  XIV 

» 

» 

4 

» 

1               s 

Navarrotc  Ribera 

> 

» 

» 

1               ] 

Zavaleta 

1 

1 

1 

»                 ] 

Cáncer 

» 

■S) 

9 

3              1 

Coollo' 

» 

> 

27 

4              1 

Estobanillo 

2 

■» 

2 

1 

3              s 

Morlanes 

> 

> 

1 

» 

»       "        1 

Polo 

» 

•» 

12 

6              j 

Matos 

» 

1 

169 

1 

16              1 

Enriquoz 

2 

> 

48 

6              i 

Zarate 

> 

» 

103 

1 

10              j 

Monteser 

» 

» 

10 

1              1 

Rojas 

6 

1 

662 

10 

113 

Olmo 

» 

1 

» 

1 

3              1 

Villaizan 

» 

> 

96 

4              1 

Salinas  (Manuel) 

» 

» 

1 

1 

>                ] 

Navarreto  Montañés 

» 

» 

1 

»                j 

Ulloa 

» 

» 

» 

1 

1              1 

Solís  (Antonio) 

2 

» 

98 

7             ■ 

Cubillo 

1 

» 

101 

1 

19              1 

Meneses 

» 

» 

28 

4              1 

Loiva 

> 

» 

90 

lu 

a 

Vélez  (Juan) 

» 

1 

6 

4               1 

Cuéllar  ^ 

» 

1 

47 

»                 1 

Moreto 

4 

» 

526 
10.960 

4 

85              1 
2.817             1 

Total. ..." 

non 

68 

189 

7 

Período  postcláslco. 

*j\J*j 

Anónimo,  XLIX 

> 

» 

13 

> 

3             » 

Barrios 

» 

» 

» 

> 

2              » 

Quirós  (Fr.  Podro) 

» 

» 

1 

» 

1              > 

Diamanto 

» 

» 

68 

1 

11              > 

Siona  //  siguf 

> 

• 

82 

1 

17 

1. 

a 

2. 

a 

3. 

a 

Período  postcláslco. 

Dipt. 

Diér. 

Dtpí. 

Diér. 

Dipt. 

Diér. 

Suma  anterior 

» 

» 

82 

1 
»  ■ 

17 

> 

Monroy 

1 

1 

120 

13 

Calleja 

» 

» 

20 

5 

1 

Fomperosa 

4 

» 

3 

> 

1 

Estrella 

2 

1 

1 

» 

» 

Santos 

1 

1 

» 

> 

» 

Torre  (Francisco) 

» 

» 

2 

» 

» 

Valenzuela 

» 

» 

1 

» 

1 

Salazar  (Agustín) 

» 

» 

11 

» 

7 

Hoz 

» 

» 

90 

2 

2 

Fernández  de  León 

3 

» 

47 

» 

6 

Sánchez  (Vicente) 

Ü 

» 

» 

» 

1 

Sor  Juana 

1 

» 

127 

» 

4 

Vera  Tasis 

» 

» 

4 

» 

2 

Candamo 

» 

» 

67 

4 

24 

Dionisio 

» 

» 

1 

2 

1 

Fuego 

s 

» 

» 

1 

» 

Fuentes  (Juan) 

» 

:» 

» 

1 

» 

Fuentes  (Pedro) 

» 

» 

2 

» 

> 

López  (J.  José) 

» 

1 

1 

» 

» 

Morales  (Alonso) 

» 

» 

1 

» 

» 

Toledo 

» 

2 

3 

» 

28 

Oviedo  (Luis) 

» 

:» 

1 

» 

» 

Lobo 

> 

» 

18 

» 

li 

Feijoó 

»   . 

» 

1 

» 

4 

» 

Zamora 

» 

» 

110 

2 

18 

» 

PitiUas 

:» 

> 

1 

1 

» 

2> 

Cañizares 

» 

J> 

177 

2 

33 

» 

Villarroel 

» 

5 

10 

4 

9 

» 

Luzan 

» 

» 

3 

3 

11 

» 

Iriarte  (Juan) 

> 

1 

» 

» 

2 

¡» 

Isla 

» 

» 

8 

2 

1 

» 

Verdugo 

» 

» 

3 

» 

23 

» 

Nieto 

» 

» 

2 

» 

6 

» 

Porcel 

» 

» 

4 

» 

16 

6 

Trigueros 

» 

» 

8 

» 

3 

y 

Feliú 

■» 

1 

» 

» 

» 

» 

Cruz  (Ramón) 

» 

» 

6 

» 

1 

» 

Moratin  (Nicolás) 

5> 

4 

40 

24 

30 

» 

Cadalso 

2> 

» 

6 

6 

16 

1 

Fr.  Diego 

» 

3 

8 

2 

4 

» 

Huerta  (Vicente) 

» 

1 

8 

3 

27 

» 

Iglesias 

» 

3 

44 

3 

18 

» 

Ayala 

» 

1 

1 

i 

4 

» 

Hore 

1 

1 

2 

» 

1 

> 

Rejón 

» 

» 

» 

1 

» 

» 

Vaca 

6 

» 

71 

3 

51 

1 

Samaniego 

» 

4 

11 

9 

3 

2 

Iriarte  (Tomás) 

» 

4 

11 

32 

4 

» 

Jovellanos 

3 

3 

22 

14 

32 

» 

Meléndez 

» 

5 

71 

20 

60 

1 

Forner 

36 

10 

41 

20 

59 

» 

Helguero 

3> 

» 

» 

1 

3 

» 

La  Calle 

S> 

» 

1.260 

» 

4 

» 

Suma  y  sigue 

57 

52 

167 

557 

10 

1. 

a 

2.» 

3.» 

Periodo  postcláslco. 

Dipt. 

DUr. 

Dipt. 

Diér. 

Z>i>/.       J)»Vr. 

Suma  anterior 

57 

52 

1.260 

167 

557             10 

Salas 

> 

> 

4 

7 

4 

Carvajal 

> 

7 

4 

8 

4 

ViUanueva 

> 

» 

3 

» 

8 

Arellano 

» 

1 

» 

1 

> 

Noroña 

» 

3 

8 

11 

27 

Moratin  (Leandro) 

> 

4 

44 

4 

24 

Vargas 

» 

> 

7 

> 

6 

Sánchez  Barbero 

> 

> 

16 

6 

36 

Cien  fuegos 

> 

» 

7 

6 

11 

Arjona  (iManuel) 

3 

» 

12 

» 

47 

Arríaza 

» 

11 

•^0 

28 

83 

Marchena 

^ 

» 

3 

2 

3 

Núñez  Díaz 

2 

> 

4 

> 

2 

Castro  (Francisco) 

> 

» 

» 

1 

1 

Roldan 

» 

> 

14 

> 

3 

Maury 

» 

» 

2 

3 

33 

Roinoso 

» 

2 

22 

5 

17 

Quintana 

> 

1 

4  y 

14 

38 

Solís  (Dionisio) 

» 

> 

4 

> 

37 

Marcos 

> 

» 

6 

2 

2 

Blanco 

1 

» 

> 

1 

4 

Lista 

12 

» 

64 

> 

89 

Alonso 

» 

1 

» 

> 

2 

Gallardo 

» 

» 

1 

> 

1. 

Gallego 

> 

1 

7 

3 

18 

Tapia 

1 

> 

10 

1 

16 

Ahumada 

1 

» 

4 

. 

4 

Burgos 

> 

> 

fi 

3 

7 

Jérica 

» 

» 

3 

> 

» 

Somoza 

> 

1 

10 

> 

8 

Pérez  de  Camino 

> 

2 

, 

1 

2 

1 

MUBSO 

> 

» 

2 

> 

> 

Hidalgo  (Félix) 

. 

» 

4 

> 

3 

Rivas 

» 

j> 

1 

> 

1 

Total 

77 

87 

l.«00 

274 

1.096 

11 

258.  Observación  acerca  do  Criador  y  criatura.  Aunque  en  los  períodos 
anterior  y  posterior  al  clásico  supera  el  numero  de  diéresis  al  de  dipton^ros, 
sin  cmbaríijo,  en  toda  la  serie  hallamos  todavía  427  diptongos  contra  300 
diéresis.  En  el  período  clásico  desafinan  Acevodo,  Hobollodo  y  los  Roman- 
ces del  tomo  XVI  (muchos  de  los  cuales  seguramente  no  pertenecen  al  pe- 
ríodo clásico);  poro  os  de  notar  que  Acevedo,  ilobolledo  y  Esquilache,  son 
algo  arcaístas.  Y  debiendo  juzgar  cuáles  son  los  casos  rectos  y  cuáles  las 
licencias,  debemos  atenemos  en  general  al  mayor  número,  ala  mayor  auto- 
ridad, á  la  mayor  eufonía,  y  á  la  mayor  universalidad  en  la  regla.  Ahora 
bien,  el  diptongo  de  estas  palabras  supera  en  número  á  la  diéresis,  es  más 
clásico,  está  más  autorizado,  es  más  eufónico  y  más  conforme  con  la  regla 
general.  Para  poner  una  excepción  á  una  regla,  es  menester  probarla  con 


—  235  — 

razones  que  superen  á  los  motivos  de  la  regla;  y  creo  que  jamás  podrá  nadie 
demostrar  concluyentemente  la  excepción  en  favor  de  dichos  vocablos.  Re- 
pito que  no  hemos  de  renunciar  á  la  autoridad  de  nuestros  mejores  poetas 
por  seguir  antiguallas  ó  novedades  fundadas  en  principios  imaginarios  que 
la  lengua  repudió  instintivamente  al  llegar  á  su  perfecto  desarrollo  y  eufo- 
nía. Ni  vale  tampoco  (hablando  en  general),  decir  que  la  diéresis  es  per- 
mitida, como  á  cada  paso  dice  Bello,  porque  eso  es  lo  mismo  que  decir:  no 
hay  ley.  Si  Dios,  al  mismo  tiempo  que  manda  tto  matar,  permitiera  el  ho- 
micidio, ¿á  qué  vendría  á  reducirse  el  quinto  mandamiento  del  Decálogo? 
Una  de  dos:  ó  las  vocales  en  cuestión  forman  azeuxis,  en  cuyo  caso  no  debe 
permitirse  la  sinéresis;  ó  forman  diptongo,  y  entonces  no  debe  tolerarse  la 
diéresis. 

260.  Sobre  las  vocales  átonas  fuertes.— 1.°  Lo  primero  que  salta  á  la  vis- 
ta en  el  catálogo  precedente,  es  que  muchos  poetas  que  alguna  vez  ó  muchas 
usan  la  diéresis  delante  del  acento,  nunca  la  usan  detrás  de  él,  por  ejemplo, 
Castillejo,  Herrera,  Rufo,  Cervantes  y  Gróngora.  Tales  poetas  parécenme  in- 
consecuentes, porque  si  la  atonía  compone  en  diptongo  las  vocales  concu- 
rrentes detrás  del  acento,  lo  mismo  (á  mi  juicio),  debe  suceder  delante  de 
él.  Lo  segundo  es  la  uniformidad  y  constancia  del  uso  de  este  diptongo  de- 
trás del  acento,  quebrantada  tan  sólo  por  Esquiladle;  única  falta  grave  que 
en  él  se  encuentra.  Y  en  virtud  de  esta  uniformidad  y  constancia,  declaro 
inconsecuentes  á  los  pocos  poetas  que  emplearon  tales  vocablos  como  es- 
drújulos en  fin  de  verso  dactilico,  y  por  no  repetir  las  cosas,  digo  que  debe 
hacerse  aquí  la  misma  observación  que  puse  tratando  de  débil  y  fuerte 
detrás  del  acento  (n.°  253). 

2.°  En  las  combinaciones  de  fuertes  delante  del  acento,  ha  de  observarse 
que  en  el  período  anteclásico  hubo  dos  tendencias  casi  paralelas  y  simultá- 
neas, una  hacia  el  diptongo  y  otra  hacia  la  diéresis.  Prevaleció  al  fin  el  dip- 
tongo, y  continuó  dueño  del  campo,  no  sólo  en  el  período  clásico,  sino  en 
todo  el  período  decadente,  hasta  el  de  hierro,  en  el  cual  se  oscureció  la  eufo- 
nía; y  como  se  verá  más  adelante,  esta  regla,  que  fué  la  postrera  en  perder  su 
vigor,  fué  también  la  última  que  se  restauró. 

3.°  La  demostración  resultante  del  catálogo  que  precede,  no  puede  ser 
más  elocuente  y  poderosa:  he  aquí  los  resultados  finales: 

Detrás  del  acento  Detrás  del  acento. 

Período  anteclásico .  í  J'P^ongos ...       65,0  p''.  (Ij 94,46  p^ 

(  diéresis o5,ü 5,o4 

Id    clásico  ^^^P^-- ^''^ •••••     ^'"^^ 

icL,  Clasico.  ^^^,^^  ^,^ Qg^ 

Id.  postclásico.  n^?  *  H  A^'r^-^ Vn 

1  dier.  14,62 1,U 


(1)    El  tanto  por  ciento  se  averigua  dividiendo  cada  cantidad  por  la  suma  de  las  dos  (diptongos  y 
diéresis),  y  uiultiplicando  por  100  el  cociente. 


—  236  - 

-c,    ^    -,    1         .  í  dipt.  94,5 98,47 

En  toda  la  sene.             ...                         _  _  /«o 

(  dier.  o,o l,o8 

Y  todo  junto;  diptongos,  95,4  p7o;  diéresis,  4,6  p7o 
diptongos,  17,073;  diéresis,  824. 

Ahora  bien,  si  las  reglas  ortológicas  deben  fundarse  en  el  uso  constante 
de  los  poetas,  y  no  al  revés;  si  la  piedra  de  toque  de  ellas  está  en  los  versos; 
si  los  poetas  son  los  reveladores  de  esas  mismas  leyes;  me  parece  claro  como 
la  luz  del  día  que  toda  cojnbmacion  de  vocales  átonas  fuertes,  y  á  fortiori  si 
alguna  es  débil,  Jornia  siempre  diptongo. 

261.  Corolario:  número  de  diptongos. — Por  consiguiente,  los  diptongos 
ni  son  17,  como  quería  Salva;  ni  14,  como  enseña  Bello:  ni  2,  como  decía 
Cáscales;  ni  12,  como  escribió  Nebrija.  Los  diptongos  átonos  son  25,  á  saber: 


aa,  ae,  ai,  ao,  au 
ea,  oe,  ei,  eo,  eu 
ia,  ie,  ii,  io,  iü 
oa,  oe,  oi,  00,  ou 
ua,  ue,  ui,  uo,  \ui. 

Lqs  diptongos  tónicos  pueden  ser  18,  según  probaremos  en  lo  que  resta 
de  este  libro. 


Artículo  7." — Combinaciones  de  tres  vocales 

262.  Si  alguna  vez  concurren  tros  vocales  átonas,  ft)rman  triptongo,  se- 
gún la  regla  general,  tanto  delante  como  detrás  del  acento.  Triptongo  for- 
mó Samaniogo  en  Mií7//regato,  307';  y  Hormosilla  (el  campeón  do  las  diére- 
sis; en  Sátniois  (t."  1.",  pág.  180;  t."  2.",  pág.  71  y  292);  y  bien  hecho,  por- 
que así  lo  pide  la  eufonía.  Por  consiguiente,  se  hará  triptongo  en  Bcaumont 
y  otríis  palabras  exóticas  pronunciadas  á  la  castellana. 


CAPITULO    11 
Fuerte  tónica  seguida  de  débil  átona. 

ái^  éi,  ói ;  (¡11,  en,  ñu. 

263.     ]\rgla  (sogunda  de  nuestra  Ortología): 

Toda  combinación  de  fuerte  tónica  con  débil  átona  es  siempre  diptongo;  v.  gr,,  en 
amáis,  liabcis,  oigo,  < ansa,  J (  ndo.  Sonsa. 

Esta  es  tambion  regla  sin  excepción.  Nuestros  poetas  la  cumplen  con  tan 
rigurosa  exactitud,  que  no  he  visto  en  toda  la  Colección  más  (juo  26  diére- 
sis, pertonofientos  casi  todas  á  Castellanos,  y  á  los  poetas  del  siglo  XVllL 


—  237  — 

Pueden  verse: 

SOIS  ......   en  Moreto,  40. 

heroico  ...   en  Iriarte,  29. 

Lats en  Pérez  de  Camino,  724. 

Tais. .....  en  Noroña,  435. 

Así,  pues,  no  siendo  necesaria  la  demostración  de  esta  regl¿x,  pasamos  á 
otra  cosa. 


CAPITULO   III 

Tónica  con  fuerte  átona. 

áa,  áe,  áo;  aá,  aé,  aó 
éa,  ée,  éo;  eá,  eó,  eó 
óa,  óe,  óo;  oá,  oé,  oó 
ai,  eí,  oí;  ía,  íe,  ío 
aú,  eii,  oú;  úa,  úe,  úo 

264.  Regla  (tercera  de  nuestra  Ortología): 

Toda  combinación  de  vocal  tónica  con  fuerte  átona  es  azeuxis;  v.  gr.,  peleo,  peleó, 
María,  paraíso. 

Exceptúanse  los  verbos  con  el  sufijo  os,  el  cual  sufijo  forma  diptongo 
con  la  vocal  tónica  precedente;  v.  gr.: 

Rend/os,  cobraos,  ó  perd¿''os    (Zarate,  545). 

La  verdad  de  esta  regla  nadie  la  niega,  y  convienen  en  ella  los  poetas. 
La  excepción  que  pongo  no  la  enseña  ningún  gramático  (1);  pero  la  práctica 
uniforme  de  los  poetas  nos  obliga  á  admitirla.  La  razón  eufónica  de  la  regla, 
es  la  claridad  de  la  pronunciación  y  la  majestad  natural  de  nuestro  idioma: 
la  razón  de  la  excepción  no  es  tan  fácil  averiguarla;  sin  embargo,  más  ade- 
lante diré  lo  que  me  parece. 

Artículo  1.°  —  Sinéresis  de  fuerte  y  débil 
§  l.°— Fuerte  con  débil. 

265.  Esta  sinéresis,  rarísima  hasta  que  Valbuena  vino  al  mundo,  se  halla 
algiuias  veces  en  éste  y  Valdivielso;  es  frecuente  en  Calderón,  que  en  esta 
es  el  peor;  no  tanto  en  Rojas,  Moreto  y  Leiva;  algunas  veces  también  en 
Zamora:  vuelve  á  ser  rara  en  el  siglo  XVIII,  y  el  poeta  moderno  que  más 
se  excede  en  estas  licencias  es  (¡quién  lo  creyera!)  Moratin  (Leandro),  el 
poeta  impecable,  según  Hermosilla. 

Gran  número  de  poetas,  como  Hojeda,  Esquilache,  el  P.  Céspedes,  los 


(1)    Después  de  escrito  esto,  la  he  visto  formulada  en  Sicilia. 


—  238  — 

Fiffueroas  y  Solís  (Antonio)  no  se  pennitieron  ni  una  siquiera  de  esas  licen- 
cias. A  lo  menos  yo  no  tongo  apuntada  ninguna,  aunque  los  he  leído  con 
cuidado. 

Las  palabras  más  frecuentemente  contraídas  son  los  verbos  oir  y  reir^  el 
adverbio  «///',  los  participios  creído  y  caído,  los  nombres  Laín  (1),  roído, 
roín  (por  ruido,  ruin),  ataúd,  laúd,  y  el  adverbio  aína. 

Como  ejemplo  de  corrección  en  esta  clase  de  palabras,  puede  citarse  este" 
verso  de  Tirso  (148):  Creí  oíros  decir  (octosíL).  Tal  vez  se  dirá  que  en  ese 
verso  hay  hiato  y  no  lo  niego;  pero  mucho  peor  estaría  con  sinéresis,  di- 
ciendo: Creí  oíros  decir  eso. 

Conste,  pues,  que  por  este  punto  no  sufre  menoscabo  alguno  la  regla. 

§2.0- Débil  con  fuerte. 

266.  En  las  palabras  que  tienen  esta  combinación  al  principio  ó  al  me- 
dio, v.  gr.:  híadcs,  etíope,  elegiaco;  6  al  fin  del  primer  elemento  componen- 
te, v.  gr.:  continúese,  porfíale,  son  sumamente  raras  las  sinéresis,  y  algu- 
nas son  difíciles  de  conocer.  Véase  este  verso  de  Solórzano:  (310'): 

Mi  periodo  habrá  entendido: 

aquí  es  difícil  saber  si  el  poeta  quiso  decir  período  ó  periodo.  En  este  pun- 
to no  hay  dificultad  contra  la  regla. 

267.  Mas  cuando  se  trata  del  fin  de  vocablo,  débese  notar  lo  siguiente: 
1,°  Oña  y  Ercilla  U'^aban  casi  constantemente  la  sinéresis,  lo  cual  se  ex- 
plica bien.  Ercilla  en  su  juventud  estuvo  mucho  tiempo  viviendo  entre  ita- 
lianos, y  se  le  pegó  (como  en  parte  le  ocurrió  á  Garcilaso)  el  uso  italiano  de 
contraer  esas  combinaciones.  Oña  es,  como  si  dijéramos,  el  satélite  do  Erci- 
lla (2). 

2.°  Algunos,  como  Yalbuena,  Quevedo,  el  Lie.  Ubeda,  Cuova,  Rodrí- 
guez, Sepúlveda,  Arjona  (Juan),  Aldana  (Cosme),  Cetina  y  Fernández  de 
León  son  muy  licenciosos;  en  ellos  andan  á  medias  las  azouxis  ^  las  siné- 
resis. 

3."    Los  demás  usan  más  parcamente  de  la  sinéresis,  sobresaliendo  por 
su  corrección  Alarcon  (19  sinéresis  en  todo  el  tomo),  Tárroga,  H  n'l,  Zirato 
Polo,  Belmonto,  Coello,  Diamante  y  otros  varios. 

4."  En  los  líricos  del  siglo  XVIII  son  ya  pocas  las  sinéresis  de  esta 
claso. 

5."  Los  perfectos  modelos  en  esto  son  aquellos  poetas  que  nunca  hacen 
sinéresis  tal  combinación;  son  los  principales  Herrera  (Fernando),  Pacheco, 
Villegas  (Estél)an),  Hojeda,  Esquihiclio,  Avila,  P.  Céspedes,  Veloz  (Juan), 
Controras,  Gallego  y  Argonsola  (Bartolomé). 

Resulta,  ])uos,  que  las  sinéresis  do  esta  clase  son  algo  numerosas  on  va- 


(1)  T.din  iniirluiH  vccnn  piiodo  «or  Átono,  y  entoncoH  os  diptoneo. 

(2)  Tntnbion  n  Jáiirn(;ui  .so  lo  poifó  hIíío  tlol  itnliiiiio,  piios  iiiieutruH  on  sus  obras  origínalos  obsorvs 
siempre  la  iizouxit,  on  \a  Aminta  ph  co-íb  corrionto  la  «inérosis. 


—  239  — 


ríos  poetas  del  siglo  XVI:  algo  frecuentes  en  muchos  del  siglo  XVII,  y  me- 
nos en  los  del  siglo  XVIII  y  XIX.  En  vista  de  estos  datos  se  debe  concluir 
que  son  verdaderas  incorrecciones  y  licencias  tales  contracciones. 

A  la  verdad,  es  cosa  que  afea  no  poco  al  lenguaje  la  oscuridad  que  resul- 
ta de  esas  contracciones,  lo  mismo  que  de  cometer  la  diástole  leyendo  (como 
algunos)  habla  venido,  hablan  dado,  etc.,  contra  toda  la  tradición  castella- 
na. No  falta  quien  diga  que  esas  licencias  en  Ercilla  no  son  sinéresis,  sino 
sístoles,  y  que  debe  leerse  háhia,  tenia,  etc.;  á  mi  ver,  eso  es  un  disparate, 
pues  Ercilla  usa  varias  veces  esas  palabras  con  la  i  acentuada  en  medio  de 
verso  y  con  azeuxis  (32  tengo  yo  apuntadas  y  no  están  todas) ;  y  además  esa 
sístole  sería  mucho  más  licenciosa  y  ridicula  que  la  sinéresis. 

Lope,  en  las  66  primeras  páginas  del  tomo  I  tiene  61  azeuxis  contra  5  si- 
néresis. Y  en  esta  proporción  (poco  más  ó  menos)  las  emplean  Moreto,  Tir- 
so y  Rojas;  Calderón  es  más  licencioso.  También  advierto  que  los  poetas  ha- 
cen más  sinéresis  cuando  remedan  el  lenguaje  antiguo,  y  así  rara  será  la 
azeuxis  en  la  frase  el  mío  Cid  y  otras  semejantes.  Concluyamos  con  algún 
ejemplo: 


De  sinéresis: 

El  Lie.  Ubeda,  121 
Mas  con  ánimo  Bernardo 
Grandes  voces  había  dado, 
Diciendo  que  había  ladrones, 
Y  luego  se  había  tornado 
La  triste  dama...  etc. 


De  azeuxis: 

Monteser,  170" 
Tío  mió,  no  os  canséis. 

Garcilaso,  9 
Me  ha  ya  quitado  el  gusto  que  tenía 
De  echar  la  pena  mía  por  la  boca. 
(Mía  aquí  es  consonante  de  tenía). 


No  es  posible  cerrar  este  artículo  sin  hacemos  cargo  del  siguiente  repa- 
ro del  Sr.  Bello  (pág.  206,  nota):  «Cuando  las  dos  vocales  terminan  la  dicción 
la  sinéresis  ofende  poco  ó  nada  al  oído;  y  tal  vez  sería  de  desear  que  imitá- 
semos á  los  italianos,  que  en  esta  situación  las  contraen  siempre,  y  aun  ha- 
cen lo  mismo  en  la  concurrencia  de  dos  llenas  finales: 

Pur,  se  non  della  vita,  avere  almeno 

dalla  siuz  fama  dee  temenza  e  cura.  (Taso). 

Serían  entonces  más  nutridos  nuestros  versos,  y  cabría  más  en  ellos». 

Cierto,  pero  no  serían  tan  sonoros  y  majestuosos.  Y  como  no  se  trata  de 
crear  una  nueva  lengua,  sino  de  estudiar  la  nuestra,  tal  como  nos  la  legó  la 
tradición  clásica,  no  convengo  en  que  debamos  renunciar  en  este  punto  á  la 
autoridad  y  el  uso  constante  de  nuestros  poetas.  Sigan  en  buen  hora  los  ita- 
lianos su  ortología  dulzaina;  á  los  españoles  nos  toca  seguir  aquella  norma 
instintiva  que  Francisco  de  Figueroa  en  su  carta  á  Ambrosio  de  Morales 
(año  1.560)  expresó  diciendo:  «Cuanto  ellos  (los  italianos)  pretenden  dulzura, 
procuramos  á  nuestra  lengua  majestad  y  gravedad.»  En  efecto,  las  diéresis 
hacen  lánguida  y  perezosa  la  frase;  las  azeuxis,  majestuosa,  grave  y  clara: 
los  diptongos,  fluida  y  suave;  las  sinéresis,  oscura,  precipitada  y  volatinera. 


-  240  - 

Por  último,  Sicilia  opina  que  es  lícita  y  aun  natural  la  sinéresis  en  los 
verbos  con  sufijo,  v.  gr.:  decíate,  tendríamos;  yo  ciertamente  no  contó  los 
casos  de  esta  especie  en  nuestros  poetas;  pero  creo  que  ni  hay  razón  eufóni- 
ca para  tal  sinéresis,  ni  nuestros  mejores  poetas  la  han  usado  re'gularmente. 

Artículo  2.°— Sinéresis  de  dos  fuertes 

268.  «Xo  puede  nuestra  lengua  formar  diptongos  con  las  tres  vocales 
fuertes  a,  o,  c^ .  Esto  dice  la  Academia,  y  yo  lo  distingo  así:  Si  ambas  son 
átonas,  niego;  y  lo  pruebo  con  el  95  por  100  de  los  ejemplos  de  nuestros 
poetas.  Si  una  es  tónica,  concedo;  pero  con  una  excepción  relativa  á  las  in- 
flexiones verbales  con  el  sufijo  os,  y  en  lo  demás  quizás  tengamos  en  contra 
el  20  por  100  de  los  ejemplos.  Tal  es  la  exactitud  del  principio  fundamental 
do  la  ortología  académica. 

A  pesar  de  esto,  y  de  las  numerosas  sinéresis  que  cometemos  hablando, 
yo  también  digo  que  una  fuerte  tónica  no  debe  contraerse  con  otra  fuerte 
átona.  La  sinéresis  obliga  á  precipitar  la  vocal  átona  sobre  la  tónica,  oscu- 
reciendo la  primera,  y  faltando  á  la  claridad  que  el  oído  castellano  exige  en 
la  locución. 

Aunque  pudiera  ocupar  muchas  páginas  con  datos  sobre  esta  materia, 
me  parece  que  bastará  hacer  algunas  observaciones. 

1.*^    Los  poetas  más  correctos  en  esto,  son: 

Contreras ninguna  sin.              Hojoda 17  en  100  págs 

Céspedes  (P.).                  »           »                Turia 3  en  24  » 

Herrera 2  on    ÍK)  páginas        Claramonte S  en  56 

Enríqupz ....  1  en  sus  dos  com.        Boíl 4  en  26  » 

Esquilache ...  H  en     60  páginas        Garcilaso (5  en  ;38  » 

Huerta  (J.)...  3  en    50  Castro  (G-uillenj. .  'M  en  150  - 

SolísíD.) 2  en    32        ».          ¡  Acevedo í)  en  40  » 

Alarcon 43  en  todo  et  tomo  |  Herrera  (R.) 3  en  15  » 

Castillejo 11  en  146  páginas  '  P.  Céspedes. ...  .  4  en  18  » 

Villegas  (E.)..  1  en     10        >>  ^  Avila. .......... .  8  en  32  » 

Y  acaso  habrá  algunos  más. 

2."-  En  Lope  y  Montalban  so  halla  próximamente  una  sinéresis  cada  dos 
páginas;  alguna  más  en  Tirso;  más  todavía  en  Pojas  y  ^foreto. 

3."  Valbuena,  Calderón  y  algunos  del  ])oríodo  de  decadencia,  como  Sa- 
lazar.  Hoz,  P'ernández  do  León,  Candamo  y  Zamora,  son  enteramente  dispa- 
ratados y  semil)árbaros  en  esta  y  otras  sinéresis,  según  veremos.  Tuvo  la 
curiosidad  y  paciencia  de  contar  todas  las  azeuxis  y  sinéresis  de  las  100  pri- 
meras páginas  del  tomo  IV  de  Calderón;  y  aunque  en  ollas  hay  algunos 
versos  de  Veloz  (Luis),  que  es  mojor  qu^  Cnldoron,  hallé  todavía  253  ozeu- 
xis  y  150  sinéresis;  esto  es,  el  37,5  por  100  de  licencias. 

4."  Al  comenzar  el  siglo  XVIII  se  inició  con  Toledo  y  Lobo  una  fuer- 
te reacción  contra  tales  sinéresis;  y  aunque  todavía  en  aquel  siglo  y  el  XIX 


—  241  - 

se  hallan  algunas,  son  relativamente  pocas,  al  modo  próximamente  de  Lope 
y  Montalban,  y  aun  menos  en  algunos.  Lista,  por  ejemplo,  tiene  solas  14  si- 
néresis en  las  109  páginas  primeras  de  sus  poesías;  en  El  Imperio  de  la  Es- 
tnpides,  que  sólo  coge  13  páginas,  tiene  17  sinéresis.  Esto  prueba  que  Lista 
se  corrigió  con  la  edad;  pues  aquel  poema  le  escribió  á  la  edad  de  veintidós 
años.  La  reacción  violenta  contra  las  sinéresis  llevó  más  adelante  á  otros 
poetas,  como  Moratin  (Nicolás),  Triarte  (Tomás),  Fomer  y  Arriaza  al  extre- 
mo contrario  de  las  diéresis. 

269.  Resulta  de  todo  lo  expuesto,  que  debe  observarse  la  azeuxis  de 
dos  fuertes  cuando  una  es  tónica;  pues  aunque  muchos  poetas  han  quebran- 
tado esta  ley,  sin  embargo,  la  azeuxis  tiene  á  su  favor  la  inmensa  mayoría 
de  los  ejemplos,  y  la  autoridad  de  los  poetas  más  correctos  en  todo.  Véan- 
se algunos  ejemplos  en  los  números  243-251. 

Notas.  — 1.^  Es  más  frecuente  y  menos  dura  la  sinéresis  cuando  la  vocal 
tónica  precede  á  la  átona;  v.  gr.,  en  sea,  trae,  cae,  caos,  sarao,  ea,  veo,  creo, 
etcétera;  y  en  los  áes,  como  Narváes,  Abindarráes:  y  no  tan  frecuente  en 
seáis,  traer,  caemos,  veamos^  creéis,  peor ^  pelear,  etc.  La  sinéresis  en  aho- 
ra es,  Bin  embargo,  muy  frecuente. 

2.*  Aun  cuando  el  poeta  quiera  usar  alguna  vez  de  licencia,  no  convie- 
ne que  lo  haga  sin  causa  razonable.  La  principal  causa  que  puede  hacer  to- 
lerable la  sinéresis,  es  la  rapidez  de  la  locución  exigida  por  el  sentido  ó  el 
afecto,  como  en  este  ejemplo  de  Lope,  1.",  107: 

Trae  diez,  trae  doc«,  trae  veinte, 
Trae  mil,  trae  todo  ei  mundo. 

Apéndice. —  Sobre  el  vocablo  reai. 

270,  La  Real  Academia  dice  que  hacer  monosílabo  este  vocablo  es  si- 
néresis; y  claro  está  que  lo  es,  según  la  regla  general.  Pero  yo  no  me  atrevo 
ni  á  incluirle  en  la  regla,  ni  á  excluirle  de  ella;  y  las  razones  que  me  hacen 
vacilar,  las  verá  el  lector  ahora.  En  el  catálogo  que  voy  á  dar,  faltan  los  da- 
tos de  Cairasco,  los  Argensolas,  Acevedo,  Valdivielso,  Rebolledo  y  algún 
otro  de  menor  cuantía;  pero  el  lector  dispensará;  no  es  cosa  de  volver  á  leer- 
los para  tan  poco  negocio.  Además,  los  números  en  algunos  poetas  no  se  re- 
fieren á  todas  sus  obras,  sino  á  parte  de  ellas;  pero  sea  como  quiera,  es  cierto 
que  las  azeuxis  y  los  diptongos  apuntados  pertenecen  á  un  mismo  número 
de  versos. 


16 


Az. 

Dipt. 

G  rájales 

Az. 

Dipt 

QuirÓB  (Fr.  P.) 

Az. 

Dipt. 

Manrique 

1 

1 

1 

> 

1 

Montesino 

X 

Mejia 

8 

5 

Diamante 

2 

5 

Proaza 

1 

Turia 

1 

» 

Monroy 

1 

5 

Padilla  (Fr.  J) 

2 

Medrano 

3 

4 

Calleja 

1 

> 

Albio 

4 

Claramonte 

6 

3 

Fomperosa 

> 

3 

Castillejo 

38 

Tirso 

21 

185 

Salazar  (A,) 

> 

3 

Ti  moneda 

'¿ 

Bonilla 

1 

s> 

Hoz 

. 

8 

Cetina 

1 

Céspedes  (S.) 

» 

1 

Fernández  do  León 

> 

6. 

Baptista 

3 

Castro  (G.) 

12 

» 

Candarao 

2 

» 

Anón.  LVm 

12 

Sal  U.S  trio 

16 

6 

Dionisio 

> 

1 

Mendoza 

2 

Segura 

2 

* 

López  (J.  A.) 

. 

1 

Salceda 

1 

Jáuregui 

1 

> 

López  (J.  J.) 

. 

7 

Hurtado  (L) 

5 

Avila 

1 

2 

Perreras 

> 

3 

Fuentes  (A) 

3 

Alarcou 

54 

5 

Toledo 

2 

. 

Contreras 

1 

Mescua 

12 

8 

Interian 

> 

1 

Aldana  (F) 

1 

> 

Pacheco 

> 

1 

Lobo 

> 

6 

Silvestre 

1 

Enciso 

1 

> 

Zamora 

. 

13 

Pansac 

6 

1 

Vélez  (L.) 

16 

7 

Pitillas 

» 

1 

Fr.  Luis 

12 

4 

Tasis 

s 

2 

Cañizares 

> 

26 

Sepúlveda 

24 

3 

Herrera  (J.) 

2 

» 

Villarroel 

1 

3 

Ercilla 

11 

> 

Herrera  (R.) 

4 

4 

Luzan 

1 

3 

Herrera  (F) 

7 

• 

Herrero 

s 

1 

Fr.  .T.  de  la  Concep. 

. 

1 

Anón.  X 

80 

27 

Quevedo 

19 

42 

Iríarte  (J.) 

> 

2 

Rufo 

19 

2 

Barbad  i  lio 

» 

1 

Isla 

4 

» 

Alcázar 

1 

1 

Callecerrada 

■» 

6 

Verdugo 

4 

» 

Virués 

40 

2 

Gotlínez 

> 

2 

Trigueros 

» 

10 

Cueva* 

19 

10 

Corral 

» 

2 

Cruz  (R.) 

» 

1 

Rodríguez 

18 

5 

Villegas  (J.) 

1 

2 

Porcel 

2 

6 

Laso 

6 

4 

Salinas  (J.) 

2 

J> 

Moratin  (N.) 

18 

32 

Ubeda  (el  Lie.) 

6 

1 

Montalban 

13 

4 

Fr.  Diego 

» 

2 

Castellanos 

X 

> 

Solórzano 

í> 

] 

Huerta  (V.) 

8 

> 

Vegas 

X 

> 

Esquilache 

X 

1 

Iglesias 

» 

10 

Arjona  (J) 

12 

4 

Trillo 

» 

6 

Vaca 

3 

26 

Padilla  Fr.  P.) 

1 

> 

López  do  Zarate 

1 

» 

Samaniego 

> 

4 

Sánchez  (M.) 

3 

» 

Caro  (D.**  Ana) 

3 

1 

Iriarte  (T.) 

6 

1 

Pagan 

1 

» 

LoH  Figueroas 

1» 

3 

Meléndez 

12 

3 

Espinel 

2 

> 

Villaviciosa  (S.) 

» 

X 

Forner 

2 

» 

Cervantes 

10 

1 

Gómez  Tejada 

» 

1    .Tovellanos 

6 

8 

Fr.  Arcángel 

2 

» 

Hurtado  "(A.) 

2 

»    Salas 

> 

2 

Morillo 

21 

>: 

Anón.  XVI 

fi4 

38    Carvajal 

5 

> 

Argote 

1 

■j. 

Calderón 

14 

140    Villanueva 

3 

. 

Oña 

4 

^ 

Coello 

1 

1    A  rellano 

1 

» 

Pérez  di-  Hita 

7 

3 

Estebanillo 

1 

1   jNoroña 

3 

. 

Góngora 

50 

7 

Polo 

2 

»    Moratin  (L.) 

6 

4 

Lope 

210 

ñf) 

Matos 

4 

12    Barbero 

4. 

. 

Huerta  M) 

6 

1) 

Knn'quez 

4 

2  Arjona  (M.) 

4 

1 

Hidalgo  (L) 

1 

1 

Zarate 

7 

6 

Arrlnza 

> 

26 

Tárrega 

21 

■¿ 

Pojas 

3 

26 

Maury 

1 

> 

Hojeda 

17 

4 

Olmo 

> 

1 

Rei  lioso 

1 

> 

líoíl 

f, 

V    Viliaizan 

1 

» 

Quintana 

4 

> 

D,*  Crist<)l)alina 

1 

j     S..IÍH(A.) 

2 

4 

Marcos 

J 

> 

Ribera  (L.) 

ir, 

7    ('ul)illo 

8 

3 

lyisla 

5 

» 

Aguilar 

10 

2    .Moneses 

2 

1 

(lallcgo 

1 

> 

Urrea 

I 

'■    Le  i  va 

T> 

1     Tapia 

» 

6 

Valbuena 

2 

17 

Vélez  :.T.) 

» 

I     lUirgos 

1 

1 

lycdesina 

1 

22 

Cuéllar 

I 

í    Jé  rica 

1 

1 

Villaviciosa  (J) 

» 

ít 

Moreto 

13 

43 

A  r  guijo 

2 

1 

Anón.  XLIX 

1 

26 

—  243  — 

No  sumo,  por  ser  los  datos  tan  incompletos;  mas  ellos  nos  dicen  tres  co- 
sas: 1.*,  que  en  el  período  anteclásico  es  común  y  corriente  la  azeuxis;  2.*> 
que  especialmente  desde  Valbuena  en  adelante  se  vulgarizó  el  diptongo  más 
que  la  azeuxis;  3.*,  que  en  el  siglo  XYIII  hubo  alguna  reacción  contra  el 
diptongo. 

Si  la  autoridad  de  la  Academia  y  de  los  poetas  antiguos,  unida  á  la  regla 
general,  tienen  fuerza  suficiente  á  contrarrestar  la  multitud  de  diptongos 
usados  por  tantos  poetas  y  aun  por  el  vulgo,  otros  lo  decidan. 

Ningún  interés  tengo  en  abrir  portillos  en  las  reglas.  Pero  conste  que  la 
sinéresis  de  real  es  mucho  más  frecuente  de  lo  que  indica  la  Academia  al 
transcribir  (como  si  fuera  una  rara  licencia)  el  verso  de  Ig'esias: 

Alma  rea.1  en  cuerpo  hermoso. 

Y  si  no,  hojéense  las  obras  de  Tirso,  Calderón,  Rojas,  Moreto,  Valbue- 
na, Ledesma,  los  Villaviciosas,  Quevedo,  Cañizares,  Arríaza  y  otros  mu- 
chos (1) . 

Artículo  3.*' — Inflexiones  veebales  agudas,  con  el  sufijo  os. 

271.  Hemos  dicho  (núm.  196)  que  los  imperativos  plurales  pierden  la  d 
final  cuando  se  les  agrega  el  sufijo  pronominal  os:  así  se  dice  deteneos  y  no 
detenedos.  Solo  el  imperativo  del  verbo  ir  la  conserva;  aunque  dos  veces  le 
hallo  ios:  Vegas,  533' — Anón.,  X,  526, 

Y  vosotros  los  tras  ella; 
Pues  tan  mal  os  va  conmigo. 

A  los  imperativos  plurales  hay  que  agregar  las  primeras  y  terceras  per- 
sonas de  singular  de  algunos  presentes,  de  muchos  pretéritos  perfectos,  y 
de  todos  los  futuros;  v.  gr.:  haos,  heos,  busquéos,  dióos,  daréos,  seráos.  Y 
aunque  el  lector  se  sorprenda,  voy  á  probar,  contra  la  regla  general,  que  la 
vocal  tónica  final  de  un  verbo  forma  diptongo  con  la  o  del  sufijo  os  que  se 
le  añada. 

Dividiré  este  artículo  en  dos  párrafos;  en  el  primero  trataremos  de  los 
imperativos;  y  en  el  segundo,  de  las  otras  inflexiones. 

§  1.°—  Imperativos  con  os. 

272,  Mucho  siento  no  tener  completos  los  datos:  pero  sepa  el  lector  que 
no  faltan  más  que  los  de  algunos  poetas  incluidos  en  el  tomo  XLII.  Voy  ya 
cansándome  de  leer;  y  más,  que  mi  vista,  debilitada  por  una  ulceración  gra- 
vísima que  durante  seis  meses  padeció  el  año  pasado ,  después  que  comencé 
á  escribir,  no  está  para  obligarla  á  trabajos  forzados  poco  necesarios.  Ahora 
véase  el  catálogo,  tal  como  consta  en  mis  apuntes. 


(1)    En  algunos  tomos  de  la  Biblioteca  se  ve  la  palabra  real  con  crema  (reaJ):  Sin  duda  Rosell  y  otros 
colectores  creyeron  que  ahí  era  natural  el  diptongo.  Véase  el  tomo  V  de  Lope. 


El  Cora,  de  Avila 

Montesino 

Naharro 

Castillejo 

Marquiua 

Timoneila 

Baptista 

Anón.  LVIII 

Mendoza 

Pedraza 

Rueda 

Traspinedo 

Salceda 

Hurtado  (L.) 

Bermúdez 

CJontreraa 

Ortiz 

Pansac 

Ríaño 

iSepúlveda 

Ere  i  Ha 

Herrera  (F.) 

Anón.  X 

Rufo 

Gu'znian  (Fr.  D.) 

Virués 

Cueva 

Laso 

TIbeda  (el  Lie.) 

Castellanos 

Aldana  (C.) 

Vegas 

Arjona  (J.) 

Sánchez  (M.) 

Cervantes 

Morillo 

Heredia 

Olla 

Góngora 

Lope 

L.  de  TJbeda 

Hidalgo  (L.) 

Tárrega 

Espinosa 

Hojcda 

Boíl 

Ribera  (L.) 


Dipt. 

Díé. 

2 

» 

1 

» 

3 

» 

» 

3 

Dipt.   Díé. 


SutȒi  antevio}-     492     106 


Dipt.    Díé. 


Suma  anterior  L462     283 


23 
6 
2 

16 
4 
1 
1 
» 
7 

16 


6 
7 
» 
23 
8 
2 
2 
5 
1 
1 
6 
1 
5 
1 
» 
1 
2 
1 
2 
11 
310 
1 
2 
6 
1 
2 
1 
2 


1 
1 
1 
» 
1 
2 
» 
1 
16 


1 

64 


Aguilar 

Valbuena 

Ledesoia 

Villavicio8a(J.) 

Arguijo 

G raja les 

Mejía 

Turia 

Valdivieleo 

Claramonte 

Tirso 

Bonilla 
I  Céspedes (G) 
!  Castro  (G.) 
,  Salusti-io 
I  Jáuregui 

Avila 

A  lar  con 

IMescua 

Enciso 

Vélez  (L.) 

Herrera  (J.) 

Quevedo 

Barbad  illo 

Belmonte 

Godínez 

Villegas  (J.) 

Villegas  (E.) 

Montalban 

Solórzano 

Colodrero 

Caro  (D."  Ana) 

IjOS  Figueroas 

Villaviciosa  (8.) 

Hurtado  (A.) 

Anón.  XVI 

Calderón 

Anón.  XIV 

Zabaleta 

Coello 

Matos 

Enrique'/ 

Zarate 

Monleser 

Rojas 


Suma  y  nigue       402     106 


6 
1 
1 
1 
7 
6 
1 
9 

18 

233 

2 

2 

29 

86 
3 
4 

49 
8 

11 

18 
5 

10 
1 
1 
4 
3 
1 

12 


3 
20 

1 

10 

16 

264 

» 

1 

3 
27 

11 
22 

2 
96 


16 


2 
I 

1 
2 

» 
2 
1 
6 
105 
2 
)¡> 
» 
1 
7 
11 
1 
6 


Suma  y  sigue    1.462     283 


Villaizan 

5 

> 

Solía  (A.) 

6 

1 

Cubillo 

34 

» 

Meneses 

1 

Leiva 

14 

> 

Vélez  ,J.) 

1 

Moreto 

104 

26 

Anón.  XLIX 

> 

Diamante 

3 

Monrov 

2 

Calleja 

» 

Fomperosa 

1 

Hoz 

10 

> 

F.  de  León 

3 

Candamo 

10 

2 

Fuentes  CP.) 

1 

López  (J.  J.) 

1 

Interian 

1 

Feijoó 

1 

Zamora 

3 

Cañizares 

18 

3 

Isla 

3 

Trigueros 

> 

Moratin  (N.) 

4 

Cadalso 

1 

Huerta  (V.)      - 

» 

Iglesias 

> 

Vaca 

4 

Samaniego 

1 

IrTarte  (T.) 

3 

Meléndez 

1 

Jovellanos 

10 

Carvnjal 

1 

Noroña 

1 

Cienfuegos 

2 

Arjona  (M.) 

1 

Arriaza 

» 

Hoinoso 

f 

Quintana 

11 

2 

Solís  (D.) 

2 

Blanco 

*       1 

> 

Lista 

> 

.Monso 

1 

Gallardo 

1 

Total.. 

.    1.731 

371 

Do  osto  catáloíío  liistórico  so  dodiico:  ],",  r|uo  ol  diptoníxo  tiene  á  su  favor 
más  del  H2  por  100  do  los  casos,  y  osto  creo  que  os  muy  suliciento  pnra  fun- 
dar la  excepción;  2.",  quo  el  período  postclásico  os  ol  más  inconsecuente  en 
esto;  ])or  consiíruionto,  dohomos  atonomos  al  «so  del  período  clásico,  en  el 
cual  reina  íjran  unilbrniidad  rcsj)ecto  do  este  punto;  pues  sólo  tres  ó  cuatro 
poetas  dosajfinan  algo;  estos  son  Calderón,  Enríquez,  Zarate  y  algún  otro. 


-  245  - 


Las  diéresis  en  el  siglo  XVIII,  paréceme  que  se  deben  á  la  reacción  con- 
tra las  sinéresis,  de  que  ya  he  hablado  muchas  veces.  Como  al  fin  del  si- 
glo XYII  se  cometían  tantas  sinéresis  de  átona  y  tónica  fuertes,  vino  la 
reacción  á  principios  del  siglo  XVIII,  y  precipitó  á  los  poetas  en  el  extre- 
mo contrario,  por  dos  razones:  I.*",  porque  es  ley  histórica  que  la  reacción 
lleva  siempre  al  otro  extremo,  sin  detenerse  en  el  justo  medio;  2.'',  porque 
los  poetas  eran  no  poco  ignorantes  y  pedantes,  y  les  sucedió  lo  que  dice  Ho- 
racio: Diim  vítant  stulti  vitia,  in  contraria  currtmt. 

Es  muy  de  notar  que  varios  poetas  antiguos,  que  están  plagados  de  dié- 
resis, emplean  siempre  el  diptongo  en  este  caso;  por  ejemplo,  Montesmo, 
Hurtado  (Luis),  Rufo,  Vegas  y  Góugora.  Mucha  más  razón  parece  que  hay 
para  no  contraer  los  imperativos:  primero,  por  el  acento,  y  segundo,  por  ser 
palabras  compuestas;  sin  embargo,  esos  y  otros  poetas  que  pecan  de  diére- 
sis de  átonas,  guardan  siempre  el  diptongo  en  los  imperativos. 

Si  el  lector  me  pregunta  la  razón  eufónica  de  esta  excepción,  digo  que 
no  la  sé.  Cierto  que  ahí  parece  haber  una  especie  de  sinalefa;  pero  que  ésa 
es  la  razón  eufónica  del  tal  diptongo,  no  me  atrevo  á  afirmarlo.  Resta  que 
copiemos  algunos  ejemplos: 


Lope,  1.0,  482" 
Teneos  apartaos,  villanos. 

Id.,  2.0,  511" 
Llegaos  más,  llegaos  á  mí. 

Id.,  ib.,  153' 
Juan,  asentaos  —  Señor,  ¿qne  yo  me  asien- 

[te? 
— Sentóos,  pues  quiero  yo:  sentaos,  parien- 

[te. 

Cubillo,  91 

Levantaos,  estaos  en  pié. 

Hurtado  (L.),  17' 
Dejaos  ya  de  aquesos  chistes; 
Tenéoslo,  pues  lo  quisistes, 
Y  la  embajada  decí. 


Id.,  386 
Prevemos  de  recato  (heptasil). 

Virués,  565' 
Alzaos  oh  santo  monje,  alzaos  del  suelo. 

Castro  (Guillen),  255' 
Cubrios,  don  Martin;  mió  Cid, 
Levantaos:  embajador, 
Sentaos. — Asi  estoy  mejor. 

Salustrio,  479' 
Quedrtos  aqiü.  -  No  podré... 
Yeníos  conmigo,  señora. 

Enciso,  218 
Partios  luego,  y  esto  baste... 
Dijo:  «Cosme,  partios  luego»... 
Yenc¿os  vos,  que  yo  no  puedo... 
Partios  al  punto,  ó  matadme. 


Alarcon,  241' 
Yolvéos,  conde,  volveos  luego. 

Notas— \?-  Los  imperativos  de  la  primera  conjugación  son  mucho  más 
numerosos  que  los  de  la  segunda,  y  éstos  algo  más  que  los  de  la  tercera. 

2."  En  el  catálogo  no  van  incluidos  los  imperativos  finales  de  verso, 
porque  en  tal  sitio  no  prueban  nada. 

3.*    Estos  imperativos  finales  de  verso  son  consonantes  ó  asonantes  se- 


-  246  - 

gun  el  caso;  así  en  Moratin  (Nicolás),  105,  volveos  es  consonante  de  deseos; 
y  en  Moreto,  180,  deteneos  es  asonante  con  luego.  Nada  importa  que  el  dip- 
tongo del  imperativo  rime  con  la  azeuxis  do  otra  palabra;  pues  todo  eso  se 
explica  perfectísimamente  en  mi  teoría  de  la  consonancia  y  asonancia  (nú- 
meros 88-92). 

4.*  Tal  era  la  persuasión  que  nuestros  poetas  tenían  del  diptongo  en  los 
imperativos,  que  con  frecuencia  se  les  ve  incurrir  en  otras  licencias,  para 
evitar  la  diéresis;  así,  entre  otras,  puede  ver  el  lector: 

partid-os:  Vélez  (Luis),  101"; 

acostad-os:  Ledesma,  117;  recogedos,  id.,  1.%'; 

llevádosla:  Zabaleta,  523'; 

apartad-os:  Ledesma,  156;  enamorad-os,  id.,  162'; 

quitadvos:  Anón,  X,  469':  idvos,  id.,  527;  tratadvos,  id.,  5.34';  seuíadvos, 
id.,  535';  tt'radvos,  id.,  550'. 


§  2.'^— Presentes,  pretéritos  y  futuros  con  os. 

273.  Los  datos  acerca  de  este  punto  no  son  tan  completos  como  los  del 
párrafo  anterior.  Después  que  caí  en  la  cuenta  del  diptongo  en  los  impera- 
tivos, advertí  (según  iba  prosiguiendo  la  lectura)  el  mismo  fenómeno  en  los 
futuros;  más  adelante  noté  lo  mismo  en  los  presentes,  y  últimamente  en  los 
pretéritos.  La  fírme  creencia  que  yo  tenía  en  la  generalidad  de  la  regla,  me 
impidió  advertir  desde  el  principio  que  algunas  contracciones  eran  dipton- 
gos, y  no  sinéresis,  como  yo  imaginaba.  Pero  en  fin,  los  datos  que  voy  á  pre- 
sentar me  parece  que  bastan  y  sobran  para  probar  el  diptongo  de  que  tra- 
tamos. 

La  razón  eufónica,  aunque  oculta  para  mí,  debe  de  ser  la  misma  que  hay 
para  diptongar  los  imperativos. 

274.  A.— Presentes. 

Todos  ellos  han  dé  ser  necesariamente  monosílabos,  porque  los  disíla- 
bos no  tienen  el  acento  en  la  final:  el  verbo  estar  os  monosílabo,  como  está 
dicho  (núm.  184),  en  cuanto  que  la  e  inicial  no  so  computa  para  nada  en  la 
acentuación  do  dicho  verbo. 


Ejemplos  do  diptongo: 

Góngora,  51'.)" 
Sed  principo  ó  sed  plebeyo, 
Seos  decir  al  menos  yo, 
Quo  fuera  guante  do  ámbar 
Lázaro,  puesto  con  vos. 

Anón.,  X,  411 
Dice;  «¿Cómo  os  va,  buon  rey? 
¿Vaos  bien  con  lacompañia? 

líorrora  (J.),  259 
DroM  la  mano  osta  criada, 


Porque  ella  os  tendrá  más  bien. 

Lope,  2.",  450 
¿HaoB  regalado? — Y  mo  ba  dado 
DociontoB  escudos. 

Tirso,  35" 
¿Heos  querido  yo  jamás? 

Alarcon,  107 
¿Haos  venido  á  la  memoria 
Esta  uoclio  doña  Clara? 


247  — 


Otros  ejemplos:  Lope,  4.'',  193 
353  bis,  360',  5-24"— Alarcon,  440 
ron,  2.**,  481'.  Diéresis  no  hallo. 

275.    B. -Pretéritos. 

Valdivielso,  LVUI,  258 
Hechizóme  una  mujer. 
— Dióos  con  la  mano  del  gato. 

Calderón,  1.°,  609 
Hablé  al  Rey,  busqueós  á  vos. 
Y  como  hallaros  no  pude, 
Fletó  un  barco. 

Tirso,  65" 
Celos  de  algún  labrador 
Tenéis:  ¿quebróos  la  palabra? 


',  354"-Monroy,  98-Tirso,  113",  67',  154", 
■—Tirso,  486",  619'-Id.,  IX,  404'— Calde- 


Vegas,  535' 
Cogiéndoos  en  fuerte  punto, 
Dejóos  tan  como  difunto,  etc. 

Ledesma,  218 
Y  ¡cómo  si  os  ha  costado! 
Costóos  la  gracia  de  Dios. 

Medrano,  346' 
Y  olvídeos,  fuente  llena  y  siempre  pura. 

Quevedo,  167 
Costóos  la  mujer  que  os  dieron 
Una  costilla. 


Otros:  Tirso,  &35,  634",  537',  4.38',  273',  269",  265,  253",  105".— Rojas  (ó 
quien  sea),  451' — Anón,  XYI,  635.  No  hallo  diéresis;  pero  sí  saquévos  en 
Tez  de  saqueos  con  diéresis.  Anón,  XVI,  202. 

276.     C— Futuros. 

Los  futuros  son  algo  más  numerosos,  por  lo  cual  pondremos  el  catálogo. 


Dipt.  Dié. 


Hurtado  (L.) 

Sepúlveda 

Anón.,  X 

Rufo 

Morillo 

Lope 

Alcalá 


1 

» 
3 
1 
1 

11 
1 


Suma  anterior.  18 


1  I  Valdivielso 

1    Alejía 

1    Claramonte 

>    Tirso 

.  ¡Castro  (G.) 

1  JAlarcon 

»  iMescua 


Suma  y  sigue.  18 


Suma  y  sigue.  53 


Dipt. 

Dié. 

.  18 

4 

2 

2 

» 

1 

> 

26 

> 

2 

>  1 

1 

1 

1 

> 

.  53 

5 

Dipt.  Dié. 


Suma  y  sigue.  53 


Quevedo 

3 

» 

Anón.,  XYI 

2. 

1 

Calderón 

9 

, 

Rojas 

7 

> 

Leiva 

1 

> 

Morete 

2 

» 

Diamante 

1 

» 

Total 

...76 

6 

Cosa  rara;  en  los  poetas  posteriores  no  se  halla  ejemplo  ninguno. 


Calderón,  L^TÜI,  .340 
Daróos  horror,  daráos  miedo. 

Rojas,  4" 
Daráos  premios — Y  castigos. 
—  Daráos  gobierno— Y  cuidados, 
— Daráos  bienes — Envidiados, 
Daráos  favor — Y  enemigos. 


Tirso,  65' 

Si  verdades  de  ella  oís, 
Oleráos  mi  boca  mal . 

Valdivielso,  LVHI,  227 
Venid  vos,  daréos  por  cuenta 
La  algarroba  v  la  bellota. 


-  2A8 


Tirso,  IX,  418" 
Cansaráos  el  juego  presto. 
Llegárnosla  30  á  tomar... 
Forzarnos,  dalda  por  bien. 

Mejia,  396" 
Quitaos  de  delante,  viejo. 


— ¿Quiéreste  echar  á  perder? 
— Pagaréos  con  el  pellejo. 

Alcalá,  557 
Moveráos,  Marina  á  risa, 
Sirviendo  de  juguetillo, 
Pues  la  llevan  do  un  colmillo 
Cuando  sale  novia  á  misa. 


En  mis  apuntes  no  liay  más  datos  relativos  al  punto  que  discutimos;  creo 
que  estos  bastan  y  sobran  para  fundar  sólidamente  la  excepción  que  arriba 
pusimos:  La  vocal  tónica  final  de  un  verbo  forma  siempre  diptoniio  con  la  o 
del  sufijo  os  que  so  le  añada. 


CAPITULO   IV 
(Combinaciones  tónicas  de  dos  débiles. 


w,  tu:  II,  tu,  la,  uu. 

277.  Las  tres  reglas  dadas  hasta  ahora  prescinden  de  los  cambios  quo 
pueden  sufrir  las  vocales  ó  el  acento  en  las  inflexiones,  derivaciones  y  com- 
posición de  las  palabras.  Pero  en  las  que  hemos  de  dar  en  este  capítulo  y  el 
siguiente,  es  necesario  tener  presentes  otros  tres  principios  generales,  que 
compenetrándose  con  las  reglas,  completan  y  perfeccionan  todo  el  sistema 
de  nuestra  Ortología  silábica. 

Estos  principios  son  los  siguientes: 

Primero. — Todaazouxis  radical  permanece  en  las  derivaciones,  aunque 
la  segunda  vocal  se  cambie  en  otra,  ó  reciba  el  acento  do  la  primera.  En  los 
verbos  consideramos  cómo  forma  radical  la  primera  ])ersona  del  ]>resente 
de  indicativo.  Así  hay  azouxis  en  iliense,  cruel,  influencia,  ponjue  taml)ien 
la  hay  en  IlTon,  crüor,  influir;  en  viaje,  diario  1/  elTota,  ponpio  se  derivan  do 
via,  día  y  Elias;  en  rociamos,  rociéis,  roció,  porque  la  })riincra  persona  d,el  pre- 
sento de  esto  verbo  es  rocío,  que  tiene  azouxis  tónica  es  la  débil. 

¡¿EGUNDO. — Toda  azeuxis  en  vocablo  simple  ])ermanoce  en  sus  compues- 
tos. Así  hay  azeuxis  en  desllar  y  semidlámefro,  compuestos  de  llar  y  diámetro, 
quo  también  la  tienen. 

Estos  dos  principios  además  do  ser  eufónicos  y  de  razón  natural,  los  ho- 
rnos de  ver  observados  por  nuestros  poetas. 

Terí'kko.— Toda  ley  deducida  do  la  práctica  constante  do  los  poetas, 
debe  aplicarse  también  á  las  i),il:ilii-!is  (juo  caen  bajo  la  misnuí  rn/,011  orloló- 
gica,  y  que  ellos  no  usaron. 

Esto  principio  es  también  do  raz  )ii  natural;  pues  lo  quo  los  ])of'tas  lucio- 
ron  en  las  palabras  (|no  usaron,  debe  servir  de  regla  para  las  (¡uo  nunca 
usaron  (ó  algiina  voz  lo  hicirrun  apartándose  de  la  regla),  cuando  porteño- 


-  249  - 

cen  á  la  misma  categoría  (1).  Las  aplicaciones  de  este  principio  se  harán 
oportunamente,  cuando  llegue  el  caso. 

Sentados  estos  principios  generales,  trataremos  ahora  en  particular  la 
materia  del  presente  capítulo. 

278.     Regla  (cuarta  de  nuestra  Ortología): 

Toda  combinación  tónica  de  dos  vocales  débiles  es  azeuxis:  v,  gr.,  endrüida,pTi- 
simo,  oriundo,  fluir. 

Excepciones.  Hay  diptongo: 

1.°    En  Ruy  y  muy. 

2.°    En  triunfo,  viuda  y  mmisiur. 

3.°  ui  es  diptongo  por  uso  común  en  los  derivados  de  nombres,  en  gua, 
como  agüita,  de  agua\  en  buitre,  cuido,  cuita,  Luís,  Monjuí,  muito  (gallego  y 
portugués);  y  en  fui,  pretérito  de  ser  é  ir. 

Por  uso  cambiado,  es  permitida  la  sinéresis  en  Ruiz,  juicio,  ruido,  ruin  y 
ruina,  con  sus  derivados.  Primitivamente  los  poetas  guardaban  en  ellos  la 
azeuxis,  como  debía  ser. 

Est^  es  la  regla  con  sus  excepciones:  ahora  vamos  á  discutirla  detenida- 
mente. 


Artículo  1.° — Combinaciones  üi,  lü 

279.     Comencemos  copiando  algunos  ejemplos  de  los  sístoles  viuda  y 
desmido. 


Góngora,  551 
Fuese  por  la  villa 
A  dar  parabienes 
Y  á  consolar  viudas. 

Tirso,  136 

Y  te  abra 
Los  ojos  Santa  Lucía; 
Mas  don  Luis  sale  aquí 
Con  una  enlutada  ó  viuda. 


Y  decidme,  ¿en  qué  puesto  andan 
Desvelos  y  amores  viudos? 

Cervantes,  332 
Yo  no  sé  adonde  me  guía, 

Y  así  navego  confuso. 
El  alma  á  mirarla  atento, 
Cuidadosa  y  con  descuido. 

Lope,  2.°,  226 
Quiero  trasponer  la  olla 

Y  decir  que  la  traspuso 
El  salvaje  que  se  fué. 
— No  ha  sido  por  mi  descuido. 
Por  lo  menos,  el  no  hallarla. 


Id.,  240 
Eso  averigüelo  el  tiempo, 
Que  es  gran  desentierra-vivos . 

En  estos  ejemplos, /)^r  se  no  se  ve  el  esdrújulo,  como  debe  serlo  si  la 
combinación  es  azeuxis  y  no  diptongo.  Mas  fundándonos  en  el  principio  de- 
mostrado en  el  núm.  141,  afirmamos  que  estos  vocablos  son  esdrújulos  y  la 
combinación  os  azeuxis. 

En  primer  lugar,  va  la  autoridad  del  Sr.  Hartzenbusch,  el  cual,  al  últi- 


(1)    «Ees  tota  (de  diphthongis)  ab  auctoritate,  et  auris  judicio  depeodet.»  (Caramuel,  Rhyihmica,  pá- 
gina 33j. 


-  250  - 

mo  ejemplo  arriba  copiado  de  Tirso,  pone  la  siguiente  nota:  «Para  que  sea 
asonante  de  este  romance,  hay  que  hacer  un  esdrújulo,  leyendo  viudos.* 
Muy  bien,  y  voy  á  confirmar  este  esdrújulo  con  otros  casos  semejantes  y 
ciertos  de  nuestros  poetas. 
^      280.     Caniúy 

Y  el  que  nombró  Luisa  la  cacica, 

Camúy,  Culibrinas  y  el  Aguada, 

De  fértiles  labranzas  cultivada.        (Castellanos,  51) 


281.    dniida. 


El  cruio  altar  dol  druida  espantoso.       (Lista,  317) 


Esta  es  verdadera  prosodia,  y  no  druida,  como  dijo  Ubeda,  365:  si  la  í 
fuese  tónica,  esta  azeuxis  sería  también  correcta;  y  es  inadmisible,  tanto  en 
la  ortoloííía  silábica,  como  en  la  j^rosódica,  el  diptongo  druida. 

282.  fluido. 

Como  con  llamas  fluidas  el  lago.       (.Tovellanos,  28) 

El  participio  íS.q>  fluir  o?,  Jlüido;  el  Q.á.]QÚY o,  fluido,  esdrújulo:  como  el 
adjetivo  válido  os  esdrújulo,  y  el  participio  valido  grave.  El  sustantivo  flui- 
do es  .de  prosodia  dudosa:  en  el  Diccionario  de  la  Academia  no  lleva  acento: 
le  tiene  en  este  verso  de  Jovellanos,  43: 

Un  fluido  sutil,  8U  voz,  su  fuerza: 

pero  aquí  bien  puede  Berfüido,  como  es  en  este  otro  do  Arríaza,  67: 
Dispútause  el  eléctrico  fluido. 

Así,  pues,  no  habiendo  razón  que  nos  obligue  á  dar  al  sustantivo  el  acen- 
to en  la  u,  y  habiendo  otras  en  contra,  me  inclino  li  fijar  ol  aconto  en  la  /'en 
fluido  sustantivo  y  participio,  y  on  la  u  en  el  adjetivo y?« /'<-/(?,  En  todo  caso 
hay  azeuxis,  sogun  la  regla. 

283.  gratuito. 

La  cantidad  latina  do  fortuifw^  -^  gratuituíf  es  muy  problemática,  aunque 
los  mejores  latinistas  los  tienen  por  esdrújulos.  En  castellano  no  lo  es  mo- 
nos. Dofortuito  no  hay  ejomi)lo  on  la  Biblioteca,  y  en  ol  Diccionario  sé  la 
supone  tiHiica  on  la  i.  Do  (jratuHo  hay  dos  ejemplos:  uno  con  esdrújulo,  y 
otro  con  sinéresis: 

El  tenir)r  os  primero,  quo  ol  sor  timido 

Do  Dios,  es  don  ijrniúito.  (Cairasco,  407). 

En  la  gran  copia  do  (/rntuHos  donos.  (Iglesias,  47;i). 

No  sabemos  cuál  do  las  dos  vocales  liaría  tónica  Iglesias,  pero  supongo 
sería  la  i,  y  bajo  este  supuesto,  trataremos  de  esta  palabra  más  adelante  (nú- 
mero 318).  Opino,  j)uos,  que  jortaito  y  (jratiiito  son  tónicas  en  la  /.  Como 
quiera  quo  soa,  ol  ejomj)lo  do  Iglesias  os  totalmente  licencioso,  pues  debie- 
ra observar  allí  la  azeuxis.  Poro  si  alguno  dice  gratuito,  como  Cairasco,  la 


-  251  — 

palabra  es  correctamente  esdrújula;  y  esto  es  lo  que  ahora  viene  á  nuestro 
propósito. 

284.  Monsoriu  (1). 

Galceran  Monsoriu  la  gobierna.  (Lope,  5.°,  468). 

Nota.—'EiQ.  el  impreso  tiene  crema  la  i  (!!). 

285.  my. 

Algunos  reprenden  el  acento  y  la  azeuxis  que  la  Academia  pone  en  Túy, 
del  latino  Tude;  y  sin  razón  ninguna,  arbitrariamente  dicen  Tui.  La  proso- 
dia de  esta  palabra,  aparte  de  las  razones  etimológicas,  cuenta  con  la  auto- 
ridad de  Valbuena,  311: 


Túy,  que  los  amigos  de  Diomedes 
Fundaron  en  su  orilla  al  mismo  rio. 


286.    yúy  =  húy. 


¡Yúy,  yúy!  Abelino, 
Bueno  estás: 


Algún  tiempo  llorarás 

La  pérdida  del  de  ahora.  (Anón,  LVIII,  12). 

287.    Excepción  de  Ruy  y  muy. 

El  nombre  Ruy  ofrece  no  poca  dificultad,  pues  en  nuestros  poetas  se  le 
halla  siempre  contraído  en  diptongo.  G-eneralmente  se  le  halla  impreso  Ruy 
(véase  Vólez  (Juan),  599— Castellanos,  548— Anón.,  X,  440— Moreto,  465). 
Hartzenbusch,  unas  veces  imprime  Rui  con  acento  (Lope,  3.°,  387  y  siguien- 
tes); otras,  Rui  sin  acento  (tomo  V);  otras  Ruy  con  y.  Muchas  veces  es  ó 
puede  ser  átono.  Ejemplos: 

Anón,  X,  443 


Castellanos,  449 
Benalcázar  andaba  previniendo 
A  Buy  Diaz  de  Rojas  su  teniente. 

Salustrio;  440 
Ya  Ruy  López  se  partió. 


Doña  Lambra  y  Ruy  Velázquez, 
Y  Gonzalo  su  cuñado. 

Lope,  4.»,  103 
Ruy  de  Silva  y  el  Prior. 


En  el  último  ejemplo  parece  que  debe  ser  tónico.  Ahora  bien,  ¿qué  po- 
dremos sacar  en  limpio  de  tanta  algarabía?  Voy  á  dar  mi  opinión: 

Con  Ruy  sucede  lo  que  con  muy:  ambos  son  j;er  se  tónicos  en  la  u,  y  na- 
turalmente debían  formar  azeuxis,  según  la  regla.  Pero  como  ambas  diccio- 
nes exigen  alguna  rapidez  en  la  pronunciación,  por  ir  casi  siempre  (y  muy 
siempre)  unidas  á  otro  vocablo  siguiente,  resultaron  dos  cosas:  1.*,  que  el 


(1)    En  Calderón,  4.",  77,  hoy  el  ejemplo  siguiente: 

Veniu  las  miñenas 
A  bailar  al  Clos. 
¡Tararera! 


Que  en  las  Carnestolendas 
Se  disfraz  Amor. 
¡Tararera! 


Parece  que  el  primer  verso  debe  ser  heptasilabo,  como  el  cuarto,  en  cuyo  caso  el  iu  es  disílabo  y 
comprueba  la  regla.  Mas  como  en  la  columna  siguiente  hace  sinéresis  el  tu  (Yeniu  vosaUres  conmi;  octo- 
sílabo), no  quiero  confirmar  nui  regla  con  este  ejemplo  dudoso. 


-  252  - 

acento  se  oscureciera  de  suerte  que  apenas  pueda  discernirse  si  tales  voca- 
blos son  átonos,  ó  tónicos  en  la  u  ó  en  la  /;  2.**,  que  la  combinación  se  contra- 
jera en  diptongo.  Los  gallegos  pronuncian  muy ,  acentuando  la  u;  los  caste- 
llanos acentuamos  generalmente  la  /,  porque  nos  es  difícil  articular  rápi- 
damente el  diptongo  úi,  tónico  en  la  u\  mas  en  este  caso  debiéramos  escribir 
Rui,  muí.  Yo,  por  no  alterar  el  uso  común,  sentaré  la  siguiente  conclusión: 
Aunque  estas  palabras  debieran  acentuarse  en  la  u ,  la  dificultad  de  la  pro- 
nunciación autoriza  para  acentuar  la  /;  la  cual,  por  respeto  á  lo  que  debiera 
ser,  continuará  escribiéndose  griega  y  no  latina.  Bajo  este  aspecto,  Buy  y 
muy  no  son  excepciones  de  esta  regla,  sino  de  la  que  expondremos  adelante. 

Notas. — 1.*  De  los  arcaísmos  huiyo  (Villaizan,  n92\  huygo  (Lope,  4.°,  86)  y 
fuiga  (Id.,  3."  467)  y  otros  que  nuestros  poetas  usan  con  sinéresis,  piense  el 
lector  como  le  plazca:  esos  arcaísmos  no  deben  tener  autoridad  contra  nin- 
guna regla. 

2.*  Las  combinaciones  ií,  úu  no  sé  que  ocurran  alguna  vez  en  castella- 
no; si  por  casualidad  llegaran  á  usarse,  deberíase  guardar  en  «^Uas  la  azeu- 
xis,  según  la  regla. 

Artículo  2.**  — Combinaciones  ií,  iú,  uú. 

288.  Raras  son  las  palabras  con  las  dos  íes:  acaso  no  haya  más  que  pií- 
simo, friísimo,  tíita,  Folíido.  Ninguno  de  ellos  se  halla  en  la  Biblioteca  de  Ri- 
vadencyra:  del  último  hay  dos  ejemplos  en  Hormosilla  (1.°,  139,  y-2.°,  39), 
ambos  con  azeuxis,  como  debe  ser;  pues  esto  último  debe  seguir  la  regla  de 
los  tres  primeros,  y  en  éstos  es  aplicable  el  principio  general  do  las  azeuxis 
radicales  (núm  277;  irriynero),  pues  se  derivan  de  pío,  frío  y  tía. 

Dos  lies  no  so  hallan  sino  en  la  voz  (/üúmviro. 

289.  La  combinación  iú  es  también  rara:  se  halla  en  diurno,  f  lucia,  Fíun- 
ga,  htulco,  Ltuva,  Mtura,  FTura,  OjTuco,  orhuido,  SantTusfe,  triunviro;  monsiur, 
triunfo  y  viudo. 

Diurno  y  htulco  tienen  azeuxis  en  su  radical  (día  y  hiarc  latino). 

Dejiucia  por  fiducia,  del  latino  fidcs,  liay  tres  azeuxis:  Anón.,  X,  164 — Al- 
cázar, 411— Góngora,  511. 

Liiuva  so  halla  en  Vallmcna,  157'  bis,  con  diptongo;  pero  su  antorídad 
vale  poco. 

Fíura  so  halla  en  Castellanos,  4-16'  y  44H. 

A  l'Iiira  con  gente  de  A  caliallo 

Fué  i)ara  socorrer  la  coni|>añía.      (440') 

Con  sinéresis  en  Ercilla,  53,  103'. 

Ofíuco,  con  sinéresis  en  el  citado  Valbuena,  317. 

Oriundo.  — \}nix  azeuxis  en  Lobo,  37': 

El  Hubcinericio  pan 
Que  Elias  coiiiii»  en  la  higuera, 
rarcciera  junto  al  mío 
Oriundo  de  Vallecaa. 


253  — 


Otra  azeuxis  hay  en  Hermosilla,  2.*^,  382. 

Triunviro,  grave,  se  halla  en  Góngora,  479:  debe  ser  esdrújulo  y  con 
azeuxis,  como  en  latin. 

En  medio  de  este  desorden  y  confusión,  y  siendo  tan  poca  la  autoridad 
de  Valbuena,  creo  que  para  todas  estas  palabras  y  las  demás  que  no  se  ha- 
llan en  los  poetas,  debemos  tener  i)or  regular  la  azeuxis,  que  es  lo  que  ins- 
tintivamente pide  el  oído  castellano. 

290.    Excepciones:  monsiur,  triunfo  y  viuda. 

El  primero,  como  palabra  francesa,  que  no  hace  regla,  la  usan  siempre 
nuestros  poetas  con  diptongo. 

Triunfo  y  viuda  han  tenido  diverso  uso,  y  es  lástima  que  haya  prevaleci- 
do el  diptongo:  naturalmente  pedían  azeuxis  estos  vocablos,  y  con  azeuxis 
los  hallamos  no  pocas  veces. 

A. — Triunfo. 

Algunos  antiguos,  como  Herrera  (F.),  Montesino,  Hurtado  (Luis),  y  Ri- 
bera (Luis),  dividen  siempre  las  vocales  de  esta  palabra;  pero  el  diptongo  es 
tan  general  que  no  necesita  demostración.  Algunas  diéresis  se  ven  en  Cas- 
tellanos, Gróngora,  P.  Céspedes,  y  otros  autores. 

La  humildad" y  el  amor,  en  fin,  triunfan 

En  el  cielo,  cual  triunfa  en  la  tierra; 

Triunfe  amor  y  humildad  de  nosotros, 

Que  el  vencido  es  quien  vence  esta  guerra.     (Arj.  M.,  550). 

B. —  Viuda. 

Del  latino  vidua,  por  metátesis.  Véanse  las  vicisitudes  ortológicas  de 
esta  palabra  en  el  siguiente  catálogo,  aunque  no  es  muy  completo. 

Az.   Dip.        S.  anterior..      29      67    ;    S.  anterior..     139    250 


Montesino  . 
Naharro  . . . 
Castillejo. . 
Mendoza. . . 
Hurtado  (L) 
Fuentes  (A) 
Silvestre.. . 
Ortiz ...... 

Fr.  Luis. . . . 

Sepúlveda. 

Ercilla 

Anón.,  X.. . 
Alcázar.. . . 
Virués. .... 

Cueva 

Laso 

Castellanos 

Vegas 

Arjona  (J) . 
Cervantes.. 

Suma .... 


15 


10 

1 

12 

» 

1 
1 
1 
1 
3 
12 


6 

10 

2 


29      67 


Morillo . . . 
Heredia.. . 
Góngora. . 

Lope 

Hojeda . . . 
Aguilar. . . 
Valbuena . 
Ledesma. . 
Grajales . . 

!Mejía 

Turia 

Tirso 

Castro  (G) 
Salustrio. . 
Alarcon. . , 
Miradem.*" 
Vélez  (L) . . 
Quevedo. . 
Godínez.. , 
Villegas  (E) 

Suma. . . . 


67 
2 


1 
3 
1 
23 
1 
1 


139    250 


4 
1 

14 

22 
» 
2 
3 
2 
1 
1 
3 

99 
2 
3 

12 
6 


Montalban . 
Solórzano. . 

Trillo 

P.  Céspedes 
Hurtado  (A) 
Anón.  XVI 
Cald.  (3  t.) . 
Anón.  XIV. 

Coello 

Polo 

Matos 

Rojas 

Leiva 

Moreto .... 
Diamante . . 

Santos 

Salazar  (A). 

Hoz 

F.  de  León. 
Vera  Tasis . 

TOT.U.  . . . 


1 

18 
1 


14 
6 

» 

1 

i 

1 

8 
1 

11 
1 
1 
1 

24 
3 
1 


186    325 


-  254  - 

Este  catálogo  llega  hasta  el  año  1700.  No  respondo  de  su  entera  exacti- 
tud por  lo  que  se  refiere  á  los  dramáticos  de  segundo  orden:  hace  ya  varios 
años  que  los  leí,  y  no  recuerdo  si  apunté  todos-  los  casos.  Sin  embargo,  lo 
dicho  basta  para  formar  idea  de  la  vaguedad  del  uso  en  esta  palabra,  ya 
desde  principios  del  siglo  XVI. 

Desde  1700  acá  es  general  el  diptongo;  pero  se  encuentran  algunas  diére- 
sis, y  aun  Mcléndez  y  Lista  parece  quo  quisieron  restituir  la  azeuxis  al  es- 
tilo de  Castellanos,  Lope,  Quevedo  y  Moreto. 

Este  es  el  estado  do  la  cuestión,  en  vista  de  lo  cual,  establezco  como  ley 
el  diptongo,  que  es  lo  más  común  en  los  poetas. 

Ejemplo  de  azeuxis: 

A  bien  librar,  tú  quedarás  viu<lo, 

Y  no  sólo  viudo,  pero  mudo.        (Castellanos,  386') 

Ejemplo  de  diptongo: 

Es  viuda  de  aquestos  dias... 

Y  afirma  un  barbimoreno 

Que  una  viuda  ensabanada 

Es  cual  trucha  salmonada 

Que  está  empanada  en  centeno, 

— Polonia,  no  dudes  del  lo. 

¿No  son  las  viudas  mujeres?  (Tirso,  236") 

Conste,  pues,  que  en  triunfo  y  viuda  establecemos  el  diptongo  en  virtud 
del  uso  cambiado,  contra  la  naturaleza  y  exigencia  de  la  combinación  iü. 

Artículo  3,° — §     1."— Combinación  ui. 

Aunque  hemos  de  tratar  de  esta  palabra  separadamente,  conviene  poner 
aquí  ol  catálogo  de  los  verbos  en  üir,  con  sus  compuestos  y  derivados. 
291.     Catálogo  de  los  verbos  en  üir. 


argüir 

[  redargüir 
biiir 
circuir 

I  circuito,  y  mejor  circi'iito 

*  el  üir  (do  cludere  —  cerrar) 

/  concluir 
)  excluir 
j  incluir 
\  recluir 

*  congrüir  (de  congruere  =  convenir) 

congruencia 
cínigrñento 
cf)ngrfiismo 
derruir  ó  din'üir 


fluir 


flüente 
;  añüir 

(  aílfionoia 
a  11  fien  te 


con  Uñir 


confluencia 
conllfiente 


difluir 
inlifíii' 


I  influencia 

nioliflúencia 
refluir 


-  255  - 


*  füir  (  =  huir) 
defüir 
confuir 
huir 

I  rehuir 
gruir 
imbuir 
inmiscuir 
luir  (de  hcere  =  pagar  ó  disolver) 

(  diluir 

(  lüismo 
lüír  (por  ludir  =  rozar) 

*  minüir  (de  minuere  =  disminuir) 

(  disminuir 
f  minuendo 

*  nüir  (de  nuere  =  condescender) 

(  anuencia 
}  renuencia 
(  renuente 


estatuir  (de  sfatuere  —  establecer) 
[  constituir 
i  destituir 
\  instituir 
'  prestí  tüir 
I  prostituir 
I  restituir 
1  sustituir 

*  strüir  (de  struerc  —  edificar) 

í  construir 
)  destruir 
\  instruir 
\  obstruir 

*  tribuir  (de  tribuere  =  dar) 
atribuir 
contribuir 
distribuir 
retribuir 


Ahora  probaremos  la  regla  examinando  el  uso  en  cada  palabra;  enten- 
diéndose que  bajo  cada  verbo  radical  van  comprendidas  sus  derivaciones. 


292.    Albüino. 

García,  XVI,  646' 
Como  Postumo  Albñino 
Así  mueras  con  brebaje. 


293.    Alcüin. 

Valbuena,  313 
Y  allí  los  de  Alcüin,  más  singulares. 


294.    argüir. 

Uso  común  en  todos  los  poetas:  el  catálogo  (desde  Castillejo  hasta  So- 
moza)  comprende  31  poetas:  147  azeuxis,  contra  7  sinéresis  (Calderón,  cua- 
tro— Salazar  y  Torres,  253 — Zamora,  dos). 


Castillejo,  236' 
Si  comenzáis  á  argüir, 
No  huelguen  veros  salir. 

Rebolledo,  404 
Y  extraño  que  ninguno  haya  querido 

295.  Baldüino. 

Candamo,  331" 
Ausentóse  Baldüino. 

Id.,  331',  343. 

296.  benjuí. 

Tárrega,  86" 
¡Oh  lo  que  oléis  á  pastillas, 
Y  á  cuentas  de  benjuí! 


Redargüir  de  Job  las  sinrazones. 
Lope,  3.°,  615 
Pues  ¿qué  pretendes? — No  más 
Que  argüir;  que  el  argüir 
No  es  lo  mismo  que  sentir 
Las  verdades. 

Tirso,  235"— Moreto,  LVIII,  559. 
Sinér.  Calderón,  4.°,  200''— Anóni- 
mo, X,  549'. 

297.    Büicio. 

Jovellanos,  49 
¡Fértil  Büicio,  valle  deleitoso  1 


256  - 


298.  Büil. 

Castellanos,  33 
y  el  padre  Fray  Büil,  como  debía, 
Dijo  las  excelencias  del  baptismo. 

Id.,  22',  33  bis,  34'  bis,  35. 

299.  büir. 

En  16  poetas  (Yirués— Toledo),  32 
azeuxis:  1  sinéresis,  Leiva,  360. 

Montalban,  510' 
Tan  flaca,  tan  langaruta, 
Tan  buida  y  desbüida, 
Qae,  vista  con  atención, 
Parece,  en  lo  penitente 
Chorizo  convaleciente, 
O  lenguado  en  oración. 


300.    Büiro. 


Mescua,  20 

Ya  Alejandro  liberal, 

Ya  más  pobre  que  Büiro» 


301. 


Cabüin. 

Castellanos,   52' 
En  Quiminen,  Guainea  y  Iloromicos, 
Duyey  y  Cabüin,  ríos  bien  ricos. 

302.    A. — circuir. 

Aguilar,  156 
Pues  quedó  circuida  de  peligroa 
Como  la  fuerte  inexpugnable  torre. 

Anón.,  XVI,  434' 
Circuido  de  pasión, 
De  firmeza  coronado. 


Virués,  528',  529,  542',  c49',  565- 
Castro  (G.),  262"— Moratin  L.,  583' 
No  hay  sinéresis. 


Alarcon,    198" 

Un  mozuelo 
Buido  de  pies,  que  andando 
.  Va  cada  momento  dando 
De  puntillazos  al  suelo. 

B. — circuito. 

La  etimología  pide  el  acento  en  la  u  (circuito),  según  lo  dicho  en  la  Pro- 
sodia (núm.  157):  en  los  poetas  se  halla  siempre  tónico  en  la  /.  En  ambos  ca- 
sos debe  guardarse  la  azeuxis,  según  la  regla.  Las  tres  sinéresis  que  hallo: 
Calderón,  LVIII,  423' — Quevedo,  334— Rojas,  556,  son  licenciosas  por  ambos 
lados. 


Cervantes,  606' 
En  fin,  primero  fueroii  ocupados 
Los  troncos  de  aquel  ancho  circuito. 

Acevedo,  2fi0 
Corre  por  el  dorado  circuito 
De  \a.  esmaltaila  cinta  treinta  grados. 

303.    *  fluir. 

Hallo  los  compuestos  do  esto  ver- 
bo en  67  poetas  íForrándes-AiTiaza), 
390  azouxis,  5  sinéresis:  Valbue- 
na,  183'— Calderón,  LVIII,  516'— Sa- 
lazar  y  Torres,  262" — Zamora, 469" — 
Yaca,  334''  (los  de  siempre). 

Castellanos,  425 
l"ii(''  ])ara  su  vt-ngan/.a  concluido 
Hacer  viaje  para  Cartagena. 


Castellanos,  116 
En  circuito  del  pusieron  fuego... 
El  circuito  todo  rodeando. 

Id.,  otras  catorce— Huío.  83'— Val- 
buena,  272',  287',  289,  315. 
23  azeuxis,  3  sinéresis. 


Morillo,  180 

El  desengaño 
Los  excluidos  y  encerrados  vieron... 
Y  viéndose  los  griegos  excluidos,  etc. 

Morolo,  512" 

(¿uo  Iin'g")  con  é\  se  trate, 
O  ya  para  concluirse, 
O  ya  para  dnsvuirne. 


257  — 


304.  *  congrüir. 

Oña,    452' 
No  piensen  que  es  lo  dicho  congruencia. 

Sor  Juana,    296' 

Y  hallarás,  si  lo  ejecutas, 

Más  de  tres  mil  congruencias. 

Alarcon,   279" 
Y  el  pobre,  á  quien  congruente 
Sustento  señalaréis, 
Si  enriqueciere,  sabréis 
Que  ha  sido  ilícitamente. 

Cald.,  LVIII,  313-Coello,  410 - 
Solís  A.,  XLII,  440. 
No  hay  sinéresis. 

305.  .Crñillas. 

Turia,  188 
La  Crespin  y  CrñiUas  soberana 
(Doña  Esperanza  digo)  miro  agora. 

Otra:  Tárrega,  44'. 

306.  cüibas. 

Castellanos,  213 
Cüibas,  caquetios  y  coyones, 
Guiraharas  feroces  y  valientes. 

307.  cuicas. 

Castellanos,  183' 
Los  cñicuas,  guahiguas,  los  itotos, 
Todas  extendidísimas  naciones. 

Id.,  239',  245'  bis. 

308.  Cuicüí. 

Castellanos,   412 
A  Cuicüí  cualquiera  los  aplica 


Afirmándoles  ser  provincia  rica. 
Id.,  412\  414. 
309.    Cüisco. 

Castellanos,  806' 
Son  Itüango,  Pubio,  Ceracuna, 
Pebere,  Nitaná,  Tüin,  Cüisco. 

Id.,  520',  523. 

3i0.    chncüitos. 

Dos  sinéresis:  Calderón,  4.°,  252"' 

311.  Chüipa. 

Castellanos,  101' 
Hubieron  entre  piezas  recogidas 
Un  indio  que  Chüipa  se  decía. 

312.  derruir. 

Quevedo,  467' 
Alcanzaron  á  verla  derruida, 
Dando  vergüenza  de  sí  misma  á  todos. 

Jovellanos,  49 
Al  cerro  del  altísimo  homenaje, 
Que  el  tiempo  y  la  codicia  han  derruido. 

313.  Düilio. 

Arjona  M.,  538' 
Así  en  émula  gloria  resplandece 
La  plebe  que  en  Düilio  el  escarmiento 
De  tiranos  da  á  Roma. 

314.  Duina. 

Herrera,  297 
Y  si  á  do  el  hondo  Argiro  l£L  ancha  vena 
Derrama,  y  el  Duina  grande  y  frío 
Las  tardas  ondas  con  el  hielo  enfrena. 


315.     estatuir. 

Este  verbo,  del  latino  statuere,  se  halla  así  en  su  forma  simple  en  algu- 
nos poetas:  véanse  Ercilla,  11,  137— Lope,  5.°  445-Alarcon,  178,  360",  3&4". 
En  sus  compuestos  cambia  la  a  en  i,  y  pierde  la  e  inicial  eufónica  (núme- 
ro 74);  V.  gr.,  constituir  por  con  estatuir. 

En  vano  se  buscará  en  la  Academia  una  regla  que  comprenda  á  este  ver- 
bo; pero  el  uso  castellano  y  la  constante  práctica  de  los  poetas,  guardan  la 
azeuxis,  según  la  regla  general  que  estamos  discutiendo. 

Hallo  de  este  verbo  y  sus  compuestos  355j  azeuxis,  pertenecientes  á  85 

17 


258 


poetas:  las  sinéresis  son  10,  esto  es,  menos  del  3  por  100.  La  primera  sinére- 
sis se  halla  en  Valbuena,  367';  la  última  en  Iríarte  (Juan),  500'.  Ejemplo 
de  azeuxis: 


Cervantes,  307. 
Con  el  cielo  ha  estatuido 
Que  pues  lo  imposible  pide. 
Lo  posible  aun  no  lo  den. 

Fr.  Luis,  4. 

¡Oh  desmayo  dichoso! 

¡Oh  muerto  que  das  vida!  ¡oh  dulce  olvido! 

Durase  en  tu  reposo 

Sin  ser  restituido 

Jamás  á  aqueste  bajo  y  vil  sentido. 


Lope,  S.o  358'. 
Fuiste  constituido, 
Ángel  divino,  para  guarda  nuestra. 

Enriquez,  XLII,  384'. 
La  parte  racional  destituida 
De  no  poder  obrar,  quedó  vencida. 

Rojas,  598". 
¡Oh  leyes  instituidas 
Contra  la  naturaleza! 

Tirso,  225". 
Ya  queda  sustituido 
Por  otro  aquí  tu  lagar. 


316.     fluir. 

De  este  verbo  y  sus  compuestos  y  derivados  hallo  2G0  azeuxis,  en  70 
poetas  (Montesino — Pérez  de  Camino),  y  pertenecen 
205  á  influencia. 
39  á  fluir  y  sus  compuestos.  • 

9  á  afluencia:  v.  Cairasco,  462,  465. 
3  á  afluente:  Moratin  L.,  581',  596',  598. 
2  í'i  influente:  Montesino,  425'— Ercilla,  87'. 
1  á  flücnte:  ]N[eléndoz,  130'. 
1  á  melifluencia:  Castellanos,  225'. 


Cañizares,  50G. 
Este  sentido  no  cesíi 
Do  influir  con  desengaños, 
De  llamar  con  influencias. 

Calderón,  2.°  531. 
Influencia  do  influencias 
Que  sobre  los  astros  manda. 

Hojeda,  414'. 

Luz  copiosa 
Do  gracias,  do  dvilzura,  do  atiüoncia, 
J'or  labioH  finos  do  oro  derramados. 

Molóndoz,  1.30'. 

Ella  to  engalana 
De  rosas  las  sienes, 
Y  el  manto  to  visto 
Que  ostentas  flüonto. 


Ercilla,  87'. 

Y  alcanza  por  h»s  astros  intlücntes 
Los  destinos  y  hados  do  las  gentes. 

Arríaza,  113'. 
Las  aguas  desdo  el  fondo  refluían^ 

Y  á  besar  del  palacio  el  pie  llegaban. 

Argensola  B.,  321. 
Para  influir  sus  premios  y  sus  donos 
Otro  sol  ha  formado  y  otra  luna. 

Moratin  L.,  .598. 
Naci  do  honesta  madre;  dióme  el  ciri' 
Fácil  ingenio  en  gracias  afluente. 

Ca.stolIan<)8,  225'. 

Y  ú  los  j)obrcs  que  dúbadcs  do  palón. 
Habláis  luego  con  gran  melifluencia. 


259 


Sinéresis  no  liay  más  que  dos,  ambas  de  influencia:  Calderón,  3.**  133'  — 
Hojas,  151'. 

Füir  es  arcaísmo  de  huir:  véase  luego  este  verbo. 


316  bis.     Fríiime. 

Un  solo  caso,  y  es  de   sinéresis: 
Lista,  380'. 

317.     genuino. 

Barbero,  624. 
Encontrados  están  en  opiniones 
Sobre  la  genüiua  inteligencia 
De  una  lev. 


318.  gratuito. 

Un  solo  ejemplo,  y  es  de  sinéresis: 
Iglesias,  473'  (v.  n.*'  283). 

319.  Huí. 

Lope,  4.°  238, 
La  toma  de  Huí,  los  despojados 
Holandeses,  etc. 


320.    huir. 

La  azeuxis  en  este  verbo  está  reconocida  y  practicada  por  todos. 

Hallo  este  verbo  en  165  poetas,  con  17CX)  azeuxis  próximamente.  Las  si- 
néresis son  113,  de  las  cuales  corresponden  80  á  Calderón,  13  á  Valbuena, 
las  otras  20  á  varios  autores  incorrectos.  Y  no  se  crea  que  Calderón  y  Val- 
buena  hacían  siempre  sinéresis,  pues  aun  en  estos  inconsecuentes  ortólogos 
son  mucho  más  numerosas  las  azeuxis  de  huir.  Concluiremos  con  cuatro 
ejemplos: 


Castellanos,  324'. 
Pensó  hallar  salud  en  la  huida. 
Por  huir  las  zozobras  de  prisiones. 

Monteser,  163". 
Sobrino,  á  fe  que  has  huido 
Con  valor  muy  desigual. 
— Pues  hüi  de  natural; 
Que  en  mi  vida  lo  he  aprendido. 


Porcel,  143'. 
Rehusan 
Dejar  el  espectáculo  suave; 
Huir  quisiera,  pero  huir  no  sabe. 

Valbuena,  318. 
Huid,  dice,  señor,  hiád,  que  conviene; 
Huid  á  lo  más  alto,  huid  ligero. 


321.     .Jarlüin. 


Don  Jarlüin  de  Montfart, 

De  la  gran  casa  d©  Hungría.       (Cueva,  XVI,  140). 


322.    jesüita. 

Góngora,  438. 
Alimento  verdadero 
De  jesuítas,  santas  compañías. 


CaUeja,  591''. 
Ya  es  su  amo  jesüita. 


Otras:  Góngora,  457— Calderón,  1.''  121".  Una  sinéresis,  Oüa,  449'. 
323.    *  minüir. 

17  azeuxis,  todas  de  disminuir,  en  12  poetas  (Aldana  F.— Moratin  L.). 
Sinéresis,  dos:  Valbuena,  259— Villaviciosa  J.,  618.   , 


Aldana  F.,  50G'. 
Viene  á  disminuir  de  aquel  concepto 
Y  estimación  debida  á  buen  soldado. 


Coello,  407'. 

Este  rato  que  tenéis 
El  valor  disminuido. 


-  2m  — 

324.    mohiiiyes. 

Sumos  regalos  eran  los  corles, 


Hutias,  mohüiyes  y  qnemies.        (Castellanos,  310. 


325. 


nuir. 


Noroña,  453' . 
Aquí  vivo,  aqui  mando,  aquí  doy  tono, 
Y  nada  se  hace  aquí  sin  mi  anuencia. 


Monroy,  180'. 
¡Oh  dulce  hermana!  renuente  apelo 
A  artes  mágicas. 


326.  pituita. 

Aunque  no  le  hallo  más  que  con  sinéresis:  Tirso,  390 — Zamora,  451;  siii 
embargo,  no  veo  razón  para  exceptuarle  de  la  regla  general. 

327.  *  strüir. 

Según  mis  apuntes,  hallo  los  compuestos  de  est«  verbo  en  111  poctr.í^ 
con  4.S7  azeuxis:  sinéresis,  solas  5  :  Valbuena,  144',  191 — Quovedo,  275— M;;- 
tos,  .^309" -Vaca,  SaO". 


Alarcon,  365. 
Escucha  las  profecías 
Que  alegar  puedes  por  tí, 
En  ivi  favor  construidas. 

Solis  A.,  47". 
Ya  Casilda  está  en  la  historia, 
Y  en  todo  la  he  instruido. 


Jovellanos,  27'. 

Abismo 
Do  yace  destrfudo,  ciianto  pueden 
Ser  las  puras  sustancias  destruidas. 

Somoza,  469'.    - 
Pildora  que  al  tragarla  so  revienta, 
Y  es  porque  el  paladar  está  obstruido. 


328.     Suiza,  suizo. 

Esquilache,  328. 
SüÍ7>o8,  alemanes  y  valones. 

Monroy,  84. 
Pero  huyeron  los  suizos 
Con  afronta  y  con  infamia. 


Que  vedo,  211. 
La  Pñiza,  do  una  junta, 
En  pareceres  lo  aguarda. 

(Juega  aquí  Quevedo  con  el  equí- 
voco Sw/za  por  YAitza). 


Otras:  Monroy,  S()  -^lirademoscua,  92'. 

329.     Taciiica,  Tfíin,  Tüingo,  Uriorebüí. 
Palabras  usadas  por  Castellanos. 


529 

Chacuri,  Nuguirota,  Tacñica, 
Tacujurango  y  otros  principales. 

Tüin  (v.  núm.  'MY.)). 

Otras:  Id.,  200',  520'. 


52lV 


Rompió  por  la  provincia  do  Cüisco,. 
Y  por  Araquo  y  vallo  do  Tüingo. 

20(T 
Docia  Fodriman:  «¡A(|ui  his  mios!» 
El  Uriorebüí:  «¡Aiiul  vasallo8!> 


-  261  - 


330.    * 

tribuir 

Azeuxis. 

Azeuxis. 

Azeuxis. 

2 

Siwia  anterior 
Góngora 

13 

Suma  arderior 
Solis  (A.) 

36 

Cetina 

4 

1 

Ercilla 

3 

Lope 

2 

Cubillo 

2 

Anón.,  X 

1 

Hojeda 

1 

Moreto 

Rufo 

1 

Claramonte 

1 

Calle  a 

Cueva 

1 

Alarcon 

4 

Candamo 

Ubeda 

1 

Rebolledo 

2 

Cañizares 

Castellanos 

1 

Esquiladle 

1 

Huerta  (V.) 

Arjona(J.) 

1 

Calderón 

7 

Carvaj  al 

Oña 

2 

Rojas 

1 

Arriaza 

Suma  y  sigue.        13  |  Suma  y  sigue.        36  |  Total ....         46 

Sinéresis,  seis:  Quevedo,  Calderón,  Tirso,  Matos  y  Rojas,  que  tiene  dos. 


Cetina,  49' 
Bien  sé  que  deste  mal  la  mayor  culpa. 
Querrás  atribuirme, 
Porque  estando  tan  bien,  osé  mudarme. 

Rebolledo,  404" 
Y  siempre  será  justo  atribuirle 
El  perdón  de  dejar  de  destruirlo. 

33 1 .    zuiza. 


Por  el  jardin  se  hizo  salva 
Hermosisima  zuiza 
De  flores. 


Góngora,  549' 
Nada  habéis  de  negociar, 
Si  no  me  contribuís. 

Moreto,  310 
Fío  yo  de  la  justicia 
Del  rey,  que  nos  haga  iguales. 
— ¿En  qué?— En  distribuirla. 


(Rojas,  515). 


Una  sinéresis:  Moratin  (N.),  43,  cuya  autor' dad  es  poca  y  no  debe  preva- 
lecer contra  la  regla. 

332.  Se  ve,  pues,  que  la  azeuxis  üi  es  clásica  y  constante,  y  debe  guar- 
darse siempre,  no  sólo  en  estas  palabras,  sino  también  en  las  que  no  se  ha- 
llan en  los  poetas,  como  imbuir,  luir,  gruir,  según  el  principio  general  ter- 
cero del  núm.  277.  No  importa  que  alguna  palabra  aislada  se  halle  una  ó  dos 
veces,  y  que  estos  casos  sean  de  sinéresis:  por  la  autoridad  de  un  poeta  ó 
dos,  no  vamos  á  fundar  excepciones  contra  la  eufonía  y  contra  la  regla  ge- 
neral. 

Sin  embargo,  con  motivo  suficiente  á  mi  juicio,  estableceremos  algunas 
excepciones. 

§  2.° — Excepciones 

333.  Las  palabras  enumeradas  en  la  primera  parte  de  la  excepción  3.* 
del  núm.  278,  se  hallan  siempre  en  los  poetas  con  diptongo. 


-  262  - 

De  buitre,  hay  una  diéresis  en  Rebolledo,  402'. 

De  cuido,  otra  en  Vélez  L.,  131. 

De  cuita,  otra  en  Carvajal,  565'. 

De  Monjui  y  muito,  nino-una,  y  como  no  son  palabras  castellanas,  no  hay- 
dificultad  en  el  diptongo. 

El  nombre  Luis  cuenta  con  varias  azeuxis  en  el  siglo  XVI  y  en  el  XVII 
hasta  Gaspar  de  Avila  inclusive;  pero  el  uso  es  muy  ambiguo.  Así  Castella- 
nos tiene  87  azeuxis  y  33  sinéresis;  Tirso,  88  azeuxis,  42  sinéresis;  el  misma 
Avila,  7  azeuxis  y  10  sinéresis.  Desde  Alarcon  en  adelante,  es  general  el  dip- 
tongo; y  aunque  todavía  se  ve  alguna  diéresis  en  algunos  poetas,  como  So- 
lís  (Antonio),  Polo,  Forner  y  Arriaza,  no  merecen  tenerse  en  cuenta.  Y  así 
diremos  que  en  Luis  hay  diptongo,  fundado  en  el  uso  común  desde  el 
año  1620. 

334.     Ruiz. 

Apellido  derivado  de  Muy  ó  Rodrigo. 


Az. 

Siv.     ' 

Suma  anterior. 

Lope 

Valbuena 

Alarcou 

Tasis 

Montalban 

Suma  y  sigue. 

Az. 

Sin. 

Suma  anterior. 

Anón.,  XVI 

Rojas 

Candamo 

Cañizares 

Iglesias 

Total. . . . 

Az. 

Sin^ 

3 

1 

1 

1 

6 
3 

1 

44 

10 

60 

15 

Sepúlveda 

Ercilla 

Castellanos 

Oña 

Hita 

Gongo  ra 

6 

2 

18 

2 

1 
1 

1 

o 

1 

1 

> 
1 
1 

1 

Suma  y  sigue. 

44 

10 

60 

15 

64 

52 

El  diptongo  de  Buy  es  común  en  los  poetas,  según  lo  dicho  (núm.  287): 
con  todo,  muchos  guardaron  la  azeuxis  en  el  derivado  JRüi^,  y  eso  es  porque 
el  principio  de  las  derivaciones  (núm.  277)  no  es  siempre  verdadero  aplica- 
do á  los  diptongos,  no  siendo  en  los  verbos,  según  veremos. 

Ahora  bien,  consultando  el  catálogo,  ni  me  atrevo  á  incluir  este  vocablo 
en  la  regla  general,  ni  tampoco  á  excluirle  do  olla  en  absoluto.  Creo,  pues, 
que  la  azeuxis  es  lo  eufónico  y  lo  clásico,  y  que  las  sinéresis  de  esta-  pala- 
bra, como  de  otras  muchas,  se  deben  más  á  la  ignorancia  y  á  la  falta  de  re- 
gla explícita,  que  á  otra  cosa.  Mas  por  ol  respeto  debido  á  los  poetas  que  di- 
cen Ruiz  con  sinéresis,  juzgo  que  ésta  puede  permitirse. 

Fué  con  su  gente  siguiendo 

A  Fernán  Rui/,  de  Castro.        (Lope,  3.",  574). 

Aquí  está  Fernán  Rüiz, 

—¿El  do  Castro?— Si,  señor.  (Id.,  58:3). 

335.     Juicio,  ruido,  rfíin,  ruina. 

Vamos  á  tratar  á  la  vez  do  estos  cuatro  vocablos  que  son  los  más  usados. 
Juicio  es  en  latín  judiciutti:  ruido,  rugltus,  según  la  Academia;  aunque  bien 


—  263  — 

pudiera  ser  derivado  del  supino  ruñum,  de  ruó  =  caer,  Ruin  y  ruina  son  de- 
rivados del  dicho  verbo  ruó. 

Por  su  etimología  exigen  azeuxis  entre  las  dos  vocales,  ya  por  la  conso- 
nante suprimida,  ó  ya  por  ser  derivados  de  un  verbo  en  uo:  pues  hemos  vis- 
to en  el  párrafo  primero  de  este  artículo,  que  hay  azeuxis  en  todos  esos 
verbos  y  sus  derivaciones. 

La  Academia  dice  que  en  juicio  y  ruido  hay  diptongo,  y  que  nuestros 
poetas  se  deleitaban  en  disolverle,  licenciosamente,  por  supuesto. 

Yo  siento  mucho  no  tener  completos  los  datos  que  nos  suministran  los 
poetas*  pero  los  que  tengo  anotados  bastan  y  sobran  para  formar  idea  exac- 
ta de  la  ortología  de  estas  palabras.  Voy,  pues,  á  poner  el  catálogo  hasta  el 
año  1700  próximamente,  advirtiendo  dos  cosas:  1.%  que  los  datos  que  pre- 
sento se  refieren  á  un  mismo  número  de  versos;  2.*,  que  la  x  significa  núme- 
ro indeterminado,  porque  no  conté  los  casos. 


- 

Juicio. 

Ruido. 

Ruin. 

Ruina. 

Az.      Dipt. 

Az.      Dipt. 

Az. 

Dipt. 

.4^.       Dipt. 

Manrique 

1          » 

s>           » 

» 

» 

»           » 

Quirós  (N) 

1          » 

»           » 

» 

^ 

»           » 

Montesino 

5           » 

2           » 

» 

¡> 

t           > 

Padilla  (Fr.  Juan) 

1           » 

»           » 

» 

» 

>           > 

Albio 

»           » 

1           » 

» 

» 

»           » 

Castillejo 

3           » 

11           » 

3 

14 

>           > 

Boscan 

1            » 

»           » 

» 

» 

>           i 

Garcilaso 

3           » 

10           1 

» 

» 

2 

Anón.  LVIII 

X 

X 

1 

5 

X 

Escobar  (Fr.  Luis) 

1            » 

»           » 

» 

> 

»            » 

Mendoza 

7           » 

3           » 

» 

» 

■¡,            » 

Hurtado  (Luis) 

7           » 

»           » 

1 

8 

2 

Bermúdez 

i           » 

»           » 

» 

> 

Barros 

5           » 

»            » 

» 

j, 

*            j. 

Zapata 

»           » 

»            » 

» 

1 

1 

Silvestre 

2           ^> 

»            » 

» 

i 

»            » 

Riaño 

1           » 

»            » 

» 

» 

»            > 

Fr.  Luis 

5           1 

9           1 

» 

■;, 

»            » 

Sepúlveda 

»            1 

»            » 

» 

2 

Ercilla 

1            2 

48           » 

2 

1 

12 

Herrera  (Fernando) 

1            » 

3           » 

» 

, 

4 

Anón.  X 

8           2 

17           () 

4 

2 

8 

Padilla  (Pedro) 

»           » 

1           » 

» 

» 

>                        » 

Rufo 

1           6 

22           » 

» 

» 

14 

Alcázar 

»           » 

»            » 

> 

1 

.V                                        » 

Virués 

8           1 

13           » 

» 

> 

2            1 

Cueva 

5           1 

8           1 

» 

> 

>            » 

Rodríguez 

»           » 

6           3 

» 

> 

Laso 

1           » 

4           » 

» 

t 

10 

Ubeda  (el  Lie.) 

1           » 

»           » 

» 

» 

» 

Castellanos 

44           » 

116           » 

14 

» 

18 

Aldana  (Cosme) 

11           » 

1            » 

1 

, 

1 

Vegas 

12            1 

3           » 

6 

> 

'¿ 

Arjona  (Juan) 

»            » 

26           » 

» 

> 

20 

Juicio. 


Az. 


Dipt. 


Sánchez  (Miguel) 

4 

»                    2            » 

Espinel 

» 

»                    »            » 

^Cairasco 

3 

1                                  X 

Cervantes 

ó 

1                   8            1 

i>Iorillo 

» 

>                   6           » 

Oña 

» 

»                 16           2 

Pérez  de  Hita 

» 

»                   1            » 

Herrera  (Cristóbal) 

1 

»                   »            » 

Góngora 

7 

i                 19            1 

Lope  (5  tomos) 

108          1 

0               125           7 

Huerta  Jerónimo) 

» 

»          ;               8               » 

Morales  (Juan) 

» 

»                         >               » 

López  de  Ubeda 

» 

»                         1               » 

Argonsola  (L.) 

1 

»        !            »            » 

Hidalgo  (Lucas) 

1 

*        1            »            » 

Tárrega 

1 

»       1         17           » 

Caro  (Rodrigo) 

» 

»                  »           » 

Süarez  de  Figueroa 

» 

»       '           1           » 

Hidalgo  (Juan) 

» 

»                  1           » 

Hojeda 

7 

»                   7           » 

Boíl 

1 

»                   »            » 

Ribera  (Luis) 

2 

»                   »           » 

Aguilar 

li 

»                   6           » 

Argensola  (B.j 
Valbúena 

17 

i>                   6           » 

10 

2                 44          17 

Acevodo 

2 

1                  ^ 

Ledcsma 

4 

.'51 

Villaviciosa  (José) 

3 

.        1         10 

Arguijo 

> 

1 
>        1           >            * 

Grajales 

. 

> 

Mejia 

. 

. 

Turia 

> 

>            > 

Medrano 

1 

3 

Claramonto 

4 

.      !         5 

Tirso 

4!) 

7     !      22       2 

Céspedes  (Sebastian) 

> 

1     i       >        > 

Castro  (Guillen) 

(i 

12       1 

Sal  U8  trio 

3 

2 

Jáurogui 

» 

i 

Avila 

:{ 

1 

Alarcon 

22 

1             ;{j         1 

Miradojncscua 

12 

1      ,         ;{         . 

Enciso 

» 

.    !      2 

Veloz  (Luis) 

4 

.        1            6 

Tasis 

> 

í            »            » 

Herrera  (Jacinto) 

. 

1      !         1         » 

Herrera  (Rodrigo) 

1 

1         ,         , 

Horroro 

> 

'         *         * 

Martin  (Podro  Luis) 

. 

'         > 

Quevndo 

11          2f 

s              4       21 

Barbadillo 

,             í 

1                           •                           A 

Bolmonto 

, 

Callocorrada 

2 

1 

Oodinoz 

1 

3 

Pinto 

> 

1             .            » 

Corral 

> 

1 

Fr.  Gaspar 

7 

1             .'             \ 

Salinas  (Juan) 

2 

1             i 

Ruin. 

Az.      Dipt. 


16 


36 
3 


10 


Ruina. 

J^¿.       Dipt . 

1 

X 

7 

I  » 

3 


i3 

27 
3 


i 

1 
•21 


12 


Juicio. 

Ruido. 

Ruin. 

Ruina. 

Az. 

Dipt. 

Az. 

Dipt. 

Az. 

Dipt. 

^z. 

Dipt. 

Moreno 

o 

1 

» 

, 

» 

1 

» 

» 

Villegas  (Esteban) 

1 

» 

. 

» 

1 

;> 

1 

• 

Montalban 

1 

20 

» 

17 

» 

2 

« 

» 

Solórzano 

2 

1 

2 

1 

» 

2 

» 

. 

Esquilacho 

X 

5 

» 

X 

2fi 

> 

Bloja 

> 

» 

5 

t 

> 

> 

7 

» 

Colodrero 

, 

» 

» 

> 

1 

» 

» 

» 

reHpe IV 

> 

1 

» 

, 

i» 

» 

1 

» 

Trillo 

8 

» 

6 

1 

» 

» 

20 

2 

P.  Céspedes 

» 

» 

2 

» 

» 

» 

1 

Caro  (D.a  Ana) 

4 

2 

2 

» 

» 

» 

2 

€ 

Los  Figueroas 

,> 

lü 

» 

7 

» 

4 

» 

4 

Villaviciosa  (Seb.) 

1 

3 

» 

2 

» 

» 

1 

1 

Zayas 

» 

» 

1 

» 

» 

> 

» 

Hurtado  (Antonio) 

2 

2 

6 

» 

9 

2 

» 

Anón.  XVI 

15 

3 

16 

7 

iJ 

2 

9 

1 

Calderón  (2.°  tomo) 

4 

69 

6 

97 

1 

Ití 

2 

49 

Zabaleta 

1 

1 

» 

» 

» 

» 

» 

Cáncer 

„ 

. 

2 

. 

» 

» 

2 

» 

£)oello 

1 

1 

3 

10 

» 

» 

» 

3 

Polo     - 

, 

» 

1 

:■, 

2 

1 

3 

» 

Matos 

2 

13 

3 

7 

1 

» 

5 

» 

Enriquez 

1 

5 

2 

3 

- 

» 

i 

» 

Zarate 

» 

21 

» 

10 

» 

» 

» 

4 

Monteser 

2 

1 

. 

3 

i> 

] 

Rojas 

2 

16 

10 

75 

3 

9 

9 

13 

Villaizan 

1 

1 

» 

» 

» 

» 

» 

Ulloa 

1  ■ 

» 

» 

1 

» 

» 

X 

íSolis  (Antonio) 

íj 

18 

2 

12 

» 

1 

1 

Cubillo 

li 

1 

6 

» 

» 

» 

1 

Meneses 

,-, 

2 

» 

» 

» 

» 

* 

Leiva 

» 

3 

6 

10 

1 

3 

» 

Vélez  (Juan) 

» 

1 

» 

» 

» 

» 

» 

Moreto 

13 

91 

11 

49 

» 

12 

6 

Anón.  XTJX 

, 

1 

» 

» 

» 

» 

. 

Prado  (Andrés) 

1 

» 

» 

. 

» 

» 

Quirós  (Fr.  Pedro) 

» 

» 

> 

» 

* 

» 

1 

Diamante 

3 

6 

5 

9 

»  - 

» 

4 

Monroy 

3 

3 

5 

1 

» 

» 

2 

Calleja 

» 

3 

» 

1 

• 

1 

» 

Fomperosa 

» 

» 

1 

4 

> 

» 

» 

Estrella 

1 

» 

> 

» 

» 

» 

* 

Salazar  (Agustín) 

1 

6 

4 

7 

» 

1 

8 

Hoz 

» 

7 

» 

5 

t 

» 

1 

Fernández  de  León 

» 

4 

» 

2 

» 

1 

» 

Sor  Juana 

» 

4 

2 

3 

> 

» 

» 

Vera  Tasis 

1 

» 

» 

2 

» 

> 

1 

Candamo 

, 

14 

1 

17 

» 

1 

» 

Zamora 

» 

13 

» 

26 

1 

•¿ 

> 

12 

Cañizares 

» 

40 

2 

29 

» 

5 

» 

11 

-  2G6  - 

Fíjese  bien  el  lector  en  los  datos  precedentes.  Las  tres  palabras  juicio, 
ruido  y  ruina  conservan  su  natural  azeuxis  hasta  que  vino  Quevedo  al  mun- 
do; pues  las  pocas  licencias  de  Rufo,  Lope,  Valbuena  y  Tirso  son  cosa  muy 
insignificante;  y  adviértase  que  Valbuena  es  muy  incorrecto  en  todo.  La  pa- 
labra ruin  es  más  frecuente  con  diptongo;  sin  duda  porque  el  desprecio  y 
repugnancia  á  su  significado  hace  apresurar  la  pronunciación,  precipitando 
indebidamente  las  vocales;  lo  cual  tendremos  más  adelante  ocasión  do  ob- 
servar en  los  vocablos  diablo  j  piojo.  Con  Quevedo  comienza  á  vacilar  la  or- 
tología de  dichas  palabras,  y  liacia  el  año  1700  era  ya  común  el  diptongo. 
Desde  1700  acá,  el  diptongo  es  general;  pero  no  tanto  que  no  se  hallen  fre- 
cuentes casos  de  azeuxis  en  Toledo,  Meléndez,  Forner,  Noroña,  Arjona  (Ma- 
nuel), Barbero,  Cienfuegos,  Arríaza,  Reiuoso,  Lista.  Solís  (Dionisio),  Villa- 
nueva,  los  Moratines,  Gallego,  Carvajal,  Ayala,  Marchena,  Blanco,  .Térica 
y  Jovellanos. 

Y  en  vista  de  ésto,  ¿qué  hemos  de  resolver?  Voy  á  decir  mi  opinión.  La 
regla  general,  y  el  respeto  á  los  poetas  del  siglo  de  oro,  y  las  frecuentes 
azeuxis  de  los  siglos  XVIII  y  XIX  no  nos  permiten  exceptuar  estas  pala- 
bras. Mas  los  diptongos  frecuentes  desde  Quevedo  acá  y  la  tendencia  gene- 
ral moderna  á  la  contracción  nos  autorizan  para  permitir  la  sinéresis.  Pero 
conste  que  lo  natural,  lo  clásico,  lo  eufónico  y  correcto  es  la  azeuxis. 


-   267  - 

CAPITULO  V 
Débil  átona  seguida  de  fuerte  tónica. 

uá,  lié,  uó;  iá,  ié,  ió. 

Las  reglas  que  á  fuerza  de  inmenso  trabajo  lie  logrado  formular  acerca 
de  estas  combinaciones,  pueden  reducirse  á  las  cuatro  siguientes,  que  con 
las  cuatro  ya  demostradas,  componen  ocho:  en  ellas  está  resumido  todo  el 
sistema  ortosilábico  de  nuestra  lengua. 

336.  Eegla  quinta:  Toda  vocal  débil  forma  azeuxis  con  la  vocal  tónica  siguien- 
te^ cuando  cada  una  pertenece  ¿  distinto  elemento  componente;  y.  gr.,  en  patriarca, 
perteco,  sesquióxido.  veintiuno.  (Sin  excepción). 

337.  Regla  sexta:  uÁ,  uó  son  siempre  azeuxis,  si  no  van  detrás  de  consonante 
gutural.  Así  hay  azeuxis  en  suave,  suntuoso,  virtual,  aduana,  sinuoso,  ruano, 
sexüaJ,  Züazo;  y  diptongo  en  Acuario,  acuoso,  santiguar,  santiguó,  Juan,  enjua- 
go. (Sin  más  excepciones). 

338.  Regla  séptima:  lÁ,  ló  derivadas  de  ía,  ío,  ó  adyacentes  á  la  primera 
consonante  (ó  combinación  primera  de  consonantes)  del  vocablo,  son  también 
azeuxis. 

Así  hay  azeuxis  en  rociamos,  roció  (derivados  del  presente  rocío):  en  dtá- 
¡ogo,  tiara,  Slon,  biombo;  y  en  Artadna,  Astíages,  Ilion,  Orion. 

Excejíciones:  1.^  En  palabras  que  empiezan  por  consonante,  exceptúase 
el  santo  nombre  de  Dios,  las  inflexiones  verbales  dio,  vio,  y  la  interjección 
miao,  en  que  siempre  hay  diptongo.  Además,  es  permitida  la  sinéresis  en 
diablo,  diantre  j  piojo:  y  en  los  propios  Mariano  y  Santiago. 

2.*  En  palabras  que  empiezan  por  vocal  se  exceptúan  los  verbos  agriar- 
se, ansiar  y  odiar:  los  adjetivos  anciano,  asiano,  asiático,  ocioso,  odioso,  unctal, 
y  los  sustantivos  ostión,  unción  y  unión.  En  éstos  debe  guardarse  siempre  el 
diptongo.  Además,  es  permitida  la  sinéresis  en  aciago,  axioma,  idioma,  idiota> 
indiano. 

339.  Regla  octava:  lÁ,  i6,  fuera  de  los  casos  dichos,  y  las  combinaciones  ié, 
uÉ  no  derivadas  de  azeuxis,  son  generalmente  diptongos;  v.  gr.,  lidiamos,  lidiemos, 
lidió',  eclesiástico,  lección;  hielo,  Juego,  estruendo. 

Excepciones:  L*  iá  es  azeuxis  en  breviario.  Curiados,  Goliat,  pipían  y 
venial. 

2.^  ió  es  azeuxis  detrás  de  muda  y  líquida  (nvím.  52)  ó  de  rr;  v.  gr.,  en 
cabriola,  gorrión:  sólo  es  diptongo  en  industrioso  y  patriota. 

3.*  ié  es  azeuxis  en  cliente,  Líeo,  Piérides,  riel,  rielo-as  (del  verbo  rielar) 
Tiestes,  Viena. 

4.*    ué  es  azeuxis  en  Früela,  genüense,  Josué,  ueste,  Süecia,  Süevia,  Suez. 

340.  De  estas  cuatro  reglas,  las  dos  primeras  son  fáciles  y  generalísi- 
mas: la  regla  7.^  es  también  muy  general  y  clara,  no  siendo  en  las  dicciones 
que  empiezan  por  vocal.  Este  punto  y  las  excepciones  de  la  regla  8.*  son  de 


-  2íi8  - 

tan  difícil  determinación,  que  á  posar  de  todo  el  trabajo  y  buena  intención 
que  he  puesto  en  la  materia,  no  presumo  liaberla  a^^otado,  do  suerte  que  no 
se  pueda  exceptuar  alguna  palabra  más  ó  menos.  La  ignorancia,  la  vague- 
<lad  del  uso  en  los  poetas  y  la  tendencia  moderna  á  las  contracciones  son 
cosas  que  deben  tenerse  en  cuenta  para  la  determinación  de  una  regla  ó  ex- 
cepción; poro  cuando  las  razones  en  pro  y  en  contra  son  casi  iguales,  ol  ha- 
cerlo autoritativamente  pertenece  á  la  Real  Academia. 

Voy  á  discutir  estas  cuatro  reglas  en  otros  tantos  artículos. 

Articulo  I.** — Discusión  de  la  regla  quinta  (núm.  336) 

341.  Esta  regla  es  de  razón  natural,  pues  no  debe  contraerse  la  inicial 
tónica  del  segundo  elemento  con  la  fínal  del  precedente.  La  regla  4.*  de  la 
Academia  (pág.  334),  sogun  la  cual  hay  azeuxis  «on  ciertas  dicciones  com- 
])uestas,  como  reunir,  rcimtar»,  es  inservible:  L",  porque  es  falsa  cuando  las 
vocales  son  átonas  (núms.  238,  241  y  252);  2,°,  porque  en  reúne,  por  ejemplo, 
basta  el  acento  de  la  u  para  que  se  veriñque,la  azeuxis  (núm.  2G4);  3,",  por- 
que decir  ciertas  es  lo  mismo  que  no  decir  nada. 

Debo  notar  también  que,  aunque  en  este  capítulo  se  trata  do  las  combi- 
naciones de  débil  átona  seguida  de  fuerte  tónica,  sin  embargo,  la  regla  pre- 
sente es  aplicable  á  los  casos  en  que  el  segundo  elemento  empieza  con  débil 
tónica;  pero  como  éstos  son  raros,  y  caen,  además,  bajo  la  regla  4.*,  lie  pre- 
ferido colocar  aquí  la  citada  regla  de  los  compuestos,  dándola  el  quinto 
lugar. 

Ahora  examinemos  los  compuestos  quo  hallo  en  h)s  ])oetas. 

342.  Antíoquia. 

Supongo  quo  esta  palabra  es  compuesta,  aunque  no  sé  definir  su  compo- 
sición. Un  solo  ejemplo  hay  do  Antioqiiía  (Vaca,  322);  nuestros  poetas  dije- 
ron siempre  Antíóqiita,  con  la  o  tónica.  No  digo  que  sea  mejor  una  pronun- 
ciación quo  otra;  pero  lo  (jue  hace  al  caso  es  la  azeuxis.  Lojie,  Castellanos  y 
Moroto  dicen  siempre  Atitloquia;  Vegas  y  Rojas,  Aiitióquin  con  diptongo: 
total,  45  azeuxis  contra  8  sinéresis.  Véase  un  ejemplo  (Moreto,  152): 

¡Oh  Ginés!  on  AntToquia 

To  dé  ol  Santo  una  parroquia. 

Los-acontos  que  el  Sr.  Aribau  puso  en  el  tomo  IV,  están  mal:  Castella- 
nos nunca  jamás  dijo  ^//í/bí/M/rí,  sino  Antíoquia,  con  azeuxis.  Los  colom- 
bianos modernos  acentúan  la  o  y  hacen  sinéresis  como  Rojas.  O  dígase  An- 
tioquía,  ó  si  no,  lo  correcto  es  AntToquia. 
343.     Antíoro. 


Usan  esta  palabra  Fornor  y  Jove- 
llanos:  18  azeuxis,  5  sinéi-osis. 

344.     cariharto. 

Góngora,  531 
La  iglesia  do  San  Diunis 


Canónigos  tiono  muchos, 
Delgados,  cariaguilcños, 
Carihartos  y  espaldudos. 

Polo,  178 
Muy  cariharta  y  muy  llena 
Salió  anocho  Bollocintin. 


269  — 


345.  celiandro. 

No  se  halla  en  el  Diccionario. 
Lope,  5.«  122 
Con  el  apio  saludable 
Y  el  celiandro  oloroso. 

346.  cenobiarca. 

Debe  ser  azeuxis;  pero  sólo  hallo 
un  ejemplo,  y  es  de  sinéresis  (Yaca, 
325). 

347.  deciocho. 

Se  halla  comunmente  dies  y  ocho, 


sin  sinalefa:  con  ella  (aunque  violen- 
ta), alguna  vez:  véase  Calderón,  2.^ 
598.  Con  azeuxis,  dectocho: 

Rufo,  107 

Sin  deciocho,  que  propicios  vientos 
Han  de  traer  del  golfo  veneciano. 

Anón.  XVI,  40 

Hoy  cumplo  decisiete  años 
Y  en  los  deciocho  vo}-. 


348.  demiurgo. 

De  Saítj.wv  =  demonio,  y  £pyov=  obra. 

Error  de  un  hombre, 
Pero  sublime  error.  Del  Demiurgo 
La  omnipotente  engendradora  mano.  (Forner,  368'. 

Otro  ejemjílo:  Id.  369.  Habla  aquí  el  poeta  según  la  mente  de  Platón. 

349.  Guadiana. 

Este  río  en  latín  es  Anas:  vinieron  los  árabes  y  le  antepusieron  el  gené- 
rico guací,  ó  guada  (  =  río),  y  de  aquí  resultó  el  compuesto  Guadiana.  Yéaso 
^  el  catálogo,  que  en  este  caso  particular  creo  no  está  muy  completo,  por  des- 
cuido mío. 


Áz. 

Sin. 

Anón.,  X. . 

2 

» 

Rufo 

1 

» 

Góngora . . . 

5 

» 

Lope 

2 

» 

Valbuena . . 

3 

1 

Acevedo. . . 

1 

» 

Yélez  (L.).. 

1 

» 

Quevedo.. . 

1 

» 

Hurt.'^   (A.) 

1 

» 

Suyna. . . . 

17 

1 

^_ 

m^mm 

S.  anterior..     17 


Anón  XYI, 
Cañizares. . 
Moratin  (N) 
Fr.  Diego . . 
Huerta  (Y.) 
Triarte  (T.) 

Yaca 

Jovellanos. 
Meléndez  . . 

Suma. . . . 


2^1 


S.  anterior.      24      6 


Forner 

Calle 

Carvajal. . . 
Yillanueva . 
Cienfuegos. 
Arriaza .... 
Quintana  . . 

Lista  

Gallego .... 


Totales  .     32      9 


Como  quiera  que  sea,  lo  cierto  es  que  los  del  período  clásico,  y  los  res- 
tauradores del  clasicismo  Meléndez  y  Lista,  guardan  siempre  la  azeuxis, 
que  es  lo  correcto,  según  la  regla  (1). 


(1)    También  Benot  pone  azeuxis  en  Guadiana. 


—  270 


¡Oh  Guadiana,  Guadiana  hermoso!  (Cienfuegos,  23). 

Según  esto,  parece  que  deberemos  también  poner  azeuxis  en  Guadiaro  y 
OuadTafo.  Digo  parece,  i)orque  ignoro  su  etimología.  De  Guadiaro  hay  un 
ejemplo  en  Valbuena,  31.3:  de  Guadiafo  con  sinéresis,  uno  en  Vaca,  278.' 

350.    lieresiarca. 

De  aVpEa:^  =  herejía,  y  izyr,  -=  principio  ó  cabeza. 


Hojeda,  456. 
Lobo  se  hizo  de  almas  fraudulento, 
Y  en  España  infeliz  heresiarca, 
Do  hombres  carnales  sucio  jiatriarca. 


Vaca,  .340" 
Por  la  fe  que  propugna, 
Y  los  heresiarcas 
A  la  sazón  perturban. 


Avila,  .568. 
Bien  puede  llamareo  á  engaño 
La  heresiarca  porfía. 


Arjona  M.,  543. 
Son  invenciones 
De  heresiarcas. 


Otras  azeuxis:  Lope,  3.",  596-5.^  103— Id.,  LVIII,  160'— Belmonte,  323- 

Calderon,  2.°,  22.'3.  Total,  9  azeuxis  contra  2  sinéresis:  Argensola  B.,  301- 
Calderon,  1.",  92" 

351.  libíarco. 

Los  liblarcos,  do  floridos  talles.  (Valbuoua,  384'). 

Único  ejem]>lo.  Supongo  compuesto  este  vocablo,  (lue  no  hallo  on  el 
Diccionario. 

352.  manlato-as. 

De  )Na>io  y  atar.  Azeuxis:  Castellanos,  CA,  31.")  y  420,  y  los  dos  ejeinj)los 
siguientes,  contra  una  sinéresis:  Anón.,  XVI,  .3.j9. 


López  J.  A.,  384' 
Salieron  ocho  la<lrones, 

Y  á  todos  los  maniatan. 

353.  maniobra. 

Un  ojomjílo,  do  sinéresis:  Ahu- 
mada; 70s' 

354.  María  I  va. 

Lope,  4.°,  137' 
Mi  camarero  mayor, 

Y  marqués  do  Marialva 
Lo  hago. 


Argensola  B.,  314' 
Y  dejados  llevar  del  movimiento 
Común,  el  albedrio  maniatan, 
Generoso  y  real,  de  ley  exento. 

355.     mixtiárabes. 

Caldoron,  l.«,  33'.)' 
Vivieron  entro  nosotros 
Mixtiárabes  cristianos, 
ó  mozárabes. 

Dos  sinéresis:  Id.,  .'i.37";  j)oro  nó- 
tese que  CaMoroii  os  muy  mal  oii»'»- 
logo. 


356.     oriámliar. 

Compuesta,  5»  lo  (luo  croo,  do  oro  y  (Inihnr:  no  ostá  on  el  Diccionario. 

No  on  tierno  brillo  la  rosada  aurora 

Do  oriámbar  pintando  el  vago  ciólo.  (Roinoso,  XXIX,  512). 


—  271 


357.    Panlagua. 

Polo,  185. 
Y  es  tal  la  necesidad, 
Que  se  murió  por  el  nombro 
Paniaorua  el  cardenal. 


Castellanos,  170. 
Un  viejo  Panlagua  y  Figueroa. 

Otra  azeuxis:  Id.,  177' 


358.    patriarca. 

De  7:aTT,p=  padre,  y  apyto  =  mandar.  Hállase  esta  palabra  en  treinta  y  cinco 
poetas,  con  93  azeuxis,  y  una  sola  sinéresis:  Vaca,  340" 

Por  consiguiente,  creo  que  el  lector  no  exigirá  aquí  el  catálogo,  y  voy 
á  copiar  algún  ejemplo. 


Lope,  5.0,  19?. 
Poema  heroico,  armónico  y  suave 
Del  patriarca  Ignacio  de  Loyola. 

Yaldivielso,  140' 
Dale  de  patriarca  la  fe  pura. 


Fr.  Gaspar,  456' 
Patriarca,  patrona  y  virgen  madre. 

Lobo,  33' 
Allá  donde  mansión  tiene  desierta 
Del  patriarca  Bruno  la  familia. 


359.     Periaudro.  (Uno  de  los  siete  sabios  de  Grecia.) 


Hurtado  L.,  29. 
Períandro,  que  al  furor 
Mandabas  poner  la  rienda, 
¿Cómo  no  hubiste  dolor?  etc. 

Lope,  5.°,  415. 
Períandro  fué  igual  á  sus  iguales. 


Polo,  178. 
Períandro  el  advertido 
Han  dicho  que  por  traviesa,  etc. 

Vaca,  320' 

De  Períandro  borra 
Parto  de  su  talento. 


Una  sinéresis:  Valbuena,  263. 

360.     periódico. 

De  pei'i  y  odos,  como  derivado  de  período  (v.  n.°  158).  El  uso  vulgar  le 
liace  sinéresis;  pero  la  lógica  exige  la  azeuxis,  no  sólo  por  esta  regla,  sino 
también  por  el  principio  general  primero  (núm.  277).  Un  solo  ejemplo  hallo 
y  es  de  sinéresis:  Tapia,  684'. 


361.  Políarco. 

P.  Céspedes,  146' 
Verla  hablar  de  los  autores 
De  Argenis  y  Poliarco. 

Calderón,  1.»  439 
No  vajeas  tú,  Poliarco. 

En  dicha  comedia  usa  esta  palabra 
39  veces,  siempre  con  azeuxis.  Polí- 
arco significa  príncipe  de  muchos. 

362.  Polieucto. 

Significa  apetecido  por  niuclios. 


Barbero,  593 
Cid  y  Seleuco,  Polieucto,  Cinna, 
Y  Horacio,  el  venerable  rostro  arado 
Con  hondas  rugas. 

363.     Taliarco. 

Ponce,  .31' 
¡Oh  Taliarco  hermano! 
¿Ves  el  Soracte  monte  levantado,  etc. 

Iglesias,  471,  pone  como  suya  la 
mismísima  oda  de  Ponce. 


—  272  - 


364.  Trián^lo. 

Acevedo,  258 

Allí  corre  derecho,  aUá  asegunda 
El  natural  triángulo  á  otra  parte. 

Otro  ejemplo:  264. 

Lope,  5."  211' 
Triángulo  y  firmeza  soberana 
De  la  nave  católica  romana. 

Id.  221,  257,  505-Id.  3."  594'. 

Quevedo,  510 
Triángulo  embligenio 
Que  sirve  de  jaqueca  á  la  fortuna. 

Moratin,  N.  39' 
El  escudo  en  triángulos  cortado 
Muestra  las  rojas  bandas  de  que  gozas. 

Total,  9  azeuxis,  contra  .3  sinéresis 
del  incorrecto  Valbuena. 

365.  trienio. 

De  tres  y  annus=ímo. 


Castellanos,  450* 
La  cual  no  tuvo  menos  inclemencia 
Con  él  después,  trienio  ya  pasado. 

Rojas,  429" 

Se  quedó  más  blando 
Que  corregidor  que  espera, 
Acabado  su  trienio. 
Que  le  tomen  residencia. 

366.  veintiocho. 

Acevedo,  265* 
Acaba  el  giro  de  su  estrella  helada 
En  veintiocho  días  la  serena 
Luna. 

Una  sinéresis  hay  en  Alarcon,  452: 
cosa  rara  en  él. 

367.  veintiuno. 

Aunque  debe  ser  azeuxis,  no  hay 
más  que  un  ejemplo,  y  es  de  sinére- 
sis; Lope,  1.**  374. 


En  decíocho,  veintiocho,  veintiuno,  no  puede  suponerse  sinalefa. 

368.  No  liallo  en  la  Biblioteca  más  vocablos  compuestos;  pero  de  su 
discusión  so  infiere  que  la  regla  es  verdadera.  Para  exceptuar  de  la  regla 
un  vocablo,  no  es  razón  suficiente  el  hallarle  una  sola  vez  con  sinéresis  en 
un  poeta,  porque  eso  es  una  casualidad.  Al  contrario,  el  que  la  inmensa  ma- 
yoría de  los  ejemplos  de  dicciones  compuestas  coincidan  en  la  azeuxis,  es 
señal  clara  de  que  la  exige  el  instinto  eufónico  y  la  naturaleza  de  nuestra 
idioma. 

Por  tanto,  la  regla  (que  tiene  á  su  favor  el  8(">  ]>or  100  de  los  casos\  debo 
ser  aplicada  también  á  las  palabras  compuestas  no  discutidas  aquí,  puesto 
que  caen  bajo  la  misma  razón  ortológica,  (n.**  277,  ])rincipio  3.°).  Son  también 
vocablos  conocidamente  compuestos  los  siguientes: 


bienio. 

bióxido,  sosquit'xido. 

antiético. 


)0(|níancho,  cariancho 


1 

callialto. 

centíárea. 

claviórgano. 

diéresis. 

diócesis. 


dioico. 

dióptrica. 

gimnasiarca. 

perieco,  periholio. 

periostio. 

poliánpnco,  poliandria. 

semiojo. 

semihora. 

semiusto. 


Y  algunos  más  (|ue  suelen  encontrarse. 


27.3  — 


Abtículo  2.°— Discusión  de  la  regla  sexta  (núm.  337) 

369.    Catálogo  de  las  voces  comprendidas  en  esta  regla 

,  agrupadas  bajo  sus  raíces. 

acto 

/  Düardo 

hábito 

actual 

1  Düart 

(  habitual 

i  actuar 

)  Díiarte 

1  habituar 

<       1  actuante 

j  Eduardo 

impetuoso 

/  actuario 

f  Fedüardo 

incestuoso 

1  actuoso 

'  0  düardo 

individuo 

aduana 

dúo  (=dos) 

\  individual 

j  adüano-as 

(  dual 

j  individuar 

aduar 

1  düeto 

1  individuante 

afectuoso 

Düodo 

intelectual 

año 

efecto 

Itüango 

(  anual 

(  efectttal 

Janüario 

(  anuario 

/  efectuar 

Jurüara 

Arüaca 

electo 

lactüoso 

Alüaca 

(  electüario 

Litüania 

Azüaga, 

(  letuario 

Lüanco 

baluarte 

espíritu 

Lüarca 

Billüart 

(  espiritual 

luctuoso 

Bisüano 

\  espirituoso 

Lusüarte 

Burburüata 

estatua 

majestuoso 

canttis  (=canto) 

í  estatuar 

mano 

{  acentuar 

1  estatuaria 

K  manuable 

(  concentuoso 

(  estatuario 

j  manual 

carruaje 

aestus  (=torbellino) 

'  amanuense 

Carüan  (=Cairvan) 

í  estuante 

mantüano 

caso 

\  estuario 

Marüana 

casual 

(  estuoso 

mes 

.  casüismo 

Estüardo  ó  Stñard 

1  mensual 

(  casuista 

eventual 

menstrual 

censo 

exceptuar 

1  menstrüoso 

í  censual 

fastuoso 

monstruoso 

1  censuario 

fatuo 

montuoso 

(  acensuar 

(  fatuísimo 

mortüorum  (latino) 

concepto 

\  infatuar 

1  mortuorio 

'  conceptual 

flatüoso 

p aduano 

conceptuar 

flexüoso  ó  flejüoso 

perpetuo 

i      1  conceptuante 

fluctiis  (=ola) 

(  perpetúan 

\  conceptuoso 

\  fluctuar 

(  perpetuar 

continuar 

j       1  fluctüante 

peruano 

conventual 

'  fluctuoso 

preceptuar 

Comüalla  {inglés) 

fruto 

prontuario 

Cortüar 

/  fructuoso 

püar 

crüor  (=sangre) 

\       1  infructiioso 

punto 

í  cruel 

i  usufructuar 

\     1  usufructuario 

1  puntual 

\  cruento 

1  puntuar 

<      (  crüento-as 

gentualla 

1  puntuoso 

/      (  incruento 

grado 

rédito 

\  crueza  (= crudeza) 

í  gradual 

1  reditual 

defectuoso 

\  graduar 

1  redituar 

(       1  graduando 

1  reditüoso 

18 


—  274 


]?edüan 
respetuoso 
ritual 
Romualdo 
rúa  (calle) 

rüan  ó  Rüaii 

ruano 

ruar 

I  arrüar 
Rüanza 
salto 

saltüario 

saltüoso 
santuario 
sensiis  (=sentido) 

sensual 

consensQal 
sexual 
si  ñus  ''seno) 
i  insinuar 
\      insinuante 
I  sinuoso 
situar 
Süabia 


*  suadir  (del  lat.  sua- 
dere) 

(  Süada 

j  disuado 

(  persuado    * 
Süárez 
suave 
sumptus  ''=<2:asto) 

(  suntuario 

<  suntuoso 

f        I  presuntuoso 
tempestuoso 
tenue 

(  atenuar 

<  I  atenuante 
(  extenuar 

Tetüan 
texto 

textual 

textüario 
tortuoso 
trüan 

tüarum   y  füonmi  (la- 
tinos) 


tumulto 

•  tumultuar 
\  tumultuario 
I  tumultuoso 

Turüaco 

untuoso 

uso 

usual 
usuario 

valuar 

I  evaluar 

vestuario 

vidual 

virtud 

I  virtual 
\  desvirtuar 
I  virtuoso 

visiial 

vitualla 

I  vitüallo-as 

vohq)fas  (^-deleite) 
(  voluptüario 
(  voluptuoso 

zuavo 

Züazo  ó  Süazo. 


No  todas  estas  palabras  se  hallan  en  los  poetas;  pero  á  las  que  ellos  no 
usen,  lo  mismo  que  á  las  pocas  que  podrán  ai'iadirse  á  este  catálogo,  debe 
aplicarse  la  rehila,  seí^Tin  el  principio  general  del  núm.  277,  3."  Nótese  ade- 
más, que  las  inflexiones  de  los  verbos  en  üar  caen  también  bajo  el  j)rinci- 
pio  1.";  y  véase  la  relación  de  esta  regla  con  la  que  dimos  en  la  prosodia 
verbal  (núm.  1&4,  regla  2.*,  3."). 

370.  Ahora,  antes  de  discutir  cada  palabra,  pondré  seguidos  los  catálo- 
gos de  azeuxis  y  sinéresis  que  crea  necesario  estampar:  con  esto  se  evitará 
en  gran  parto  la  gravo  dificultad  que  hay  en  la  com]íOsicion  tipográfica  do 
tanto  catálogo  dividido  en  tres  columnas,  y  de  tantas  sumas  parciales  como 
habría  ({uo  hacer. 


Acto. 

Belmonto 

Calderón 

Zarate 

Cuéllar 

Oandamo 

Vaca 

Sam  aniego 

Triarte 

Jovellanos 

Arríaza 

Solis  D. 

Total , 


Az.     Sin.  Caso. 


Afectuoso. 

Tegas 

Oña 

Góngora 

Hibera  L^ 

Argensola  B. 

Avila 

Montalban 

P.  Céspedes 

Trillo 

Caro  (D.a  Ana) 

Anón.  XVI 

Calderón 

Rojas 

Villaizan 

Solís  A. 

Diamante 

Villar  roel 

Velázquez 

Moratin  N". 

Iglesias 

Iriarte 

Porner 

Calle 

Noroña 

Ciénfuegos     • 

Arriaza 

Quintana 

Lista 


Total 


Caso. 

Castellanos 
Oña 

Huerta  J. 
Góngora 
Vélez  L. 
Calderón 


1 
1 

» 

1 

1 

10 


Su)}ia  anteHor. 
2  j 

»  I  Cáncer 
1  I  Enriquez 
1  1  Moreto 
»  i  Calleja 

1  'Zamora 

2  I  Cañizares 
1  I  Porcel 

3  !  Fr.  Diego 

»     Samaniego 

Iriarte 

1 1     Forner 

Salas 

Arellano 

Arjona  M. 

Arríaza 

Beña 

Total . . . 


Az.     Shi. 


14 


10 


Continuar. 

L.  de  Ayala 

Padilla  (Fr.  J.) 

Castillejo 

Mendoza 

Aldana  F. 

Fr.  Luis 

Ercilla 

Rufo 

Laso 

Ubeda 

Castellanos 

Sánchez  M. 

Góngora 

Lope 

Argensola  B. 

Acevedo 

Tirso 

Quevedo 

Montalban 

Trillo 

Anón.  XVI 

Calderón 

Anón.  XIV 

Matos 

Solis  A. 

Moreto 

Diamante 

Fomperosa 

Salazar  A. 

F.  de  León 

Candamo 

Dionisio 

Zamora 


1 
1 

1 
1 
1 
5 
3 
» 
1 
42 
1 
2 


Suma  y  sigue,. .      14 


Continuar. 


Suma  anterior. 

Cañizares 

Luzan 

Porcel 

Fr.  Diego 

Huerta  V, 

Iglesias 

Samaniego 

Iriarte 

Jovellanos 

Forner 

jSToroña 

Moratin  L. 

Vargas 

Tapia 


Total. 


19       28 


Düardo,  etc. 


Gil  Vicente,  X 

Ercilla 

Castellanos 
»   ¡  Góngora 
1    Lope 
»  ¡Boil 
«•    Valbuena 

1  Grajales 
»    Tirso 

»  I  Castro  G. 

2  Alarcon 

»   ¡Caro  (D.*  Ana) 
»    Calderón 
'    ¡  Enriquez 
»  ¡Rojas 
2  ¡Moreto 
»  I  Diamante 
1    Quintana 
1 

Total. 


Az.     Sin. 


63  40 

»  y 

»  1 

»  1 

»  1 

»  3 

»  1 

»  4 

»  1 

»  2 

»  1 

»  4 

»  1 

»  1 

»  1 

63 


3 

1 

1 

1 

36 

1 

1 

1 

23 

13 

3 

2 

7 

4 

3 

4 

24 

36 


Suma  y  sigue. . .      63       40 


Efecto. 

Anón.  XXXV 

Anón.  X. 

Padilla  (Pedro) 

Rufo 

Castellanos 

Vegas 

Padilla  (Fr.  P.) 

Cervantes 

Anón.  XLH 

Lope 

Aguilar 

Suma  y  sigue. . 


164 


2 
1 
1 
10 
30 
2 
1 
1 
1 
9 
1 

59 


Efecto. 

Az. 

Sin. 

Espíritu. 

Stuna  anterior. 

Az. 

Sin. 

Majestuoso. 
Cairasco 

Az.     Si». 

Suma  anterior. 

.       59 

1 

.       30 

13 

1          s 



Góngora 

6          \ 

Valbuena 

3 

> 

Fr.  Diego 

» 

1 

Lope 

2          1 

Acevedo 

1 

2 

Irlarte 

» 

3 

Medrane 

1 

Claramente 

2 

» 

Tirso 

4          4 

Tirso 

2 

1 

Total .... 

30 

17 

Quirega 

1 

Alarcon 

7 

-— _ 

■— » 

Alarcon 

1 

Vélez  L. 

1 

» 

Mescua 

1 

Quevedo 

1 

» 

Exceptuar. 

P.  Céspedes 

1 

Moreno 

» 

1 

Anón.  XVI 

1          » 

Montalban 

2 

» 

Castellanos 

> 

1 

Calderón 

2          ) 

Los  Fi^ueroas 

1 

. 

Fr.  Luis 

1 

» 

Cáncer 

1 

Hurtado  A. 

> 

2 

Lope 

1 

1 

Ceello 

1 

Anón.  XVI 

2 

» 

Alarcón 

3 

» 

Enríquez 

1 

Calderón 

22 

2 

Calderón 

» 

3 

Diamante 

i 

Cáncer 

1 

» 

Leiva 

» 

1 

Menroy 

>          1 

Matos 

1 

» 

Moreto 

3> 

1 

Lobo 

1 

Enríquez 

3 

» 

Salazar  A. 

1 

» 

Isla 

1 

Zarate 

1 

» 

Hoz 

> 

1 

Verdugo 

1 

Rojas 

3 

1 

Cándame 

> 

2 

Nieto 

1 

Yillaizan 

2 

3> 

Moratin  N. 

1 

» 

Porcel 

1 

Cubillo 

1 

» 

Jovellanos 

» 

1 

Cruz  R. 

1 

Leiva 

» 

2 

Cadalso 

»          U 

Moreto 

5 

1 

Total .... 

7 

11 

Fr.  Diego 

1 

Mouroy 

1 

» 

— — 

1^— 

Samaniego 

»                    1^ 

Hoz 

» 

1 

Iriarte 

1          1 

Zamora 

1 

» 

Grado. 

Jovellanos 

y>           IV 

Cañizares 

1 

» 

Meléndez 

3           J 

Huerta  V. 

1 

» 

Castillejo 

1 

> 

Forner 

8 

Cairasco 
Artieda 

1 

2 

Helguero 
N()r(ma 

>          ] 

Total...'. 

.     124 

12 

,. 

1         » 

.._ 

.^__ 

Góngora 

2 

» 

Moratin  L. 

1         > 

Lope 

13 

. 

Barbero 

1 

Espíritu. 

López  de  Ubeda. 

1 

> 

Arriaza 

4 

Tárrega. 

1 

> 

Quintana 

2 

Castillejo 

1 

?j 

Ledesma 

2 

. 

Lista 

1 

Anón.  LVIII 

2 

» 

Turia 

1 

» 

Tapia 

1 

Fr.  Luis 

» 

1 

Tirso 

9 

> 

Somoza 

1 

Alcázar 

1 

» 

Bonilla 

1 

» 

Vegas 

2 

1 

Jáuregui 

1 

» 

Total 

.       52        24 

Cairasco 

3 

3 

Amoscua 

1 

» 

•^^^    ^^^ 

Lope 

2 

» 

Quevedo 

13 

• 

Hojoda 

1 

i 

Trillo 

2 

Mantüano. 

Ribera 

> 

1 

Calderón 

9 

1 

^ 

Argcnsola  B. 

2 

» 

Polo 

5 

Montesino 

.  1 

Tirso 

6 

» 

Rojas 

<) 

Garcilaso 

•j          , 

Bonilla 

1 

» 

Solis  A- 

1 

Ercilla 

1 

Herrera  J. 

1 

, 

Morete 

4 

Rufo 

(juovedo 

7> 

1 

F.  de  León 

» 

1 

Cueva 

Villaviciosa  S. 

1 

, 

Cándame 

» 

4 

Corvantes 

Hurtado  A. 

> 

1 

Toledo 

1 

» 

Lope 

fi          » 

Anón.  XVI. 

T> 

J 

Verdugo 

1 

» 

Argensola  B. 

Calderón 

3 

3 

Iglesias 

» 

3 

Arguijn 

Enriqucz 

1 

> 

Vaca 

> 

1 

Me  se  XI a 

Olmo 

1 

. 

Irlarto 

. 

1 

E8(iuilacho 
Trillo 

Moreto 

2 

» 

Forner 

1 

Fomperoea 

> 

1 

Salas 

1 

• 

Anón.  XVI 

Suma  y  sigue.. 

.       30 

]3 

Total .... 

7fi 

11 

Suntn  y  sigue. . 

.       22 

Mantúano. 

Az. 

Sin. 

Punto. 

Rufo 

Az. 

Sin.  ! 

Santuario. 

Suma  anterior. 

Az. 

Sin. 

Suma  anUñor. . 

22 

^ 

4 

,   ' 

.      29 

1 

^^B 

■KKMi 

Virués 

1 

i     : 

^alazar  A. 

1 

Castellanos 

7 

»     ' 

Rebolledo 

2 

» 

Moratin  N. 

4 

2 

CTÓngora 

1 

1 

Anón.  XVI 

2 

> 

Cadalso 

> 

2 

Lope 

ti 

1 

Rojas 

'¿ 

» 

Huerta  V. 

> 

3 

Tárrega 

1 

1 

Moreto 

1 

» 

Vaca 

1 

» 

Argensola  B. 

1 

. 

López  (J.  José) 

2 

» 

Iriarte 

1 

:, 

Tirso 

4 

1 

Lobo 

» 

1 

Meléndez 

1 

» 

Alarcon. 

6 

!> 

Iglesias 

» 

2 

Forner 

2 

» 

Mescua 

1 

» 

Vaca 

2 

» 

Salas 

1 

* 

Quevedo 

» 

1 

Jovellanos 

» 

2 

Roldan 

* 

1 

Barbadillo 

1 

»    ! 

Meléndez 

3 

1 

Lista 

2 

» 

Belmonte 

1 

» 

Forner 

4 

> 

- 



Cal  lecer  rada 

> 

1 

Carvajal 

5 

:» 

Total 

35 

8 

Villegas  J. 

1 

»    i 

Barbero 

2 

» 

Moreno 

» 

2 

Reinoso 

1 

» 

Montalban 

3 

» 

Lista 

3 

» 

Hurtado  A. 

» 

1 

Burgos 

1 

» 

Monstruoso. 

Anón.  XVI 

» 

1 

Calderón 

11 

3 

Total 

.       59 

7 

Zabaleta 

» 

1   i 

Castillejo 

2 

* 

Cáncer 

2 

» 

Escobar  (F.  Luis) 

1 

Coello 

1 

»   ' 

Sensus. 

Fr.  Luis  de  León 

» 

2 

Matos 

1 

1   1 

Rufo 

3 

3 

Rojas 

14 

2  ! 

Proaza 

1 

» 

Virués 

» 

3 

Villaizan 

1 

» 

Timoneda 

1 

» 

Castellanos 

17 

» 

Solis  A. 

1 

» 

Anón.  LVm 

1 

9 

Vegas 

1 

V 

Cubillo 

3 

» 

Contreras 

2 

» 

Morillo 

1 

^ 

Meneses 

» 

1 

Silvestre 

2 

» 

Lope 

3 

» 

Moreto 

3 

»    ; 

Virués 

6 

» 

Tárrega 

1 

» 

Calleja 

2 

»    '' 

Castellanos 

3 

» 

Hojeda 

1 

» 

Fomperosa 

» 

1  ! 

Artieda 

1 

» 

Argensola  B. 

» 

2 

Salazar  A. 

» 

1 

Oña 

1 

» 

Valbuena 

8 

i 

F.  de  Leen. 

» 

Argensola  L. 

1 

» 

Acevedo 

3 

» 

Candamo 

» 

Ribera  L. 

1 

» 

Villaviciosa  J. 

» 

2 

Francisco 

» 

Valbuena 

4 

3 

Valdivielso 

» 

3 

Cañizares 

» 

Céspedes  S. 

1 

» 

-Claramonte 

» 

1 

Iriarte 

3 

Alarcon 

» 

1 

Tirso 

2 

, 

Forner 

»    1 

Anón.  XVI 

3 

1 

Anón.  XVI 

2 

1 

Salas 

» 

Calderón 

1 

» 

Calderón 

5 

2 

Moratin  L. 

» 

Lobo 

1 

» 

Salinas  M. 
Moreto 

1 
1 

Montiano 
Cadalso 

» 

1 

^ 

Total 

.       89 

23 

» 

1 

Candamo 

> 

1 

' 

Salas 

1 

» 

Verdugo 

> 

1 

Arrlaza 

» 

1 

Porcel 

1 

» 

Santuario. 

Burgos 

1 

» 

Moratin  N. 

t 

2 

Huerta  V. 

1 

s 

Anón.  LVIII 

1 

» 

Total 

.       32 

8 

Iglesias 

» 

1 

Fuentes  A. 

1 

» 

Jovellanos 

» 

3 

.  Castellanos 

17 

» 

Forner 

1 

1 

!  Góngora 

1 

» 

Sinus. 

Helguero 

» 

1 

¡Argensola  L. 

1 

» 

Cienfuegos 

1 

> 

!  Hojeda 

1 

» 

Castellanos 

3 

» 

Arriaza 

2 

1 

!  Ribera 

2 

» 

Oña 

1 

» 

Marchena 

» 

1 

Argensola  B. 

1 

» 

Góngora 

1 

» 

Solis  D. 

1 

> 

Valdivielso 

3 

» 

Acevedo 

2 

» 

Tapia 

> 

1 
38 

i  Quevedo 

I     Suma  y  sigue. . 

1 

1 
1 

Quevedo 
Suma  y  sigue. . 

1 

» 

Total 

57 

.       29 

8 

> 

Sinus. 

Az. 

Siv. 

Suadir. 

j     Suma  anterior. 
¡Castro  G. 

Az. 

Sin. 

*  Suadir. 

Suma  ant>  rior. 
Forner 

A:. 

S¡)K 

Sunm  anterior. 

8 

1 

.     126 

1 

8 

.     212 

130 

Salar'ar  A. 

> 

3 

1 

Porcel 

1 

> 

Jáuregui 

1 

¿ 

Salas 

1 

t 

Fr.  Diego 

1 

Avila 

1 

Xoroña 

> 

1 

Iglesias 

1 

Alarcon 

8 

Moratin  L. 

> 

1 

Sam  aniego 

1 

> 

Mescua 

1 

» 

ArrTaza 

> 

J 

Meléndez 

1 

> 

Herrera  J. 

1 

;., 

Marchena 

> 

1 

Forner 

2 

> 

Quevedo 

3 

5 

Maury 

1 

» 

Noroña 

> 

2 

Barbadillo 

» 

1 

Alonso 

» 

1 

Callecerrada 

1 

» 

Total .... 

13 

5 

Godinez 

1 

» 

Total 

.     217 

I3í> 

^^■" 

■~~ 

Rebolledo 
Montalban 

1 
1 

: 





Situar. 

Solórzano 
Trillo 

» 

1 

1 

Síiave. 

Montesino 

1 

, 

Caro  (D.*  Ana) 

1 

;, 

Villasandino 

1 

> 

Proaza 

1 

Gómez  Tejada 

1 

;•,. 

Badajoz 

1 

» 

Castillejo 

1 

Hurtado  A. 

» 

1 

Cota 

1 

> 

Fr.  Luis 

2 

Anón.  XVI 

» 

1 

Montesino 

8 

» 

Virués 

] 

I 

Calderón 

10 

58 

Altaraira 

1 

» 

Rodríguez 

1 

» 

Cáncer 

1 

» 

Castillejo 

6 

» 

Castellanos 

(í 

» 

Coollo 

1 

Garcilaso 

4 

2 

Lope 

1 

» 

Polo 

1 

V. 

Timoneda 

5 

1 

Huerta  J. 

1 

» 

Matos 

2 

1 

Cetina 

2 

> 

Rebolledf. 

1 

► 

Enriquez 

1 

>:. 

Anón.  LVIII 

2 

> 

Anón.  XTI 

» 

1 

Monteser 

1 

» 

Mendoza 

8 

4 

Calderón 

1 

Kojas 

11 

2 

Traspinedn 

1 

» 

Jovellaníis 

» 

1 

Villaizan 

2 

1 

Hurtado  L. 

1 

» 

ArrTaza 

> 

1 

Ulioa 

1 

^^ 

Bermúdez 

> 





Solis  A. 

5 

Barros 

X 

> 

Total .... 

.       17 

4 

Cubillo 

8 

I 

Contreras 

!■ 

•mm^ 

Me  n  eses 

1 

Silvestre 

1 

» 

Leiva 

1 

1 

Fr.  Luis 

11 

3 

*  Suadír. 

Moreto 

1 

2 

Córdoba 

•> 

> 

Diamante 

2 

:5 

Salazar  E. 

2 

1 

Castillejo 

1 

» 

Monroy 

1 

x> 

Ercilla 

2 

» 

Anón.  X 

1 

> 

Fomperosí^ 

1 

2 

Herrera 

56 

> 

Virués 

1 

2 

Sal  azar  A. 

1 

» 

Anón.  X 

3 

< 

Castellanos 

4 

. 

Hoz 

» 

1 

Rufo 

5 

» 

Vegas 

ñ 

Cándame 

1 

5  ■ 

Cabero 

1 

> 

Cai  rasco 

3 

. 

Zamora 

1 

10 

Alcázar 

1 

» 

Cervantes 

] 

> 

Cañizares 

x> 

R 

Céspedes  P. 

,     1 

» 

Morillo 

1 

Toledo 

1 

I, 

Gal  vez 

3 

y> 

Oña^ 

. 

1 

Villarroel 

> 

1 

S.  J.  do  la  ("ruz 

I 

í 

Gongo  ra 

2 

» 

Luzan 

» 

1   1 

Virués 

18 

Lopo 

58 

1 

Isla 

5> 

'*  1 

Cueva 

4 

Huerta  .1. 

I 

Porcel 

J) 

1 

2 

Rodríguez 

1 

Ilorozco 

1 

» 

Cruz  R. 

5> 

2   ' 

Barahona 

1 

El  C.  do  Salinas 

) 

Moratin  N. 

1 

2 

ITbeda 

7 

Tárrega 

) 

Cadalso 

» 

1 

Figueroa  F. 

2 

Ribera  L. 

1 

Hur-rta  V. 

> 

1 

Castellanos 

Itt 

Argensola  B. 

10 

Horo 

fi 

A  Id  ana  C. 

1 

Vilíaviciosa  J. 

> 

1 

Vaca 

3 

Torres  Lizana 

1 

Turia 

1 

. 

Saman  ¡ogo 

1 

Vegas 

5 

Valdivielso 

2 

Iriarto 

1 

Arjona  J. 

2 

Tirso 

32 

2 

Jovellanos 

2 

Chaide 

2 

Sinun  ij  sigue. . . 

I2f. 

8 

Suwn  p  sigue. . . 

212 

1.10 

Suma  y  sigue. . 

197 

11 

Suave . 

Az. 

SÍ7l. 

Suave. 

Suma  anterior. 

Az. 

Sin. 

Suave. 

Suma  anterior 

Az. 

Sin. 

Suma  anterior. . 

197 

11 

.    835 

60 

1.142 

103 

1 

Padilla  (Fr.  P.) 

1 

» 

Esquiladle 

2 

1 

Huerta  V. 

2 

7 

Sánchez  AI. 

1 

» 

Ríoja 

7 

> 

Iglesias 

7 

» 

Cortés 

1 

» 

Colodrero 

1 

» 

Hore 

1 

> 

Pagan 

1 

» 

Trillo 

20 

» 

Vaca 

5 

7 

Cairasco 

21 

5 

P.  Céspedes 

2 

» 

Samaniego 

1 

» 

Cei'vantes 

24 

1 

Gómez  Tejada 

1 

» 

Iriarte 

2 

9 

Artieda 

1 

» 

Hurtado  A. 

1 

» 

Jovellanos 

5 

5 

Oña 

3 

1 

Anón.  XVI 

14 

Meléndez 

75 

38 

Herrera  C. 

1 

» 

Calderón 

111 

13 

Forner 

14 

1 

Góngora 

69 

■> 

Zabaleta 

1 

» 

CaUe 

> 

2 

Lope 

174 

3 

Cáncer 

3 

>■> 

Salas 

6 

> 

Huerta  J. 

4 

1 

Coello 

4 

» 

Carvajal 

14 

> 

Aula 

» 

1 

Polo 

2 

» 

Villanueva 

2 

» 

Frías 

» 

1 

Matos 

4 

» 

Arellano 

1 

> 

Caso 

1 

» 

Enriquez 

5 

1 

Noroña 

34 

» 

Gil  Polo 

1 

» 

Zarate 

1 

» 

Moratin  L. 

14 

» 

Morales  J. 

íi 

■„ 

Rojas 

27 

» 

Barbei'o 

3 

> 

Ponce 

-L 

» 

Viílaizan 

1 

2 

Cienfuegos 

4 

» 

Argensola  L. 

4 

» 

Porras 

1 

» 

Arjona  M. 

14 

» 

Carrillo 

s 

1 

UUoa 

1 

» 

Arriaza 

13 

8 

S.  de  Figueroa 

í) 

, 

Solis  A. 

3 

Marchena 

1 

1 

Hojeda 

74 

» 

Cubillo 

3 

» 

Núñez  Díaz 

1 

1 

D.*  Cristobalina 

1 

» 

Le  i  va 

1 

í 

Castro  F. 

1 

* 

Ribera 

'.) 

3 

Cuéllar 

3 

» 

Roldan 

1! 

t 

Argensola  B. 

17 

» 

Moreto 

14 

2 

Maury 

'¿ 

» 

F.  de  Castro 

3 

» 

Quirós  (Fr.  P.) 

1 

i 

Reinoso 

'.' 

> 

Valbuena 

3) 

6 

Diamante 

1 

■j> 

Quintana 

17 

» 

Acevedo 

in 

1 

Monroy 

4 

» 

Solis  D. 

11 

» 

Ledesma 

(i 

:> 

Fomperosa 

1 

4 

Blanco 

4 

1 

Villaviciosa  J. 

3 

» 

Estrella 

1 

- 

Lista 

45 

7 

Arguijo 

4 

» 

Salazar  A. 

■^   5 

1 

Gallardo 

1 

» 

Fr.  Jerónimo 

1 

» 

Hoz 

2 

1 

Gallego 

1 

» 

Gr  ájales 

3 

» 

Sánchez  V. 

» 

1 

Tapia 

3 

» 

Turia 

2 

» 

Sor  Juana 

1 

» 

Ahumada 

> 

1 

Valdivielso 

43 

7 

Vera  Tasis 

1 

i 

Burgos 

5 

» 

Medrano 

•¿ 

» 

Candamo 

4 

» 

Somoza 

--> 

i 

Claramente 

» 

1 

Dionisio 

1 

P.  de  Camino 

ñ 

» 

Tirso 

12 

» 

Fuego 

1 

Musso 

1 

» 

Castro  G. 

4 

» 

Francisco 

1 

» 

Jáuregui 

7 

i 

López  J.  J. 

1 

» 

Total... 

1.4R9 

192 

Avila 

JL 

» 

Toledo 

2 

» 

Alarcon 

16 

» 

Lobo 

2 

1 

Mescua 

7 

2 

Ceo 

1 

i- 

Sumptus. 

Vélez  L. 

2 

» 

Zamora 

1 

•» 

Tasis 

1 

» 

Cañizares 

2 

» 

Montesino 

3 

> 

Herrera  J. 

V) 

Villarroel 

,, 

3 

Timoneda 

1 

1 

Herrera  R. 

1. 

» 

Lazan 

3 

» 

Anón.  LVIII 

2 

> 

Quevedo 

2") 

2 

Iiiarte  J. 

» 

2 

Escobar  (F.  Luí 

í)        1 

» 

Barbadillo 

3 

, 

Isla 

1 

^ 

Mendoza 

» 

Callecerrada 

ó 

4 

Verdugo 

4 

1 

Fr.  Luis 

."S 

1 

«Salinas  J. 

1 

1 

¡Nieto 

5 

2 

Ercilla 

6 

> 

Villegas  E. 

21 

7 

!  Porcel 

14 

2 

Herrera 

1 

» 

Montalban 

3 

» 

ÍMoratin  N. 

10 

Anón.  X 

» 

1 

Solórzano 

1 

1 

I  Cadalso 

2 

7 

•Rufo 

'¿ 

. 

Soto  de  Rojas 

3 
835 

» 
00 

!  Fr.  Diego 

Suma  y  sigue. . 

2 
1.142 

» 

Virués 

Sama  y  sigue. . 

8 

.       SI 

" 

Sictmi  y  sigue. . 

103 

3 

oumptus. 

Az. 

Sin. 

Tempestuoso. 
Castillejo 

Az. 

Sin. 

Virtud. 
Villasandino 

Az. 

Sin. 

Suma  anterior. 

.      31 

3 

2 

1 

1 

Boscan 

» 

1 

Montesino 

2 

Cueva 

a 

> 

Cetina 

1 

. 

Naharro 

•^ 

Laso 

1 

» 

Mendoza 

1 

2 

Castillejo 

11 

Castellanos 

4 

» 

Hurtado  L. 

2 

» 

Garcilaso 

1 

Arjona  J. 

1 

» 

Santa  Teresa 

1 

> 

Oviedo  G. 

1 

Cairasco 

4 

< 

Fr.  Luis 

3 

Timonoda 

1 

Cervantes 

1 

» 

Ercilla 

2 

3 

Anón.  LVUI 

'¿ 

Góngora 

3 

» 

Anón.  X 

1 

1 

Escobar  (Fr.  Luis) 

Lope 

12 

» 

Rufo 

2 

. 

Traspinedo 

1 

Huerta  J. 

6 

>, 

Virués 

» 

ó 

Hurtado  L. 

•t 

El  Lie.  Soto 

1 

>. 

Castellanos 

14 

„ 

Castilla 

•) 

Argén  sola  L. 

1 

>:> 

Vegas 

1 

, 

Barros 

3 

Kibera  L. 

1 

- 

Cha  i  de 

» 

1 

Contrcras 

1 

Argensola  R. 
Valbuona 

2 

;t« 

Oña 

1 

. 

Silvestre 

1 

I 

•i 

Góngora 

» 

1 

Fr.  Luis 

3 

Arguijo 

1 

>; 

Lope 

1 

. 

Ercilla 

4 

Valdiviolso 

3 

1 

Berrío 

1 

, 

Anón.  X 

3 

Tirso 

1 

» 

Hojeda 

^ 

, 

Rufo 

3 

Alarcon 

9 

» 

Vaibuena 

1 

1 

Virués 

•_j 

Enciso 

1 

» 

Acevedo 

2 

> 

Cueva 

1 

Vélez  L. 

2 

^ 

Arguijo 

» 

1 

Castellanos 

J7 

Quevcdo 

3 

» 

Valdivielso 

» 

1 

Vegas 

10 

Fr.  Gaspar 

1 

>J 

Tirso 

1 

, 

Cai  rasco 

i") 

Barbadillo 

» 

1 

Montalban 

] 

> 

Cervantes 

1 

Moutalban 

1 

> 

Solís  A. 

» 

1 

Herrera  C. 

7 

Anón.  XVI 

7 

» 

Hoz 

1 

> 

Góngora. 

3 

Calderón 

23 

» 

Vera  Tasis 

» 

1 

Lope 

yi 

2 

Matos 

2 

» 

Fr.  Diego 

1 

. 

Huerta  J, 

j 

linríquoz 

2 

» 

Iglesias 

1 

. 

Morales  J. 

1 

Jioja.s 

1 

» 

Jovellanos 

» 

3 

Sotan  ti 

2 

Olmo 

I 

•S) 

Moléndez 

2 

2 

Grajales 

1 

Cuóllar 

» 

1 

Cicnfuogos 

:í 

, 

Valdiviolso 

:i 

M o reto 

1 

» 

Lista 

1 

» 

Clararaonto 

1 

Diamanto 

2 

» 

P.  de  Camino 

1 

, 

Tirso 

'j 

Calleja 

1 

» 



Salustrio 

, 

López  (.T.  José) 

1 

» 

Total .... 

.       60 

24 

Avila 

2 

Cañizares 

1 

» 

—o» 

Alarcon 

4 

Luzon 

1 

» 

Moscua 

2 

Isla 

» 

1 

Tetüan. 

Enciso 

1 

Nieto 

8 

» 

Tasis 

1 

Moratin  N. 

<) 

. 

Lope 

6 

Queve.'o 

JO 

Cadalso 

1 

1 

G  rájales 

19 

Barbadillo 

J 

Fr.  Diego 

>; 

1 

Bclnionto 

1 

Bel  monto 

1 

Huerta  V. 

4 

» 

Anón.  XVI 

'» 

(!allecorrada 

■J 

Igiesií.s 
vaca 

» 

1 

Calderón 

2 

(ioíünez 

2 

i 

1 

Enrifiuez 

J 

Moreno 

1 

Iríarte 

1 

■> 

Sal  azar  A. 

Montalban 

i) 

Joveiianos 

,, 

1 

Cauizrres 

1 

Solórzano 

! 

Meléndcz 

3 

i 

Moratin  N. 

, 

P.  ( 'éspcdos 

1 

Nororia 

4 

» 

Samaniogo 

> 

Los  Figuorons 

U 

Moratin  L. 

I 

» 

Iríarte 

. 

Gómez  Tejada 

1 

Barbero 

2 

» 

Forner 

1 

Hurtado  A. 

.1 

Arrlaza 

2 

» 

Tapia 

, 

;.MÓn.  XVI 

i; 

Marchcna 
Lista 

» 

1 

1 
> 

Beña 

» 

Calu>  ron 
Matos 

3 

- 

Total 

;{2 

11 

Enríquoz 

3 

Total .... 

.     1  r,  í 

18 

■— . 

-— 

""" 

Su)i:a  y  siijue.. . 

LK'J 

7 

Virtud. 


Az.     Sin. 


Virtud. 


Az.    Sin. 


Virtud. 


Az.     Sin. 


Suma  atiteiior 

Rojas 

Moreto 

Fomperosa 

Cañizares 

Moratin  N. 

Pr.  Diego 

Vaca 

Samaniego 

Jovellanos 

Suma  y  sigue. . 


ií'O 


Suma  anterior..    316       22 


Siona  aide  ir,r. .    352 


22 


»  iMeléndez 

*  iForner 
4  'Salas 

•  i  Noi'oña 

«   ¡  Moratin  L. 
•2  ¡  Barbero 
1  |Cienfuegos 
1  1  Arjona  M. 
7  !  Arriaza 


1 

4 
1 
1 
10 
6 
1 


Marche  n  a 

Castro  F. 

Reinoso 

Quiulaiia 

Lista 

Jérica 

Somoza 

Total 


376       22 


•¿2        Suma  !J  sigue.. .    352       22 


El  lector  deberá  tener  á  la  vista  ó  consultar  cada  uno  de  los  preceden- 
tes catálogos,  cuando  se  entere  de  la  discusión  que  vamos  á  hacer  en  cada 
palabra. 

37 L    acto. 

Véase  el  catálogo.  La  autoridad  de  Belmonte,  Zarate  y  Solís  (Dionisio), 
es  grande,  y  representa  siempre  la  tradición  clásica.  Calderón  y  Cuóllar  son 
muy  licenciosos;  los  demás  poetas  no  valen  nada,  según  iremos  viendo.  Así, 
pues,  aunque  aquí  las  sinéresis  son  11,  y  las  azeuxis  5,  no  hay  razón  sufi- 
ciente para  que  en  actual  y  aduar  no  se  guarde  la  azeuxis. 


Belmonte,  363 
Pertenece  al  sentimiento 
El  daño  actual  que  ves. 

Zarate,  523' 
Son  fulgores  actuales 


Vaca,  317' 

Interrumpió  á  Minerva 
Y  dijo:  «Yo  actuada 
Estoy  de  esos  sucesos.» 


372.    aduana . 

En  13  poetas:  25  azeuxis,  1  sinéresis  (Iriarte,  60). 


Polo,  200 
Es  puerta  de  la  a.lüana. 

Argeneola  B.,  320' 
Si  no  encadenas  los  infieles  canes, 
•Que  tu  aduana  á  lo3  viandantes  suelta, 
Ni  tu  muro  veré  ni  tu  camino. 


Lope,   3.°,  543' 
A  la  puerta  me  hallaréis 
De  la  Lonja  ó  la  Aduana. 

Moratin  L.,  603 
Y  á  f e  que  en  las  aduanas 
No  visitaran  el  cargo. 


373.    aduar. 

En  10  poetas:  13  azeuxis. 

Cervantes,  101' 
Entre  pobres  y  aduares, 
¿Cómo  nació  tal  belleza? 


Moreto,  448 
Veréis  que  asegurar  puedo 
Un  aduar  de  gitanos. 


282  - 


374.    afectuoso. 

Góngora,  472 
Ponderado!-  saludo  afectuoso 

Avila,  558' 

Tan  afectuosamente 
Y  con  un  mal  accidente 
Me  estorbe  el  ay  del  comer. 

375. 


Diamante,  11 

Porque  estimé  afectuosa 

Tu  atención  quise  excusarla. 

Lista,  326 

Si"»  bondad  dulce  y  celo  afectuoso 
Te  informarán. 


Poicel,    16S' 
Por  sacrificio  de  anuales  ritos 
Deis  á  mis  urus  los  dolientes  gritoa. 


ano. 

Esquilache,    297 
Cual  negra  nube  á  la  anual  ofrenda. 
En  agua  espesa  desatada  baja. 

Otrasj^  Moratin  N.,  116'— Vaca,  328'-Cienfiiegos,  16',  18',  29'  — So- 
lís  D.,  235'— Barbero,  576'.  Total,  9  azeuxis,  contra  (>  sinéresis  do  malos  poe- 
tas: Candamo,  Triarte,  J.,  Fr.  Diego,  Vaca  y  Arriaza: 

376.    Arñaca,  Atuaea,  Azüaga. 
Usadas  por  Castellanos:  14  azeuxis. 

Los  aruacas  pocas  veces  pierden.    (88) 
Chapaos,  atüacas  más  urbanos.        (453') 
Un  Pulgarín,  vecino  do  Azüaga.     (350) 


377.  baluarte. 

En  44  poetas  (Manrique-Quintana); 
98  azeuxis,  4  sinéresis  (Rufo,  9— Me- 
jía,  407'-Tirso,  240-Barbero,  568). 
Pérez  (Luis),  325' 
Torre  de  David,  guarnida 
De  muy  fuertes  baluartes. 

Hita,  XVI,  109. 
Y  todo  el  bando  morisco 
Hace  do  si  un  l)a!fiarte. 

378.  Billnart 

Arjona  M.,  543. 
Y  si  quiere,  la  puedo  rellenar 
De  Goudin,  do  Gonot,  do  IJülüart, 

379.  Bisñano 

Anón,  L VI II,  28 

Mas,  pues  cerca  de  aquí  osla 
Mi  conl'osor  IJinfiano, 
Quiéromo  llegar  allá. 


380.  Burburñata 

Castellanos,  244 
Y  su  principio  fué  Burburñata. 
Id.  172',  247. 

381.  cantiiíi. 

Trillo,  50 

Antes 
Mármoros culto  acentuó  olegantos, 
Que  su  lira  se  oyóse  espaciosa. 

(íóngora,  45(5' 
Concontíioso  coro  diligente.  > 

Id.  429' 
Un  culto  Risco  en  venas  hoy  suaves 
Concontüusnmonto  se  desata.     (1) 
Otro:  Id.  472. 

382.  Carfian 

Virués,  538' 
Deata  fiera  mujor  l'nlso  marido 
Y  del  gran  Carüan  traidor  alcaide. 


(1)  _  Mal    iiuprr'Ho  ronrflitonanimir,  romo  «i    fuora  eoncrptuoxamtntf .  Xo  elopialia  fíóiipora  bI  poof»,  sino 
lil  múfiico. 


28íJ 


383.     carruaje 

GÓDgora,  527' 
Previene  pues  carruaje, 
No  alegue  anterioridad 
Cualque  marqués  de  Alfarache 
O  conde  de  Rabanal. 


Barbero,  608 
Dis.  done...  Sin  discrepar  en  un  pelito 
Hicisteis  el  viaje 
Los  caballos  y  vos  y  el  carruaje. 


Otras:  Mendoza,  57'— Castellanos,  402— Lope,  2.°  245— Calderón,  3.°  496' 
bis — Barbero,  582— Arriaza,  131'.  Total,  9  azeuxis  contra  1  sinéresis,  en 
Hoz,  216. 
384.     caso. 

Por  el  catálogo  (núm.  370)  se  ve  que  lo  clásico  es  la  azeuxis,  pues  las 
sinéresis  pertenecen  todas  al  período  decadente.  Juzgo  que  tal  sinéresis  es 
una  corruptela  contra  el  instinto  eufónico.  Ni  se  admire  el  lector  del  creci- 
do número  de  sinéresis:  también  éstas  se  pegan  de  unos  á  otros  poetas.  He 
de  notar  que  las  azeuxis  son  todas  de  casual;  entre  las  sinéresis  hay  varias 
de  casualmente. 


Enríqtiez,  497' 
Dos  ilusiones  forzosas, 
Dos  ca&üales  engaños. 

385.    concepto. 

Lope,  5.°  198 
Raro  maestro  del  hablar  suave, 
Gallardo  en  prosa  y  verso, 
Conceptuoso,  fácil,  puro  y  terso. 


Oña,  451 

Suceso  casual  y  contingente. 


Cubilla,  154' 
¿Es  aquesta  el  lenguaje 
Conceptuoso  y  galán 
Que  acreditar  puede  á  España? 


Una  sinéresis:  Leiva,  C85",  poeta  inconsecuente. 
386.     continuar. 

Véase  el  catálogo  (núm.  370).  Durante  el  siglo  XYI  siguió  este  verbo  la 
regla  general  de  los  demás  en  üar.  Pero  al  comenzar  el  siglo  XVII,  empie- 
za á  vulgarizarse  la  sinéresis  de  tal  suerte,  que  hasta  los  grandes  ortólogos 
Lope,  Acevedo,  Tirso,  Montalban  y  Trillo  incui'ren  constantemente  en  ella. 
Esto  se  explica  en  parte,  observando  que  las  azeuxis  peor  tratadas  son,  ge- 
neralmente, las  que  se  hallan  en  la  tercera  ó  cuarta  sílaba  del  vocablo.  Sin 
embargo,  teniendo  en  cuenta  la  autoridad  de  los  antiguos  poetas,  y  que  el 
instinto  actual  del  vulgo  castellano  reconoce  todavía  la  azeuxis  en  este 
verbo,  creo  que  no  se  le  debe  exceptuar  de  la  regla  general.  Las  excepcio- 
nes deben  ponerse  sólo  cuando  no  hay  modo  posible  de  restaurar  las  reglas 
en  toda  su  generalidad.  ¿Qué  resolverían  Lope,  Acevedo  y  Trillo,  si  les  pi- 
diéramos su  voto?  Tengo  la  seguridad  de  que  si  ahora  vinieran  al  mundo, 
tendrían  por  licenciosa  la  contracción  que  ellos  mismos  usaron  en  este 
verbo. 


L.  de  Ayala  (Pero),  324 
Siempre  la  virginidad 


En  nueva  é  madura  edad 
La  fuiste  continuando. 


284  - 


Aldana,   F.,  506 
Tiene  continuado  el  rostro  siempre 
Al  bulto,  y  duda,  y  no  se  determina. 

Castellanos,  22 
Efectuando,  pues,  aquesta  vía, 

387.    conventual. 

Tirso,  57" 

Ya  me  doy 
Por  conventual  del  Nuncio. 

Quevedo,  178' 
Conventual  de  las  jaras 
Entre  peñascos  habito. 

Moreto,  418 
Si  aquesto  dura,  del  Nuncio 
SereniOS  conventuales. 


Que  con  todo  hervor  conlinüaba, 
Gran  número  de  gentes  acudía. 

Solía  A.,  XLU, 
Prólofío,  pág.  LII. 
Continuó  la  muerte  su  sosiego. 

388.  comüalla. 

Equívoco  usado   por  Tasis,  163' 
Duda  el  toro  la  batalla 
Y  no  sabe,  en  tanto  aprieto, 
Si  ha  de  perder  el  respeto 
Al  rey  de  la  cornüalla. 

389.  Cortüar. 

Dicción  liebrea,  usa  Ja  c(m  sinére- 
sis por  Iglesias,  466' 


390    crüor. 

Crüor  =  la  sangre  que  mana  de  las  heridas,  es  un  vocablo  castizo,  que  es 
lástima  haya  caído  en  desuso.  Tráele,  sin  embargo,  el  autor  de  La  Mos- 
quea (517)  en  estos  versos: 

Ya  que  estuvo  el  crüor  de  calor  lleno, 

Y  de  la  sangre  y  el  materno  nido 
Tuvo  la  bestia  hormiga  el  nacimiento, 
Y""  con  él  Pu  color  sanguinolento... 

El  crüor  venenoso  se  endurece, 

Y  del  la  turba  hormigonase  cría. 

De  crüor  sale  cruento.  Cruel  viene  del  latino  ci-udelis,  ésto  de  crudus,  y  es- 
totro del  cruúr  latino.  Crueza,  síncopa  de  crudeza,  se  deriva  del  castellano  c/ii- 
do.  Todos  ellos  conservan  la  azouxis  de  su  raíz,  según  el  principio  general, 
número  277. 

A.    cruel. 

La  azeuxis  de  esta  palabra  está  reconocida  por  todos,  incluyendo  la  Real 
Academia.  No  creo  que  la  azeuxis  se  deba  á  la  supresión  do  la  d  originaria; 
pues  también  en  cruento  hay  azeuxis,  donde  no  falta  ninguna  consonante  in- 
termedia. Igualmente,  todos  los  verbos  en  ü¿r  tienen  azouxis,  sogun  lo  de- 
mostrado en  el  capítulo  procedente;  y  de  aquí  so  iníiore  que  la  razón  de  la 
azouxis  en  hüir  y  r7¿2/r,  que  son  los  dos  únicos  que  en  su  origen  tienen  con- 
sonante intermedia  (Juíjere,  cludere),  no  es  la  supresión  de  dicha  consonan- 
te. Por  consiguiente,  la  regla  2."  de  la  Academia  (pág.  Íj-'M),  (lue  se  funda  en 
tales  supresiones,  es  inútil  ó  inservible,  y  además  falsa  cuando  se  aplica  á 
coml)inaciones  átonas,  ó  compuestas  de  fuerte  tónica  y  dóbil  átona;  v.  gr.,  en 
traidor,  reina,  do  traditor,  regina. 


2Sj  — 


Cruel  en  los  poetas  es  palabra  que  ocurre  á  cada  paso.  No  he  tenido  pa- 
ciencia para  contar  todos  los  casos,  sino  en  12  tomos;  y  según  ellos,  calculo 
que  en  toda  la  colección  habrá  4.500  azeuxis,  y  unas  300  sinéresis,  esto  es,  el 
94  por  100  de  azeuxis.  Las  licencias  se  hallan  en  pocos  poetas:  Valbuena  (75 
azeuxis,  80  sinéresis),  Valdivielso,  Calderón,  Huerta  (Jerónimo),  Cueva, 
Laso,  Fray  Diego,  Vaca,  Moratin  (Nicolás)  y  algunos  otro^,  Valbuena,  como 
ortólogo  disparatado,  en  quien  los  extremos  se  tocan,  emplea  algunas  ve- 
ces o-uel  con  sinéresis,  y  crueldad  con  diéresis  (327',  364',  bis,  378',  396,  bis), 
debiendo  ser  todo  al  revés. 

En  el  núm.  240  quedan  estampados  algunos  ejemplos  de  cruel:  aquí  me 
contento  con  uno  entre  muchos  buenos  que  reservo: 

El  vio  que  te  cantaba 
Tan  cruel  como  hermosa, 
Y  agora  estás  cruel  y  peregrina.       (Céspedes  Gonzalo,  191) 

B.    cruento,  crueza. 

En  45  poetas  (Encina— Hidalgo  Félix),  110  azeuxis,  contra  una  sinéresis, 
Oña,  442.  De  las  azeuxis,  corresponden  44  á  cruento,  66  á  crueza,.  Ejemplos: 


Boscan,  501 
Que  sosegar  no  puede  en  su  crñeza. 

Fr.  Luis,  T 
De  hierro,  de  crueza  y  fuego  armado. 

Hurtado  (Luis),  15 
I  Oh  poca  fe  y  gran  crueza 
De  los  que  en  el  mundo  son! 

391.  defectuoso. 

Vegas,  529 
Llena  de  calamidades, 
Defectuosa,  imperfecta. 

Otras:  Lope,  4.°,  121'— Quevedo,  391,  397-'— Anón.,  XVI,  327'— Calde- 
rón, 3.°,  103",  247 -Id.,  LVIII,  337'~Eojas,  372",  503.  Total,  11  azeuxis. 
Sinéresis:  Moreto,  442". 

392.  Düardo,  Düart,  etc. 

Considero  estas  seis  palabras  como  una  sola,  con  diferentes  formas;  y  así,. 
la  prueba  es  para  todas  en  globo.  Ya  pusimos  el  catálogo  (núm.  370):  vayan 
los  ejemplos. 


Lope,  5.°,  432 
La  víctima  incruenta 
Pusiera  sobre  el  ara. 

Gallego,  400' 
Allí  en  padrón  cruento 
De  oprobio  y  mengua  que  perpetuo  dure. 
La  vil  traición  del  déspota  se  lea. 

Alarcon,  486 
Quien  ama  á  un  defectuoso, 
Ama  también  sus  defectos. 


Gil  Vicente,  156, 
Y  fueron  á  las  galeras 
Que  don  Düardos  había. 

Lope,  1.",  315. 
No  ha  dos  horas 
Que  Miseno  la  promete 


A  Diiardo  en  nombre  mío. 

Id.,  5.0,  459. 
Casó  con  el  infante  don  Düarte. 

Alarcon,  243" 
Triste,  Düarto,  estaba  on  Troya  Aquiles, 


286 


Quintana,  52. 

De  todos  tiemblo: 
De  Eduardo,  de  Oren,  y  aun  de  mi  mismo. 
— ¡De  Eduardo!  ¿Y   por   qué?   la   ilusión 

vana,  etc.] 


Castro  (Guillen),  310. 
Bueno  está;  no  más,  no  más, 
Fedüardo,  ya  te  entiendo. 

Valbuena,  387* 
Reinaldos,  Odüardo,  ol  duque  Arncsto. 


393.  Düodo. 

Francisco  ora,  del  nombre  de  Dü'<lo.  ;Rufo,  109). 

394.  efecto. 

Y.  el  catálogo  (núin.  370):  todos  los  casos  son  del  verbo  efectüai: 


Anón.,  LVIII,  60. 
Enviemos  á  rojear 
A  nuestro  rey  Faraón 
Que  lo  venga  á  efotüar. 

Castellanos,  334. 
Con  aquesta  valiente  compañia 
Efetüo  Coendo  su  viajo. 


Calderón,  3.",  58. 
Hasta  el  cuarto  pasemos 
Del  Roy,  no  porque  nada  ofectüeraus. 
Sino  porque  veamos,  etc. 

Los  Figuoroas,  4u7' 
Y  sólo  espera  que  venga 
Para  efectuarlos. — Eso,  etc. 


395.    electo. 

En  8  poetas  (Anón.LVIII.- 
ratin  L.,  600" 

Anón.,  LVIII,  143' 
En  aqueste  santuario 
Mi  porción  está  encerrada, 
Y  la  mi  cena  guisada, 
Y''  el  divino  letuario. 


-Diamante),  18  azeuxis:  loin  sinéresis  en  Mo- 


Lope,  1.°,  193' 
Pues,  sus,  denos  á  los  dos. 
Aguardiente  y  letuario. 


396.     espíritu. 

Véase  el  catálogo  (núm.  370).  Todos  los  datos  se  refieren  á  espiritual,  y 
ol  ser  relativamente  algo  numerosas  las  sinéresis,  se  debe:  í."  á  que  no  es 
tan  armónica  la  azeuxis  en  palabra  tan  larga;  2."  á  la  incorrección  de  los 
poetas.  Hurtado,  Calderón,  Fomperosa,  Iríarte  y  Fr.  Diego,  no  son  cierta- 
mente muy  escrupulosos. 


Tirso,  LVIII,  287' 
Y  en  sus  prados  celestiales 
Flores  espirituales 
Cojo. 


Morcto,  LVIII,  554 
Agustino  dice  aqui 
Que  fué  decir  que  en  sentido 
Espiritual  hablaba. 


397.     estatua. 

Esta  palabra  y  ol  verso  estatuir  tienen  un  misnn)  oi'igon,  el  supino  sta- 
tiun  del  verbo  latino  stare. 

Alcázar,  410 


Y  halló  ser  necesario 
Para  enterarse  del  hecho. 


Irse  á  la  tienda  derecho 
Do  un  insigne  estatuario. 


-  287  - 


Salas,  546  I  Como  Calasauz,  los  niños, 

Con  dos  distintos  respetos  Como  estatua,  estatuarios. 

Parece  que  está  enseñando:  | 

Otras:  Yalbuena,  174' — Eeinoso,  XXIX,  512' 

Sinéresis,  tres:  Vaca,  290,  305'— Triarte,  33.  Ellos  habían  de  ser. 

398.     Estüardo  ó  Stüard. 


Lope,  5.0,  433' 
Al  santísimo  Urbano  dedicada 
Trágica  musa,  coronó  la  frente 
De  Estüarda  inocente. 


Coello,  40C> 
Con  fuerza  ó  con  artificio 
Prendió  á  Mari  a  Estüarda 
Reina  de  Escocia. 


399.     exceptuar. 

Otra  palabra  desgraciada  por  su  largura.  Véase  el  catálogo  (núm.  370). 
La  sinéresis  de  Castellanos  es  singularmente  rara  en  él.  La  de  Lope  es  tam- 
bién rara,  y  tal  vez  dijera  allí  Lope  exceptando  (5.°  442'),  como  escribió  ex- 
ceptar (2.°,  316).  Los  demás  que  usan  la  sinéresis,  son  casi  todos  muy  malos 
ortólogos;  por  lo  cual  no  se  ve  razón  para  excluirle  de  la  regla  general. 


Lope,  1."  539" 
Que  vuelvan  todos, 
Sin  exceptuar  ninguno. 

400.  fastuoso. 

Carvajal,  581 

Y  despreciar  con  aire  fastuoso 
Al  rico,  deslindando  su  linaje. 

401.  fatuo. 

Barbero,  608 
Rocinante  no  más  de  aquí  saliste, 

Y  rocin  fatuísimo  volviste. 

402.  flexüoso. 

Acevedo,  258 
Y  como  por  la  tierra  va  arrastrando 
Con  viaje  torcido  la  serpiente, 
De  tal  manera  el  Océano  infido 
Camina  flexüoso  y  retorcido. 

Góngora,  472' 
De  flejüosas  mimbres  garbín  pardo. 

403.  flioctus. 

En  28  poetas  (Hurtado  L. — Núñez 
Díaz),  49  azeuxis,  2  sinéresis  (Calde- 
rón, 2.°  568"-Hoz,  233"). 

Hurtado  A.,  454' 
Mal  me  ha  salido  la  traza. 


Alarcon,  286" 
Hace  al  Rey  exceptuado 
Lo  que  tiene  de  divino. 

Y  barquilla  fluctüante 
En  olas  tantas  bien  cruje. 


Rojas,  LII,  566 
A  pique  os  vais,  fluctuando 
Borrascoso  el  mar  que  veis. 

Acevedo,  256 
Vuelven  las  fortalezas  fabricadas 
Sobre  el  inquieto  y  fluctuoso  asiento. 

404.     fruto. 

En  24  poetas  (Montesino— Arria- 
za),  34  azeuxis,  2  sinéresis  (Padilla 
Fr.  Juan,  372'— Samaniego,  362). 
31  azeuxis  de  fructuoso. 
2       »       de  usufructuario. 
1       »       de  usufructuar. 

Gil  Polo,  552 

Deja  la  seca  ribera 

Do  está  el  alga  infructuosa. 


288  - 


Calderón,  1,®  521' 
Un  mayorazgo  que  á  él 
Le  toca,  su  madre  muerta, 
A  quien  yo  usufructuaba. 


ErciUa,  137 

La  ocasión  dichosa  y  suerte  buena 
Vale  más  que  el  trabajo  infructuoso, 
Trabajo  infructuoso  como  el  mío. 
Que  siempre  ha  dado  en  seco  y  en  vacio. 

405.     grado. 

Véase  el  catálogo  (núm.  370):  las  sinéresis  son  del  período  decadente. 


Forner,  300 
Dejó  á  los  hombres  de  tender  al  cielo 
Infructuosamente. 


Ledesma,  103' 

ítem:  mando  que  mi  Esposa 
Usufructuaria  quede 
De  todo  cuanto  yo  tengo. 


Góngora,  470 

Y  premiados  graduadamente 
Advocaron  á  si  toda  la  gente. 

Polo,  196' 
Soy  maestro  graduado, 

Y  en  lo  humano  y  lo  divino 
Graduado  de  inocente 
Por  Carabanchel  ó  Pinto. 

Artieda,  539' 
De  artes  me  gradué  á  los  catorce  años, 
Gradüéme  de  leyes  á  los  veinte, 
Con  aplauso  y  pronósticos  extraños. 

406.  hábito. 

Argonsola  (B.),  311' 
Quien  esta  mengua  habitual  profesa, 
¿Dirás  que  vive? 

Otras:  Timoneda,  98— Santos,  434'— Cairasco,  472'— Ercilla,  52'-Lobo,  3] . 

407.  impetuoso. 

En  43  poetas  (Castillejo-Gallego),  119  azeuxis,  9  sinéresis.  Cinco  de  éstas 
pertenecen  á  Pitillas,  Jovollanos  y  Noroña. 


Lope,  1.°  383 
Aprovechóse  bien  y  graduóse 
Por  un  colegio,  y  vínose  á  la  corte. 

Quevedo,  105* 
Gradué  de  esportilleros 
Al  Tiñopo  y  á  Perotc. 

Bonilla,  140' 
Quedan 
Los  vicios  dosí^radüados 
De  sus  antiguas  poteneías. 


Aldana  (C),  500 
Dices  que  melancólico  y  muy  triste 
Soy  por  natura  propia  habituada. 


Padilla  (Fr.  Podro),  46' 
Hijo  del  trueno,  rayo  impetuoso. 


Y  tan  exorbitante  torbellino^ 


Cien  fuegos,  33* 
.    Dulce,  respetuoso 
En  sus  cariños,  on  el  niarcio  duelo 
Su  brazo  impetuoso,  etc. 


Castellanos,  226 
Tempestuoso  tiempo  sobrevino 
Con  tan  impetuosa  víoloncia 

408.     ¡ncostüoso. 

En  13  poetas  (Eríilla-'ra])ia),  15  azeuxis,  2  sinéresis  ('rirso,  IX,  112-   Ta- 
pia, 681). 

Lope,  5.«,  521. 


Ercilla,  10.') 
Incestuoso,  desleal,  ingrati 


Que  por  esta  maldad  incestuosa 
Aromáticas  lágrimas  lloraba. 


—  289  — 


409.  individuo. 

Solos  3  ejemplos  liay,  y  son  de  si- 
néresis: Matos,  285. — Cañizares,  609'. 
Vera  Tasis,  257".  La  autoridad  de 
Matos  es  regular;  menor  la  de  Cañi- 
zares; la  de  Vera  Tasis,  nula.  No 
hay  por  qué  exceptuarle. 

410.  intelectual. 

Lope,  1.0,  191. 
Si  por  agentes  intelectuales 
Animados  parecen,  no  me  espanto. 

Lobo.  48. 
La  Fe,  de  quien  es  sujeto 
Potencia  intelectual. 
Lleva  primera  en  origen, 
Pero  no  en  la  dignidad. 

Otras:  Lope,  ibid.— Id.  5.°,  334'.— 
Calderón,  4.^  733". 

Dos  sinéresis:  Calderón,  LVIII, 
448.— Triarte,  23'. 

411.  Itüango. 

Úsale  Castellanos  10  veces  con 
azeuxis  (506-554). 

Y  ansi  Gaspar  de  Redas  pidió  votos 
Para  fundar  ciudad  en  Itüango. 

Y  en  Itüango  puso  sus  banderas  (521'). 
416.     Lusüarte. 


412.  Janüario. 
Latinismo  arcaico. 

Calderón,  2.",  530'. 
Consagrado  á  Jano, 
Tomé  su  nombre  en  la  lengua 
Latina,  pues  Janüario 
Y  Enero  una  cosa  es  mesma. 

Dos   sinéresis:   Cándame,   LVIII, 
567'.— Vaca,  335. 

413.  Jurüara. 

Castellanos,  192. 
No  quería  servir  ya  Jurüara. 

414.  Litüania. 

Ercilla,  103. 
Mira  á  Livonia,  Prusia,  Litüania, 
Samotracia,  Podolia  y  á  Suría. 

415.  luctuoso. 

Castellanos,  433'. 
Vinieron  luctuosas  compañías. 

Moratin  L.,  593'. 

¿A  los  reyes 
No  vencidos  antes, 
De  Sabá  preparas 
Guerra  luctuosa? 

Otras:  Hurtado  L.,  4.  — Castella- 
nos, 332'.— Hita,  III,  617'.  — Rojas, 
562'.— Vera  Tasis,  XLII,  226'. 


Dice  el  sabio  Lusüarte 

Que  para  olvidar  á  un  hombre,  etc.       (Lope,  3."  524). 

417.    majestuoso. 

Las  sinéresis  de  Lope,  Tirso,  y  el  P.  Céspedes  son  cosa  rara:  las  de  los 
otros  poetas  nada  significan.  Véase  el  catálogo  (núm.  370). 


Góngora,  438' 
El  Betis  esta  urna  en  sus  arenas 
Majestuosamente  ba  levantado. 

Quiroga,  153 

Cuya  majestuosa  arquitectura 
Del  estrago  del  tiempo  se  asegura. 


Quintana,  LXVII,  201' 
Te  verás  hinchendo  el  aire 
Con  tu  voz  majestuosa. 

Somoza,  468 
Rueda  majestuoso 
En  zona  invariable. 

19 


290  - 


418.  mano. 

Argensola,  B,  316  I  Montalban,  527 

Asi  en  los  haces  manuales  puesta  i  Como  trasto  manual 

Al  sol  se  enjuga.  |  Que  cabe  en  cualquier  rincón 

Otras:  Castellanos,  320,  337,  356— Rufo,  11'— Orngora,  519'-Polo,  206'— 
Rojas,  158". 

419.  inantiiano. 

Véase  el  catálogo  (núm.  370):  las  sinéresis  son  anticlásicas. 


Garcilaso,  4' 
Tanto,  que  no  pudiera  el  raantüano 
Tí  tiro  ser  de  ti  más  alabado. 

420.     Marüana. 

Castellanos,  88 
Y  á  los  de  Chacomar  también  regía 
Marüana,  cacique  prepotente. 


Lista,  296' 
Vuelva,  que  ya  la  escena  mantOana 
Le  espera  armado  del  puñal  luciente. 

421.     mes. 

Góngora,  538 
Noticia,  aviso  y  señal 
De  las  cartas  que  1"  trajo 
El  correo  mensual. 

Una  sinéresis:  Arríaza,  5t. 


422.     monstruoso. 

•Véase  el  catálojío  (núm.  370).  Admirable  es  ciertamente  elnúmero  de  si- 
néresis que  aquí  hallamos.  Sin  embargo,  la  exigencia  de  la  regla,  y  el  ha- 
llarse la  mayor  parte  de  las  sinéresis  en  malos  ortólogos,  nos  obligan  á  no 
apartarnos  del  uso  clásico  de  Lope,  Castellanos,  Hojeda,  Acevedo  y  Tirso. 


Castellanos,  488 
No  por  otro  salario,  ni  otro  gaje. 
Sino  la  monstruosa  golosina. 

Acevedo,  268' 
El  monstruoso  can  Cerbero  aullando 
Atruena  las  cavernas  del  Cocito. 


Porcel,  146 
Defensa  del  valor  fué  generosa 
Sí,  pero  monstruosa. 

Solis,  D.,  245 
De  este  modo  decía,  y  su  paseo 
Continúa  la  bestia  monstruosa. 


423.     montuoso. 

En  16  poetas  CFr.  Luis.  -  Cienfuegos),  56  azeuxis,  3  sinéresis  (Fr.,Luis,  32 
—Fuego,  263-Moratin  N.  54'). 


Esquilacho,  301 
Y  un  roto  y  negro  manto  que  tenia 
La  espalda  montuosa  lo  cubría. 

424.     inoi't  ñorio. 

Que  vedo,   125' 
Más  vino  han  despabilado 
Que  un  mortuorio  en  Vizcaya. 


Morales,  A.,  250 
En  un  áspero  desierto 
Tan  montuoso  y  espeso,  etc. 


Lista,  275 

¿Qué  blanco  velo 
Cual  lienzo  mortuorio 
Cubro  la  ma¡esta<l  quo  adora  el  cielo? 

Otras:  Hurtado  L,  KV,  27"    Qucvedo,  119'  11>7'.  Total,  6  azouxis  contra 
una  sinéresis  de  Iríarte,  61".  El  consabido. 


-  291 


425.    mortuorujH. 

Palabra  latina  usada  por  Lope,  2.° 
242'. 

Los  vi  por  una  pendencia 
Muy  cerca  de  mortüorum. 


426.     padüano. 

No  hay  ejemplo.  Valga  el  del  res- 
ponso de  San  Antonio: 

Cuéntenlo  los  socorridos, 
Díganlo  los  padüanos. 


427.     perpetuo 

Salustrio,  485" 
Deja  ya  perpetuada 
Una  ilustre  decendencia 


Moreto,  488" 
Sus  oficios  de  esta  guisa 
Perpetuad  en  sus  fijos. 


Otras:  Bonilla,  225  ter-Castellanos,  233,  284,  357',  377'-Tirso,  120',  677 
— Quevedo,  467'.  Total,  12  azeuxis  contra  5  sinéresis  del  período  decadente: 
Huerta  V.,  219— Jovellanos,  63— Noroña,  462'— Arriaza,  102,  117. 

Los  ejemplos  de  Bonilla  son  de  perpetúan:  voz  inventada  por  él,  diQ  per- 
jpetuo,  á  imitación  de  galán,  de  gala. 


428. 


peruano 


Oña,  425 
Virrey  le  vi  del  reino  peruano. 

Quintana,  75 
Del  español  á  vista  el  peruano. 


Fr.  Diego,  181' 
¿Rehusaste  por  ventura 
Probar  el  amargura 
De  la  roja  corteza  peruana? 


Otras:  Cervantes,  85'— Góngora,  471— Calderón,  4.°  238",  243— Moratin 
L.,  601" — Pérez  de  Camino,  725".  Total,  9  azeuxis  contra  una  sinéresis:  Jo- 
vellanos, 24'.  Otro  que  tal. 

429.    punto 
V.  el  catálogo  fnúm.  370).  Las  sinéresis  señaladas  á  Tirso  y  Rojas  se 
hallan  en  comedias  falsamente  atrÜDüidas  á  ellos.  Las  tres  únicas  que  po- 
drían hacer  fuerza,  son  las  de  G-óngora,  Lope  y  Tárrega;  las  demás  nada 
valen. 


Villegas  (Juan),  339' 
¡Qué  puntual  acudir! 
¡Oh  cómo  los  dos  se  adoran! 

Castellanos,  536 
Conf  lándome,  pues,  de  vuestro  tino 
Con  que  soléis  guiar  puntualmente. 
Antes  de  ver  el  rayo  matutino 
Quiero  que  á  Santafé  guiéis  la  frente. 


Rojas,  255 

Yo  puntual  os  serví: 
Pagadme  vos  puntual. 

Salas,  527' 
Esta  oda,  extractada  con  cuidado 
Y  puntual  esmoro 
Del  Epódon  de  Horacio, 
Que  á  mi  mano  llegó  casualmente. 


-  292  - 


430.     Eedi-ian 
En  9  poetas  (Hita — Moratin  N.),  52  azeuxis,  2  sinéresis. 


Anón.  X,  115 
A  vista  de  su  palacio 
El  anciano  Rediian 
En  un  ruano  caballo,  etc. 


Anón.  XLIX,  184' 
Enmendarlo  es  ya 
Fuerza. — Redüan  valiente 
Moro  soy.— ¿Tú,  Redüan? 


431. 


respetuoso 

Lista,  386' 
Mira  con  atención  respetuosa 
El  rayo  ardiente  de  ¡as  sacras  ciencias. 

Otra:  véase  el  n.°  407. 

Sinéresis:  cuatro  en  Meléndez,  y 
una  en  Noroña.  La  autoridad  de  Lis- 
ta vale  más. 

432.    ritual 

Arjona  M.,  542' 
Un  obispo  que  estudie  el  Ritual 
Regula  cleri  y  el  Pontifical. 
Fna  sinéresis:  Gallego,  418'. 

433. 


434. 


rúa 


435. 


Romilaldo 

Solórzano,  305' 
San  Lcsmcs,  San  Romualdo, 
San  Pantaleon,  San  Bruno. 

Otras:  Hojeda,  488 -Vaca,  .3.33'. 
Sinéresis,  dos:  Vaca,  ibid. — P.  Cés 
pedes,  141. 

436.     santuario. 

Las  sinéresis  que  se  ven  en  el  catálogo  (núni.  .370)  valen  muy  poco 


En  15  poetas  (Timoneda— Moratin 
L.),  31  azeuxis:  no  hay  sinéresis. 

Llana  Piego),  646" 
La  venta  de  Malaber 
Ruando  sobre  una  nube. 

Lope,  3.0  527' 
Por  cuchillos  el  francés, 
Mercorias  y  rúan, 
Lleva  aceito. 


Moratin  N.,  61 
Y  arrüando  y  las  cerdas  erizadas, 
Pasa  el  colmillo  al  joven  descuidado. 


Eüanza 

Anón.  X,  230 

Mató  á  madama  RGanz»;, 
Reina  de  tan  gran  estado. 


Rebolledo,  408 
y  y<>  con  sentimiento  extraordinario 
Hollar  el  santuario 
A  las  naciones  via. 


Carvajal,  .583" 
Do  mil  modos  extiende  su-venr'no. 
Hasta  ver  lleno  de  él  el  santuario, 
El  santuario  do  virtud  amable. 


437.  senftus. 
\'óase  ol  catálogo  rniim..370). 

Proaza,  334' 
Y  a  juí  grueso  y  sensual 
Cuanto  vemos  y  tocamos. 

438.  sexual. 

Cionfuegos,  21 
Hombre  fué  ol  hombre.  Al  sexual  cariño 
El  brutal  apetito  rindió  el  cetro. 


Contreras,  401 
Debajo  do  cuya  mano 
Está  ol  poder  sensual. 


—  293  — 


439.    sinus. 

Véase  el  catálogo  (núin,  370). 

De  insinuar,  4  azeuxis  y  4  sinéresis;  de  sinuoso,  9  azeuxis,  1  sinéresis. 

Todas  las  licencias  son  del  período  decadente. 


Porce],  160 
Docta  en  insinuar  tiernos  amores 
Levantó  á  mavor  llama  los  ardores. 


Góngora,  481 
Al  Támesis  el  día 
Mucha  le  esconde  sinuosa  vela. 


Acevedo,  264 
La  cruel  serpiente 
Con  oro  esmalta  el  cuerpo  sinuoso. 


Fr.  Luis,  55 
Da  el  hombre  á  su  labor  sin  miedo  alguno 
Las  horas  situadas. 


Forner,303 
Tu  regalado  fuego  insinuando, 
Inflame  activo  el  desnudado  pecho. 

440.  situar. 
Véase  el  catálogo  (núm.  370). 

Proaza,XVI,  421' 
Debajo  del  mejor  clima 
Eres  puesta  y  situada. 

441.  *  suadir. 

Del  latino  suadere;  derivados,  Süada,  la  diosa  de  la  persuasión,  y  los  ver- 
tos  disuadir  y  persuadir. 

En  el  catálogo  fnúm.  370)  faltan  los  datos  de  las  430  primeras  páginas 
del  tomo  I  de  Calderón.  Además  las  dos  sinéresis  atribuidas  á  Rojas,  están 
en  la  comedia  que  no  es  suya. 

De  la  inspección  de  dicho  catálogo,  se  deduce:  1.^,  que  la  mitad  (ó  poco 
menos)  de  las  sinéresis,  son  de  Calderón;  2.°,  que  la  ortología  clásica  de  este 
verbo  es  la  azeuxis.  No  creo  habrá  ningún  amante  del  clasicismo,  que  afir- 
me que  debemos  renunciar  á  tal  azeuxis,  sostenida  ]3or  nuestros  ortólogos 
modelos,  para  seguir  la  desviación  que  la  turba  de  poetas  de  la  decadencia 
introdujo  en  la  lengua. 


Lope,  5.°,  231' 
Persuade,  aconseja  ó  disuade. 


Forner,  400 
Desplegó  la  Süada 
Sus  labios  hala^'iieños. 


Caira  se  o,  457' 
Regala,  punge,  obliga  ó  persuade, 
Incita,  disuade. 
Alegra  y  entristece,  etc. 


Gómez  Tejada,  538 
Tres  guerras  disuaden  de  Cartago. 

Véanse  otros  hermosos  ejemplos,  núm.  240. 

442.  Süárez. 

De  Suero:  úsale  Castellanos  33  veces,  siempre  con  azeuxis;  pueden  verse 
wice  casos  en  las  págs.  293  y  294. 

Decíale  Süárez  que  huyera  (pág.  53'). 

Otra  azeuxis:  Cervantes,  82. 

443.  suave: 

Famosa  palabra.  Caramuel  sostenía  que  en  suave  hay  diptongo,  porque 


—  294  - 


en  latín  la  u  es  líquida...  !!.  Bello  cree  libre  la  azeuxis.  Cáscales  tiene  p(^r 
contracción  hacerle  disílabo.  Nuestros  poetas  clásicos  (v.  el  catálo^jo,  nú- 
mero 370)  hasta  Monroy  inclusive,  aun  contando  las  sinéresis  de  A'albuena, 
Valdivielso,  Villegas  y  Calderón,  guardan  la  azeuxis  el  93  por  100  de  lo& 
casos. 

De  los  189  poetas  que  emplean  este  vocablo,  ,136  lo  hacen  siempre  con 
azeuxis.  Las  sinéresis  de  Villegas  son  un  mismo  verso  repetido  siete  veces. 
Las  de  Meléndez  y  Lista  son  cosa  algo  extraña. 

A  los  ejemplos  copiados  en  el  núm.  240,  añadiremos  los  siguientes: 


Villegas  (E.),  557 
Suaves  daré  olores, 
Suaves  diré  versos, 
Y  juntos  yo  y  mi  dama 
Suaves  bailaremos. 

Valbuena,  379' 
A  gozar  fueron  de  las  flores  y  aves. 
Suave  olor  y  músicas  suaves. 

Noroña,  439 
Las  suaves  viandas  preparadas 
Siguen  gustando  llenos  de  contento. 

Moratin  (N.),  102' 
¡O  Tarquino,  qué  bien  me  persuades 
Con  voces  lialagiicñas  y  suaves! 


Trillo,  74' 
Hermosa  es  la  nave 

Y  apacible  el  viento; 
Suave  el  intento 

Y  el  sentir  suave. 

Pérez  do  Camino,  729" 
Tú  solo  liaces  alegres  y  suaves 
I       Nuestros  dias  ¡oh  Dios!  tempestuosos. 

Arjona  (M.),  530-' 
Ven  ya,  céfiro  blando 
Suavemente  espira. 

Corvantes,  595' 
Mostrábanse  los  olas  lisonjeras. 
Impeliendo  el  bajel  suavemente. 


444.    suniptus. 

De  los  datos  que  arroja  el  catálogo  (núm.  370),  corresponden:  kaiintüoso^ 
136  azeuxis  y  12  sinéresis;  A  presuntuoso  26  azeuxis  y  6  sinéresis. 

El  Conde  de  Salinas,  23' 


Herrera,  290 

Un  templo  insincmente  suntuoso 
Cual  fué  en  Pafo  á  Díone  consagrado. 

Alarcon,  50 
Séneca  la  comparó 
Al  vano  presuntuoso. 


Y  más  soberbio  y  más  )<rosuntüoBo 
Que  el  pavón  alabado. 

Arguijo,  396 
Las  suntuosas  aras  que  dedicas 
A  los  nuevos  jiatronos. 


445.     tonipestüoso. 

Palabra  grandemente  llevada  y  traída  á  los  dos  extremos:  véase  el  catá- 
logo (núm.  370). 


Santa  T(M-oHft,  512  I 

Y  aní  alegre  paHn  y  muy  goz«j80  i 

Las  ondas  de  este  mar  tempestuoso.  | 

(Véanse  otros  ejemplos,  núms.  407  y  413). 


Mol.MKk'Z.  '217' 
Tü,  Orion  tempestuoso, 
Que  del  mar  mueves  las  iras. 


295  — 


Lobo,  43"' 
Hético  y  extenuado 
Un  débil  colchón  se  hilvana. 


446.  tenue. 

Argensola  B.,  336  I 

Ya  la  enemiga  fuerza  atenuando,  i 

Y  ya  creciendo  la  de  su  guerrero.  | 

Otras:  Góngora,  457— Acevedo,  281— Porcel,  166*.  Total,  cinco. 
Sinéresis,  cuatro:  Góngora,  547' — Zamora,  451— Vaca,  333'^Noroña,  461. 

447.  Tetüan. 

Las  sinéresis  son  todas  del  período  postclásico:  véase  el  catálogo  (nú- 
mero 370). 

Grajales,  420"  1  Lope,  4.°,  331 

De  Tetüan,  sobre  unas  vidrieras,  Este  compré  por  San  Juan, 

En  un  balcón  con  solos  cuatro  ramos.  j  Y  le  trajea  Tetüan. 

448.  tortuoso. 

En  18  poetas  (Anón.  X — Tapia),  26  azeuxis,  2  sinéresis  (Porcel,  162' — No- 
roña,  493). 

Acevedo,  258  1  Iriarte,  48' 

Ya  con  viaje  oblicuo  y  tortuoso  .  De  los  rios  el  curso  tortuoso 

Bañase  sus  confines  y  cantones.  |  Considerar  podrás  y  sus  orillas. 

449.  trüan. 

Este  vocablo  se  halla  muchas  veces  escrito  con  h  entre  las  dos  vocales 
y  siempre  es  azeuxis,  excepto  una  sola  vez  en  Jovellanos,  34'. 

Sin  h  es  igualmente  azeuxis,  y  le  hallo  en  7  poetas  (Castillejo — Vaca):  13 
azeuxis.  No  hay  sinéresis.  Pongamos  un  ejemplo: 

Que  quien  fué  trüan  en  burlas. 
Es  predicador  en  veras.  (Quevedo,  335). 


450.  tüorum  y  tüarum. 
Palabras  latinas  usadas  por 

Cañizares,  513 

In  saecula  saeeulorum, 

Qíme  iñorum^  quae  tüarum. 

Otra:  Salustrio,  444' 

451.  tumulto. 

Caslell-inos,  473' 

Mas  en  oyendo  la  tumultuante 

Turba  contáronlo  con  los  difuntos. 

Id.,  504 

Y  la  tumultuosa  pestilencia 

Con  el  alborotado  movimiento. 

Isla,  284' 
¿Será  razón  que  la  espada 


Se  esté  en  la  vaina  metida^ 

Por  más  que  tumultuaria 

La  muchedumbre  me  oprima? 

Otras:  Castellanos,  255,  550' — Ar- 
gensola B.,  311 — Vaca,  329;  total,  7. 

Sinéresis,  c¿ía/ro:  Rufo,  9' — Trigue- 
ros, 610 — Samaniego,  369 — Jovella- 
nos, 63'. 

452.  Turüaco. 

Castellanos,  371 
Vamos  á  Turüaco,  cenaremos. 

Id.,  368',  369,  370. 

453.  uso. 

Polo,  193' 
Comienzo  á  lo  usual,  por  los  cabellos, 


-  296  - 


Estebanillo,  366' 
Porque  agravios  por  finezas 
Es  ya  moneda  usual. 

Otras:  [Castellanos,  553-Calde- 
ron,  LVIII,  510— Rojas,  ia3'. 

454.  valor. 

Forner,  319' 

jNIís  sortijas  en  miles  valuadas; 

Sombrero  de  tres  altos  prepotente. 

455.  vestuario. 

Castellanos,  436' 
Y  ai  bárbaro  que  nada  se  vestía 
Usar  bizo  de  nuestros  vestuarios. 

Anón.,  XVI,  37' 

Mas  ya  del  mundo  desnuda, 

¿Por  qué  me  entré  en  vestuario? 

Otras:  Castellanos,  157— Vegas,  500 
Grónftora,  427'— Lope,  5.",  489'— Qug- 
vedo,  222,  278'-Caldoron,  1.°,  24". 

456.  vidual. 

Turia,  213 
¿Y  quién  {^}  el  asombro  horrible 
De  viduales  trabajos? 

457.  virtud. 

Véase  el  catálogo  (núin.  B70):  las 
sinéresis  son  casi  todas  de  malos 
poetas. 

Villasandino,  321 
Generosa,  muy  íeryaosa, 
Sin  m msilla,  Virgen  santa, 
Virlüosa,  poderosa, 
De  quien  Lucifer  sé  esi)anta. 

(i(')ngora,  414' 

En  polvo,  «n  jugo  virlüosaní  -ule 
Soliciten  salud,  produzgan  vi<l:i. 

458.  visfuil. 

(;ul)illo,   186" 
¿Por  qué  parto  comenzó 
La  visual  á  encubrirse? 


Zarate,  521 

Es  clara 
Consecuencia  visual. 

Otras:  Castellanos,  509,  527' — Tir- 
so, 395"-Quevedo,  73'-.Mor.,  XIV, 
541",  Candamo,  370";  total,  8. 

459.  vitualla. 

En  11  poetas  (Ercilla— Triarte),  29 
azeuxis,  una  sinéresis,  (López  Juan 
José,  238). 

Anón.,  X,  63 
Por  falta  de  vituallas 
Se  entregó  el  misero  alcaide. 

Nieto,  683 
Ponen  sobre  dromedarios 
Las  diversas  vituallas. 

460.  volupfas. 

Meléndez,  2;íT' 
O  si  en  voluptüot^os 
Rayos  de  Sirio  el  triste  desitliento 
Calmar  te  place. 

Cieufuego?,  17 
Kl  sibarita,  en  languidez  ociosa 
Voluplüoeamonte  adormecido 
Sin  poder  desear,  los  brazos  tiende. 

-Otras:  Meléndez,  95"— Arríaza,c/«- 
co — Pérez  do  Camino,  7±y,  total  9 
azeuxis  contra  3  sinéresis  de  Cadal- 
so, 262— Norofia,  41H3  ])is. 

461.  Züazo. 

Kufo,    46' 
Süazo  anduvo  allí  buen  caballero. 

C^aHtt'UunoH,    76' 
Y  encaminados  todos  al  viaje, 
Züazo  fué  postrero  del  pasaje. 

Otras:  Kufo,  U',  94  Castnllanos, 
25  vecos-Ofia,  431-Loi)e,  LVlll,  151', 
Id.,  5.",  217.  Total,  32  azeuxis. 


(•)     Suplo 'oní  ir  ;>!/<(.•. 


-  297  - 

462.  En  los  poetas  no  hay  más  ejemplos.  Descontando  los  datos  relati- 
vos al  adjetivo  cruel,  por  estar  incompletos,  resultan  todavía  4.144  azeuxis 
contra  772  sinéresis;  las  cuales,  por  consiguiente,  no  llegan  al  16  por  100  de 
los  casos. 

Resulta,  pues,  mi  regla  demostrada  con  el  85  al  90  por  100  de  azeuxis. 
Más  adelante,  si  Dios  nos  da  tiempo  y  lugar,  veremos  más  claramente  el 
poco  valor  de  talos  sinéresis. 

Observaremos  también  que  muchos  poetas,  antes  que  cometer  esta  siné- 
resis, preferían  la  síncopa,  elidiendo  la  ii;  lo  cual  prueba  que  á  su  oído  re- 
pugnaba la  sinéresis;  A^éanse: 

gentalla:  Cervantes,  603'; 

majestoso:  Id.,  596— Hojeda,  407; 

montoso:  Herrera,  336' — Castellanos,  399; 

puntoso:  Lope  de  Salinas,  XLII,  31'— Calderón,  4.°,  1'; 

respetoso:  Arjona  (M.),  513'— Lista,  290'; 

tempestoso:  Herrera,  309— Virués,  524 — Lista,  277; 

exceptar:  Cairasco,  487— Rufo,  69'— Castillejo,  182— Morillo,  197'  — Lope, 
2.°,  316— Quevedo,  154. 

463.  La  excepción. — ^La  combinación  ua  ó  uo  detrás  de  consonante  gutu- 
ral pura,  c,  g,  j,  (no  de  gutural  mixta,  como  la  x)  es  siempre  diptongo.  Esto 
no  necesita  demostración;  los  ejemplos  de  diptongo  se  hallan  á  cada  paso. 
Las  diéresis  que  hay  en  toda  la  colección  no  llegan  á  dos  docenas. 

El  fundamento  principal,  si  no  único,  de  esta  excepción,  está  en  el  me- 
canismo de  la  emisión  de  la  voz.  Fijémonos,  por  ejemplo,  en  la  palabra  cua- 
tro. La  c  es  producida  por  las  vibraciones  de  los  órganos  más  internos  de  la 
garganta  (guttur):  la  u  exige  que  la  boca  esté  casi  cerrada;  de  suerte  que  las 
dos  letras  cu  suenan  allá  dentro.  La  «,  por  el  contrario,  suena  á  la  entrada  de 
la  boca,  y  exige  que  ésta  se  abra  más.  De  donde  resulta  que  la  pronuncia- 
ción de  cua  puede  representarse  por  un  ángulo,  cuyo  vértice  está  en  la  gar- 
ganta; en  el  vértice  está  la  c;  la  u  entre  los  lados  del  ángulo,  y  la  «  en  la 
abertura  correspondiente  á  los  labios. 

Es,  por  consiguiente,  tal  pronunciación  facilísima  y  recta.  Pero  si  la  con- 
sonante primera  no  es  gutural,  la  pronunciación  no  es  recta  de  dentro  afue- 
ra, sino  doble;  es  decir,  comienza  en  la  parte  anterior  de  la  lengua  ó  en  los 
labios,  marchando  hacia  adentro  en  busca  de  la  u,  y  exige  después  otro  im- 
pulso hacia  fuera  para  la  otra  vocal. 

Esta  mayor  dificultad,  unida  al  acento,  es  á  mi  juicio  la  causa  de  que  na- 
turalmente no  se  contraiga  tal  combinación  detrás  de  consonante  no  gutu- 
ral. No  alcanzo  otra  explicación  mejor. 

Aetículo  3.°— Discusión  de  la  regla  séptima  (núm.  338). 

464.  Tres  partes  podemos  decir  que  tiene  esta  regla:  la  primera  es  sen- 
cillamente la  aplicación  del  primer  principio  general,  núm.  277;  la  segunda 
se  refiere  á  las  palabras  cuyas  primeras  vocales  son  iá,  ió,  como  viaje,  díame- 


-  293  - 

tro;  la  tercera  comprendo  aquellos  vocablos  en  que  la  combinación  lá,  ió,  va 
precedida  de  otra  vocal  inicial  del  vocablo,  como  Lríon,  ostiario. 

El  instinto  eufónico  traducido  en  la  regla  es  bien  claro  y  determinado; 
pero  en  unos  poetas  la  ignorancia  ó  inadvertencia  de  los  principios  genera- 
les 1.°  y  2."  (núm.  277),  en  otros  la  excesiva  licencia  en  las  contracciones, 
hacen  que  la  presente  regla  ofrezca  una  dificultad  enorme,  cuando  se  trata 
de  determinar  las  excepciones. 

Por  otra  parte,  yo,  aunque  conocí  pronto  el  principio  1."  general  aplica- 
cado  á  los  verbos,  y  la  segunda  parte  de  la  regla,  tardé  mucluí  en  conocer 
la  generalidad  de  dicho  principio  aplicado  á  los  nombres  y  adjetivos,  y  ya 
había  terminado  la  lectura  de  los  poetas,  cuando  caí  en  la  cuenta  de  la  ter- 
cera parte  de  la  regla.  Por  esta  razón  no  tengo  apuntados  todos  los  datos 
que  yo  deseara;  sin  embargo,  estoy  seguro  de  que  nada  nuevo  sacaría  de  re- 
petir dicha  lectura. 

Es  muy  do  notar  que  la  mayor  parte  de  las  palabras  comprendidas  en 
esta  regla  caen  bajo  las  dos  partes  de  la  misma:  es  decir,  que  á  la  vez  que 
la  combinación  se  halla  adyacente  á  la  primera  consonante  de  la  dicción,  es 
también  derivada  de  azeuxis  tónica  en  la  débil:  así,  v.  gr.,  diario,  enfriar, 
viático,  prJor,  brioso,  etc.,  etc. 

465.  Antes  de  pasar  adelante,  es  necesario  explicar  bien  el  primer  prin- 
cipio general. 

1."  Tratándose  de  azeuxis,  como  él  está  enunciado,  es  verdadero  y  ge- 
neralísimo, sin  excepción  alguna.  Pero  con  una  diferencia  notable,  y  es  que 
en  los  verbos,  dicho  principio  es  recíproco;  en  los  nombres,  no;  es  decir,  que 
en  los  verbos,  toda  azeuxis  en  las  inflexiones  y  derivaciones  supone  azeuxis 
en  la  forma  radical.  De  consiguiente,  probada  la  azeuxis  iá,  ió  en  las  infle- 
xiones, está  demostrado  que  la  forma  radical  lleva  el  acento  en  la  /.  En  los 
nombres  no  hay  tal  correlación,  pues  no  es  verdad  <juo  toda  azeuxis  en  las 
derivaciones  suponga  azeuxis  en  el  vocablo  primitivo:  así  hay  azeuxis  en 
amjMar  y  gloriarse,  á  pesar  de  que  en  el  origen  amplio  y  gloria  hay  diptongo. 

2.°  Tratándose  de  diptongos,  no  puedo  aplicarse  el  mismo  ])rincipio  á 
los  nombres,  según  acabamos  de  decir;  pero  en  los  verbos  es  general  y  recí- 
j)rocf):  por  consiguiente,  probado  el  diptongo  radical,  está  probado  el  de  las 
inflexiones  y  viceversa. 

Así,  pues,  no  puedo  tolerarse  la  inconsecuencia  do  proimnriar  roció,  ro- 
das, por  ejemplo,  y  luego  diptongar  rociamos,  rociado:  ó  la  de  diptongar  roH- 
cihamos,  concilio,  y  luego  decir  concilio,  concilids-.  Tanto  los  diptongos,  como 
las  azeuxis,  son  correlativos  en  los  verbos. 

466.  También  debemos  hacernos  cargo  de  las  reglas  2."  y  H."  de  la  Aca- 
demia f  p;ig.  .-l'M).  Por  la  2.**,  reconoce  y  admito  azeuxis  entro  las  vocales  con- 
tiguas, (jue  en  el  origen  tuvieron  consonante  interpuesta;  v.  gr.,  en  Jiar> 
cruel,  oído,  rüiz,  reír,  róido,  Tüy,  huir,  liar,  piar,  ruar.  ÚGJidere.  crudvli)i,  audi- 
ftis,  radi.r,  ridcrc,  ródcrc.  Tude,  fúgcrc,  ligare,  pipiláre,  rotare.  Observemos  lo 
siguiente: 

1."     Piar,  según  fd  i  )i<ci<tnario  do  la  misma  Academia,  es  aféresis  de  jw- 


-  299  - 

piare,  no  deriyado  áe  pipiláre,  como  dice  en  la  Gramática,  Así,  pues,  este 
ejemplo  es  impertinente. 

2.°  La  regla  se  opone  en  parte  á  lo  que  la  misma  Academia  afirma  en  la 
página  anterior,  donde  dice  que  los  poetas  se  deleitaban,  licenciosamente, 
por  supuesto,  en  desunir  las  vocales  cuando  entre  ellas  medió  una  conso- 
nante: aquí  dice  que  esa  desunión  debe  hacerse,  no  por  licencia,  sino  por  natu- 
raleza y  uso  constante. 

3."  Verdad  es  que  hay  azeuxis  en  esas  palabras;  pero  la  regla  queda  en 
el  aire,  porque  su  cumplimiento  supone  conocida  la  etimología  de  las  pala- 
bras; cosa  imposible  para  el  vulgo,  si  no  se  da  juntamente  con  la  regla  el 
catálogo  de  las  voces  comprendidas  en  ella,  con  su  etimología  correspon- 
diente. 

4.^  Aun  concedido  el  hecho,  debe  negarse  la  razón  de  él.  Véase  lo  dicho 
en  la  discusión  de  cruel  (núm.  390,  A).  Además,  en  oído,  raíz,  reír,  roído,  basta 
para  la  azeuxis  el  acento  en  la  i,  como  todos  admiten  sin  controversia.  Y 
así,  huelga  la  crema  allí  estampada. 

5.°  Finalmente,  tiene  la  regla,  por  lo  menos,  la  mitad  de  falsa,  por  no 
distinguir  entre  combinaciones  átonas  y  tónicas. 

La  regla  3.**  dice  así:  «Cuando  la  débil  persiste  en  conservar  la  indepen- 
dencia que  tuvo  en  el  vocablo  aceptado  por  nuestro  idioma,  como  desleír, 
variar,  enviar,  del  latino  dilúere,  variare,  in  viam  míttere;  laúd,  del  árabe  aúd." 
Acerca  de  laild  y  desleír,  basta  saber  que  tienen  la  débil  acentuada.  Respec- 
to de  lo  demás,  con  perdón  de  la  Real  Academia,  esta  regla  es  un  borrón  en 
en  la  Gramática,  por  ser  una  purísima  petición  de  principio.  Eso  precisamen- 
te es  lo  que  se  trata  de  averiguar:  cuándo  la  vocal  débil  átona  es  indepen- 
diente de  la  tónica  siguiente. 

Así,  pues,  como  las  citadas  reglas  son  inservibles,  procedamos  á  discutir 
y  probar  la  nuestra. 


467. 

Catálogo 

de  las 

palabras  que  hemos  de  discutir  en  este  artículo. 

Abiados 

Aliastras 

Arion 

aciago 

aljamiado  (a) 

Ariosto 

achiote 

almadiado  (b) 

armonioso  (d) 

Adriano 

ampliar 

Arria  ga 

adriático 

Antion 

arriano  (e) 

Albion 

Anguíana 

Arriaza 

Alciato 

apiolo-as  (c) 

Artiaga 

alción 

Aquior 

Astiages 

Aliarda 

Ariadna 

averiarse  (f) 

Alíarto 

Ariana 

avión 

(a)    de 

aljamia. 

(b)     de 

almadía. 

(c)     de 

jnJiucla. 

(d)    de 

armonía. 

(e)     de  Arrío,  y  ] 

lo  Arrio,  como  malamente  se 

pronunci 

a. 

(f)     de 

averia. 

300 


axioma 
Bíáfara 
tiaíra 
Biarmia 
biombo 
tria  {=vaso) 
[  embriago-as 
\  inebriado 
\  ebrioso 
/  calabriada 
cncalaI)riado 
bríal 
Brianda 
Briático 
Briones 
brioso 
Ciane 
ciar 

contrariar 
criar 

\  crianza 
'  criollo 
cuantía 

\  cuantioso 
<  acuantiar 
Chiapa 
Cliif>ne 
cliirrlar 

I  clnrrion 
demasiado  (a) 
descarriar 
día 

adiar 
Diana 
diario 
dieta  (b) 

I  adioto-as 
diurno 
cotidiano  (c) 
meridiano  (d) 


diablo 

I  endíablo-as 
diácono 

subdiácono 

arcediano 
diáfano 
diálogo 
Diámene 
diámetro 
diante  (e) 

diantre  ó  dianche  (f) 
diaspro 
Diaulo 
Diocles 
Diógenes 
Dion 
Dione 
Dióscoro 
I)  rían  te 
Ebion 
Ecliion 

I  echionio 
Egíon 
Eguion 
Eliano 
Elias 
1  eliano 

eliota 
'  eliótico 
Eliata 
embrión  (g) 
endriago  ( h) 
Equion 
ería 

erial 

eriazo 
espiar  ( i ) 

!  espión 
espurriar 
estriar  ( j ) 


Etion 
Etiopia 

I  etiópico 
extasiar 
fiar 

fianza 

!  alianzo-as 
aflar 
confiar 

I  desconfiar 
confianza 

I  desconfianza 
desafiar 
porfiar 
I  porfióse 
freír  (1) 

I  refreír 
frío 

enfriar 
resfriar 
fiambro  (m) 
frión 
frióte 
Giaro 
Glon 
gloriarse 

I  vanagloriarse 
*    grallar  y   sus    com- 
puestos (n) 
grial  ó  Grial 

I  agrial 
Guiana  ó  Guiaina 
guiar 

I  guión 
hastío 

hastiarse 
hastioso 
hediondo 
Hollato 
Hermion 


do  demasía. 

jornal,  no  privación  de  alimodo. 

do  (¡HotiiH  dic8  =  cada  día. 

do  nieri  y  dies  =  medio  día. 

voz  portuguosa,  (juo  signilica  ndelanie. 

mr-LapIasmo  do  dnnmdre,  y  ésto  do  demonio. 

do  ¿V  y  opjdi  -^  gorininar, 

do  en  y  tínico  =  dragón. 

do  /tjyerttlari  =  ojear. 

do  Htria=eHtrín,  con  la  e  i  n  ir  i  al  pu  tónica. 

los  vorboB  on  eír  caen  bajo  tata  regla:  frío,  fr'ies,  ole:  fi  iitmon,  /j/.fíí/o,  ote. 
(m)    síncopa  do  frlamhre. 
(n)     Véauso  on  el  núm.  181. 


ía) 
ih) 
(c) 
(d) 
(o) 
(f) 
(K) 
(h) 
(i) 

(.i) 

(1) 


301 


Hesiodo 
*  híar  (a) 

í  hiante 

j  hiato 

histrión 

idioma 

idiota 

Igion 

Ilion 

I  iliense 

Ion 

Ionio 

Ir i arte 

Ixion 

jeremiada  (b) 

judiazo  (c) 

Líampo 

Líafio 

liar 

/  ajiarse 
)     (  aliado 
i     \  alianza 
\  desliar 

Liar 

Liarte 

lion 

Liorna 

maniático  (d) 

mariano  (e) 

melodioso  (f ) 


mesianico  (g) 

Miago 

miasma 

naviazo  (h) 

Ocrion 

Opiano 

Oriana 

Orion 

Periáñez  (i) 

piache 

pian,  piano  (j) 

piar 

I  piada 

piara 

pío.(l) 

apiado-as 
expiar 

piojo 

Priapo 

prior  (m) 
I  priado 

prioste  (n) 

reír  (ñ) 
I  sonreír 

riata 

río  y  ría  (o) 
arriada 
arriarse 
enriar 
Riada 
riacho 


Rialto 

Riana 

Kiaño 

Kiar 

Ríaza 

Rioja 
rociar 

I  rociada 
Santiago  (p) 
Slam 
Sion 

síor,  sioro,  siolo  (q) 
tiar  (r) 
tiara 
tiorba  (s) 
triaca 
Triana 
triones  (t) 

I  septentrión 
triorco  (n) 
Ulpiano 
Urdiales 
Urriaga 
Urriola 
Urtiaga 
valía 

avallar 

valioso 
variar 

\  variable 

variante 


(a)  del  latino  hlarc  =  abrirse  la  boca. 

(b)  de  Jeremías. 

(c)  áe  judío. 

(d)  de  manía. 

(e)  de  Mafia. 

(f)  de  melodía. 

(g)  do  Mesías, 
(h)  de  navio. 

(i)  Pedro  Ibáñez^Pero  lbáñez=Peribáñez=Perzáñez. 

( j)  del  italiano  ^íVmo^sñave,  despacio. 

(1)  del  latino  piíis  ó  pío  castellano,  salen  piedad,  piadoso,  y  los  dos  verbos. 

(m)  del  latino  prior,  j7níís=primero.  Priado  es  adverbio  antiguo,  equivalente  al 
prins  y  también  se  decía  privado. 

(n)  de  preboste,  y  éste  del  praejíósihis  latino. 

(ñ)  riamos,  rióse,  ríente,  etc. 

(o)  Rialto,  Piaña,  Rlaño,  Biaza,  tal  vez  son  nombres  compuestos:  Rioja  en  latín 
Rivogia,  sale  de  rivus^rio. 

(p)  Sanctus  Jacobus  ó  Sanctus  Jacob^Sant  Jacob^=Sant  Yago^^Santiogo. 

(q)  metaplasmos  rústicos  de  señor. 

(r)  verbo  formado  de  tía  por  Moreto. 

(s)  nombre  de  un  instrumento  músico. 

(t)  significa  ]a  Osa  mayor,  compuesta  de  siete  estrel]as=sí'^fí'»i  triones. 

(u)  compuesto  griego  que  significa  una  especie  de  gavilán. 


-  302 


vía 


viada 
viaje 

I  viajo-as 
vial 

I  trivial  (a) 
viático 
aviar  (b) 
ataviar (c) 
\  desviar (d) 


enviar  (e) 
enviada 
envión 
extraviar  (f) 
obviar  (g) 
Víana 
vianda  (h) 
Viar 
Víara 


vidriar 

vidriado 
vidriera 
vidriera 
vidrioso 
^vitriolo  (i) 

viola 

violo-as 

zurriar  (j) 


A  este  catálogo  deben  agregarse  otras  muchas  palabras  que  caen  bajo  la 
misma  razón  ortológica,  y  que  no  se  hallan  en  los  poetas. 


Verbos. 


chiar 

desleír 

engreír 

enleji}\r 

vigiar 

Vocablos 

que  empiezan  por 

consonante. 

ciática 

biólogo 

biógrafo 

coriambo  (1) 

diálisis 

diáfisis 

liioides 

pTafo-as 


Vocablos 

q  le  empiezan  por 
consonante. 

Pionio 

piorno 

riostre 

Siagrio 

triarlo 

tnásico 

y  otros  muclios. 


Palabras  que 
empiezan  con  vocal. 


I  abiar 
I  acial 
aciano 
ación 
adiafa 
adiano 


Palabras  que 
emDíezan  con  vocal. 


agriazo 

agrión 

aliaca 

aliáceo 

aliadas 

aliaga 

aliara 

aliarla 

ali(\i 

almiar 

amianto 

amniótico 

andriana 

Aniano 

Arriaz 

Arrióla 

Auriol 

axiómetro 


Palabras  que 
empiezan  con  vocal. 

Enaltes 

estiómeno 

Gudiómetro 

hagiógrafo 

hastial 

heliómetro 

hellóstata 

herrlal 

ictiófago 

opiado 

opiata 

Opiano 

oriol 

Osiandro 

ostiario 

Urriola 

Uriarte 

yotrasquoliabrá. 


(a)  do  trivium=troa  vían. 

(b)  ad  ríVím=disponer  para  el  camino. 

(c)  nd  ariar=a.v\íir  cnn  estudio  y  osmcro;  cumo  en  latin  adumarr  =:am&r  ai'dien- 
temonto.  Otros  lo  derivan  <lel  arabo. 


01) 

(c) 

(O 

(^) 

(h) 
(i) 


de  i'í'í=rsoparar  del  camino. 

in  ?'iV/m=poner  en  camino. 

rjfra  ?'iV/wrrponor  ó  estar  fuora  dol  camino. 

oh  viam  (Trente  al  cainino)=oponor8o  ó  salir  al  encuentro. 

do  viranda,  do  r/rcív,  según  la  Academia. 


unque  no  todos  estos  se  deriven  de  vidriar,  portonocen  &  la  familia,  y  loa  dos 
stán  comprendidos  también  en  la  excepción  2.*  de  la  regla  H."  (núm.  3539). 


iiltimos  están  comp 

(j)      do  «!<.s)ovví>r— susurrar,  zumbar 
(1)     de  coreo  y  yambo. 


468.     Catálogos  ci'onológicos  de  azeuxis  y  sinéresis. 


Anfión. 

Az. 

Sin. 

Aríon. 

Suma  anterior 

Az.     Sin. 

Bría. 

Anón.  LVIII 

Az. 

Sin. 

Castellanos 

1 

» 

9 

1 

2 

» 

Arjona  J. 

6 

3 

Castellanos 

1 

■» 

Morillo 

12 

» 

Morillo 

» 

Vegas 

1 

» 

Góngora 

2 

» 

Cairasco 

. 

Lope 

1 

» 

Lope 

10 

» 

Cervantes 

» 

Hojeda 

1 

» 

Morales  J. 

2 

> 

Góngora 

2 

Valbuena 

•¿ 

> 

Arguijo 

> 

Morales  J. 

■- 

Valdivielso 

4 

1 

Soto  de  Rojas 

^ 

Valbuena 

* 

Villegas  E. 

1 

> 

Trillo 

j, 

Arguijo 

» 

Calderón 

7 

> 

Calderón 

26 

8 

Valdivielso 

] 

Polo 

1 

» 

Solís  A. 

N> 

Quevedo 

^ 

Rojas 

1 

» 

Cadalso 

1 

Iglesias 

» 

Fr.  Diego 

1 

> 

Iríarte 

» 

Huerta  V. 

» 

Vaca 

1 

> 

Meléndez 

» 

Arjona  M. 

> 

Jovellanos 

2 

1 

Noroña 
Arjona  M. 

»> 

Meléndez 
Lista 

6 
1 

1 

» 

¿J 

Total .... 

.       20 

4 

Arriaza 

i 

»:>r^ 

Pérez  de  Camino 

» 

2 

Lista                              1 
Pérez  de  Camino        » 

Í 

Armonioso. 

Esto  catálogo  está  muy  in- 

Total  

.33 

5 

Tofal .... 

68 

].T 

^mm^n 

completo:  la  X  significa 
mero  indeterminado,   poi 

nú 
no 

Demasiado. 

Arlad  na. 

haber  contado  los  ejemp 

los. 

Montesino 

4 

Xaharro 

1 

Sepúlveda 

1 

» 

Góngora 

5 

» 

Proaza 

1 

Rufo 

1 

» 

Trillo 

6 

» 

Castillejo 

1 

Virués 

1 

Calderón 

12 

2 

Garcilaso 

1 

Morillo 

1 

» 

Rojas 

1 

X 

Ti  moneda 

2 

Lope 

2 

» 

Fomperosa 

2 

.. 

Anónimos  LVIII 

Arguijo 

2 

'" 

Moratin  N. 

2 

* 

y  XXXV 

2 

Valdivielso 

1 

1 

Iglesias 

1 

Mendoza 

1 

Céspedes  G-, 

1 

» 

Vaca 

1 

» 

Fuentes  A. 

1 

Alarcon 

1 

» 

Jovellanos 

» 

2 

Barros 

. 

Zayas 

1 

> 

Meléndez 

1 

X 

Contreras 

1 

Calderón 

14 

1 

Carvajal 

3 

» 

Fr.  Luis 

1 

Cáncer 

5 

» 

Moratin  L. 

1 

Sepúlveda 

1 

Nieto 

.> 

1 

Cienfuegos 

1 

» 

Ercilla 

2 

Moratin  N. 

1 

« 

Arjona  M. 

1 

X 

Anón.  X 

2 

Iglesias 

1 

y> 

Arrlaza 

9 

» 

Rodríguez 

1 

Vaca 

» 

1 

Castro  F. 

» 

1 

Laso 

» 

Meléndez 

4 

» 

Roldan 

3 

» 

Castellanos 

11 

Barbero 

2 

y 

Maury 

1 

» 

Vegas 

» 

Maury 

T 

» 

Quintana 

» 

1 

Arjona  J. 

1 

Quintana 

» 

2 

Solís  D. 

1 

» 

Padilla  (Fr.  P.) 

1 

Camino 

» 

1 

Blanco 

» 

] 

Sánchez  M. 

» 

T.1  gf  o 

4 

» 

Oña 
Hita 

1 
1 

Total 

40 

7 

Somoza 

1 

^^_ 

__ 

Camino 

1 

» 

Lope 

1 

Hidalgo  F. 

1 

» 

Anón.  XLII 

> 

Arion. 

Setanti 

» 

Casi  todos  son  naodernos: 

Aguilar 

1 

Fr.  Luis 

1 

1 

bien  pueden  au 

torizar 

la. 

Argensola  B. 

> 

Castellanos 

2 

^ 

azeuxis. 

Acevedo 

» 

2 

Arjona  J. 

6 
9 

1 

Ledesma 

Stnna  y  sigue. . . 

1 

» 

Suma  y  sigue. . 

46 

31 

Demasiado. 


Suma  anteñor. 

Villaviciosa  J. 

Mejia 

Medrano 

Tirso 

Alarcon 

Mescua 

Vélez  (Luis) 

Qucvedo 

Montalban 

Los  Figueroas 

Hurtado  A. 

Anón.  XVI 

Calderón 

Matos 

Enríquez 

Zarate 

Kojas 

Solis  A. 

CubiUo 

Moreto 

Anón.  XLIX 

Diamante 

Calleja 

Hoz 

Zamora 

Cañizares 

Iriarte  T. 

Jovellanos 

Salas 

Noroña 

Moratin  L. 

Maury 


Az. 

Sin. 

1 

46 

31 

, 

2 

» 

1 

» 

A 

10 

3 

1 

4 

] 

1 

•¿ 

ii 

» 

1 

» 

1 

> 

7 

5 

2 

» 

í> 

» 

2 

> 

1 

» 

1 

» 

3 

> 

1 

3 

4 

1 

> 

2 

> 

3 

Diario. 

Cruz  (Ramón) 
Moratin  X. 
Fr.  Diego 
Vaca 

Samániego 
Iriarte  T. 
Forner 
Moratin  L. 
Vargas 
Barbero 
Arriaza 
Lista 

Total . . 


13 


Total 73     ICO 


Cotidiano. 


Encina 

Castillejo 

Rufo 

Castellanos 

Vegas 

Góngora 

Argensola  B. 

Ledesma 

Alarcon 

Rojas 

Moreto 

Fuego 

Isla 

Moratin  X. 

Cadalso 

Samániego 

Iríarto 

Forner 

Moratin  L. 

Somoza 

Total . 


Az.     Sin. 


Diablo. 


Az.     Sin. 


IMeridiano. 

Rufo 

Castellanos 

Lope 

El  Lie.  Soto 

Valbuena 

Alarcon 

Qucvedo 

Callecerrada 

Corral 
!  Calderón 
'Rojas 
'  Véiez  J. 
\  F.  do  León 

Porcel 

Triarte 

Jovellanos 

Total . . 


I  Diablo. 

¡Mena 

Xaharro 

Padilla  Fr.. 

Cnstillojo 

Mendoza 

Miranda 
.  Hurtado  L. 

Sepúlveda 
I  Anón.  X 


1 
I 
20 
1 
1 


1 
'2 

J 

10 

1 

1 

2 
6 


1  I     Sutna  anterior. 


Castellanos 
Vegas 
Espinel 
'  Caira  seo 
Góngora 
Anón.  XLII 
Leca 
Aguilar 
Grajales 
Avila 
Alarcon 
Mescua 
Vélez  L. 
Quevedo 
Belmente 
Estobanillo 
Enriquez 
Rojas 
Diamante 
Hoz 
Vargas 
Barbero 
Arjona  M. 


12 

13 

1 

1 


) 
1 
1 
•¿ 
2 
1 
1 
] 
1 
2 
1 
2 
1 
1 

20 


Total . 


96 


Diácono. 


Anón.  X 


'    Tirso 
^    Zamora 
Vaca 


Total 


10 


> 

> 

1 

» 

> 

X 

2 

11 

2 

X 

7 

» 

X 

X 

X 

y 

1 

X 

* 

Arcediano. 

2  azouxis  do  Castellanos: 
7  sinéresis  de  Lope,  Polo,  los 
Moratinos,  Vaca  y  Solis  (Dio- 
nisio). ■* 


Diáfano. 

!H.  do  Velasco. 
»    Ercilla 
»    Ruto 

A.  Montano 
1     O  ña 
»    Góngora 
»    Lope 
.   jHojoda 
»    Argensola  B. 
9    Acevodo 


Suwa  y  RÍffur. 


28 


10  '     Suma  1/  sigue. 


28 


Diáfano. 


Az.     Sin. 


Diógenes. 


Az.    Sin. 


Gloriarse. 


Az.    Sin. 


Suma  anterior. .      28 


Valdivielso 

Que  ved  o 

Montalban 

Trillo 

P.  Céspedes 

Calderón 

Polo 

Matos 

Rojas 

Cubillo 

Fomperosa 

Sánchez  V. 

Candamo 

Cañizares 

Verdugo 

Nieto 

Moratin  N. 

Yaca 

Iriarte     , 

Meléndez 

Porner 

Moratin  L. 

Tapia 

TotaL 


Diálogo. 

Cairasco 

Lope 

Argén  sola  B. 

Samaniego 

Iriarte 

Moratin  L. 

Maury 

•Quintana 

Tapia 

Total . 


1 

1 

» 
» 

41 


Diámetro. 


10 
» 

1 

4 
1 
1 
1 
4 
» 
1 
1 
4 
1 
1 
3 
1 

2 


I  Cueva 

Lope 

Argensola  L. 
I  Argensola  B. 

Arguijo 
i  Vélez  L. 

Quevedo 

Gómez  Tejada 
j  Calderón 

Rojas 

Hoz 

Cañizares 

Isla 

Forner 

Barbero 

Arrlaza 


Total , 


37       12 


46 


2 

. 

1 

1 

» 

» 

1 

» 

2 

> 

1 

1 

» 

» 

3 

» 

1 

Ruío 

> 

Castellanos 

» 

Espinel 

> 

Cairasco 

» 

Oña 

» 

Valbuena 

> 

2 

Acevedo 

2 

» 

Calderón 

1 

» 

Jovellanos 

» 

1 

Salas 

» 

I 

Total .... 

8 

4 

Etiopia. 

Catálogo  imperfecto. 

Montesino  2 

Castellanos  4 

Vegas  1 

Góngora  1 

Lope,  cerca  de  30 

Mesa  (Cristóbal)  1 

Hojeda  1 

Ribera  L.  1 

Valbuena  1 

Acevedo  1 

Villaviciosa  J.  1 

Tirso  2 

Alarcon  5 

Trillo  1 

P.  Céspedes  2 

Anón.  XVI  1 

Calderón,  más  de  20 

Polo  1 

Rojas  1 

Salazar  y  Torres  1 

Villarroel  1 

Maury  1 


»  :  Anón.  LVIII 

2    Rueda 

»  I  Herrera 
Rufo 
Ubeda 
Castellanos 
Morillo 
Argote 
Valbuena 
Vélez  L. 
Calderón 
Farfan 
Verdugo 
Moratin  N . 
Vaca 

Jovellanos 
Meléndez 
Carvajal 
Arriaza 
Reinoso 
Quintana 


» 

1 

> 

» 

» 

> 

1 

» 

» 

1 

> 

1 

» 

> 

» 

Total. 


Hediondo. 

Anónimos  LVHI 

y  XXXV 
Fr.  Luis 
Castellanas 
Vegas 
Lope 

Anón.  XLII 
Hojeda 
Valbuena 
Villaviciosa  J. 
Valdivielso 
Solórzano 
Anón.  XVI 
i  Iglesias 
j  Jovellanos 
I  Forner 
Calle 
Carvajal 
Arríaza 
Reinoso 
Burgos 


11       22 


1  1 
»  2 
»  1 

2  4 
»  1 

1 

1  1 

1  » 

2  > 


Total j  más  de. .      80         j 

Sinéresis,  2  de  Calderón 
y  1  de  Villanueva. 


Total 


Orion. 


Fr.  Luis 

Ercilla 

Rufo 

Suma  y  sigue. 


12       27 


20 


Orion. 

Az. 

Sin. 

Piojo. 
Suma  anterior.. 

Az. 

Sin. 

Rociar. 

Suma  anterior. 

A:. 

Sin. 

Sumn  anterior. 

5 

] 

4 

1 

.       72 

20 

Castellanos 

1 

» 

Llana  (Diego) 

, 

1 

Nieto 

> 

1 

Arjona  J. 

3 

1 

Lope 
Vülaviciosa  J. 

1 

» 

Porcel 

1 

■- 

Oña 

] 

» 

53 

Moratin  N. 

1 

'¿ 

Góngora 

> 

1 

Castro  (Guillen) 

. 

1 

Iglesias 

1 

Lope 

4 

•^ 

Quevedo 

> 

fi 

Vaca 

1 

> 

Argensola  B. 
Valbuena 

» 

1 

Montalban 

> 

1 

Villanucva 

> 

1 

9 

2 

Trillo 

1 

» 

Noroña 

2 

■t 

Acevedo 

2 

P.  Céspedes 

» 

2 

Cienfuegos 

2 

\ 

Vülaviciosa  J. 

1 

» 

Anón.  XVI 

1 

» 

Arjona  M. 

1 

> 

Arguijo 
Valdivielso 

1 

1 

Moreto 

» 

1 

Lista 

1 

. 

» 

2 

Villarroel 

> 

1 

- 

Quevedo 

:i 

V 

Iríarte  T. 

> 

1 

Total .... 

.       82 

'J4 

Rebolledo 

2 

» 

^— 

Villegas  E. 

1 

» 

Total 

7 

r.8 

Trillo 

1 

» 

•^^ 

_» 

Santiago. 

Verdugo 

2 

> 

Porcel 

1 

» 

Rociar. 

Castillejo 

2 

■• 

Huerta  V. 

1 

» 

Mendoza 

1 

) 

Iglesias 

1 

, 

Montesino 

4 

» 

Sepúlvcda 

5 

■"' 

Jovellanos 

» 

1 

Castillejo 

1 

1 

Ercilla 

3 

Meléndez 

4 

y> 

Mallara 

1 

» 

Anón.  X 

13 

!> 

Salas 

1 

,, 

Fr.  Luis 

1 

1 

Padilla  (Fr.P.) 

1 

. 

Arjona  M. 

1 

> 

Ere  illa 

2 

4 

Rufo 

6 

» 

Maury 

1 

» 

Herrera 

7 

:-• 

Cueva 

2 

2 

Reinoso 

> 

1 

Anón.  X 

1 

Rodríguez 

3 

1 

Lista 

1 

» 

Rufo 

3 

» 

Laso 

2 

> 



Ubeda 

2 

» 

Ubeda 

1 

3 

Total .... 

17 

11 

Castellanos 

20 

^ 

Castellanos 

3ó 

— 

—— ' 

Vegas 
Arjona  J. 

'2 
2 

» 

Oña 
Hita 

> 

1 

Pío. 

Morillo 
Oña 

1 
4 

^ 

Lope 
Tárroga 

4 

r,i) 

Castillejo 

1 

>^ 

Hita 

] 

Aguilar 

3 

Quovodo 

J 

» 

Lope 

3 

1 

Tejada 

1 

Calderón 

t 

1 

Marti  nez 

1 

Valliuona 

1 

Moreto 

t 

1 

Tárrega 

» 

1 

Lodosina 

• 

1 

Cañizares 

» 

1 

Hojoda 

2 

» 

Valdivielso 

1 

Irlarte  (.Juan) 

» 

1 

Kibora  L. 

1 

•^ 

Medrano 

1 

Moratin  N. 

1 

2 

Accvodo 

1 

4 

Tirso 

7 

■J 

.TovcUanos 

] 

> 

Villaviciosa  .T. 

» 

1 

Castro  G. 

«I 

1 

Barbero 

1 

» 

Tirso 

, 

1 

Salustrio 

4 

Cien  fuegos 

. 

] 

Bonilla 

1 

^^ 

.Táiircgui 

*        1 

Arjona  M. 

1 

» 

Castro  G. 

1 

Alare  o  n 

» 

1 

Castro  (Franc") 

1 

■- 

.JAurogui 

1 

» 

Moscua 

1 

Solis  D. 

1 

2 

Quovodo 

1 

■> 

Veloz  L. 

ir, 

■< 

Lista 

3 

» 

Trillo 
Anón   XVI 

1 
2 

] 

Herrera  .1. 

Quevedo 

Bolmonto 

1 
1 

li 

Total .... 

11 

í» 

Calderón 

•) 

1 

» 

I 

— 

— — 

Rojas 
Monroy 

1 

1 

Fr.  Gaspar 
Montalban 

* 
» 

11 

1 

Piojo. 

Sala/.ar  A. 
Candamo 

» 

1 
1 

Solórzano 
P.  Céspedes 

1 

I 

r4  arela 

, 

Francisco 

1 

» 

Los  Figueroas 

1 

Anón.  LVIII 

] 

(Jan  i  zares 

> 

1 

Hiirla<lo  A. 

3 

T 

Hurtado  L. 

3 

Isla 

1 

» 

Anón.  XVI 

1.-. 

'.1 

SiiDia  ji  siijuc. 

4 

y>i)}in  fi  siíjyr. . 

72 

20 

SiDtin  if  ítique.. 

.      156 

\\V.\ 

Santiago. 

Az. 

5i«. 

Variar. 

Proaza 

Az. 

Sin. 

Variar. 

Suma  anterior.. 

Az. 

Sin. 

Suma  anterior. 

.   15G 

139 

1 

» 

193 

30 

Castillejo 

9 

>» 

Calderón 

» 

2 

Garcilaso 

7 

» 

Zarate 

» 

1 

Polo 

1 

•» 

Anón.  LVIII 

2 

» 

Monteser 

» 

3 

Matos 

» 

1 

Mendoza 

1 

» 

Rojas 

1 

7 

Zarate 

2 

3 

Hurtado  L. 

3 

j> 

Moreto 

2 

> 

Rojas 

» 

4 

Silvestre 

3 

» 

Anón.  XLIX 

» 

1 

N.  Montañés 

» 

1 

Fr.  Luis 

9 

» 

Vera  Tasis 

1 

, 

Cubillo 

4 

2 

ErciUa 

9 

•» 

Candamo 

» 

2 

Leiva 

1 

» 

Herrera 

8 

> 

Lobo 

1 

» 

Morete 

1 

11 

Anón.  X 

3 

2 

Iríarte  J. 

» 

1 

Anón.  XLIX 

1 

1 

Rufo 

11 

» 

Porcel 

1 

» 

Diamante 

3 

1 

Virués 

6 

» 

Moratin  N, 

3 

1 

Monroy 

1 

2 

Castellanos 

16 

» 

Cadalso 

» 

i 

F.  de  León 

» 

1 

Vegas 

2 

„ 

Fr.  Diego 

1 

1 

Candamo 

„ 

1 

Arjona  J. 

1 

» 

Huerta  V. 

» 

2 

López  (J.  J.) 

1 

3 

Chaide 

1 

» 

Iglesias 

» 

9 

Morales  A. 

1 

» 

Espinel 

1 

» 

Ayala 

1 

» 

Zamora 

» 

3 

Cairasco 

1 

» 

Samaniego 

» 

1 

Cañizares 

» 

2 

Cervantes 

6 

j, 

Iríarte 

» 

4 

Villarroel 

» 

1 

Morillo 

2 

» 

Jovellanos 

» 

1 

MoratinlST. 

1 

3 

Oña 

3 

» 

Meléndez 

•6 

1 

Jovellanos 

» 

1 

Góngora 

2 

» 

Forner 

1 

> 

Meléndez 

» 

1 

Lope 

C. 

2 

Noroña 

1 

5 

Forner 

» 

1 

Anón.  XLII 

1 

2 

Moratin  L. 

1 

» 

Moratin  L. 

» 

1 

Huerta  J. 

1 

Barbero 

3 

» 

Vargas 

1 

.     » 

Morales  J. 

1 

» 

Cienfuegos 

1 

» 

Arjona  M. 

2 

» 

Argensola  L. 

» 

1 

Arriaza 

2 

6 

Tapia 

» 

1 

Hojeda 

8 

» 

Reinoso 

1 

» 

Ribera  L. 

3 

» 

Quintana 

» 

1 

Total .... 

.     176 

186 

Tejada 

1 

» 

Blanco 

1 

» 

^H^ 

■  M  MMI 

Urrea 

1 

,, 

Lista 

2 

] 

Argensola  B. 

4 

» 

Alonso 

> 

I 

Septentrión. 

Avellaneda 

» 

1 

Somoza 

1 

» 

Valbueua 

9 

5 

P.  de  Camino 

» 

2 

Castillejo 

1 

» 

Acevedo 

3 

» 

Hurtado  L. 

1 

» 

Arguijo 

1 

» 

Total .... 

224 

80 

Rufo 

4 

1 

Grajales 

2 

» 

1       !■    1 

Castellanos 

9 

» 

Valdivielso 

4 

» 

Lope 

¿i 

Tirso 

5 

» 

Vía. 

Argensola  B. 

» 

^^ 

A.]arcon 

6 

» 

Villaviciosa  J. 

» 

2 

Mescua 

1 

» 

Lando 

2 

» 

Rebolledo 

1 

» 

Enciso 

1 

» 

Mena 

1 

> 

P.  Céspedes 

•¿ 

» 

Quevedo 

7 

» 

Soria 

1 

> 

Calderón 

3 

» 

Callecerrada 

1 

3 

Montesino 

6 

» 

Moratin  N. 

» 

1 

Moreno 

1 

» 

Bregondo 

1 

» 

Cadalso 

» 

1 

Montalban 

» 

1 

Naharro 

1 

j, 

Vaca 

» 

2 

Solórzano 

1 

» 

Encina 

1 

» 

Jovellanos 

» 

1 

Esquilache 

2 

» 

PadiUa  (Fr.  J.) 

7 

» 

Arriaza 

» 

2 

Trillo 

] 

» 

Albio 

2 

» 

Quintana 

» 

] 

Los  Figueroas 

» 

1 

Castillejo 

26 

» 

Lista 

1 

» 

Villaviciosa  S. 

4 

1 

Garcilaso 

2 

» 

Tapia 

» 

1 

Hurtado  A. 

1 

» 

Muñoz 

3 

* 

Somoza 

» 

1 

Anón.  XVI 

3 

» 

Timoneda 

6 

1 

Calderón 
Cáncer 

2 
1 

u 

» 

Cetina 
Baptista 

3 

Total 

.       24 

15 

1 

, 

Enriquez 

Suma  y  sigue. . 

4 
.     193 

30 

García 

Sicma  y  sigue. . 

1 

» 

.       64 

1 

Vía. 

Az.     Sin. 

1             Via. 

Suma  anterior. 

Az. 

Sin. 

Vía. 

Suma  anterior. 

Az. 

Sin. 

Suma  anterior. . 

CA         1 

1.153 

93 

1.868 

292 

Anón.  LVm 

20         2 

Ezquerra 

1 

> 

Meneses 

3 

6 

Escobar  (Fr.  L.) 

1 

Argensola  B. 

8 

5> 

Leiva 

7 

5 

Mendoza 

o          » 

Valbuena 

40 

22 

Cuéllar 

1 

, 

Podraza 

1 

Acovedo 

15 

Moreto 

68 

2 

Miranda 

1          > 

Ledesma 

3 

Anón.  XITX 

1 

1 

H.  do  Velasco 

1          » 

Yillaviciosa  J. 

y 

Diamanto 

9 

2 

Hurtado  L. 

31          1 

Arguijo 

2 

Monroy 

5 

i 

Fuentes  A. 

2 

G  rájales 

6 

CaUeja 

2 

> 

Zapata 

1          ] 

Mejía 

1 

Fora porosa 

> 

1 

Silvestre 

2 

Valdivielso 

18 

Salazar  A. 

3 

2 

Ortiz 

'¿          » 

Medrano 

1 

Huz 

> 

2 

Pansao 

1 

Claramonte 

5 

F.  de  León 

» 

7 

RTaño 

1 

Tirso 

82 

Sor  Juana 

2 

1 

Fr.  Luis 

8 

Castro  G. 

18 

Candamo 

7 

4 

Sopúlvcda 

4ó 

Salustrio 

5 

Dionisio 

3 

Salazar  E. 

2 

Jáuregui 

3 

Francisco 

3 

Ercilla 

43          1 

Avila 

2 

Fuentes  P, 

2 

Herrera 

4 

Alarcon 

51 

López  J.  J. 

7 

Anón.  X 

110       13 

Basto 

1 

Toledo 

1 

Padilla  P. 

2           » 

Mescua 

2 

Lobo 

1 

Rufo 

37 

Enciso 

'2 

Zamora 

2 

12 

Alcázar 

2 

Vélez  L. 

17 

Cañizares 

10 

4 

S.  Juan  de  la  C. 

3 

Quevedo 

25 

Yillarroel 

3 

1 

Virués 

n      ] 

Barbadillo 

1 

Luzan 

> 

1 

Cueva 

2.5 

Bclmonte 

11 

Isla 

1 

1 

Rodríguez 

7          1 

Godinoz 

] 

Nieto 

3 

Laso 

4          1 

Villegas  J. 
Rebolledo 

1 

Cruz  (Ramón) " 

> 

Ubeda 

6 

4 

Moratin  N. 

12 

Castellanos 

353 

Montalban 

2 

Cadalso 

1 

Vegas 

8 

Solórzano 

6 

Fr.  Diego 

2 

Arjona  J. 

8         1 

Esquilacho 

2 

Iglesias 
\  acá 

1 

Chaide 

2         1 

Callecerrada 

1 

1 

Padilla  (Fr.  P.) 

3 

Felipe  IV 

1 

Samaniego 

> 

ñ 

Sánchez  M. 

5 

Trillo 

2 

[liarte 

1 

6 

Espinel 

3 

Caro  (D.**  Ana) 

1 

Juvcllanos 

2 

20 

Cai  rasco 

6     •     y> 

Los  Figueroas 

r, 

Meléndea 

6 

Cervantes 

12 

Villaviciosa  S. 

1 

Forner 

5 

Morillo 

5 

Hurtado  A. 

3 

Salas 

2 

Oña 

8       42 

Anón.  XVI 

78 

Carvajal 

2 

Hita 

7          1 

Calderón 

199 

70 

Villanueva 

9 

Herrera  C. 

1 

Anón.  XIV 

> 

f 

Noroña 

3 

Góngora 

14         » 

Zabaleta 

2 

» 

Moratin  L. 

5 

LopB 

230        21 

Cáncer 

1 

. 

Vargas 

3 

Anón.  XLII 

r,        1 

Coello 

7 

» 

Barbero 

10 

Huerta  .T. 

I 

Estebanillo 

1 

> 

Cien fuegos 

2 

li.  do  llbcda 

»          > 

Polo 

2 

Arjona  M. 

3 

Argonsola  L. 

2          2 

Mat..s 

5 

3 

ArrTaza 

3 

Tárroga 

8          J 

Enriquez 

3 

Roldan 

1 

Hidalgo  .1. 

2 

Zarate 

8 

Maury 

1 

Hojfda 

12 

Monteser 

1 

Quintana 

4 

I'.oil 

3 

Rojas 

22 

68 

Marcos 

1 

D."  Cristobalina 

] 

N.  Montañés 

1 

Lista 

2 

Ribera  L. 

1          > 

Villaizan 

3 

.Alonso 

2 

Aguilar 

4 

Solls  A. 

14 

Gallego 

1 

Tejada 

»         1 

Cubillo 

Sufíiii  y  sigue.. 

.      7 

292  ! 

1 

Tapia 

Suma  1/  sigue. . 

> 

1 

Suma  >/ sigue..    I 

.163       Ü3 

1.868 

2.087 

.^•90 

Vía. 

Az. 

Sin. 

Vidriar. 

Suma  anterior. 

Az. 

Sin. 

Viola. 

Sitma  anterior. . 

Az. 

Sin. 

Suma  anterior. 

2.087 

390 

.      68 

13 

18 

» 

Bcña 

» 

1 

Solórzano 

, 

1 

Calderón 

2 

j 

.'"omoza 

5 

t 

Anón.  XVI 

1 

» 

Porcel 

1 

» 

P.  de  Camino 

1 

> 

Calderón 

3 

13 

Vaca 

i 

1 

M  ueso 

1 

> 

Polo 

2 

> 

Iriarte  T. 

> 

4 



Enriquez 

3 

> 

Meléndez 

> 

Total .... 

2.094 

391 

Rojas 

6 

1 

Noroña 

3 

— » 

Solis  A. 

1 

> 

Barbero 

» 

Cubillo 

3 

> 

Arriaza 

» 

Vidriar. 

Moreto 

10 

1 

Eeinoso 

» 

- 

Salazar  A. 

» 

1 

Lista 

1 

"\f  OTi  f.ftQi  n  n 

1 

*& 

ilíi  nn  íamr* 

JN 

1 

H.  de  Velasco 

X 

Lobo 

» 

X 

1 

lotal .... 

30 

9 

Barros 

1 

Zamora 

> 

1 

__ 

TJbeda 

> 

Cañizares 

» 

1 

Castellanos 

3 

Porcel 

» 

1 

Diástoles 

Cairasco 

1 

Moratin  N". 

1 

7> 

de  etíope,  Niobe 

Oña 

1 

Iriarte  T. 

> 

1 

y   Przamo. 

Góngora 

4 

Meléndez 

> 

1 

Lope 

12 

Villanueva 

1 

> 

Hurtado  L. 

6 

> 

Hojeda 

3 

Noroña 

y 

2 

Sepúlveda 

6 

» 

Riljera  L. 

1 

A  noTí      ?v 

K 

Aguilar 

1 

Total .... 

89 

39 

XXiUJl-l.    -ti. 

Castellanos 

u 

7 

» 

Valbuena 

8 

_. 

^^_ 

Cervantes 

2 

» 

Acevedo 

1 

Aula 

i 

Ledesma 

1 

Viola. 

Argensola  L. 

> 

Grajales 

1 

Acevedo 

> 

Tima 

1 

Garcllaso 

» 

Quevedo 

» 

Valdiviolso 

1 

Acuña 

> 

Lobo 

y 

Tirso 

3 

Hurtado  L. 

> 

Porcel 

y 

Alarcon 

2 

Fr.  Luis 

* 

Noroña 

» 

Jáuregui 

1 

Heredia 

» 

Arriaza 

> 

Vélez  L. 

1 

Oña 

» 

Solis  D. 

> 

Tasis 

1 

Góngora 

» 

Blanco 

» 

1 

Quevedo 

6 

Lope 

» 

Villegas  J. 

1 

» 

Gurmán  F. 

» 

Total 

37 

1 

Belmonte 

1 

» 

Acevedo 

> 

___ 

-ii... 

Montalban 

1 

1 

Turia 

Suma  y  sigue.. 

> 

Suma  y  sigue. . 

.       58 

13 

.      18 

Procedamos  ahora  á  la  discusión  de  cada  palabra. 


469.  Abíados. 

Valbuena,  L03 
Es  Espafia  mi  patria  y  en  España 
El  reino  de  León,  y  allí  Abiados. 

470.  aciago. 

Los  datos  que  tengo  son  muy  de- 
ficientes; sin  embargo,  le  hallo  con 
azeuxis  en  todo  el  período  anteclási- 


co, y  además  en  Valbuena,  Hojeda, 
Tirso,  Turia,  Jáuregui,  Quevedo  y 
Anón.  XVI;  total,  más  de  40  azeuxis. 
Con  sinéresis,  Lope,  y  en  general  to- 
dos los  demás,  con  pocas  excepcio- 
nes. En  vista  de  estos  datos,  no  veo 
razón  suficiente  para  exceptuarle  de 
la  regla;  por  lo  menos,  la  azeuxis  es 
tan  regular  y  clásica  como  el  dip- 
tongo (1). 


(1)    Por  un  descuido  inexcusable,  puse  en  el  núm.  12,  como  ejemplo  de  diéresis,  el  adjetivo  aciago. 


310  — 


Tirso,  545' 

Ua  día  que  aciago,  fué  heredero 
Del  martes  agorero, 
Salí  á  templar  calores 
Por  entre  los  naranjos  y  las  flores. 

Id.,  332 
Que  los  martes  y  las  deudas 
Dicen  que  son  aciagas. 

Turia,  226' 

Hoy  es  el  día  aciago 
Para  mi  casa  y  suerte. 

471.  achiote. 

Lope,  2.",  526 
Ninfa  del  sombrero  negro 
Y  los  guantes  de  aclñote. 

Id.,  5.^  193. 

Una  sinéresis:  Tirso,  130. 

472.  Adriano. 

Castillejo,  Herrera,  Castellanos, 
Hita,  Lope,  Ponce,  Caro  (Rodrigo), 
Medrano,  Rioja,  Moratin  N.  Con  si- 
néresis, Calderón,  Candamo  y  Vaca. 
Tampoco  debo  exceptuarse. 

P.ioja,  387 
Aquí  de  Elio  AdrLino, 
De  Teodosio  divino... " 
Rodaron  de  marfil  y  oro  las  cunas. 

Ponce,  9 
PjU  el  mar  Adriano  tiene  mando 
Do  pouer  calma  ó  tempestad  suplandu. 

473.  Adriático. 

Acevedo,   270' 
Eu  las  cuevas  dȒl  seno  Taren  tino 
O  en  las  del  Adriático  vecino. 

Mornto,  641 

Abrasaba  entrambos  maree 
Con  tan  l)árbara  soberbia, 


Que  el  Adriático  y  Jonio 
Eran  destroncadas  selvas. 

Otras:  Rufo,  118'— Lope,  5.°,  290. 

Sinéresis  en  Valbuena,  Calderón  y 
Jovellanos.  Adnático  y  Adriano  tie- 
nen el  mismo  origen:  amijos  deben 
seguir  la  regla. 

474.  Albion. 

En  14  poetas  (Belmonte— Galle- 
go). 25  azeuxis,  2  sinéresis  (Noro- 
ña,  445' — Quintana,  18), 

Meléndez,  224 
Cuando  tn  las  rocas  de  Albion  llorabas. 

Maury,  XXIX,  488' 
Caiga  Albion,  mas  víctima  primero 
Que  de  su  iniquidad,  del  noble  acero. 

475.  Alciato. 

Lope,  5.*>,  386 
Digna  siemjn'e  será  tu  docta  frente, 
Alciato  español,  del  verde  engaste. 

Lista,  381 
Y  ostenta  en  competencia  de  Alciato 
El  Marini  aiiu  emblemas  más  obscuros. 

Otra:  Lobo,  41. 

476.  Alción. 

-  En   9  poetas   (Montesino — Huer- 
ta, V).  20  azeuxis,  contra  una  sinére- 
sis de  Moratin  N.,  56  (1). 
Góngora,   50ü' 
i;i  pobre  Alción  se  queja. 

Huerta  V  ,   612' 
Y  (ílauco  y  Alción  competidor* s. 

477.  Aliarda. 

Anón.,  X;  181-240;  10  azeuxis. 
i  Muera  aquel  que  lia  deshonrado 
A  Aliarda  la  más  bellal — 
Kn  saber  esto  Aliarda, 
Gran  enojo  recibiera.  ( •  8 1') 


(1)    CaHtpIlaiinR,  220',  rlico  arrian,  con  otro  significado. 


-  311 


478.    Alíarto. 

Arjona  J.,  140' 
Y  los  que  el  Aliavto  húmedo  envía 
A  la  tierra. 

478.    Aliastras. 

Anón.,  X,  408 
Mandó  á  Alíastras  que  cuente 
Todo  como  había  pasado. 
Alíastras  se  lo  cuenta. 
Otra:  ib  id. 

430.    aljamiado. 

Sepúlveda,  XVI,  9' 
Súpolo  de  aljamiados 
Que  tenía  por  espías. 

48 1 .  almadiado. 

Castellanos,    23' 
Puesto  caso  que  son  almadiados 
Del  olor  y  marinos  movimientos. 

482.  ampliar. 

Rufo,  32 
Con  poder  ampliado  y  extendido 
En  los  negocios  de  su  caro  hermano. 

Solórzano,    316 
Las  cuarenta  le  añadí. 
Cinco  tiene. — He  de  ampliarla. 

Otras:  Rufo,  61,  63' — Castellanos, 
ocho;  total,  12  azeuxis,  contra  3  siné- 
resis de  Calderón,  Reinoso  y  So- 
moza. 

Conjugándose  este  verbo,  como 
debe,  amplío,  amplías,  es  lógica  la 
azeuxis  en  ampliamos,  amplió,  é  inco- 
rrectas las  sinéresis. 

483.  Anñon. 

Véase  el  catálogo,  y  obsérvese  que 
ocho  de  las  quince  sinéresis  son  de 
Calderón. 

Arjona  J.,  183' 

Le  canta  más  hazañas  y  loores 
Que  á  Cadmo  y  Anfión  sus  fundadores. 

Lista,  288' 
Por  tí  los  muros  de  la  antigua  Tebas 
Levantó  osada  la  anf  lonia  lira. 


484.  Anguiana. 

Tirso,   36' 
Marqués  eres  de  Anguiana. 
— Gran  Señor... — No  hay  para  qué 
Me  des  por  aquesto  gracias. 

485.  apiolo-as. 

Yillanueva,  6S8" 
Mírelos  él  una  vez, 
Mas  que  en  pos  los  apiole. 
Sinér:  Cañizares,  550. 

486.  Aquior. 

Baptista,  292  -  297:  7  azeuxis,  una 
sinéresis. 

Y  dejaron  á  Aquior 
Al  pie  de  un  árbol  atado.  (292') 

487.  Ariadna. 

Véase  el  catálogo. 

Cáncer,  XLH,  434 

Ya  se  presenta  á  ^Minos  obediente 
Y  en  su  vista  á  Aiiadna  un  fuego  ardiente. 
Ariadna,  de  Minos  hija  hermosa. 

488.  Ariana. 

Herrera,  335' 

Las  ricas  hebras  del  dorado  velo 
Yencen  á  las  que  cercan  á  Ariana 
En  el  eterno  resplandor  del  cielo. 

489.  Arion. 
Véase  el  catálogo. 

Arjona  J.,  130' 
Y  hubiérase  Aiion  atrás  quedado. 

Iglesias,  452 
Al  Arion  Menalca  se  aventaja. 

490.  Ariosto. 

Arriaza,  124 

El  Ariosto  y  sus  burlescos  cuentos 
Prefiero  á  todo  autor  helado  y  grave. 

Lope,  5.°,  447 
Como  Ariosto  dice, 
A  diez  y  seis  de  Agosto, 
Que  fué  muy  puntual  el  Ariosto. 

Id,,  4.°  y  5,°:  otras  seis. 


—  312  - 


491.  armonioso. 

Véase  el  catálogo.  Casi  todos  los 
poetas  citados  son  modernos;  bien 
(creo)  pueden  autorizar  la  azeuxis. 

Calderón,  2.",  123 
¿Deja  un  templado  instrumento, 
Como  armonioso  suene, 
De  sonar  armonioso 
Porque  no  le  diferencien 
Cada  vez  las  fantasías? 

Lista,  288' 
Por  tí  Delille  armonioso  y  blando 
Gloria  es  del  St>na. 

492.  Arriaba. 

Castellanos,  425' 
Alcalde  fué  Francisco  de  Arriaga. 

493.  arríano. 

En  9  poetas  (Gónfi'ora — Lista),  11 
azeuxis,  una  sinéresis  de  Moreto. 

Vélez  (Luis),  163' 
Y  á  las  arrTanas  armas 
Un  principe  Hermenegildo, 
Columna  de  la  fe  santa. 

Arjona  M.,  512 
Cuando  el  godo  arrTano 
Sus  coligadas  huestes  desbarata. 

494.  Arríaza. 

ArrTaza,  140 
Malion,  Tirimero  de  Octubre, 
Tu  fiel  amigo:  Arriaza. 

Id., .77',  lio— Vargas,  (X)7,  612  bis. 

495.  Artiaga. 

CastellanoH,  22'.t' 

Mas  ya  Filipo  de  üten  y  ArtTaga 
Salen  armados  amlioH  á  laballo. 

496.  AstTagos. 

Sepúlveda,  X,  329' 
Fué  preso  el  rey  Astlagcs 
Y  toda  HU  compañía. 


Villegas,   562" 
No  el  reino  de  Astiages 
Ni  el  batallón  de  Jerjes. 

Otras:  Sepúlveda,  fres  -  Lope,  S.°  4. 
Calderón,  8.°,  cuatro.  Total,  10  azeu- 
xis, 6  sinéresis,  Timoneda,  III,  157 — 
Arjona  J.,  1G4 — Calderón,  3.°,  532'  y 
tres  do  Lope. 

497.  averiarse. 

No  hay  ejemplo;  pero  conjugándo- 
se averio-as,  tendrá  azeuxis  también 
en  averiarse,  averiado.  Véase  mime- 
ro  4(j5. 

498.  avión. 

Salas,  6;í7' 
O  el  sencillo  gracejo 
Del  avión,  la  tórtola  y  vencejo. 

Anón.,  LVUI,  415 
Tantos  nidos  de  zorzales, 
Vencejos  y  gorriones. 
Mirlos,  tordos  y  aviones, 
Triguerillos  y  pardales. 

Otras:  Huerta  J.,  25íí— Nieto,  586", 

499.  axioma. 

Algún  ejemplo  hay  de  azeuxis,  no 
sé  dónde.  Do  sinéresis  tampoco  pue- 
do decir  los  que  hay;  véase  Lope,  5.% 
190  -Tirso,  390',  3»)". 

500.  Biáfiíra  y  biafra. 

Lope,  4.°,  78" 
En  Bláfara  nació 
Mi  ma<ln^,  y  mi  j)ndro  en  Lima. 

Krcilla,  102' 
Mandiii>;()H,  monicongos  y  los  feos 
Zapes,  biafras,  jélofos,  guineos. 

501.  liíaiinia. 

Lope,  5.",  222' 
Porfjue  de  la  venhid  tan  lejos  viven. 
Como  está  la  Hiarmia  de  Ktíopia. 

Valbuona,  146' 
A  IflH  alunas  de  \V\  .rmia  8u))e. 


—  313  - 


502.  biombo. 

Tirso,  552"  y  710" 
Biombos  de  este  aposento. 

Lope,  5°,  361' 
Las  nubes,  ya  biombos  celestiales. 

Otras:  Quevedo,  157— Cald.  2.^639' 
Cubillo,  182'.  Total,  7. 

503.  bría. 

Véase  el  catálogo.  Pertenecen: 

á  embriago 25  az.    4  sin. 

á  calabriada 7    »      » 

á  encalahríado 1    »      1     » 

Anón.,  LVm,  122' 
El  vino  que  le  daremos 
Embriaga  y  no  deriiba. 

Calderón,  4.°,  642' 

A  calabriada 
Pase  la  que  babía 
De  ser  mojiganga. 

Polo,  208 
Saqué  encalabriados  los  sentidos. 

504.  brial. 

En  17  poetas  (Montesino-Arriaza), 
29  azeuxis:  una  sinéresis  de  Pan- 
sac,  222' 

Anón.,  X,  483' 
Con  ssngre  de  mis  palomas 
Ensangrentó  mi  bríale. 

Encina,  X,  160' 
IJn  brial  vestido  blanco 
De  damasco  singular. 

505.  Brianda. 

En  8  poetas  (Anón.,  X — Isla),  42 
azeuxis:  3  sinéresis  de  Calderón. 


Castro  (Guillen),  330 
Porque  sola  no  estuviera 
Brianda,  vino  Mencía 
Por  mi  guí?to,  de  Valencia. 

506.  Briático. 

Rufo,  106 

El  conde  es  de  Briático  animoso 
Que  en  hermosura  y  en  edad  florece. 

Id.,  129. 

507.  Bríones. 

Castellanos,  354' 
Isabel  de  Biion<^s  quedó  manca. 

Huerta  J.,  253 
Genistas,  terebintos  y  cirisos, 
Bríones  y  brasiles  y  copisos 

Otras:  Castellanos,  82  bis. 

508.  brioso. 

En  82  poetas  (Timoneda-G-allego), 
.339  azeuxis.  Sinéresis:  Valbuena,  20 
(azeuxis,  62'),  Calderón,  una  (2.°,  65'); 
los  demás,  ninguna. 

Cervantes,  353 

Esta  que  veis  de  rostro  amondongado, 
Alta  de  pechos  y  ademán  brioso, 
Es  Dulcinea,  reina  del  Toboso. 

Marcos,  712' 
Y  brioso  la  arroja  á  Pisacienos. 

509.  Ciane. 

Porcel,  148 

En  vano 
Ciane  clama,  y  Cei-es  gimo  errante. 

510.  ciar. 

Gallego,  406 

No  hay  cedir,  no  hay  ciar.  De  nuevo  es- 

[talla. 
Retumbante  el  metal  del  anglo  fiero. 


511.     contrariar. 

Los  dos  ejemplos  que  puedo  citar,  ambos  son  de  sinéresis;  pero  como  el 
uso  vulgar  conjuga  este  verbo  así,  contrarío-ías,  la  lógica  pide  que  la  azeu- 


-  314  - 


xis  se  guardo  también  en  conb-artamos,  contrañar,  según  el  principio  gene- 
ral arriba  puesto  (uúins.  277  y  465). 

512.  criar. 

La  azeuxis  do  este  verbo  y  sus  derivados  está  reconocida  y  universal- 
mente  practicada  por  todos;  así  es  que  no  necesitamos  demostrarla. 

Las  azeuxis  son  numerosísimas,  especialmente  en  los  poetas  dramáticos 
(240  en  el  tomo  III  de  Calderón):  las  sinéresis,  rarísimas  y  en  pocos  poetas. 
Hasta  Hurtado  (Antonio;,  incluyendo  Vallmona,  no  hallo  más  que  17  siné- 
resis. Vienen  luego  unos  cuantos  poetas  licenciosos:  el  dicho  Hui'tado,  Cal- 
derón, Salazar  y  Torres,  Hoz  y  Fernández  de  Loon.  Desde  ésto  en  adelante 
reina  en  todos  una  exquisita  corrección  respecto  de  este  verbo;  y  en  los  tres 
tomos  de  Líricos  del  siglo  XVIII  no  encuentro  más  que  ima  sinéresis  (Ar- 
jona  M.,  520). 

Ejemplos  de  criar  hemos  copiado  muchos  en  el  núra.  239. 
Calderón,  2.",  99"  Hoz,  201 

Dejemos  en  este  estado  La  criolla  os  algo  franca. 

Tu  crianza  y  mi  crianza.  Esto  solo  me  disgusta. 

513.  cuantía. 

Por  inadvertencia  no  apunté  todos  los  casos.  Véase  este  do  Lope,  5.°,  3-12'. 
Caballeros  de  Apolo  cuantiosos. 

Las  sinéresis  deljon  atribuirse  á  la  falta  de  advertencia  al  origen  de  esta 
palabra. 

514.  Chíapa. 

Castellanos,  US' 
Siendo  después  obispo  de  Chiapa, 
Acabó  su  carrera  santamente. 

ídem,  351  450'.  Una  sinéresis:  Val- 
buena,  3.31". 

515.  Chíono. 

Salinas  (Manuel),  566 
Chlone,  si  sabor  quieres 
Pyr  qué  de  tu  nombro  digna 
Te  juzgo,  y  también  indigna, 
Porque  negra  y  íria  eres. 

516.  fliiiTíar. 

(¿uovodo,  221' 
(Tolíjndrina  en  cb  i  rilar, 

517.     demasiado. 

Palabra  dudosa  es  ésta,  y  desgraciada  poi-  lo  larga.  Véase  el  catálogo. 
Sin  embargo,  como  todavía  on  Castilla  la  Vieja  hay  (juion  dico  (IcmasJado,  no 
veo  razón  sulicionto  para  establecer  como  loy  ol  diptongo.  Débese,  puos, 
guardar  la  azeuxis. 


Y  venir  á  los  veranos. 


Maratin(L.,)  002' 

Cigarras 
Que  aqui  y  allá  chirriando 
El  ronco  estrépito  alternan. 


Moreto,  578" 

Y  si  os  poco,  te  daré 
Un  chirrión  de  la  villa, 

Otras:  Que  vedo,  201,  2.'31'.  íSinéro- 
sis,  dos:  Id.,  216'—  Calderón,  S.*',  496'; 
ambas  de  chirrión. 


315 


Lope,  2.0,  239 
Lo  que  importa  es  no  comer 
Demasiado,  ni  hacer 
Desórdenes  por  ahora. 

Alarcon,  445 
Muy  demasiado  andáis, 


— ¿Demasiado?  Un  huen  día 
A  la  corte  habéis  do  dar. 


Castellanos,  487 
Demasiadamente  van  errados. 


518.     descarriar. 

Descarrío-as  dice  el  uso  general,  como  también  Meléndez,  146'  y  Barbero, 
598.  Esto  nos  lleva  lógicamente  á  la  azeuxis  en  descarriamos ,  etc. 

En  1-1  poetas  (Padilla  Fr.  JMa>2— Huerta  Vicente) ,  21  azeuxis:  3  sinéresis 
hay,  todas  posteriores  á  las  azeuxis,  en  Hore,  Samaniego,  Jovellanos. 


Timonedo,  82 
Andará  descarriada 
Mi  oveja  por  los  jarales. 


Que  se  descarrió  por  solo  vicio. 

Calderón,  3."  103" 
Un  criado  á  su  amo  tope 
Descarriado. — Esperad. 


Chaide,  341 
Y  pues  eres  pastor  busca  tu  oveja, 

519.    día. 
A. — Diana. 

En  90  autores,  1.240  azeuxis  y  103  sinéresis;  pero  debe  advertirse  que  de 
éstas,  79  son  de  solo  Calderón  (azeuxis  404),  y  las  otras  24  pertenecen  á  13 
diversos  poetas. 

Polo,  178 
No  lo  creo  de  Diana, 
Que  no  es  Diana  tan  necia. 


Viendo  que  á  Diana  estimo? 
— ¿Pues  cómo  tú  aquí,  sabiendo 
Que  Diana  es  dueño  mío? 
— ¿Tú  de  Diana  galán? 


Rojas,  180  — ;Tú  de  Diana  marido? 

¿Pues  cómo  tú  en  esta  casa, 

B. — diario. 

Véase  el  catálogo.  Las  sinéresis  de  Lista  se  bailan  en  su  poema  El  Im- 
perio de  la  Estupidez.  (Véase  nvím.  268). 

Cruz  (Ramón),  512'  Moratin  (L.),  600" 

Yo  sé  contra  su  diario,  Dile...  Así  nunca  tus  versos 

Cómo  y  de  quién  tradujera.  Se  impriman  en  el  diario. 

C. — dieta. 

Esta  palabra  puede  ser  derivada  de  día,  equivalente  á  jornal  ó  concilio; 
y  también  del  griego  Síatxa  =  régimen  de  vida,  abstinencia.  Los  datos  que 
tengo  son -incompletos;  pero  ahí  va  lo  que  sé.  En  el  primor  significado,  debe 
ser  azeuxis,  según  la  regla,  como  le  usó  Mendoza,  64',  y  Barbero,  624,  en  es- 
tos versos: 

Entiendo:  su  trabajo  y  las  dietas. 
Quien  mandó  trabajar,  ése  las  pague. 


316  - 


Con  sinéresis  le  hallo  en  Cáncer,  XLII,  432. 

En  el  segundo  significado,  tiene  la  misma  forma  que  hiena  (de  üatva  ),  y 
ambos  vocablos  parece  que  debían  seguir  también  esta  misma  regla;  pero 
atendiendo  á  que  el  diptongo  griego  cu  ya  sonaba  e  en  latín,  y  á  que  el  uso 
de  los  poetas  es  vario  y  fluctüante,  creo  deberemos  legalizar  en  ambos  el 
diptongo.  Sin  embargo,  véanse  estos  ejemplos  de  dieta,  y  cómo  juega  More- 
te con  el  equívoco. 


Tirso,  631 
La  dieta  es  el  remedio 
Más  eficaz  y  ordinario: 
Guardad,  honor,  pues  dieta 
De  silencio  cuerdo  y  santo. 


Moreto,  572* 

No  come  este  día. 
¿Por  qué?— Porque  alo  de  Wormes, 
Ha  dado  en  tener  diota 
A  mediodia. 


D. — diurno. 

En  17  poetas  (Céspedes  P. — Solís  D.),  23  azeuxis. 


Céspedes,  365 
Cuyo  esplendor  se  extiende  y  crece  harto, 
Más  vivo  y  puro  que  el  diurno  electro. 


Alarcon,  393 
En  este  bolsillo  tiene- 
Unas  llaves  y  un  diurno. 


S. — cotidiano  y  meridiano. 

Estos  dos  vocablos,  aunque  largos  y  de  composición  no  muy  clara  para 
el  vulgo,  conservaron  su  propia  azeuxis  durante  el  período  anteclásico, 
como  se  ve  en  los  catálogos  arriba  estampados.  Y  si  el  principia  general 
2."  (núm.  277)  debe  aplicarse ,  hemos  de  convenir  en  que  las  sinéresis  sub- 
siguientes son  ima  desviación  de  la  regla.  Así,  pues,  con  el  respeto  debido 
á  Argensola,  Alarcon  y  Moreto,  digo  que  si  queremos  que  nuestra  ortolo- 
gía sea  regular  y  lógica,  debemos  restablecer  la  azeuxis  en  su  primitivo  vi- 
gor. Si  ahora  resucitaran  tan  afamados  poetas,  creo  que  asentirían  á  lo  que 
propongo;  pues  no  es  de  presumir  que  quisieran  convertir  nuestra  lengua,  á 
fuerza  de  excepciones,  en  olla  de  grillos. 

El  Lie.  Soto,  15' 
En  galos  y  britanos, 
Y  cuantos  hace  el  sol  meridianos. 


Castillejo,  224 
Y  penas  cotidianas 
De  escribir. 


Castellanos,  358' 
Cuotidianamente  recorriendo 
Ranclierias  de  inflios  y  convescs. 

Rojas,  339' 
Padre  que  no  onvia 
La  porción  cotidiana, 
Padezca  cada  semana 
Nuestra  hambre  de  cada  dia. 


Lope,  5.",  470 

Ya  se  inclinaba 
Do  su  meridiano  el  sol,  pcnlida 
La  encendida  color  que  lo  doraba. 

Vélez  (Juan),  ñ9.3'* 

Se  asegura  cierto  y  llano 
El  pasto  meridiano. 


520.     diablo. 

Véase  el  catálogo  do  azeuxis:  la  x  significa  número  indeterminado,  por- 
que no  conté  las  sinéresis  en  esos  autores.  Tenemos,  pues,  tres  cosas:  1.*,  en 


-  317  - 

todo  el  período  anteclásico  no  recuerdo  haber  hallado  más  sinéresis  que  las 
apuntadas,  y  alguna  en  Timoneda  y  Cervantes;  lo  cual  prueba  que  también 
á  esta  palabra  la  guiaba  el  instinto  eufónico  hacia  la  azeuxis,  como  debía 
ser;  2.*,  desde  Lope  en  adelante  se  generalizó  la  contracción,  y  es  muy  cre- 
cido el  número  de  sinéresis;  no  parece  sino  que  nuestros  dramáticos  tenían 
siempre  el  diablo  en  la  pluma;  3.*,  aun  desde  Lope  acá,  no  faltan  autores  que 
siempre  guardaban  la  azeuxis  (1). 

Por  otro  lado,  debemos  observar  dos  cosas:  1.*^  que  en  el  uso  actual  cas- 
tellano son  comunes  la  azeuxis  y  la  sinéresis;  2.*^,  que  la  sinéresis  tiene  más 
de  artificial  que  de  natural.  Me  explicaré.  Las  tres  palabras  diablo,  diantre 
j  piojo,  son  las  únicas  simples  en  que  las  sinéresis  superan  con  mucho  á  las 
azeuxis.  Este  fenómeno  me  hace  creer  que  la  sinéresis  se  debe  á  la  repug- 
nancia ó  desvío  que  causa  naturalmente  la  cosa  significada;  la  cual  repug- 
nancia estimula  al  hombre  á  pronunciar  dichos  vocablos  con  la  rapidez  que 
el  enfermo  se  toma  de  un  sorbo  la  medicina  amarga,  para  evitar  en  lo  posi- 
ble el  mal  sabor. 

Conclusión:  La  azeuxis  es  natural,  regular,  instintiva  y  eufónica;  pero 
debe  permitirse  la  sinéresis,  en  razón  á  la  repugnancia  que  en  el  ánimo  pro- 
duce la  cosa  significada. 

521.     diácono. 

La  azeuxis  de  diácono  es  corriente  en  Castilla  la  Vieja;  la  de  sus  com- 
puestos tiene  y  ha  tenido  mala  suerte,  como  otros  compuestos  largos,  en 
cuya  pronunciación  incorrecta  han  inflíiido  no  poco  la  ignorancia  y  el  des- 
cuido. Creo,  pues,  que  debe  rectificarse  su  pronunciación,  á  pesar  de  la  auto- 
ridad de  los  poetas.  Véanse  los  catálogos  (núm.  468). 


Anón.,  X,  218" 
El  Arzobispo  de  Milán 
De  diácono  servía; 
Por  subdiácono  de  ellos 
El  Obispo  de  Aux  venía  (a). 


Castellanos,  381 
Primer  arcediano  dan  mis  cantos 
A  don  Francisco  Díaz  de  los  Santos. 


Id.,  436 
Acabó  cordobés  arcediano, 
(a)     Este  ejemplo  es  el  único  que  hay  de  subdiácono,  y  es  algo  dudoso.  El  primer  verso 
no  consta,  sino  diciendo  Obispo  en  vez  de  Arzobispo,  ó  leyendo  Milán. 

522.     diáfano. 

Otra  palabra  desgraciada.  Pero  debe  observarse  que  las  sinéresis  perte- 
necen casi  todas  á  poetas  incorrectos;  y  además  se  notará  que  también  las 
sinéresis  se  pegan  de  unos  poetas  á  otros.  Tal  sucede  con  Meléndez,  Forner 
y  Moratin  (Leandro).  La  ortología  pura  y  clásica  exige  la  azeuxis. 


Acevedo,  280 
Por  claros  y  diáfanos  cristales 
Ilustran  á  las  cosas  inferiores. 


Montalban,  490 
Con  diáfano  acero  la  degüella 
Por  la  garganta  de  su  pie  delgado. 


(1)  Por  e¡einpIo,  Vélez  (Luis)  en  su  comedia  El  diablo  en  Cantillant,  cuyo  titulo  se  lee  asi  al  final  de 
la  primera, jornada,  y  no  puede  ser  de  otro  modo.  Y  como  Vélez  dice  siempre  (itaftío ,  con  azeuxi»,  juzgo 
que  el  señor  Mesonero  Ronianos  corrompió  feamente  dicho  titulo,  poniendo  El  diablo  está  en  Cantillana. 


-  [US  - 


523.  diálogo. 

De  esta  palabra  hay  qiio  decir  lo 
mismo  que  do  la  precedente;  véase  el 
catálogo  (núm.  468). 

Lope,  5.",  445 
Y  ¿quién  habrá  que  note, 
Aunque  fuese  satírico  Aristarco, 
De  Ulises  el  diálogo  á  Plutarco? 

Argensola  B.,  350' 
¿Quién  no  se  burlará  de  uno  persona 
Que,  sin  oyente,  sobre  algún  suceso. 
En  forma  de  diálogo  razona? 

524.  Drámcne. 

Lope,  5.",  188' 
Cimódoce,  Diámene  y  Climene. 
Impreso  D'iamene,  pero  así  no  cons- 
ta rítmicamente  el  verso.    Cimódoce 
es  llano,  según  el  acento,  y  esdrújulo 
según  la  cantidad. 

525.  diámetro. 
Véase  el  catálogo. 

Espinel,  519' 

Y  en  diámetro  Fabo  la  miraba 
Desde  Acuario  en  León. 

Calderón,  1.°,  121" 

En  la  figura  se  cuentan 
Del  diámetro  las  líneas. 

526.  díante. 

Tirso,  302" 

Deixai-nos  pasar  diante. 
Que  toinus  prisa.— Ksperad. 

Otras:  Lope,  l.«,  l.'}2    Td.,  2.^  173". 

527.  díantre. 

15  sinéresis  y  esta  azouxis. 
Barbero,  5í)8' 
Pues  ¿no  <ís  cosa  del  diantre 
Que  á  nosotros,  si  r<)l>arao9, 
Nos  zurren  los  cordobanes? 

Es  ])alal)i'a  usada  sólo  on  ol  perío- 


do postclásico,  y  nótese  lo  dicho  en 
el  núm.  520. 

528.  diaspro. 

Una  sinéresis:  Triarte,  30'. 

529.  Diaulo. 

Lope,  LVIII,  14.Í 
Mistilo  fué  famoso  cocinero, 
Diaulo  enterrador,  y  de  Toraiiio,  etc. 

Sinéresis:  Salinas  31.,  56<j'— Far- 
fan,  568". 

530.  Diocles. 

Lope,  5.",  t45 
Y  tanta  filosófica  fatiga 
Di  ocles  puso  en  alabar  el  nabo. 

(Pudiera  ser,  y  acaso  mejor,  Dio- 

des ) . 

531.  IJiógonos. 

Véase  el  catálogo.  En  al^^unos  ca- 
sos de  sinéresis,  pudiera  ser  Diogé- 
nes,  i)(»r  diástole. 

Cueva,  X,  342' 

Dió;¡^enes  puesto  en  medio  .. 
Y  Diógenes  lodico... 
A  Diógenes  detiene... 
DiógC'nos  so  rió,  etc. 

Cañizares,  53(>" 
Sólo  la  media  tinaja 
Le  falta  á  esto  ostraralario 
Diógenes  de  la  legua. 

532.  Dion. 

Alarcon,  5í<ñ" 

Piincipio  al  engaño  doy 
Con  Dion.— AI  punto  voy 
A  hablar  de  tu  parte  á  Aurora. 
—  Perdona,  Dion  amigo. 

Idom,  2H5-.'Í05,  cuarenta  y  fres  ve- 
ces.—Lopo,  L\'1IÍ,  15."í. 


319 


533.  Dione. 

En  12  poetas,  todos  líricos  (Herre- 
ra— Somoza),  20  azeuxis. 
Lista,  360 
Y  á  abrirse  se  atreve 
La  flor  de  Dione. 

Otro  ejemplo,  núm.  444. 

534.  Dióscoro. 

Hojeda,  450 
Por  Dióscoro  muerto  y  afrentado, 
Llevó  su  afrenta  y  muerte  no  cansado. 

Otro  dudoso  en  Lope,  5.",  297;  tal 
vez  diría  allí  Lope  Dioscóro. 

535.  Driante. 

Arjota  (J.),  172 
El  horrendo  Driante  se  ha  movido, 
De  la  sangre  heredero  y  las  pasiones 
De  Orion,  de  Diana  aborrecido. 

ídem,  140',  154',  172',  173  -  Mori- 
llo, 189'. 

536.  Ebion. 

P.  Céspedes,  140' 
EbTon  y  Menandro  acompañados 
De  los  nicolaitas  obstinados. 

537.  Echion. 

Castellanos,  8 
Anfión,  Echion,  Erex,  Climino. 

Céspedes,  P.,  367' 

Ver  espero 
El  echíonio  Píndaro  y  Homero. 

538.  Egion. 

Dos  sentidos  tiene  esta  palabra  en 
los  poetas. 

Arjona(J.),  100' 
Por  orden  han  pasado 
Los  de  Egíon  y  Arañe  populosa. 

Cervantes,  253' 
Con  su  rueda  Egion  no  se  detenga. 

(Aquí  significa  Ixion,  y  debiera  es- 
cribirse con  j. 


539.  Eguíon. 

Mendoza,  72' 
,  EguTon  ilustro  y  glorioso. 

(Falta  una  sílaba  á  este  verso) . 

540.  Eliano. 

Lope,  4.'',  275 
Vete,  villano  Eliano. 
— Señor...— Huye. — ¡Que  esto  quieras! 

Otras:  Quevedo,  225'— Matos,  265" 
Vaca,  337. 

541.  Elias. 

Sor  María,  444 
En  el  nombrado  puerto  d«  Ulisea,  (a) 
Donde  la  ilustre  capa  Eliana 
Con  su  antigua  blancura  lo  hermosea, 

Aquí  la  Elísea  gente  Mariana  (b) 
Sigue  á  la  Sacra  Virgen. 

Calderón,  3.°,  368' 
Venga  del  arca  la  llave. 
Para  saber  á  qué  sabe 
Ei  pan  de  los  eliotas. 

Id.,  370 
Catecúmeno,  eliótico 

Y  apóstata  he  sido. — Basta 
Que  has  sido  esdrújulo. — Eso 
Solamente  me  faltaba. 

Mas  no  es  malo  ser  esdrújulo 
Ahora  que  validos  andan  (c). 

Otras  azeuxis:  Calderón,  3.°,  357 — 
371,  nueve.  Total,  12  azeuxis. 

542.  Elíata. 

Laso,  X,  899 

Y  casó  con  Elíata, 

Del  rey  de  Fez  hija  hermosa. 


(a)  Lisboa,  de  Ulisijw. 

(b)  Es  muy  dudoso  como  pronunciaría 
Sor  María  el  adjetivo  elíseo,  y  de  quién  le 
supondría  derivado,  si  do  Elias  ó  de  Elíseo. 

(c)  Añádase  este  testimonio  al  de  Ro- 
jas, núm.  197, 


-  320 


543.  embrí»>n. 

En  IG  poetas  (G^ms^ora— Tapia),  45 
azeuxis,  4  sinéresis  en  Calderón,  y 
y  otra  en  Lista. 

Calderón,  LYIII,  41S 
¿Quion  vio 
En  el  vientre  de  una  nube 
Tan  monstruoso  embrión? 

544.  endríao;o. 

Forner,  333' 
Después  que  tendido 
Hubieres  en  la  palestra 
A  tanto  ruin  endriagu. 

Una  sinéresis:  Jovellanos,  17'. 

545.  Equíon. 

Morillo,  183 
Equion,  cuya  mano  es  siempre  buena. 
Para  cerrar  la  herida  más  nociva. 

ídem,  180. 

546.  ería. 

Podraza,  4G 
Por  estos  desiertos,  en  este  erial. 

Trillo,  83 
La  barba  es  de  erizo 
Y  hecha  un  eriazo. 

Otras:  Calderón,  LVIII,  547  — La- 
zan, 114'  —  l^oinoso,  214'  —  Castro 
(Francisco),  634'  —  Roldan,  G42.  To- 
tal, 7. 

Sinéresis:  Moratin  (N.),  37',  58. 

547.  -  espiar. 

En  18  poetas  (Naharro— Arrlaza), 
31  azeuxis:  5  son  do  c^'pTon. 


Naharro ,  XVI,  428 
Porque  temo  la  celada 
De  quien  siempre  me  ha  esjúado. 

Zarate,  od>^ 
Es^üóle  lindamente. 

Ercilla,  113 
Que  de  cierto  espión  era  avisado. 

548.  espurriar. 

No  hay  ejemplos.  Se  conjuga  ef^pu- 
■n'ío-as;  de  consiguiente,  habrá  azeu- 
xis cuando  el  acento  pase  ;i  la  termi- 
nación (núm.  465). 

549.  estriar. 

Góngora,  473 

Impedida 
Si  de  purpúreas  conchas  no  istríadas. 
De  trágicas  ruinas  de  alto  robre. 

Huerta  (J.),  245 
Las  basas,  los  pilares  estriados. 
Otra:  Valbuena,  195'. 
Sinéresis:  Moratin  (N.),  40'— Mora- 
tin, (L.),  575. 

550.  Etion. 

Arjona,  (J.),  130 
A  su  Etion  Euueo  llama  en  vano, 
ídem,  148. 

551.  Etiopia. 

Véase  el  catálogo.  Do  las  azeuxis, 
7  son  de  etiópico,  sin  sinéresis. 
Véase  también  el  núm.  219. 

Acevedo,  37V> 
Canta  ahora  los  Ímpetus  osados 
De  aquellos  etiópicos  varones. 


652.     oxtasiar. 

Exfaftío-a-<t  decimos  vulgarmente,  como  también  Moratin  L.,  601".  Do 
consiguiente,  es  lógica  la  azeuxis  en  extíU^Jado,  e.rta^<7óy  etc.;  aunque  los  cua- 
tro ejemplos  ({uo  liallo  son  do  sinéresis;  Jovellanos,  41'  — Moléndoz,  232' — 
Arríaza,  100 — (Quintana.  Y.)'.  Hay,  pues,  inconsecuencia  on  unos  ó  en  otros:  y 
así,  si  te  empeñas,  lector  amable,  en  poner  diptongo  en  extasiado,  ponle 
también  on  cxtásio-ay. 


—  321  — 


553.    fiar. 

La  azeuxis  de  este  verbo  y  todos  sus  compuestos  y  derivados  está  admi- 
tida y  practicada  por  todos.  Los  casos  de  azeuxis  se  acercan  á  4.500;  las  si- 
néresis á  300;  y  pertenecen  todas  á  los  poetas  licenciosos:  Valbuena,  Hurta- 
do (Antonio),  Calderón,  Rojas,  Leiva,  Salazar  (Agustin),  Hoz,  Fernández  de 
León,  Zamora,  Vaca,  Jovellanos,  Samaniego,  Triarte.  Más  de  la  mitad  de  és- 
tas son  de  solos  Calderón  y  Rojas,  y  este  último  que  en  fíar  guarda  siem- 
pre la  azeuxis,  por  una  inconsecuencia  incomprensible  y  detestable,  comete 
en  los  compuestos  la  sinéresis  un  crecido  número  de  veces,  acaso  80.  Hay 
tomos  tan  limpios  que  no  contienen  una  siquiera  de  estas  licencias;  entre 
ellos  el  lY,  XVI,  XX,  XLIII,  LXVII.  En  los  tomos  XXXII,  XXXV, 
LXIII  y  LXIX,  hay  una  en  cada  uno;  dos  en  el  X  y  en  el  XLVII;  tres  en 
el  XLV  y  LXI;  cuatro  en  el  V,  XXXIX  y  XLII;  y  cíjico  en  Lope  de  Vega. 
Copiemos  algún  ejemplo,  además  de  los  transcritos  en  el  núm.  240. 


Aguilar,  147 
Yo  quiero  agora  probar 
Que' soy  hombre  de  fiar, 
Sólo  en  fiarme  de  tí. 
Que  aunque  esto  es  propia  alabanza, 
Confiarme  en  este  aprieto. 
De  mi  contrario,  es  efeto 
De  sobrada  confianza. 

Solís  Antonio,  11' 
Aunque  aquesto  de  fiar 
Algo  á  las  criadas  sé 
Que  es  una  fianza  en  que 
Se  suele  siempre  lastar, 
Hacer  puedes  confianza 
De  mí,  aunque  no  lo  merezco; 
Que  tengo  caudal,  y  ofrezco 
Sacarte  de  la  fianza. 

Lope,  1.°,  521' 
Fianzas  me  han  puesto  así. 
— ¿Qué  mal  no  han  hecho  ñanzas? 

Moreto,  96' 
¿No  me  fías? — Ni  á  mi  madre 
La  fiara  yo  al  pagar. 
¿Por  qué? — Porque  por  fiar 
Perdió  su  hacienda  mi  padre. 

ídem,  194' 
No  os  fiéis  del  sentimiento. 

ídem,  332 
¿No  porfió  vuestro  amor? 
— El  porfiar  tanto  yo, 


Que  fué  preciso  el  cansarme. 

— Porfiar  un  agasajo 

¿Os  cansó? — ¡Hay  tales  extremosl 

Señora,  no  nos  cansemos. 

Que  el  porfiar  es  trabajo. 

Castellanos,  467' 
Decía:  «¡Hijo  mío,  cuan  incierta 
Es  á  los  confiados  confianza!» 
Mas  una  cosa  la  desconfiaba. 

Calderón,  2.°  238' 
Ni  con  necios  porfié. 
Ni  con  sabios  argüí, 
Ni  con  señor  competí, 
Ni  de  damas  confié. 

Rojas,  414 
El  padrino  en  su  lugar 
Ni  puede  desafiar, 
Ni  salir  desafiado... 
Que  á  mí  me  desafió 
Es  lo  que  importa  saber. 

Meléndez,  232 

El  genio  enciende 
De  Rafael  y  el  cetro  le  afianza 
Con  eterna  alabanza. 

Herrera  J.,  260' 
Porfiadamente  necias. 

Alarcon,  431' 
Si  son  Don  Sancho  é  el  Conde 
Porfiosos,  perdonad. 

21 


322  — 


554.  freír. 

Quevedo,  232' 
Denme  á  las  mañanas 
Un  gentil  torrezno, 
Que  frien<lo  llame 
los  cristianos  viejos. 

Otra:  Iglesias,  477'. 

555.  frío. 

En  39  poetas  (Castillejo — Xoroña), 
110  azeuxis,  5  sinéresis;  correspon- 
diendo: 

á  enfriar 17  az. 

á  resjriar.   ..........     ;">  1    » 

á  JTamhre 35    » 

á  jríote-a 4    » 

Las  sinéresis  sonde  Tirso,  Valbue- 
na,  Calderón,  Salazar  A.,  y  Yaca. 

Garcilaso,  20' 
La  sangre  alguna  vez  le  calentaba, 
Mas  el  mismo  temor  so  la  enfriaba. 

Grajales,  411" 
Erróse  algún  compañero, 
O  la  invención  enfrióse. 

Lope,  1.",  520" 
Advertid  que  habéis  jugado, 


3  sm. 

1  » 

2  » 


Y  que  os  podéis  resfriar. 
— Antes  me  temo  abrasar. 
Que  morir  de  resíríado. 

Tirso,  46 
¿No  hay  más? — Hay  una  gallina 
Fiamljre  y  medio  pernil. 

Rojas,  271' 
Es  aloja  de  verano. 
— Mientes. — Digo  que  es  frión. 

Id.,  224' 
¡Qué  temeraria  friotal 

Cañizares,  65 '. 
lAy  señora,  y  qué  frióte 
Novio,  y  qué  desmazaladol 

556.  Giaro. 

Quevedo,  30 
Esta  frente  loh  Giaro!  en  remolinos? 
Torva,  y  en  rugas  pálida  y  funesta. 

Otra:  Arjona  J.,  95' 

557.  C-rion. 

Huerta  J.,  255 
Gion,  atado  á  la  voltaria  rueda. 
(Otra  forma  de  Ixton.) 


558.     gloriarse. 

El  presente  do  este  verbo  q%  glorío- as\  y  ajilicando  el  principio  general,. 
tenemos  legal  y  correcta  la  azeuxis  en  glorJamos,  gloriemos. 

Sin  embargo,  debo  hacer  constar  que  Argcnsola  B.,  296,  Aldana  C..  •')!  I 
y  Olmo,  146',  dir-on  glório-as.  Las  sinéresis  de  gloriarse  son  más  numerosas 
íjue  las  azeuxis  ^ véase  el  catáloG:o\  ])oro  aquéllas  son  de  poetas  malos  ó  mo- 
dernos. 


Rueda,  28fi'' 
No  tienes  de  gloriar, 
Ni  mostrar  más  presunción. 

Herrera,  258' 
Y  podrá  gloriarse  en  mis  despojos. 


Argote,  616' 
Bien  pue<le8  gloriarte 
lOh  reina  del  Ponientel 

Carvajal,  682 
Aquel  odio  perfecto  y  santo  encono 
De  que  el  poeta  rey  se  gloriaba. 


-  323  - 


559.  *  gratíar. 

En  los  poetas  no  hay  ejemplos  de 
este  verbo;  pero  como  todos  le  con- 
jugan grajío-as,  se  impone  la  azeuxis 
en  telegrafiar^  litografié,  fotografío, 
etcétera. 

560.  grial, 

Villanueva,  590' 
No  ha  catavientos, 
Grlales,  jarras, 
Ni  bastimentos. 

Otras:  Fr.  Luis,  7, 31.    . 

561.  Guiana. 

Zarate,  561' 
Al  castillo 
lie  Guiana  os  retirad. 

Valbuena,  285' 
Ni  del  ducado  de  Gulaina  rico, 
Que  á  su  padre  Gofredo  dio  Alarico. 

Otras:  Lope  3.°,  617,  620',  622",  628'. 

562.  guiar. 

Hallo  este  verbo  en  120  poetas 
próximanaente,  con  unas  800  azeuxis. 
Sinéresis  tengo  apuntadas  27  (16  de 
Calderón  y  6  de  Valbuena:  las  otras 
de  otros  poetas  malos).  De  las  azeu- 
xis, 24  son  de  guían, 

Mey,  52' 
Tener  piedad  de  un  corazón  contrito 
Y  guiar  al  que  admite  ser  guiado. 

Valbuena,  182 
Por  el  ciego  mar  y  sordo  viento 
El  alto  fin  guió  de  aquel  camino. 

Lope,  3.°,  301 

Aquí  está,  Arceo, 
Acabado  el  guión. — Verle  deseo. 
— Este  es,  señor,  el  guión.  (octos.) 

563.  hastío. 

No  hallo  ejemplo  en  los  poetas; 
pero  la  azeuxis  es  lo  correcto:  hastía- 
do,  hastiarse,  hastioso,  etc. 


564.  hediondo. 

Véase  el  catálogo  (núm.  468).  El 
que  las  sinéresis  sean  más  numerosas 
que  las  azeuxis,  tal  vez  se  deba  á  la 
rapidez  de  la  pronunciación,  como 
noté  al  tratar  de  diablo  (núm.  520),  A 
mi  oído  castellano  suena  mejor  la 
azeuxis;  y  ésta  es  regular  y  con-ecta. 
Villaviciosa  J,,  611 
Reto  la  chusma  de  Letiria  sucia 
Y  al  capitán  Putrífola  hediondo. 

Carvajal,  581' 
En  vez  de  arder  la  pura  lumbre, 
Castellean  pavesas  hediondas. 

565.  Helíato. 

Timoneda,  m,  151' 
Y  por  manos  de  Heliato 
Doctrinada  y  bien  regida. 

Otra;  Id.,  ibid. 

566.  Hermion. 

Fr.  Luis,  36 
Esclava  de  Hermíone  brava  y  cruda. 
Otra:  Arríaza,  128. 

567.  Hesiodo. 

Ariiaza,  126 
Muestra  Hesiodo  en  métricas  lecciones 
Al  tardo  campo  á  acelerar  las  mieses. 

568.  *  hiar. 

Góngora,  448' 
Desta    pues    siempre    abierta,    siempre 

[hiante, 
Y  siempre  armada  boca. 

569.  histrión. 

Rioja,  388' 
De  la  virtud  infames  histriones. 

Meléndez,    206 

El  precio 
De  una  ciudad  en  histriones  viles. 

Una  sinéresis:  Iglesias,  481'. 


324  " 


570,    idioma,  idiota,  indiano. 

Idioma  pronunciaban  Castellanos,  Gróngora,  Yillaviciosa  (José)  Olmo  y 
Cubillo,  y  acaso  más.  También  se  hallan  varias  azeuxis  en  Polo,  Barbero, 
Arriaza  y  Reinoso.  Sin  embargo,  el  uso  común  en  Lope,  Tirso,  Alarcon, 
Calderón  Rojas  y  otros  es  el  diptongo. 

Idiota  encuentro  en  Hurtado  (Luis),  Góngora,  Yillaviciosa,  (José)  y  Boíla; 
y  alguna  vez  en  Calderón.  Los  demás,  en  general,  dicen  idiota. 

Indiano  dijeron  Fray  Luis,  Góngora,  Valbuena,  y  á  veces  también  Que- 
vedo  y  Hoz.  El  diptongo  es  lo  común  en  los  demás. 

Conclusión:  Por  respeto  al  uso  más  general,  creo  permitida  la  sinéresis, 
contra  la  regla.  Vayan  algunos  ejemplos  de  azeuxis. 

Barbero,  fi25 
Tal  idioma  con  razón  desecha 
La  augusta  majestad  de  nuestras  leyes. 


Reinóse,  229 

Del  gran  Lucano 
La  trompa  suena  en  idioma  hispano. 

Calderón,  2.",  312 
Oscura,  idiota  y  lega, 
¿No  te  medra  cada  día 
La  concomitancia  mía? 


Beña,  646' 
A  un  idiota  colosal  camello. 

Góngora,  446' 
Púrpura  ilustró  menos  indiano 
Marfil.  (culto). 

Hoz,  201 
Aquesas  son  pataratas 
De  indianos  peruleros. 

Un  Fúcar  es  la  indiana.    . 


571.  Igion. 

Arjona  J.,  85' 
Ya  deja  á  Telamón  alli  gimiendo, 
Y  aquí  al  bravo  Iglon  tiendo  en  la  tierra. 

572.  Ilion. 

En  16  poetas  (García -Lista),  22 
azeuxis,  4  sinéresis  (la  que  algo  pue- 
do valor,  es  una  de  Mirademes- 
cua,  XIV,  415). 

Hermosilla  usa  también  esta  pala- 
bra 73  veces  con  azeuxis,  y  una  sola 
sinéresis. 

Anón.  X,  323 
Dico  vuelto  al  Ilion 
Aun  no  dol  tí)do  abrasado. 

Lista,  2H7 

Robó  á  la  hoguera  do  Ilion  famosa. 

Villogaa  (Esteban),  562" 

No  el  odio  Miconoo, 

Ni  el  amor  ilionso. 


573.  Ion. 

Forner,  3GP 
Ion,  Solón,  justificada  Minos. 
Otras:  Id.  3(31  bis. 

574.  Ionio. 

Herrera,  329 
Toñistodol  Ionio  la  corriente 
Con  la  vertida  sangro  do  otomano, 

Otras:  Rufo,  105,  IOS,  111',  121'— 
Fr.  Luis,  ir  -Arjona  J.,  101:  To- 
tal, 7. 

575.  IriiU'lo. 

Arriaza,  HI 
Supieron  dar  aspecto  verdadero 
A  la  graciosa  farsa 
Dol  divino  Iriarto. 

Otras:  Iríarte,  .3.3,  M'— Lista,  3S7. 
Sinéresis:  5  do  Samaniego,  2  del  mis- 
mo Iriarto,  y  2  en  Forner  y  Gallego. 


-  325 


Total:  4  azeuxis,  9  sinéresis.  Al 
oído  castellano  suena  mejor  la 
azeuxis. 

576.  Ixíon. 

En  15  poetas  (García- Arjona  M.), 
25  azeuxis;  2  sinéresis  (Arjona  J.,  107 
y  Noroua,  437'). 

Alarcon,  124 
Tiene  el  pensamiento  atado 
A  la  rueda  de  Ixion. 

Toledo,  11 
Atados  en  servil  tahona 
De  Ixion  imitaron  el  tormento. 

577.  jeremiada. 

Barbero,  579' 
Y  tus  jeremiadas  importunas 
A  náuseas  me  provocan. 

578.  judiazo. 

Barbero,  615' 
Salid  á  latigazos, 
Calvinistas,  andad,  y  judlazos. 

Id.  615. 

$79.    Llampo. 

Valbuena,  288 
Entre  el  Japón  y  el  cabo  de  Líampo. 

580.  Liaño. 

Castellanos,  286 
Vuelto  Alonso  Martin,  llegó  Líaño... 
Porque  no  le  sabía  mal  el  mosto 
Con  quel  dicho  Líaño  lo  convida. 

Id.  285  bis.— Lope,  5.°  394. 

581.  liar. 

Sospecho  que  no  tengo  apuntados 
todos  los  casos:  sin  embargo,  hallo 
en  51  poetas  (Mendoza-Hidalgo  F.), 
116  azeuxis  y  13  sinéresis  de  Calde- 
rón, Cañizares,  Trigueros,  Samanie- 
go,  Iriarte,  Jovellanos  (tíeis)  y  Quin- 
tana. 

Delíar 28  az.    O  sin. 


de  aliado 33    »    4    » 

de  alianza ...     55    »    9    » 

Vélez  (Luis),  151 
El  otro  lió  las  hormas; 
Liemos  las  ollas  nuestras, 
Y  llevémoslas  á  Egipto; 
Que  allá  no  compran  cazuelas. 

Sor  Juana,  290" 
Sí,  señor;  si  las  lió, 
¿No  era  preciso  liarlas? 

Calderón,  3.°  389" 
Abierta  entiendo  que  viene 
Con  solo  un  cordel  liada. 
— Desliadla. — Desliada 
Está. — Ved  lo  que  contiene. 

Alarcon,  456. 

El  Principe  tiene 
Nobles  amigos,  deudos  y  aliados. 

Barbero,  568' 
Fiel  aliado  te  pregonas,  hijo. 

-Hojeda,  453 
Y  hizo  con  las  furias  alianza. 

Hidalgo  (Félix),  739' 

Vierte 
La  sangre  del  Cordero,  por  lianza 
De  la  nueva  alianza. 

582.  Liar. 

Anón.  XVI,  222 
Deste  modo  vengó  el  Rey 
A  Doña  Isabel  Liar. 

Id.  221'. 

583.  Liarte. 

Enríquez,  501" 
Doña  Elvira  de  Liarte, 
Sol  de  Castilla  divino. 

Id.  502'.  Sinéresis:  Cubillo,  104. 

584.  lion. 

Rebolledo,  402'. 
Ni  del  lion  los  pasos  las  midieron. 


326  - 


585.    Liorna. 

Anón.  XVI,  300' 
La  más  hermosa  y  divina 
Quo  se  ha  criado  en  Liorna, 
Porque  Liorna  es  mi  patria. 


En  7  poetas  (Rufo-Castro  José 
Julián)  10  azeuxis,  1  sinéresis  de 
Calderón,  2.°  350'. 

586.    maniático. 

Una  sinéresis:  Cañizares,  451. 


587.     Mariano-a. 

Esta  palabra,  si  es  derivada  de  María,  ó  compuesta  de  María  y  Ana,  debe 
tener  siempre  azeuxis. 

Calderón,  2."  397 


Anón.  XVI,  337' 
Para  dilatar  en  todos 
La  devoción  Mariana. 


Trocando 
La  divina  Mariana 
En  felices  posesiones 
Perezosas  esperanzas. 


Mariana  es  también  una  cordillera,  y  apellido  del  famoso  jesuíta  liisto- 
riador,  y  nombre  propio  de  islas.  El  uso  en  nuestros  poetas  es  muy  ambicio 
en  todos  los  sentidos:  por  lo  cual  creo  que  cuando  Mariana  ó  Mariano  son 
nombres  propios  ó  apellidos,  no  puede  considerarse  legal  exclusivamente 
la  azeuxis;  aunque  no  es  reprensible,  como  se  ve  por  los  sijíiiientes  ejemplos 
y  otros  que  puedo  citar. 


Castellanos,  351 
Y  á  su  hermosa  hija  Mariana. 

•  Id.  369 

Cierto  religioso 
Que  llamaban  ol  Padre  Mariana. 


Carvajal,  579' 
Peregrino  en  los  montes  Marianos. 

Hidalgo  (Félix),  738 
Las  bases  del  fragoso  Mariana. 


588.  melodioso. 

Arriaza,  48' 
La  dulcísima  garganta 
Del  ruiseñor  melodioso  y  vario. 

Camino,  732 
Al  son  melodioso 
De  tu  divino  aconto. 
Mi  seno  palpitaba  do  con  tonto. 

Sinéresis:  Alonso,  (jGS  —  .Jérica, 
718. 

Do  los  demás  poetas  no  tr-ngo 
datos. 

589.  mosiánico. 
No  hay  ejemplo. 


590.  Miago. 

Rojas  (532-543),  veintidós  azeuxis. 

Quo  deste  tronco  desciendo 
Mi  padre  Kuño  Miago     (535)  " 

Otra:  Quevedo,  199. 

591.  miasmas. 

Maury,  IGO 
Y  huyos  de  hurgar  los  fétidos  miasmas. 

592.  11  avia/o. 

Vargas,  010 
Aró  la  espumosa  espalda 
En  un  navia/.o  amigo. 


327  - 


593.  Ocrion. 

Lope,  4.0  478" 
Las  impiedades  de  Sila, 
De  Alboíno  y  Ocrion. 

594.  Opiano. 

Una  sinéresis:   Moratin,  (N.),  50' 

595.  Oriana. 

Anón.  X,  185 
El  campo  tiene  regado 
Por  una  carta  sañosa 
Que  Oriana  le  ha  enviado. 

Tirso,  472 

¿Sois  la  infanta 
Lindabrides  á  lo  Febo, 
A  lo  amadisco  Oriana, 
Gridonia  á  la  Primaleon, 
Micomicona  á  lo  Panza, 
O  á  lo  nuevo  Quijotil 
Dulcinea  de  la  Mancha? 

Otras:  Anón.,  X,  185'  ter.— Rodrí- 
guez, X,  186'— Lope,  1.°  271-Anón., 
XVI,  665'.  Total,  8,  contra  4  sinére- 
sis (Anón.,  XYI). 

596.  Orion. 
Véase  el  catálogo. 

Lista,  282' 
Y  en  curso  igual  el  Orion  radiante 
Sobre  el  mar  del  ocaso  reverbera. 

Arjona,  3,  140' 
Y  su  gallardo  capitán  Dríante 
Es  nieto  de  Orion,  bravo  gigante. 

597.  Periáñez. 

Lope,  3.0  295 
Rodríguez  de  Salamanca 
Y  Periáñez— Detente. 
¿Qué  Periáñez?  Aguarda, 
Que  la  sangre  se  me  hiela 
Con  ese  nombre. 

598.  piache. 

Tirso,  3 
No  quiero  gastar  el  seso. 
— ¿El  seso?  Tarde  piache. 


Castellanos,  29 
A  sombra  de  las  velas  y  en  opaco 
Usaban  los  piaches  sus  excesos. 
Id.  144. 

599.    pían,  piano. 

A.  Con  azeuxis. 

SoHs  (A.),  51" 
Llegaste  pian,  pian; 
Estos  planes  sintió 
Tu  padre. 

Zarate,  581 

Poco  á  poco 
Me  vengo,  pian,  pian 
Al  Piamonte. 

Camino,  728 
¿Será  tan  solamente  un  ser  humano 
El  que  pulsa  tu  mágico  plano? 

Otras:  Villaviciosa  S.,  452"— Ro- 
jas, 415',  518'— Calderón  3.°,  379— Ca- 
mino, ibid.  Total,  15. 

B.  Con  azeuxis  y  sinéresis  (véa- 
se niim.  142). 

Rojas,  125 
Ese  arroyo,  pian,  pian... 

Candamo,  383 
La  caja  y  piano,  piano... 

Otras:  Calderón  3.°,  115,  496'— Co- 
rral, 532'— Zamora,  425",  439". 

C.  Con  sinéresis:  Pitillas,  93'— 
Meléndez,  116-119,  nueve. 

Total:  22  azeuxis,  19  sinéresis.  No 
debe  exceptuarse,  ya  sea  adverbio, 
ya  nombre.  Los  castellanos  no  tene- 
mos obligación  de  observar  el  dip- 
tongo de  tal  palabra  italiana. 

600.    piar. 

En  10  poetas  (Castellanos — Lista), 
20  azeuxis. 

Gongo  ra,  524 
En  la  torre  se  quedaron 


328  - 


Cuál  sin  pluma,  cuál  con  ella, 
Y  todos  de  hambre  piando. 

Piola  cual  gorrión, 
Cacareóla  cual  gallo, 
Arrullóla  cual  palomo, 
Hizola  ruedas  cual  pavo. 

(Buen  ejemplo  de  la  dativo). 

Zarate,  580' 
¿Tú  en  el  Piamonte? — Piando 
Vengo  por  ti,  porque  pian 
Mucho  las  que  quieren  bien. 

Meléndez,  144 
Valen  más  mis  cariñitos 
Que  las  ardientes  piadas,  etc. 

601.  piara. 

No  entiendo  la  composición  de  este 
vocablo,  derivado  dol  hará  latino, 
se^íun  dicen. 

En  8,poetas  (Cervantes— Villanue- 
va),  8  azeuxis. 

Cervantes,  601 
Llevando  la  piara  gruñidora 
En  calabazas  y  odres  convertida. 

Quevedo,  228' 
Dos  piaras  do  fregonas 
Renuevan  el  adanismo. 

602.  pío. 

Véase  el  Catálogo. 
J)c  aplado-as . .     5  az.    9  sin. 

do  expiar (5   » 

Ahora  bien;  siendo  apiado  tan  de- 
rivado do  pío  como  expiar,  no  so  ve 
ra/on  para  tal  disonancia,  ni  para  ex- 
cluirlo do  la  regla. 

Castillejo,  l.'.O 
Con  los  ojos  lo  convida 
Y  apiada. 

LÍHta,  337 
Lágrimas  que  to  apiadan, 
Amor  llorarlas  quorria. 


Id.,  371' 

Victima  digna 
Se  ofrecerá  expiando  tu  delito. 

Barbero,  56S 
De  nuestra  aletargada  coniianza 
Harto  expiamos  los  funestos  males. 

603.  piojo. 

Véase  lo  dicho,  núm.  520,  y  el  ca- 
tálogo, núm.  4(58. 

Hurtado  L.,  16 
A  quien  triste  están  picando 
Sabandijas  y  piojos. 

Anón.  XVI,  540 
Acompáñanlo  piojos. 
Ganado  de  los  perdidos, 

604.  Priapo. 
Véase  núm.  228. 

Fr.  Luis,  24' 
Pues  guardas  tú,  Priapo,  un  pobre  huerto 

Carvajal,  577 
Que  nada  oculta,  y  puedo 
Afrentar  á  Priapo. 

Otras:  Castellanos,  290' — Argonso- 
la  L.,  287'— Moratin  N.,  61. 

605.  prior. 

En  33  poetas  (Montesino— Arria- 
za),  lí)7  azouxis,  3  sinéresis. 

De  las  azouxis,  13  son  do  Pf  lado. 

Anón.  LVIII,  18 
Eliacor,  vuelvo  priado. 

Anón.  X,  241 
Afuera,  afiUM-n,  priado. 

Anón.  XVI,  40' 

Ellos  on  aquesto  estando, 
El  Prior  llegado  hae... 
Bien  vengados  vos.  Prior... 
Pues  convidóos,  el  Prior 
Para  conmigo  cenar. 
— Pláceme,  dijo  el  Prior. 


329  - 


Moreto,  217' 

Os  debe  muclios  primores. 
— Os  debe  muchos  priores. 

(Buen  ejemplo  para  el  núm.  15). 

606.  prioste. 

Coello,  XIV,  496 
El  tercer  oficio  es... 
— ¿Cuál? — El  do  prioste.— ¡Fuego!.. 
— ¡Viva  el  prioste!— Me  huelgo. 
— ¿Yo  prioste?  ¡Hay  tal  desdicha! 

Otras:  López  (Miguel),  537'— Cal- 
derón, 4.°  513. 

607.  reír. 

En  82  poetas  (Castillejo— Somoza), 
371  azeuxis,  4  sinéresis. 

Alcázar,  XLII,  25U''. 
Púdolo  tu  madre  oír, 

Rió  las  palabras  feas 

No  es  delito  contra  el  Papa 
Que  os  riáis,  señor  Centeno. 

Cervantes,  60o. 
Pisuerga  la  rió,  rióla  Tajo. 

Lope,  1°,  414. 
Las  aguas  se  están  riendo. 
— Mejor  se  riera  el  vino 
Con  un  pernil  de  tocino. 

Cienfuegos,  9". 
Pastoras,  zagales,  todos 
Rieron  en  mi  vergüenza, 

Y  por  mayor  desventura, 
Rió  también  Galatea. 

Meléndez,  107. 

Y  en  mis  rientes  ojos 
Bullía  el  vivaz  fuego. 

Ercilla,  50. 
Sonriéndose  el  indio  respondía. 

Valbuena,  190'. 
Ella  se  sonrió  y  llorando  dijo. 


608.  ríata. 

Tárrega,  44^ 

Siguen  las  sillas 
Ricas  de  bordadura  y  de  riata. 

609.  río. 
A. — arriada. 

Lope,  2.0,  248'. 
¡Oh!  quién  me  trnjera  aqui 
La  arriada  de  Sevilla! 

Otro:  Anón.  XVI,  410. 

B. — riacho. 

Castellanos,  308'. 

Ocuparon  los  nuestros  el  estrecho, 
Por  ser  el  compás  breve  del  riacho, 

C. — Riada. 

Arjona  M.,  505'. 
Que  Jovo  á  Febo  así  lo  ha  prometido^ 
Porque  no  se  publique  otra  Riada. 

Otras:  Forner,  420.— Lista,  382. 

i).— Eialto. 

Lope,  3.°,  549'. 
¿Quieres  ir  hoy  á  Rialto 
Y  comprar  joyas  ó  sedas? 

Otro:  Id.  547". 

E. — Eiaua. 

Xoroña,  471', 
Los  cauces  del  Biana  ya  cegados. 
Ningún  vestigio  de  su  forma  ofrecen. 

i^.— Riaño. 

Quevedo,  149. 

Riaño  dio  repetida 
Grande  y  dichosa  caída. 

G. — Riar. 

Una  sinéresis:  Yalbuena,  222'. 

H. — Riaza. 

Huerta  (Vicente),  233" 
Monta  una  manchada  yegua 
Que  riberas  del  Riaza 
Nació. 


aso 


I. — Ríoja. 

Cen-antes,  594',— Lope,  o.'',  cinco.— 
Yalbuena,  310'.— Tirso,  300,  440".— 
Meléndez,  159.— Reinoso,  229'.— Lis- 
ta, 289',  291',  297',-Burgos,  450.  To- 
tal, IG. 

Sinéresis:  tres  de  Valbuena  y  dos  de 
Jovellanos. 

Lope,  5.",  893. 
Si  juzgas  á  soberbia  tanta 
Dedicarlo  á  Rioja,  honor  y  gloria 

Del  Betis 

Ríoja,  aquel  vacon  cuva  memoria,  etc. 

Meléndcz. 
En  la  oprimida  Rioja, 
ADí  está  el  honor  de  España. 


610.     rociar. 

Rocío-as,  decimos  todos.  De  los  47 
poetas  en  que  se  halla,  30  no  tienen 
sinéresis;  9  no  tienen  azeuxis.  Las  si- 
néresis de  Ercilla  y  Acevedo  son 
ciertamente  una  rareza.  (V.  el  catá- 
logo.) 

Mallara,  512'. 
Y  sus  cuerpos  de  sangre  rociando, 
Hasta  que  el  uno  al  otro  venza  y  mato. 

Hita,  XVI,  174'. 
Los  dan  una  rociada 
De  buena  arcabucería. 

Calderón,  i.",  6^3'. 
Seca  está  la  boca:  quiero 
Echar  una  rociada. 
Rociemos  la  garganta,  etc. 
611.     Santiago. 

No  estoy  cierto  de  haber  apuntado  esta  palabra  en  todos  los  poetas,  y 
menos  en  todos  los  casos;  pero  tengo  datos  completos  de  muchos  autores,  y 
éstos  bastan  para  formar  juicio  exacto.  Como  al  comenzar  la  lectura  no  te- 
nía yo  sospecha  siquiera  de  que  en  tal  vocablo  pudiera  encontrar  azeuxis, 
no  cuidé  de  apuntar  hasta  que  caí  en  la  cuenta.  (Véase  el  catálogo,  número 
468.)  Dos  sinéresis  de  Castro  (Guillen)  no  son  de  él,  sino  de  un  romance  aje- 
no que  intercala  en  una  comedia. 

Para  ejemplos  do  sinéresis,  vea  el  lector  la  comedia  do  Lope  Santiago  el 
Verde,  (t."  2.°) 

Sepúlveda,  XVI,  87. 


Santiago  va  diciendo: 

Ayuda,  Sancta  María 

Y  al  apóstol  Santiago, 
A  quien  su  favor  podían. 


Arjona  M.,  526. 
¡Viva  Santiago, 
Defensor  de  España!.... 
Santiago  ol  Grande 
La  hueste  comanda. 


En  conclusión,  opino  quo  la  azeuxis  es  más  correcta;  pero  que  debe  per- 
mitirse la  sinéresis. 

612.  Siam. 

Solís  I).,  240, 
Preguntad  en  Siam,  ó  donde  .ii  día 
Cede  la  noche  umlMÍa. 

613.  Sion. 

En  55  poetas  (Pero  L()])oz  de  Aya- 
la— Musso),  182  azeuxis,  12  sinére- 
sis. 


San  Juan  de  la  Cruz,  2fi»J 
Preguntábanme  cantares 

De  lo  que  en  Sion  cantaba. 

Canta  de  Sion  un  liimno, 

Veamos  cómo  sonaba. 

Decid:  ¿cómo  en  tierra  ajena 

Donde  por  Sion  lloraba. 

Cantaré  yo  la  alegría 

(¿ue  en  hJIon  s«  me  qued.iba? 


—  331 


Bonma,3lá' 

Slon  es  capaz  y  es  ancha; 

La  Mancha  es  pobre  rincón; 

Mira  tú  cómo  Sion 

Podrá  fundarse  en  la  Mancha. 

614.  sior,  etc. 

Claramonte,  507 
Sloro,  sioro,  estamo 
Belensados. — Sin  mí  estoy. 

Id.,  505 
Que  con  sTora  venimo 
De  Mérida  á  véngame— ¿Y  sabe 
Que  eres  mujer? — Sí,  síora. 

Calderón,  5.°,  722' 
Síola,  aquellas  seis  cajas 
De  chocolate  me  mande. 

Otras:  Id.,  204  bis— Claramon- 
te, 500—507,  seis.  Total,  13  azeuxis 
contra  dos  sinéresis  Claramonte,  505, 
Calderón,  4.°,  203'. 

615.  tiar. 

Moreto,   73' 
Sí  tía. — Ese  nombre  deja, 
Sobrino,  quí  es  mucha  tía 
A  quien  ser  tu  esposa  espera. 
— Pues  tía,  esto  ¿no  es  cariño? 
Oíro.— Eso  sí,  dale  con  ella. 
Déjale  tiar,  señora. 

616.  tiara. 

En  34  poetas  (Montesino-Noroña)' 
64  azeuxis ,  una  sinéresis  de  Valbue- 
na,  386'. 

Góugora,    427' 
Subiréis  de  la  mitra  á  la  tiara. 

Iglesias,  459 
Jamás  se  vio  sin  mitra  ni  tiara. 

Villaviciosa  J.,  575' 
Sobre  tiaras,  mitras  y  coronas. 


617.  tiorba. 

Montalban,  605 
Y  va  corriendo  con  secreto  ruido, 
Cual  tiorba  de  plata  fugitiva. 

Otras:  Góngora,458, 473, 535'— Mo- 
ratin  N.,  2' 

618.  triaca. 

En  31  poetas  (Montesino— Vargas), 
84  azeuxis,  tres  sinéresis:  Hidalgo 
(Juan),  Yaldivielso  y  Eojas. 

Lope,  1.°,  54" 
Traigaa  triaca. — Es  amor. 
—  Mi  bien,  por  triaca  envían... 
— Yo  voy  á  darles  triaca. 

Cañizares,  510 

Que  en  veneno 
Se  convierta  la  triaca. 

619.  Triana. 

En  17  poetas  (Sepúlveda-Arriaza), 
73  azeuxis,  una  sinéresis  de  Salazar 
(Agustín),  243'. 

Lope,  2.°,  495" 
Muero  por  ir  á  Triana... 
— Dejemos  para  mañana. 
Ir  á  Triana,  señor. 

Gamarra,    589 
Y  en  la  puente  de  Triana 
Encontraron  con  Silvera. 

620.  triones. 

De  esta  palabra  hallo  34  azeuxis 
en  18  poetas  (Anón,  LYIII — Galle- 
go). El  compuesto  septentrión  necesi- 
ta discusión  aparte,  por  el  crecido 
número  de  sinéresis  (véase  el  catálo- 
go); y  creo  que  estas  sinéresis  se  de- 
ben á  que  los  poetas  ignoraron  la 
composición  de  este  vocablo,  ó  no  se 
fijaron  en  ella.  Nadie  puede  negar  el 
principio  general  2."  (uúm.  277);  aho- 


a->2 


ra  bien,  si  la  azeuxis  es  universal  en 
trtoneSf  ¿por  qué  no  se  ha  de  obser- 
var en  septentrioyi?  Además  la  mayor 
parte  de  las  licencias  son  del  período 
postclásico. 

Anón.,  LMH,   113 
Hundiré  el  cielo  y  tiionee. 

Rwbolledo,  402 
En  hueco  espacio  los  tríones  tiende. 

Lope,  6.°,   370 
Y  Bóreas  fiera  á  las  distantes  osas, 
Por  el  septentrión  temor  ponía. 

Lista,  Ü89 
Tronó  el  Septentrión:  el  ronco  estruendo 
Oyó  el  mar  de  la  ¡Sirte, 

Nota.  Anfitrión  parece  también  de- 
rivado de  la  misma  raíz  que  tríones: 
como  quiera  que  sea,  en  mis  apuntos 
le  hallo  siempre  con  azeuxis,  y  ade- 
más cae  bajo  la  2.*  excepción  de  la 
regla  8.*  (núm.  339).  Véase  Lope,  5.°, 
G8,  2.31,  458'— Moratin  N.,  51' 

621.  tríorco. 

Huerta  (J.),  253' 
Patos,  triorcos,  alcatraces  albos. 

622.  Ulpiaiu). 

Lopo,  3.«,  451» 

Texto  expreso  do  UIpTano, 
Loy  octava. 

Otras:  Góngora,  488'— Matos,  265". 
Sinéresis:  Cañizares,  513. 

623.  Urdíalos. 

fJos  azouxis,  lüui  sinéresis:  Anón, 
XVI,  100,  101. 

El  valeroso  Urdíales 
Con  don  Alonso  acababa. 


624.  Urriaga. 

Castellanos,  3G6 
Ganaron  valerosa  laureola 
Urriaga  que  fué  guipuzcoano. 

625.  Urriola. 

Castellanos.  112 
Jejas,  Machín  de  Oñate  y  Urriola. 
ídem,  213,  22.3',  224. 

626.  Urtiaga. 

Oña,  430 
Un  capitán,  renombre  de  Urtiaga, 
De  fieros  enemigos  tiera  plaga. 

627.  valía. 

Castellanos,  140' 
Eran  por  veedor  avallados 
O  vendidos  en  públicos  pregones 
Aquellos  pobres  desaventurados. 

628.  variar. 

La  azeuxis  de  esto  verbo  está  re- 
conocida por  la  Academia'y  todos  los 
ortólogos,  aunque  ha  tenido  mala 
suerte  desdo  Calderón  acá;  véase  el 
catálogo,  núm.  468.  Corresponden: 

á  variar,  147  azeuxis;  58  sinéresis. 

á  variable,  77  azouxis;  22  sinéresis. 

De  variante  no  hay  más  que  una 
sinéresis,  Villanuova,  594. 

Corvantes,  7'.) 

No  do  olorosas  variadas  fieros 
Adornaron  sus  trentes,  ni  cantaran 
Con  voz  suave  algún  cantar  de  amores. 

Góngora,  4^1' 
Este  pues,  variando  estilo  y  vulto, 
Duro  amenaza,  y  perbfiado  culto. 

Hojoda,  4;}'.> 
Al  punto  el  poso  varió  mi  suerte. 

Castillejo,  235" 
Inventado 
Por  alprun  desvariado 


-  333  - 


Cuando  primero  se  usó, 

O  que  el  tiempo  los  mostró, 

Que  es  también  desvariado. 

Silvestre,  262' 
De  ocasiones  la  criamos, 
Y  como  desvariamos. 
Es  cosa  desvaiíada. 


Villaviciosa  (S.),  458 
No  es  gala  lo  variable, 
Aunque  es  traje  muy  del  tiempo. 

Somoza,  468 
Rueda  majestuoso 
En  zona  invariable. 


629.    Tía. 

También  la  Academia  admite  la  azeuxis  en  envía?';  y  la  lógica  pide  que 
se  guarde  en  todos  los  compuestos  y  derivados  de  vía. 
Véase  el  catálogo,  núm.  468;  y  corresponden: 
á  viada,     1  azeuxis ; 


á  viaje,  459 
á  vTajo-as,  3 
á  vtal,  1 
á  viatico,  13 
á  avfar,  31 
á  aviada,   2 


y  42  sinéresis; 
y    2 


(Jovellanos). 


y    4  »         de  poetas  modernos; 

>        y    1  »  (Leiva,  373'). 

(Calderón,  4.°,  351',  361").  En  el  Diccionario  no  se  ha- 
lla; si  no  es  derivado  de  aviar,  no  sé  qué  podi'á  ser; 

á  ataviar,     19  azeuxis  y     4  sinéresis,  (tres  son  de  Jovellanos); 
á  dosviar,    167        »        y      4  »  (dos  de  Cañizares); 

á  enviar,  1.383       »        y  328         »         (entre  Oña,  Lope  (1),  Rojas,  Val- 
,  buena.  Calderón,  Salazar  (A.),  Hoz,  Fernández  de  León,  Candamo,  Zamora, 
Moratin  (N.),  Yaca,  Samauiego,  Triarte  y  Jovellanos,  suman  258  sinéresis). 
á  enviada  (sustantivo),    1  sinéresis;  (Anón,  XIV,  369). 

á  envión,      2  azeuxis  y  1  »  (Iríarte ,  9). 

á  extraviar,  7        »        y  1  »  (Jovellanos,  32'). 

á  obviar,       6        »        y  3         »  (Zamora,  466, 475— Vaca,  343'). 

Tal  vez  haya  más  ejemplos  de  obviar,  pues  tampoco  yo  caí  al  jDrincipio 
en  la  cuenta  de  que  es  derivado  de  vía.  Débese,  pues,  conjugar  obvío-as,  y 
no  óbvto-as. 

El  adjetivo  trivial  no  entra  en  esta  cuenta:  al  fin  diré  lo  que  hay. 


Calderón,  3.«  114' 
Sin  poder  restaurar 
La  viada,  que  los  remos 
Tenían  impelida  ya, 
La  chocaron. 

Castellanos,  8' 
Viérades  desferir  velas  pendientes 
Diciendo:  ^Buen  viaje,  buen  viaje». 


Barbero,  608 
Sin  discrepar  en  un  pelito 
Hicisteis  el  viaje 
Los  caballos  y  vos  y  el  carruaje... 
Lucido  en  mis  viajes  be  quedado... 
Viajes  han  de  ser  y  tijei'etas. 

Arriaza,  74 
Siempre  llamé  felices  las  tareas 
Del  que  viaja  el  mundo,  y  no  os  asombre. 


(1)  Lope,  Oña  y  Rojas  son  en  este  verbo  algro  incorrectos,  especialmente  los  dos  últimos.  Si  en  des- 
viar, viaje,  extraviar,  etc.,  ponen  azeuxis  ¿por  qué  han  de  hacer  sinérests  en  solo  eniií7r?Bien  pudiera  ocu- 
rrir que  no  sean  de  Lope  algunas  de  las  licencias  á  él  atribuidas. 


-  3.^  — 


ViUanueva,  600' 
Cuando  viajo  por  mar, 
Rabio  por  saltar  en  tierra. 

Góngora,  148 
Estos  árboles  pues  ve  la  mañana 
Mentir  florestas  y  emular  viales. 

Candamo,  LVIII,  579 

Ofrece  este  mismo  pan 
Viático  al  peregrino... 
Y  en  viernes  tomó  tu  pueblo 
El  viático  en  Egipto. 

Castellanos,  101 
Cuyo  favor  también  fué  descubierto 
En  avTallos  para  su  viaje. 

Calderón,  4.°  351' 

Ha  dispuesto 
■La  proa  su  aviada  hacia  la  orilla. 

Vélcz  (Luis),  128 
Os  tengo  de  ataviar. 

...Non  sé  qué  tiene, 
La  mi  señora,  este  traje, 
Que  atavíallo  no  puedo... 
Mudarra,  apuesto  venís. 
— Lo  que  pudo  ataviar. 

Alarcon,  65 
Por  tuyo  le  envió  un  retrato  mió, 
Que  á  don  Diego  envié  para  este  efeto. 

Cervantes,  605 
Do  un  envión,  con  arto  y  con  destroza, 
Seis  seguidillas  lo  encajó  en  la  boca. 

Morillo,  198" 
Y  Juno  misma  las  guiaba  luego 
Por  el  menos  común  y  desviado. 

Sánchez  (Miguel),  20" 

Mo  vino  una  malicia 
Do  que  debías  do  ir  á  dosvinllo 
— ¿Dcsvlalle,  señor? 


Camino,  727' 
El  error  de  un  momento 
Extravió  tu  brazo  solamente. 

Castellanos,  138 
Y  pareciéndole  negocio  justo 
Obviar  á  los  males  venideros. 

Calderón,  3.°  335 

En  fin,  pues,  por  obviar, 
Como  he  dicho,  la  amenaza 
Del  astro  que  á  ti  te  sigue. 

Nota.  Nuestros  poetas  hacen  siem- 
pre diptongo  en  trivial  (v.  Polo,  182'- 
Calderon,  3.°  70'),  tal  vez  porque  no 
advirtieron  la  etimología  de  este  vo- 
cablo. Como  quiera  que  ello  sea,  por 
mi  parte  queda  autorizado  el  dipton- 
go, aunque  sea  contra  la  regla. 

.630.    Vi  ana. 

Valbuena,  197' 
Por  Viana  á  Sansueña  va'dorccho. 
Otras:  Castellanos,  154, 285  cuatro. 

631.  vianda. 

En  45  poetas,  (Montesino— Lista \ 
109  azeuxis,  22  sinéresis;  pero  de  és- 
tas, 12  son  de  Calderón  y  3  do  A'aca. 

Villegas  E.,  557" 
A  mi  pues  me  permito 
Comer  de  sus  viandas 

Noroña,  439 
Las  suaves  viandas  preparadas 
Siguen  gustando  llenos  <lo  contento. 

632.  A' i  a  11  lo. 

Huerta,  J,  295 
Hijo  do  no])lo8  padres  d(>  Víante. 

633.  A'iar. 

Veloz  L.,  159 
Guadalquivir  y  Viar, 
Esos  caudalosos  ríos. 


-    335 


634.  Víara. 

Anón,  X,  448' 
El  dolor  era  crecido 
Que  Viara  y  Galve  habían. 

Id.  449  bis;  y  una  sinéresis,  ib. 

635.  vidriar. 

Debe  conjugarse  vidrio-as, según,  la 
regla  y  el  principio  general  (n.°465). 
Véase  el  catálogo,  n.°  468.  Corres- 
ponden: 

á  vidriar 14  az.  y    3  sin. 

á  vidriera- o 63   »    y  32    » 

á,  vidrioso 11    »    y    3    » 

á  vitriolo 1    »     y    1     » 

De  las  sinéresis  de  vidriera,  6  son 
de  Tirso,  y  12  de  Calderón.  Maravi- 
lla es  que  Valbuena  aquí  no  desafine, 
y  en  cambio  pite  Tirso. 

Quevedo,  173. 
Calavera  de  espejuelo, 
Vidriado  de  las  tumbas. 

Moreto,  267' 
¿Qué  miro?  ¿no  es  Vidriera?  (1) 
—  Y  antes  fino  vidriado. 

Cubillo,  181" 

El  principe  vidriera. 

— ¿Vidriera  me  llamaste? 

Lope,  4.°,  135" 
Este  preso  es  vidriero. 

Polo,  200, 
Este  vicio  le  tocó 
En  puerta  de  vidriero. 

Barros,  238' 
Ni  bay  mujer  tan  vidriosa 
Como  la  mal  confiada. 


Valbuena,  2BG' 
Por  las  ventanas  da  y  por  los  postigos 
Al  vidrioso  alcázar  batería. 

Maratin  N.,  54. 

Y  el  vitriolo,  azufre  y  vedegambre. 
De  la  sarna  molesta  quitó  el  hambre. 

636.  viola. 

Ya  hemos  dicho  (núm.  232)  que 
este  nombre,  significando  flor,  es  vio- 
la] significando  instrumento  músico, 
viola;  y  que  nuestros  poetas,  fuera  de 
Herrera  y  Ribera  (Luis),  le  hacen  tó- 
nico siempre  en  la  o.  Aunque  esta 
pronunciación  la  considero  diástole 
cuando  el  nombre  tiene  el  primer 
sentido,  aquí  es  una  prueba  más  de 
la  verdad  de  la  regla  presente.  Véa- 
se, pues,  el  catálogo  (núm.  468)  y  es- 
tos ejemplos: 

Garcilaso,  31. 
Convertida  en  viola 
Llora  su  desventura. 
Acevedo,  261' 
El  florido  jacinto  y  la  viola. 

Hurtado  L.,  36' 
Day-ca,  mo9o,  esa  viola. 
Cantaré  miaos  dolores... 
Que  yo,  todo  mi  cuidado 
Es  en  damas  y  viola. 

637.  víolo-as. 

No  recuerdo  (pues  tengo  estos 
apuntes  confundidos  con  los  de  viola) 
si  hay  más  casos  que  los  siguientes: 

Lista,  833 
Tal  vez  la  amistad  violan 
Del  insano  amor  las  furias. 

Y  cuatro  sinéresis  de  Toledo, Lobo 
y  Moratin  (Nicolás),  las  cuales  no  de- 
ben prevalecer  contra  la  regla,  ni 
contra  la  autoridad  de  Lista. 


(1)  La  única  sinéresis  de  Moreto  se  halla  en  el  titulo  de  su  comedia  El  Licenciado  Vidriera,  el  cual  no 
consta  sin  dicha  contracción.  Pero  se  ve  que  es  licencia,  porque  al  repetir  el  titulo  al  final  de  la  come- 
dia, evita  la  sinéresis  poniendo  la  palabra  Licenciado  al  ñn  de  un  verso,  y  Vidriera  al  principio  del  si- 
guiente, con  azeuxis,  como  le  usa  otras  siete  veces  en  la  misma  comedia. 


-  .336  - 

638.     zurriar.  |  U.,201 

Chirriaba  la  muchacha; 


Quevedo,  197 
Bajaba  por  la  escalera 
Zurriando  daca  v  textos. 


Y  el  séquito  magancés 
Zurriando  como  avispas, 
Repicaban  á  coger. 


Finalmente,  son  también  pruebas  de  esta  regla  las  díástoles  BTobío,  N7o- 
be,  PrYanio  y  etiope,  de  que  ya  hemos  tratado  en  el  libro  tercero.  Véase  el 
catálogo  en  el  n."  4(58. 

639.  He  concluido  la  discusión  de  esta  regla  y  sus  excepciones.  En  el 
capítulo  siguiente  pondremos  á  la  vista  el  poco  valor  de  las  numerosas  li- 
cencias que  dejamos  apuntadas.  Que  la  regla  era  verdadera  norma  instintiva 
de  la  pronunciación  clásica  de  los  siglos  XYI  y  XVII,  nadio  |)U'>de  ponerlo 
en  duda:  ahí  están  los  datos.  Al  fijar  las  excepciones  he  procedido  con  la 
mejor  intención  y  buena  fe  que  cabe  en  un  hombre  amante  de  la  verdad  y 
de  la  regularidad  de  nuestra  lengua.  No  importa  que  la  pronunciación  vul- 
gar hoy  admita  indebidamente  muchas  sinéresis:  mi  intención  es  restituir 
al  castellano  la  eufonía  pura,  regular  y  clásica,  y  para  esto  no  hay  más  re- 
medio que  seguir  las  reglas  que  acabo  de  probar,  aunque  cueste  el  sacrificio 
de  reformar  nuestra  pronunciación  irregular  é  inconsecuente.  Los-que  pro- 
claman el  uso  vulgar  corrompido  como  ley  de  la  pronunciación,  no  saben  lo 
que  se  dicen.  Si  la  lengua  latina  cayó  de  la  pura  elegancia  que  tuvo  en  tiem- 
pos de  Cicerón,  César  y  Salustio,  hasta  aniquilarse  y  perderse  en  la  edad 
media,  el  uso  vulgar  tuvo  la  culpa  de  ello.  Si  en  vez  de  seguir  la  corriente 
corrompida  y  corruptora  de  la  lengua  latina,  no  se  hubiera  el  uso  alojado 
de  la  pronunciación,  Morfología  y  Sintaxis  de  Cicerón  y  César,  aun  hoy  du- 
raría el  idioma  del  Lacio.  Pues  así  nosotros,  si  no  amoldamos  nuestra  i)ro- 
nunciacion  á  la  de  nuestros  clásicos,  si  no  nos  esforzamos  en  detener  la  co- 
rriente corniptora,  nuestra  lengua  desaparecerá  como  desaparecieron  todas 
las  lenguas  que  por  incuria  y  desaliño  de  los  que  las  hablaban,  cayeron  de 
su  vigor  nativo  y  clásico. 

640..  Descartando  los  datos  relativos  á  criar,  Jlar  y  sus  compuestos,  y  los 
pertenecientes  á  las  palabras  en  que  permito  la  sinórosis,  todavía  puedo 
asegurar  que  en  la  colección  hay  aproximadamente  7.000  azouxis  contra 
1.270  sinéresis,  esto  es,  el  85  por  100  do  azeuxis;  y  juntando  los  datos  relati- 
vos á  afjuellos  verbos,  queda  la  regla  demostrada  con  el  90  por  100  de  los 
casos,  aun  suponiendo  que  las  sinéresis  de  estos  verljos  lleguen  á  500.  Y  si 
so  tiene  en  cuenta  que  do  las  1.770  sinéresis  la  mitad  son  de  solos  cinco  poe- 
tas incorrectos:  Valbuona,  Calderón,  Rojas,  Candamo  y  Jovellanos,  so  verá 
cuánta  mayor  fuerza  adijuieren  las  azeuxis. 

La  razón  de  la  regla  parece  consistir  en  dos  cosas:  1.*,  en  el  principio  do 
las  derivaciones  (n.**  277\  y  2.",  en  que  la  /  al  principio  de  dicción  carece  dol 
impulso  necesario  para  iliptongarse  con  la  a  ó  la  o  siguiente,  lo  cual  parece 


-  3^7  — 

que  procede  del  mecanismo  de  la  voz.  Esto  además  explica  otras  dos  cosas: 
1.*,  el  por  qué  son  más  frecuentes  las  sinéresis  en  los  vocablos  compuestos 
que  en  los  simples,  y  en  los  largos  más  que  en  los  cortos;  2.*,  el  por  qué  esas 
mismas  combinaciones  en  medio  de  dicción  simple  son  generalmente  dip- 
tongos, según  veremos.  Respecto  de  las  palabras  que  comienzan  con  vocal, 
comprendidas  en  la  tercera  parte  de  la  regla,  debemos  decir  lo  mismo  que 
de  las  que  comienzan  por  consonante:  cuando  á  estas  palabras  precede  otra 
terminada  en  vocal,  la  sinalefa  entre  las  dos  es  necesaria;  de  donde  resulta 
que  la  combinación  iá,  ió  suena  al  oído  como  si  estuviera  al  principio  de 
dicción.  Esto  indudablemente  explica  la  naturalidad  de  la  azeuxis,  y  aun  su 
persistencia  en  los  casos  en  que  estos  vocablos  van  precedidos  de  dicción 
acabada  en  consonante. 


Artículo  4.°— Discusión  de  la  eegla  octava,  n.°  339. 

Para  proceder  con  orden  y  claridad  en  esta  nueva  y  mayor  Babel  orto- 
lógica, divido  este  artículo  en  los  cuatro  párrafos  siguientes: 
§  1.° — Combinación  iá,  con  sus  excepciones. 
§  2.° — Combinación  ió 
§  3.°— Combinación  ié 
§  4.°— Combinación  ué 


§  l.°— Combinación  iá  con  sus  excepciones. 

641.  La  regla  octava  establece  como  ley  general  el  diptongo  en  todos 
los  casos  no  comprendidos  en  las  reglas  precedentes.  Mas  no  se  crea  que  los 
poetas  han  cumplido  siempre  esta  ley.  Hállanse  en  ellos  muchos  vocablos 
con  numerosas  diéresis.  Tales  son: 

En  iabIe=insaciaUe. 

En  iado;  algunos  -pa,rticÍY>ios=calum7iiado,  envidiado. 

En  ial= andurrial,  Belial,  cordial,  celestial,  curial,  Escurial,  filial,  imperial, 
jovial,  marcial,  memorial,  manantial,  genial,  parcial,  y  algunos  otros. 

En  tan=guardian,  Iherian,  Madian,  rufián,  Buvian. 

En  ian,  iano,  iana— asiriano,  asturiano,  Aureliano,  Bactriana,  calvariano, 
Clariana,  Cristaliana,  cristiano,  Caviano,  Claudiano,  Cipriano  (éste  casi  siem- 
pre), Curiano,  Damián,  Drangiano,  Egeriano,  Firmiano,  Iloriano,  Graciano, 
Gorgiano,  Galiana,  Heracliano,  liesperiano,  italiano,  Julián,  Justiniano.  Juve- 
niano,  Leriano,  Marciano,  Maximiliano,  Meridiana  (nombre  propio),  Moriana, 
Nepociano,  Nemesiano,  Octaviano,  Periana,  Pauliniano,  8everiano,  siciliano. 
Suriano,  Susiana,  Tertuliano,  Valeriano,  vaquiano,  y  algunos  más. 

En  lar  =  familiar,  Guadal  aviar,  y  algunos  verbos  como  cambiar,  odiar, 
premiar,  abreviar,  agraviar,  sitiar ,  saciar ,  fastidiar . 

En  ias,  iat  =  eclesiástico,  Viriato. 

Yo,  atendiendo  á  que  la  mayor  parte  de  las  diéresis  se  hallan  en  poetas 

22 


—  a38  — 

antiguos,  como  Castellanos,  Herrera,  Rufo  y  G-óngora;  á  que  el  uso  (aun  en 
ellos)  es  muy  vago  y  fluctüante;  á  que  el  uso  moderno  tiende  á  las  contrac- 
ciones, y  á  que  no  veo  modo  de  formular  regla  que  pueda  probarse  convin- 
centemente, establezco  como  ley  general  el  diptongo.  Infinito  me  alegraría 
que  algún  paciente  ortólogo  hiciese  acerca  de  este  asunto  un  estudio  más 
completo  que  el  mío,  y  formulase  (si  es  posible),  algima  regla  ó  excepción 
razonablemente  demostrada  y  aceptable. 

642.     Sin  embargo,  voy  á  demostrar  las  excepciones  que  puse  en  la  regla. 

A. — breviario. 

El  uso  de  Castilla  guarda  la  azeuxis  en  esta  palabra,  y  así  se  halla  en 
López  de  Ayala,  324'— Anón.  X,  283— Hurtado  (Luis),  13,  16" — Castellanos, 
146— Lope,  4.°,  531"  bis — Salas,  542.  Con  sinéresis,  Cervantes,  605— Hidalgo 
(Lucas),  316— Iríarte  (T.),  26'— Barbero,  612'— Jérica,  719. 

Don  Adolfo  de  Castro,  XLII,  571'  imprime  así  este  verso  del  P.  Valentín 
de  Céspedes;  Rezan  ya  por  breviario.  El  Sr.  Mesonero  Romanos,  XLIX, 
147,  le  imprime  asi:  Rezan  ya  por  el  breviario  ;  y  yo  me  sospec'no  que  este 
señor,  que  era  algo  amigo  de  sinéresis,  puso  allí  el  artículo  el ,  falseando  la 
verdadera  lectura  de  dicho  verso. 

Para  ejemplo  de  azeuxis  basta  el  pareado  vulgar: 

Breviario,  brcviarico, 
Quod  tu  dici9,  ego  dico. 

B. — Curíacios. 

Sicilia  admite  en  general  la  azeuxis  en  todas  las  palabras  que,  como 
breviario^  Curiados,  pierio,  terminan  en  la  combinación  ta  ó  io  átona.  Tani- 
l)ien  yo  la  admito;  poro  como  muchas  de  estas  palabras  van  ya  comprendi- 
das en  las  reglas  anteriores,  creo  innecesario  formular  regla  especial  para 
ellas.  Sin  embargo,  si  al  lector  le  parece  conveniente  hacerlo,  por  mi  parte 
bien  está,  y  nada  tongo  que  oponer,  con  tal  que  ha  rogha  se  concrete  á  Lis 
palabras  que  al  fin  tienen  la  combinación  io:  porque  si  la  extendemos  á  las 
que  tienen  ia,  habría  que  admitir  azeuxis  en  ciencia,  y  esto  no  puede  ser. 

Hecha  esta  obsei-vacion,  digo  quo  do  Curiados  hallo  tres  azeuxis:  Anón., 
X,  561— Cueva,  X,  350  bis.  Véase  un  ejemplo  de  Cueva: 

Tres  de  un  partf)  mismo 
Llamados  los  Curíacios 
Do  igual  fuerza,  edad  y  hrio. 

C— Goliat. 

Colías  dijeron  algimos;  véanse  Tirso,  IX,  408'  —  Valdiviolso,  213  y  Mo- 
roto,  106.  Goliat,  con  azeuxis,  como  se  pronuncia  por  acá,  y  como  debe  ser 
Castellanos,  5»)'  Plojoda,  413',  4.33-  Herrera  (Hodrigo),  214— Calderón,  2.°,^ 
421  —  Id.,  LVIII,  cinco  vecos  —  Moreto,  86',  bis  Hay  ima  sinéresis,  Barbe- 
ro, 6.3.3'. 

Acuérdese  su  merced 

Do  Goliat  el  gigante.  (Herr.  Rodrigo). 


—  339  - 

D. — pipían. 

Azeuxis:  Moreto,  262'— Calderón,  1.",  277"— Coello,  LIV,  5i5-Hoz,  199- 
Zamora,  451.  Véase  el  primer  ejemplo: 

¿No  lo  ves?  Ven  á  la  mesa: 
Mira  aqueste  pipían. 

E.  —venial. 

Con  azeuxis  le  pronunciamos  los  castellanos  viejos,  y  está  autorizado  por 
los  poetas;  véase: 

Az.  Sin.  Az.  Sin.  Az.  Sin. 


Anón.  XXXV 

Vegas 

Góngora 

Lope 

Hojeda 

Lejlesma 

Avila 

Alarcon 


Suma  y  sigue.  12 


Suma  anterior.  12 


Vélez(Liiis) 

Quevedo 

Rebolledo 

Villaviciosa  (S.) 

Calderón 

Enríquez 


Suma  y  sigue.  22      4 


Suma  anterior.  22 


Zarate 

Rojas 

Solis  (Antonio) 

Moreto 

Calleja 

Isla 


Total. 


28 


Fíngete  muy  venial. 

En  los  pecados  de  amor 
Estos  son  los  veníales. 


(Lope,  1.0,  435'). 
(Avila,  552"). 


La  autoridad  de  Alarcon  y  Vélez  es  grande  en  verdad;  pero  aun  así  es 
mayor  la  de  los  otros  juntos 

643.    Discusión  de  algunos  verbos  dudosos. 

A, — agriarse. 

No  debe  decirse  se  agria  una  cosa,  sino  se  agria,  está  agriada  con  dip- 
tongo. Un  ejemplo  hay  dudoso  en  Gallego,  411'. 

Ni  la  enojosa 
Pasión  de  deprimir  tu  pecho  agrie. 

Mas  creo  que  debe  leerse  sin  sinalefa  entre  pecho  y  agrie,  antes  que  de- 
cir agrie.  Aunque  así  no  fuera,  digo  que  no  veo  razón  suficiente  para  con- 
jugarle agrio-as,  agriamos,  etc. 

B. — ansiar. 

Confieso  que  el  uso  vulgar  de  hoy  es  decir  ansio-as;  pero  yo  no  encuen- 
tro en  los  poetas  fundamento  para  sostener  tal  acentuación.  Es  verdad  que 
Fomer,  301,  y  Tapia,  684'  le  conjugan  así: 

Ansia  por  pasar  á  otro  derecho.  (Forner). 
Y  de  la  lid  ansia 
El  pavoroso  estruendo.  (Tapia). 


También  es  verdad  que  hay  otros  ejemplos  en  que  puede  leerse  ansio 


PAO  - 


con  sinéresis  del  ¿o,  ó  dnsío:  estos  son  los  simientes:  Meléndcz,  208' — Villa- 
nueva,  597'— Marchena,  622— Quintana,  75 — Gallardo,  703".  Pero  nadie  nos 
da  derecho  para  poner  ahí  una  sinéresis  que  no  consta  ciertamente;  al  con- 
trario, parece  que  debe  leerse  dusto,  ya  que  así  puede  verle  conjugado  el 
lector  en  Meléndez,  161',  169*,  262'  bis,  y  otras  seis  veces  — Noroña,  495  — 
Barbero,  609'— Lista,  357',  358.  Véase  uno  de  éstos: 


¿Sabes,  hermosa  Emilia, 
Cuál  es  el  bien  que  ansio, 
Y  cuyo  ardiente  voto 
Los  dioses  me  inspiraron? 


(Lista:  asonante  en  ao). 


Mas  no  es  esto  solo.  Valiéndonos  del  principio  de  que  los  diptongos  son 
correlativos  en  los  verbos,  como  las  azeuxis,  digo  que  debe  decirse  dusio, 
porque  las  consecuentes  que  tienen  el  acento  en  el  aumento,  se  hallan  siem- 
pre con  diptongo  en  los  poetas.  Vaya,  pues,  el  catálogo: 


Dipt. 
3 

Suma 
Forner 

anterior. 

42 

Sumí 
Quintana 

i  anterior.     75 

Vegas 

3 

14 

Acevedo  • 

2 

Jovellanos 

2 

Solis  (D.) 

1 

Valdivielso 

4 

Xoroña 

Lista 

3 

Tirso 

1 

Barbero 

]^ 

Gallego 

3 

Montalban 

1 

Arjona  (M.) 

Tapia 

5 

Anón.  XVI 

1 

Arríaza 

Burgos 

2 

Samaniego 

1 
29 

Maury 
Reinoso 

11 

Pérez  do  C 

amino            1 

Meléndez 

Suma 

y  sigue. 

(Xo  hay 

Total.     104 

Suma  y  sigue. 

42 

75 

diéresis.) 

Vegas,  468 
Alcanzad  á  esta  ansmda 
Alraa  la  remisión  de  sus  pecados. 

Acevedo,  267 
El  doliente  del  pocho  saca  y  tira 
La  ansiada  voz  al  cielo  penetrante. 


Anón.  X\a,  254 
Se  metió  por  la  alameda 
Para  recoger  el  mirlo 
Que  ansiaba  con  tanta  fuerza. 

Lista,  282' 
Y  ansiando  por  ol  último  momento. 


En  vista  do  estos  datos,  caliíico  de  inconsecuentes  á  Forner  y  á  Tapia. 

Al  verbo  ansiar  acompaña  ol  adjetivo  ansioso,  en  que  también  liay  dip- 
tongo: las  diéresis  de  ansioso  son  éstas:  Herrera  (Fem.),  294.— Castellano.s, 
;m,  369'. 

C— auxiliar. 

Diéresis,  dos:  una  de  auxiliar  (nombro),  Góngora,  47(V:  otra  do  ati.viliafi- 
íc.  Castellanos,  ."{25.  Y  no  hay  más.  En  todos  los  poetas  antiguos  y  modernos 
os  común  y  corriente  ol  diptongo.  Por  consiguiente,  se  conjugará  auxilio- 


341 


as,  y  no  auxilio-as,  de  lo  cual  no  hay  un  solo  caso.  Los  que  hay  son  todos 
de  auxilio,  auxilie,  etc:  véanse  algunos  ejemplos: 

Belmente,  331" 


¿No  tiene 
Celestial  inteligencia, 
Que  le  auxilia  por  instantes? 

Quevedo,  528 
Los  corchetes  de  la  villa 


Las  varas  van  levantando. 
Gritando  que  al  Calabrés 
Auxilien  contra  los  diablos. 

Iglesias,  485' 
Del  cielo  te  sustente. 
Te  auxilie  de  ordinario. 


D. — cariarse. 

De  caries.  Tampoco  hay  fundamento  alguno  para  decir  se  caria,  ni  para 
cariado:  por  consiguiente,  pronúnciese  siempre  con  diptongo. 

E. — conciliar. 

No  falta  quien  diga  concilio- as;  pero  tal  prosodia  no  tiene  en  los  poetas 
ni  un  solo  caso  en  que  apoyarse. 


Tirso,  376'' 
Volviera  á  gozar  las  paces 
Que  los  celos  reconcilian. 

Morete,  586 
Quien  reconcilia  enemigos, 
Torres  sobre  el  viento  labra. 


Ribera  (Luis),  285' 
Pide  se  reconcilie  con  la  enmienda. 

Moratin  (N.),  30' 
Los  ánimos  de  todos  se  concilla. 

Rufo,  13' 
Y  cada  cual,  en  fin,  se  reconcilia. 


Pruebas  indirectas  son  todos  los  casos  de  diptongo  en  conciliamos,  con- 
cilio, etc.,  de  los  que  pudiera  citar  muchos.  En  cambio,  no  hallo  más  que 
una  diéresis,  Castellanos,  289. 

F. — espaciar. 

También  éste  se  conjuga  ^s/><íc/o-«s.  Ejemplos: 


ArrTaza,  83' 
Almo  consuelo  que  entre  el  alto  coro 
De  los  dioses  te  espacias  en  el  cielo. 


Reinoso,  221 

Se  espacia  en  igual  plano. 

Do  nada  encuentra  la  engañada  mano. 


También  hay  varios  de  espaciar,  todos  con  diptongo. 

El  adjetivo  similar  espacioso  forma  también  diptongo,  pero  hay  las  si- 
guientes diéresis:  Herrera  (Fern.),  272',  287',  294,  337'— Gróngora,  445',  465, 
471',  472-Trillo,  50,  95. 

G. — paliar. 

Según  Salva,  puede  decir  palio  y  palio  en  el  presente;  pero  yo  no  sé  en 
qué  se  funda  para  decir  eso. 

En  Castellanos,  534,  hay  un  ejemplo  de/)«/i«r/pero  en  Moreto,  XIV,  543, 
otro  contrario  con  diptongo.  Y  como  creo  que  esto  último  es  lo  más  correc- 
to, digo  que  debe  conjugarse  pálio-as,  paliamos,  etc.  Véase  también  Villa- 
viciosa  (J.),  572" 


aá2  - 


i/.— radiar. 

Del  presente  de  este  verbo  no  tengo  apuntado  ningún  ejemplo;  pero  el 
uso  vulgar  hace  diptongo  en  todas  sus  inflexiones.  Yo  digo  también  que  esa 
es  su  verdadera  ortología;  pero  debo  hacer  constar  que  el  participio  radian- 
te y  el  adjetivo  radioso  cuentan  en  los  poetas  con  algunas  diéresis.  Siento 
no  tenor  apuntados  todos  los  casos  de  diptongo,  pues  ahora  vendrían  bien; 
pero  en  general,  las  diéresis  son  anteriores  ó  posteriores  al  período  clásico. 
En  éste  también  usan  alguna  vez  la  diéresis  Tejada,  Jáuregui,  Valbuena, 
Hojeda,  Tirso,  Alarcon  y  Quevedo,  con  algún  otro.  El  total  de  diéresis  por 
mí  anotadas,  llega  á  42:  á  pesar  de  ellas,  debemos  decir  radiante  y  no  ra- 
diante; pues  para  ser  lógicos,  deberíamos  conjugar  el  verbo  así:  radio-as, 
lo  que  nadie  admite  ni  usa. 

De  radioso  con  diéresis  hay  un  caso:  Solís  (D),  255;  pero  este  mismo  le 
usa  después  con  diptongo,  263. 

/.—rumiar. 

No  hay  ejemplo  de  rumio-as:  véanse  dos  de  rúmio-as. 
Cañizares,  509' 


Si  apriesamento  se  rumian, 
Mente  despacio  se  piensan  (1). 


Forner,  358. 

Torpe  baje 
Hacia  la  tierra  el  rostro,  y  rumie  el  heno. 


Ejemplos  de  rumiar  liay  varios,  antiguos  y  modernos,  todos  con  dip- 
tongo. 

/. — vaciar. 

En  Castilla  la  Vieja  decimos  vácio-as,  vaciamos,  siempre  con  diptongo, 
y  este  uso  es  el  clásico  y  general,  como  se  verá  por  el  catálogo: 

vácio-as.  vaciamos,  vaciar.  Suma  anterior.      27 


Arjona  (J) 

Oña 

Góngora 

Lope 

Quevedo 

ViUegas  (E) 

Anón.,  XVI 

Calderón 

Rojas 

Calleja 

Hoz 

Cañizares 

Moratin  (N) 

Vargas 

Noroña 

Reinoso 


Timoneda 

Barros 

Fr.  Luis 

ílrcilla 

Anón.,  X 

Castellanos 

Vegas 

Morillo 

Ofiíi 

Lope 

Martínez 

Tárrega 

Valbuena 

Tirso 

Quovodo 

Los  Figueroas 


Anón.,  XVI 

Calderón 

Rojas 

UUoa 

Morete 

Fomporosa 

Zamora 

Cañizares 

Iglesias 

Total 


40 


vaciar 


Total....       28  8uma....      27 

Total,  ()8  pruebas  del  diptongo,  contra  3  diéresis 


Ribera  (Luis),  287' 

González  dr»]  ('astillo, 
tomo  XLII,  prólogo  pá- 
gina, XXX. 

Lista,  309' 


(1)    Sintaxis  y  coastruccion  diHparatii'JaH. 


—  343  — 

Por  esto,  y  aunque  Salva  dice  que  el  uso  de  vacio  ó  vacio  es  vario,  afir- 
mo que  el  decir  vacio-as,  ó  vacié,  vació,  etc.,  es  incorrecto  y  gratuito,  y 
■debe  corregirse. 


Quevedo,  204' 

Bestia  de  noria,  que  ciega 
Con  los  arcaduces  andas, 

Y  on  vaciándolos,  los  llenas, 

Y  en  llenándolos,  los  vacias. 

Lope,  1.°,  392. 

Y  tropezando  en  las  piedras. 
Volvióse  á  un  lado  y  vaciónos. 


Id.,  4.°,  54" 
El  gasto  ordinario,  al  fin. 
Vacia  las  arcas  más  llenas. 

Villegas  (E),  556' 
Después  habrá  requiebros 
Que  su  puchero  vacien. 

Moreto,  17' 
Que  no  soy  para  vaciado. 


Nota. — Del  verbo  afiliar,  que,  según  Sicilia,  debe  conjugarse  afilio-as, 
no  hallo  ejemplo  alguno.  Es  más:  opino  contra  él  que  debe  acentuarse  en  la 
primera  i ,  afilio-as.  Lo  mismo  digo  acerca  de  los  verbos  expatriar  y  repa- 
triar, que  deben  conjugarse  expatrió  y  repatrio,  y  no  con  el  acento  en  la  /'. 
Véase  el  n.''  184,  regla  2.^  5." 

§  2.°— Combinación  ió. 

644.  De  esta  combinación  hay  que  decir  lo  mismo  que  de  la  precedente 
(n."  641).  En  los  poetas  hallo  muchas  veces  con  azeuxis  los  siguientes  vo- 
cablos: 

'En  ion  —Áster  ion, centurión,  Cipion  óScipion  ó  Escipion,  Curion,  Den- 
cali  on,  Efestion,  Endimion,  folión,  gavión,  Gerion,  Iperion,  Melion,  Melio- 
na,  Meridiojí,  Merion,  Paladión,  Pandion,  Peí  ion.  Per  ion,  Pigmalion,  Fo- 
lión, rebelión,  Talasion,  talion,  y  otros  muclios  griegos. 

En  ior  =  exterior,  interior,  inferior,  superior,  Mclqnior. 

En  ioso  =  curioso.,  estudioso,  envidioso,  espacioso,  furioso,  grandioso, 
imperioso,  ingenioso,  insidioso,  precioso,  religioso,  ocioso,  odioso,  victo- 
rioso, y  otros  muchos,  especialmente  en  Castellanos,  Herrera  y  Góngora. 

En  iot  =  gaviota,  paviota  (á  no  ser  derivada  de  Pavía,  en  cuyo  caso  debe 
ser  azeuxis),  ca^idiota  (de  Cándia,  véase  n.°  217, 1),  Iscariote. 

Acerca  de  todos  éstos  yo  no  acierto  á  formular  regla  aceptable;  por  lo 
cual  los  incluyo  en  la  general. 

Los  adjetivos  ocioso  y  odioso  son  excepciones  de  la  regla  7.*;  y  los  con- 
sidero como  excepciones,  pues  superan  en  mucho  los  diptongos  á  las  diére- 
sis. Una  sola  observación  quiero  hacer  acerca  del  adjetivo  glorioso. 

El  uso  común  ya  desde  algunos  siglos  observa  en  él  el  diptongo  y  no  la 
azeuxis.  Sin  embargo,  debo  hacer  constar  que  durante  el  período  anteclá- 
sico casi  iguala  el  número  de  diptongos  al  de  azeuxis:  hay  poetas  como  Grar- 
cilaso.  Herrera,  Silvestre  y  Montesino  que  siempre  hacen  azeuxis;  otros, 
como  Hurtado  (Luis),  Hita  y  Laso  siempre  hacen  diptongo;  y  otros  muchos 
varían  en  el  uso.  Desde  Lope  en  adelante  disminuye  mucho  el  número  de 


-  im  — 

azeiixis,  y  crece  notablemente  el  de  diptongos,  desapareciendo  aquéllas  casi 
por  completo  desde  1630  en  adelante.  En  el  período  postclásico  se  hallan 
algunas  azeuxis  en  Forner,  Feri'eras,  Arjona  (Manuel),  Reinoso,  Carvajal, 
los  Moratines  y  algún  otro;  pero  son  pocas  y  deben  ser  consideradas  como 
diéresis. 

Conclusión:  Por  respeto  á  los  poetas  antiguos  puede  tolerarse  la  diéresis. 
glorioso;  mas  por  la  gran  autoridad  del  uso  general  desde  Lope  acá,  debe 
considerarse  el  diptongo  como  legalmente  ortológico. 
645.    Excepción:  íó  detrás  de  muda  y  liquida  o  de  rr. 

Esta  combinación  es  azeuxis,  exceptuando  los  vocablos  industrioso  y 
patriota,  en  que  el  uso  común  de  todos  los  poetas  hace  diptongo. 

Sin  embargo,  de  industrioso  hay  una  azeuxis  en  Quevedo,  547;  otra  en 
Castellanos,  554',  y  otra  en  Iglesias,  479'.  De  patriota,  una  en  Barbero,  580', 
y  otra  en  Quintana,  29'.  Ahora  discutamos  las  palabras  en  que  debemos  re- 
conocer la  azeuxis. 

A. — amplioso. 

Como  su  gemelo  ampliar,  debe  tener  azeuxis,  aunque  el  único  ejemplo 
que  de  él  hay  (Cubillo,  85'')  es  de  sinéresis. 

B. — cabriola. 

Sinéresis. 

Tirso 

Castro  (G.") 

Rujas 

Villarroel 

Forner 

Jovellanos 


. 

Az. 

Suma  ard. 
Tirso 

19 

Suma  ant. 
Calderón 

33 

Cairasco 

1 

3 

1 

Ofia 

1 

Vélez  (Luis) 

1 

Polo 

3 

Lope 

12 

Quevedo 

3 

Zarate 

1 

Tárrega 

1 

Bolmonte 

1 

Cubillo 

2 

Villaviciosa 

3 

Solórzano 

3 

Nieto 

1 

Ledesma 

1 

Anón.  XVI. 

3 

kiima 


19 


Suma 


33 


Total      41 


Total 


Las  sinéresis  son  una  verdadera  desviación  del  uso  clásico. 


Fuerza,  si  en  picar  aprieta, 
A  danzar  cabriola  ó  zapateta. 


(Villaviciosa,  587'). 


Guárdese  también  la  azeuxis  en  el  verbo  derivado  cabriolar. 
C. — Carrion. 


So]>úlvcda 
Anón.  X 
Castellanos 
Góngora 

Suma 


Az.    Sin. 

ó        3 
17        4 


26 


Suma  fí7if.     2() 


Val  bu  en  a 
Alarcóu 
Quevedo 
Anón  XVI 


90       8 


Suma  ant.  30 

Enriquez  2 

Zarate  1 
Rojas 

Diamanto  » 

Jovellanos  » 

Total  33 


1 
13 


Que  noble  conozco  yo 
Infante  do  Carrion, 
Bravo  sólo  con  mujeres 


(.Alarcon,  42'.)"). 


-    345 


£>.— gorr 

ion. 

Az. 

Sin. 

Suma  ant. 
Grajales 

14 

2 

Sitma  ant. 
Nieto 

21 

4 

Anón.  LVni 

1 

» 

1 

. 

» 

1 

Góngora 

2 

i 

Tirso 

= 

1 

Iglesias 

» 

1 

Huerta  (J) 

1 

» 

Quevedo 

1 

- 

Samaniego 

» 

3 

Lope 

10 

^ 

Salinas  (Juan) 

4 

1 

Iriarte  (T) 

1 

^ 

Argensola  (B) 

» 

2 

Rojas 
Suma 

1 

* 

Yillanueva 
Total 

1 

y 

Suma 

14 

2 

21 

4 

23 

9 

Pico  de  goi 

Tíon  son  las  ore^ 

as 

(Quevedo,  291') 

E.—  moTTÍon. 

Az. 

Sin. 

Suma  ant. 
Ribera  (Luis) 

42 

1 

Suma  ant. 
Moratin  (N) 

56 

6 

Ercilla 

2 

^ 

1 

^ 

1 

3 

Anón,  X 

1 

» 

Valbuena 

^ 

1 

Iglesias 

■> 

2 

Rufo 

. 

1 

Acevedo 

1 

„ 

Samaniego 

í 

1 

Virués 

3 

Valdivielso 

2 

„ 

Iriarte  (T) 

» 

1 

Castellanos 

16 

Herrera  (J) 

1 

> 

Forner 

1 

^ 

Arjona  (J) 

3 

Anón  XVI 

3 

1 

Jovellanos 

- 

2 

Morillo 

1 

Cubillo 

1 

» 

Carvajal 

1 

» 

Oña 

5 

Morete 

2 

* 

Villanueva 

1 

» 

Góngora 

2 

Isla 

1 

2 

Barbero 

1 

» 

Lope 

9 

Nieto 

2 

1 

Marcos 

'" 

1 

Suma 


42 


Suma 


56        6 


Total 


61 


Puede  agregarse  Hermosilla:  23  azenxis,  2  sinéresis. 

(Lope,  3."  14'). 


El  sol  mira 
En  cada  morrión  un  sol  mentira 


IB 


i^.— Otros  vocablos. 
Alectrtoít.—Yaca,  313'. 

C«s/r foto.— Esquiladle,  333'  bis,  334'.— Monroy,  84'. 
cipriota.— 'Ercilla,  121.— Eufo,  &4,  114'. -Góngora,  475'.— Meléndez,  100". 
/í'rnow.— Montalban,  517'.  Con  sinéresis.  Hurtado  (Ant.°),  459". 
Uirrton  (torreón).— Sepúlveda,  XVI,  159',  160.  Con  sinéresis.  Zapata, 
tina  vez. 

verriondo.— QyxeYediO,  296'. 


§  3.° — Combinación  ié. 

646.     Observación  general  acerca  de  las  combinaciones  ¡é,  ué. 
Cuando  estas  combinaciones  corresponden  en  su  origen  á  una  sola  vocal, 
son  siempre  diptongos  en  nuestros  poetas;  t.  gr.  en  bien,  bueno,  de  bene  j 
bontis.  Las  diéresis  de  esta  especie  son  muy  raras;  véase  este  v-erso  de  Que- 
vedo, 304: 

Huésped,  fué  Hierbas,  fué  collado. 


-  Mj  — 

Y  las  ridiculas  diéresis  ruego  y  sueño  de  Jovellanos  (37'  58')-  Las  palabras 
primitivas  de  éstas  son  hospes,  herba,  rogar,  somniis. 

Cuando  son  derivadas  de  otra  azeuxis  castellana,  también  son  azeuxis, 
según  el  principio  general  (ndm.  277),  v.  gr.,  en  envíe',  gradué,  iliense,  in- 
fluencia, de  enviar,  graduar,  Ilion,  influir. 

Pero  cuando  en  el  origen  latino,  hebreo  ó  griego  existe  la  misma  com- 
binación, ó  interposición  de  consonante,  es  frecuente  en  castellano  la  diso- 
lución de  las  mismas  vocales.  Siu  embargo,  es  de  notar  que  en  este  punto 
concreto,  el  uso  común  fué  cambiando  poco  á  poco,  é  inclinándose  cada  vez 
más  al  diptongo.  Por  esto,  y  ateniéndome  al  estado  actual  de  la  lengua,  no 
vacilo  en  formular  la  siguiente 

Regla:  Las  combinaciones  ¡é,  ué,  no  procedentes  de  aseuxis  castellana, 
son  siempre  diptongos. 
647.    Palabras  que  deben  exceptuarse. 

Son  las  siguientes:  cliente,  LTeo,  PXeres,  Pieria,  Pierio,  Piérides,  riel 
(en  alemán  raigel)  y  el  verbo  rielar  (rielo,  rielas,  etc.;  del  latino  rutilare) , 
Tiestes,  Viena. 

^.—cliente. 

Argensola  (L.),  288'— Argensola  (B.),  345 -Be jar,  503— Moratin  (N.),  lOi' 
Barbero,  6'34'— Cienfuegos,  15— Arjona  (M.)519,  522,  511'— Total,  9  azeuxis. 
No  hay  sinéresis. 

No  huyera  on  la  vejez  á  ser  cliente 

Do  un  griego  rey.  (•A.rg.  B.). 

B.—Jjieo. 

En  26  poetas  (Cueva-Gallego),  58  azeuxis:  no  hay  sinéresis. 

La  rosa  de  Cupido. 

Juntemos  á  Líeo.  (Villegas  E.  557). 

C— Píeres...  Piérides. 

De  Píeres  {=  Piérides)  hay  un  solo  ejemplo:  Valbuena,  318. 

De  Pierio,  Pieria,  ocho  azeuxis:  Herrera,  298,  299=Villaviciosa  (J.), 
614=P.  Céspedes,  146=Arguijo,  40.3'-Salazar  y  Torres,  229— Moratin  (N.), 
36'— Lista,  291.  Sinéresis,  dos:  Jovellanos  y  Arjona  (^lanuel). 

Salve,  bella  Occitania:  uh  tu  (juerida 
Mansión  de  las  Pierias.  (Lista). 

Piérides.  En  14  poetas  (Garcilaso-Barbero),  21  azeuxis,  y  3  sinéresis  en 
Vaca. 

Digamos,  pues  Piérides:  Un  dia,  etc.  (Fr.  Luis,  23). 

Z).-Riel. 
Herrera  (Forn.),  2Í)2'— Val  buena,  -206'  212':  véase  este  último: 

(son)  Sus  dulces  labios  de  coral  riólos. 


347  — 


E. — Rielo-as. 

Un  solo  ejemplo  hay:  Herrera  (Fem.),  267. 

Si  en  el  silencio  osciiio  de  la  noche 
Riela  por  el  cielo  alguna  lumbre. 

Espronceda  también  le  emplea  dos  veces,  ambas  con  azeuxis.  Con  dip- 
tongo átono,  Lista,  320'. 
-F.— Tiestes. 


Así  como  en  el  luto  de  Tiestes, 
Retira  las  demás  luces  celestes. 

Otras  dos:  Castellanos,  237' — Noroña,  441. 

G, — Yíena. 

Así  se  pronunció  siempre  en  el  siglo  de  oro. 


(Ulloa,  479') 


Az.  Sin. 


Castillejo . . 

Ercilla 

Eufo 

Castellanos 

Suma. . . . 


S.  anterior..      5 


Lope 2 

Anón  XYI,  2 

Caldero Q. . .  8 

Rojas 18 


Suma. 


35 


S.  anterior.  35  3 

Iriarte  (T.)  »  3 

Moratin  (N)  1 

G-allego »  1 


Agora  se  resiente 
De  aquella  retirada  de  Viena. 


Totales  .     36      7 


(Rufo,  57). 


648.    Discusión  de  otras  palabras. 

«/z>r.— Aunque  Virués  le  usa  con  azeuxis,  no  veo  razón  para  excep- 
tuarle. 

Andalien. — Lo  mismo  digo  de  este  nombre  usado  con  azeuxis  por  Er- 
cilla. 

arriero. — De  arria  (=  recua),  de  arre.  Todos  los  poetas  anteriores  á 
Alarcon  usaron  esta  palabra  con  azeuxis.  Desde  Alarcon  á  Moreto,  el  uso 
es  vario:  desde  Moreto  en  adelante  es  general  el  diptongo:  Únicamente  Sa- 
las emplea  la  azeuxis.  Por  esta  razón,  creo  que  esta  palabra  debe  seguir  la 
regla  general;  pero  entre  las  diéresis  que  pueden  fácilmente  permitirse,  una 
es  la  de  arriero. 

Ateniense,  Curieno,  Labieno,  Galieno,  Damieta,  Diego,  Dar  i  en,  Siena, 
Viedma,  Montiel,  Gudiel,  y  hii^na  se  hallan  alguna  vez  con  azeuxis,  espe- 
cialmente en  los  poetas  del  siglo  XVI.  Esto  no  basta  para  exceptuarlos  de 
la  regla;  (véase  también  el  núm.  519,  C.) 

Viendo,  Vieque,  y  Rieros,  se  hallan  en  Castellanos.  Mientras  no  haya 
otras  razones,  no  las  exceptúo. 

Mariene  se  encuentra  diversamente  usada  en  Calderón,  tomo  I,  (490  y 
siguientes);  tampoco  merece  la  excepción. 


-  PAS  - 

Mnñcl  hallo  en  Cienfuegos;  Uñcl  en  Jovellanos  y  Lista;  si  no  hay  otras 
razones,  las  tendré  por  diéresis. 

Los  hebreos  Esequicl,  Daniel,  Camal  id  y  Gabriel  se  hallan  no  pocas  ve- 
ces con  azeuxis  en  los  antiguos  poetas.  Mas  como  el  uso  general  en  estos 
nombres  es  el  diptongo,  le  considero  legal;  aunque  bien  mirada  la  cosa,  de- 
biera ser  legal  la  azeuxis ,  por  ser  compuestos  en  su  idioma  original. 

Zapardiel  se  lee  en  Cervantes,  606;  pero  el  uso  general  le  hace  diptongo. 

Oriente  dijeron  siempre  Herrera  (Fernando)  y  Montesino;  los  demás  le 
usan  con  diptongo. 

649.  fiel. 

En  \dii\njtdelis,  naturalmente  pide  la  azeuxis,  como  sus  afines  y7<7r,  con- 
ftansa,  etc. 

Los  poetas  del  siglo  XVI  la  usan  generalmente,  á  excepción  de  Castillo- 
jo,  Fr.  Luis,  y  Sánchez  (Miguel),  en  que  es  común  el  diptongo.  Lope,  Hoje- 
da,  Alarcon,  Rojas,  Enríquez  y  algún  otro,  usan  casi  tant/is  diptongos  como 
azeuxis.  Los  demás,  á  partir  de  Huerta  (Jerónimo),  comunmente  le  hacen 
diptongo,  hasta  el  día  de  hoy.  Por  esto  no  puede  dudarse  de  la  legalidad  de 
este  diptongo,  aunque  no  debiera  haberse  cambiado  el  uso  de  los  antiguos 
poetas  que  le  pronunciaban  con  azeuxis,  como  Castellanos,  Góngora,  Rufo, 
Montesino  y  otros. 

Ejemplo  de  azeuxis: 

Y  tíanclo  fíelos  de  inííclcs 

Entraron  en  los  débiles  bajeles.  (Castellanos,  190). 

ídem  de  diptongo: 

Tu  fiel  lengua  siendo  el  fiel 

De  la  una  y  otra  balanza.  (Turia,  224') 

Heto  sido  fiel  en  todo 
•  Y  en  todo  me  has  sido  infiel.  (Anón.,  XVI,  453'). 

650.  (juieto. 

Y  sus  derivados  inquieto,  inquietar,  aquietar,  qui'^tar:  del  latino  quietus. 
Algunos  poetas  del  sigh)  XVI,  no  todos,  usan  siempre  estos  vocablos  con 
azeuxis;  véanse  Garcilaso,  Castillejo,  Herrera  y  Castellanos.  Lope  los  em- 
plea promiscuamente,  según  le  conviene.  Pero  en  general  el  uso  del  di])toii- 
go  en  quieto  es  mucho  más  frecuente  que  el  do  fiel\  por  consiguiente,  no  hay 
para  qué  detenernos  en  demostrar  el  diptongo. 

Ejemplo  do  azeuxis: 

Los  i)cchos  inquYotos,  mas  las  manos 

Quietas  con  temores  del  castigo.  (Castellanos,  510*). 


ídem  de  diptongo: 


Tu  amigo  Hoy,  no  te  turbes: 
El  pocho  inquieto  sosiega. 


-  íM9 


§    4-° — Combinación  ué. 

651.  Presupuesto  lo  que  dijimos  en  el  n.°  Q>\<o,  discutamos  ahora  las 
palabras  que  deljen  exceptuarse  de  la  regla,  y  son  las  siguientes: 

Früela,  genüense,  Josué,  Süeci'a  y  su  derivado  sueco,  Süevía  y  su  de- 
rivado suevo,  Sües  y  süeces,  ueste  y  su  compuesto  norueste. 

A. — Früela. 

A  lo  que  creo,  es  igual  que  Froila,  y  tal  vez  derivado  del  fruí  latino, 
com.0  frzíto.  Por  todos  conceptos  debe  tener  azeuxis,  y  con  ella  le  usan  todos 
nuestros  poetas:  García,  Anón.,  X,  Lope  (cuatro),  Tárrega  (treinta  y  seis), 
Valbuena  (cinco),  Quevedo ,  Quintana  (dos) ,  y  Grallego .  Total,  51  azeuxis, 
contra  una  sinéresis  de  Valbuena. 

Mi  don  Früela,  ¿qué  has  heclio? 
Don  Früela,  ¿no  te  vas?  (Tárrega,  64'). 

Le  prometieron  Teudis  y  Früela.  (Quintana,  65'). 

B. — genüense. 

Derivado  de  Gemía  (=Grénova),  se  halla  con  azeuxis  en  Lista,  381': 

Un  tomo 
Del  triste  Genüense  destroncado. 


y  correctamente,  si  se  compara  con  los  derivados  de  otros  nombres,  ó  adje- 
tivos latinos  en  tts,  um,  uus,  ua,  etc. 

C. — Josué. 

Con  azeuxis:  Rufo,  Yaldivielso,  (dos),  Lope  (seis),  Hojeda  (dos),  Ledes- 
ma,  Quevedo  (dos),  Alarcon,  Calderón  (tres),  y  Moratin  (Nicolás).  Total,  19 
azeuxis  contra  15  sinéresis  de  Sepúlveda  (dos).  Romanceros  anónimos  (tres), 
Boíl,  Alarcon  y  Calderón  (ocho).  Ya  sabemos  que  Calderón  es  muy  incon- 
secuente. 


El  gran  Cortés  fué  Josué  católico. 
Josué,  que  á  tus  congojas 
Paras  el  Sol  de  justicia. 


(Lope,  LVni,  149') 
(Yaldivielso,  ib.,  214.) 


D.    Süecia,  sueco. 

Mirademescua,  64' 
Yo  me  he  de  fingir  al  punto 
Un  embajador  que  vengo 
De  Süecia:  tú  has  de  seí*... 


Hurtado  A.,  446. 

Los  carga 
Tanta  sajona  y  sueca 
Tempestad,  que  se  retiran. 


Otras  azeuxis:  Lope,  2.",  269" — Valbuena,  145'  — Matos,  335'  —  Cubi- 
llo, 157'— Moreto,  LVIII,  553 -Morales  (Alonso),  XVI,  250— Quintana,  78 
Total,  10  azeuxis  contra  3  sinéresis  de  Hurtado  y  Ercilla. 


—  350 

E. — Süevia,  suevo. 

Calderón,  2.«  102' 
En  Süevia  no  se  guarda. 


Esquiladle,  329' 
Lorena  de  suevos  y  cantones. 


Otras:  Valbuena  (If/'^s^— Argén  sola  L.,  2W'— Vélez  (Luis),  16.S— Esquila- 
che  (cuatro)— Calderón  (onccJ—Ar']ona  M.,  512.  Total,  22  azeuxis  y  B.siné- 
resis  de  Valbuena,  Calderón,  Samaniego,  Jovellanos  y  Tapia. 

F. — Suez,  süeces. 


Iñarte  T.,  10' 
Ni  he  podido  saber  yo 
Si  la  mona  se  embarcó, 
O  si  rodeó  tal  vez 
Por  el  istmo  de  Suez. 


Castellanos,  501 
Dejamos  de  decir  en  sus  lugares 
Cómo  también  etiopes  sííoces 
Allí  se  rebelaron  por  dos  veces. 


G. — ueste  y  norueste. 

Dos  ejemplos  hay  de  norueste  en  Castellanos,  109,  508. 

652.  No  creo  que  deban  exceptuarse  más  palabras.  En  los  poetas  se  ha- 
llan alguna  vez  con  azeuxis  Aranjues,  Asnero,  asueto,  cantueso,  mansue- 
to, Teruel. 

Manuel,  Emanuel  Samuel ,  compuestos  hebraicos  que  deberían  tener 
azeuxis,  según  la  regla  o."',  se  hallan  también  frecuentemente  con  azeuxis; 
poro  por  ser  nombres  exóticos  y  do  composición  jioco  asequible  al  vulgo, 
creo  que  en  ellos  debe  ser  legal  el  diptongo. 

La  voz  minu<^,  cuyo  origen  próximo  es  francés,  aunque  primitivamente 
parece  derivarse  del  inusitado  minüir,  tampoco  (á  mi  juicio)  del)e  olrecer 
dificultad  para  el  diptongo.  Sin  embargo.  Nieto,  586,  le  usó  con  azeuxis. 

Pero  hay  una  palabra  que  necesita  discusión  detallada,  y  voy  á  liacerhi. 

653.  juez. 

Del  laimo  jiulex,  probablemente  se  pronunciaría /mí'^;  como  ello  sea,  digo 
que  naturalmente  pedía  ser  azeuxis.  Atóase  el  catálogo  adjunto  (aunque  algo 
incompleto)  hasta  el  año  1700.  Desde  esta  fecha  apenas  se  halla  una  azeuxis. 
Al  expirar  el  período  clásico  estaba  ya  dado  el  impulso  hacia  el  diptongo, 
por  culpa  de  los  romanceros,  los  Argensolas,  Villaviciosa,  Tirso  y  (Jueve- 
do,  y  ha  venido  indebidamente  á  prevalecer.  No  digo  que  hoy  debamos  ex- 
ceptuar este  vocablo  de  la  regla  general;  pero  debo  notar  que  no  es  verdad 
que  los  poetas  se  deleitasen  en  disolver  el  diptongo  de  juez,  como  afirma 
la  Academia:  á  la  vista  está  que  la  azeuxis  era  lo  general  y  corriente,  y  el 
diptongo  verdadera  licencia. 
Ejemplo  de  azeuxis: 

Perdición  do  juez,  do  jüoz  mana.     (Castellanos,  380). 
ídem  do  diptongo: 

Padre  y  juez  en  un  estrado. 

Tal  voz  fué  juez,  padre  no. 

¿Qué  mucho,  pues,  si  él  faltó 

A  sor  padre  por  sor  juoz, 

Siendo  juez  y  hijo  esta  vez 

Que  falte  á  ser  hijo  yo?  (rjiMoron,  H."  '2<^?^'). 


Azeuxis  y  diptongos  de  juez. 


Az. 

Dipi. 

Suma  anterior. 

Az. 

Dipt. 

Suma  anterior. 

Az. 

Dipt. 

Montesino 

9 

^ 

216 

36 

531 

198 

PadiUa  (Fr.  J) 

» 

2 

Castillejo 

9 

1 

Lope 

103 

23 

Godínez 

1 

3 

Oviedo 

1 

» 

Huerta  (J) 

3 

6 

Corral 

» 

1 

García 

1 

» 

López  de  Ubeda 

» 

2 

Villegas  (J.) 

2 

» 

Anón.  LYUI 

2 

1 

Tárrega 

11 

6 

Fr,  Gaspar 

2 

:» 

Mendoza 

8 

> 

Carrillo 

2 

» 

Moreno 

3 

2 

Pedraza 

1 

5> 

Hojeda 

10 

» 

Rebolledo 

» 

4 

Salceda 

» 

1 

Boíl 

2 

» 

Montalban 

>. 

24 

Hurtado  (L) 

12 

1 

Ribera  (L.) 

3 

1 

Trillo 

3 

» 

Barros 

6 

> 

Aguilar 

1 

2 

Hurtado  (A.) 

1 

> 

Silvestre 

6 

» 

Los  Argensolas 

» 

15 

Anón.  XVI 

8 

21 

Fr.  Luis 

8 

1 

Valbuena 

4 

í 

Calderón  2.° 

5 

48 

Sepúlveda 

1 

» 

Ledesma 

16 

» 

Cáncer 

1 

» 

Ercilla 

2 

5 

Villaviciosa  (J) 

« 

7 

Coello 

2 

5 

Anón.  X 

8 

11 

Grajales 

6 

» 

Polo 

5 

1 

Rufo 

7 

2 

Mejía 

» 

1 

Matos 

2 

2 

Virués 

3 

3 

Turia 

1 

» 

Enrique  z 

11 

1 

Cueva    ' 

9 

3 

Medrano 

1 

» 

Zarate 

4 

7 

Rodríguez 

2 

1 

Claramonte 

1 

» 

Monteser 

1 

1 

Laso 

1 

1 

Tirso  (a) 

3 

50 

Rojas 

7 

38 

Ubeda  (el  Lie.) 

3 

» 

Castro  (G.) 

12 

» 

Solís  (A). 

í 

1 

Figueroa,  Franc.° 

1 

» 

Salustrio 

1 

3 

Cubillo 

1 

» 

Castellanos 

86 

» 

Jáuregui 

1 

1 

Meneses 

» 

1 

Aldana  (C) 

2 

» 

Avila 

3 

» 

Leiva 

» 

7 

Vegas 

6 

1 

Alarcon 

23 

3 

Moreto 

8 

35 

Arjona  (J) 

2 

> 

Miraderuescua 

8 

1 

Diamante 

2 

6 

Sánchez  (M.) 

1 

» 

Vélez  (L.) 

3 

6 

Calleja 

» 

1 

Cairasco 

6 

1 

Tasis 

2 

» 

Salazar  (A,) 

1 

1 

Cervantes 

1 

» 

Herrera  (J.) 

1 

» 

Hoz 

» 

14 

Fr.  Arcángel 

» 

1 

Herrero 

» 

1 

Candamo 

» 

7 

Artieda 

2 

> 

Que  ved  o 

4 

23 

Fernández  de  Leor 

» 

1 

Herrera  (C) 

4 

> 

Barbadillo 

» 

2 

Góngora 

8 

» 

Belmonte 

> 

6 

Total 

fi02 

430 

Stima  y  sigue. . 

216  36 

Suma  y  sigue. . 

.      531 

198 

(a)    El  número   de  diptongos  en  Tirso  es  solamente  aproximado,  pues  no  conté  con 
exactitud. 


CAPITULO  Yl 


Valor  de  las  licencias. 

654.  Más  de  una  vez  he  prometido  tratar  de  esto,  y  voy  á  cumplirlo. 
Ya,  gracias  á  Dios,  están  formuladas  y  probadas  con  el  90  por  100  de  los 
casos  las  reglas  de  la  Ortología  silábica,  las  cuales  podrán  no  ser  aceptadas; 
pero  son  la  expresión  fiel  y  exacta  del  instinto  eufónico  que  guió  á  nuestros 
poetas  del  siglo  de  oro. 

Mas  como  alguno  pudiera  todavía  tener  dificultad  en  admitirlas,  quiero 
¡presentar  aquí  un  resumen  general  cronológico,  relativo  á  las  reglas  6.* 
y  7.*  (núm.  337  y  338),  para  que  de  una  vez  veamos  la  marcha  ortológica  de 
nuestra  lengua,  y  quiénes  son  los  buenos  y  quiénes  los  malos  ortólogos. 

Buen  ortólogo  es  el  que  usa  de  la  misina  manera  todas  las  palabras  que 
caen  bajo  una  misma  regla  ó  razón  ortológica:  pues  la  razón  pide,  v.  gi'.,  que 
si  el  verbo  Jtar  tiene  azeuxis,  la  tengan  también  todos  sus  compuestos,  y  no 
se  haga  lo  que  hizo  Eojas.  Y  mal  ortólogo  es  el  que  quebranta  frecuente- 
mente las  reglas;  lo  cual  hemos  atribuido  á  varias  causas,  especialmente  al 
mal  oído  y  á  la  ignorancia  (núm.  137). 

655.  Voy,  pues,  á  poner  el  catálogo  de  las  azeuxis  y  sinéresis  que  cada 
jioeta  tiene  en  las  reglas  6.^  y  7.*,  advirtiendo  dos  cosas: 

1.^  Que  en  este  catálogo  no  van  comprendidos  los  datos  pertenecientes 
á  las  palabras  exceptuadas,  como  es  natural. 

2.*  Que  en  la  primera  columna  faltan  también  los  datos  de  crñeJ,  y  en 
la  segunda  los  de  criar,  /lar  y  sus  compuestos;  porque  los  tengo  muy  in- 
completos. 


23 


Regla  6.»     Regla  7."  Regla  6.''    Regla  7.* 

Periodo  anteclásico.  —  -  Período  anteclásico.  —  — 

Az.      Si».    Az.      S¡):.  Az.      Sin.  Az.      Sin. 


,  Villasandino 
Lope  de  A  y  ala 
Lando 
Mena 
Badajoz 
Manrique 
Soria 
Cota 

Montesino 
Bregondo 
Xaharro 
Proaza 
Gil  Vicente 
Encina 
Villalobos 
Altamira 
Padilla  (Fr.  Juan) 
Albio 
Castillejo 
Boscan 
Garcilaso 
Muñoz 
Villatoro 
Oviedo  (Gonzalo) 
Acuña 
Timoneda 
Cetina 
Baptista 
García 

Anón.,  LVIII 
Escobar  (Fr.  Luis) 
Mendoza 
Pedraza 
Rueda 
Miranda 
Traspinedo 
H.  de  Velasco 
Hurtado  (Luis) 
Fuentes  (Alonso) 
Mallara 
Bermúdez 
Pérez--(Luis) 
Castilla 
Santa  Teresa 
Barros  (a) 
Zapata 
Contreras 
Llana  (Diego) 

Suma  y  signe. . . . 


2 

t> 

9 

» 

Suma  anterior. . . 

175 

13 

1 
300 

23 

1 

> 

» 

1 

1 

» 

» 

2 

T. 

Aldana  F. 

1 

s 

■» 

V 

» 

» 

i      1 

» 

Silvestre 

5 

»         7 

V. 

1 

» 

1 

Ortiz 

» 

»        2 

1 

» 

> 

Pansac 

1 

,         2 

> 

s^ 

1 

. 

Riaño 

» 

»         í 

1 

» 

» 

» 

Fr.  Luis  (b) 

30 

i)      57 

S 

IS 

í 

29 

S 

'.  Sepúlveda 

» 

»      67 

!    * 

» 

1 

» 

Córdoba 

1 

»         > 

•j 

» 

4 

» 

Salazar  (Eugenio) 

2 

1 

3 

>j 

» 

2 

» 

Ercilla 

."i2 

3 

112 

.8 

» 

» 

J> 

Herrera 

76 

, 

55 

s 

X 

2 

1 

Anón.,  X. 

44 

2 

210 

17 

» 

» 

í 

» 

Padilla  (Pedro) 

1 

1        3 

1 

» 

> 

» 

Torre  (el  Br.) 

1 

»         » 

1 

1 

10 

, 

Rufo 

CÜ 

7     1-22 

■:, 

» 

2 

s>    ' 

Cabero 

1 

> 

34 

1 

65 

1 

Guzmán  (Fr.  D.) 

. 

1 

1 

] 

» 

»    , 

Alcázar 

3 

9 

1.3 

2 

2-3 

» 

Céspedes  P. 

2 

3 

» 

» 

3 

5> 

Gálvez 

3 

> 

> 

» 

1 

» 

S.  Juan  de  la  Cnr,: 

1 

<) 

1 

» 

» 

» 

Virués  (c) 

40 

11 

47 

» 

T> 

1 

» 

Ciieva 

12 

59 

10 

2 

17 

2 

Rodríguez 

2 

13 

2 

.3 

» 

7 

:» 

Mey 

. 

2 

1 

» 

8 

1 

Barahona 

1 

> 

1 

3> 

3 

> 

Laso 

3 

2 

S 

2 

14 

» 

39 

4 

Ubeda 

8 

16 

1 

4 

3> 

2 

» 

Figueroa  F. 

2 

» 

> 

» 

21 

6 

17 

2 

Castellanos 

401 

2 

708 

1 

1 

» 

2 

^'  1 

Aldana  (Cosme) 

2 

1 

» 

» 

S>  { 

2 

»  : 

Torres  Lizana 

1 

. 

, 

y>    . 

» 

1 

» 

Vegas 

31 

1 

29 

7 

2 

» 

» 

»  . 

Sor  Maria 

1 

> 

3 

. 

1 

» 

2 

1  ' 

A.  Montano 

> 

, 

1 

. 

11 

s 

43 

1 

Arjona  (Juan) 

4 

69 

H 

1 

» 

4 

» 

Chai  do 

2 

10 

1 

, 

> 

1 

» 

Padilla  (Fr.  Pedro) 

3 

4 

. 

3 

V 

» 

4> 

Sánchez  (Miguel) 

3 

^  8 

2 

1 

7) 

> 

1 

Cortés 

1 

2 

> 

2 

. 

» 

Pagan  (d) 

2 

'. 

4 

.3 

» 

» 

7, 

Espinel 

. 

.5 

► 

4 

, 

1 

7 

Ca  i  rasco 

84 

8 

18 

> 

> 

7> 

1 

1 

Corvantes 

33 

1¡ 

39 

. 

1 

o 

Morillo 
Artieda 

1 

!W 

2 

^— 

IT.T 

13 

3()0 

23 

Sunia  //  sii/nr. . . . 

un 

61 

2038 

87 

(a)  Las  siete  licencias  de  Barros  son  todas  do  demasiado. 

(b)  Como  la  edición  do  Fr.  Luis  está  muy  mal  lieclia,  fácil  es  que  no  sean  auténti- 
cas todas  las  licencias. 

íc)     Poeta  incorrecto  en  la  regla  6.*,  y  correcto  en  la  7.* 
(d)     Las  cuatro  sinéresis  son  do  Sion. 


1 

Regla 

6.* 

Regla 

y.--^ 

I 

Regia 

6.-'^ 

Regla 

7.* 

Período  anteclásico. 

— 

— 

Período  clásico.     > 

— 

1 

— 

Az. 

Sin. 

Az. 

iSirt     : 

i 

i 

Az. 

Sin. 

1 

Az. 

Sin. 

Suma  anterior. . . 

lili 

61. 

2033 

87  i 

Suma  anterior. . . 

611 

21 

951 

52 

Argote 

» 

» 

1 

» 

Ribera  (Luis)             j 

18 

4: 

17 

:» 

Heredia 

» 

» 

1 

> 

Aguilar 

2 

» i 

7 

1 

Oña  (a) 

20 

4 

29 

47  i 

Tejada 

> 

1 

3 

1 

Hita 

4 

» 

12 

1 : 

Urrea 

> 

> 

1 

> 

Herrera  (Cristóbal) 

9 

>  ! 

1 

* 

Ezquerra 

, 

>•> 

2 

» 

Gónerora                     í 

loy 

3 

110 

6  i 

Argensola  B.  (d) 

42 

2 

30 

7 

1 

F.  de  Castro 

3 

» 

, 

» 

Total 

1253 

68 

2192 

140 

Avellaneda 

> 

, 

, 

2 

1 

-^1- 

» 

■^— 

..— 

Valbuena  fe) 

61 

18 

216 

71 

Acevedo  (fj 

42 

2 

33 

6 

Período  clásico. 

Ledesma 

10 

, 

11 

1 

Villaviciosa  J. 

7 

3 

16 

5 

Lope  (b) 

479 

12 

821 

36 

Arguijo 

8 

1 

12 

1 

Anón.,  XLII 

1 

> 

9 

4  ' 

Fr,  Jerónimo 

1 

> 

1 

> 

Huerta  (J.) 

15 

4 

13 

1 

Grajales 

24 

» 

11 

» 

Aula 

> 

1 

> 

> 

Mejia 

^ 

1 

2 

1 

Berrio 

2 

> 

> 

*   i 

Turia 

5 

> 

3 

» 

Caso 

1 

> 

> 

» 

Valdivielso  (g) 

56 

13 

4.5 

23 

Cepeda 

> 

, 

1 

> 

Medrano 

5 

» 

4 

3 

Frías 

> 

1 

> 

7> 

Soria  Galvarro 

» 

> 

1 

> 

Gil  Polo 

2 

> 

» 

» 

Claramonte 

4 

2 

23 

1 

Guzman  Fr. 

> 

, 

1 

). 

Tirso 

109 

14 

267 

19 

Horozco 

1 

:^ 

» 

> 

Bonilla 

5 

» 

15 

> 

Leca 

» 

» 

2 

» 

Céspedes   (Gonzalo) 

> 

> 

3 

» 

Martínez 

» 

, 

3 

» 

Céspedes  (S) 

1 

» 

!. 

> 

Mesa  (Cristóbal) 

t 

» 

1 

» 

Castro  (Guillen) 

20 

1 

51 

1 

Morales  J. 

4 

» 

4 

> 

Salustrio 

3 

1 

5 

» 

Ponce 

1 

í 

1 

. 

Segura 

> 

» 

1 

, 

El  C.  de  Salinas 

1 

> 

> 

Jáuregui 

10 

> 

10 

1 

El  Licenciado  Soto 

1 

» 

1 

» 

Avila 

6 

> 

6 

> 

López  de  Ubeda 

2 

> 

» 

1 

Quiroga 

1 

> 

» 

> 

Argensola  L. 

7 

> 

9 

3 

Alarcon 

64 

3 

213 

3 

Tárrega 

4 

1 

10 

2 

Basto 

> 

» 

2 

» 

Caro  (Rodrigo) 

» 

> 

1 

» 

Mescua 

15 

2 

18 

6 

Carrillo 

» 

1 

» 

> 

Enciso 

2 

> 

5 

> 

Süarez  de  Figueroa 

3 

> 

» 

» 

,  Vélez  (Luis) 

7 

» 

55 

4 

Hidalgo  (Juan) 

> 

» 

4 

1 

i  Tasis 

3 

» 

4 

» 

Hojeda 

83 

» 

57 

1 

Herrera  (Jacinto) 

4 

» 

> 

> 

Boil 

1 

1 

10 

7, 

Herrera  (Rodrigo) 

2 

» 

1 

> 

D.*  Cristobalina 

1 

j. 

3 

» 

Fr.  Hortensio 

> 

. 

2 

> 

Setanti  (c) 

2 

' 

» 

3 

Quevedo 

74 

11 

120 

17 

Sttma  y  signe.. . . 

Gil 

21 

951 

52 

1         Suma  y  sigue. . . . 

1225 

99 

2167 

226 

21  sinéresis  son  de  enviar.  En  esto  Lope  es  algo  inconsecuente,  contra  lo  que 


(a)     Inconsecuencia  detestable:  guarda  la  azeuxis  en  todos  los  derivados  de  vía,  me- 
nos en  enviar,  del  cual  tiene  42  sinéresis. 

(b) 
suele. 

(c) 

(d) 

(e) 


Las  sinéresis  de  éste  son  de  demasiado. 

También  los  Argensolas  son  algo  incorrectos  en  la  regla  7.^ 
Añádanse  las  80  sinéresis  de  crtlel,  y  otras  de  criar  y  fiar.  Sin  embargo,  20  de  las 
71  sinéresis  son  de  un  solo  vocablo:  brioso. 

(í)     Como  se  ve,  también  Valdivielso  es  incorrecto,  y  en  muchos  vocablos. 

(g)     4  sinéresis  son  de  rociar.  Acevedo  suele  ser  muy  correcto. 


Regla 

6.'» 

Regla 

7.» 

Regla 

6.* 

Regla 

7.* 

Período  clásico. 

— 

— 

Período  clásico. 

— 

— 

Az. 

Si». 

Az. 

Sin. 

Az. 

Sin. 

Az. 

Sin. 

Suma  anterior. . . 

1225 

99 

2167 

■  1 
226  ' 

Simia  anterior. . . 

1775 

261 

3791 

559 

Barbad  i  lio 

5 

2 

1 

Rojas  (e) 

85 

7 

139 

90 

Belmonte 

5 

> 

17 

Olmo 

2 

> 

1 

> 

Callocerrada 

8 

5 

34 

Villaizan 

7 

1 

4 

1 

Godínez 

3 

. 

1 

Salinas  (Manuel) 

. 

1 

1 

1 

Pinto 

> 

1 

Porras 

1 

> 

> 

> 

Corral 

> 

2 

N.  Montañés 

> 

> 

2 

> 

Villegas  (Juan) 

» 

6 

Gamarra 

> 

> 

1 

> 

Prado  (Fr.  Ad.) 

> 

1 

Ulloa 

2 

» 

1 

> 

Fr.  Gaspar 

> 

1 

Solis  (Antonio) 

13 

1 

30 

5 

Salinas  (Juan) 

1 

1 

1 

Cubillo 

17 

1 

20 

0 

Moreno 

3 

3 

Meneses 

1 

1 

3 

5 

Rebolledo 

> 

32 

Leiva 

3 

5 

9 

6 

Villegas  E.  (a) 

21 

7 

12 

Vélez  (Juan) 

» 

> 

1 

» 

Montalban 

20 

1 

21 

4  i 

Cuéllar 

6 

2 

1 

. 

Solórzano 

3 

2 

56 

4  ; 

Moreto 

66 

11 

188 

10 

Soto  de  Rojas 

3 

> 

3 

> 





Esquilache 

8 

2 

10 

1 

Total 

1978 

291 

4192 

683 

Rioja 

14 

5 

» 

■^— 

^— 

i^— 

— ^ 

Colodroro 

1 

, 

> 

» 

Felipe  IV 

> 

> 

1 

» 

Período  postclásico. 

Trillo 

34 

2 

31 

» 

P.  Céspedes  (b) 

3 

2 

8 

> 

Anón.  XLIX 

15 

1 

4 

Lópex  de  Zarate 

. 

4 

» 

Farfan 

» 

» 

2 

Caro  (D.»  Ana) 

4 

4 

Quirós  (Fr.  Pedro) 

1 

» 

» 

Los  Figucroas 

3 

7 

2 

Diamante 

35 

14 

5 

Villaviciosa  (S.) 

1 

8 

1 

^lonroy 

7 

22 

1 

Zayas 

. 

2 

> 

Santos 

1 

. 

« 

Gómez  Tejada 

4 

2 

» 

Calleja 

4 

5 

1 

Hurtado  A.  (c) 

r> 

G 

9 

9 

Fomporosa 

4 

14 

4 

2 

Anón.  XVI 

61 

10 

173 

14 

Estrella 

1 

< 

> 

Calderón  (d) 

201 

109 

993 

272 

Solazar  (Agustín) 

9 

15 

6 

Anón.  XIV 

> 

1 

1 

1 

Hoz 

3 

3 

.T 

Zavalota 

1 

3 

> 

Fernández  de  León 

1 

1 

H 

Cáncer 

8 

20 

2 

Sáncbez  (Vicente) 

> 

c 

1 

Coello 

8 

28 

> 

Sor  Juana 

1 

* 

4 

1 

Estebanillo 

1 

2 

> 

Vera  Tasis 

2 

3 

2 

. 

Polo 

14 

16 

1 

Candamo  (í) 

12 

17 

15 

5H 

Matos 

13 

5 

13 

f;  í 

Dionisio 

1 

5 

> 

Enríquez 

24 

26 

1 

Fuego 

1 

^  1 

1 

Zárats 

5 

60 

3 

Fuentes  (Juan) 

. 

.1 

» 

Montesor 

1 

» 

3  1 

Fuentes  (Podro) 

> 

2 

» 

Suma  y  sigue. . . . 

177.T 

261 

3791 

5.59  1 

Siiwa  y  siiinc. . . 

98 

95 

95 

(a)  Las  7  son  de  suave  en  un  mismo  verso  roj)otido  siete  voces.  Por  lo  demás,  Ville- 
gas es  un  ortólogo  do  primera  clase. 

(b)  Las  dos  sinéresis  son  do  majentüono  y  Romualdo.  Fuera  do  estas  dos  poquoñaa 
faltas,  el  P.  Céspedes  íigura  en  primera  fila  en  todas  las  reglas. 

(c)  Liconcifiso  ortólogo,  como  los  números  <lcclaran. 

(d)  Solo  él  tiene  tantas  sinéresis  como  todo  los  poetas  anteriores,  á  contar  desde 
Lope.  Kn  la  regla  3."  es  también  muy  disparatado. 

(e)  Rojas  sólo  es  correcto  en  la  regla  (í."  y  en  la  1.":  en  la  S.**,  4.**  y  7.**  es  muy  in- 
correcto é  inconsecuente.  De  las  90  sinéresis,  68  son  del  verbo  enriar;  pero  á  esto  pudié- 
ramos aña<lir  70  ó  más  que  tiene  do  criar  y  los  compuestos  do  fiar. 

(f )  45  do  las  58  son  do  Adriano.  Asi  y  todo,  Candamo  es  uno  de  los  peores  ortólogos. 


Período  postclásico. 


Regla  6.*  |  Regla  7.« 
Az.      Sin.  1  Az.      Sin. 


Período 
de  restauración. 


Suma  anterior.. 

Francisco 

López  J.  A. 

López  (J.  José) 

López  (Miguel) 

Morales  (Alonso) 

Castro  J.  J. 

Toledo 

Lobo 

Ceo  ^ 

Zamora 

PitiUas 

Cañizares 

Villarrocl 

Montiano 

Luzan 

Irlarte  (Juan) 

Isla 

Verduo;o 

Velázquez 

Nieto 

Porcel 

Trigueros 

Cruz  (Ramón 

Moratin  (Nicolás) 

Cadalso 

Fr.  Diego 

Huerta  (Vicente) 

Iglesias 

Avala 

Hore 

Rejón 

Vaca 

Samaniego 

Iriarte  (Tomás) 

Jovellanos  (a) 


98 
2 

> 

4 


2 

6 

1 

11 

21 

1 

1 

34 

3 

6 

12 

13 


21 
4 
5 

11 


95      95 


16 
1 

24 
5 
1 
2 
3 
5 
2 


7 

1 

2 

8 

15 

9 

15 

11 


19 
16 

20 
39 


2 
5 

7 

20 

27 

16 

1 

2 

1 

9 


9. 

58 
25 

o 

GO 

6 
12 
12 
22 

1 

2 

3 
28 
15 
11 
33 


2 
2 

19 

3 

13 


4 
4 
2 

24 
4 

1 
2 

12 


23 

17 
25 
52 


Total '    290    283     519    316 


Meléndez  (b) 

Forner 

Helguero 

Calle 

Salas 

Carvajal 

Villanueva 

Arellano 

Noroña  (c) 
j  Moratin   (Leandro) 
1  Vargas 
I  Barbero 
¡  Cienfuegos 
'  Arjona  (Manuel) 
!  Arríaza 
■  Marchena 
j  Núñez  Díaz 
I  Castro  (Francisco) 

Roldan 

Maury 

Reinoso 

Quintana  (d) 

Solis  D. 

Marcos 

Blanco 

Lista  (e) 

Alonso 

Gallardo 

Gallego 

Tapia  (f) 

Ahumada 

Burgos 

Beña 

Jérica 

Somoza 

Camino 

Musso 

Hidalgo  F. 


Regla  6.^ 

Az.      Sin. 


Total. 


Regla  7.» 

Az.      Sin. 


99 
50 


14 
25 

4 

1 

49 

25 

» 

18 

80 

24 

44 

5 

2 

2 

2 

5 

15 

80 

18 

4 

70 

1 
4 
5 


2 
2 
12 
2 
1 


47 
4 
2 
3 


1 
15 
3 
1 
1 
1 
1 
23 
4 
1 


623     127 


119       19 
32        4 


6 

17 

15 

1 

25 

20 

8 

39 

29 

22 

48 

2 

2 

2 

7 

14 

13 

27 

13 

3 

2 

68 
4 

10 
2 
1 


12 

7 
4 
3 


16 
9 
3 
1 
1 
1 

12 


4 

5 

12 

3 

> 
2 
6 
2 
> 
1 
5 

1 
1 
1 

4 
5 


580    128 


(a) 

(b) 
(c) 
(d) 
en  la  7 
(e) 
(f) 


Asturiano,  como  Candamo. 

38  sinéresis  son  de  suave.,  y  9  ^e  piano. 

Noroña  y  Arriaza  desafinan  entre  los  demás. 

Al  contrario  de  Virués,  Quintana  es  correctisimo  en  la  regla  6.*  é  incorrecto 


Las  siete  sinéresis  de  la  regla  6."'  son  todas  de  suave. 

Nadie  diría  que  Alonso  y  Tapia  son  abulenses  y  paisanos  de  San  Juan  de  la 
Cruz,  según  lo  incorrectos  que  son.  Somoza,  también  abulense,  ya  es  más  correcto  aun- 
que no  del  todo. 


—  358  - 

656.     Comentarios. 

1.°  Para  enterarse  de  las  vicisitudes  ortológicas  de  las  reglas,  conviene 
que  el  lector  repase  el  catálogo  del  núm.  258,  donde  se  ve  la  historia  de  la 
regla  I.'*  Comparando  estos  catálogos  con  aquél,  se  echará  de  ver  que  de  las 
tres  reglas,  1.*,  6.*  y  7.*,  sola  la  primera  flaqueaba  durante  el  período  ante- 
clásico, mientras  las  otras  dos  se  cumplían  admirablemente  bien. 

2."  Al  llegar  Lope  á  la  escena  literaria,  desaparece  la  incorrección  de  la 
regla  1.*,  y  comienzan  todas  las  reglas  á  regir  uniformemente.  Este  es,  por 
consiguiente,  el  período  puramente  clásico.  Sin  embargo,  Valbuena,  Valdi- 
vielso  y  algún  otro  comienzan  á  desafinar:  úñenseles  luego  Quevedo,  Hur- 
tado y  Calderón,  y  el  impulso  dado  hacia  las  sinéresis  comienza  ya  á  notar- 
se en  Matos,  Rojas  y  Leiva,  quedando  determinada  con  ellos  la  decadencia 
de  nuestra  Ortología. 

3.**  La  influencia  de  la  literatura  italiana  suavizó  nuestra  lengua  duran- 
te el  siglo  XVI,  despojándola  de  los  hiatos  ó  diéresis  de  átonas;  pero  en 
cambio  nos  trajo  la  posto  do  las  sinéresis  en  las  combinaciones  ía,  io.  si  bien 
es  cierto  que  no  todos  los  poetas  so  inficionaron.  Los  más  incorrectos  en  esto 
punto  son  Garcilaso,  Cetina,  Mendoza,  Ercilla,  Oña,  Rodríguez,  Jáuregui  y 
algunos  otros,  según  advertí  en  el  núm.  267.  Sin  embargo,  tal  sinéresis  no 
prosperó,  ni  llegó  á  formar  loy  en  el  período  clásico. 

4."**  La  regla  1.*  continuó  firme  hasta  Cañizares:  todas  los  demás  siguie- 
ron rápidamente  decayendo,  especialmente  desde  Fomperosa;  y  en  Pitillas 
y  A^illarrool,  perdido  ya  ol  instinto  de  la  1.*  regla,  entró  nuestra  lengua  en 
una  confusión  y  desbarajusto  tal,  que  causa  grima  leer  los  versos  de  osa 
época;  realmente  es  la  edad  de  hierro  de  nuestra  Ortología,  porque  en  ella 
no  se  cumplía  regla  alguna.  Únicamente  en  la  regla  3.*  parecían  reparar 
algo  aquellos  poetas  desastrosos. 

5.**  Con  Meléndez  comienza  la  restauración  de  la  Ortología,  según  los 
números  indican;  y  aunque  no  es  tan  completa  y  perfecta  como  fuera  de  de- 
sear, sin  embargo,  es  indudable  que  nuestra  lengua  se  reparó  no  poco  en  la 
primera  mitad  del  siglo  XIX. 

La  regla  última  que  se  restauró  fué  la  1.*,  pues  siguió  todavía  vacilante 
hasta  (Quintana. 

G.**  Débese  mucho  notar  que  algunos  poetas  pecan  en  una  ])alabra  sola  ó 
dos;  por  ejemplo.  Barros,  Ona,  Villegas,  Pojas,  Meléndez  Lista.  Y  lo  que 
más  conviene  advertir,  es  que  la  mayor  parto  de  las  sinéresis  pertenecen  á 
pocos  poetas.  Entre  Vallmena,  Valdivielso,  Calderón  y  los  del  período  de- 
cadente, reúnen  423  de  las  770  sinéresis  de  la  regla  Í3.*  Entre  esos  mismos, 
Ofia  y  Pojas,  suman  819  do  las  1 .2(52  licencias  que  hay  en  la  regla  7."  Por 
consiguiente,  siendo  tan  pocos  y  tan  malos  los  que  desafinan,  ¿qué  valor 
puedo  tener  el  uso  vago  do  tales  poetas? 

7."  Conviene  también  fijarse  en  quo  gran  número  do  licencias  en  los 
buenos  poetas,  pertenecen  á  vocablos  largos  ó  compuestos,  ó  de  etimología 
difícil.  Todo  lo  cual  hace  suponer  quo  talos  licencias  se  deben  á  la  ignoran- 
cia ó  inadvertencia  do  los  poetas.  Así  sucedo,  por  ejemplo,  en  continuar,  de- 


-  359  — 

mastado,  cotidiano,  septentrión.  Esta  observación  quita  muclia  fuerza  á 
muchas  sinéresis;  pues  resultan  licencias  puramente  niatertales,  no  forma- 
les (véase  núm.  25  y  la  observación  hecha  en  la  Introducción,  §  III). 

8.°  Varios  centenares  hay  de  diéresis  átonas,  que,  por  la  errónea  inte- 
ligencia del  principio  de  las  derivaciones,  se  convierten  en  otras  tantas 
pruebas  de  las  azeuxis  tónicas.  En  efecto,  muchas  diéresis,  como  huiré, 
viajero,  continuación,  crueldad,  criatura,  frialdad,  quietud,  fiador,  fiojano,  sua- 
vidad, enviaré,  parécemo  que  se  deben  á  que  los  antiguos  poetas  (y  los  del 
siglo  XVIII)  no  supieron  distinguir  rectamente  aquel  principio  (véase  nú- 
mero 235).  Todas  esas  diéresis  demuestran  la  firme  creencia  que  los  dichos 
poetas  tenían  de  la  azeuxis  en  los  vocablos  radicales,  huir,  viaje,  continuar, 
cruel,  etc.  También  pudo  influir  en  los  antiguos  la  errónea  opinión  de  algu- 
nos ortólogos  que  asentaban  como  principio  general  que  cada  vocal  forma 
una  sílaba,  aunque  á  renglón  seguido  permitiesen  la  contracción.  Mas  como 
ellos  mismos  limitaban  esta  licencia,  diciendo  que  había  palabras  en  que  no 
era  permitida  la  sinéresis,  y  por  otra  parte  nunca  jamás  hubo  ortólogo  que 
con  reglas  claras,  generales  y  precisas  disipase  tantas  confusiones;  resultó 
que  cada  poeta  obraba  libremente,  guiado  por  su  oído  bien  ó  mal  educado. 
Y  esto  explica  la  frecuencia  y  crecido  número  de  licencias  en  muchos 
poetas. 

9.**  No  todos  los  poetas  correctos  en  una  regla  lo  son  en  las  demás. 
Nadie  gana  á  Castellanos  en  la  corrección  de  las  reglas  4.^,  5.^  6.*^  y  7.%  y 
con  todo,  en  la  1.*  es  el  más  incorrecto.  Los  perfectos  ortólogos,  los  que 
guardan  inviolablemente  todas  las  reglas,  son  pocos.  Entre  éstos  merece  el 
l^rimer  lugar  Alarcon,  y  detrás  de  él  pueden  contarse  fíioja,  el  P.  Céspedes, 
EnríqUez,  Gómez,  Polo,  Avila  y  Turia,  y  en  los  tiempos  modernos  Lista. 
Después  siguen  una  buena  porción  de  poetas:  Lope,  Hojeda,  Esquiladle, 
Acevedo,  Castro  (G-uillen),  Trillo,  Coello,  Tirso,  los  Argensolas,  etc.;  y 
prescindiendo  de  la  regla  1.*^,  en  lo  demás  son  ortólogos  de  primer  orden 
casi  todos  los  del  período  anteclásico. 

657.  Importa,  pues,  mucho  fijarse  en  la  ortología  ó  cacólo gía  reinante 
desde  Fomperosa  hasta  Jovellanos;  pues  tales  poetas  no  debían  tenerse  en 
cuenta  para  nada  en  la  investigación  de  las  leyes  ortológicas.  ¿Qué  autori- 
dad podrán  tener  Zamora,  Cadalso,  Vaca  y  comparsa,  que  en  buen  número 
de  asuntos  ortológicos  vaguean  tanto  que  ni  siquiera  puede  averiguarse  ha- 
cia qué  lado  se  inclinan?  A  estos  poetas  se  refería  Lista  describiendo  el  es- 
tado de  nuestro  idioma  al  advenimiento  de  Meléndez  (289'): 

Tendió  el  error  su  cetro  despiadado, 

y  la  densa  y  mortífera  tiniobla 

Oprime  en  sueño  fiero 

El  genio  independiente. 

Desde  el  Pirene  al  Betis,  desmayado 

Muere  su  fuego  ardiente; 

Y  do  sonaron  cánticos  suaves, 

Sólo  se  escuchan  graznadoras  aves. 


-  360  - 

Hasta  el  mismo  Irlarte,  que  pertenecía  á  esta  clase  de  aves  graznadoras, 
confesó  el  miserable  estado  de  la  lengua  en  dicho  período  de  hierro,  ó  de 
barro,  si  al  lector  le  place. 

Primeramente,  nuestro  bello  idioma, 
Competidor  del  de  la  antigua  Roma, 
Sujeto  yace  á  dura  servidumbre. 
Escribenlo  sin  regla  ni  cuidado; 
Habíanle  por  costumbre; 
Sus  delicados  fueros  no  veneran; 
Nadie  le  estudia,  todos  le  adulteran. 
Si  alguno  se  ha  esmerado 
En  escribir  pesando  las  dicciones, 
Después  de  mil  prolijas  correcciones, 
La  turba  do  lectores  indiscreta 
Hace  de  la  elegancia  igual  aprecio 
Que  del  peor  estilo  de  gaceta. 
Ya  se  acabó  aquel  tiempo  en  que  hubo  necio 
Que  pasaba  las  noches  y  los  días 
Limando  sordamente  sus  escritos. 
Fiel  censor  de  retóricos  delitos  (1), 
Exacto  en  evitar  cacofonías. 
Vocablos  forasteros,  redundancias, 
Elíases  impropias,  malas  concordancias. 
Hoy  cada  cual  se  explica  como  quiere: 
Si  habla  castizo  ó  no,  nadie  lo  inquiere. 
Escribir  con  borrones  ya  no  es  moda, 
¡Nuevo  y  útil  convenio 
Quo  á  todos  los  bolonios  acomoda!  (24) 

Finalmente,  recuerdo  el  lector  quo  pocos  años  después  escribió  Forner 
sus  Exequias  de  la  Lengua  castellana,  obra  en  la  cual  pinta  con  toda  per- 
fección la  languidez  cadavérica  de  nuestro  bello  idioma.  «En  los  buenos  li- 
bros extranjeros  (dice)  se  puede  aprender  á  pensar  bien;  poro  á  liablar  con 
elegancia  y  propiedad,  en  ningunos,  sino  en  los  nuestros  do  los  dos  siglos 
anteriores  (XVI  y  XVII).»  Pues  eso  mismo  digo  yo:  en  los  buenos  libros  de 
cualquier  parto  so  j)ueden  aprender  cosas  buenas;  poro  la  Ortología  caste- 
llana én  ningunos,  sino  en  los  buenos  poetas  de  los  siglos  XVI  y  XVII. 

¡Abajo  los  corruptores  de  nuestra  Ortología!  Resucitemos  los  tiempos 
de  Lope,  Tirso  y  Alarcon,  y  liablemos  como  en  ellos  se  hablaba,  si  queremos 
quo  nuestra  lengua  se  conserve  tan  eufónica  y  nuisical  como  olla  es  de 
suyo. 


(1)     liO  rniRmo  porlia  Iriarto  haber  dicho  delito»  ortológico».  ¡Oh  hormona  pluma  di»  AlarooD,  de  la  qu© 
apenan  nalii'j  uoa  licencia! 


COMPLEMENTO 


Ortología    periódica. 

Kota.—Vor  falta  de  ingenio,  estudio  y  observación,  no  puedo  satisfacer 
al  lector  con  un  tratado  del  ritmo  en  la  cláusula  y  en  el  período,  tanto  en 
prosa  como  en  verso,  q.ue  es  el  objeto  de  la  ortología  periódica.  Por  eso  no 
doy  á  estas  reducidas  páginas  el  nombre  de  libro,  pues  no  lo  merecen.  Sólo 
diré  dos  ó  tres  cosas  que  tienen  alguna  novedad. 

658.    Método  y  arte  de  bien  leer.— De  la  Ortología  del  presbítero  Miguel 
Sebastian,  inventor  de  esta  palabra,  tomo  los  siguientes  párrafos: 

«Con  leer  bien,  se  gana  el  leer  presto;  mas  no  con  el  leer  presto  se  gana 
el  leer  bien.  Lo  mesmo  es  que  cualquiera  otra  acción.  Primero,  se  ba  de  ha- 
zer  con  muchas  acciones  reposadas,  hábito;  y  éste  después,  para  las  acciones 
hazederas,  da  fuerza,  facilidad  y  promptitud  y  buen  acierto.  El  querer 
leer  muy  presto  es  causa  de  más  detenerse;  de  más  tardar.  Porque  del  co- 
rrerse, del  apresurarse,  se  sigue  el  dubdar,  el  titubear,  el  embarazarse,  el 
errar  y  el  turbarse;  el  haber  de  parar  para  enmendar,  para  repetir;  y  una  vez 
turbado,  después  desconfía,  teme  y  tiembla  aun  en  lo  que  bien  sabe. 

»No  consiste  el  leer  bien  en  leer  presto  solamente:  ni  en  solo  leer  ver- 
dadero; sino  que  el  leer  bien  consiste  en  leer  con  buen  aire,  ni  muy  reposa- 
do, ni  muy  presto;  en  leer  seguido,  continuando  sin  errar;  sin  dejar,  sin 
trocar  palabra  ni  letra,  ni  añadir;  sin  parar,  sin  dubdar,  leyendo  las  palabras 
enteras  bien  pronunciadas  y  con  buenos  accentos;  guardando  las  pausas, 
parando,  descansando  para  tomar  aliento  y  para  hacer  distinta  y  clara  la 
oración,  que  los  oyentes  la  entiendan;  parando,  digo,  lo  necesario  en  los 
commas  y  en  los  colos  y  en  los  períodos  (1). 

Y  aun  para  poder  decir  uno  que  sabe  leer  perfectamente  bien,  ha  de  sa- 
ber dar  su  particular  y  diverso  tono  ó  aire  á  la  interrogación,  á  la  admira- 
ción, á  la  apostrofa,  á  la  exclamación,  á  la  dubitación  y  así  á  cualquiera 
otra  figura  y  forma  de  oración.  Mas  esto  es  pidir  mucho,  aun  á  los  maestros 
legos,  que  sería  justo  obligarlos  á  saberlo;  mas  pues  sin  remedio  es,  dejé- 
moslo. 

»  . .  .  Lo  primero  que  la  cartilla  ha  de  enseñar  al  que  ha  de  leer,  son  las 
letras,  los  nombres,  las  caras  y  las  figuras  dellas.  Lo  segundo,  el  buscar  dos, 


(1)     Colos  llama  el  autor  á  los  miembros  de!  periodo,  y  conimaa  k  los  incisos. 


3G2  - 


tres  ó  más  letras  y  nombrándolas  juntarlas;  hacer  y  componer  syllabas 
dellas,  lo  que  dicen  deletrear,  Lo  tercero,  leer  solas  aquellas  syllabas  ya  he- 
chas y  compuestas;  dezir  lo  que  suenan  juntando  las  letras,  sin  dozir  los 
nombres  dolías;  esto  es  propiamente  leer  aquellas  letras.  Porque  leer  es 
buscar  cosas  differentes,  y  cogerlas  cada  una  de  su  lugar,  y  juntarlas  y  com- 
poner un  todo  dellas.  Assí,  andando  por  ima  floresta,  el  ir  cogiendo  ñores 
de  diferentes  puestos,  y  el  juntarlas  en  un  ramillete,  esto  en  latín  so  dize 
Icgere,  y  en  nuestra  lengua  leer.  Y  assí,  hablando  con  propriedad,  en  el  leer 
cinco  escalones  hai:  El  primero  es  leer  letras,  dos,  tres,  quatro,  cinco,  seys 
lo  más  en  una  syUaba,  y  esto  es  dezir  solas  syllabas,  parando  en  cada  ima 
como  en  período,  aunque  las  vocales  todas,  cada  una  ella  sola  haze  syllaba. 
El  segundo  es  leer  dos,  tres,  quatro,  cinco  ó  más  syllabas  en  una  palabra, 
lo  que  es  dozir  enteras  solas  palabras,  parando  tanto  en  cada  una  como  en 
fin  de  período.  El  tercero  es  leer  dos,  tres  ó  más  palabras  en  un  comma,  lo 
que  es  dezir  commas  enteros  y  colos,  cada  uno  de  por  sí,  descansando  y  pa- 
rando en  cada  uno  tanto  como  en  fin  de  período.  El  cuarto  es  leer  dos,  tres 
ó  más  commas  en  un  colon  solo;  esto  es  dezir  colos  enteros,  mas  solos,  des- 
cansando y  parando  tanto  en  cada  uno  como  en  punto  de  período.  El  quinto 
es  coger,  leer,  juntar  dos,  tres,  quatro  ó  más  colos  en  una  mesma  período 
con  muy  gentil  aire,  donaire  y  gracia.» 

659.  Cualidades  de  la  vo2.—«Yoz  sonora  ó  vibrante  (perspicua)  es  la  que 
se  difunde  latamente,  como  el  sonido  de  la  trompeta.  Sutil  ó  fina,  la  que  sale 
con  poco  aliento,  como  la  de  los  infantes,  mujeres  y  enfermos,  y  ol  sonido 
de  las  cuerdas  delgadas.  Gruesa  (pinguisj,  la  que  so  emito  con  muclio  alien- 
to (spiritus),  como  la  de  los  hombres.  Aguda,  la  tenue  y  alta.  Dura,  la  que 
])roduco  violentamente  los  sonidos,  como  es  el  trueno  y  ol  goljio  del  marti- 
llo sobre  ol  yunque.  Áspera,  la  que  es  ronca,  ó  interrumpida  en  pulsaciones 
frecuentes  y  desiguales.  Ciega,  la  que  se  pierde  y  sofoca  al  ser  emitida, 
como  ol  sonido  de  los  ca,charros.  Rizada,  (vinnola)  ó  cadenciosa,  la  que  es 
blanda  y  flexible  ú  ondeante,  como  el  cabello  rizado.  Perfecta  os  la  voz  alta, 
suave  y  clara:  alta,  de  modo  que  la  oigan  todos  los  circunstantes;  clara,  esto 
es,  que  llene  los  oídos;  mave,  de  suerte  que  halague  los  sentidos  del  oyente. 
8i  falta  alguna  do  estas  dotes,  la  voz  no  será  perfecta.»  Así  San  Isicjoro, 
Etyynotog.  lib.  III,  cap.  XX. 

660.  Preguntas  0.  interrogaciones.— ^o  os  lo  mismo  jiregunta  que  interro- 
gación. A  la  pregunta  pueden  responderse  muchas  cosas;  á  la  interrogación 
no  puede  contestarse  más  que  si  ó  no.  Así  lo  dico  San  Agustin,  De  Doctri- 
na Christia)ui,  lib.  III,  caj).  3." 

^.— La  i)rogimt:i  lleva  necesariamente  alguna  do  las  partículas  interro- 
gativas (v.  mira.  151)  qué,  cuál,  quién,  cuyo,  cuan,  cómo,  cuánto,  donde,  cuándo. 

Roírla:  En  toda  pregunta  so  eleva  la  voz  en  la  partícula  interrogativa  y 
en  el  último  acento  do  la  cláusula,  bajándola  inmediatamente. 

Ejemplos:  ¿qué  dices?— ¿A  quién  te  diriges?  — ¿A  dóruie  vas  tan  de  prisa?— 
¿Por  qué  no  dices  á  quién  te  diriges? 

P.—  ha  interrogación  i)Uode  comenzar  con  cualquier  vocablo,  y  so  apoya 


-  363  - 

siempre  en  un  verbo.  La  interrogación  es  simple,  si  consta  de  un  solo  miem- 
bro, y  disyuntiva  si  consta  de  dos  ó  más,  separados  por  la  conjunción  o. 

Eegla:  La  interrogación  simple  se  hace  elevando  la  voz  al  fin  de  ella; 
V.  gr.:  ¿Ha  venido  tu  amo? — ¿Sabes  si  vendrá? — ¿No  quieres  estudiar? — ¿Has 
pensado  á  quién  te  diriges? — ¿Hay posada? — ¿Apuestas  cinco  contra  diez? 

Pero  cuando  se  interroga  con  asombro,  ó  aparentando  certeza  de  lo  que 
se  pregunta,  se  hace  deprimiendo  la  voz,  de  un  modo  semejante  al  con  que 
se  hacen  las  preguntas;  v.  gr.:  Conque  ¿ha  venido  tu  amo? —  Conque  ¿no  quie- 
res estudiar? 

C. — Las  preguntas  indirectas,  esto  es,  dependientes  de  un  verbo  princi- 
pal expreso  ó  suplido,  se  convierten  en  interrogaciones,  y  siguen  la  regla 
de  éstas;  v.  g.:  No  sé  dónde  puede  estar  mi  caballo — ¿Dónde?  en  el  prado  de  Ro- 
que. Esto  es:  ¿p'eguntas  dónde  está? 

En  la  interrogación  disyuntiva,  se  eleva  la  voz  en  el  primer  miembro,  y 
se  deprime  en  el  segundo;  v.  gr.:  ¿callaré  ó  hablaré? — ¿Son  de  Tolú  ó  son  de 
Puerto  Rico? 

Esto  es  lo  que  acierto  á  formular  respecto  de  esta  materia  en  que  mu- 
chos pecan  por  ignorancia  ó  vergüenza. 

661 .  Influencia  de  los  signos  cadenciales  en  el  sentido  de  la  cláusula. — La  in- 
terrogación cambia  frecuentemente  el  sentido;  v.  gr.:  El  que  formó  el  ojo  ¿no 
verá?  (1) — Sino  tienes  dinero,  ¿podrás  prestarme  cinco  duros? — ¿No  es  verdad 
que  tres  y  dos  son  cinco  ? 

Suprimiendo  las  interrogaciones,  resultan  claros  absurdos. 

Acerca  de  la  influencia  de  los  puntos  y  comas,  véase  el  siguiente  ejem- 
l)lo  de  Moreto,  223: 


Carlos  aqueste  (2)  ha  de  daros 
Por  el  que  triste  suspira, 
Siendo  imposible  obligaros. 
¡Ay  del  que  cobarde  os  mira, 
Con  el  temor  de  enojaros! 
Nunca  obligaros  espera 
Un  desigual  padecer: 
Quiero  por  fuerza  severa; 
Que  si  eligiera  el  nacer 
Mi  amor,  mérito  tuviera. 


Carlos  aqueste  ha  de  daros 
Por  él,  que  triste  suspira. 
Siendo  imposible  obligaros, 
¡Ay  del  que  cobarde  os  mira 
Con  el  temor  de  enojaros! 
Nunca  obligaros  espera 
Un  desigual.  Padecer 
Quiero  por  fuerza  severa, 
Que  si  eligiera  el  nacer. 
Mi  amor  mérito  tuviera. 


Se  trata  de  una  trampa  hecha  por  Carlos ,  á  fin  de  que  el  papel  so  re- 
fiera á  él  y  no  al  que  le  envió. 


(1)  Véase  Salmo,  93,  v.  9  y  10. 

(2)  Papel. 


APÉNDICE 

SOBRE  EL  ORÍ  GEN  DEL  CULTERANISMO 


El  origen  del  culteranismo  se  ha  atribuido  á  Góngora,  al  italiano  Virgi- 
lio Malvezzi,  á  Jáuregui,  al  P.  Mariano,  á  Cervantes,  á  Fray  Hortensio  y  cá 
D.  Luis  Carrillo.  Lo  que  hay  de  cierto  en  estas  opiniones,  es:  1.",  que  todos 
esos  autores,  excepto  Cervantes  y  el  P.  Mariana,  escribieron  á  veces  en  di- 
cho estilo  culto.  2.",  que  Góngora  llevó  dicho  estilo  al  más  alto  grado  de 
perfección,  si  es  que  cabe  perfección  en  la  oscuridad,  conceptualismo  alam- 
bicado, afectación  y  altisonancia  de  la  frase,  y  en  la  violenta  trasposición 
do  las  palabras.  3.°,  que  Fray  Hortensio  trasladó  al  pulpito  lo  que  Góngora 
y  los  demás  cultos  introdujeron  en  la  poesía:  vicio  ridículo  y  profano  que  fué 
creciendo  hasta  que  el  P.  Isla  le  personificó  en  Fray  Gervmdio,  para  tritu- 
rarle y  molerle. 

Pero  el  origen  del  culteranismo  no  está  en  Góngora:  la  fiebre  (llamémos- 
la así)  de  culteranismo  que  se  nota  en  El  Polifemo  y  Las  Soledades,  no  es  sino 
el  natural  desarrollo  de  gérmenes  que  hacía  ya  ochenta  aúos  so  liabían  in- 
oculado en  nuestra  literatura.  D.  Adolfo  de  Castro  atribuye  el  yoiigorismo 
(ó  culteranismo  de  Góngora)  al  afán  de  ésto  por  «perfeccionar  el  estilo  do 
Garcilaso,  del  mismo  modo  que  lo  había  pretendido  Herrera.»  Y  cita  el 
Sr.  Castro  varios  versos  de  Garcilaso  no  poco  conceptuosos  y  de  constnic- 
cion  violenta;  y  muchos  más  do  Herrera,  para  probar  su  proposición. 

Doy  la  razón  á  D.  Adolfo,  y  aun  paso  más  adelante,  y  digo  que  el  origen 
del  culteranismo,  j;er  se  fué  el  verso  endecasílabo,  y  per  accideiis  los  poetas 
que  le  usaron  desde  Garcilaso  y  Boscan,  hasta  Góngora.  Voy  á  explicarme: 
digo  que  el  verso  endecasílabo  fué  causa  per  se  del  fulteranismo;  estb  es^ 
(luo  por  su  propia  naturaleza  y  estructura  llevó  á  los  poetas,  aiui  sin  ellos 
pretenderlo,  al  conceptualismo  en  las  ideas,  á  la  afectación  y  altisonancia  del 
lenguaje. 

La  primara  prueba  do  esto  es  el  mismo  nombro  ruliei'anísmo  (1),  derivado 
del  adjetivo  culto,  calificativo  que  se  dio  á  Garcilaso  y  sus  secuaces. 

Por  esta  senda  subo  con  aliento 

El  cuUn  Laso;  prez  y  honor  do  España, 

Mezclado  en  el  pierio  ayuntamiento.      (Herrera,  298") 


(1)    Palalira  invoiitndn  por  nirtolom<!<  Jiménee  l'Rton,  natural  rio  VillaiKiova  rlt>  los  Infantes,  íd«ík- 
ne  humanista  contemporáneo  do  Lope,  elogiado  por  ésto  en  su  jAiurel  tU  Afiolo. 


-  365  — 


SegTinda  prueba:  el  testimonio  de 

En  fin,  el  verso  largo  (1)  que  trujeron 
Boscan  y  Garcilaso, 

«Que  á  Tansilo,  á  Miturno,  al  culto  Tasso» 
Dicen  que  le  debieron, 
Es  en  España  ya  lo  que  solía 
Ser  el  arte  mayor,  á  quien  hicieron 
Principe  del  Parnaso, 
Dándole  con  razón  la  monarquía 
De  la  heroica  poesía. 
Por  ser  su  exornación  inaccesible, 
A  que  no  se  levantan,  ni  es  posible, 
Las  coplas  castellanas; 
Si  bien  (2)  después  de  ser  puras  y  llanas, 
Son  de  naturaleza  tan  suave, 
Que  exceden  en  dulzura  al  verso  grave, 
En  quien  con  descansado  entendimiento 
Se  goza  el  pensamiento. 


Lope  de  Vega  (5.^  202'): 

I   Y  llegan  al  oído 
Juntos  los  consonantes  y  el  sentido. 
Haciendo  en  su  lección  claros  efetos 
Sin  que  se  dificulten  los  concetos. 
Así  Montemayor  los  escribía, 
Así  Gálvez  Montalbo  dulcemente, 
Así  Liñan,  y  ahora  los  modernos; 
Que  como  ésta  nos  es  propia  poesía. 
Como  la  más  heroica  y  excelente. 
Ingenios  españoles  hace  eternos, 
No  le  negando  la  grandeza  justa 
Al  verso  largo  cuando  dulce  admira, 
Y  con  la  docta  claridad  se  ajusta; 
Que  cuando  de  lo  claro  se  retira 
Al  limbo  de  sí  mismo, 
Xo  está  lejos  de  dar  en  barharismo. 


De  este  pasaje  de  Lope  se  deducen  varias  cosas: 

1.*  Que  Boscan  y  G-arcilaso  trajeron  de  Italia  á  España  el  endeca- 
sílabo. 

2*  Que  el  endecasílabo  se  alzó  durante  el  siglo  XYI  con  el  imperio  que 
sobre  la  poesía  heroica  tuvieron  en  los  siglos  XIV  y  XY  los  versos  com- 
puestos de  doce  y  catorce  sílabas. 

3.*  Que  este  imperio  se  debe  á  que  los  versos  cortos  no  se  prestan  á  la 
exornación  y  aparato  grandilocuente  y  afectado,  que  son  tan  naturales  en 
el  endecasílabo. 

4.*  Que  las  coplas  castellanas  son  dulces  y  claras,  de  suerte  que  el  en- 
tendimiento y  el  oído  se  deleitan  en  ellas  sin  trabajo  ni  cansancio  algnino. 

5.*  Que  cuando  el  poeta  no  pone  empeño  en  la  claridad  y  dulzura  del 
endecasílabo,  y  se  deja  llevar  de  la  tendencia  natural  que  el  verso  tiene  á 
la  grandilocuencia  hinchada  y  aparatosa,  no  está  lejos  de  dar  en  barbarismo: 
quod  erat  demonstrandum. 

Tercera  prueba:  el  testimonio  de  Castillejo.  Búrlase  Lope  de  Vega 
(5.°  202)  de  que  Castillejo  hablaba  tan  mal  del  verso  largo,  como  si  éste  le  hu- 
biera reprendido  sólo  por  ser  extranjero  ó  haber  venido  de  fuera.  Cierta- 
mente, si  no  hubiera  aducido  Castillejo  otras  razones,  poco  valdría  su  auto- 
ridad; pero  oiga  el  lector  á  Castillejo,  y  verá  que  Lope  no  hizo  más  que  re- 
petir poco  más  ó  menos  lo  que  aquel  poeta  dijo. 

Finge  Castillejo  que  Garcilaso  y  Boscan  llegan  adonde  están  reunidos 
los  trovadores, 

Que  en  esta  nuestra  lengua  y  sus  primores 
Fueron  en  esto  siglo  señalados. 


(1)  El  verso  endecasílabo. 

(2)  Elogio  de  las  coplas  ca5tellaua.s 


366  - 


y  que  los  viajeros 

Claramente  se  burlaban 
De  las  coplas  españolas, 
Canciones  y  villancicos, 
Romances  y  cosa  tal, 
Arte  mayor  y  real, 
Y  pies  quebrados  y  chicos 
•     Y  todo  nuestro  caudal. 

Y  en  lugar  de  estas  maneras 
De  vocablos  ya  sabidos 
En  nuestras  trovas  caseras. 
Cantan  otras  forasteras 
Nuevas  á  nuestros  oídos: 


Sonetos  de  grande  estima, 
Madrigales  y  canciones 
De  diferentes  renglones 
Do  tercia  y  octava  rima 
Y  otras  lindas  invenciones 

Desprecian  cualquiera  cosa 
Do  coplas  compuestas  antes, 
Por  de  baja  ley. . . 
Daban,  en  fin,  á  entender 
Que  aqueDos  viejos  a\itores 
No  habían  sabido  hacer 
Buenos  versos,  ni  poner 
En  estilo  los  amores,  etc. 


Por  lo  visto,  estas  y  otras  críticas  que  allí  pone  en  boca  de  Grarcilaso  y 
Boscan,' fueron  cosa  corriente  en  aquellos  tiempos  de  innovaciones.  No  es, 
pues,  extraño  que  Castillejo  hablase  tan  mal  del  estilo  do  aquellos  poetas, 
que  querían  autorizarlo  burlándose  de  los  antiiíuos  trovadores. 

Cansado  el  concilio  do  éstos  de  oir  tan  presumidas  frases,  ruegan  á 
los  dos  viajeros  que  para  muestra  de  su  estilo  digan  alguna  -breve  com- 
posición; y  en  efecto,  recita  Boscan  un  soneto,  y  Garcilaso  una  octava  real. 
Después  de  ella  comienzan  los  trovadores  á  dar  sus  votos:  copio  solamente 
los  de  tres  (159): 


Don  Jorge  dijo:  «No  veo 
Necesidad  ni  razón 
De  vestir  nuestro  deseo 
De  coplas  que  por  rodeo 
Van  diciendo  su  intención. 
Nuestra  lengua  es  muy  devota 
De  la  clara  brevedad, 
Y  esta  trova,  á  la  verdad, 
Por  el  contrario,  denota 
Oscura  jn-olijidad. » 

Cartagena  dijo  luego, 
Comq^  práctico  en  amores: 
«Con  la  fuerza  de  este  fuego 
No  nos  ganarán  el  juego 
Kstos  nuevos  trovadores: 


Muy  mal  entonadas  son 
Estas  trovas,  á  mi  ver, 
Enfadosas  de  leer., 

Y  tardas  de  relación 

Y  enemigas  de  placer. » 
Torres  dijo:  «Si  yo  viera 

Que  la  lengua  castellana 
Sonetos  do  mí  sufriera, 
Fácilmente  los  hiciera. 
Pues  los  hice  en  la  romana. 
Poro  ningún  sabor  tomo 
En  coplas  tan  altaneras, 
Escñtas  sinnpre  de  veras. 
Que  corre)}  con  jñes  de  plnnio^ 
Muy  pesadas  de  caderas. 


Estas  son  las  faltas  quo  Castillejo  pone  al  estilo  de  Garcilaso,  lo  cual 
croo  que  no  llega  ¡i  lo  quo  dijo  Lope.  Y  aunque  éste  lo  alaba  cumulo  se  ajus- 
fa con  la  docta  claridad,  es  muy  de  notar  que  Castillejo,  casi  cien  años  antes 
([uo  Lope,  lo  caliíiqup  do  oscuro,  prolijo  y  enfadoso.  En  una  palabra;  la  os- 
curidad 011  la  frase  comenzó  con  Garcilaso,  lo  cual  no  so  puede  negar:  ahí 
están  sus  obras  para  testimonio.  Y  no  porque  Garcilaso  fuese  naturalmente 
oscuro  on  el  decir,  sino  porqun  ol  nuevo  niotro  quo  él  introdujo,  le  llevó  á 
la  oscuridad  do  quo  jamás  luibiora  adolecido  on  otra  clase  do  versos. 


-  367  - 
Cuarta  prueba:  el  testimonio  de  Gregorio  Silvestre  (XXXII,  159): 


Unas  coplas  muy  cansadas, 
Con  muchos  pies  arrastrando, 
A  lo  toscano  imitada?, 
Entró  un  amador  cantando 
Enojosas  y  pesadas: 
Cada  pie  con  dos  corcovas, 
Y  de  peso  doce  arrobas 
Trovadas  al  tiempo  viejo. 
Dios  perdone  á  Castillejo, 
Que  bien  habló  de  estas  trovas. 

Dijo  Amor:  ^¿Dónde  se  aprende 
Este  metro  tan  prolijo, 
Que  las  orejas  ofende? 
Por  estas  coplas  se  dijo 
Algarabía  de  allende. 
El  sujeto  frío  y  duro, 
Y- el  estilo  tan  oscuro. 
Que  la  dama  en  quien  se  emplea 
Duda,  por  sabia  que  sea. 
Si  es  requiebro  ó  si  es  conjuro.     ' 


<Ved  si  la  invención  es  basta, 
Pues  Garcilaso  y  Boscan, 
Las  plumas  puestas  por  asta, 
Cada  uno  es  un  Roldan, 

Y  con  todo  no  le  basta. 
Yo  no  alcanzo  cuál  engaño 
Te  hizo,  para  tu  daño. 
Con  locura  y  desvarío 
Meter  en  mi  señorío 
Moneda  de  reino  extraño.» 

Con  dueñas  y  con  doncellas 
Dijo  Venus:  «¿Qué  pretende 
Quien  les  dice  sus  querellas 
En  lenguaje  que  no  entiende 
El,  ni  yo,  ni  vos,  ni  ellas? 
Sentencio  al  que  tal  hiciere 
Que  la  dama  por  quien  muere. 
Lo  tenga  por  cascabel, 

Y  que  haga  burla  de  él 

Y  de  cuanto  le  escribiere.» 


Estas  acerbas  censuras  son  las  mismas  que  corresponden  al  estilo  gon- 
gorino  (a);  y  conste  que  Silvestre  no  lo  decía  por  Góngora,  que  aun  no  había 
escrito  sus  Soledades,  sino  por  Garcilaso  y  Herrera.  Poco  importa  que  el  mis- 
mo Silvestre  usase  después  los  endecasílabos:  también  Lope,  Quevedo  y 
otros  muchos  que  con  sobrada  razón  tronaban  contra  el  culteranismo,  se 
vieron  contagiados  del  mismo  vicio  que  reprendían;  como  el  P.  Isla,  que 
tanto  ridiculizó  á  Fray  Gerundio,  tenía  también  ribetes  de  gerundiano  en 
áHs  sermones.  Dios  nos  libre  de  semejantes  modas  en  la  lengua;  que  tarde 


(a)     Para  prueba  de  lo  que  decimos 

Moreto,  86. 
Al  Príncipe,  obra  importante. 
— ¿Pues  qué  es? — Un  epitalamio, 
Que  le  escribí  en  un  andamio. 
Porque  no  hay  más  consonante. 
Tiene  eclípticas  radiantes, 
Coluros,  celajes,  rumbos. 
Cerúleos  y  otros  retumbos 
De  poetas  relumbrantes. 
Que  en  vascuence  poco  á  poco 
Trocar  la  lengua  pretenden: 
Los  que  lo  oyen  no  lo  entienden, 
Ni  el  que  lo  escribió  tampoco. 


bastará  copiar  los  dos  testimonios  siguientes: 
Gaspar  de  Avila, 
Comedia  El  familiar  sin  demonio^  diálogo 
entre  Martin  y  Antonio,  t.°  XLY,  prólogo^ 
pág.  VIII. 

Martin. 
Era  en  Polonia,  y  decía 
En  un  monte  un  alfaqui: 
«Céfiro  penetrante  en  tus  candores, 
Que  al  armígero  son  de  las  ideas. 
Clasificando  sirios  esplendores, 
En  tus  coluros  íntimos  aleas; 
Si  en  florecientes  piras  y  clamores 
Por  la  región  turquí  te  bamboleas, 
Inspira,  clamorea,  mundifica. 
Taladra,  reconcentra  y  multiplica. > 


—  3G8  — 

ó  temprano  inficionan  todos  los  ingenios.  El  mismo  Herrera,  por  seguir  á 
Garcilaso,  se  hizo  tan  pesado  y  oscuro,  que  á  excepción  de  cuatro  ó  cinco 
canciones  en  que,  llevado  de  su  grande  inspiración,  juntó  la  docta  claridad 
con  la  majestad  del  endecasílabo,  y  que  lo  han  merecido  justa  fama;  en  lo 
demás,  digo,  es  una  calamidad. 

Concluyo,  pues,  que  el  culteranismo  vino  á  España  con  G-arcilaso,  y  no 
porque  su  ingenio  fuese  conceptuoso,  que  no  lo  era  á  mi  parecer,  sino  por- 
que introdujo  el  endecasílabo  en  nuestra  literatura. 

¡Gracias  al  que  nos  trajo  las  gallinas! 


Antonio. 
¡Valentísimo  capricho 
De  versos,  heroico  y  breve! 

Martin. 
Pues  el  demonio  me  lleve 
Si  yo  sé  lo  que  me  he  dicho. 
Ni  tú,  ni  el  pueblo,  ni  yo 
No  lo  habomos  entendido; 
Pero  celebra  en  el  ruido 
Lo  que  piensa  que  entendió. 


Que  como  es  todo  follaje, 
Estampido  y  batahola. 
Sin  que  haya  al  rodar  la  bola 
Quien  la  tenga  ni  la  ataje, 
El  que  menos  lo  comprende 
Más  procura  celebrar. 
Solamente  por  no  dar 
A  entender  que  no  lo  entiende. 
Y  en  este  estilo  perverso 
De  lo  crespo  y  lo  aturdido, 
Pasa  á  sombras  del  sonido 
Toda  chilindrina  en  verso. 


Para  desdicha  de  nuestra  lengua,  todavía  hay  resabios  de  culteranismo  en  algunos 
podantuelos  literatos  y  oradores. 


eoNeLüsioN 


Los  casos  dificultosos 

Y  con  razón  envidiados, 
Comiénzanlos  los  osados 

Y  acábanlos  los  dichosos.      (Calderón,  4.°  180"). 

Temeridad  me  pareció  al  principio  emprender  un  estudio  del  que  no 
sabía  qué  había  de  resultar:  sin  embargo,  después  de  nueve  años  de  trabajo 
y  paciencia,  puedo  creerme  dichoso  al  poner  fin  á  esta  obra;  y  aquí  tienes, 
caro  lector,  el  fruto  de  mis  investigaciones,  que  es  realmente  mayor  que  yo 
esperaba.  Sea,  pues,  lo  primero  un  acto  de  gracias  á  Dios,  que  me  ha  conce- 
dido vida,  inteligencia  y  medios  para  terminar  mi  trabajo. 

Que  el  caso  era  dificultoso,  no  se  puede  negar:  ahí  está  la  Real  Acade- 
mia, que  lo  confiesa:  ahí  las  tentativas  de  ilustres  gramáticos,  dignas  de 
elogio  por  la  osadía  y  buena  intención  de  sus  autores,  pero  vanas  y  frustra- 
das por  haber  escrito  conjeturalmente,  sin  suficiente  caudal  de  datos.  En  la 
lectura  de  este  libro  se  ve  claramente  la  verdad  de  aquella  sentencia  de 
Valbuena  (174'): 

¡Qué  de  caudal,  estudio  y  advertencia 
Pide  en  rigor  cualquiera  menudencia! 

Y  tanto,  que  aun  no  creo  haber  dicho  la  última  palabra  en  algunas  co- 
sas, aunque  menudas  y  secundarias;  y  otras  no  poco  importantes  ahí  quedan 
casi  intactas,  para  que  otro  más  afortunado  las  explique  y  descifre. 

El  lector  habrá  notado  que  huyo  cuanto  me  es  posible  de  afirmar  gra- 
tuitamente las  cosas,  y  que  no  pretendo  que  se  me  crea  sólo  por  mi  palabra: 
la  autoridad  humana  nunca  Vale  más  que  las  razones  en  que  se  funda;  y  por 
eso  pruebo  y  demuestro  mis  aserciones,  sin  perjuicio  de  dar  mi  voto  en  las 
cosas  opinables.  En  lo  cual  sigo  un  camino  muy  distinto  del  que  hoy  se  usa 
entre  muchas  gentes,  que  todo  se  reduce  á  afirmar  sin  pruebas,  á  hablar  y 
escribir  de  todo  sin  entender  de  nada,  y  á  infundir  en  los  necios,  con  la  ver- 
bosidad y  la  elegancia  de  la  frase,  alta  estima  de  sí  mismos,  sin  acordarse 
de  que  verdaderamente 

Aquél  es  sabio,  que  los  sabios  ataan.     (Lope,  5."  434"). 

24 


-  370  - 

Una  cosa  nueva  hallará  el  lector  en  esta  obra,  y  es  el  nombre  y  el  si^^no 
de  la  azeuxis.  La  necesidad  me  ha  obligado  á  adoptar  este  nombre  nuevo, 
pero  adecuado  á  lo  que  significa.  El  nombre  adiptongo,  usado  por  el  señor 
Benot,  realmente  es  impropio;  pues  culiptongo  es  igual  que  no  dos  sonidos,  y 
en  toda  azeuxis  los  hay  esencialmente.  En  cuanto  al  signo  debo  manifestar 
que  la  necesidad  de  él  está  reconocida  ya  desde  el  siglo  XVII.  Caramuel 
en  1665  adoptó  el  acento,  pero  este  signo  da  lugar  á  muchas  equivocacio- 
nes: la  Real  Academia  aconseja  la  diéresis,  pero  ésta  tiene  el  mismo  incon- 
veniente del  equívoco.  Benot  pone  el  subpunto,  cosa  que  no  puede  tener 
fortuna,  porque  en  nuestra  escritura  no  usamos  signos  inferiores,  y  además 
es  una  señal  muy  diminuta.  Yo  lio  adoptado  la  tildo  tan  usada  en  las  voca- 
les portuguesas,  pues  me  ha  parecido  la  mejor  señal;  y  por  eso  no  he  vaci- 
lado en  arrostrar  las  dificultades  tipográficas,  haciendo  de  antemano  fundir 
las  íes  y  úes  de  los  cuerpos  8  y  9  con  ese  signo,  que  también  llamo  azeicvis 
por  metonimia.  Y  debo  advertir,  que  admitido  este  signo  de  la  azeuxis, 
realmente  están  demás  los  acentos  agudos  subsiguientes;  sin  embargo,  no 
los  he  omitido  en  esta  edición,  por  no  innovar  tantas  cosas  á  la  vez:  aun  his 
innovaciones  que  hago,  son  hijas  de  la  necesidad,  y  no  de  mi  capricho. 

Insistiendo  ahora  en  la  utilidad  de  esta  obra,  creo  que  todo  español 
amante  de  su  lengua  patria,  debo  querer  que  la  Ortología  sea  uniforme, 
como  las  demás  partes  do  la  Gramática.  «La  primera  causa  de  división  en- 
tre los  hombres  (escribe  San  Agustin)  es  la  diversidad  de  la  lengua?.,  hasta 
tal  punto,  que  de  mejor  gana  trata  imo  con  su  perro,  que  con  el  hombro 
extranjero,  cuya  lengua  no  entiende».  (De  Civitate  Dei,  lib.  XIX,  cap.  Vil). 
En  efecto;  aparte  del  convenio  de  los  hombres,  entre  las  causas  involunta- 
rias que  más  influencia  tienen  y  han  tenido  en  la  determinación  y  división 
de  las  nacionalidades,  una  es  la  diversidad  de  la  lengua;  como  la  Historia, 
desde  los  tiempos  de  la  torre  do  Babel  hasta  el  día  do  hoy,  demuestra  pa\- 
pablemente.  También  demuestra  la  Historia  que  de  la  cornipcion  de  una 
lengua  salen  otras;  y  que  esta  corrupción  y  división  de  las  lenguas  son  si- 
multáneas de  la  decadencia  y  división  de  los  imperios.  Todo  lo  cual  quiero 
decir  que  la  lengua  nacional  debo  amarse  y  conservarse  con  el  mismo  cui- 
dado que  la  integridad  y  prosperidad  de  la  patria;  y  que  los  delitos  contra 
la  lengua  son  delitos  do  lesa  nación. 

Mas  ¡oh  dolor!  Hoy  el  espíritu  malo,  enemigo  de  toda  autoridad,  de  toda 
propiedad,  en  alas  del  genio  infernal  que  procui'a  á  todo  tranco  confundir 
el  mal  con  el  1)ien,  el  error  cojí  la  verdad,  las  tinieblas  con  la  hiz,  el  deber 
con  el  derecho;  tiendo  á  destruir  todas  las  nacionalidades,  á  borrar  todas  las 
fi-ontoras,  á  confundir  todas  las  lenguas,  á  hacer  á  todo  el  mundo,  con  pre- 
texto do  luz  y  ])rogrcso,  un  caos  inmenso,  en  cuyos  abismos  nadie  reino  y 
triunfo  sino  él.  Vano  em])eño,  porc|ue  do  esa  confusión  ha  de  resultar  nece- 
sariamente mayor  división  en  todo;  en  lenguas  y  en  nacionalidades. 

Mientras  tanto,  el  niimero  de  los  tontos,  que  os  infinito,  graduados  do 
trompos,  ó  tronii)os  graduados,  como  diría  Góngora  (520),  sin  sabor  lo  (lue 


1 


-  371  - 

hacen  y  á  quién  sirven,  tienen  por  gala  y  lucimiento  hablar,  no  en  latinipar- 
la, como  en  los  tiempos  de  Quevedo,  sino  en  galiparla  ó  en  inglés  (que  no 
saben),  y  formar  de  castellano,  francés  é  inglés,  un  monstruo  horrendo,  opro- 
bio y  vergüenza  del  idioma  patrio. 

Los  delitos  ortológicos  no  son  en  verdad  tan  funestos  como  los  barba- 
rismos,  pero  tienen  gran  importancia,  y  revelan  también  la  decadencia  de  la 
lengua.  Nunca  fué  nuestra  ortología  tan  pura  y  regular  como  en  el  siglo  de 
Cervantes  y  Lope,  cuando  la  lengua  castellana  brillaba  por  su  perfección  y 
elegancia,  y  cuando  España  era  la  nación  de  los  héroes,  de  los  sabios  y  de 
los  santos.  A  medida  que  la  nación  fué  abatiéndose,  la  Ortología  fué  tam- 
bién decayendo  en  el  mismo  grado. 

La  diversidad  en  la  Ortología  tiene  además  otro  carácter  singular.  La 
diversidad  de  la  lengua  enajena  involuntariamente  á  los  hombres;  mas  la 
diversidad  en  la  pronunciación  enajena  sus  voluntades,  como  la  experiencia 
enseña.  Las  disputas  ortológicas  son  cotidianas;  las  distintas  regiones  de 
España  se  reprenden  mutuamente  su  jironunciacion;  y  no  puede  negarse  que 
en  estas  disputas  se  acalora  la  sangre  y  se  hace  antipático  el  adversario. 
Pues  bien,  para  que  todo  el  mundo  sepa  cuál  es  la  verdadera  Ortología  de 
la  lengua  clásica  castellana,  tipo  y  modelo  de  la  nuestra,  allá  vas,  libro  mío, 
lánzate  á  ese  mundo,  á  ese  público  donde  encontrarás  muchas  contradiccio- 
nes, efecto  de  la  mala  voluntad  que  muchos  te  cobrarán.  Pero  no  temas; 
que  si  no  restauras  la  Ortología  clásica,  al  menos  servirás  de  coroza  á  los 
follones  y  malandrines  que  se  atreven  á  reprender  la  pronunciación  de  esta 
bendita  tierra  de  Castilla. 

San  Esteban  del  VaHe  (Avila\  9  de  Enero  de  1905. 


A.  M.  D.  G. 


NDICE  ALFABÉTICO  DE  MATERIAS 


Notu. — En  esta  obra  hay  varios  catálogos  alfabéticos:  el  de  poetas,  el  de  verbos  irre- 
gulares (núms.  174,  175  y  176),  el  prosódico  (núm.  215-233)  y  uno  en  cada  una  de  las 
reglas  4.*^  5.*^  6.*  y  7.^^  del  libro  cuarto  (núms.  291,  342-368,  369,  467).  Y  advierta  el  lec- 
tor que  mucbos  verbos  y  otras  palabras  derivadas  y  compuestas  se  bailan  adyacentes  al 
vocablo  primitivo  ó  simple:  asi  renovar  se  halla  con  su  simple  insitado  novar,  viaje  y  en- 
viar con  su  primitivo  vía,  vitriolo  con  vidriar  embriago  con  hria.,  etc.,  etc. 

En  este  índice  pongo  solamente  aquellas  cosas  que  en  la  obra  no  guardan  orden  al- 
fabético; y  las  cifras  indican  el  número  ó  párrafo  en  que  trato  de  ellas. 


acento  prosódico,  31-33; — agudo,  31; — or- 
tográfico, 83; — final  del  verso,  111:  acen- 
tos rítmicos  y  antiri-itmicos,  122. 

adjetivo,  199;  su  prosodia,  200. 

adonice,  127,  B. 

adverbio,  204. 

aféresis,.  23. 

agudas  (palabras),  35. 

alfabeto,  6. 

anapesto,  121. 

aniíbraco,  121. 

antítesis,  22. 

apócope,  23. 

apóstrofo,  110. 

arcaísmo,  26. 

artículos,  145-147. 

asonancia,  85;  teoría  de  la  asonancia,  88-90; 
asonancia  grave,  91. 

atonía,  36. 

átono,  34. 

aumentos  del  verbo,  165  y  166. 

aun,  204. 

azeuxis,  9;  su  distinción  del  diptongo  15  y 
16;  su  signo,  12. 


B 


barbarismo,  21. 


cacofonía,  29. 

cadencia  del  verso,  111. 

canción  79. 

cantidad  de  las  silabas,  14. 

compuestos  castellanos,  155; — latinos,  157; 
griegos,  158. 

conjugación  y  sus  clases,  161;  —  regu- 
lar, 167  y  168;  -irregular,  171  y  172;— 
perifrástica,  182. 

conjunciones,  149. 

consecuentes,  171. 

consonancia,  85-87. 

consonantes  (letras),  5; — su  división,  52; — 
labiales,  54-57: — dentales,  58-60;— gu- 
turales, 61-64. 

copla,  80. 

crema,  12. 


dactilicas  (palabras),  35;  versos  dactili- 
cos, 117. 
dáctilo,  121. 
dativo  ético,  193. 
débiles  (vocales),  4. 
díástole,  36. 
diéresis,  12. 

diptongo,  10;  número  de  diptongos,  261. 
ditónicas  (palabras),  35. 


-  374 


eco,  87. 
epéntesis,  24. 
epodo,  80. 
esdrlíjulos.  35,  111. 
estancia,  80. 
estrofa,  80. 
eufonía,  29. 


figuras  de  dicción,  21-24;  distinción  entre 

figura  y  licencia,  25. 
fuertes  (vocales),  4. 
fuerza  del  consonante,  133. 
futuros  con  os^  276. 


graves  (palabras),  35. 

H 

liiato,  10,96; — vicioso,  109. 
hipertonía,  36. 

I 

imperativos  con  os,  272. 
impersonales  (verbos),  164,  179. 
interrogaciones,  660. 
interrogativos,  1.54. 


letra,  3;  letras  eufónicas,  29. 

licencias  poéticas,  132;  sus  causas,  133;  ne- 
cesidad del  ritmo,  134;  dificultad  en  la 
versificación,  136;  el  mal  oído  y  la  igno- 
rancia, 137;  la  mala  educación,  138;  la  li- 
bre voluntad  del  poeta,  139;  el  descui- 
do, 140;  colocación  de  las  licencias,  142. 

liquidas  (consonantes),  53. 

lira,  79. 


Ll 


llanas  (palabras),  35. 

M 

metamorfosis  do   los   tratamientos   usied, 

usin,  etc.,  206. 
roetátcsis,  22. 


método  y  arte  de  bien  leer,  658. 

metro  del  verso;  95  y  110;  razón  do  él,  126 

y  129. 
mi,  tu.  su,  203. 
modos  del  verbo,  162. 
mudas  (consoiiantes),  53, 


N 


neologismo,  26. 
nombre,  205-211. 


onomatopeya,  28. 
ortográficos  (sistemas),  37-41. 
Ortología,  1. 


palabras,  18;  su  división  por  razón  de  las 
sílabas,  19; — compuestas,  20;— de  capri- 
cho, 27; — extranjeras,  75;— de  lectura 
dudosa,  141. 

paragoge,  24. 

participios  irregulares,  177. 

pies  del  verso,  121;  pie  quebrado,  129. 

poema.  79. 

poesía,  79. 

poeta,  81. 

posesivos,  201-203. 

prefijos,  20. 

preguntas,  660. 

proposición,  145;  su  uso,  148. 

presentes  con  os,  274. 

pretéritos,  169;  con  os,  275. 

principios  generales  ortosilábicos,  277 

pronombres,  18()-198. 

proposición  subordinada,  151. 

prosa,  82. 

prosodia,  144; — verbal,  183-185; — de  los  fe- 
meninos y  plurales,  211; — do  los  nom- 
bres, 211-233. 

próstesis,  24. 

puntos  suspensivos  en  modio  do  ver- 
so, 110. 


radical  dol  verbo,  165, 
rral  (sobro  el  adjetivo),  270. 
relativos,  151-153. 


375 


rima,  81-85:  advertencias  acerca  de  la 
rima,  93. 

rimar,  139. 

TÍtmo,  83;— eu  la  desinencia,  8.5; — en  la  ca- 
dencia, 120;— en  el  acento,  121;— binario 
y  ternario,  121; — trocaico,  yámbico,  dac- 
tilico, anfibráquico  y  anapéstico,  121; — 
en  los  versos  cortos,  122; — en  los  de  nue- 
ve y  diez  sílabas,  124;  -en  el  endecasíla- 
bo, 125; — en  los  versos  compuestos,  127. 

ritmograñ'a,  84. 


sáficos  (versos),  127. 

signos  cadenciales,  661. 

sílaba,  7. 

sinalefa  morfológica,  23;— rítmica,  96-108; 

entre  dos  versos,  130; — colocación  de  la 

siíLalefa  y  hiato,  143. 
síncopa,  23. 
sinéresis,  11. 
sístole,  36. 
solecismo,  21. 

sonido  (intensidad  y  altura  del),  80. 
subtónicas  (palabras),  35. 
sufijos,  20,  196,  197. 


tiempos  del  verbo,  163;— compuestos,  169. 


tónico,  34. 
triptongo,  13,  258. 
troqueo,  121. 
trova  y  trovador,  81. 


vate,  81. 

verbo,  159;— verbos  auxiliares,  170; — irre- 
gulares de  la  1.'*^  conjugación,  174; — de 
la  2.%  175; -de  la  3.%  176;— unipersona- 
les 178; — impersonales,  179. 

verso,  77;— en  monosílabo  átono,  113,  114; 
en  disílabo  átono,  115, 116;- dactilico,  117; 
en  dicción  cortada,  119; — en  enclíti- 
cas, 118; — diferentes  especies  de  ver- 
sos, 123-127;  no  hay  versos  de  troce  sí- 
labas, 129;  versos  incorrectos  que  pue- 
den arreglarse  fácilmente,  140. 

vicios  do  lenguaje,  21. 

vocales  (letras),  4,  42;  reglas  acerca  de  las 
combinaciones  de  vocales,  235,  263,  264, 
278,  336,  337,  338,  339. 

voz  humana,  2;  cualidades  de  la  voz,  659. 

voz  pasiva  en  los  verbos,  180;— media  ó  re- 
flexiva, 181. 


yambo,  121. 


ÍNDICE  GENERAL  DE  LA  OBRA 


Xota. — Los  números  indican  la  página. 

Introducción. 

Hazon  de  esta  obra,  1. — La  ley  ortológica,  1. — El  uso  de  Castilla,  2. — Los  Poetas,  5. — 
Dificultados,  7. — Otras  dificultades,  8. — Advertencia  para  entender  las  citas,  ^. 
Catálogo  alfabético  de  los  poetas,  10. 
Catálogo  cronológico  de  los  mismos,  24. 

Advertencia  sobre  la  numeración  de  los  tomos  do  la  Biblioteca  de  Rivadeneira,  27. 

eRTOLOGÍfl  DE  LH  LEJVGUa  CASTELLaiVa 

Definición  y  división,  29. 

LIBRO  PRIMERO:  ORTOLOGÍA  FONÉTICA 

Capítulo  I.— Letras. 

Signos  del  pensamiento,  30. — Letras,  30. — Vocales  y  consonantes  y  sus  divisiones,  31. — 
Alfabeto,  31. 

Cap.  II.— Sílabas. 
Silaba,  3.3. — Sus  elementos,  33.— Azeuxis,  diptongo,  sinéresis,  diéresis,  34. — Tripton- 
go, 34.--Cantidad  de  las  silabas,  34. — Distinción  entro  el  diptongd  y  la  azeux¡8,''31. 

Cap.  III.  -Palabras. 

Definición  ú.íí  palabra,  37. — División  de  las  palabras  por  razón  do  las  sílabas,  37. — Pala- 
bras compuestas:  prefijos  y  sufijos,  38.— Vicios  de  lenguaje:  antitosis,  38. — Metáte- 
sis, aféresis,  39. — Síncopa,  apóco|)e,  sinalefa,  40. — Próstosis,  epéntesis  y  paragoge,  41. 
Distinción  entre  figura  y  licencia,  41. — Arcaísmos  y  neologismos,  42. — Palabras  de 
capricho,  43. — Onomatopeya,  43.— Eufonía  y  cacofonía,  44. 

Cap.  IV.— Acento. 

Teoría  del  acento,  44. — Acento  prosódico  y  ortográfico,  40. — División  de  las  palabras 
según  el  acento:  tónicas  y  átonas,  46.— División  de  las  j)alabra8  tónicas,  4n. — Vicios- 
ó  licencias  en  la  colocación  del  acento,  47. 


-  377  - 

Cap.  V.— Sistemas  ortográficos. 

Un  capítulo  del  Fr.  Gerundio  de  Cam]:azas^  47. 

Cap.  VI.— Crítica  del  precedente,  52. 

Bases  del  actual  sistema  ortográfico,  52.— Crítica  de  los  demás  sistemas,  53. 

Cap.  VIL— De  las  letras  vocales. 

Uso  de  la  y,  54.— ídem  de  la  u,  55. — La  v  es  igual  en  sonido  á  la  6,  56. — Cómo  debe  lla- 
marse la  i',  58. — Advertencias  acerca  de  las  vocales,  58. 

Cap.  VIH. — De  las  consonantes  labiales. 

Sonidos  consonantes  y  su  división,  59. — Principios  generales  de  Ortograiía,  60. — Usa 
de  la  6  y  v,  60. — La  u-,  61.— La  fj  la  p,  62. 

Cap.  IX.— De  las  otras  consonantes. 

Dentales:  d,  63. — T,  63. —  C  y  z,  64. — Guturales:  c  fuerte,  k,  q,g  y  j,  65.— Otras  consonan- 
tes: ch  y  A,  66.— i,  68.— Ll  y  y,  m.—K,  Gd.-B  y  rr,  10.— S,  70.— X,  71. 

LIBRO  SEGUNDO:  ORTOLOGÍA  RÍTMICA 

Cap.  I.— Nociones  preliminares. 

Yerso,  78. — Poesía,  poema,  canción,  oda,  74.- -Estrofa,  estancia  y  copla,  74. — Poeta,  vate^ 
trovador,  75. — Prosa,  75. — Ritmo,  76. 

Sección  PRiMERA:"Ritmografia,  76. 

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Cap.  II.— Ritmo  en  la  desinencia:  rima. 

Rima  consonante  y  asonante,  77. — Colocación  de  los  consonantes,  78. — Encadenado  y 
eco,  78. — Teoría  de  la  asonancia  aguda,  79. — Asonancia  grave,  81. — Escolios,  82. — 
Advertencias  sobre  la  rima,  83. — Consonancia  de  voces  apocopadas,  84. 

Cap.  III.— Ritmo  en  la  cadencia:  Sinalefa. 

Metro  del  verso,  85. — Sinalefa  y  hiato,  85.—  La  /;  aspirada,  85. — Vocales  iniciales  ó  fina- 
les que  forman  azeuxis,  86. — Vocales  débiles  y  conjunciones,  86. — Vocales  áto- 
nas, 87. — Tónica  con  átonas,  88. — Atonas  con  tónica,  88.— Dos  tónicas,  90. — Monosí- 
labos tónicos,  90. — Enumeración  de  vocales,  92. — Causas  que  favorecen  al  hiato  y  á. 
la  sinalefa,  92. — Razón  de  ésta,  92.— Hiato  vicioso  por  repetición,  93. — Puntos  sus- 
pensivos, 93. — Apóstrofo,  93. 

Cap.  IV.— Ritmo  en  ia  cadencia:  acento  final. 

Cadencia  del  verso,  93. — Verso  agudo,  grave  y  esdrújulo,  94.— Su  equivalencia,  94. — 
Versos  en  monosílabo  átono,  96. — Escolio,  99.— Versos  en  disilabo  átono  compuesta 
ó  simple,  100. — Versos  dactilicos,  103. — ídem  en  dicción  cortada,  103. 

Cap.  V.— Ritmo  en  el  acento. 

Ritmo  uniforme:  pies  del  verso,  104. — Pies  binarios  y  ternarios,  105.— Acentos  rítmi- 
cos y  antirrítmicos,  105.—  Ritmo  en  los  versos  cortot,  106. — ídem  en  los  de  nueve  y 


-  378  - 

diez  silabas,  107. — ídem  on  el  endecasílabo,  108. — Razón  del  metro  en  el  verso,  110. 
Ritmo  en  los  versos  compuestos:  decasílabo,  112. — Sáfico,  113. — Dodecasílabo,  114. — 
Alejandrino,  115. — No  hay  versos  de  trece  sílabas,  116. — Xi  de  cuatro,  IIG. — Xi  de 
tres,  118. — Sinalefa  entre  dos  versos,  119. 

Sección  segunda.— Do  las  licencias  poéticas,  120. 

Cap.  VI.— Fuentes  de  las  licencias  poéticas. 
El  ritmo,  120. — La  fuerza  del  consonante,  122. — Valor  de  estas  licencias,  123.— La  di- 
ficultad en  la  versificación,  124.— El  mal  oído  y  la  ignorancia,  124. — La  mala  educa- 
ción, 125. — La  libre  voluntad  del  poeta,  125. — El  descuido,  127. 

Cap.  Vil.— Palabras  de  lectura  dudosa. 
Colocación  del  acento,  129. — ídem  de  las  licencias,  130. — ídem  de  la  sinalefa  y  hiato,  130. 

LIBRO  TERCERO:  ORTOLOGÍA  PROSÓDICA 

Capítulo  I.— Palabras  átonas. 

Articulo  1.^ — Artículos  y  proposiciones,  182. — Naturaleza  del  artículo,  133. — Uso  del 

artículo,  134. — Uso  de  la  preposición,  135. 
Art.  2.** — Conjunciones,  146. 
A7-Í.  3.°-=-Yocablos  relativos,  137. — Definición  do  relativo,  137. — Relativos  castellanos: 

qiie,  quien,  cual,  13S. — Cuyo,  donde,  cuando,  cuanto,  cuan,  como,  139. — La  conjunción 

que,  140. — Notas,  140. — Palabras  interrogativas,  141. 

Cap.  II.— Palabras  compuestas. 

Artículo  1.° — Palabras  castellanas,  142. 
AH.  2."— Palabras  latinas,  144. 
Ari.  3.''—  Palabras  griegas,  145. 

Cap.  III.— Del  verbo. 

Su  definición  y  divisiones,  147. 

Articulo  1." — Accidentes  del  verbo. — Conjugación  y  sus  divisiones,  148. — Modos,  148. — 
Tiempos,  149. — Género,  número  y  persona,  1.50. 

Art.  2.° — Conjugación  regular. — Radical  y  aumentos,  1.50. — Cuadro  de  las  conj ugacjonos 
regularos,  1.52. — Tiempos  compuestos,  153. — Verbos  semejantes  al  auxiliar  haber,  153. 

Art.  3.** — Conjugación  irregular. — Formas  primarias  y  consecuentes,  154. — Cuadro  do 
las  irregularidades,  reducidas  á  siete,  15.5. — Catálogo  do  los  verbos  irregulares:  pri- 
mera conjugación,  156. — Segunda  conjugación,  161. — Tercera  conjugación,  163. — 
Vcrl)i)8  defectivos,  166. — Participios  irregulares,  167. 

Art.  4." — Complemento. — Verbos  unipersonales,  167.— ídem  impersonales,  167.- Voz 
pasiva,  168. — Voz  media,  168. — Conjugación  perifrástica,  169. 

Art.  5.°— Prosodia  verbal,  170. 

Cap.  IV. -Del  pronombre. 

Definiciones,  172. 

Artículo  1." — Pronombres  personales  y  reflexivos:  declinación,  174. 

Art.  2.*»— Segunda  l'orma  do  los  personales:  dativo  do  singular,  175.-  Acusativo  do  sin- 


—  379  — 

guiar,  176. — Dativo  de  plural,  176. — Acusativo  sirviendo  de  nominativo,  177. — Dativo 
ético,  177.-  -Colocación  de  estos  pronombres,  177. — Prosodia  de  eUos  delante  del  ver- 
bo, 178. — Advertencias  acerca  de  los  sufijos,  179. — Prosodia  de  los  sufijos  pronomina- 
les, 179. — Historia  de  los  esdrújulos  pronominales,  180. — Son  inadmisibles  en  los  mo- 
dos personales,  182. — Reglas,  183. 
Art.  3.° — Pronombres  demostrativos,  184. 

Cap.  V.— Del  adjetivo. 

Definiciones,  184. 

§  1° — Prosodia  general  de  los  adjetivos,  185. 

§  2.* — Adjetivos  posesivos,  186. — Forma  completa,  187. — Forma  apocopada,  mi,  tu,  su,  187. 

Cap.  VI.— Del  adverbio,  189. 

Cap.  Vil.— Del  nombre. 

Prosodia  de  los  nombres,  190. —  Metamorfosis  de  los  tratamientos  vuestra  merced,  190.— 
Vuestra  señoría  y  vuestra  excelencia,  191. — Género  de  los  nombres,  192. — Plural  de  los 
nombres,  192. — Plurales  caprichosos,  193.  —Plurales  de  los  nombres  propios,  193. — 
Prosodia  de  los  femeninos  y  plurales,  194. 

Cap.  VIII.— Prosodia  general  de  las  palabras  tónicas. 

Dificultades  de  un  sistema  prosódico  completo,  195.  —  Reglas  del  acento,  196. —  Cátalo-, 
go  alfabético  de  algunas  voces  de  prosodia  dudosa,  197. 


LIBRO  CUARTO:  ORTOLOGÍA  SILÁBICA 

Capítulo  I.— Vocales  átonas. 

Regla  primera:  Toda  combinación  de  vocales  átonas  es  siempre  diptongo,  212. — Historia  de 
esta  regla,  213. — Discusión: 

Artículo  1.° — Fuerte  y  débil  delante  del  acento;  palabras  simples;  213. — ídem  compues- 
tas, 214. 

Ari.  2.° — Débil  y  fuerte  delante  del  acento;  palabras  simples,  215. — Discusión  de  las  pa- 
labras Criador  y  criatura,  215. — ídem  de  otras  palabras,  216.  —  Palabras  compues- 
tas, 220. 

Art.  3.° — Dos  débiles  delante  del  acento,  220. 

Art.  4.° — Dos  fuertes  delante  del  acento. 

§  1." — Palabras  simples,  221. 

§  2.° — ídem  compuestas,  223. 

Art.  5.°— Combinaciones  detrás  del  acento. 

§  1.° — Débil  con  fuerte. — Fuerte  con  débil.— Dos  débiles,  225. 

§  2.® — Dos  fuertes:  crítica.  Palabras  simples,  336. — ídem  compuestas,  227. 

Art.  7.° — Prueba  general  histórica,  228. — Observación  acerca  de  Criador  y  criatura, 
234. — ídem  sobre  las  vocales  átonas  fuertes,  235. — Número  de  diptongos,  236. 

Art.  7.° — Combinaciones  de  tres  vocales,  236. 

Cap.  II.— Fuerte  tónica  seguida  de  débil  átona. 

Regla  segunda:  Toda  combinación  de  fuerte  tónica  con  débil  átona  es  diptongo,  236. 


-  380  - 

Cap.  III.— Tónica  con  fuerte  átona. 
Regla  tercera:  Toda  combinación  de  vocal  tónica  con  fuerte  átona  es  nzeu.r'ift,  237. 
Ají.  1.° — Sinéresis  de  fuerte  y  débil. 
§  1.0— Fuerte  con  débil,  237. 
§  2.°— Débil  con  fuerte,  238. 
Art.  S.**— Sinéresis  de  dos  fuertes,  240. 
Apéndice  sobre  el  vocablo  real^  241. 
Ari.  3.° — Inflexiones  verbales  agudas  con  el  sufijo,  os. 
§  I.'' — Imperativos,  243. 
§  2."— Presentes,  pretéritos  y  futuros,  246. 

Cap.  IV.— Combinaciones  tónicas  de  dos  débiles. 

Principios  generales,  248. 

Regla  cuarta:  Toda  combinación  iónica  de  dos  vocales  débiles  es  azeuxis,  249. 

Art.  1.° — Combinaciones  lu,  úi, 

AH.  2." — Combinaciones  ii,  iú,  uú.  252. 

Art.  3." — Combinación  wí,  254. 

Cap.  V.— Débil  átona  seguida  de  fuerte  tónica.— Reglas,  267. 

Articulo  1.^  Discusión  de  la  regla  quinta:  Toda  vocal  débil  forma  azeuxis  con  la  tónica  si- 
guiente, cua)ido  cada  una  j)erte7iece  á  distinto  elemento  componente,  268. 

AH.  2.°— Discusión  do  la  regla  sexta:  uá,  uó  son  siempre  azeuxis,  si  tío  van  detrás  de  conso- 
nante gutural,  273. — Catálogo  de  las  voces  comprendidas  en  esta  regla,  agrupadas 
bajo  sus  raíces,  273. — Catálogos  de  azeuxis  y  sinéresis,  275. — Discusión  de  cada  pala- 
bra, 281. — La  excepción,  297. 

Art.  3.° — Discusión  de  la  regla  séptima:  iá,  ló  derivados  de  ía,  ío,  ó  adyacentes  ú  la  primera 
cotiso7iante  del  vocablo,  son  también  azeuxis,  297.— Critica  de  la  regla  2.*  y  3.*  do  la  Aca- 
demia, 298. — Vocabulario  de  esta  regla,  299.  — Catálogos  de  azeuxis  y  sinéresis,  303. 
Discusión  de  cada  palabra,  309. 

Art.  i.'^ — Discusión  de  la  regla  octava  y  última. 

§  1.° — Combinación  iá  con  sus  excepciones,  337.— Discusión  de  algunos  verbos  dudosos, 
ansiar,  co7iciliar,  vaciar,  etc.,  339. 

§  2.° — Combinación  ió,  343. — Excepciones,  344. 

íj  3." — Combinación  ié,  345. — Excepciones,  346. — Otros  vocablos,  347. 

§  4.° — Combinación  ué:  excepciones,  349. 

Cap.  VI.— Valor  de  las  licencias. 

Los  buenos  y  malos  ortólogos,  353.— Catálogos  relativos  á  las  reglas  6."  y  7.",  354. — Co- 
mentarios, 3.58. 

COMPLExMEXTO.— ORTOLOGÍA  PERIÓDICA 

Método  y  arto  do  bien  loor,  361. — Cualidades  de  la  voz,  362. — Preguntas  é  interrogacio- 
nes, 362. — Influencia  do  los  signos  cadencíales,  363. 

Apéndice. 

Sobre  el  origen  del  culteranismo. — Testimonios  de  Lope,  Castillejo  y  Gregorio  Silves- 
tre, 361. 

Conclusión,  369. 
índice  alfabético  do  materias,  373. 


ERRATAS  PRINeiPALES 


Pág.  18,  última  línea:  en  algunos  ejemplares  salió  equivocado  el  tomo  donde  se  halla  la 
novelita  de  Navarrete  Ribera,  que  es  el  XXXIII. 

Pág.  26,  en  el  período  histórico  1740-1790,  falta  el  epígrafe  Período  de  hierro^  que  en  la 
impresión  se  omitió  por  descuido. 

Pág .  69,  el  número  del  capítulo  es  VIII,  y  no  XIII. 

Pág.  100,  números  115  y  116,  dice  Tersos  en  desílabo,  debiendo  ser  disilabo. 

Pág.  127,  núm.  140,  dice  añade;  debe  ser  añado. 

Pág.  133,  nota,  deben  suprimirse  las  comas  que  preceden  y  siguen  al  adverbio  natural- 
mente, y  que  una  mano  profana  estampó  allí. 

Pág.'^2S9,  el  nombre  Taso  debe  llevar  doble  s. 

Pág.  254,  al  principio  del  art.  3.",  en  vez  de  tratar  de  esta  palabra,  debe  decir  tratar  de  cada 
palábia. 

Pág.  817,  en  la  nota  (a),  la  última  palabra  Milán  debe  tener  acento  en  la  i,  el  cual  acen- 
to falta  en  algunos  ejemplares. 

Pág.  333,  en  el  ejemplo  de  Castellanos,  donde  dice  desterir,  debe  leerse  desferir. 

Pág.  351,  la  suma  de  los  diptongos  de  la  segunda  columna  no  sale,  porque  quedaron  sin 
estampar  4  diptongos  pertenecientes  á  Valbuena. 


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